El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 196 · julio-septiembre 2021 · página 9
Artículos

La numismática como estudio del valor del dinero

José María del Olmo Gutiérrez

Introducción al universo numismático y la antropología de la moneda

La numismática designa a la disciplina que se encarga del estudio y el coleccionismo de monedas, medallas, billetes y estampillas acuñados y emitidos tanto por instancias oficiales reconocidas como por entidades privadas y particulares. En el caso de las medallas, la subdisciplina encargada de su estudio es la medallística, y en el de los billetes, la notafilia.

El término numismática deriva del latín numismatis, genitivo de numisma, variante de nomisma («moneda») y latinización del griego νόμισμα (nómisma, «moneda corriente, costumbre») que deriva de νομίζω (nomízō, «mantener o poseer una costumbre o unos usos, utilizar según costumbre») y este a su vez de νόμος (nómos, «uso, costumbre, ley»), derivado en última instancia de νέμω (nemō, «dispensar, dividir, asignar, mantener»).

En la acepción moderna del término, que empieza a usarse a mediados del siglo XX, la numismática es el estudio científico del dinero en todas sus variadas formas. Aunque a los numismáticos a menudo se los caracteriza como estudiantes de las monedas, la disciplina actual incluye también el estudio de otras formas modernas del dinero y muchos aspectos con él relacionados, incluyendo su uso, historia, geografía, arte, economía, política, metalurgia y procesos de manufactura, etc.

Entre otras formas modernas del dinero que estudia la numismática estarían el cheque, el billete, la acción, el bono (escripofilia), la tarjeta de crédito, la ficha monetaria (monetiformes) y la medalla. Para agrupar estos elementos en una sola categoría se ha adoptado un término; la exonumia. Esta palabra es utilizada en su mayoría por los coleccionistas de habla inglesa.

Resumiendo, se puede afirmar que la numismática es el estudio del dinero en sus distintas variantes. El dinero conforma un lenguaje, una forma de comunicación a través de la cual los individuos de una o varias sociedades establecen relaciones económicas en las que se adquiere, bien sea por compra-venta, bien sea por alquiler, una serie bienes y/o servicios. A diferencia del trueque, donde se establece un intercambio de un bien o un servicio por otro, aquí el mismo se adquiere a través del dinero, al que se otorga un valor de fiabilidad.

El papel del dinero es fundamental en las economías actuales, ya sean de tipo planificado socialista, de carácter mixto o de raíz capitalista. La economía se puede definir como la manera de entender, producir, administrar, gestionar y distribuir los recursos (materiales o inmateriales) de una o varias sociedades. Ejemplo de ello es el capitalismo, un sistema económico cuyas bases son el capital (compuesto por dinero físico como terrenos o fábricas y líquido como acciones o monedas), la propiedad privada y el libre comercio. El sistema capitalista se fundamenta, al menos en teoría, en el libre juego de la oferta y la demanda en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios.

No obstante, el poder del dinero tiene también connotaciones políticas, sociales, geoestratégicas y religiosas. Un ejemplo de la trascendencia del dinero y su vinculación con el “más allá” sería la ofrenda devocional de billetes especiales (yuan renminbi, jiao o feng) que se ofrecen en China a los difuntos en ciertos templos confucianos o taoístas para conseguir de ellos la prosperidad en el mundo terrenal, o también su equivalente boliviano, donde se reproducen billetes de 100 dólares que los campesinos aimaras ofrecen como ofrenda a la Pachamama para conseguir buenas cosechas.

El billete de dólar de Estados Unidos, por su parte, muestra símbolos y leyendas francmasónicos con la aparición del número 13 (Estados originarios de la Unión) en los escalones de la pirámide, las estrellas, las hojas de la espiga y las frases Novo ordo seculorum (Nuevo orden secular), E pluribus unum (Unidad en la diversidad) e In god we trust (Nosotros confiamos en Dios).

La moneda tiene seis factores determinan su valor: calidad, cantidad, material, antigüedad, fiabilidad y precio que se esté dispuesto a pagar.

1° Calidad

En numismática, por lo general, se valoran más las piezas mejor conservadas que aquellas que muestran defectos aunque también se tienen en cuenta otros factores como la antigüedad, el metal, la autenticidad y la cantidad. En el caso de las monedas, se establece la siguiente clasificación a la hora de determinar su calidad:

Sin circular (S/C): piezas que no han tenido mucha circulación en el mercado, pero han sido destinadas para ello. No tienen defectos.

Excelente buena conservación (EBC): no tiene imperfecciones apreciables a simple vista, pero contiene las huellas propias de una breve circulación y algunos pequeños golpes.

Muy buena conservación (MBC): buena conservación, pero ha estado claramente en curso y tiene más golpes y hasta rayones.

Buena conservación (BC): su valor numismático llega a ser la mitad de la MBC. La circulación y las imperfecciones son evidentes y marcadas.

Regular conservación (RC): tiene arañazos, abolladuras, relieves desgastados y otros desperfectos de esta índole.

Mala conservación (MC): sus leyendas y dibujos son ilegibles o prácticamente ilegibles. El metal ya no brilla y las imperfecciones son grandes: grietas, abolladuras grandes, erosión del canto, partes rotas u oxidadas, etc.

Cuando una moneda está entre dos categorías, se indica con una barra o pleca inclinada, por ejemplo: EBC/MBC. Se añaden símbolos + o - tras una categoría para indicar caracteres intermedios.

Para otras variantes como el billete, la letra de cambio, el pagaré, el cheque o la letra de cambio se estable esta clasificación:

Sin Circular (S/C). Pieza nueva que no ha circulado y cuya conservación es perfecta.

Excelentemente bien conservado (EBC): Muy escasa circulación. Estado de conservación excelente.

Muy bien conservado (MBC): La circulación es patente en pequeños pliegues y suciedades, pero no existen desgarros ni otras imperfecciones mayores.

Bien conservado (BC): Huellas evidentes de circulación, como suciedades, pérdida de color y pequeños desgarros.

Regularmente conservado (RC): Falta hasta 1/8 de la superficie original del billete. Presencia de desgarros, suciedad y agujeros.

Mala conservación (MC): Ilegibilidad de leyendas y mutilaciones graves.

2° Cantidad

La cantidad es otro de los factores que se tienen en cuenta a la hora de determinar el valor de una moneda. Como cualquier otro bien material, su escasez o abundancia determina su precio al alza o a la baja. En este sentido, en el caso de las monedas, si prescindimos de los otros factores, la piezas escasas y las rarezas tienen más valor que las de uso generalizado. Así, por ejemplo, las monedas acuñadas en metales preciosos, como oro o plata, presentan más interés que aquellas fabricadas con materiales más comunes como el cobre o el aluminio. Asimismo, la ediciones especiales dedicadas a los coleccionistas suelen ser más apreciadas que las piezas de uso común, como ejemplifican bien las monedas conmemorativas de plata de 2000 pesetas acuñadas en 1994 y 1997 por la FábricaNacional de Moneda y Timbre (FNMT), cuyo precio real en el mercado supera al valor nominal de las mismas.

Otro ejemplo son las piezas únicas o aquellas que tienen muy pocos ejemplares, como es el caso de las monedas de 100 escudos de oro acuñadas en Segovia entre 1609 y 1620, durante el reinado de Felipe III, cuyo valor oscila entre 1.000.000 y 1.300.000 euros.

En este campo son interesantes por su interés las “fantasías”, piezas numismáticas acuñadas por entidades no reconocidas como instancias oficiales, como por ejemplo la colección de euros de ensayo catalanes acuñados en vísperas de la fallida proclamación de independencia por el Gremi de Filatèlia i Numismática en 2014.

Las acuñaciones y emisiones locales también son interesantes por su rareza o peculiaridad. Así, por ejemplo, durante la Guerra de la Independencia se acuñaron en Cataluña las primeras monedas escritas en castellano, dando el pistoletazo de salida cultural a la Edad Contemporánea. En Barcelona y Gerona aparecen las primeras pesetas (del catalán peça = “pieza pequeña”) y duros desde 1808. A posteriori, durante el reinado de Fernando VII, se aprecia en la numismática las tensiones entre los absolutistas y los liberales en el ocaso del Antiguo Régimen; en el Sexenio absolutista (1814-1820) y la Década Ominosa (1823-1833) las monedas venían impresas en latín mientras que durante el Trienio Liberal (1820-1823) aparecían grabadas en castellano, aludiendo no solo a Dios si no también a la Constitución como garante y límite del poder de la monarquía.

En este sentido, la Guerra Civil (1936-1939) es uno de los períodos más interesantes de la historia de España. Durante los tres años transcurridos se acuñaron y emitieron una gran cantidad de monedas y billetes en cecas locales, sobre todo en la zona republicana, más descentralizada y donde imperaba el caos junto a una superposición de autoridades políticas subestatales. Vale la pena recordar las monedas de 1 y 2 pesetas acuñadas el Gobierno de Euzkadi en castellano en 1937, o las piezas de 50 céntimos y 1 peseta surgidas por instancias del Consejo de Santander, Palencia y Burgos, donde surgió un proyecto de autonomía que nunca llegó a materializarse. El aislamiento y el desorden en este sentido se hizo palpable en Cataluña, única región de España donde se hicieron impresiones en lengua vernácula (catalán). Aquí se sobreponían las monedas y billetes del Gobierno de la República, como la pieza de 1 peseta, escritos en castellano, con las emisiones de 1, 2'50, 5 y 10 pesetas que la Generalidad ordenó imprimir en 1936 y las iniciativas locales aparecidas en localidades como Olot, Montserrat, Vilanova i la Geltrú, a veces por instancia de la CNT-FAI, en las que al igual que la en Generalitat se utilizaba el catalán como idioma vehicular. Otras entidades menores, como el Batallón militar republicano 502, también emitieron papel-moneda de peseta.

Las fichas de los casinos, como la de 2,50€ de Marbella o las monedas de los sindicatos y cooperativas tales que las 2 pesetas de la Cooperativa de Azcoitia (Guipúzcoa) de 1915 o el vale de 1 kilo de pan de la Cooperativa Obrera de Basauri (Vizcaya), también acuñado a inicios del siglo XX, son ejemplos de peculiaridad numismática y reflejo del uso interno del dinero por parte de entidades particulares.

En el caso de los billetes, el valor nominal de los mismos no tiene por qué coincidir con su valor real. Un caso emblemático en este sentido es el billete de 0€ (Eurosouvenir) creado por iniciativa de Richard Fraille en acuerdo con las imprentas más importantes de Europa. Como cualquier otro billete de Euro, se imprimen en las instalaciones oficiales, en papel moneda real y con las mismas características de seguridad, a saber: marcas de agua, tiras de cobre, impresión en relieve (sensible al tacto), holograma, registro transparente, fondo de seguridad de la imprenta, tinta fluorescente visible bajo luz ultravioleta y un número de serie individual, único para cada billete. Sin embargo, pese a su valor nominal, el material, las medidas de seguridad y el trabajo de fabricación dan al billete un valor real superior a cero euros. Otro ejemplo, en este caso contrario, es el billete de 100.000.000.000.000 (cien trillones en terminología anglosajona) de dólares emitido por la Reserva Federal de Zimbabwe. Pese a la cantidad de ceros del billete, su valor real es escaso. Esto sucede cuando los bancos centrales emiten una gran cantidad de papel-moneda y el dinero pierde valor, provocándose una gran inflación o aumento acelerado de los precios y pérdida de poder adquisitivo de la población como consecuencia de una crisis económica provocada por un desfase entre la oferta y la demanda.

3° Material

Los materiales en los que se fabrique una moneda también determinan su valor final. En este sentido, las monedas acuñadas con metales preciosos tienen mayor valor que las elaboradas con materiales más comunes. Así, las monedas de oro valen más que las de plata y estás son más valoradas que las de cobre, cinz o aluminio. La escasez y el costo de extracción de los metales preciosos determina su valor aunque también hay que tener en cuenta los otros factores.

Las materias utilizadas para fabricar moneda han variado a lo largo del tiempo y van desde piedras talladas, conchas de moluscos (cauri o Cyprae moneta) o semillas de cacao, utilizadas por ciertas comunidades indígenas de África, Asia, Polinesia y América hasta las planchas de té, utilizadas en China hasta mediados del siglo XX. En algunas sociedades se han utilizado también bloques de sal (Ej. Los afar de la Cuenca del Danakil en Etiopía), vacas o trigo. Sin embargo, lo más común ha sido el uso de artefactos metálicos como piezas de valor de cambio en las relaciones de compraventa. Su uso ya se conocía en China hace más de 2500 años, donde se utilizaban monedas con forma de cuchillo o llave, o en Sumeria, donde se utilizaban barras y piezas cilíndricas. Las monedas tal como las conocemos, de forma redondeada, aparecen en Lidia, Asia Menor, en torno al siglo VII a.C. y en China lo harán un poco más tarde, con los cash, piezas monetarias con un agujero cuadrado en el centro que se utilizarán ininterrumpidamente durante 2.000 años hasta el siglo XIX. Otros materiales utilizados han sido el cartón, como es el caso de los sellos-moneda, aparecidos durante la Guerra Civil en algunas comarcas aisladas de la España republicana, donde no había metales para fabricar dinero; la madera, con que se han fabricado las fantasías numismáticas de los dólares del Gran Ducado del Oeste de la Antártida; el plástico, derivado del petróleo y barato de producir, se ha utilizado en las monedas de rublo de Transdniestria, la región moldava de lengua rusa o el billete de 10 dólares de polímero -un tipo de plástico- de Hong-Kong; y la goma, utilizada para fabricar los 20 dólares de Hong-Kong.

En cuanto a las formas, éstas han cambiado a lo largo del tiempo y el espacio, variando desde las monedas con forma de bala utilizadas en los bath de Tailandia, las antiguas piezas con forma de cuchillo o llave de China o los thael, una moneda también sínica utilizada en el siglo XIX que tenía forma de barco/zapato. Algunas piezas tienen agujeros en el centro, como la moneda de 50 céntimos española, acuñada en 1949 y 1963, mientas que otras presentan formas poligonales cuadradas, pentagonales o exagonales, como los ya mencionados rublos de Transdniestria.

Formas alternativas de dinero son las letras de cambio, que surgieron a finales de la Edad Media para facilitar las relaciones comerciales, posibilitando a un particular depositar su dinero en manos de un cambista, que le otorgaba un documento que le permitía recuperar la cantidad entregada en otra moneda y en otra ciudad; los cheques, con el nombre del portador, que facilitaron las transacciones bancarias; y las tarjetas de crédito y débito, que agilizan digitalmente las operaciones de compra-venta y alquiler de bienes y servicios.

Hoy en día, con la proliferación de dinero virtual, como el bitcoin, la moneda física tiende a desaparecer como ya está sucediendo en Estonia. El uso de aplicaciones informáticas y de tarjetas de crédito ofrece ventajas de comodidad y seguridad pero también un mayor control por parte de los Estados y de los bancos de las actividades financieras y comerciales de los ciudadanos, aunque siempre quedará el recurso del acceso restringido a las regiones más ocultas de Internet, como la deep web o la dark web.

4° Antigüedad

La antigüedad es otro de los factores que confieren más valor a una pieza numismática ya que cuanto más hacia atrás vamos en el tiempo, más escasas son las piezas monetarias aunque hay excepciones, como la época romana, que fue muy prolífica en producción de moneda.

En China ya se fabricaban piezas numismáticas hace 5000 años. Sin embargo, según la versión del historiador Herodoto, las primeras monedas surgieron en Asia Menor en torno al siglo VII a.C. Se mandaron acuñar para facilitar la recaudación de impuestos. El león de Lidia es la moneda oficial más antigua que se conoce, y se acuñó en la actual Turquía en torno al año 650 a.C. Se fabricaron por orden del rey Ardis de Lidia como medio legal de intercambio y estaban acuñadas en oro y plata. Otras piezas fueron fabricadas en cobre, bronce y hierro aunque se preferían los metales preciosos por su incorruptibilidad. Estas acuñaciones llevan como símbolo heráldico un león representando a la dinastía Mermnada a la cual pertenecían los reyes. La pieza fue acuñada en electrum (aleación natural de oro y plata) y con un peso de 4,75 gramos y un valor de un tercio de Estátera.

A posteriori, el uso de la moneda se fue extendiendo y se imprimía por las dos caras. A partir del reinado de Alejandro Magno se hizo frecuente la acuñación del rostro del monarca, la figura de un dios u otro símbolo en las monedas para darlas autenticidad. Estos sellos garantizaban la pureza y el peso del material de acuñación.

Durante el Imperio romano aparecen las primeras monedas homogéneas en valor, peso y tamaño para las distintas regiones. Surgen el sextercio de cobre, el denario de plata y el aureus/aureo de oro (origen del vocablo). El término denarius/denario dio lugar a los vocablos dinar y dinero. Al igual que los griegos habían hecho con las espigas de trigo, los romanos estampaban imágenes de cabezas de ganado para que la población se hiciera una imagen del valor real de las monedas y su equivalencia con objetos, plantas o animales de la vida cotidiana.

El mayor problema de las monedas era su transporte y almacenamiento. En China, donde se inventó la imprenta, el papel y la tinta, aparecieron los primeros billetes. En el año 845 la dinastía Tang ordenó emitir papel-moneda con un valor material inferior al que representaba a su equivalente en oro y plata. Los billetes no empezaron a ser comunes en Europa hasta el siglo XVII, cuando en Suecia comienzan las primeras emisiones seriadas. En España (vales reales del Banco de San Carlos) y en Portugal (reales) no aparecen los primeros billetes hasta finales del siglo XVIII, que servían a las haciendas reales como fuente de recursos para solventar las deudas de las monarquías. Los billetes venían impresos por una cara y se sellaban por la otra cada vez que se utilizaban. En el siglo XIX, además de las emisiones públicas, salieron a la luz impresiones privadas de bancos que empezaban a despuntar gracias al capitalismo comercial, como el Banco de Santander, el Banco de Bilbao o el Banco de Cádiz. No sería hasta finales del siglo XIX cuando el Banco de España adquirió el monopolio -con la excepción de la guerra civil- de la emisión de billetes a través de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre hasta 2002, cuando cedió el testigo al Banco Central Europeo tras la entrada en circulación del euro.

Un rasgo peculiar de la numismática española son las estrellas fechadas. La aparición de las primeras pesetas estatales, acuñadas por el Gobierno Provisional en 1869 y la inclusión de España en la Unión Monetaria Latina, que conllevaba la aceptación del sistema métrico decimal, dividiéndose la peseta en 100 céntimos, provocó la retirada de los escudos, los reales y los maravedís aunque no su recuerdo. En este contexto, se hizo común incluir en el anverso o el reverso de algunas monedas además de año inicial de acuñación de la serie el año real de fabricación, que aparecía reflejado en una estrella de cinco puntas.

5° Fiabilidad

La autenticidad es un factor de valor y credibilidad a una moneda. Ya desde la antigüedad se hicieron falsificaciones y las autoridades gobernantes establecieron medidas punitivas y de seguridad para evitar la proliferación de dinero falso.

En el caso de las monedas, ya desde la época romana se generalizó la asociación de las piezas monetarias a un valor, metal y peso para evitar el fraude. El patrón oro marcó durante mucho tiempo el valor de las distintas monedas en el mercado, avaladas por sus reservas en el precioso metal. Los billetes, por su parte, como ya se mencionó anteriormente, presentan las siguientes medidas de seguridad: marcas de agua, tiras de cobre, impresión en relieve (sensible al tacto), holograma, registro transparente, fondo de seguridad de la imprenta, tinta fluorescente visible bajo luz ultravioleta y un número de serie individual, único para cada papel-moneda.

Toda moneda tiene un anverso (cara) que indica la entidad emisora, el reverso (cruz) que muestra su valor nominal y el canto (perfil), que a veces muestra una leyenda impresa. Serían los equivalentes de las partes pública, privada e íntima que poseen las personas.

6° Precio a pagar

El precio de una pieza numismática, finalmente, viene determinado por el juego de la oferta y la demanda y será el mercado el que determine su valor final. De este modo, cuando se compra una moneda de colección, ésta por lo general adquiere un valor real mayor que el nominal. Aquí hay que tener en cuenta lo que el comprador está dispuesto a invertir y el vendedor a exigir a la hora de llevarse a cabo la transacción.

El precio a pagar depende de la fe que se ponga en la pieza y el fin de su adquisición: valor refugio en el caso de las monedas acuñadas en metales preciosos, coleccionismo, cambio de divisa... También de la confianza en la entidad emisora.

Un ejemplo son los dólares estadounidenses, fabricados por la Reserva Federal en Virginia, son aceptados en todo el mundo. El patrón dólar se convirtió, tras los acuerdos de Bretton Woods de 1944, en el referente internacional del valor de las distintas divisas. Y a partir de 1971, con la quiebra del patrón oro, en la moneda fíat de las transacciones comerciales mundiales merced a la imposición del gobierno estadounidense y sin el respaldo de este metal. Ello ofrece ventajas económicas y estratégicas a los EE.UU. frente a terceros, permitiéndole reequilibrar su deuda en la balanza comercial frente a otros países y, sí se diera el caso, justificar la invasión de aquellos Estados menores que quisieran utilizar otras divisas en sus relaciones comerciales, como ya se ha visto en Irak y Libia, o con las sanciones impuestas a Venezuela, argumentándose una supuesta defensa de la democracia.

Fuentes documentales

Campillo, Andrés. Catálogo de bolsillo: moneda española (de José Napoleón a Juan Carlos I 1808-1996) y billetes (de Alfonso XIII a Juan Carlos I 1888-1996), Edición particular, Barcelona, 1996.

Internet. Ucoin: “Catálogo internacional de monedas del mundo

Internet. Numismática española: “Catálogo de monedas de Felipe III de la colección de piezas de oro

Internet. Finanzas para todos: “Gepeese. Momentos históricos economía

Internet. Wikipedia (en español): “Moneda

Varios. Catálogo de las monedas españolas desde Isabel II a Juan Carlos I (1833-1989) y billetes desde Carlos III a Juan Carlos I (1783-1989), Edición Hermanos Guerra, Zaragoza, 1989.

Varios. Standard catalog of world coins, Krause Publications, Iola (Wisconsin, Estados Unidos), 1982.

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Monedas de plástico de 1, 3, 5 y 10 rublos de Trandsniestria

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Sello moneda de cartón de 15 céntimos del bando republicano que circuló durante la Guerra Civil

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Monedas de thael chino y baht tailandés del siglo XIX

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Medalla fantasía de la independencia de Cataluña

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Billete de 12.800 reales de Portugal (1799)

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Billete souvenir de 0 euros

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Billete de 100.000.000.000.000 de dólares de la Reserva del Banco de Zimbabwe

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Billete de 5 pesetas emitido por la Generalitat de Catalunya en 1936

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Anverso y reverso del billete de 1 dólar estadounidense

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