El Catoblepas · número 199 · abril-junio 2022 · página 10

Vico en el Diccionario soviético de filosofía
Luis Durán Guerra
Comentarios críticos

El que para algunos es “el diccionario filosófico quizá más difundido por todo el mundo durante el siglo XX”,{1} el llamado Diccionario soviético de filosofía, constituye un conjunto de diccionarios filosóficos que, en sus traducciones al español, sirvieron para propagar en el mundo hispano el ideario filosófico y político de la extinta Unión Soviética. Coordinado y dispuesto inicialmente en 1939 por Mark Moisevich Rosental y Pavel Fedorovich Iudin,{2} el diccionario llegó a conocer cuatro versiones en nuestra lengua. La primera, firmada por M. B. Dalmacio, seguía la segunda edición rusa de 1940, siendo publicada en 1945 por la Editorial Nueva América de Santiago de Chile bajo el título Diccionario de filosofía (compendio). Un año más tarde, en 1946, la versión de Dalmacio sería publicada en Montevideo con el título de Diccionario filosófico marxista.{3} Rosental e Iudin llegaron a publicar otras dos ediciones del diccionario. Una, en 1955, que es la que dice seguir la segunda versión española de 1959,{4} sin nombre del traductor, y otra en 1963, texto que sirve de base a la traducción de 1965 de Augusto Vidal Roget.{5} En las páginas que siguen me ocuparé del tratamiento que recibe Giambattista Vico en las diferentes versiones del diccionario soviético, citando por extenso las voces correspondientes, analizando lo que todas tienen en común, así como sus variaciones, para terminar con unos sucintos comentarios críticos sobre el argumento que me permitirán replantear la relación entre viquismo y marxismo.
1. Vico en el Diccionario filosófico marxista (1946)
La voz “Juan Bautista Vico (1668-1744)” aparece en las páginas 314-315 del Diccionario filosófico marxista, publicado en 1946. Si bien el texto reconoce que “Vico emitió toda una serie de ideas que posteriormente se transformaron en patrimonio de la ciencia”, el juicio crítico que se emite sobre el napolitano es notoriamente negativo. A pesar de un tímido reconocimiento sobre la superioridad del italiano sobre los historiadores de su tiempo, se acusa a nuestro autor de ser filosóficamente inconsecuente, pues habiendo admitido que Dios “comunica sus leyes a la historia”, la verdad es que ésta acaba desenvolviéndose “en virtud de las causas internas que la naturaleza humana lleva implícitas”. Y es que, si bien la teoría viquiana de la historia supone una notable tentativa por “fundamentar el proceso histórico como un proceso sujeto a leyes”, el diccionario marxista no puede perdonar a Vico el haber servido de inspiración con su teoría cíclica de la historia a los “filósofos” burgueses reaccionarios hodiernos. Reproduciré aquí la entrada en toda su extensión para que el lector pueda juzgar por sí mismo:
Vico fue un filósofo, historiador y jurista italiano. Considerando la historia como un proceso, sujeto a leyes, del desarrollo de la sociedad humana, refutaba la idea imperante en su tiempo acerca de la ciencia histórica como una simple descripción de reinados, batallas y vidas de héroes. En el terreno filosófico no fue consecuente. Experimentando la influencia de la filosofía materialista, reconocía al mismo tiempo la existencia de un dios que comunica sus leyes a la historia. Pero a eso solamente, según él, se limita el papel de dios. Más adelante, dios no tiene injerencia en el curso de la historia y la humanidad se desenvuelve en virtud de las causas internas que la naturaleza humana lleva implícitas. La vida de la sociedad reproduce, a juicio de Vico, la vida del hombre individual. Vico establece para cada nación tres fases de desarrollo: la fase divina (la infancia de la humanidad), cuando no hay Estado y los hombres acaban de salir del salvajismo primitivo; la fase heroica (la juventud de la humanidad), cuando nacen los Estados; las repúblicas aristocráticas de Grecia y Roma, el feudalismo temprano de la Europa Occidental; y la fase humana (la madurez de la humanidad); el imperio de la democracia, de la igualdad civil y política y del florecimiento de las ciencias. La “madurez” pasa a la “vejez”, comienza la degradación, la vuelta al estado primitivo, a la “segunda barbarie”, y el ciclo de desarrollo comienza de nuevo. A pesar de su inconsecuencia, esta teoría del movimiento circular era una tentativa de fundamentar el proceso histórico como un proceso sujeto a leyes. Los “filósofos” burgueses reaccionarios tratan de resucitar en nuestros tiempos esta teoría, desde hace mucho caduca, del movimiento circular (la vuelta inevitable hacia el salvajismo primitivo). Vico emitió toda una serie de ideas que posteriormente se transformaron en patrimonio de la ciencia. Marx escribe que en Vico “tenemos una interpretación filosófica del espíritu del derecho romano en oposición a la interpretación que le dan los filisteos del derecho”. (Vico hace notar la influencia de la lucha de los grupos sociales sobre la elaboración de las leyes). Vico fue el primero que enunció la idea de que Homero, como persona, no había existido y que sus canciones son el reflejo de la conciencia popular. Trata de abordar científicamente el problema relativo al origen de las religiones y de los mitos (el miedo es la primera fuente del sentimiento religioso). Marx dice que en Vico están ya en germen “...los fundamentos (aunque fantásticos) de la filosofía [sic] comparada, y en general no pocos atisbos de genialidad”. Las ideas fundamentales de Vico están expuestas en el libro “Principios de una ciencia nueva acerca de la naturaleza común de la razón” [sic], 1725, traducido por primera vez completamente al ruso en 1940.{6}
El autor del artículo no ha omitido, ciertamente, la referencia elogiosa de Marx a Vico, insinuando entre paréntesis una idea viquiana que prefigura la lucha de clases, pero el dictamen sobre el napolitano es contundente: Vico es un filósofo inconsecuente, pues no obstante haber acusado la influencia del materialismo de su época, rasgo suponemos que positivo para el marxismo, conserva la idea de un Dios transcendente cuya relación con la historia tendría que ser ya en su obra meramente testimonial. Por si fuera poco, se lanza contra Vico la injusta acusación de ser el inspirador remoto de la renovación moderna de una teoría de la historia que se descalifica como “caduca” y que tratarían de resucitar esos mismos “filósofos” burgueses reaccionarios con la idea, que en rigor tampoco es viquiana, de un retorno inevitable del salvajismo primitivo.{7} No es extraño, por tanto, que, en las posteriores entradas del Diccionario soviético de filosofía, Vico sea caracterizado, con evidente falta de sentido histórico, como un “sociólogo burgués italiano” o un “filósofo italiano de la burguesía”. Vico sería, así, el padre de una visión de la historia superada por el materialismo histórico de Marx, visión que quedaría alineada inopinadamente en los orígenes del pensamiento reaccionario moderno. Aunque no se citan a esos supuestos “filósofos” reaccionarios partidarios de la concepción cíclica de la historia, no hay que hacer grandes esfuerzos para adivinar tras ese “cliché” nombres como los de Nietzsche o Spengler, habitualmente conceptuados por el marxismo ortodoxocomo “filósofos” reaccionarios burgueses.
Los autores del Diccionario muestran una clara displicencia con el genio napolitano. Desde este punto de vista, prejuicioso y escasamente “científico”, cualquier mérito que pueda tener Vico queda difuminado tras la asepsia de asertos meramente descriptivos sobre la obra viquiana. Cuando no juzga, el autor del diccionario es vulgarmente “objetivo”, aunque carente de exactitud, pues no es cierto que el “salvajismo” sea el estado primitivo que precede a la primera fase divina del curso de las naciones.{8} Pero dejando aparte esta sutileza, lo grave es que el Diccionario filosófico marxista no pondera en su justa medida lo que no puede por menos que reconocer como un dato objetivo de la filosofía de la historia viquiana, a saber, que Vico considera la historia como un proceso sujeto a leyes que refuta la historiografía tradicional como simples cronicones de reinados y de batallas. Del mismo modo, cuando se trata de evaluar la novedad radical de una concepción de la historia atenida a sus propias “causas internas”, el autor del diccionario se limita a reprochar al napolitano su “inconsecuencia” por haber admitido la existencia de un Dios que no tiene posteriormente mayor injerencia en el mundo histórico,{9} como si tal desliz fuera un pecado doctrinal para un filósofo católico confeso para más señas. La intuición genial de Vico, el carácter procesual de una naturaleza humana hasta entonces considerada estática por la tradición iusnaturalista occidental, la cual es indefectiblemente social, tiene que ser necesariamente censurada, o al menos escorada, por una visión materialista de la historia que acentúa inquisitorialmente las supuestas inconsecuencias de los pensadores del pasado desde la ideología particular del intérprete.
“Vico emitió toda una serie de ideas que posteriormente se transformaron en patrimonio de la ciencia”. Una afirmación como ésta, la cual supone un claro reconocimiento de la importancia del filósofo italiano, se halla un tanto aislada dentro de un contexto claramente crítico con el autor reseñado. Ahora bien, es al final de su artículo cuando el autor del texto cita hasta en dos ocasiones a Marx como para salir de un atolladero hermenéutico. Pero el autor de la entrada sobre Vico del Diccionario filosófico marxista no parece reparar, con sus citas marxianas, que es el propio maestro quien desautoriza su mezquina semblanza del partenopeo. La primera cita está tomada de una carta de Marx a Lassalle del 28 de abril de 1862 donde se lee que en Vico “tenemos una interpretación filosófica del espíritu del derecho romano en oposición a la interpretación que le dan los filisteos del derecho”.{10} Dejando a un lado la interpretación que los “filisteos” hayan podido dar del derecho romano, este juicio elogioso que emite Marx sobre Vico es el que da pie precisamente al autor para añadir un paréntesis que pretende aclarar la supuesta “interpretación filosófica” viquiana del derecho, aclaración que, desde nuestro punto de vista, no convierte, ciertamente, a Vico en un “precursor” de Marx, sino que le reconoce nada menos que la autoría de una teoría originalísima que estaba lejos de resultar caduca en los tiempos –y aún en los nuestros– de los redactores del Diccionario. ¡Pero es que Vico, al final, habría sido el primero en decir tantas cosas! En efecto, también fue el primero, y así lo reconocen los marxistas, en formular la idea de la inexistencia de Homero como personaje histórico. Y aunque no sabemos si en esto fue por lo demás revolucionario, el marxismo ortodoxo soviético no puede negar, en efecto, que Vico supo “abordar científicamente el problema relativo al origen de las religiones y de los mitos”.{11} La segunda cita –pasando por alto la nota mucho más importante de El capital–{12} no sorprende ya tanto, y es que en Vico, Marx habría encontrado en germen, como escribe al mismo Lassalle, “...los fundamentos (aunque fantásticos) de la filosofía [sic] comparada,{13} y en general no pocos atisbos de genialidad”. ¡Lástima que los marxistas soviéticos no hayan podido, en los estrechos márgenes que permiten los artículos de un diccionario, indagar un poco más en la naturaleza de esos “no pocos atisbos de genialidad” viquianos señalados por el autor de Das Kapital! ¡Pero, sobre todo, lástima que no hubiesen ahondado más en esa “serie de ideas” de Vico que habrían de transformarse, según confiesa el propio Diccionario filosófico marxista, “en patrimonio de la ciencia”!
2. Vico en el Diccionario filosófico abreviado (1959)
En la segunda versión en español del Diccionario soviético, publicada en 1959, bajo el título Diccionario filosófico abreviado, la entrada “Giambattista Vico (1668-1744)” aparece en la página 522. Lo que se dice del italiano no difiere aquí sustancialmente del Diccionario filosófico marxista de 1946.
Sociólogo burgués italiano que se esforzó en explicar la historia de la sociedad humana desde un punto de vista determinista. Rechazaba la opinión, corriente en la época, de que la ciencia histórica no era más que una simple descripción de reinos, de batallas y de proezas. Bajo la influencia de la filosofía materialista, afirmaba que el “orden de las ideas debe seguir al orden de las cosas”, pero reconocía, al mismo tiempo, la existencia de Dios. Según Vico, Dios se contenta con trazar sus leyes a la historia, después de lo cual, no interviene más en su marcha, de modo que la humanidad evoluciona en virtud de causas internas, inherentes a la naturaleza humana. La vida social reproduce los períodos de la vida individual: infancia, adolescencia, madurez. Vico establece para cada pueblo tres fases: la edad divina (infancia de la humanidad) cuando el Estado no existe todavía y los hombres no hacen más que salir del estado primitivo; la edad heroica (adolescencia de la humanidad) en que se constituye el Estado (época de las repúblicas aristocráticas de Grecia y de Roma, principio del feudalismo occidental); y la edad humana (madurez de la humanidad) que es el reino de la democracia, de la igualdad cívica y política, del florecimiento de las ciencias. Luego la “madurez” se transforma en “vejez” y se opera la degradación, el retorno al estado primitivo, y se repite el ciclo. Esta teoría del retorno cíclico, que quiere explicar el determinismo de la historia, muestra que la sociología premarxista es incapaz de construir una teoría científica del desarrollo social. En nuestros días, los filósofos reaccionarios recurren vanamente a diferentes teorías del retorno cíclico de la historia para tratar de justificar el régimen burgués.
Ciertas ideas de Vico han conservado una validez científica, por ejemplo, la de la influencia de la lucha entre grupos sociales para el establecimiento de normas jurídicas. En su carta a Lassalle del 28 de abril de 1862, Marx escribía que “la manera particular de Vico de comprender el espíritu del derecho romano es contraria a la de los filisteos del derecho”. Vico fue el primero en poner en tela de juicio la existencia de Homero y en considerar los cantos homéricos como una obra popular. En sus estudios sobre el origen de la religión y de los mitos, muestra que el miedo es la fuente del sentimiento religioso. Marx dice que sus investigaciones filológicas contienen en germen (aunque bajo una forma fantástica) los principios de la lingüística comparada y otros chispazos de genio. Las ideas de Vico se hallan expuestas en su libro Principios de una ciencia nueva relativa a la naturaleza común de las naciones (1725).{14}
Aunque no apreciamos grandes diferencias con la primera versión, existe algún matiz que conviene comentar. Frente a la descripción más objetiva del Diccionario marxista, la cual califica a Vico como un filósofo, historiador y jurista italiano, ahora se dice: “Sociólogo burgués italiano que se esforzó en explicar la historia de la sociedad humana desde un punto de vista determinista”. Con evidente falta de sentido histórico, el autor de la entrada no repara en el hecho de que Vico no pudo ser en absoluto un sociólogo, pues la sociología, como ciencia social, nace en el siglo XIX, siendo precisamente Karl Marx uno de sus principales promotores. Por si fuera poco, se tacha a Vico de “burgués”, como si el pertenecer a una clase social determinada invalidase el carácter “científico” de la obra de un autor que se conoce, por el contrario, por haber destacado el papel de las clases populares en el curso de la historia. Pero la verdad es que Vico no perteneció ni siquiera a la “burguesía” (al contrario de Marx), sino que sus orígenes fueron más bien humildes, viviendo siempre, como es bien sabido, bajo una gran estrechez económica, un rasgo éste, por lo demás, que lo hermana biográficamente con el infatigable autor del Capital. Y ello es así hasta el punto de que la vida de Vico, no menos que la de Marx, puede definirse realmente como una historia calamitatum.{15}
El autor de la Scienza Nuova vuelve a ser presentado como un determinista influenciado por la “filosofía materialista” de su tiempo. Sin duda, se trata de un trazo demasiado grueso para despachar la compleja ciencia viquiana de la historia. Por materialismo de la época parecen entender aquí los autores del diccionario la filosofía de Spinoza, pues la cita viquiana que aparece en la entrada (el “orden de las ideas debe seguir al orden de las cosas”) está inspirada, en efecto, en la célebre Prop. VII de la parte segunda de la Ethica.{16} No obstante la reprensión del partenopeo a la obra de Spinoza, no tenida aquí en cuenta, los autores marxistas han visto un parentesco entre ambos que es, sin duda, correcto. Pero la naturaleza de ese parentesco no es ni mucho menos obvia y, en cualquier caso, está sujeta a discusión.{17} En el § 238 de su magnum opus Vico afirma: “L’ ordine dell’ idee deve procedere secondo l’ordine delle cose”. ¿En qué sentido constituye esta tesis una prueba del carácter materialista y determinista de la filosofía de Vico? ¿Hasta qué punto puede decirse que el napolitano la concibió bajo la influencia de Spinoza? Son preguntas que no se pueden responder, ciertamente, en un diccionario, pero que tendrán que ser discutidas en los comentarios críticos que se hagan del mismo.
Los autores del Diccionario consideran, por lo demás erróneamente, la frase el “orden de las ideas debe seguir el orden de las cosas” como un motivo que debería haber llevado a Vico al ateísmo. De lo contrario, no habrían tenido necesidad de señalar la incongruencia que supondría reconocer, “al mismo tiempo, la existencia de Dios”. ¡Como si el supuesto materialismo spinoziano fuese una declaración de ateísmo y no un corolario del amor intellectualis Dei! ¡O como si el determinismo viquiano no fuera antes el precipitado de una “historia ideal eterna” que un proceso humano sometido a causas meramente mecánicas! Pero el pensamiento de la providencia está lejos de poder ser eliminado de la obra de Vico sin perturbar sus elementos principales,{18} sino que aparece como una clave fundamental de la Ciencia nueva por mucho que también el pensador y el creyente en cierto sentido se hayan divorciado ya en Vico.{19} Así pues, nos quedaríamos ciertamente cortos si encasilláramos la filosofía de Vico como una teología de la historia más, pero iríamos asimismo demasiado lejos si reputáramos su nueva ciencia como una “visión” oscilante entre la “mitología de la historia” y la “física de la historia”.{20} Entre la teología de la historia agustiniana y la ciencia natural moderna, la ciencia humana de la historia es nueva por ser una “teología civil razonada de la providencia divina” que se despliega al mismo tiempo como una “filosofía de la autoridad”, “una crítica filosófica”, “una historia de las ideas humanas” y “una historia ideal eterna”, “un sistema de la ley natural de las naciones” y una ciencia de los principios de la “historia profana universal”.
No obstante, los marxistas no saben qué hacer con el Dios de Vico y afirman un tanto alegremente: “Según Vico, Dios se contenta con trazar sus leyes a la historia, después de lo cual, no interviene más en su marcha, de modo que la humanidad evoluciona en virtud de causas internas, inherentes a la naturaleza humana”. Se reprocha aquí a Vico lo que Pascal censurase a Descartes: hacer de Dios poco menos que un primum mobile que se habría limitado a dar al mundo un capirotazo para ponerlo en movimiento. Del mismo modo, argumentan los autores del Diccionario filosófico abreviado, el Dios viquiano se limita a trazar unas leyes para una historia humana de la que acabaría finalmente desatendiéndose. Desde este punto de vista, totalmente sesgado, Dios tiene que ser visto por el materialismo ateo como un resto teológico en la obra de un autor cuyas ideas vendrían a justificar con el tiempo el régimen burgués. Bastará citar aquí el comienzo de la “idea de la obra” que explica el grabado situado en el frontispicio de la Scienza Nuova para demostrar el protagonismo de la providencia en la nueva filosofía de Vico:
El triángulo luminoso en cuyo interior hay un ojo observante representa a Dios bajo el aspecto de su providencia, aspecto bajo el cual la metafísica lo contempla en actitud estática por encima del orden de las cosas naturales, y bajo el cual hasta ahora ha sido contemplado por los filósofos, porque ella, en esta obra, elevándose aún más, contempla en Dios el mundo de las mentes humanas, que es el mundo metafísico, a fin de demostrar la providencia en el mundo de las almas humanas, que es el mundo civil, o sea, el mundo de las naciones.{21}
El determinismo de Vico no puede reproducir sin más el orden geométrico de Spinoza, el cual no es más que un trasunto del orden natural de las cosas, sino que, elevándose aún más, se remonta a una historia ideal de la que la historia humana no constituye sino una imagen especular. Lejos del materialismo no dialéctico (censurado también por Marx), Vico toma como modelo de esa historia, no el choque de las pasiones o la lucha de clases, sino la metáfora orgánica y humanista de las edades de la vida que hace del mundo histórico el lugar del arbitrio humano y no el escenario de una fatalidad inexorable.
3. Vico en el Diccionario filosófico (1965)
Bajo el título Diccionario filosófico se publicó en Montevideo en 1965 la tercera versión del Diccionario soviético de filosofía. La entrada “Giambattista Vico (1668-1744)” aparece en la página 481. Los redactores del diccionario no introducen ninguna novedad doctrinal y se limitan a suprimir algunos de los juicios de valor sobre el napolitano emitidos en las ediciones anteriores. Desde este punto de vista, quizá sea la entrada que mejor se ajusta a lo que debe ser la “neutralidad axiológica” de una obra científica. Cito:
Filósofo italiano de la burguesía, sociólogo, profesor de la Universidad de Nápoles. Vico es el creador de la teoría del ciclo histórico (Teoría del ciclo histórico). Admitía la existencia del principio divino del cual, a su entender, derivan las leyes de la historia, pero al mismo tiempo indicaba que la sociedad se desarrolla en virtud de causas internas, sujetas a ley. Cada pueblo, según la doctrina de Vico, pasa en su evolución por tres edades (divina, heroica y humana), análogas a las de la vida del hombre: infancia, juventud y madurez. El Estado surge tan sólo en la época heroica y representa el dominio de la aristocracia. En la época humana adviene, en su sustitución, el Estado democrático, en el que triunfan la libertad y la “justicia natural”. Así se llega a la cima del desarrollo de la humanidad, a su madurez, a la que sigue la decadencia. La sociedad vuelve a su estado inicial. De nuevo el movimiento se produce en línea ascendente y comienza un nuevo ciclo. Vico hacía extensivos los principios del desarrollo histórico al lenguaje, al derecho y al arte. Obra fundamental: Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones (1725).{22}
Hay que destacar que, a diferencia de la versión de la edición rusa de 1955, en esta ocasión no se habla de “repetición” cuando se comenta la teoría viquiana de la historia, sino que perspicazmente se hace notar la “línea ascendente” del proceso, el cual, lejos de determinar siempre el mismo ciclo, no hace sino propiciar uno nuevo sin por ello dejar de ser homologable al anterior, garantizándose así conforme a la repetición en espiral (corsi e ricorsi) la perpetua renovación del devenir histórico. He ahí los principios del desarrollo histórico que el redactor de la entrada considera virtualmente aplicables al lenguaje, el derecho y el arte.
4. Vico en el Diccionario de filosofía (1984)
Beneficiándose del clima de distensión propugnado por el XXIII Congreso del PCUS, en 1968 la Editorial de literatura política del partido publica en Moscú la primera edición del Diccionario conciso de filosofía. Esta obra fue inmediatamente traducida al español y publicada en 1971 por Ediciones de Cultura Popular, de México, bajo el título Diccionario Marxista de Filosofía.{23} En esta versión no se elimina, ciertamente, la entrada sobre el filósofo italiano, pero se reduce a su mínima expresión, limitándose a mencionar su autoría de la teoría del ciclo histórico junto a la obra capital del napolitano. Es por ello que voy a pasar por alto esta edición para comentar la entrada que se publica sobre Vico en la “última” versión del diccionario soviético de filosofía de 1980, aparecida en español cuatro años después bajo el sello de la Editorial Progreso. En esta edición podemos leer sobre Vico lo siguiente:
Filósofo burgués italiano, sociólogo, fundador de la teoría cíclica del desarrollo histórico. Admitiendo la existencia del principio divino, supuesto autor de las leyes de la historia, Vico señalaba, al mismo tiempo, que la sociedad se desarrolla en virtud de causas internas, lógicas. Según Vico, cada pueblo atraviesa en su desarrollo tres épocas (edades) –divina, heroica y humana–, que son análogas a los períodos de la vida del hombre: infancia, juventud y madurez. El Estado surge tan sólo en la época heroica y representa la dominación de la aristocracia. En la época humana es sustituido por el Estado democrático, en el que reinan la libertad y la “justicia natural”: es la cumbre del desarrollo de la humanidad, su madurez, después de la cual empieza el descenso. La sociedad retorna a su estado inicial. Luego vuelve a empezar el movimiento en línea ascendente, un nuevo ciclo. Vico extendía sus principios del desarrollo histórico también al idioma, el Derecho y el arte. Obra fundamental: Principios de una ciencia nueva sobre la naturaleza común de las naciones (1725).{24}
La entrada reproduce casi literalmente el texto del Diccionario filosófico de 1965. Vico sigue siendo caracterizado anacrónicamente como un filósofo “burgués” de la historia y como un “sociólogo”. Por lo demás, se sigue notando –aunque de modo velado– su supuesta inconsecuencia teórica, pues admitiendo “la existencia del principio divino” no habría dejado, al mismo tiempo, de considerar que el desarrollo de la sociedad está sujeto a leyes inmanentes. Se ha eliminado, por tanto, cualquier referencia a aquella onerosa influencia de Vico sobre el pensamiento histórico reaccionario, pero se conserva la mancha de su culpable condición “burguesa”, así como la insinuación – aunque ya no se denuncie ideológicamente– del carácter antimoderno de su interpretación cíclica de la historia.
5. Conclusiones
La lectura de los artículos sobre Giambattista Vico del Diccionario soviético de filosofía no permite colegir al lector contemporáneo ningún tipo de afinidad entre el pensamiento marxista y el del autor de la Scienza Nuova. Sin embargo, es evidente que existen puntos en común entre ambas doctrinas. Más allá de las innegables divergencias, el objetivo de estos comentarios es poner en cuestión la lectura negativa que el Diamat hace del partenopeo para que tanto la comparativa de las eventuales semejanzas como el contraste de las indiscutibles diferencias entre Vico y Marx se vea libre de presupuestos “ideológicos” o de juicios de valor basados en clichés historiográficos.
Desde la primera edición del Diccionario se dice que Vico “en el terreno filosófico no fue consecuente”. La edición abreviada de 1959 reproduce la misma acusación cuando afirma que la “influencia de la filosofía materialista” no le impidió reconocer la existencia de Dios, dándose así por supuesto no solo el carácter científico del ateísmo sino el hecho de que éste haya podido ser asumido sin consecuencias por los pensadores en todo tiempo y lugar. Asimismo, esta segunda versión insiste en que “los filósofos reaccionarios recurren vanamente a diferentes teorías del retorno cíclico de la historia para tratar de justificar el régimen burgués”, afirmación que más allá de su verosimilitud histórica tampoco se demuestra aduciendo alguna prueba filológica sobre la influencia directa de Vico sobre dichos “filósofos reaccionarios”.{25} También se vuelve a resumir la clasificación trimembre de la “historia ideal” viquiana en el que el “orden social” se distribuye a su vez en tres estadios o fases: 1) la edad de los dioses; 2) la edad de los héroes; 3) la edad de los hombres. La primera se corresponde con el “salvajismo primitivo”, la segunda con el Estado y la tercera con el “imperio de la democracia”.
Según el diccionario, tal clasificación obedece a una teoría “caduca” de la historia que a duras penas puede ocultar su filiación “reaccionaria”, como así se pondría de manifiesto en los intentos contemporáneos por ponerla de nuevo en circulación. Ahora bien, el diccionario no tiene en cuenta todo lo que separa a la teología de la historia providencialista de un Bossuet –cuyo esquema lineal es más caduco si cabe– de la nueva ciencia de la historia viquiana según la cual son los hombres quienes hacen la historia y, porque la hacen, los únicos que pueden comprender las leyes que la rigen (verum ipsum factum). Es cierto que los marxistas conceden que en Vico “la humanidad evoluciona en virtud de causas internas, inherentes a la naturaleza humana”, pero al censurar que “dios comunica sus leyes a la historia” (lo cual no implica, dicho sea de paso, una intervención sobrenatural en la misma) juzgan como una inconsecuencia teórica lo que no deja de ser un problema de interpretación de la metafísica de la historia del autor.{26} En efecto, si por providencialismo se entiende la propia definición que del mismo da la cuarta versión del diccionario, el Diccionario de filosofía de 1984, entonces Vico no puede encuadrarse en semejante “concepción filosófico-religiosa”, por cuanto ni admite “fuerzas misteriosas y externas respecto al proceso histórico” ni su enfoque “conduce inevitablemente al fatalismo”.{27} ¡Pero es que tampoco Vico es un defensor de la doctrina del ciclo del mundo de la Antigüedad! Si el napolitano es ciertamente “el fundador de la teoría cíclica del desarrollo histórico”, no puede serlo en el sentido estoico o nietzscheano de un eterno retorno de lo mismo, pues en éste la repetición de la historia humana se incluye como un simple episodio en la repetición del ciclo cósmico.{28}
Ahora bien, el diccionario ni siquiera habría reparado en el hecho de que la teoría cíclica de la historia no es por completo ajena al pensamiento de Marx. Me bastará recordar aquí el célebre comienzo de El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte: “Hegel observa en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal acontecen, por así decirlo, dos veces. Olvidó añadir que, una vez, como [gran] tragedia, y la otra, como [lamentable] farsa”.{29} Por lo demás, aunque Marx eliminase cualquier hipótesis transcendente en su explicación del orden social, ni siquiera éste pensaba que el hombre se bastara a sí mismo para determinar el curso de su historia.{30} Es más: comparada con la secularización marxista de la escatología y su inconfesado anhelo de instaurar el “Reino de Dios en la Tierra”, de clara raigambre idealista a fuer de judeocristiana, el pensamiento histórico de Vico, por muy antimoderno o teológico que todavía pueda parecernos, tiene al menos la virtud de no caer en el mesianismo ni, lo que es más grave, en la irreversibilidad de su esquema lineal.
Si Platón es presentado por el Diamat como “ideólogo de la aristocracia esclavista” y Nietzsche como un “apologista declarado de la explotación burguesa y de la agresión”, Vico es caracterizado sobre todo a partir de la segunda edición del diccionario como un “filósofo italiano de la burguesía”. De ahí a afirmar que Vico es poco menos que el ideólogo del régimen burgués solo puede haber un pequeño paso. La enmienda a la totalidad que supone semejante interpretación prejuiciada tiene, por lo pronto, el inconveniente de despreciar los elementos aprovechables para el marxismo que se contienen virtualmente tanto en los Diálogos como en los autores del Zaratustra y de la Scienza Nuova.
Dejando aparte a Platón, sobre cuyo pretendido fascismo, por lo demás, se han pronunciado en el siglo XX voces muy autorizadas,{31} el caso es que el pueblo, las clases populares, tienen tal protagonismo en la teoría viquiana de la historia que éste podría haber despertado al menos el interés del Diamat de no haber sido por su forma apriorística de aproximarse a los pensadores del pasado. Así, por ejemplo, Vico –observa entre paréntesis la primera edición de 1946– “hace notar la influencia de la lucha de los grupos sociales sobre la elaboración de las leyes”, tesis que, si bien sería exagerado verla como una anticipación de la marxiana “lucha de clases”, presenta un barrunto de su importancia en la interpretación de la historia universal.{32} En la segunda edición lo que parecía una nota de pasada se convierte ya en un claro reconocimiento: “Ciertas ideas de Vico han conservado una validez científica, por ejemplo, la de la influencia de la lucha entre grupos sociales para el establecimiento de normas jurídicas”.
No pudiendo obviar este último punto, los redactores de la edición de 1946han de referir el tributo que Marx rinde a Vico cuando escribe a Lassalle que en éste “tenemos una interpretación filosófica del espíritu del derecho romano en oposición a la interpretación que le dan los filisteos del derecho”. Asimismo, en la misma carta Marx habría llamado la atención sobre el hecho de que en Vico se hallan en germen “los fundamentos (aunque fantásticos) de la filosofía comparada [sic], y en general no pocos atisbos de genialidad”. Como enmienda la edición abreviada de 1959: “Marx dice que sus investigaciones filológicas contienen en germen (aunque bajo una forma fantástica) los principios de la lingüística comparada y otros chispazos de genio”.
El diccionario señala, como crítica, la influencia de la filosofía de Vico en la teoría cíclica de la historia, sobre todo en cuestiones como el determinismo histórico y la teoría del desarrollo social. Dejando por ahora de lado el presunto carácter reaccionario de esta teoría, debo volver a insistir en que la historia ideal de Vico no implica ni mucho menos ninguna suerte de determinismo histórico. Al contrario de la miseria del historicismo que Popper denunciase en la propia doctrina de Marx,{33} según la cual la historia humana puede ser predicha a partir del estudio de las leyes que gobiernan su curso, la ley de la heterogénesis de los fines del historismo viquiano sabe conciliar la necesidad divina con la libertad humana sin por ello hacer de la historia un conjunto de hechos previsibles. Basta recordar en este sentido el célebre pasaje de la Scienza Nuova:
… los hombres han hecho este mundo de naciones... Sin embargo, este mundo sin duda ha surgido de una mente a menudo diversa y a veces del todo opuesta y siempre superior a los fines particulares que tales hombres se habían propuesto. Fines estrechos que, convertidos en medios para servir a fines más amplios, han empleado siempre para conservar la generación humana en esta tierra.{34}
La doctrina de Vico –leemos en las dos primeras ediciones del diccionario– se prolongaría en la filosofía reaccionaria de la historia cuya finalidad oculta no sería otra que la “vuelta inevitable hacia el salvajismo primitivo”. Y añade el Diccionario filosófico abreviado: “En nuestros días, los filósofos reaccionarios recurren vanamente a diferentes teorías del retorno cíclico de la historia para tratar de justificar el régimen burgués”. Así pues, serían los mismos filósofos burgueses quienes propugnarían el regreso del salvajismo, al mismo tiempo que justificarían en virtud de este pensamiento el propio régimen encarnado por ellos. Aparte de suponer una contradicción (a no ser que se considere el salvajismo como una nostalgia “burguesa” contra el propio orden burgués), pensar que Vico es el padre de estas ideas no puede ser calificado sino como un disparate. Por el contrario, lejos de cualquier romanticismo de los orígenes, la ciencia nueva de la historia de Vico considera que la edad humana no es otra que la edad de la razón que el partenopeo no dejaba de ver desplegada en su propio tiempo histórico sin por ello considerarla como una época definitiva, y así lo reconoce de alguna manera la tercera versión del diccionario, la de 1965, cuando al referirse a la tercera edad afirma: “Así se llega a la cima del desarrollo de la humanidad, a su madurez, a la que sigue la decadencia”. Y es que si hay una lógica del dominio que se encuentre en la base de la sociedad burguesa esa no es la teoría del retorno cíclico sino, como han puesto de manifiesto Adorno y Horkheimer, la propia lógica del progreso ilustrado.{35}
Vemos, pues, cómo Vico es tratado por el Diccionario soviético, al igual que Platón, poco menos que como un reaccionario y un antimaterialista, si bien no se llega a afirmar en ningún momento que sea un enemigo de la ciencia. En efecto, Vico no solo no es un enemigo de la ciencia, sino que pasa por ser el descubridor de la nueva ciencia de la historia, un descubrimiento que lo acerca más de lo que desearían los autores del diccionario al autor de El Capital, sobre todo cuando éste afirma que no conoce más que “una sola ciencia” y que esa ciencia única es la ciencia de la historia, la cual, como no podría ser de otra manera, ha sido hecha por los hombres.{36} Y la historia era la ciencia por antonomasia del siglo de Marx, que con razón ha sido llamado “el siglo de la historia”.
Y si bien es cierto que Vico era espiritualista al postular la “historia ideal eterna” y creer en la acción de la providencia, no lo es menos que cabe una interpretación dialéctica no materialista de su pensamiento histórico e incluso de la ley de la heterogénesis de los fines, la cual pone de manifiesto la estructura profunda de la historia al no considerar incompatibles la libertad del hombre con los designios inescrutables de Dios.
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{1} Así se asegura en filosofia.org/urss/dsf.htm, página a la que remito para los datos consignados en este breve introito.
{2} Краткий философский словарь (Moscú 1939, 326 páginas), publicado por la Editorial Estatal de Literatura Política (Государственное издательство политической литературы).
{3} Diccionario filosófico marxista, traducción de M. B. Dalmacio, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1946. Desde abril de 2015 el proyecto Filosofía en español difunde libremente un facsímil en formato digital de la edición de Montevideo de 1946.
{4} Diccionario filosófico abreviado, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1959.
{5} Diccionario filosófico, trad. de Augusto Vidal Roget, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1965.
{6} Diccionario filosófico marxista, cit., págs. 314-315.
{7} Desde el punto de vista de Vico la historia nunca se repite, si bien eso no significa que sea irreversible.
{8} Ver, por ejemplo,P. Munz, “La idea de “Ciencia Nueva” en Vico y Marx”, en Vico y Marx. Afinidades y contrastes, G. Tagliacozzo (comp.), trad. de Sadie Ordiales de la Garza, FCE, México, 1990, pág. 20: “Vico no parte de un estado de naturaleza que debía ser superado, sino de un estado de naturaleza, que a su modo propio, era bastante satisfactorio. Sin embargo, sitúa la edad de los brutos en segundo lugar. Esta edad no representa la condición original del hombre, sino un fenómeno secundario, un colapso de la naturaleza humana. Obviamente, esta edad es muy poco productiva e indeseable, pero contiene las condiciones de las cuales deriva el primer estadio de civilización conscientemente intencionada”.
{9} La pretendida inconsecuencia es más que discutible, no obstante ser la divina providencia en la Scienza Nuovaun motivo muy controvertido. Yo pienso, por el contrario, que Vico es del todo consecuente con una visión providencialistano escatológica que no supone un impedimento para que sea el hombre quien haga la historia. Cf. la aguda página que sobre la providencia en Vico escribe N. Abbagnano, Historia de la filosofía, vol. 2, trad. de Juan Estelrich y J. Pérez Ballestar,Hora, Barcelona, 1994, págs. 279-281.Véanse, por último, las críticas que desde el punto de vista católico también se han hecho sobre el uso viquiano de la providencia en B. Labanca, G. B. Vico e i suoi critici cattolici, Napoli, 1898.Para una crítica de la noción de providencia cf. K. Marx, Miseria de la filosofía. Respuesta a la Filosofía de la Miseria de P. -J. Proudhon, ed. a cargo de Martí Soler, Siglo XXI, México D. F., 1987.
{10} La carta se encuentra en el tercer volumen de la correspondencia de F. Lassalle, Briefwechsel zwischen Lassalle und Marx, en Nachgelassene Briefe und Schriften, G. Mayer (ed.), 4 vols., Deutsche Verlags-Anstalt, Stuttgart-Berlín, 1922, vol. 3, pág. 387. Cf. A. Pipa, “La relación de Marx con Vico: un enfoque filológico”, en Vico y Marx. Afinidades y contrastes,op. cit., págs. 267-296, para quien las citas de la Ciencia nuevaque a continuación Marx hace en la misiva para a invitar a Lassalle a leerla,“tomadas fuera de contexto presentan a Vico casi como un desquiciado”.
{11} La cursiva es mía.
{12} Cf. K. Marx, El capital. Libro primero, Tomo I, vol. 2: El proceso de producción de capital, trad. Pedro Scaron, Siglo XXI, México D. F., 2017,pág. 448,nota 89:“Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnología natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de producción para la vida de plantas y animales. ¿No merece la misma atención la historia concerniente a la formación de los órganos productivos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particular de la sociedad? ¿Y esa historia no sería mucho más fácil de exponer, ya que, como dice Vico, la historia de la humanidad se diferencia de la historia natural en que la primera la hemos hecho nosotros y la otra no?”
{13} El texto en alemán dice vergleichenden Sprachforschung, pero es posible que se trate de un error del traductor de la versión de 1946.
{14} Diccionario filosófico abreviado,op. cit.,pág. 522.
{15} Véase G. Vico, Autobiografía, trad. de M. González García y J. Martínez Bisbal, Siglo XXI, Madrid, 1998.
{16} Spinoza, Ethica,II, 7: “Ordo et connexio idearum idem est ac ordo et connexio rerum”. Véase, V. Peña, El materialismo de Spinoza. Ensayo sobre la Ontología spinozista, Revista de Occidente, Madrid, 1975.
{17} Véase O. Remaud, “Vico lector de Espinosa. (Sobre la reprensión de la Ética, II, 7 en la Scienza nuova[1744], § 238)”, Cuadernos sobre Vico, 7/8, 1997, págs. 191-206.
{18} Cf., sin embargo, R. Nisbert, “Vico y la idea de progreso”, en G. Tagliacozzo, M. Mooney y D. Ph. Verene (comp.), Vico y el pensamiento contemporáneo, FCE, México, 1987, pág. 232.
{19} Cf. F. Meinecke, El historicismo y su génesis, trad. de José Mingarro y San Martín y Tomás Muñoz Molina, FCE, México D. F.,1983,pág. 64.
{20} Esta es la opinión, por lo demás, de J. Ferrater Mora, Cuatro visiones de la Historia Universal: San Agustín, Vico, Voltaire, Hegel, Alianza, Madrid, 1984, pág. 53: “Vico hace, no una teología, ni siquiera, como se dice hoy, una psicología, sino una física de la historia. […] La nueva ciencia histórica es, pues, también, y en una proporción que su autor no había podido imaginar, una ciencia natural”.
{21} G. Vico, Principios de ciencia nueva,vol. 1,trad. de J. M. Bermudo,Ediciones Folio, Barcelona, 2002, pág. 37. En adelante cito por esta edición en dos volúmenes indicando el libro (en romano) y el número de parágrafo (en arábigo).
{22} Diccionario filosófico, op. cit.,pág. 481.
{23} Diccionario marxista de filosofía, trad. de Alejo Méndez García, Ediciones de Cultura Popular, México, 1971.
{24} Diccionario de filosofía, Editorial Progreso, Moscú, 1984, pág. 443.
{25} Vico pasa como “precursor”, entre otros muchos,de Hegel, Dilthey, Spengler, Niebuhr, Mommsen, Wolf, Bachofen, Grimm, Savigny, Fustel de Coulanges, Marx, Sorel, Weber, Tönnies, Klemm. Sobre el carácter “reaccionario” de estos pensadores, incluido el propio Marx, no puedo encomendar la cuestión sino a la autoridad del Diamat.
{26} Asumo aquí con reservas la fina distinción que hace Ferrater Mora entre filosofía y visión de la historia en sus Cuatro visiones de la Historia Universal, op. cit.Sobre el nuevo sentido de la providencia en Vico cf., por ejemplo, K. Löwith, El sentido de la Historia. Implicaciones teológicas de la filosofía de la historia,trad. de Justo Fernández Buján,Aguilar, Madrid, 1958, pág. 179: “El Dios de Vico es tan omnipotente que puede abstenerse de intervenciones especiales. Se produce por completo en el curso natural de la Historia por sus medios naturales: ocasiones, necesidades, servicios”.
{27} Diccionario de filosofía, op. cit., s. v. “Providencialismo”, pág. 354: “Concepción filosófico-religiosa, según la cual el desarrollo de la sociedad humana se determina (tanto en el sentido de las fuerzas motrices como en el sentido de la finalidad) por fuerzas misteriosas y externas respecto al proceso histórico: providencia, Dios. Semejante enfoque de la historia conduce inevitablemente al fatalismo”.
{28} Para la doctrina del ciclo del mundo en el estoicismo, cf. Nemesio, De nat. hom. 38: “Cuando los astros han vuelto en su movimiento al mismo signo y a la latitud y longitud en la que cada uno se hallaba al principio, ocurren, en los ciclos de los tiempos, una conflagración y destrucción totales; luego se vuelve desde el principio al mismo orden cósmico y de nuevo, moviéndose los astros igualmente, todo acontecimiento acaecido en el precedente ciclo vuelve a repetirse sin diferencia alguna. Existirán en efecto, nuevamente Sócrates, Platón y de nuevo cada uno de los hombres con los mismos amigos y conciudadanos, las mismas creencias y los mismos argumentos de discusión, cada ciudad y pueblo volverán igualmente. Este retorno universal se realizará no solamente una vez, sino muchas veces, hasta el infinito”. Para el eterno retorno (die ewige Wiederkehr) en Nietzsche, La gaya ciencia, § 341 (KSA III, 570); Así habló ZaratustraIII,“De la visión y el enigma”, § 2 (KSA IV, 200); Fragmentos póstumos, D. Sánchez Meca (ed.), 4 vols., Tecnos, Madrid, 2006-2010, cf. III, 8 [15], II, 2.ª, 11 [158], III, 24 [4], 24 [28], 25 [7], 25 [290].Para Spengler, cuyo método morfológicoes más goethiano que viquiano, La decadencia de Occidente,t. I,trad. de M. García Morente, RBA, Barcelona, 2005, págs. 68 y 215. Cf. M. Eliade, El mito del eterno retorno, trad. de Ricardo Anaya, Alianza, Madrid, 2011.
{29} K. Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, trad. de Elisa Chuliá, Alianza, Madrid, 2003, pág. 31.
{30} Ibíd., pág. 33: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su voluntad, bajo condiciones elegidas por ellos mismos, sino bajo condiciones directamente existentes, dadas y heredadas. La tradición de todas las generaciones muertas gravita como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos”.
{31} Véase, por ejemplo, H. B. Acton, “The alleged fascism of Plato”, en el libro Plato, Popper and politics, editado por R. Bambrough, Heffer, Cambridge, 1967, pág. 38 y ss.
{32} Ciencia nueva, II, § 609: “De este manera las primeras ciudades fueron fundadas sobre la base de los órdenes de nobles y de lascatervas de plebeyos, según sus dos propiedades eternas y contrarias, las cuales surgende la misma naturaleza de las cosas humanas civiles que hemos explicado: por parte de los plebeyos, la de constantemente querer cambiar los Estados, de modo que constantemente los cambian; por parte de los nobles, la de siempre querer conservarlos”. Ciencia nueva,Conclusión de la obra, § 1108:“Además, las órdenes reinantes de los nobles, queriendo abusar de la libertad señorial de los plebeyos, acaban en la servidumbre de las leyes, que establecen la libertad popular”. Cf. las justas observaciones a esta admirable página viquiana de C. Kant, “Giambattista Vico, su visión de la historia”,Universidad, 76, 1968, pág. 152. Véase también Ciencia nueva, I, § 292; II, § 668;Conclusión de la obra, §1101; Il Diritto Universale, parte prima, pág. 20, a cura di F. Nicolini, Laterza, Bari, 1936; así como los atinados comentarios a estos textos de M. González García, “Progreso e historia en Vico y Marx”, Cuadernos sobre Vico, 11/12, 1999-2000, págs. 129-147, aquí 137-142.
{33} Cf., sin embargo, K. Popper, La miseria del historicismo, trad. de Pedro Schwartz, Alianza, Madrid, 1973,pág. 124, donde se cita a Vico junto a Maquiavelo, Spengler y Toynbee como defensores de la aplicación de la idea del ciclo de vida (nacimiento, niñez, juventud, madurez, vejez y muerte) al estudio de “las leyes del ciclo de vida de las civilizaciones”.
{34} Ciencia nueva, Conclusión de la obra, § 1108. Compárese con esta otra cita, quizá mucho más clara sobre lo que quiere decir Vico: “Dios, con su Providencia, ha ordenado las cosas humanas de tal forma que, los hombres caídos en el pecado original, y al obrar egoísticamente y buscando su utilidad, obtienen resultados positivos para la humanidad, que la lleva a salir de su estado bestial y a vivir en sociedad”; apud M. González García, “Progreso e historia en Vico y Marx”, cit., pág. 135.Cf. la interesante nota de J. Chevalier sobre la ley de la heterogenesia de los fines en la historia según Vico en su Historia del pensamiento, t. III, trad. de José Antonio Miguez,Aguilar, Madrid, 1963, nota 67, págs. 710-711.
{35} Dialéctica de la Ilustración, trad. de Juan José Sánchez, Trotta, Madrid, 2018;apud N. Abbagnano, Diccionario de filosofía, s. v. “Progreso”, trad. de José Esteban Calderón, Alfredo H. Galleti et al., FCE, México, 2010, págs. 859-861, aquí 860.
{36} Cf. La ideología alemana, trad. de Wenceslao Roces, Akal, Madrid, 2014.