El Catoblepas · número 205 · octubre-diciembre 2023 · página 10
Evolución de la noción “Filosofía” en el materialismo filosófico de Gustavo Bueno
Antonio Muñoz Ballesta
Primera investigación
A Gustavo Bueno, in memoriam
I
Introducción
“La Filosofía es una forma de saber que busca la visión racional de la totalidad del Universo”
Gustavo Bueno.
La concepción de la filosofía de Gustavo Bueno no siempre fue la misma a lo largo de la evolución de su pensamiento. En su libro de 1958 “Filosofía (sexto curso)“de la Editorial Anaya, Salamanca, España –y que a partir de ahora la nombraremos por “F6ºC”–, el Catedrático de Filosofía y Director del Instituto “Lucía de Madranos de Salamanca”, Gustavo Bueno Martínez establece lo que hay que entender por saber filosófico o Filosofía. Es el núcleo del desarrollo de la concepción de “Filosofía” en su Materialismo Filosófico hasta su “Ego trascendental “, y que, sin duda, debe estar presente, por tanto, en la propia labor de investigación de todos los miembros de la “escuela de Oviedo”, des sus discípulos y, por ello mismo también, iniciamos la primera investigación analizando la Idea de Filosofía en dicha obra –lo que iniciamos con el presente texto no deja de ser, a su vez, una investigación de “meta-filosofía”. “F6ºC” de Gustavo Bueno es un manual para las estudiantes de bachillerato del mencionado Instituto, pero está publicado para todo el público, todos los ciudadanos, y muestra –objetivamente– cómo entendía el saber filosófico el fundador del Materialismo Filosófico en esa época.
En la Introducción, lección 1, de la obra indicada, Gustavo Bueno, procede, en primer lugar, a establecer una distinción fundamental, a saber, la distinción del saber filosófico o Filosofía de dos tipos básicos de saberes que se producen en la sociedad política: (1) saber vulgar y saber científico, y (2) el saber religioso. Seguidamente establece la definición correcta de la Filosofía (veremos el método “científico” usado para ello). Y una vez definida la Filosofía, y con una claridad meridiana, desengaña al lector y al estudiante respecto a los dos errores y desviaciones trascendentales en la concepción del saber filosófico y, además, responde (entre líneas, pero con rotundidad) a las pretensiones totalitarias (y laminadoras) de las teorías cientificistas y fideístas con respecto a la Filosofía.
En la lección 2, el catedrático del Instituto femenino de Bachillerato y filósofo, Gustavo Bueno Martínez, nos enseña el origen y la división de la Filosofía. Establece cuál fue su génesis en la Grecia del siglo VII antes de Cristo pues “la filosofía sustituye la imaginación por la razón”, pero ya en esta obra de 1958 afirma que la filosofía necesita surgir (como un saber de segundo grado como dirá décadas más tarde) de las ciencias particulares, pero no sólo de ellas, sino también de la Religión (páginas 16-17). Para terminar esta lección 2, Gustavo Bueno, como he dicho, tiene que realizar una división de la Filosofía. Esta lección 2 será objeto de investigación en una próxima investigación de mi “Evolución de la noción “Filosofía” en el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno”,
II
La distinción de la Filosofía de los saberes vulgar, científico y religioso
Para conocer lo que sea la Filosofía debemos distinguirla –como afirma en la introducción de la obra que estudiamos– de otros tres tipos de saberes:
1) el saber vulgar,
2) el saber científico, y
3) el saber religioso.
Los analizamos por separado cada uno de ellos.
1) El saber vulgar es “el conjunto de conocimientos que poseemos acerca de las diferentes cosas del mundo en tanto que no media una comprobación de su exactitud, ni una reflexión acerca del correcto significado de esos conocimientos en el conjunto del saber humano” (página 5). Ahora bien, no se trata de que el saber vulgar sea un conjunto de errores, al contrario, contiene numerosas verdades. Gustavo Bueno precisa, enseguida, que esas “numerosas verdades” no se poseen de forma “demostrativa y ordenadamente”. Y ofrece una serie de ejemplos: “el hombre de la calle sabe que el frío puede producir resfriados, pero no sabe por qué –o bien, aduce razones insuficientes o erróneas”, “el hombre de la calle sabe que los antibióticos pueden curar su dolencia– pero desconoce el mecanismo de esta curación o se conforma con unas ideas vagas acerca de él.” Las preguntas son obvias: ¿De dónde le viene al “hombre de la calle” ese saber (vulgar)? Generalmente, lo que sabemos “vulgarmente” lo sabemos porque otras personas nos lo han dicho –“por fe humana”– sin que nos hayamos parado a comprobarlo rigurosamente”. Está distinguiendo Gustavo Bueno a la Filosofía de la fe humana y de la Fe divina. La Filosofía no puede ser una simple fe, ya sea una fe en minúsculas o en mayúsculas. Otra pregunta obvia es ¿Qué extensión puede alcanzar este tipo de saber vulgar? Precisamente por ser muy poco riguroso, el saber vulgar puede extenderse a amplias zonas de la realidad. Pero además ¿Qué profundidad puede tener este conocimiento humano? La respuesta es “con el mínimo conocimiento”. Con el saber vulgar sólo podemos alcanzar el mínimo conocimiento (o conocimiento mínimo) de todas las cosas que nos es indispensable para manejarnos en el Mundo (en la sociedad). ¿Es necesario, por tanto, ser “especialista” en una determinada región de la realidad? Sí, obviamente, y puede ocurrir -y es lo normal-, que el que logra comprobaciones racionales en una parcela concreta de este Mundo, mediante el conocimiento científico, sigue siendo un profano en las demás, es decir, su conocimiento en las demás materias –también en la Filosofía– puede ser un saber vulgar.
Ejemplo: “un matemático ilustre, acaso, es más ignorante en Historia que un aldeano”. Pero la especialización no deja de ser una desgracia: “si bien es una desgracia que la especialización se logre a costa de la ignorancia casi completa en las demás regiones de la realidad, es indudable que es necesario atenernos a una región parcial y limitada del mundo para lograr un conocimiento sobre ella” (página 5). Se trata, por tanto, de una defensa implícita del saber científico-positivo que realiza, de entrada, el profesor Bueno, pues la sociedad se manejará mejor con un conocimiento científico que vulgar en cualquier tipo de producción o actividad. La pregunta implícita que se presenta, entonces, será la guía de todo el pensamiento de Gustavo Bueno a lo largo de su vida: ¿Y además de la ciencia-positiva, el saber filosófico y, quizá el religioso constituyen también, y en la misma medida, una guía segura para la producción y actividad humana en su sociedad, en su sociedad política?
2) El saber científico es para Gustavo Bueno en 1958 el “conocimiento demostrativo y ordenado racionalmente de una región parcial, de un “campo abstracto” del Mundo (real o ideal)” (página 6). Sorprende de inmediato en esta breve definición del saber científico que no haga mención al conocimiento empírico como requisito de la ciencia. Quizá no lo haga para incluir bajo el rótulo “ciencia” al concepto clásico de Ciencia y al moderno. Pero por ahora, lo importante para él, es distinguir los sentidos a los que se refiere cuando la Ciencia se refieres a “regiones parciales” de la realidad. Cada ciencia tiene su “región de la realidad”. Esta Idea de la pluralidad de ciencias según sus campos de estudio y de región de la realidad será una constante en toda su filosofía, llegando a constar como Idea central en la propia ontología del Materialismo filosófico: no hay una única Ciencia, ni un único método científico, ni la realidad es Una. Queda así definido el Materialismo filosófico. Pero volvamos a esta primera acepción de la ciencia como saber demostrativo y ordenado racionalmente de una región parcial del Mundo (real o ideal), porque es ambigua, aunque no es vaga.
¿En qué sentidos son parciales estos ámbitos de la realidad? –se pregunta para aclarar la ambigüedad. En dos sentidos son parciales los campos de estudio de las ciencias: primero en extensión –pues los objetos de la ciencia constituyen parcelas acotadas del universo; segundo, en profundidad– pues el conocimiento científico-positivo no agota la íntegra realidad del objeto o campo que estudia. ¿Qué supone estos dos sentidos de la ciencia? La distinción del objeto material del objeto formal de las ciencias: aquel se refiere al “ser estudiado” y éste “al punto de vista” desde el cual se estudia.
El ejemplo que se ofrece es el de la Geometría. Ella nos ofrece un saber demostrativo acerca de una región abstracta y parcial del Mundo, a saber, el espacio ideal: la Geometría no se ocupa del espacio real, que es tema de la Física.
(Por eso precisamente, la Geometría puede ser exacta, pues sólo idealmente, en idea, hay rectas paralelas –indefinidas–, círculos y elipses perfectas, &c. Con razón decía Einstein: “Las ciencias exactas son exactas cuando no se aplican a la realidad; cuando se aplican a la realidad dejan de ser exactas”. En efecto: en la Naturaleza no existen rectas paralelas indefinidas; ni los planetas describen elipses perfectas al girar en torno al sol, sino trayectorias cada vez distintas, que se aproximan a la forma elipsoidal). El objeto de la Geometría, por tanto, es parcial, no sólo en extensión (pues hay objetos de estudio que no son el espacio) sino también en profundidad (pues la Geometría no agota todo lo que el espacio ideal implica, por ejemplo: sus referencias a las cosas reales, así como al sujeto psicológico que lo configura. ¿A qué se limita la Geometría entonces? Se limita a estudiar los espacios ideales, en sus elementos y relaciones mutuas.)
No satisfecho completamente del ejemplo, Gustavo Bueno se extiende sobre lo que puedan ser las ciencias, prefigurando ya lo que años después será su fundamental Teoría del Cierre Categorial.
¿Cuáles son las características generales o comunes a las Ciencias positivas o particulares (Geometría, Biología, Geografía, &c.)? Señala dos características comunes: 1ª Que cada una de ellas trata, no de todo el Universo, sino de una región o dominio de él, considerándola separada (abstracta) de las demás. El saber científico-positivo es un saber parcial. 2ª Que cada una de ellas ofrece este saber de un modo racional, no caprichoso, o arbitrario, o indemostrable. (Este es, al menos, el ideal de cada una de las ciencias particulares, pues, de hecho, no siempre se logra esta racionalización: de ahí las “crisis” y “revoluciones” acaecidas en el ámbito de las ciencias particulares).
Ahora bien ¿las ciencias positivas ofrecen un saber “seguro y objetivo” acerca del mundo? La respuesta es totalmente afirmativa. Damos por supuesto que dichas ciencias ofrecen un saber acerca del mundo (real o ideal). Pero algunos pensadores estiman que esto no es exacto: según ellos, las ciencias particulares no aportarían auténtico conocimiento de lo que son las cosas en sí mismas, sino únicamente una organización de ellas con intención utilitarista o pragmática. Dicen que, muchas veces, con teorías científicas que luego se han desechado, se han logrado resultados prácticos utilísimos: con la astronomía de Ptolomeo se predecían eclipses. Por eso los éxitos prácticos de una teoría científica, no son garantía de su verdad. El filósofo francés Enrique Bergsón llega a decir que la inteligencia científica, no sólo no descubre verdades, sino que falsifica la realidad fluyente con esquemas fijos, “congelándola” con fines utilitarios.
Gustavo Bueno reconoce que en esta visión de la historia de la ciencia hay un punto de razón: “Hay un punto de razón en esta interpretación de las ciencias positivas, a saber, que la racionalización conseguida en regiones parciales es posible solo a costa de mantener los principios en la penumbra, dándolos por supuestos, pero sin aclarar su significación” (página 7).
¿Ejemplos? Gustavo Bueno ofrece por lo menos el ejemplo de la biología y el de la física: “El biólogo logra racionalizar el campo de los seres vivientes, sin saber qué es el vivir”. “El físico, logra racionalizar el campo de los seres corpóreos, sin saber qué es la materia”.
Gustavo Bueno está ya prefigurando a la filosofía como el saber de Ideas que atraviesan varias ciencias, así la Idea de vida o la Idea de Materia, que no son ya propias de las ciencias particulares y positivas, sino de la filosofía, en concreto, del Materialismo Filosófico. Pero, después de los ejemplos aportados, se refiere a la filosofía reciente en esos años de Edmundo Husserl: “Por eso se dice, con Edumndo Husserl (1859-1938) que las ciencias particulares tienen supuestos, principios o hipótesis que les sirven para explicar todo, pero que ellas mismas permanecen inexplicadas”. Gustavo Bueno dirá más tarde que la filosofía y la filosofía de la ciencia no pueden ser una ciencia. Sin embargo a finales de los años cincuenta del siglo XX sigue remitiéndose a la fenomenología: “Husserl añade que la Filosofía busca un saber científico sin supuestos” (página 7).
3) El saber religioso es un saber acerca de Dios, como persona infinita y, por tanto, dominadora del Mundo y presente –ubicua– a todas las partes de la Naturaleza. ¿Se refiere este saber a todas las cosas? Sí, pues tal como se define, al saber religioso le es esencial, a través de Dios, referirse a todas las cosas, es decir, tener una visión del Mundo en su totalidad, tanto en extensión cuanto en profundidad.
Pero este saber, el saber religioso, ¿es racional? No lo es, no lo es como lo es el saber científico –sin que por ello haya que pensar que el saber religioso sea irracional–. Hay que decir que es un saber suprarracional, o praeterracional.
Gustavo Bueno explica: “Pues el saber religioso se funda, no en la razón, edificada sobre los datos sensoriales, sino en la Revelación, en la manifestación de la divina personalidad, cuya autoridad suprema justifica la Fe –que ya no será “fe humana”, sino “fe divina” (página 7)
Las dos características del saber religioso que se oponen a las propiedades reconocidas al saber científico-positivo son 1ª que el saber religioso, a través de Dios, se refiere a todo el Universo, y no a alguna región parcial de él, 2ª que el saber religioso no es racional, sino que se funda en la Fe.
Gustavo Bueno se encuentra pues ante la Teología revelada ¿qué afirma al respecto en esta época de preparación del materialismo filosófico? Pensaba que la “Teología revelada es una forma del saber religioso que demuestra sus proposiciones a partir de los principios o artículos de la Fe, y en este sentido debe decirse que la Teología es ciencia; pero, en todo caso, estos principios difieren de los científicos-positivos en que son misteriosos y revelados, y no evidentes o construidos arbitrariamente (postulados) por el hombre” (página 8).
Consciente de la dificultad de concebir lo que es el saber religioso, don Gustavo Bueno tiene que hacer las siguientes precisiones: “Damos por supuesto que la religión es un saber (aunque no sólo es saber; es también actividad volitiva y afectiva). Sin embargo algunos pensadores pretenden que la Religión no es, en modo alguno, una forma de saber, sino únicamente una moral y que los mismos dogmas son, más que enseñanzas sobre Dios, el Hombre y el Mundo, alegorías de preceptos morales. Así lo pensó B. Spinoza (1632-1677) en su Tratado teológico-político. Otros sostienen que lo esencial de la religión es un sentimiento de dependencia, de temor o incluso de amor, siendo el saber dogmático algo accidental y subsidiario en la vida religiosa. Esto fue lo que enseñó el “modernismo”, condenado por San Pío X en la Encíclica Pascendi (1908). Consustanciales con la religiosidad son ciertos actos de conocimiento –si bien de naturaleza muy diferente a la del conocimiento racional– que constituyen la esencia de la Fe. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) demuestra por ello que la Fe es virtud del entendimiento (Summa Teológica, Secunda secundae, 9, IV)” (página 8).
III
Definición coordinativa
Una vez explicados estos tres tipos de saberes relacionados con el saber filosófico, Gustavo Bueno define, por fin, lo que entiende por Filosofía.
Ahora bien, para ello también ha tenido que establecer las características del saber científico-positivo y las del saber religioso ¿Por qué? ¿Para qué? Porque para Gustavo Bueno la Filosofía sólo se puede definir “coordinativamente”, valiéndose, “como si fueran coordenadas”, de los conceptos mismos del saber científico-positivos y del saber religioso, es decir, Gustavo Bueno, al inicio de su Filosofía, recurre a un “método” general científico para entender lo que sea la Filosofía. Gustavo Bueno, para proceder a una definición de la Filosofía se obligado a recurrir a un método o Idea de la ciencia: las coordenadas, y, a su vez, a lo que la ciencia o filosofía de la ciencia entiende por “definición”. La ciencia dispone de tres procedimientos para organizar sus ideas, proposiciones y razonamientos, a saber, la Definición, la División y la Demostración.
Recurre, por tanto, Gustavo Bueno a un tipo de definición científica de las dos generales que considera: la definición coordinativa.
Veamos, por tanto, en qué consiste la definición coordinativa y las leyes de la definición: definir un concepto o idea, en este caso “Filosofía”, es literalmente marcar los límites que tiene, es decir, describir la composición de este concepto y su posición en el conjunto de los demás conceptos. Hay varios métodos para definir un concepto, y, por tanto, distintas clases de definición. Y las tres más importantes son: 1ª las definiciones coordinativas –la usada para definir la Filosofía–, 2ª la definición absoluta por la extensión, y 3ª la definición absoluta por la comprensión (connotación).
La definición coordinativa consiste en marcar los límites de una esencia mediante la determinación de las relaciones que guarda con unas ideas distintas de ellas, consideradas como distintas y que se llaman coordenadas. ¿Ejemplo? Por ejemplo definimos la circunferencia como el conjunto de todos los puntos que guardan, respecto de uno dado, la misma distancia. Las definiciones por “lugares geométricos” son definiciones coordinativas. Podemos comprobar aquí ya la forma de pensar de teoría del cierre categorial y de las definiciones propias del materialismo filosófico maduro de Gustavo Bueno: si le añadimos la idea de la operatividad material de cómo se construye el círculo en la realidad obtenemos la forma básica de la construcción de la identidad sintética. Por tanto fue en la misma primera concepción de la Filosofía cuando Gustavo Bueno pone en marcha de forma implícita su concepción de la verdad como identidad sintética.
Sin embargo, Gustavo Bueno rechaza el tipo de definiciones absolutas, por denotación o por connotación, para la Idea de la misma Filosofía. Las definiciones absolutas, que describen al concepto por la estructura que tiene en sí mismo considerado. La definición absoluta por extensión enumera todos los “inferiores “de un concepto, que lo habríamos definido por la extensión. Ejemplo: “Los apóstoles fueron: Pedro, Judas, Santiago, Juan, &c.”. Un inconveniente para que este tipo de definición sirva para definir “Filosofía”: pero si las extensiones son indefinidas nunca podemos asegurar que hemos terminado la enumeración (de filósofos o sus escuelas).
Ahora bien, se podrá objetar, como se hace en la ciencia matemática que se puede resolver ese problema de las enumeraciones indefinidas. Sería posible una definición absoluta extensional y abstracta cuando logramos indicar las condiciones de igualdad entre un “inferior” cualquiera y otro dado. Pues los inferiores de una clase son iguales o semejantes entre sí (respecto de esta idea). Por lo que si conocemos un inferior e indicamos el criterio de igualdad de todos los demás objetos con el inferior dado, tendremos enumerados virtualmente todos los inferiores o extensión. Tampoco es apreciado como adecuado por Gustavo Bueno pues es imposible encontrar ese criterio entre todos los filósofos o escuelas filosóficas. Para las matemáticas sí. Por ejemplo es el caso de las definiciones por abstracción: definición por abstracción del número 3 a partir de su extensión, que son los tríos: “El número 3 no es un trío, sino una propiedad de un trío de objetos concretos, v. gr.: un lapicero, una pluma y una regla. En matemáticas podemos dar un criterio de igualdad, cosa imposible en Filosofía, y decir que son iguales al trío dado todos los conjuntos de objetos cuyos elementos pueden coordinarse biunívocamente (hacerse corresponder uno a uno) al trío dado. Y entonces poder decir –en Matemáticas– que “el número 3 es el conjunto de todos los conjuntos coordinables biunívocamente a un trío.” También son definiciones absolutas extensionales las definiciones recursivas o por recurrencia, por ejemplo los números naturales 1, 2, 3, 4,… se obtienen sumando una unidad al anterior. Tampoco es el adecuado para definir la Filosofía.
La tercera forma de definición es la definición absoluta por comprensión, bien sea definiendo notas accidentales o propiedades (“el potasio es un metal que flota sobre el agua”) o descubriendo sus partes esenciales, tanto metafísicas –es decir, partes que no pueden separarse realmente (como el género de la diferencia)–, como físicas (por ejemplo, los órganos en el cuerpo). Las definiciones esenciales son definiciones connotativas, en las cuales se constituye una idea indicando el género próximo y la diferencia específica, por ejemplo una definición tal sería “Hombre es un animal racional”, “Triángulo es un polígono de tres lados.”Estas definiciones se llaman definiciones por clasificación, ya que consisten en una clasificación de la idea a definir (hombre, triángulo) en el género (animal, polígono), indicando la diferencia específica (racional, trilátero).
Este tipo de definición connotativa tampoco es útil para definir la Filosofía, ¿cómo podría serlo?
Ahora bien la definición coordinativa de la Filosofía sí debe cumplir, como toda definición válida, las leyes de la definición. La definición consta de dos miembros: el “definiendum” o idea que va a ser definida, en este caso la Idea de Filosofía, o por ejemplo, la de triángulo u hombre. La propia “definición” o conjunto de ideas que sirven para definir al definiendum.
Y las leyes fundamentales a que ha de ajustarse una buena definición son las siguientes:
1ª Que la definición se refiera a todo y sólo a lo definido.
2ª Que la definición sea más clara y distinta que lo definido.
3ª Que lo definido no entre en la definición.
¿Cuándo una idea se llama “distinta”? Cuando esa idea se diferencia de las demás ideas. ¿Cuándo una idea se llama “clara”? Cuando en esa idea se distinguen fácilmente sus partes. Aquí Gustavo se apropia de la filosofía o ciencia de Descartes, filósofa, tan criticada por otras cuestiones. Puede haber ideas distintas y no claras (o sea, oscuras), por ejemplo, podemos tener una idea distinta de la Química, pero oscura (al no distinguirse fácilmente sus partes).
IV
Definición de Filosofía
Una vez determinada en qué consiste una definición coordinativa podemos ya, según Gustavo Bueno, proceder a realizar la definición de la Idea “Filosofía”: “Diremos que la Filosofía es una forma de saber intermediaria entre el saber positivo racional y el saber religioso preterracional” (página 9).
Seguidamente prosigue definiendo “Filosofía” :“La Filosofía es una forma de saber que busca la visión racional de la totalidad del Universo. La Filosofía, en efecto, es una forma de saber que se dirige, no ya a una región parcial del universo, como las ciencias positivas, sino a su totalidad, como el saber religioso; pero, al propio tiempo, la Filosofía quiere alcanzar este saber total, hasta le sea posible, no por la Fe divina, como la religión, sino a partir de principios naturales, racionalmente, como las ciencias particulares” (página 9).
La definición coordinativa de la Filosofía de Gustavo Bueno a finales de los años cincuenta del siglo XX puede representarse, por tanto, con el siguiente esquema:
Saber religioso
FILOSOFÍA
Saber científico-positivo
Saber vulgar
¿Qué intenta conocer la Filosofía? La Filosofía intenta conocer la totalidad “en profundidad” de las cosas. ¿Cómo se le revela, entonces, la Filosofía? La Filosofía se le revela a Gustavo Bueno como “ciencia de las últimas causas”, en este sentido.
Ahora bien, la Filosofía se revela también como una “concepción del mundo” cuando persigue comprender la totalidad “en extensión”.
Por lo que, en esta época, cuando no ha construido todavía su filosofía de la religión del “animal divino” la Filosofía se ve “oprimida” por un saber religioso que la obliga a considerarla, en cierto sentido, como una “ciencia “metafísica y, cuando es considerada desde el punto de vista de la extensión de sus temas, como una “concepción del mundo”. Aunque, sin tener todavía construida su teoría del cierre categorial, sí se aprecia ya que la Filosofía tiene que surgir de la ciencia-positiva.
Sin embargo, Gustavo Bueno es consciente de los dos errores principales y típicos cuando intentamos concebir el saber filosófico o Filosofía.
V
Los dos errores y desviaciones principales y típicas
La Filosofía, por tanto, tiene una posición intermediaria entre dos tipos de saberes que pueden “desnaturalizarla”, que pueden “desviarla”, que la oprimen. La Filosofía está, podríamos decir, “oprimida” o en peligro constante. Habría que liberarla o protegerla permanentemente, pero esa liberación se verá con más claridad en las décadas siguientes. Es importante resaltar, no obstante, que la liberación no será sólo por la opresión del saber religioso, sino también por la opresión del saber científico-positivo. Pocos se han dado cuenta de ello, pero el Materialismo Filosófico es un saber secundario no sólo respecto a las ciencias positivas, sino también respecto al saber religioso.
La “vida del espíritu humano” cuenta con la posición intermediaria de la Filosofía. Esta posición intermediaria de la Filosofía (ver esquema ut supra) en la vida espiritual (cultural) explica, aunque no justifica, que la definición del saber filosófico o Filosofía se incline hacia alguno de los extremos que la limitan: las Ciencias Positivas y la Religión. Resultan, así, dos desviaciones típicas en la definición de la Filosofía a las cuales se las debe dar respuesta.
Primera desviación: la desviación “cientificista”.
Segunda desviación: la desviación “fideísta”.
La desviación “cientificista”: La concepción cientificista de la Filosofía significa lo siguiente: “cada ciencia particular ilumina, efectivamente, tan solo una parcela o región del Universo; pero todas las ciencias particulares juntas, abarcarán o cubrirán la totalidad del Universo. Luego, para esta desviación, la Filosofía no es otra cosa sino la Enciclopedia de las Ciencias; la selección de los más importantes resultados de las Ciencias, mas la reflexión sobre la esencia misma de la Ciencia (Teoría de la Ciencia)” (página 10)
¿A quiénes se debe esta desviación cientificista de la Filosofía? Fue popularizada por los filósofos positivistas y “cientistas” del siglo XVIII y XIX. Gustavo Bueno señala especialmente a Augusto Comte (1798-1857) y al neopositivismo de la Escuela de Viena (Wittgenstein, Reichenbach, Carnap, &c.).
La desviación “fideísta”, propia de, indica Gustavo Bueno, de un teólogo y filósofo peculiar como Lamennais (1782-1854), que sostuvo con claridad el fideísmo. Y también menciona a Luis de Bonald (1754-1840) que enseñaba que todas las verdades que el hombre puede alcanzar proceden, por tradición, de las verdades reveladas por Dios al mismo hombre (tradicionalismo). Pero ¿qué significa el fideísmo? El fideísmo viene a decir lo siguiente: ya que la Fe divina es el saber que nos ofrece una visión completa del Mundo, bastará que nos apliquemos a desentrañar el contenido de este saber revelado para alcanzar la sabiduría filosófica.
Estas dos desviaciones merecen unas respuestas filosóficas. Gustavo Bueno, con ello está insistiendo en el carácter, no solo intermediario de la Filosofía, sino el carácter “critico” de la misma o, como se dirá más tarde, “pensar es pensar contra alguien”, es decir, hacer filosofía en pensar, responder, al pensamiento (sofista) de determinadas escuelas o “filósofos”.
La respuesta de Gustavo Bueno a la desviación cientificista fue la siguiente: “Es imposible elevarse a un conocimiento total del Universo por la agregación, como en un mosaico, de los conocimientos parciales propios de cada ciencia particular. Esta agregación dará lugar a una Enciclopedia, pero no a un Tratado de Filosofía. De hecho hay personas que saben de todo y se interesan por todas las cuestiones –son los polígrafos o los curiosos– pero que carecen de espíritu filosófico. El curioso, no es, por el hecho de serlo, un filósofo” (página 10).
Y el ejemplo utilizado es el de la perspectiva necesaria que hay que tener para conocer un territorio o el Universo: “Así como para dominar panorámicamente una comarca es preciso elevarse a un punto de vista superior, aun a costa de perder muchos e importantísimos detalles, así también, para abarcar la totalidad del Universo, es preciso elevarse a un punto de vista superior al de cada una de las ciencias particulares” (página 10).
Y añade, la característica filosófica, que siempre mantendrá, para no ser simplemente un “continuista” de la ciencia a la filosofía –que terminaría por reducirla al mínimo– y, de esa forma, liberarse del monopolio científico sobre el saber racional humano pues también está el saber filosófico: “Es evidente que el estudio de las conexiones entre una ciencias particulares y las otras, no puede pertenecer a ninguna de estas ciencias concretas, sino a una ciencia superior a todas ellas, que es la Filosofía” (página 11). Aunque no lo dice expresamente, Gustavo Bueno está usando la concepción clásica, griega, de Platón y Aristóteles, de lo que es la “Ciencia”, es decir, un saber seguro, racional, dialéctico, y no a la “ciencia moderna” con su método hipotético-deductivo.
Critica Gustavo Bueno, ya en estos momentos, a los científicos que hacen Filosofía sin el riguroso conocimiento de la filosofía. Aquí los denomina “curiosos”: “Es cierto que muchos curiosos, sin preocuparse de una estricta reflexión filosófica, logran cierta visión unitaria de las cosas: pero esto es debido a que improvisan una filosofía que, por estar hecha sin la reflexión debida, forzosamente es tosca, torpe y llena de errores” (página 11).
Entonces ¿Qué estudia la Filosofía? ¿Cuál es el objeto de estudio de la Filosofía? El objeto es doble: uno material y otro formal: “La Filosofía estudia, sí, la totalidad de las cosas del mundo: éste es su objeto material. Pero las estudias desde el punto de vista de su conexión y ordenación racional: éste es su objeto formal.” (página 11).
¿Cómo es posible esa ordenación racional? Gustavo Bueno anticipa aquí una de las Ideas fundamentales del Materialismo Filosófico, a saber, la Idea platónica de Symploké y también, ¿por qué no? Su realismo materialista:“Ahora bien: si es posible esta ordenación, es porque en las cosas residen ciertas realidades (por ejemplo: el ser, la unidad, la sustancia, etc) en virtud de las cuales la estructura unitaria de los objetos se nos hace inteligible” (página 11).
Las respuestas y las dos caras de las desviaciones
La desviación cientificista presenta, sin embargo, dos caras: “Tan grave error como el que hemos criticado –la reducción de la Filosofía a las Ciencias Particulares– es el error recíproco: la reducción de las Ciencias Particulares a la Filosofía.”Aquí se observa ya el carácter anti-metafísico de la filosofía de Gustavo Bueno aunque en esta obra de 1958 se ve obligado a “decir” cosas que aparentemente pudieran decir lo contrario. Leo Strauss{1} tuvo ocasión de dilucidar esta característica de leer entre líneas a los grandes filósofos o pensadores debido a la forma de decir (entre líneas) lo que querían decir de verdad para evitar la censura o la muerte (civil o física) por parte del poder político o del poder de, digamos, las costumbres populares, de los prejuicios establecidos en una determinada época.
Esta crítica velada a la metafísica del saber religioso, tan omnipresente en el franquismo realmente existente en esa época, se puede leer entre líneas en la frase siguiente de Gustavo en la obra “F6ºC”: “Piensan algunos pedantes que la sabiduría “por las últimas causas” reemplaza a las Ciencias Particulares. Aun cuando es cierto que la Filosofía ha promovido e inspirado en muchas ocasiones la investigación científico-positiva, también es cierto lo inverso. Aunque es posible llegar a importantes conceptos filosóficos “saltando” por encima de muchas “causas segundas”, científicamente establecidas, también ocurre con frecuencia que sólo el conocimiento de estas “causas segundas” es el que enriquece los conceptos filosóficos, que abandonados a sí mismos, peligran en convertirse en puras vaciedades.” (página 11).
Gustavo Bueno reconoce el valor filosófico de los conceptos metafísicos u ontológicos, pero defiende la rigurosidad de las ciencias como origen objetivo de las Ideas filosóficas.
Y sigue añadiendo al respecto: “El contacto entre la Filosofía y las Ciencias Particulares debe ser constante y mútuo, sin que esto signifique que la Filosofía sea serva scientiae. Pero las Ciencias Particulares dan material siempre nuevo a la meditación filosófica y amplían el campo de la Filosofía. En modo alguno lo restringen. Dan también ocasión al filósofo para considerar que la Filosofía no es sabiduría terminada, sino que el filósofo, como su nombre indica, es “amante de la sabiduría” (filos= amor; sophia = sabiduría), pero no sabio” (página 11).
Gustavo Bueno ya distingue aquí a la Filosofía de la Ciencia y de la Teología, distinguiendo ya su concepción de la filosofía de la de, por ejemplo, Mario Bunge o de Edmundo Husserl. Además subraya que la Filosofía no deja de ser una actividad, una investigación racional sobre cualquier tema importante para las sociedades humanas, sin ser comparables a una sabiduría que no se pone a prueba alguna y que debe aceptar por el principio de autoridad o de utilidad sin más. La filosofía no es la sofística ni el filósofo e el Sabio (oriental o no).
La respuesta de Gustavo Bueno a las teorías fideístas es la siguiente y no de menor importancia y rotundidad. Las teorías fideístas, recordemos, es la reducción de la Filosofía a la Fe. Y es por ello que, reduciendo la Filosofía al saber más grande, al religioso o divino, cree, con ello, dar una mayor importancia y relevancia social a la Filosofía. Pero olvidan que el querer saberlo todo o probarlo todo es como no probar ni saber nada. De nuevo el principio de Symploké ejercitado en la obra de don Gustavo Bueno: “quien prueba demasiado, no prueba nada” (qui nimis probat, nihil probat)” (página 11).
Gustavo Bueno lo afirma con rotundidad en “F6ºC”: “En efecto: si no admitimos la posibilidad de un saber filosófico, racional, porque pensamos que todo saber referente al Mundo en su totalidad, es de tipo religioso, será porque desconfiamos del vigor del entendimiento humano para elevarse a estos conocimientos. Con esto, atentamos contra el propio espíritu religioso, que enseña que el entendimiento, en cuanto obra de Dios, y semejante a Él, ha de ser capaz de cumplir la empresa que le es más adecuada” (página 12). Utiliza aquí Gustavo Bueno a la misma teología para justificar lo inadecuado de la desviación fideísta.
Ahora bien, al igual que sucede con la reducción cientificista de la Filosofía, también en la reducción fideísta se produce el error recíproco de reducir la Religión a la Filosofía y descubre este error en el Gnosticismo y las filosofías de Hegel y Schopenhauer:
“Tan grave error como el expuesto –reducción de la Filosofía a la Religión– es el error recíproco: Reducción de la Religión a la Filosofía, que es lo que pretendió hacer el “Gnosticismo”, en el primer siglo de nuestra cosa, y después, los filósofos alemanes del “Idealismo”: Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831) y Arturo Schopenhauer (1788-1860), para quien la Religión era una “Metafísica del pueblo”, una filosofía en imágenes alegóricas para que las gentes no ilustradas alcanzasen los conocimientos metafísicos indispensables” (página 12).
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{1} Leo Strauss, Persecution and the Art of Writing, The Free Press, Chicago 1952. (La persecución y el arte de escribir, Amorrortu,2009, Buenos Aires, Argentina.)