El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 206 · enero-marzo 2024 · página 13
Artículos

Amelia Azarola Echeverría (1907-1994)

Jeroni Miquel Mas Rigo

Aproximación biográfica a una mujer ejemplar: dirigente estudiantil contra la Monarquía, doctorada en Medicina, viuda de Julio Ruiz de Alda, uno de los héroes del Plus Ultra, cofundador de Falange Española, y que fue una víctima más de las dos Españas

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Amelia Azarola Echeverría{1} nació el 29 de enero de 1907, en Santesteban (Navarra), hija de Emilio Azarola y Gresillón (1872-1964) y de Escolástica Echeverría Irigoyen.  Su padre, ingeniero de caminos, fue elegido alcalde de Santesban, como resultado de las elecciones del 12 de abril de 1931. Ese mismo año, fue elegido diputado a Cortes, en las listas del Partido Republicano Radical Socialista, por la circunscripción de Navarra. En el gabinete de Portela Valladares (31-XII-1935/19-II-1936), fue jefe de la Secretaría Particular y Política de su hermano Antonio, contralmirante y ministro de Marina. Y, desde mayo de 1936 hasta octubre de 1942, fue ingeniero director de la Junta de Obras del Puerto en Santa Cruz de Tenerife.

A Amelia, en 1925, se le expidió el título de bachiller, grado que había cursado en el Instituto General y Técnico de Guipúzcoa. Estudió Medicina en Madrid (1925-1931), y fue becaria de la Residencia de Señoritas, que dirigía la pedagoga y feminista María de Maeztu. Ocupó cargos en la Asociación Profesional de Estudiantes de Medicina: vicepresidenta en 1927 y tesorera en 1928.  Ella y sus compañeras Aurora Riaño y Emilia Ceroso cortaron la cabeza a una figura que había de Alfonso XIII, hecha por José Luis Benlliure. Esto dio lugar a que las metieran en la cárcel y sus compañeros, en solidaridad, hacían cola para llevarles chocolates.{2}

Se dice que cuando se proclamó la República, el 14 de abril de 1931, fue la que portó la bandera republicana, en nombre de los estudiantes, en el relevo de San Bernardo a la Puerta del Sol. Ese mismo mes, y a raíz de los «sucesos de San Carlos», firmó como miembro de la Comisión elegida en representación de los alumnos de Pediatría, el acuerdo de no asistir a clase por «la actitud antiuniversitaria e indigna del profesor Suñer{3} con los alumnos de quinto curso de Medicina» (El Heraldo de Madrid, 18-IV-1931).

El 23 de octubre de 1931 se había casado con Julio Ruiz de Alda Miqueleiz,{4} que acababa de cumplir 34 años, de buen carácter, simpático y gran organizador; artillero y aviador que, en 1926, juntamente con Ramón Franco, Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada realizaron, en el hidroavión Plus Ultra, el trayecto de Palos de la Frontera a Buenos Aires. Esta hazaña significó que fueran conocidos como los «héroes del Plus Ultra» y se le otorgó el nombramiento de gentilhombre de cámara del Rey. En 1931, era candidato a diputado por Navarra, en las listas del Centro Constitucional de Francesc Cambó y Gabriel Maura; pero, al final, no llegaron a celebrarse las elecciones por la proclamación de la Segunda República. En 1933, fue, con José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, y en 1935, tras la escisión de Ramiro Ledesma, presidente de su Junta Política. En 1933, nació su único hijo, Juan Antonio.{5}

En 1934, Amelia defendió su tesis doctoral sobre «Asimilación del ácido láctico: investigación experimental sobre origen, absorción, toxicidad, tolerancia y destino del ácido láctico en el organismo animal.» Su director de tesis fue el catedrático de Fisiología, Juan Negrín{6}, que la consideraba su alumna predilecta y demostraba tener mucho afecto por Amelita. Como escribe Mariano Ansó, ministro de Justicia en el primer gobierno de Negrín:

«El doctor Negrín era catedrático de Fisiología en la Facultad de Madrid y diputado socialista muy influyente, aunque todavía más conocido como científico que como político. Tenía varios discípulos predilectos, entre ellos Méndez, Valdecasas y Amelia Azarola. Nadie como yo pudo conocer el afecto y el interés que tuvo por esta discípula […] Profundamente unida a su marido, muy pronto hizo participar a éste del afecto a su maestro, el doctor Negrín, creándose entre los tres una corriente de amistad cada día más firme. […] Y por vez primera me habló [Negrín] de su amistad con mi paisano Julio Ruiz de Alda, a quien consideraba su ángel guardián. La conversación se hizo larga y confianzuda, casi agotamos el tema, de lo personal pasamos a lo políticos y en este terreno me hizo confidente de la simpatía personal con que miraba a luchadores como José Antonio y Ruiz de Alda, llenos de generosidad y patriotismo, aunque extraviados en sus tendencias y métodos, infinitamente más extranjerizantes de lo que ellos pensaban.

Siguiendo en este tono me hizo saber, con las reservas del caso, que Prieto había sido objeto por parte de José Antonio de discretos avances, imposibles de corresponder. En cuanto a su relación con Julio Ruiz de Alda, no pasaba de lo personal, aunque con raíces profundas e indestructibles.»{7}

Por su parte, Julián Zugazagoitia Mendieta, director de El Socialista, y que sería ministro de la Gobernación, en el mismo gabinete que Ansó, relata que Negrín le informó que:

«Esa persona, que Primo de Rivera cortejaba a distancia, era Indalecio Prieto […]. Parece que él había sido la persona a quien los falangistas, utilizando como vehículo a una discípula suya [se trata, aunque no la mencione, de Amelia Azarola], se habían dirigido tratando de conquistarle y conquistar a Prieto para su movimiento. Esa misma discípula de nuestro camarada, a quien profesaba un sincero afecto, le tuvo avisado de que existía el propósito de atentar contra su vida […]. Siempre he creído que el apasionamiento de Negrín […] procedía de los informes más o menos concretos que pudo obtener de aquella discípula suya, que, habiendo figurado en los cuadros más liberales de los estudiantes de medicina, se había unido, inmediatamente después de su casamiento, a las ideas falangistas de su marido que habían de ocasionarle luto de viudez y prisión de sospechosa. Me consta de ella que sigue conservando por su profesor la misma devoción de siempre, lo que es bien lícito, ya que él le testimonió, durante el tiempo de su cautiverio, un afecto por encima de toda clase de molestias.»{8}

En junio de 1936, en el seno de la Junta Política de Falange había dos corrientes de opinión, con relación a la invitación que habían recibido de sumarse a la rebelión militar contra el gobierno del Frente Popular. Así lo relata Manuel Valdés:

«Una pesimista, encabezada por Julio Ruiz de Alda, en el sentido de que todo se nos había ido de las manos. Y, en contra, otra, mantenida personalmente por mí, que partía del principio de que era necesario ir al Movimiento porque nuestra gente, nuestra base, participáramos o no participáramos, irían de todas formas al movimiento.»{9}

Según un autor argentino (que, más tarde, sería secretario particular de Juan Domingo Perón):

«La opinión refrendada por Julio se mostraba partidaria de una demora en el Alzamiento, “hasta tanto quedase asegurado nuestro predominio y participación preponderante de nuestras fuerzas ante las demás organizaciones armadas”.»{10}

El 17 de julio de 1936, víspera del golpe de Estado, Amelia almorzó con Alejandro Gómez Spencer,{11} su esposa italiana y Liliana Ferlosio, también italiana y esposa del escritor maurrasiano Rafael Sánchez Mazas (uno de los líderes de Falange que, al principio, más influencia intelectual ejerció sobre José Antonio Primo de Rivera; después, este se fue radicalizando, abandonando el corporativismo de corte fascista por un sindicalismo integral, que guarda mucho parecido con la  «corporación propietaria» del filósofo italiano Ugo Spirito).

Cuatro meses antes, su marido había sido detenido, junto a José Antonio y los demás miembros de la Junta Política que fueron hallados, por orden gubernativa, y Amelia trabajó de un modo incansable como enlace entre los presos de Falange y el mundo exterior y, según su cuñado Pablo, sacaba

«diariamente de la cárcel Modelo órdenes y artículos introduciendo en ella noticias y pistolas [sic] que entregaba a Julio. Por su orden se veía precisada a realizar las más diversas tareas relacionadas con aquella heroica Falange, y, por ejemplo, en más de una ocasión pagó el importe de la edición del No Importa{12} que, como dato interesante hacemos constar, ascendía a 600 pesetas.»{13}

Amelia vio por última vez a su marido el 28 de julio de 1936, y le transmitió que su padre había obtenido de un personaje del Frente Popular su libertad. El aviador respondió:

«–Habrás logrado también la libertad de los otros.
–Sólo he conseguido la tuya.
–En este caso guárdala. Yo no puedo traicionar a mis camaradas.»{14}              

Ese día Julio le confesó a Amelia que:

«Preveía que la Falange iba a quedar sin mandos y que sus enemigos de la derecha y de la izquierda intentarían infiltrarse en ella. “¡Que no se deje arrastrar la Falange, que guarde fielmente su estilo y su doctrina!”, insistía.

Y en el complejo de los problemas nacionales que debía resolver la Falange, estas dos constituyeron sus últimas preocupaciones. El problema del obrero y de su justicia social, y el de la redención del campo, de este campo español que él tanto amaba.»{15}

Días después, el 22 de agosto de 1936, a la tarde, se produjo un incendio en la leñera de la tahona de la Cárcel Modelo y, a la vez, desde una casa inmediata se hicieron disparos de ametralladora sobre el patio de la primera galería (destinada a militares), por el que estaban paseando los reclusos, siendo alcanzados algunos que murieron instantáneamente y otros resultaron heridos.{16} Seguidamente los milicianos, en su mayoría anarquistas, asaltaron la prisión. Julián Zugazagoitia relata que:

«Ruiz de Alda fue otra de las víctimas. A éste lo ejecutaron en el patio.{17} Durante el trayecto no escatimó su opinión. Abrumó con inventivas a los que lo conducían. Repelió alguna agresión, y ya en el patio, mientras los fusileros corrían sus cerrojos, siguió gritándoles su desprecio. La escena impresionó a cuantos la vivieron. Fuerte, buen tipo [medía 1,80 m.], arrogante siempre, pero más arrogante en aquel momento, su figura imponía respeto. Antes de que la muerte se le fuese encima tuvo tiempo de gritar su nombre y filiación. Con la descarga, el furor le envió unos epítetos más groseros que injuriosos. No los merecía. Su mujer, Amelia Azarola, conoció la muerte de su marido estando ella, a su vez, prisionera. He oído decir, sin que responda de la veracidad del dato, que como quien le hiciese la notificación pusiera en ella cierta complacencia, la mujer se hizo de esparto, y seca, sin una lágrima, respondió:

—Ruiz de Alda tiene un hijo, que será digno de él y le sabrá vengar.

La respuesta no es inverosímil en Amelia Azarola, que tiene una fortaleza moral envidiable, que le prohibió por el tiempo que estuvo en la cárcel producir la menor queja cerca de sus amigos, que los tenía, y en la oportunidad, poderosos.»{18}

Se dice que, desde entonces, Amelia Azarola siempre vistió de luto. También se ha dicho que esa muerte influyó en la decisión de Ramón Franco, que estaba de agregado aéreo en Washington, de pasarse al bando de su hermano Francisco. Ramón solo sobreviviría a su amigo dos años, falleciendo en extrañas circunstancias en las aguas de Formentor (Mallorca).

Días antes, el 4 de agosto, su tío Antonio Azarola, contraalmirante y comandante de la base naval de El Ferrol, había sido fusilado por los sublevados, después de un juicio sumarísimo, por no haberse adherido a la rebelión militar contra el Gobierno del Frente Popular.

Amelia fue detenida el 28 de julio de 1936, por orden del director general de Seguridad, sin que la Policía practicase ningún registro en su domicilio. Ingresó en el Asilo de San Rafael, Madrid, habilitado como cárcel de Mujeres. El día 5 de febrero de 1937, Jesús Galíndez visitó un grupo de presas vascas, entre ellas se hallaba

«Amelia de Azarola, viuda de Julio Ruiz de Alda, el segundo jefe de Falange española, muerto en el asalto a la Cárcel Modelo el día 23 de agosto{19}. Muy pocos días antes había sido detenida su esposa, por el mero hecho de serlo; ya que su filiación política izquierdista era bien conocida por todos. Afiliada a la FUE, organización estudiantil avanzada, en cuyas filas había luchado activamente en las contiendas de la revoltosa Facultad de Medicina, para nadie era un secreto la divergencia política estridente del matrimonio, lo que no era obstáculo para que estuvieran profundamente enamorados. Amelia fue llevada a la cárcel del Conde de Toreno, de la cual pasó después a la del Asilo de San Rafael. Allí la conocí a primeros de 1937; aún no sabía la suerte corrida por su esposo y de momento no osé comunicársela; meses después sería yo mismo quien se lo dijera».{20}

En la declaración prestada el 8 de febrero de 1937 (expediente núm. 476, de 17 de enero de 1937, por el delito de desafección al régimen republicano),{21} manifestó que:

– no pertenecía a ningún partido político;

– no había hecho propaganda de ninguna clase ni en pro ni en contra del régimen republicano.

– no tenía conocimiento de la sublevación y que su marido, uno de los jefes de Falange, tampoco tenía conocimiento de la dicha sublevación.

Antes de firmar la declaración, hizo constar que: «en sus exposiciones públicas ha defendido siempre su criterio republicano.»

Benito Hilario, presidente del Comité de Vecinos, que era a su vez el portero del inmueble, manifestó que Amelia nunca hizo actividad ni comentario alguno en contra del régimen constituido. Que en las conversaciones que con ella sostuvo se manifestó siempre en sentido francamente izquierdista. Por su parte, la Dirección General de Seguridad, a instancias del juez, informó que el ministro Irujo dirigió al director general un telegrama en el que decía que estaba dispuesto a recibir en su casa a Amelia por ser hija de un diputado republicano al cual le unen relaciones personales.

La detenida, el 4 de marzo, pidió al Juzgado que se solicitase declaración a los ministros Negrín (Hacienda) e Irujo (sin cartera) sobre: «Actuación política y actividades de la misma esfera que conocen o puedan conocer de la que suscribe». El juez mandó un exhorto al Juez de Instrucción Decano de Valencia para que se tomase declaración a los ministros.

Manuel Irujo declaró por escrito que Amelia Azarola:

– Era hija del ingeniero y diputado radical-socialista Sr. Azarola, conocidos ambos, tanto en el País Vasco como en Madrid, en concepto de personas de significación izquierdista.

– Que, casada con Julio Ruiz de Alda, conservó su significación contraria a la de su marido. A ello condujo a Amalia Azarola su educación en la Escuela Libre, cuya influencia siguió después de casada.

– La distancia del modo de pensar de ambos era notoria y expresiva, hecho del cual responde el informante de ciencia propia como testigo de vista que presenció las conversaciones y tomó parte en ellas. [Irujo era amigo del matrimonio].

– Que podía asegurar sin temor a equivocarse que Amelia Azarola no fue fascista jamás; que nunca tuvo contacto con esa organización, que no participó de las actividades de su marido; y que ni directa ni indirectamente tomó parte en la preparación y desarrollo del movimiento de subversión.

Concluyendo que: «Afirmo pues, con arreglo al sentir de mi conciencia, que Amelia Azarola no puede ser reputada como desafecta al Régimen».

Negrín también declaró por escrito que Amelia:                                

– Cursó la asignatura de Fisiología de la cual él era catedrático en el curso académico 1927-1928. Trabó íntima amistad con ella por su presencia habitual en el laboratorio de la Facultad.

– Fue una de las organizadoras de las Federaciones universitarias estudiantiles, colocándose siempre en la vanguardia de los grupos liberales juveniles que representaban la opinión izquierdista de la política. Cree incluso que ocupó cargos en las juntas directivas de estos organismos.

– Que su matrimonio con Ruiz de Alda no influyó en sus ideas políticas y que simpatizaba con todo lo que representaba lealtad para la República instaurada el año 1931. Siempre manifestó que su unión conyugal no suponía para ella una abdicación en la manera de pensar.

– Que estima un deber testimoniar que Amelia Azarola merece en su concepto todo nuestro respeto, y que duda que nadie pueda culparla de actividades políticas contra el régimen, ni demostrar relación alguna con la sublevación militar.

– Que su padre, ingeniero en Tenerife, y su tío Vicealmirante en El Ferrol han sido víctimas de la persecución por los rebeldes.

A la vista de las referidas declaraciones, la fiscal del caso, en la vista oral, retiró las acusaciones y el Tribunal dictó sentencia absolviendo a la inculpada. Seguidamente, se extendió mandamiento de libertad al director de la prisión, pero Amelia siguió presa gubernativa; pues el nuevo delegado de Orden Público, un comunista llamado Cazorla, acostumbraba a retener como presos gubernativos a muchos absueltos por los tribunales. Mientras Irujo trabajaba en Valencia para poder canjearla; Jesús Galíndez, que sin duda se sentía atraído por esa mujer singular, se dedicaba en Madrid a

«visitarla en la cárcel, matando un rato sus horas de aburrimiento y desesperación. Fue una de aquellas mañanas cuando al fin la [sic] confesé que su marido había sido asesinado, su reacción fue serena.

Había transcurrido casi un mes desde su absolución, estábamos a 26 de abril, cuando un golpe de teléfono anónimo me transmitió este recado: «De parte de su amiga Amelia, que vaya a verla a su nuevo domicilio; vive ahora en la Ronda de Atocha.

El aviso era bien claro. Amelia había sido sacada de la Cárcel de Ventas y llevada a los calabozos secretos que, en el antiguo convento de la Ronda de Atocha 21, tenía el delegado de Orden Público. […] en el acto llamé a Valencia, comunicando a Irujo lo que ocurría. Al siguiente día llamaba a su vez el ministro; Amelia estaba perfectamente bien, instalada en la Prisión modelo de Alacuás, donde el Gobierno hospedaba con mimo a las mujeres canjeables; su paso por la Ronda de Atocha fue el apeadero para tomar el vehículo que la condujo a Valencia.»

En nota a pie de página, Galíndez añade:

«Amelia de Azarola fue absuelta el día 29 de marzo de 1937, el 26 de abril fue traslada a la Prisión de Alacuás, donde permaneció en calidad de reclusa distinguida y médico del establecimiento hasta el otoño de aquel año. En esta época fue libertada por el Director General de Seguridad, y trasladó su residencia a Barcelona, bajo la custodia protectiva de un agente de policía; ningún incidente la ocurrió, y pocos meses después era canjeada y marcha a Nabarra. Posteriormente, he tenido cartas de agradecimiento por nuestra conducta.»{22}

El 7 de julio de 1937 fue traslada a la Cárcel de Alacuás (hoy, Alaquàs, en Valencia). En Alaquàs coincidió con Pilar Millán Astray (hermana del fundador de la Legión), Margot Larios y Carmen Primo de Rivera (la cuñada y la hermana de José Antonio), Pilar Jaraiz Franco (sobrina del Generalísimo) y Rosario Queipo de Llano (hermana del general).{23} Según Amelia, la vida en ese establecimiento destinado a presas en espera de ser canjeadas, se deslizaba apaciblemente, con las comodidades de un hotelito. «Se nos trata con tal corrección, que en ocasiones olvidamos nuestras condiciones de reclusas.»{24} Amelia, que se encargaba de la enfermería y daba charlas de puericultura, era muy respetada por el director de la prisión e influía sobre él para que la reclusión resultara más benigna para las presas, y curó de meningitis a un hijo recién nacido de Pilar Jaraiz.{25}

En otoño de 1937, después de pasar quince meses encarcelada, Julián Zugazagoitia Mendieta la puso en libertad. Sin embargo, como especifica Galíndez, siguió bajo la custodia de un «agente protectivo» hasta que fue canjeada. Zugazagoitia escribe:

«Uno de sus valedores más constantes fue Irujo, que acabó consiguiendo para ella un canje, después de haber logrado su libertad. Casi afirmaría que, a pesar de la herida inmensa que se abrió con la muerte de su marido, su juicio de la República y de los hombres que la gobernaron durante la guerra no es malo. Tiene motivos para saber los esfuerzos que hicieron por corregir las injusticias y derrotar la brutalidad.»{26}

En la zona franquista abogó por diversas personas depuradas.{27} En 1938 fue nombrada Asesora Nacional de Sanidad y Puericultura y regidora nacional de Organizaciones Juveniles Femeninas. Ese año, el 24 de julio, como jefa del campamento de Flechas Femeninas de Lequeitio, pronunció un discurso en él que dijo: «Nuestra juventud será la continuidad histórica de España y la plenitud de nuestro Imperio.» (El Correo Español, 25-VII-1938).

En 1940 y años siguientes fue directora del cuerpo facultativo del Hospital Niño de Jesús de Madrid. En 1944, accedió al cuerpo de Médicos Pediatras del Estado, y en 1948, obtuvo el Premio de la Sociedad de Pediatría de Madrid por un trabajo historiográfico sobre Guillaume de Baillou.

Después de 1940,{28} no volvió a pronunciarse en política y desaparece de la actividad pública, excepto en los actos que se celebraban en conmemoración de su marido. Curiosamente, Pilar Primo de Rivera en sus Recuerdos de una vida (1983) no la menciona. Tampoco la hemos visto citada en Crónica de la Sección Femenina y su tiempo (1992), de Luis Suárez Fernández, que fue editada por la Asociación Nueva Andadura, entidad que agrupó, cuando se disolvió el Movimiento Nacional, a las exdirigentes de la Sección Femenina. Pero eso no significa que rompiera sus lazos con el Régimen ni con los antiguos dirigentes de Falange. Así cuando, en 1956, su hijo se casó con Pilar Moreno Tozer, fueron testigos, por parte del novio, entre otros, los ministros del Aire y de Agricultura y los exministros falangistas Raimundo Fernández-Cuesta y Rafael Sánchez Mazas.{29} Es posible que el fusilamiento de Julián Zugazagoitia, que tanto había hecho por ella, así como la gran represión franquista, le produjeran un gran disgusto y que por ello se apartara de toda actividad política. Al respecto, es interesante señalar que el presidente del Consejo de Guerra de Oficiales Generales, que tuvo lugar el 21 de octubre de 1940, al final del juicio, le preguntó a Zugazagoitia si tenía algo que alegar, y este dijo que:

«Había solicitado yo como testigos a dos personas a las cuales obtuve la libertad y por lo que se refiere a otra persona por la que habiendo trabajado intensamente no pude conseguir absolutamente ningún beneficio como es el que fue ministro Sr. Sánchez Mazas. […]»

Doce días antes, había declarado ante el juez militar: «que puso en libertad y facilitó pasaporte sin canje alguno a la Sra. Viuda de Ruiz de Alda.» Podemos presumir, sin riesgo a equivocarnos, que Amelia Azarola no fue aceptada como testigo de la defensa. También resulta difícil de aceptar que nuestra protagonista se sintiera a gusto con el nacionalcatolicismo de la Sección Femenina.

Su hijo, Juan Antonio Ruiz de Alda, que había estudiado empresariales en España y realizado un máster de la misma especialidad en la Universidad de Harvard, fue nombrado, durante el primer gabinete de Felipe González, subgobernador del Banco de España (R. D. de 24-VII-1984). Falleció, en julio de 1988, juntamente con su hijo Miguel de 19 años, en un accidente de circulación.

Amelia falleció el 20 de agosto de 1994, en Santesteban.

——

{1} En algunas ocasiones hemos visto escrito, erróneamente como segundo apellido, Fernández de Celis. Incluso en las Obras Completas de José Antonio Primo de Rivera (edición de 2007, p. 1719), el compilador escribe que Amelia era prima de Sancho Dávila Fernández de Celis, el jefe territorial de Falange en Andalucía y pariente lejano de José Antonio. Por cierto, este último escribió el día anterior a su fusilamiento doce cartas, una de ellas dirigida a Julio Ruiz de Alda, que termina así: «Para Amelia y tu chico, mis mejores deseos. Y para ti, de nuevo, un abrazo.» Evidentemente, el líder falangista desconocía que su amigo había sido asesinado en el mes de agosto de 1936.

{2} Cf. TUÑÓN PABLOS, Enriqueta: Varias voces, una historia… mujeres españolas exiliadas en México, edición digital, Instituto Nacional de Antropología, México, 2018.

{3} Enrique Suñer Ordóñez (1878-1941), médico pediatra, fue el primer presidente del Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas creado por Franco. Es el autor del libro Los intelectuales y la Tragedia Española (San Sebastián, 1938), donde se refiere a los «sucesos de San Carlos» y acusa de los mismos a «la formidable organización judaica y marxista» (p. 153).

{4} En 1931, Julio denunció a Carmen Gómez Galiana por presentarse en su domicilio armando escándalo y exigiéndole 300 pesetas, que el demandante no quería darle. Tras las oportunas indagaciones, pudo averiguarse que, al parecer, los dos habían mantenido relaciones íntimas y el denunciante daba a la denunciada 300 pesetas mensuales; cf. Sumario 1075/1931, en el AHN. Durante la postguerra, Carmen se presentaba públicamente como la viuda de Ruiz de Alda y ello dio lugar a que Amelia la denunciara por suplantación de personalidad; cf. Jurisprudencia Criminal, vol. 1, TS, 1947.

{5} Es posible que el nombre del hijo sea un homenaje a su gran amigo Juan Antonio Ansaldo Vejarano (1901-1954), que era, además, su socio en la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos (CETFA). Ansaldo, licenciado en Derecho y aviador (en la guerra de Marruecos obtuvo la Laureada de San Fernando), era un acérrimo monárquico alfonsino, que participó activamente en todas las conspiraciones antirrepublicanas, y que intento desplazar a José Antonio de la dirección de la Falange y poner en su lugar a su amigo Julio, que creía más manejable. Fue el principal responsable del accidente aéreo que ocasionó la muerte del general Sanjurjo. Después de haber sido agregado aéreo en París, Vichy y Londres, se convertiría en un antifranquista radical, muriendo en el exilio. Publicó un interesante libro de memorias: ¿Para qué…?, Editorial Vasca Ekin, Buenos Aires, 1951, donde hace gala de un notable cinismo.

{6} Juan Negrín López (1892-1956, diputado socialista, y durante la Guerra Civil fue, primero, ministro de Hacienda y, después, presidente del Gobierno de la República.

{7} ANSÓ, Mariano: Yo fui ministro de Negrín, Planeta, Barcelona, 1976, p. 100. Para Negrín, «la ejecución de José Antonio era una gran derrota moral.» (p. 168).

{8} ZUGAZAGOITIA, Julián: Guerra y Vicisitudes de los Españoles, cito por Ediciones Éxito, Barcelona, 1978, t. 1, p. 23. La primera edición es de 1940. Después de la guerra, Zugazagoitia se refugió en Francia; pero la Gestapo lo entregó a los franquistas, quienes, después de una farsa de juicio, lo fusilaron el 9 de noviembre de 1940, después, eso sí, de haberle prestado los servicios espirituales. Tenía 41 años.

{9} VALDÉS LARRAÑAGA, Manuel: De la Falange al Movimiento (1936-1952), Fundación Nacional Francisco Franco, Madrid, 1994, p. 13-14. No es descabellado pensar que en la opinión de Ruiz de Alda influyera su esposa.

{10} PAVON PEREIRA, Enrique: De la vida de José Antonio, Ediciones F. C., Madrid, 1947, p. 159-160.

{11} Alejandro Gómez Spencer (1896-1984), aviador y piloto de autogiro, el 18 de julio permaneció fiel al Gobierno del Frente Popular y evitó el alzamiento del Aeródromo de Alcalá de Henares, coadyuvando así al sometimiento de los sublevados en Madrid.

{12} No Importa fue el órgano clandestino de Falange y salieron tres números (mayo-junio de 1936). En el número 2 (6 de junio), hay un artículo titulado «Justificación de la violencia», donde se puede leer: «No somos, pues, nosotros quienes hemos elegido la violencia. Es la ley de la guerra la que la impone. Los asesinatos, las tropelías, no partieron de nosotros.» Se discute si la autoría es de José Antonio o de Ruiz de Alda. Quizás fuera escrito por este último, como decía su hermano Pablo, y el primero lo retocase para darle un tono más literario.

{13} RUIZ DE ALDA, Pablo: «Su vida», prólogo a: RUIZ DE ALDA, Julio: Obra completa, Ediciones FE, Madrid, 1939, p. 40.

{14} Así se lo relató Amelia a la escritora falangista Mercedes FORMICA: Visto y vivido, Planeta, Barcelona, 1982, p. 243. Juan Antonio ANSALDO, en su obra citada (p. 115-116), relata, en tercera persona, que, en el mes de abril de 1936, «ofreció a Ruiz de Alda, organizar su evasión, para lo cual poseía, en aquellos momentos, complicidades decisivas. Aún recuerda el gesto noble y preocupado con que aquél respondiera a su invitación: “Muchas gracias —le dijo—. Me anima tu optimismo y confianza y desde luego, me agradaría enormemente poder salir de aquí. Sin embargo, he embarcado a muchos en esta aventura, y aunque preveo un final desastroso para nosotros, no puedo abandonar a mi gente y marcharme yo solo”.»

{15} RUIZ DE ALDA, Pablo: «Su vida», prólogo a ob. cit., p. 41.

{16} Declaración hecha, en el Juzgado de Instrucción, por Tomás de Miguel Frutos, director adjunto de la prisión, el día 2 de septiembre de 1936. De Miguel vivía en los pabellones de la Prisión Celular (también conocida como Cárcel Modelo). AHN FC-CAUSA_GENERAL, 1566, Exp. 5.

{17} En realidad, las víctimas fueron ejecutadas en el sótano de la quinta galería. La autopsia determinó que Ruiz de Alda murió por «heridas por arma de fuego en la región toráxica posterior.» Por lo tanto, le debieron disparar por la espalda. Ruiz de Alda y Fernando Primo de Rivera (el hermano menor de José Antonio), que al parecer fueron los últimos en ser fusilados, tenían un cigarrillo en la mano. Según el diputado socialista Vidarte, que vio los cadáveres in situ: «Ambos reflejaban en el rostro una gran serenidad», cf.: VIDARTE, Juan-Simeón: Todos fuimos culpables, Ediciones Grijalbo, Barcelona 1977, v. 1, p. 421-422.

{18} ZUGAZAGOITIA, Julián: Guerra y V…, ob. cit., t. 1, p. 129-130. Dos hermanos de Julio, militares, murieron luchando en el ejército franquista y otros dos, falangistas, resultaron heridos leves. Según el historiador Ricardo de la Cierva, Zugazagoitia murió con la misma dignidad que la que él resaltó al describir la de Ruiz de Alda y José Antonio Primo de Rivera.

{19} Aunque es frecuente leer que fue fusilado el día 23 de agosto, de las declaraciones prestadas por los presos y funcionarios de la cárcel, en el Juzgado de Instrucción, se deduce que fue asesinado en la tarde- noche del día 22.

{20} GALÍNDEZ, Jesús: Los vascos en el Madrid sitiado, cito por la edición de Ekin-Txalaparta, Tafalla, 2005, p. 152. Jesús Galíndez (1915-1956), jurista, miembro del Comité-Delegación del Partido Nacionalista Vasco en Madrid, que se dedicaba a proteger la vida de los vascos residentes en Madrid. Cuando, en mayo de 1937, Manuel de Irujo fue nombrado ministro de Justicia, Galíndez pasó a ser Letrado Asesor de la Dirección de Prisiones. Al acabar la guerra, se exilió y, con la autorización del PNV, pasó a trabajar para los servicios secretos americanos (FBI y CIA). Fue secuestrado y asesinado por orden de Leónidas Trujillo, dictador de Santo Domingo. Su cuerpo nunca apareció.

{21} Felisa Ruiz de Alda Mendiriz, prima de julio, fue detenida el 24 de febrero de 1937, también por desafección al Régimen (había alquilado un piso con nombre falso). El Tribunal, que desconocía que Felisa pertenecía a la clandestina organización femenina Auxilio Azul, decretó su libertad; pero siguió presa gubernativa hasta el mes de marzo de 1939. En la Cárcel de Ventas, Felisa dirigía un grupo de presas dedicadas a la confección. Se conservan, de esa época, algunas cartas intercambiadas entre Felisa y Amelia.

{22} GALÍNDEZ, Jesús: Los vascos en…, ob. cit., p. 206-208.

{23} Rosario QUEIPO DE LLANO escribió un libro relatando su cautiverio: De la Checa de Atadell a la Prisión de Alacuás: impresiones, estampas y… recuerdos de los rojos, Valladolid, 1939.

{24} ABC/doble diario de la guerra civil: 1936-1939, volumen 6, p. 29.

{25} JARAÍZ FRANCO, Pilar: Historia de una disidencia, Planeta, Barcelona, 1981, p. 128. Según la sobrina de Franco, «Amelia era una mujer extraordinaria y en todo el tiempo del cautiverio lo demostró.»

{26} ZUGAZAGOITIA, Julián: Guerra y…, ob. cit., t. 1, p.130.

{27} Cf. ZAFRA ANTA, Miguel y José Manuel FERNÁNDEZ MENÉNDEZ: «Mujeres pioneras en la pediatría española» en Cuadernos de Historia de la Pediatría Española, n.º 22, 2021, p. 8-30.

{28} En el almanaque de la Sección Femenina de FET de 1940, se reproduce una fotografía de Ruiz de Alda, vestido de militar, con un dedicatoria de «Amelia de Ruiz de Alda» a la Sección Femenina.

{29} La única vez que Juan Antonio Ansaldo la menciona, en su voluminoso libro, es para decir que «la viuda de mi compañero Ruiz de Alda encabeza su correspondencia consignando: “POR EL IMPERIO HACIA DIOS”», ob. cit., p. 502. [Las mayúsculas son del original].


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