El Catoblepas · número 203 · abril-junio 2023 · página 15

Sobre la otra Edad de Plata
Victoria Mateos de Manuel
Reseña del libro Towards the digital cultural history of the other silver age Spain, editado por Dolores Romero López, y Jeffrey Zamostny (Peter Lang Verlag, Berlín 2022)
«Parece que ya ha dejado de jugar en la artesa y se ha lavado la cara como los gatos.»
(Miguel Ángel Mateos Vara a su nieta, Julia Mateos Moya, en el día de su nacimiento, el 21 de febrero de 2022)

Dos voluntades de apariencia antagónica rigen la publicación de este libro sobre la Edad de Plata: escribir contra el canon y escribir para el canon. La Aufhebung hegeliana, aterrizada en el jabugo entreverado de un hispanismo que se presenta crítico, sol y sombra de un espíritu epocal –el de una modernidad hispana que se nombra aún más deudora de las jerarquías barrocas de Hesíodo que de la trashumancia europea del fin de siglo–, al tiempo Zeitgeist y Weltanschauung, pervive en este libro cual fósil anacrónico a la espera de un develo. De ahí la perspectiva warburguiana que persigue la obra, el proyecto de investigación RTI2018-095522-B-100 que la financia (Mnemosine: Hacia la historia digital de La otra Edad de Plata: Producción, almacenamiento, uso y difusión)y la base de datos asociada{1}, pues fue el iconólogo hamburgués quien planteó tal metáfora dual –apasionamiento y padecimiento– en su concepto iconológico Pathosformel, desarrollado en Atlas Mnemosyne (1929). Una tarea nada sencilla cuando se observan las condiciones de investigación que contextualización la publicación de este trabajo: ambos editores trabajan como profesores asociados de universidad y, a la tarea de escritura, corrección y edición de la obra,se añade la propia constitución y explicación de los archivos digitales que se citan, así como la traducción al inglés de numerosos artículos, llevada a cabo por el propio Jeffrey Zamostny.
Escribir contra el canon. Nos encontramos ante una edición dictada al vaivén de los veintinueve añosque separan dos piedras de toque historiográficas para el hispanismo: la genealogía plateresca de Ernesto Giménez Caballero (1946) frente a la teoría lunar del zarcillo de José Carlos Mainer (1975). La segunda fue reeditada en 1981 por Cátedra y, de ella, presenta la edición de Peter Lang Verlag un pretendido carácter discipular. Acaece, pues, frente al hambre deslenguado en panaderas, sinsabor etéreo de harina de niebla, pena física de arado romano, de tiempos desnortados de industria, incluso de la cultural, el tópico del chivo expiatorio de todos los males de España: lo castellano.
With the death of Franco and Spain’s transition to democracy, Spanish scholars sought to wrest the country’s history from the ideological grasp of the National Catholic regime (1939-1975) and to open the historical record to new and diverse perspectives. In that context, the notion of a Silver Age offered and antidote to other historiographic concepts that prospered under the dictatorship and tended to offer a narrow vision of Spanish culture prior to the Civil War (1936-1939). Too often, the pre-war period was sliced into neatly categorized groups of mostly male, bourgeois writers who wrote mostly in Castilian, mostly in prestigious literary genres. A more capacious category, the idea of a Silver Age questions the division between modernistas and noventayochistas and the often reductive periodization of the Generations of 1898, 1914, 1927, and 1936. (Romero/Zamostny, 2022, pp. 7-8)
Escribir para el canon. La obra ofrece una ampliación institucional de los soportes de memoria, con énfasis en la digitalización. Lo hace para visibilizar internacionalmente –que no cooptar institucionalmente– el resto xenófobo: otredad inextinta entrelíneas, antes consecuencia de un déspota que de un tirano, pues la requería lechosa y condenada a aplatanarse para que sobre ella flotasen sus palabras (“¡Qué bien se vive del ello!”, exclaman para sus adentros los divanes). El temor a permanecer era tan grande, que a todos les dio por garabatear en la arena, como Jesucristos ante la adúltera, que no ante los fariseos (Juan 8: 3-8). Extraña, pues, esta nostálgica lectura de alacena, como en la posguerra ante el teniente de ultramarinos, a quien gritaban con la cartilla de racionamiento en mano “¡Conservas!”, que allá por la transición se tradujo en un “¡Anchoas sobre un manto de ajo blanco!”.
Resto xenófobo (La Otra), pues, de esa modernidad ibérica que aún no avista a distinguir qué escollo de tierra habría de alcanzar, por fin, a desmerecerla de soledad isleña para convertirla en península europeizable, bien agarrada ya al salvavidas de la vaquita celeste; ese “¡en-he-bra!” que paladea el caballero español a la gachí mientras enjarreta el brazo, pues hablar de queso de tetilla es demodé, impropio de veganos globalizados. Hemos de exportar argento sin gluten, dieta mediterránea apta para todos los mercados. Ya demasiados países compiten en exilios de plumilla, como quien intercambia cromos.
Heredera, pues, que no segundona de altar barroco (aficionados buscándose una chistera) o repetidora centrípeta de academia (tambor higienizante de prendas mayúsculas y minúsculas), es la mal llamada Otra Edad de Plata (Xeno-Ag en el año de conmemoración de la tabla periódica). Todo ello –desde el dinamismo de las cross-references facilitado a los leyentes en este Mnemosine Complutense, hasta la actualizada digitalización de las artistas e intelectuales cariacontecidas al albor de la Residencia de Señoritas (1915) y el Lyceum Club Femenino (1926)– queda perfectamente explicado en el capítulo tercero, escrito por Miguel Ángel González Soriano y Joaquín Gayoso Cabada. Que una cosa es la tendera; otra, la que tiende; ninguna, la tendida; y más allá, el tendido.
El trabajo de digitalización del archivo se encuentra aún en proceso; por ahora, se rondan las “1.000 translations of over 500 original Spanish works with […] information about nearly 400 agents and 300 institutions and organizations” (Romero López/Zamostny, 2022, p. 75). No obstante, se recogen ya ensayos inéditos, para que no todo hubiese de ser de de Burgos (el da-dá patrio), tales como Centinela alerta de Mercedes Semprún (1932), El Comunismo de Concha Peña (s.a.), Escenas populares de la vida china de Marcela de Juan (1934) y Breve historia de la escultura española de Elena Gómez Moreno (1936). En el extenso recopilatorio de archivos literarios que mientan (Romero/Zamostny, 2022, pp. 16-23), se alienta también una verdad: que si las bibliotecas se apolillan, no será por falta de bibliotecarios.
In the realm of pedagogy, the Edad de Plata Interactiva project on the website of the Biblioteca Nacional de España seeks to make Silver Age literature appealing to digital natives with interactive editions of children’s literature, literature by women, and texts set in Madrid. (Romero/Zamostny, 2022, p. 18)
Se vislumbran, pues, muchas interinidades y pocas oposiciones en los próximos años; muchos lectores de lomo y de canto; gentes muchas, todas ellas aprendiendo a empolvar libros en la estantería asignada, que será la adecuada; es decir, auge del metadato y del salpimentado de citas, pero no necesariamente de la lectura digital. La fanega de surcos alfabetizados, obsolescencia programada del lector de arado, ese personaje de secano que vio el mar por primera vez en el lustro y por ello exclamó “¡Qué lago más grande!”, de ahí su ignorancia del surfeo, quizá sobreviva ninguneado; que así como desvestirse no es ligar, tampoco compilar es leer, pero ambas y sendas son necesarias. De ahí también el hincapié teórico, muy presente en el texto, por dar un carácter académico a la neurosis archivística contemporánea (Derrida, 1996): que el ayuntar información en diversos soportes, incluso si cayese en el eclecticismo, aparente la avaricia ostentosa y aristocrática de las Wunderkammern (hay que declinar), pero nunca la necesidad superviviente de reciclaje del chamarilero. La cuestión central es que el Rastro semántico siga dejándose enunciar en un deje costumbrista y callejero que rezume sangre y cuero, frente a la exclusividad minoritaria del habitáculo privado del coleccionista, quien no muestra (como en el escaparate) sino que se permite dejar ver, pues no necesita compradores. Si el aristócrata enseña, será por hacerle un favor al público (magnanimidad del mecenas) y no para vivir del mismo (precariedad del chatarrero). ¿Acaso alguien aún recuerda o a alguien siquiera le importa que parte de las colecciones del Museo del Prado (hoy en día, pulcritud institucionalizada de lo clásico) fueran las colecciones pornográficas privadas (las revistillas de lienzo, el lupanar de la alta cultura) de los monarcas (Portús, 1998)? En esa altivez del patronazgo, ¿sabe el público qué porcentaje económico de fondos públicos y privados financia el Museo del Prado? ¿A cuántos visitantes que pagarían una entrada por no entender nada y mirar los marcos de las obras de un museo, como si el lienzo no fuese más que tres lechugas mal puestas para adornar el bistec en el plato, es capaz de despreciar una minoría selecta?
Cada contribuyente al volumen colectivo aporta una anomalía –que no anormalidad, como explica Baudrillard (2000, pp. 26-27)– a esa dialéctica irresoluble que ha acabado por constituir lo propiamente español: preguntarse qué es lo español y, en perfecta lógica inductiva, indagar en qué repositorio se encuentra ese je-ne-sais-quoi. Eso sí, sin llegar nunca a dar respuesta, por eso de mantener el enamoramiento en solfa: el con la música a otra parte, el sin ton ni son propio del exilio autóctono, alentado por goliardos de poltrona y otros personajes históricos de la cultura patrio-políglota del vasallaje. Bandurrias, que no ukeleles, tañía Unamuno en la frontera mientras les carraspeaban las cuerdas vocálicas a los del balcón, y a los del balconette (véase G., 2021).
¿Cómo entonces decirse, a la ibérica, de una bella época si aquí lo que sobra es exceso, que hasta la crítica orteguiana del mismo es altanera y fecunda (véase Ortega y Gasset, 2008)? ¿Cómo decirse, a la trufada, de la avanzadilla si aquí solo hay escritura publicable de gallardía y culetazo? Que en no siendo lo mismo la falta de censura que el descenso, habíase (que no te avío) de suliveyar lo castizo sin descastar lo sublime. He ahí lo euro-moderno de la excepción hispana, en sus múltiples acepciones.
The label fosters an integrative approach, highlighting continuities and ruptures across literary and other cultural trends within a broader history of modernization and modernity. In so doing, it overlaps with other categories that previously enjoyed more traction outside Spain: fin de siècle, Belle Époque, avant-garde, Modernism. Even the time of the Silver Age is porous. (Romero/ Zamostny, 2022, p. 8)
Abrazadas en ese maremágnum nóstrico, José Calvo y Nanette Rißler salvan el capítulo primero rescatando un concepto fundamental para la noción de archivo en Aby Warburg: la réplica o replicación, una metáfora sísmica a la que aludía este autor para expresar el carácter de síntoma o advertencia ecoica en estado latente de las formas del Pathos (Warburg en Maikuma, 1985, p.2; Didi-Huberman, 2009, pp. 105-112). Los autores aluden a una crisis de esta noción en las actuales humanidades digitales; crisis que no será por falta de raigambre internacional del mentado concepto en la constitución de la iconología contemporánea; crisis harto llamativa para la noción de archivo, tanto como podría serlo la elusión de las nociones cogito y cogitata, o del mismo Descartes, para la constitución de la fenomenología contemporánea de Husserl. Con ello, se observan intereses analíticos diferenciados entre el modo de acceso, constitución y definición de un corpus para disciplinas como la filosofía, la filología o la biblioteconomía, produciéndose un vacío metodológico aparentemente insalvable entre las figuras del historiador contemporáneo y la del ensayista, hoy alejado inevitablemente de unas Humanidades Digitales que, si bien se dicen dinámicas (mapeo de la errancia del flâneur político, test de Rorschach de los paseíllos), están centradas en la clasificación exhaustiva de datos a nivel cuantitativo y en el pliegue a unas convenciones formales de citación y escritura como garantes del conocimiento científico (la 36 para todos, mucho Bodyshaming por estos lares). La indagación en el archivo bibliográfico, con la frialdad del policía que hubiese de recopilar y presentar pruebas certificadas ante el juez, ya no habría de ser nada más que un trabajo ingente y tedioso al extremo: “[…] the team may also decide to work on the less canonical authors or works: raros y olvidados (Alonso, 2008; Romero López, 2014)” (Romero/Zamostny, 2022, p. 45). No porque esto sea la perspectiva de los propios autores, sino por las consecuencias ideológicas del planteamiento, habría de preguntarse por el acierto de las biblio-integration policies del canon de descanonizados, del malditismo institucionalizado con letra escarlata. Nada de vagabundeos de celulosa, de que Bataille le vuelva a esconder escritos a Benjamin. Todos darwinianos, ningún Poirot traspapelado, como en los pueblos al comienzo del verano (no solo en los de Castilla): ¿tú de quién eres? La integración se asimila como cesión de una esquina tipificada a los outsiders. Esa disponibilidad –del ser a la mano heideggeriano (Zuhandenheit) al libro a la mano autóctono, del ser-ahí (Dasein) al ser-de-ahí–, en apariencia amiga de la extrañeza porque le concede un espacio separado, evoca tiempos ha de economización institucional del entartete Kunst,expulsado previamente de las academias.
Proseguimos con el Grupo de Investigación Valle-Inclán, en colaboración con las Universidades de Bern y Coruña. En el capítulo segundo, Rosario Mascato Rey y Adriana Abalo Gómez explican cómo se ha desarrollado el ADVI (Archivo Digital Valle-Inclán), merecidamente galardonado con el Premio de Humanidades Digitales Hispánicas por su capacidad para “combining rigor and innovation with utility in the realms of reseach, culture, and society” (Mascato/Abalo en Romero/ Zamostny, 2022, p. 68). Nuevamente se desliza la amenaza de réplica warburguiana en forma de metáfora del esperpento: ¿cómo explicar la refracción cóncava y la difracción convexa de ese espejo de callejón de gato también conocido como Archivo Digital Valle-Inclán? A la Universitat Oberta de Catalunya, con Bourdieu como punta de lanza y Edmundo Aibar Puentes a la cabeza, se le permite tender una respuesta por eso de la panorámica pirenaica:
[…] [he] observes that a “suerte de giro postcrítico” and a “tono sorprendentemente antihumanístico” are becoming increasingly hegemonic in this field (2018:23; emphasis in original). […] It bewilders us to see corpora, networks, and repertoires […] being analyzed with an almost abusive reliance on metrics and visualizations […] that distort our objects of study rather bringing them into focus. (Mascato/ Abalo en Romero/ Zamostny, 2022, p. 69)
Aterrizamos en el ecuador del libro: digitalizar la erótica española del fin de siglo, también conocida como sicalipsis, por Maite Zubiaurre y Wendy Perla. Ambas son investigadoras de la Universidad de California Los Ángeles y su generación de un archivo open access de picardía cañí de quiosco{2}, con apoyo institucional americano en 2013, ha dado sus frutos en obras como Sicalípticas: el gran libro del cuplé y la sicalipsis, editado por La Felguera (G., 2021). La creación de este archivo erótico transatlántico habla de la doble moral académica respecto a la cultura popular española, capaz de elevarse en los ránquines universitarios solo como Spanish Studies, departamentos anglófonos en los que el exilio desnudado pareciese antes propaganda de una cultura abiertamente sofocada que un retiro involuntario de las casquivanas hacia archivos académicos extranjeros. Análoga promoción de exteriores está teniendo la negritud y el mestizaje en la conformación del flamenco, promocionado intranacionalmente desde un identitarismo patrimonializable (véase Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, 2021) que, enlomándose a la Giralda, avista una negritud flamenca tan solo apta para ser editada desde Nueva York (Goldberg, 2022). España no echa a las putas, exporta propaganda sicalíptica para atraer turistas a la chicharra encalada de palmas. España no echó a Carmen Amaya, se publicitó de su exilio en Las Vegas. España no expulsa transexuales, exporta teoría cuir. España no es misógina, alienta a las mujeres pioneras a seguir viendo mundo.
Unlike the United Kingdom, which proudly kept its erotica (and erotica imported from other countries) zealously stored in the British Library’s Private Case, or unlike France, whose erotic treasures form the collection of the National Library in Paris known as L’Enfer (hell or inferno), Spain has made no effort to amass or preserve its erotic materials. In fact, censorship (and most notably Francoist censorship in modern times) has eagerly engaged in the opposite activity, namely, that of destroying and eliminating from view any erotic materials inherited from the past, and that certainly includes the multifarious production of erotica during the Spanish Silver Age. (Zubiaurre/Perla en Romero/ Zamostny, 2022, p. 111)
El capítulo expone también, a colación de un compendio citacional de 2014 de Burns Bright y Crowley (en Romero/Zamostny, 2022, p. 114), una cuestión fundamental a la hora de comprender los modos de censura de los archivos: no se trata solo de decidir qué permanece y cómo se ordena, sino de indicar al lector de qué manera ha de acceder a los textos, primándose una supuesta alfabetización apolínea de los usuarios de biblioteca frente a la instrumentalización dionisíaca de los papeles, cuestión que, si atendemos al debate clásico sobre el arte de narrar entre Lessing (1766) y Winckelmann (1764), comportaría el carácter propiamente estético de la obra –su capacidad para incitar o hacer imaginar sin llegar a resolver la acción en el propio texto u obra de arte–. La cuestión de fondo es que, de portarse pluma, habría de ser en la escuela oficial de idiomas y con el decoro lector de la toga, nunca cual lady guatiné. Suponemos que los bibliopuritanos, centrados en la obviedad, no se habrán apercibido de que probablemente los amantes parafílicos busquen antes ediciones desclasificadas de Beccaria que un topless de media pezonera con latiguillo.
To this day, in order to consult the largest existing collection of erotica, for example, housed in the Kinsey Institute for Sex Research, in Bloomington, Indiana, one has to be a legitimate researcher (whatever that means) to be able to access the repository. Similarly, if one wishes to consult the 2,500 volumes that comprise the British Museum’s infamous Private Case has to be a registered reader, and in the not-so-distant past and until the 1960s, the repository was not accessible to the general public. Moreover, only in the seventies did the Bibliothèque Nationale in Paris ease access to its collection of printed erotica, famously known as L’Enfer. […] one has to be the right person to do so, namely, the cultivated white, heterosexual, socially privileged European male subject that is also an accredited scholar and expert in bibliographical rarities and/or the history of eroticism. (Zubiaurre/Perla en Romero/ Zamostny, 2022, p. 112)
A continuación, Elena Bonmartí se centra en la segmentación política de la erótica, arrinconando los modos de salivación y lubricación anarquistas frente al amplio espectro de la cremallera española que presentaba el archivo general sicalíptico del capítulo anterior, el cuarto, del que surgían los primeros big-data sobre la idiosincrasia española de entrepierna, de gran trascendencia para el enoturismo.
With the creation of structured data, researchers could ask: what kinds of professions are most often represented? How many times do women appear in the images? A woman with a man? A woman with a non-human (technophilia or bestiality)? […] Lev Manovich (2020) developed the concept of cultural analytics, which analyzes massive cultural datasets and flows using computational and visualization techniques. (en Romero/Zamostny, 2022, p. 122)
Frente a tal abanico colchonero (señoras montando en bici como culmen del deseo semental), las revistas anarquistas nos dejan con la miel en los labios. Cuenta Bonmartí que la homofobia y el hetero-libertarismo descentralizado de la CNT campaban a sus anchas por la columna Durruti, que la historiografía ha creado un anarco-mainstream (las Campbell de los freedom-fighters); es decir, que José Pérez Ocaña no fue el primer marginado del anarquismo:
Drawing on Marshall’s discusión of Spanish anarchism’s “decentralization”, I shall argue that specific anarchist practices created a space for individual anarchists to accept homosexuality despite the overall homophobia of anarchist ideology. Much like anarchist schools and ateneos, queer spaces such as theaters and cabarets also included different social classes and occasionally engaged with anarchist ideology. Queer cultural producers such as the aristocrat and novelist Antonio de Hoyos y Vinent (1884-1940), the writer Álvaro Retana (1890-1970), and the writer and founder of the anarchist group Mujeres Libres Lucía Sánchez Saornil (1895-1970) were either part of or attracted to this movement. As we shall see, Retana in particular is an object of discussion in relation to anarchism and homosexuality in anarchist journals of the 1920s. (Bonmartí en Romero López/ Zamostny, 2022, p. 126)
De ahí el carácter rompedor de la homosexualidad sáfica y el amor libre entre los anarquistas, porque “the anarchist movement was integral in educationg the Spanish masses and establishing a consolidated readership” (en Romero/Zamostny, 2022, p. 125). Ahí es nada. En el gráfico de palabras olímpicas halladas por la investigadora Bonmartí en revistas como Bésame (1932), Chic (1932-33) o Flirt (1922-1925), entre otras, se encuentra un léxico recurrente de la contracultura contemporánea del graffiti. Frente al narcisismo gotelero del tag, el anarco-erotismo acuñaba el ladrillo con un pollastre, un apios o un esa (tabla 5.1. en Romero/Zamostny, 2022, p. 133). He ahí su respetabilidad semántica. La sintáctica se hallaba en frases como la siguiente: “¿Y Nerón? [¿] No era emperador y salía de noche à buscar nombres por la Vía Apia? … (Transición) A mí me gustaría eso, che… qué querés… ¡Qué tiempos aquellos!” (González en Romero, 2022, p. 135). Y la pragmática: sanción. Mientras tanto, Gregorio Marañón (en Romero, 2022, p. 137) pontificaba sobre la “intersexualidad”, sobre la que decíase “mixtura”, y por el “histerismo”, también conocido como “homosexualismo” (Marañón en Romero/ Zamostny, 2022, p. 138). La atadura cientificista del Marañón, filtrada por las tendencias europeas de neo-malthusiasmo y freudismo, moldeó el corsé anarquista, más preocupado por no ser español que por ser libre. En su imaginario propagandístico, no querían a Diana dando brincos por el bosque, solo la propaganda de su teta arquera y lúbrica. En sus pasquines, Lesbia no era la musa de Catulo, sino un Cristo con dos pistolas, con el poema XVI eternamente encañonado. El ambiente estaba trasnochado de belicismo.
Asimismo, Bonmartí cuida sobremanera la metodología académica del leyente, realizando tanto distant como close readings de los textos, principalmente los dedicados a Barcelona y su barrio chino, con una incursión en la polémica columna anual (1923-24) de Alicia M. de Valmaseda, “Apuntes de una incomprendida”, calificada mediante tanto distant como close reading por la autora de “free love […] what we now would call pansexuality, a type of love that is not tied to any specific gender” (Bonmartí en Romero/Zamostny, 2022, p. 139).
La última sección del libro se dedica no ya a la exploración, sino a la cartografía. La primera: Celia en la revolución, de Elena Fortún. María Jesús Fraga, de la Universidad Complutense, en un cante de ida y vuelta, viaja de Madrid a Madrid (del analógico al digital, se sobrentiende) para emular lo que el hispanista Christopher Maurer, de la Boston University, hizo de Nueva York a Nueva York con Federico García Lorca (Fraga en Romero/Zamostny, 2022, p. 153). La cartografía digital consigue que la reedición de bolsillo sea una aplicación monetizable de Google Maps, para que leer ya no sea perderse sino ubicarse, ya que esta
[…] allows readers to navigate the graphic representation of the city as they see fit, freeing them from the novel’s linearity and inviting them to reinterpret the text and delve deeper into the story’s events through various layers of hypermedia paratexts. Elena Fortún finished writing Celia en la revolución in 1943 during her exile in Argentina. (Fraga en Romero/Zamostny, 2022, p. 153)
Prosigue la obra con Blanca Gómez Cifuentes, con un artículo sobre la cartografía digital de las giras internacionales de La Argentina, el cual “focus[es] on the use of Geographic Information Systems as a research method applied to dance” (Gómez, 2022, p. 171). El valor del archivo digital generado por la autora en el marco del Proyecto Antonia Mercé and the Ballets Espagnols{3}, residiría en haber sistematizado gracias a las herramientas disponibles de cruce digital para la búsqueda, la dispersión de información gráfica, icónica y escénica sobre el conjunto danzante y haberlas hecho accesibles a un público especializado, dispuesto a realizar un ejercicio de pensamiento sobre los montajes de su ballet, de gira entre 1927 y 1929.
A continuación, Santiago Pérez Isasi, investigador de la Universidad de Lisboa, presenta la inserción de la tendencia anglosajona en boga de las Humanidades Digitales en lo que él denomina “Iberian case” (Pérez en Romero/ Zamostny, 2022, p. 189) o “cultural o spiritual Iberism” (Pérez en Romero/ Zamostny, 2022, p. 191), explicando de qué manera la aplicación de sus herramientas, como los Geographic Information Systems, han supuesto la financiación de proyectos académicos sin importar su carácter “local (Santiago de Compostela, for instance) or national (Catalonia, Portugal)” (Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 190). La conclusión de este “Digital Map project” (Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 191) es que Iberia es un “polysystem” (Even-Zohar y Romero en Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 191) que es “complex, multicultural, and multilingual, with intricate historical networks of interference, conflict, and mutual contamination” (Romero en Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 191) y que el autor, desde Lisboa, se ofrece para “This intertwined study of the relation among Iberian nations and cultures”, al mismo tiempo que advierte de las “limitations of national philologies, and the crisis in Hispanic Studies in particular, in a national and international context” (Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 191). Importante: Pérez nos recuerda que en los estudios ibéricos también habrían de salir a flote las Baleares, las Azores “and, to a lesser extent, Madeira” porque “[they] represent nodes of communication between Iberian literatures and cultures” (Pérez en Romero/ Zamostny, 2022, p. 197). Por el contrario,
As could be expected, the largest gaps are located in the center of Spain (Castile, especially La Mancha, northern Andalusia, Aragon, etc.), where there are large demographic vacuums and less prominent cultural nodes. (Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 197)
Se introducen, finalmente, estudios de caso de alto interés interpretativo ante los que, no por falta de ganas sino de tiempo celuloso en el indexed journal, no podemos detenernos en exceso. Se trata, por un lado, de “some resistance or skepticism from Basque scholars to adopt the perspective or methodology of Iberian Studies” propuesta por Pérez (en Romero/Zamostny, 2022, p. 207) y, por otro, de la periodista, lusitana y traductora, que en 1901 se mudó a Madrid, Alice Pestana, “and collaborated with the intelectual elites of her time in both countries” (Pérez en Romero/Zamostny, 2022, p. 205). Ya lo decía Luciano (1988: 25) en su teatrillo Caronte o los contempladores: “¡Ay, necios!, ¿por qué os afanáis por esas cosas? ¡Dejad de preocuparos!, no viviréis eternamente”.
Desde la Siberia prusiana, confines sureños de Barakaldo, proseguimos y pasamos, pues, al siguiente artículo, que cierra la obra: la circulación de revistas en la Edad de Plata, investigación gestionada por el proyecto de fundación teutona (DFG) Cultural Magazines from “Modernismo” to Avant-Garde: Processes of Modernization and Transnational Networks, para quien es fundamental, como ya mencionaba Ehrlicher en 2020 y amplía Lehman en 2022 desde Tübingen, que existan “guidelines for FAIR research data management” (Ehrlicher/Lehmann en Romero/Zamostny, 2022, p. 213). El proyecto se centra en compendiar entre 1891 y 1936 la zona, desde la publicación de La Habana Elegante, hispana en el sentido expandido del término: “Spain […] Argentina and Peru, North America with Mexico, and the Spanish speaking Caribbean with Cuba” (Ehrlicher/Lehmann en Romero/Zamostny, 2022, p. 214). Por ello, también citan a Romero López, impulsora de la digitalización en los estudios hispánicos; aunque no lo hacen ya en su publicación de 2019, la mentada por Pérez (“Hacia un polisistema del modernismo peninsular”), sino en la de 2018 (“La Edad de Plata en la cultura digital. Hacia la transdisciplinariedad y la cultura Smart”). Lo fundamental: sacan de su anomalía anacrónica o lucen el fin de siglo hispano, que ambos autores aprecian como expresión de los modernismos, en sus múltiples acepciones, que se estaban dando en la Europa de la época. Lo hacen desde el estudio de los “cultural brokers”, categoría propuesta por So and Long para referirse a aquellos autores que tuvieron un papel de “cultural mediators who, as intermediaries, facilitate a transatlantic Exchange”, como hubiese sido el caso de Ramón Gómez de la Serna (Ehrlicher/Lehmann en Romero/Zamostny, 2022, p. 221). Lo anecdótico: que Azorín y Plutarco Elías también tuvieron problemas con los editores, quienes se manifestaban bien insatisfechos (“Su segundo trabajo no nos satisface del todo”), bien vagos (“Lamentamos que la extensión de su ensayo sobre Juliano el Apóstata, sea excesiva para esta revista”), mas nunca censores (Ehrlicher/Lehmann en Romero/Zamostny, 2022, p. 218).
Tras el cierre, el exilio. El del 39, sobre el que escribe Lucía Cotarelo analizando nuevos modelos de lectura digital. Cotarelo duda, y lo hace inicialmente sobre el propio objeto de estudio: si es literatura de exilio, hasta de cualquier soporte permanece huida. La cuestión es si literatura de exilio, literatura clandestina, literatura de supervivencia, literatura sin editor, autopublicación, cuadernos de andar por casa, servilletas hechas un gurruño con un garabato, literatura anónima, literatura pseudónima, literatura homónima, literatura homófona (manuales de agravios) o literatura de mujeres, por proponer posibles nomenclaturas, son una y la misma cosa:
These [motives] include Works that were produced in concentration camps and Spanish prisons (Who should study them? Are they literature of the “interior” or exile literature?) or were penned by a wide range of authors: maquis, authors who were not canonized prior to the Spanish Civil War, anonymous writers, occasional writers, and undoubtedly a large of women writers. (Cotarelo en Romero López/Zamostny, 2022, p. 231)
Recupera el proyecto digital e-xiliad@s de Bocanegra, e incide en la democratización de los archivos mediante páginas web con acceso fácil para todo tipo de público, no solo aquel especializado en búsquedas bibliográficas en bibliotecas. Para que algo se recuerde, se tiene primero que saber dónde está, saber de su existencia. Por ello, Cotarelo considera fundamentales para Mnemosine: Biblioteca Digital de La Otra Edad de Plata las fichas de autor, como las de Amalia Domínguez de la Rosa o Marina Romero Serrano, resultando difícil en este caso discernir galtonismo y lombrosismo de biblioteconomía. ¿Acaso no sería un archivo de exiliados una traición, así como un peligro, para el exilio? La creación de estos archivos, con voluntad ilustrada innegable y arduo trabajo, parte quizá de una premisa falsa: la supuesta normalidad democrática en el tratamiento público (ausencia de represalias) de determinadas biografías familiares en las generaciones posteriores.
The model person profile in that collection records metadata about an individual’s nationality or nationalities, year of exile, and year of return (as in e-xiliad@s), as well as metadata about their jobs or professions and the places where they lived or traveled (as in Generaciones de Plata). It also includes information about a persons’s political affiliations, membership in associations, and scholarships received, among other items. Specifically with respect to literary exile, there are metadata categories for languages translated, languages written, literary genres cultivated, participation in literary tertulias, influences from artistic movements, and other related resources (particularly the works linked to the individual in their capacity as author, translator, editor, prologue writer, etc; […]” (Cotarelo Esteban en Romero López/Zamostny, 2022, p. 239)
Spanish Music in Exile, 1939-1974, también obtiene una mención deslocalizada en su artículo, disponible en la nota al pie 17.{4} Últimamente retoma el hipertexto, que tiene significado para George P. Landow en 1997 (Cotarelo Esteban en Romero/Zamostny, 2022, p. 239). E invita a que, también el exilio, bien sea contenido o continente, “debería contar con un diseño interactivo”, como recuerda la autora con el caso de María Zambrano (Cotarelo en Romero/Zamostny, 2022, p. 239), del que suponemos que pronto se habilitará un proyecto financiado por las mismas instituciones que la expulsaron para realizar la trazabilidad academizable o geolocalización de epitafio de su errancia a lo largo de cuatro décadas.
Towards the Digital History of the Other Silver Age Spain es un libro excelente sobre el trabajo de archivo, en el que se observan horas de esfuerzo en la creación, digitalización, escritura y edición. Es, además, un texto de utilidad para especialistas en genealogía y hermenéutica filosóficas, precisamente por su carácter ejemplar dentro de los procesos actuales de estatalización e institucionalización de la paradójicamente llamada memoria histórica (véase Halbwachs, 2010; Nora, 1984) y su representatividad para ofrecer una panorámica de las Humanidades en el contexto contemporáneo. El lugar de producción de su discurso o modo de ser pergeñadas, correspondería a dos conceptos que aquí propongo para explicar el imperio del archivo en las academias del presente: libertad de expresión en diferido y minstrel ideológico. De ambas nociones surgen las críticas alzadas en esta reseña, las cuales no se dirigen en modo alguno hacia la obra como tal, fruto del esfuerzo y rigor de sus investigadores en un contexto de precariedad y jauría generalizadas en la industria cultural, sino hacia el papel que esta obra juega para el contexto académico del hispanismo, pues revela lo que Foucault significaba como “las condiciones de producción de verdad en un discurso y la emergencia, antes que el origen fáctico, como lugar de enfrentamiento y tensión” (véase Foucault, 1971; Mateos, 2017, p. 87).
En primer lugar, el libro nos evoca la primacía de una libertad de expresión en diferido. Pareciese que, en la cola del habla (eufemismo del turno de palabra), para que llegasen a hablar los últimos vivos, habría de darse antes voz a los muertos. De ahí que se difiera la libertad de discurso a épocas pasadas, donde tal transgresión ya no incomoda (el muerto no se queja a la interpretación otorgada, se deja hablar cual ventrílocuo) y, además, acontece como núcleo instrumentalizable y objetual-dinámico (alienación como Entfremdung –enajenación– y posterior Verdinglichung –cosificación, reificación– en Marx) para la producción de debates y discursos, incluso si estos resultasen escandalosos (véase Mateos de Manuel, 2017). La voz de los muertos no molesta y es económicamente rentable. La voz de los muertos no protesta, confiesa. No se quiere a Miguel Hernández, sino a Miguel Hernández: «Sois así. Rechazáis al inocente en su caída y luego os disputáis su tumba» (Zambrano, 1966). Ese es el carácter a la par desplazado y fallido de ciertos pseudo-activismos en la actual industria cultural, en el sentido que ya señaló Marcuse en El hombre unidimensional de 1964:
En el estado actual de la historia, todo escrito político sólo puede confirmar un universo policíaco, del mismo modo que todo escrito intelectual sólo puede instituir una para-literatura que ya no se atreve a decir su nombre (Barthes en Marcuse, 1968, p. 114)
En segundo lugar, se observa la exportación del esquema performativo-imitativo del minstrel desde el cabaret al show de variedades de universidades e instituciones de cultura, donde este concepto aparece como tendencia hegemónica: la institución visibiliza la negritud desde la blanquitud. El negocio de la industria cultural (al que acuño como minstrel ideológico) se basa en hallar el edulcorante o intensificador de sabor manufacturado, con los mismos ingredientes, pero creado y potenciado artificialmente desde las instituciones, cuando se encuentra un condimento natural apetecible que germina por su cuenta. La academia no tiende actualmente a robar citas textuales, sino líneas de investigación, que asignan al conveniente minstrel ideológico (libertad de cátedra tiznada), mientras se expulsa al creador. A eso se reduce toda la propiedad intelectual en un mundo occidental que, sin embargo, se declara radicalmente anticomunista y dice exaltar la propiedad privada. La censura aparentemente ideológica no ocultaría más que una forma de expropiación, la intelectual y artística, reescritura de los devenidos tabúes de la plusvalía y la lucha de clases en el actual capitalismo desmaterializado.Es una actualización en el consumo cultural de la estrategia de expropiación capitalista medieval que se llevó a cabo en la caza de brujas, cuestión que explicó con detenimiento Silvia Federici (2022).
La ofensa puritana no consiste en censurar ideas, sino en censurar a personas, a las que retiran de la escena (mobbing pseudo-moral) para poner en boca de un otro aceptado o pujado institucionalmente (el minstrel ideológico) las mismas o similares ideas. La cultura de la cancelación funciona, en numerosos casos, como una expresión moralmente aceptable (disimulo justificado) de corruptelas sociales e institucionales como nepotismos, caciquismos y amiguismos. Por eso, podría entenderse como una reescritura de los espectáculos de minstrel en la cultura del espectáculo contemporánea: en ellos no se censuraba la negritud, sino a los negros, de manera que los blancos pudiesen hacer dinero de la negritud usurpándola a los propios negros –relegados al valor de maqueta o ensayo sin propiedad intelectual– en una versión domesticada, generada desde el establishment, que fuese acomodaticia para el gusto que se quería conformar en las clases burguesas y medias. Su negritud, la de los negros, pues, no había de resultar economizable, como sí podía y había serlo en los blancos, sino siempre esclava. De ahí, por ejemplo, el poderío de propuestas escénicas como las de Josephine Baker, que resultaba no solo erótica, sino también cómica, por su capacidad de reapropiarse de la negritud blanqueada de los minstrels o lo que en teoría queer se denomina “iteración performativa” (Derrida, 1988, p. 315; Butler, 1999, p. XXIV): en escena, Josephine Baker hacía de mujer negra haciendo de blanca que hace de negra, y de negra tal y como es imaginada por un hombre blanco o una mujer blanca. ¿Cabe esa memoria de trampantojos e ironía artística en un archivo? Es por ello que,hoy en día, resultarían bochornosos determinados planteamientos de los debates puritanos, precisamente por su carácter falaz a la hora de abordar la censura. Recuerdan en demasía a la hipocresía del star system de tiempos de la ley seca, basado en alzar para dejar caer y sacar rédito de la gravedad. Paul Newman y Ann Blyth interpretan a la perfección este esquema de doble moral (expropiación y señalamiento) en Para ella un solo hombre o The Helen Morgan Story (1957).
Nos encontramos instalados en el no-valor de la palabra o “valor de signo” en internet (Lyotard, 1994; Baudrillard, 1978): la palabra convertida en medio o canal de comunicación y vaciada de contenido; de ahí el reflujo gástrico que produce la entrada en cualquier red social, hecha de movimientos peristálticos más que de palabras de una masa anónima. Por ello, en su falta de significado, convertidas todas las palabras en moneda de cambio para el tráfico, todas serían legítimas por la aberración contemporánea: su vacuidad en una única aspiración de elevación en el sinsentido; es decir, ambicionar convertirse en el significante vacío de Laclau (2005), cuyo único valor de cambio sería el efecto perlocucionario que produjesen (en qué medida y duración un significante retumba o genera reverberaciones). Por eso, en la cultura del escándalo, este no se evita, sino que se vive del mismo, instrumentalizando al supuesto transgresor, a quien se condena al ostracismo económico, que es también el social en tiempos de neoliberalismo. El supuesto transgresor podía vivir, incluso ser admirado, en una sociedad que aspiraba a liberarse; mas en una sociedad no libre sino desencantada de la liberación, el transgresor recuerda la falta de sentido, la infancia o paraíso perdido. Por reinterpretar una cita de D. H. Lawrence (1981, p. 63) en Pornografía y obscenidad, de apenas 1928, diríase que hay algunos, por no decir cuántos, que sufren de astigmatismo sexual. Por ello gustan de mirar al cielo mientras rechupetean el “sucio secretito”, habiendo una crisis del ciber-masturbódromo internacional, el desengaño onanista en tiempos de Estados Unidos como mayor productor de pornografía y Ramadán como mayor mes de consumo.
Anulados de voz en ese tráfico internáutico que se alimenta de griterío, como si todo el cante hubiese quedado reducido a palmear y jalearse (Eaea como propuesta española para Eurovisión 2023), no se censuran las imágenes o contenidos de la cancelación, que la muchedumbre de interjección icónica consume gustosa y animada por la industria cultural (internet como archivo por antonomasia), sino solo al autor, permitiendo y fomentándose el transhumanismo-masa (véase Ortega y Gasset, 2022) y el lucro de las grandes empresas por medio de los datos y visitas generados en los debates cibernéticos, mientras se expulsa del negocio y de la vida pública al creador de ese je-ne-sais-quoi. Lean el libro.
Bibliografía
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