El Catoblepas · número 207 · abril-junio 2024 · página 13
La propuesta de canje de José Antonio Primo de Rivera por el hijo de Largo Caballero
Jeroni Miquel Mas Rigo
Se analiza si realmente existió una propuesta, por parte de los sublevados, para proceder al canje de Primo de Rivera por el hijo de Largo Caballero
1. Introducción
El hijo de Francisco Largo Caballero, Francisco (conocido familiarmente como Paco) Largo Calvo, cuando se produce la rebelión militar del 18 de julio de 1936, se hallaba prestando el servicio militar en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo (Madrid). El día 21, el Regimiento, que se había unido a la sublevación, pasó a Segovia y Paco Largo quedó prisionero. Desde allí sería trasladado a Sevilla, quedando bajo la custodia de los falangistas, que evitaron que fuera ejecutado por un grupo de requetés.
En 1954, un exministro republicano de Justicia, Salvador de Madariaga, escribió:
«cuando Eugenio Montes me llamó al teléfono desde París a Londres para pedirme que interviniera a fin de salvar la vida a Primo de Rivera mediante un canje con un hijo de Largo Caballero, hice todo lo que estuvo de mi parte cerca de las autoridades británicas, que acogieron mis gestiones con un sentido muy humano. Fue muy de lamentar que fracasáramos todos en salvar a un hombre que quizá hubiera podido hacer cambiar el rumbo de la historia de España si hubiera vivido. Lo digo con la tranquilidad de un ánimo imparcial porque no sé a quién procede colgarle esa tremenda insensatez.»{1}
Madariaga dice que no sabe a quién imputar el fracaso de las gestiones para salvar a Primo de Rivera. Es posible que fuera así, pero lo que resulta del todo sorprenderte es que el escritor y amigo de José Antonio, Eugenio Montes, no escribiera nunca sobre el porqué no fue posible el canje. El objetivo de este trabajo es intentar aportar luz sobre un intento, el único que pudo haber tenido éxito –si descartamos las gestiones a nivel internacional, que solo fueron puestas en práctica cuando ya era demasiado tarde– de salvar la vida de José Antonio Primo de Rivera. Los demás intentos (rescate, soborno, acción de comando), como se vio, estaban condenados al fracaso.
2. Comienzan las gestiones para rescatar a José Antonio
Antes de entrar a estudiar la propuesta de canje objeto de este artículo, haremos, aunque sea de forma sumaria y siguiendo a Ángel Viñas, mención al primer intento de rescate del falangista; puesto que, hasta ahora, ha sido norma mezclar ese intento con el canje del hijo de Largo Caballero, cuando no tienen nada que ver.
El día 2 de septiembre de 1936, en Burgos, los falangistas, que tenían a sus principales dirigentes o fusilados o en prisión, constituyeron una Junta de Mando Provisional. Al día siguiente, la Junta acordó otorgar a Julián Mauricio Carlavilla{2} y a Miguel Primo de Rivera y Cobo de Guzmán plenos poderes para «realizar toda clase de gestiones» para conseguir la libertad de José Antonio Primo de Rivera. Ese mismo día, la Junta de Defensa Nacional manifiesta que la misión que llevan a cabo los citados falangistas, encaminada a «entablar negociaciones» para lograr la libertad del jefe de Falange Española, merece su aprobación. Aunque no se habla expresamente de canje, Torres García, sin ninguna apoyatura que lo sustente, así lo asevera.{3} Como veremos más adelante, no se trataba de un canje, sino de pagar un rescate (un millón de dólares) o, en su caso, sobornar a los guardianes de la prisión.
El día 4 de septiembre, Largo Caballero, líder del sector radical del PSOE, es nombrado presidente del Gobierno de la República. Es obvio que este hecho aumentaba el valor de cambio de su hijo. Al día siguiente, Carlavilla y Primo de Rivera acudían
«a la Legación alemana para conseguir el traslado de un delegado a algún barco germano fondeado a la altura de Alicante, con el fin de que pudiera llevar a cabo desde el buque las negociaciones precisas para obtener la liberación del jefe falangista (Merkes pág. 181).»{4}
Sabemos por Ángel Viñas (que sigue a Merkes), que Völckers, el 9 de septiembre, «había comunicado a la Wilhelmstrasse [Ministerio de Asuntos Exteriores alemán] la posibilidad de un soborno a base de un millón de dólares [7,3 millones de pesetas]. En la literatura española se maneja usualmente un millón de pesetas.»{5}
El general Queipo de Llano le contó a Fal Conde, dirigente carlista, «que le habían mandado en Salamanca dar un millón de pesetas para el rescate de José Antonio y, ya en Gibraltar el comisionado, lo habían rehusado indicando que habían dicho un millón de dólares.»{6} Aunque Queipo no especifique la fecha de cuando Franco le dijo que entregase el millón pesetas, es muy probable que se refiera a la gestión de Carlavilla. Fal Conde añade que, según Queipo, el millón de dólares que pedían los gubernamentales había quedado reducido, en el momento de su conversación, a tres millones de pesetas. No es difícil imaginar que los representantes del Frente Popular debieron pensar que los sublevados les estaban tomando el pelo, y eso pudo influir negativamente en las futuras negociaciones. En cualquier caso, resulta como mínimo curioso que Franco hablase de un millón de pesetas, cuando los propios alemanes sabían que se trataba de un millón de dólares. Por otra parte, es importante resaltar que no se habla de ningún canje, sino de un soborno. Asimismo, debemos señalar que Carlavilla nunca se refirió al fracaso de esa gestión.
El 13 de septiembre, Agustín Aznar, jefe nacional de las Milicias de FE, manifestó que tenía noticias fidedignas de que José Antonio estaba en perfecto estado de salud. Al día siguiente, el Alto Mando de la Marina alemana dio las primeras órdenes, vía telegrama, al contraalmirante Hermann Boehm, jefe del escuadrón ligero y comandante de las unidades navales enviadas a España:
«Absolutamente necesario rápido traslado de dos delegados del Gobierno blanco, ahora en Lisboa, hasta Alicante en favor acción prisionero en esta. Intentos utilizar buque de guerra portugués no han resultado. Se desea con urgencia llevar a cabo traslado en navío de guerra alemán. La presencia de los delegados a bordo debe mantenerse en secreto.»{7}
Otro telegrama de la misma fecha indicaba que
«la subida a bordo puede hacerse en Lisboa o Gibraltar o de acuerdo con la propuesta del escuadrón ligero. La Legación en Lisboa y el encargado de Negocios, Völckers, están al corriente del tema. Pregunta: ¿Dónde y cuándo? Trasládese el contenido de este telegrama a Völckers con la respuesta del comandante.»{8}
Boehm, con relación a estos telegramas, escribe en su diario de operaciones:
«De tales telegramas se desprende que el Alto Mando de la Marina está interesado en la liberación de este prisionero. Para el traslado de los delegados solo cabe disponer del Iltis, fondeado en estos momentos ante Málaga, y que está secundado al Spee en sus tareas de protección.»{9}
En esos días, el cónsul alemán en Alicante, Joachim Von Knobloch, ya había iniciado tanteos para liberar al jefe de Falange: «Una vez realizadas las primeras gestiones, me di cuenta de que quizás mediante una fuerte suma de dinero pudiera conseguirse su libertad a base de sobornos.»{10}
El día 15 de septiembre, Boehm anota en su diario:
«Mientras tanto, el encargado de Negocios ha tratado de conseguir mediante soborno la libertad del prisionero. Convenidos detalles con él. A los prisioneros ha de llevárseles en una barca hasta la bahía, donde les recogerá una chalupa sin luces procedente del crucero Nürnberg, contra entrega de 100.000 pesetas.»{11}
Una vez más, debemos señalar que se habla de un soborno, no de un canje de presos.
Según Viñas:
«El 16 de septiembre, a las 7:51, el Almiral Graf Spee telegrafiaba a Boehm que en el Iltis habían embarcado los delegados y que el torpedero había puesto rumbo a Alicante. […] El 17 de septiembre llegó el Iltis a la altura de Alicante [..]. A bordo del torpedero, no se encontraban los dos delegados previstos, sino un grupo de hombres, once en total, fuertemente armados y “decididos a todo”. Al frente del comando estaba Agustín Aznar y entre sus hombres se encontraba Rafael Garcerán, evacuado a través de Alicante el mes anterior.»{12}
Es decir, el delegado Carlavilla había abandonado el buque, y en su lugar, había un comando de once falangistas al mando de Agustín Aznar, jefe nacional de Milicias y miembro de la Junta de Mando de Falange. Viñas, añade un comentario:
«No hemos hallado huellas documentales que permitan comprobar si la formación y envío del comando, en lugar de los dos delegados, se había hecho de acuerdo con Warlimont u otros agentes alemanes en la zona nacional o si, por el contrario, era el fruto de un posterior proyecto falangista.»{13}
La respuesta la tenemos en lo que Carlavilla le relató, muchos años después, a su amigo Santiago Royuela que:
«Se trasladó a Sevilla porque debía coger un submarino [confusión, pues se trataba como, hemos dicho, del torpedero Iltis] que lo llevara a Alicante para comprar al carcelero o a personas que pudieran liberar a José Antonio en Alicante. Al llegar al submarino alemán que debía llevarle a Alicante, en el que tenían que ir dos o tres personas, se encontró con unos 8 o 9 falangistas junto con Agustín Aznar. Tuvo una discusión con éste y el resto en el submarino, ya que Mauricio no quería ir a Alicante en aquellas condiciones, pues 9 personas consideraba que eran demasiadas para una operación así, siendo el plan original ir 2 o 3.»{14}
De acuerdo con lo transcrito, Carlavilla no iba a Alicante para canjear al hijo de Largo Caballero por Primo de Rivera; sino a sobornar a las autoridades de Alicante o a los guardianes de la prisión para que permitieran la huida del jefe falangista. Los argumentos del expolicía para abandonar la misión, como veremos más adelante, no son en absoluto convincentes.
Boehm dejó constancia en su diario de operaciones de los propósitos del grupo: «El jefe del comando quiere, en primer lugar, conseguir la liberación a base de sobornos; pero en el caso de no conseguirlo, la llevaría a cabo mediante un golpe de mano.»{15} En los días siguientes, Aznar desembarcó en Alicante y, con la ayuda de Knobloch, entró en contacto con representantes de la CNT-FAI para conseguir la liberación de José Antonio a cambio de un soborno. En un principio, pareció que la operación sería factible; pero más tarde los contactos se echaron atrás. Estas negociaciones, se vieron interrumpidas el 22 de septiembre, cuando Aznar fue reconocido, en la calle, por un policía que había estado destinado en Madrid.El 24, después de un atentado de la FAI en el que resultó herido, Knobloch fue expulsado de la España republicana.
3. Propuestas de canje
3.1. Propuesta de Indalecio Prieto
Según el historiador falangista García Venero:
«En uno de sus viajes a Burgos, Montes informó a Manuel Hedilla de que Indalecio Prieto exigía la entrega de treinta rehenes y seis millones de pesetas por José Antonio. Coincidió esa nueva con la toma de posesión del general Franco de la jefatura del Estado [1 de octubre de 1936]. Hedilla había acudido a la ceremonia, y tras ésta, informó a Franco de las exigencias de Prieto.»{16}
García Venero/Hedilla añaden que a Franco le pareció aceptable la proposición, así como a los generales Mola y Queipo de Llano; mas «Indalecio Prieto –según Montes– se desdijo arguyendo que no podría arrancar a José Antonio de las manos de la FAI.»{17} Más adelante, cuando tratemos del canje del hijo de Largo Caballero, veremos que, con relación a esa propuesta de Prieto, Nicolás Franco –seguramente a instancias de Carlavilla– pensó que podría tratarse de contactos entre «jefes de Falange rebeldes» y el «Gobierno rojo».{18}
Según testimonia el periodista Augusto Assía:
«[Prieto] Me contó también su viaje a Alicante, creo que en el mes de octubre para organizar la huida de José Antonio y su traslado a la España Nacional (“Creía que era el mejor regalo que podía enviarle a Franco”, anotó con su proverbial ironía) y que tuvo que abandonar debido a que “al volver al hotel después de mi primer toma de posiciones, me encontraba una nota del comité anarquista local diciéndome que seguían mis pasos y si no quería que José Antonio muriese antes de tiempo, lo mejor sería que me volviese a Valencia”.»{19}
Este intento de Prieto lo podemos relacionar con lo que declaró Guillermo Toscano –que era el jefe del grupo de seis anarquistas encargados expresamente de la vigilancia de los hermanos Primo de Rivera– en la Causa General:
«Una noche llegó del frente de Madrid un Comandante rojo, acompañado de unos veinticinco milicianos que pretendían ver a los hermanos Primo de Rivera, porque circulaba en Madrid la noticia de que se habían fugado. A esta entrevista se opusieron el Director y el dicente, volviendo poco después e insistiendo por lo que previo cacheo del Comandante al que se encontró una pistola además de la que ya había dejado, subió dicho Comandante con el dicente viendo a los hermanos Primo de Rivera por el montante de la celda.»{20}
Creo conveniente resaltar que, a pesar de lo que se ha escrito en otras ocasiones, en ningún momento se menciona a Paco Largo.
3.2 La propuesta de Franco
Aunque esta propuesta no tiene nada que ver con el canje objeto de nuestro estudio, nos referiremos a ella puesto que es utilizada por Torres García para demostrar que Franco hizo todo lo posible para salvar a José Antonio.
El 4 de noviembre, según Viñas:
«Warlimont comunicó a Carls{21} que antes de devolver el dinero, Franco proponía una última intentona caso de que se la considerara con posibilidades: que se canjeara Primo de Rivera por un diputado socialista de Asturias («Graciano Antuña»). En consonancia con la idea de bajar el importe a entregar no excediera de la suma que administraba Carls (tres millones). En caso de que la propuesta no tuviera éxito se solicitaba la pronta devolución del dinero a la zona nacional.»{22}
Con relación a esa propuesta, debemos hacer las observaciones siguientes: i) nunca nadie, ni de la zona nacional ni de la zona republicana, se ha referido a esa proposición de canje; ii) desde el 22 de octubre se sabía, por haberlo manifestado el gobernador civil de Alicante en la visita que realizó al buque alemán Admiral Scheer, que solo se otorgaba posibilidades de mediación «a Inglaterra, no a Alemania, Italia y Portugal.»{23} No deja de ser curioso que se diga de la intentona: «caso de que se la considerara con posibilidades.» En cambio, sí sabemos que Franco rechazó la intervención británica:
«[Don Juan de Borbón] Ofrece un plan minucioso con intervención de un barco británico. Los marinos ingleses liberarán a Primo de Rivera con la sola condición del visto bueno del Gobierno de Franco. Don Juan recibe desde Burgos un telegrama brutal: “No interesa”. No figura en su archivo. Alguien lo destruyó. Pero Don Juan lo recordaba perfectamente y lo contó repetidas veces.»{24}
3.3. El canje por el hijo de Largo Caballero
En 1963, Agustín del Río Cisneros, director de Ediciones del Movimiento, después de la repetir la historia del millón de pesetas que Franco hizo entregar a Aznar, escribe:
«Asimismo, se dio orden de concentrar en lugar seguro de Sevilla hasta un centenar de los elementos más caracterizados del régimen republicano, con la idea de propiciar, sobre esta base, un “canje” de prisioneros que incluiría, por una parte, el rescate del fundador, y, por la otra, la devolución masiva de los rehenes en poder de las tropas nacionales, en cuyo número se incluía el nombre del hijo de Largo Caballero. Todos los canjeables fueron concentrados en la cuartel general de la Falange, en espera de que se aprobaran las tentativas encomendadas a Mauricio Karl. Partió este rumbo a Gibraltar, debidamente autorizado con la nómina de los veinticinco primeros que Franco adelantaba en prueba de su decisión.»{25}
Ahora bien, lo que acabamos de transcribir presenta varias dificultades para poder darle crédito: i) no se cita ninguna fuente que avale lo manifestado;{26} ii) nunca nadie ha visto la nómina de las «veinticinco primeras personas»; iii) se trata de un autor, como ha sido puesto de manifiesto en otras ocasiones, poco fiable y que pretende, como el mismo escribe: «aseverar que Francisco Franco fue quien dispuso auspiciar, desde su cuartel general, diversos planes encaminados al logro inmediato de la liberación del jefe nacional de la Falange». Naturalmente, de esta última afirmación tampoco aporta ninguna fuente, excepto el famoso millón de pesetas. Cuando ya sabemos que la cantidad que exigían los gubernamentales no era un millón de pesetas, sino un millón de dólares y que, en esa fecha, Franco todavía no era el Jefe del Gobierno de la zona nacional y, por lo tanto, José Antonio no representaba ningún peligro para su jefatura.
Sí es cierto es que Paco Largo, a petición de Carlavilla, escribió una carta a su padre en la que le decía: «que sería posible entregarme a mí y a otras personas que pudieran interesaros a cambio de José Antonio Primo de Rivera y algunos de su familia que se hallan presos en nuestro poder. […]»
Después de la firma –«Paco»– y rubrica, hay una fecha: «20-9-36» y se añadió, a modo de posdata:
«Nota: Las personas que te entregarán esta carta te ofrecerán todas las garantías. Para tratar este asunto has de enviar un delegado tuyo con plenos poderes a Gibraltar. El nombre del delegado y de las personas cuya libertad os interesa, los diréis a quien lleva la presente. Vale». [La cursiva es subrayado en el original.]
Es interesante resaltar que dice Gibraltar, no Alicante. En 1976, en una entrevista, Paco Largo manifestó que:
«Sobre todo, recuerdo que un día se presentó un individuo que dijo llamarse Mauricio Carlavilla, que luego me enteré era inspector de Policía de la Dirección General de Seguridad de Madrid, vino a verme para notificarme cuál era mi situación. Me dijo que estaba en calidad de rehén y que mi vida dependía de lo que pudiera pasarle a José Antonio Primo de Rivera, por entonces detenido en Alicante.»{27}
Aunque Paco, en la entrevista, no menciona la carta que escribió a su padre, esta existió. Ximénez de Sandoval certifica que: «Yo vi la carta, noblemente redactada y fechada el 9 de octubre de 1936, de puño y letra del hijo de Largo Caballero, que debía llevar a Gibraltar o Alicante Mauricio Karl.»{28} Más adelante, nos referiremos a esa falta de coincidencia en la fecha de la carta.
La epístola apareció fotocopiada en el diario Arriba, el 20 de noviembre de 1953. Se trata de un manuscrito de dos hojas. El hecho que las dos hojas presenten signos de haber sido varias veces plegadas, sería un indicio de que se trataba del original. Si ello fue así, la carta no habría salido de la zona nacional. En ese mismo sentido se pronunció, hace ya casi medio siglo, David Jato al decir que, «de creer a Largo Caballero, la nota de canje no llegó jamás a su destino.»{29}
Ahora bien, lo que llama la atención es que Arriba se limitó a transcribir el contenido del documento sin añadir nada más, sin informar de dónde salió ni dónde se guardaba ni si se trataba de un original o de una copia. Por supuesto, ningún comentario sobre el fracaso del intercambio. Cabe preguntarse, ¿sabe alguien donde se custodia dicho documento?{30} En mi opinión, el documento que reprodujo Arriba fue facilitado por Carlavilla. Pues, con la excepción apuntada antes de Ximénez, nadie afirma haber visto la misiva.
A partir de la fecha de la carta, es cuando podemos datar el inicio de las gestiones para el canje. Sabemos que después del altercado con el grupo de Aznar, Carlavilla regresó, voluntariamente o bien obligado por el jefe de Milicias, a Sevilla (recordemos que en esa ciudad se hallaba Paco Largo). No es descabellado pensar que, para recuperar la confianza de la Junta de Mando de Falange, pusiera en marcha la operación del canje.
Lo más curioso de todo lo que vamos analizando es que el principal protagonista, Mauricio Carlavilla, no haya escrito nada sobre el fracasado canje con el hijo de Largo. Lo único que hay al respecto es este extraño comentario:
«Solo mantuve contactos con dirigentes alemanes el corto período en que intenté la salvación de José Antonio; pero coincidiendo con ello, consultado exclusivamente sobre lo más trascendental para la España nacional, si descontamos la victoria, mi dictamen fue creído, aceptado por Berlín, y obró en consecuencia.»{31} [La cursiva es mía]
Dos observaciones: i) no menciona, por lo menos explícitamente, el proyecto de canje; ii) ¿a qué dictamen se refiere? Si tenemos en cuenta la fecha de la carta de Paco, vemos que coincide con las gestiones para designar a Francisco Franco Generalísimo y jefe del Gobierno nacional. Lo más probable es que los alemanes quisieran saber quién reunía mejores condiciones para lograr la victoria. En ese caso, es claro lo que dictaminó Carlavilla y la liberación del falangista dejó de ser un objetivo prioritario para el Reich (no era conveniente que hubiera dos cabezas, máxime si estas defendían políticas muy diferentes).{32} Así, el 17 de octubre Völckers informó a la Wilhelmstrasse que
«Alega [Knobloch] que la liberación de Primo es cuestión vital para el fascismo español […] dado que, de lo contrario, una vez alcanzada la victoria, fuerzas reaccionarias […] impedirían a Franco la ejecución de su programa. El almirante Carls rehusó intervenir en tales planes [de liberación] antes de la victoria porque la pondrían en peligro y porque no le resultaban verosímiles. Yo tomé la misma actitud. […] Ruego instrucciones sobre: […]. Si la liberación de Primo es tan importante que a ella deban supeditarse las tareas de la Embajada.»
Según Viñas: «La alusión a la prioridad de las tareas de la Embajada quedaban sin respuesta. Para entonces ya se empezaba a especular sobre el reconocimiento al Gobierno de Franco.»{33} Más preciso es Antonio Gibello al señalar que las instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, «al desentenderse de los propósitos de rescate planeados por Von Knoblock, constituyeron el portazo diplomático y político que más directamente influyó en la inexorabilidad de la muerte de José Antonio.»{34} Gibello, que era francofalangista, dice no entender el comportamiento de los nazis.
Por otra parte, el silencio de Carlavilla resulta más elocuente si tenemos en cuenta que se trata de un personaje muy dado a divulgar, en sus obras, informaciones (ciertas o inventadas) sobre el comunismo y la masonería; así como a editar libros (algunos de forma pirata) y añadir sus comentarios sectarios. Lo único publicado al respecto, es el comentario, más de treinta años después de los hechos, que le hizo a Bernardo Gil Mugarza. Este escribe:
«La gestión de Mauricio Carlavilla –según ha explicado para España en llamas 1936 su propio protagonista– fracasó inicialmente al producirse en septiembre una rebelión a bordo del crucero portugués «Alfonso de Albuquerque» y del «Contratorpedero nº 2». En el primero de ellos se iba a realizar el viaje hasta Alicante con la propuesta de canje. Aunque fracasó el plan, Francisco Largo Calvo fue canjeado meses después.»{35}
No es cierto que Paco Largo fuese canjeado meses más tarde; sino que recobró la libertad en mayo de 1943 y fue confinado en Monforte de Lemos (Lugo), hasta que en 1948 se exilió en México. Pero ya sabemos que Carlavilla es cualquier cosa menos un autor que merezca crédito. No obstante, es cierto, que el 8 de septiembre de 1936, las tripulaciones de los buques portugueses Alfonso de Albuquerque y del destructor Däo se amotinaron mientras estaban anclados en el puerto de Lisboa. Pero también es cierto que el día 14, como hemos visto, los alemanes cursaron órdenes para que embarcasen, en el Iltis, los dos delegados que estaban en Lisboa. Por todo ello, Carlavilla miente cuando atribuye el fracaso del plan de canje al amotinamiento de los buques portugueses. Por otra parte, la misión de Carlavilla y Miguel Primo de Rivera era otra: negociar el rescate, ya fuese pagando o mediante soborno, de José Antonio. Por si todo esto no fuera suficiente, los argumentos que da para no ir a Alicante (la confluencia con el grupo de Aznar) no son en absoluto convincentes. Aznar, como ya ha sido mencionado, era el jefe nacional de las Milicias de Falange, además de miembro de la Junta de Mando Provisional, y, por lo tanto, Carlavilla estaba bajo sus órdenes. Así vemos que Miguel Primo de Rivera sí se unió al grupo de Aznar.
Hay unos datos que quizá pueden ilustrar el hecho del abandono de Carlavilla. Veamos lo que le contó a su amigo Santiago Royuela:
«Ante la negativa de esos 8 o 9 falangistas y del propio Agustín Aznar, Mauricio les dio el dinero, cogió su maleta y se trasladó a un hotel de Sevilla. Años después daba gracias a Dios de no haber ido en ese viaje, ya que al abrir la maleta y ordenar lo que había dentro vio que le habían introducido una carta entre su ropa. Esa carta, dirigida al comité revolucionario de Alicante, recomendaba a Mauricio Carlavilla como espía dentro de las líneas franquistas – la carta fue introducida por uno de los 9 falangistas- Su negativa de ir a Alicante le salvó la vida, ya que en pleno trayecto se supone que alguien hubiese dicho que Mauricio Carlavilla era un espía dentro del gobierno franquista y, como es lógico, al descubrir la carta hubiera dado credibilidad y le hubiesen fusilado.»{36}
Es más lógico suponer que fueron los falangistas los que le obligaron a desembarcar porque ya sospechaban de él. Antes hemos mencionado que hubo un error en cuanto a la cantidad del rescate (un millón de dólares en lugar de un millón de pesetas). Es muy posible que por eso no le dejasen continuar la misión y él lo adornó a su manera. También pudiera ser cierta su versión, pero esto solo demostraría que el grupo de Aznar tenía fundados motivos para sospechar de él y quisieran eliminarlo. De hecho, como hemos dicho, un poco más adelante llegaron a atentar contra él, y como solo lo hirieron, las órdenes fueron de acabar con el expolicía.{37} Eso demostraría que los falangistas lo consideraban no solo un espía franquista, sino también un traidor. En febrero de 1940, para poder reingresar en la Policía, tuvo que superar un expediente de depuración. En dicho expediente, relató que su enfrentamiento con la Falange se inició con la publicación del mencionado artículo «El Jefe del Estado. La unidad»; y seguidamente, continuó diciendo que:
«Advirtió el declarante la posición rebelde y subversiva del algunos Jefes de Falange, teniendo indicios de que hasta podían existir relaciones con el Gobierno rojo y estimando gravísimo todo ello, de acuerdo con el Secretario General del Estado [recordemos, el hermano de Franco], emprendió viaje en dirección a Francia con objeto de comprobar el último extremo, no lográndolo porque al llegar a Valladolid fue víctima de un atentado en el cual salvó milagrosamente la vida resultando con dos heridas en la cabeza […]. Que días después y continuando en grave peligro de muerte, de acuerdo con el Secretario del Estado, decidió el declarante trasladarse temporalmente a Portugal.»
Es probable que Nicolás Franco, a sugerencias del propio Carlavilla, sospechase de Eugenio Montes –que en su juventud había estado próximo al galleguismo cultural, y del cual se dice que había sido iniciado en la masonería en 1923, en Cádiz– y de sus contactos con Indalecio Prieto,{38} a los que nos hemos referido al tratar de la propuesta de canje hecha por el líder socialista. Ese podría ser el motivo de trasladarse a Francia. Pero, lo mejor de todo es cuando le preguntan si sabe ¿quién o quiénes fueron los instigadores o autores del atentado?, manifiesta:
«Que tiene la convicción firmísima de que los instigadores son masones, y en cuanto a los autores materiales del hecho, los considera engañados y sugestionados por las malas artes masónicas y no estima pertinente dar mayores detalles sobre estos últimos por considerar el atentado como un hecho conexo con otro de mayor importancia ocurrido meses después y ya sustanciado por la Suprema Autoridad del Estado.»{39}
De esta declaración podemos extraer dos conclusiones: i) Carlavilla trabajaba para la Secretaria General de Franco; ii) no quiere delatar a los instigadores y autores del atentado para evitar que estos se vieran obligados a declaran los auténticos motivos del atentado; pero al mismo tiempo, para rematar la faena, involucra a Hedilla (eso sí, sin citarlo expresamente), que sabe que está preso en Canarias y no puede defenderse. Pero lo más importante a nuestros efectos es que lo único que dice con relación al líder falangista es que: «Por orden de los Jefes de Falange Española […] inició los trabajos para el rescate de José Antonio.» Eso es todo. Ninguna referencia al intento de canje con Paco Largo.
En cualquier caso, repetimos, ni el grupo de Aznar ni Carlavilla pretendían un canje, sino liberar al preso, ya fuese pagando un rescate a las autoridades o mediante un soborno de los vigilantes o, en caso de fracasar esas gestiones, realizar una acción de comando. Para efectuar un canje, lo primero que se necesitaba era llegar a un acuerdo con el Gobierno del Frente Popular; después vendría el momento de realizar en un buque alemán o de otra nacionalidad el intercambio. El Gobierno del Frente Popular todavía estaba en Madrid y las autoridades de Alicante no pintaban nada en todo esto, que era competencia exclusiva del Consejo de Ministros. La oferta de los sublevados se podía haber canalizado perfectamente a través de la Embajada Española en Lisboa u otra embajada, o bien, a través de las autoridades de Gibraltar, como decía la carta de Paco. Más adelante, se utilizaron los servicios diplomáticos británicos para las operaciones de canje.
Veamos lo que dicen las «fuentes republicanas» con relación al canje de Paco Largo. Rodolfo Llopis, en 1963, le aclaró a García Venero que:
«No podía ser canjeado Primo de Rivera. En el gobierno de la República había un ministro sin cartera, don José Giral, quien se ocupaba de cuestiones relacionadas con el canje de presos y prisioneros.
El señor Giral planteó en el Consejo de Ministros la oferta de los franquistas de canjear al hijo de Largo Caballero por Primo de Rivera. Caballero tenía dos hijos varones: uno, del primer matrimonio, que era ferroviario y se hallaba en Galicia sin novedad.
El gobierno no accedía a libertar a José Antonio Primo de Rivera, pero esta opinión no llegó a expresarse formalmente. El señor Giral expuso la oferta de los franquistas. Largo Caballero se limitó a decir:
–Señores: no me obliguen a asumir el papel de Guzmán el Bueno.
No se habló más en el Consejo.»{40}
Creemos que Llopis, que no era ministro, reconstruye los hechos a base de mezclar diversas informaciones. En primer lugar, no fue hasta marzo de 1937 cuando se encargó a Giral de todas las gestiones referentes a canjes de prisioneros, detenidos y refugiados en las embajadas.{41} Hasta esa fecha, no había un ministro que tuviera encomendada la gestión de los canjes, sino que cada cual actuaba a título particular. Quien llevaba el tema del canje de José Antonio era Indalecio Prieto. Giral con relación al líder falangista se limita a escribir:«Se vio el proceso rápidamente, se le sentenció a muerte y se le fusiló. Fue, a mi juicio y también al de Azaña, un grave error; podía haberse esperado y quien sabe…»{42} En segundo lugar, no indica la fecha de la reunión del Consejo de Ministros; aunque Torres García sin ningún fundamento, como expondremos más adelante, sitúe la reunión antes del 26 de septiembre. En tercer lugar, las palabras que atribuye a Largo Caballero fueron pronunciadas en la reunión del Consejo de Ministros del 19 de noviembre de 1936 (un día antes de la ejecución del preso).
El director de El Socialista, Julián Zugazagoitia, cuenta que estando reunidos los directores de los diarios de Madrid con el ministro de la Gobernación, Galarza, este pidiéndoles promesa de discreción, se resolvió a consultarles una duda:
«El jefe de Gobierno es absolutamente ajeno a lo que me propongo decirles y esa es la razón por la que les pido la más absoluta reserva.» «Se trata –siguió– de la posibilidad de un canje que se me ha indicado y sobre el que no me resuelvo a decir una sola palabra. Las personas a canjear serían el hijo de Largo Caballero, que como saben lo tienen en rehenes los rebeldes, y José Antonio Primo de Rivera.» Copio de mi nota de aquel día: «La repulsa fue general: ¡Imposible!» «¡Ni hablar de eso!» Yo me callé. Tenía la sensación que acababa de dictarse, en aquel momento, la pena de muerte contra Primo de Rivera. Como la conversación se prolongase sobre el mismo tema, hice algunas insinuaciones, que se rechazaron con sorpresa: «¡Sería peor! Lo arrastrarían.» «Se reputaría una traición.» Necesité defender lo que consideraba justo. ¿Se quería una muerte simbólica? ¿No acabaríamos arrepintiéndonos tarde de una torpeza irremediable? ¿No sería igualmente consentir que la represalia alcanzase a un hijo de Largo Caballero? El ambiente era cerrado y hostil. Galarza temía la represalia, pero su gestión había fracasado.»{43}
Galarza lanza un globo sonda para ver la reacción de los periodistas, pero estamos en los días previos a la batalla de Madrid, y, como señala el propio Zugazagoitia, el ambiente no era nada propicio. En cambio, Torres García nos quiere hacer creer que:
a) Las gestiones para el canje datan de principios de septiembre y que la carta de Paco Largo «debe considerarse un refuerzo».
b) «Sabemos, por un artículo de Rodolfo Llopis, subsecretario de Largo Caballero, que el tema fue planteado en un Consejo de Ministros, lo que debió suceder antes del 26 de septiembre […] El hecho final es que [el] canje no fue aceptado ni en septiembre ni cuando posteriormente se planteó nuevamente como opción para evitar la ejecución de José Antonio.»{44}
Con relación al primer apartado, debemos señalar que no aporta ningún documento ni testimonio que avale su tesis. La primera vez, como hemos expuesto de manifiesto, que se habla, por lo menos expresamente, del canje con el hijo de Largo Caballero, es con motivo de la carta del 20 de septiembre.
Respecto al segundo apartado, si bien Zugazagoitia no data la reunión –atendido que refiere que el ministro ha mencionado los editoriales de El Socialista animando a los madrileños a resistir ante la inminente llegada de las tropas de Franco–, hay que situarla a finales de octubre. Vemos que Torres García menciona un artículo de Rodolfo Llopis, pero se cuida mucho de decir la fuente. Creemos que llama artículo a lo que Llopis le comentó a García Venero, puesto que nadie ha citado nunca ese ignoto artículo.
Otro argumento en contra de lo manifestado por Torres García, es que sabemos, por el comentario de Ximénez de Sandoval antes transcrito, que la carta llevaba fecha del 9 de otubre. Eso indicaría que tuvo que ser la carta escrita con posterioridad a esa fecha del 26 de septiembre; pero, aunque admitiésemos que se trata de un error de Ximénez, lo que no admite duda alguna es que antes del 25 de septiembre (día en que Ximénez llegó al puerto de Alicante, procedente de Mallorca) este no pudo haber visto el documento.
Teniendo en cuenta que Franco fue nombrado Generalísimo y Jefe del Gobierno en la reunión de generales del 28 de septiembre, parece que Torres García lo que pretende es hacernos creer que cuando Franco asumió el poder los republicanos ya habían rechazado el canje y por ello él no tuvo nada que ver.
3. Los «recuerdos» de Largo Caballero
Largo Caballero en su libro Mis recuerdos escribe:
«Estaba en poder de los facciosos, preso e incomunicado, en Sevilla, mi hijo Paco. Esto me quitaba el sueño. Tenía el temor de recibir la noticia terrible de su asesinato. […] Se verificaban canjes de prisioneros e incluso se hizo del del señor Serrano Suñer,{45} mas, por delicadeza, jamás hice indicación alguna a los que se ocupaban de ello, ni nadie intentó nada salvarle. Yo tenía que repetir el papel de Guzmán el Bueno en la realidad.
Alguien hizo circular la especie de que se había propuesto el canje de mi hijo por el jefe falangista Primo de Rivera; que el general Queipo de Llano lo había rechazado y que por estas causa se fusiló en nuestra zona a Primo de Rivera. La especie era absolutamente falsa.»{46}
Este comentario de Largo tiene especial interés en una cosa: da a entender que el rumor de la propuesta de canje habría tenido su origen en la zona gubernamental, no en la zona de los sublevados, y que habrían sido estos los que no aceptaron la propuesta. Conviene remarcar que ninguna fuente republicana se refiere nunca a la carta de Paco Largo.
Veamos qué opinión le merece este «recuerdo» a Carlavilla:
«Largo tenía sobrado poder para evitar el crimen si hubiera querido; y quien, pudiendo, no evita un crimen, es el autor, dice el adagio moral y jurídico.
Otra razón hay para que Largo trate por todos los medios de eludir la responsabilidad en el asesinato de José Antonio. Su hijo Francisco ha estado en poder de las falangistas desde principios del mes de septiembre de 1936 –en ese mes, a disposición de quien esta nota escribe– y su padre no puede alegar que fuese fusilado ni siquiera que sufriese malos tratos jamás, aunque oculte que este hijo y otro que tenía en Monforte de Lemos fueran canjeados.»{47}
Carlavilla, tan dado a insultar a Largo en sus notas a pie de página, en ningún momento niega lo que afirma el jefe del Gobierno republicano. Se limita a decir que este tenía poder suficiente para haber librado a José Antonio del piquete de ejecución, sin hacer referencia alguna al proyectado canje. Es de sorprender, y de lamentar, el silencio del hombre que conocía todos los detalles y secretos de la supuesta operación. Puede alguien creer que, si esta hubiese existido a nivel oficial, el impresentable de Carlavilla no la habría aprovechado para echarle la culpa al denostado Largo de la muerte de José Antonio.
Veamos sobre el fusilamiento lo que escribió el líder obrero:
«El fusilamiento de Primo de Rivera fue motivo de profundo disgusto para mí, y creo que para todos los ministros del Gabinete. Como en todos los casos de condena a muerte por los Consejos de Guerra –y Primo de Rivera fue sometido y juzgado por uno de estos Consejos– la sentencia pasó al Consejo Supremo; este la confirmó, y cumplido este trámite debería pasar al Consejo de Ministros para ser o no aprobada, costumbre establecida por mi Gobierno. Estábamos en sesión con el expediente sobre la mesa, cuando se recibió un telegrama comunicando haber sido fusilado Primo de Rivera en Alicante. El Consejo no quiso tratar una cosa ya ejecutada, y yo me negué a firmar el enterado para no legalizar un hecho realizado a falta de un trámite impuesto por mí a fin de evitar fusilamientos ejecutados por la pasión política. En Alicante sospechaban que el Consejo le conmutaría la pena. Acaso hubiera sido así, pero no hubo lugar.»{48}
Largo comete errores y dice mentiras. Así se equivoca cuando dice:
a) Que José Antonio fue juzgado y condenado por un Consejo de Guerra. No; se trataba de un Tribunal Popular, que estaba formado por una sección de derecho (tres magistrados) y un jurado de 8 miembros, elegidos por los comités provinciales de las organizaciones políticas y sindicales afectas al Frente Popular. Aunque es cierto que el tribunal popular aplicó el Código penal militar, por estar el país en estado de guerra
b) Que la sentencia fue confirmada por el Consejo Supremo [de Justicia Militar]. Como escribió el fiscal jubilado Federico Bello:
«Al condenar a muerte a José Antonio, la ley preveía que la Sección de Derecho pudiera acordar la revisión de la causa por un nuevo jurado, cuando estuvieran de acuerdo en ello dos de los tres magistrados{49} y la mayoría de los jurados, o cuando lo decidieran unánimemente los tres magistrados. En este caso, el Jurado fue llamado a pronunciarse sobre esa posibilidad, mediante el arcaico sistema de las bolas blancas y negras, resultando la votación desfavorable a la revisión. Con ello, al tratarse de delincuencia política, no era posible presentar recurso, no cabiendo ya sino la conmutación o indulto de la pena por el Gobierno, cosa que en este caso no se produjo.»{50}
Lo que sí hubo fue un informe del asesor jurídico de la Auditoria de Guerra del Ministerio de la Guerra. Debemos señalar que Largo Caballero, además de presidente del Gobierno, había asumido esa Cartera. El informe concluye:
«Por todo lo expuesto, y con sujeción al Decreto de 18 de agosto de 1936, esta Asesoría concluye aconsejando que, no procede realizar, en relación con la pena de muerte impuesta a José Antonio Primo de Rivera más diligencia que, cumpliendo lo dispuesto por el artículo 10 del Decreto de 2 de junio de 1931, por el Gobierno se acuse recibo del conocimiento por el medio más rápido con el fin de que se ejecute la Sentencia.
V. E., no obstante, resolverá lo que estime más de justicia y acertado.
Valencia, 19 de noviembre de 1936. El asesor jurídico, Emilio Valldecabres»
Debajo de la firma, se anotó: «Conforme con cuanto se propone y procédase a su ejecución. El Ministro de la Guerra, Largo Caballero.»
Es posible que el presidente del Gobierno no quisiera mencionar ese informe del asesor jurídico porque le diera vergüenza. Según los parientes de Valldecabres, este no estaba de acuerdo con el «asesinato» del líder falangista y solo firmó el informe una vez se hubo ejecutado la sentencia.{51} El jurista fue fusilado el 17 de enero de 1940.
c) El «enterado» no fue establecido por él. Puesto que el artículo 10 del Decreto de 2 de junio de 1931 establecía que: «En caso de imponerse la pena de muerte, no se ejecutará hasta que el Gobierno acuse recibo del conocimiento, que habrá de dársele por el medio más rápido.»
d) Falta a la verdad cuando dice que el fusilamiento de Primo de Rivera fue de profundo motivo de disgusto para él. Indalecio Prieto que era, a la sazón, ministro de Marina y de Aviación, le dijo a Fernández-Cuesta que «la condena de José Antonio, además de un crimen, resultaba una equivocación. Que él se opuso a que se llevara a efecto, pero no consiguió vencer la decisión del “animal” de Largo Caballero.»{52}
e) Miente descaradamente cuando asevera que el Consejo no quiso tratar una cosa ya ejecutada, y que se negó a firmar el enterado. El 19 de noviembre, Largo Caballero participó, mediante telegrama, al Tribunal Popular de Alicante que: «el Gobierno queda enterado de haber sido impuesta pena de muerte a José Antonio Primo de Rivera y Saénz de Heredia». Negrín, que era el ministro de Hacienda, le contó a Mariano Ansó:
«Hemos discutido la inicua sentencia recaída sobre hechos ocurridos después del encarcelamiento de José Antonio, pero nuestros razonamientos y nuestra posición no han servido de nada.» «Ha predominado un criterio de estúpida dureza, complicada con un sentimiento de miedo a las reacciones del extremismo.»{53}
Según el testimonio de Juan GARCIA OLIVER:
«Cuando llego a la consideración del Consejo de Ministros la causa de José Antonio Primo de Rivera y la pena de muerte que le impuso el Tribunal Popular de Alicante, como de costumbre, Largo Caballero nos dijo: “Quedan ustedes enterados. Si hay alguna objeción, háganla ahora”. Se produjo un silencio de plomo.
—Entonces damos el enterado, concluyó Largo.
—Espere un momento, por favor. Yo también estoy de acuerdo en que se envíe el “enterado” y sea ejecutado ese señor. Sin embargo, quisiera sugerir la conveniencia de demorar la ejecución, en espera de que se pueda surgir la conveniencia de canjearlo por el hijo de Largo Caballero…
—¡Perdone, señor Esplá{54} (ministro de Propaganda), que lo interrumpa! En este momento, el Consejo de Ministros no está considerando lo que pueda ocurrirle a mi hijo. Si alguna vez, ésta es mi opinión, llegamos a establecer el canje de presos, será cuando el gobierno lo considere pertinente, lo acuerde y se aplique a todos. En mi calidad de jefe del gobierno, les pregunto: «¿Alguna objeción a que se envíe el “enterado” al Tribunal de Alicante?»
Ante el reiterado silencio de todo el gobierno, afirmó:
—Será enviado el “enterado”››{55}
Núñez Maturana relata que conoció en Biarritz a un abogado del Estado, exdirector general de lo contencioso, que le explicó algo muy parecido a lo que cuenta García Oliver:
«Estaba en funciones en aquella ocasión, cuando se celebró un Consejo de Ministros en el Ministerio de Hacienda.
Aquel día, entre los asuntos iba la sentencia de Primo de Rivera, comunicada desde Alicante.
Nadie quiso hablar del asunto. Los ministros, según dijeron al salir, no querían tratar el tema.
El hijo de Largo Caballero estaba preso en Sevilla. El asunto era grave y complicado.
Cuando ya iba a terminar el Consejo. Largo Caballero dijo: ¿Y la sentencia de Alicante?
Se guardó silencio. “¡Cúmplase!, ¡cúmplase!”, añadió aquel hombre.»{56}
Otro testimonio es el de Manuel de Irujo Ollo, ministro sin cartera y que, según Julio Jáuregui, voto a favor del indulto:
«El Ministro de la Marina y el [sic] diputado por Bilbao, don Indalecio Prieto, opinó que debía aplicar el indulto y además canjear a Primo de Rivera por alguna personalidad detenida en el otro campo, pues conociendo el carácter antitético de Primo de Rivera y de Franco, la presencia del jefe de la Falange en el campo franquista más sería una fuente de conflictos que un factor de unión y de fuerza. A la hora de votar, Prieto dijo que, dada la importancia del caso y teniendo en cuenta que el jefe del Gobierno había votado por la ejecución de la sentencia, él votaría en el mismo sentido y así lo hizo.»{57}
De todo lo expuesto se pueden deducir dos cosas: una, que Largo Caballero mintió; y la otra, que fue en ese Consejo de Ministros, del 19 de noviembre, cuando se habló de la posibilidad de un canje entre Primo de Rivera y Paquito Largo. De las palabras de respuesta del presidente del Consejo de Ministros, no se trasluce que la propuesta hubiese sido debatida con anterioridad.
Hemos visto que el líder socialista niega tajantemente que hubiera habido una propuesta de canje; pero por otra parte sabemos que ha mentido en el tema del «enterado». Es por eso por lo que se puede alegar que, en esta ocasión, también miente; pero estamos ante dos casos muy diferentes: una cosa es mentir para no pasar a la Historia como el culpable de la muerte de José Antonio; y la otra, mentir en un tema que le favorece. Para él tenía que ser un timbre de gloria haber actuado como un nuevo Guzmán el Bueno, aparte del efecto propagandístico para neutralizar el uso que hacían los sublevados del caso del hijo asesinado del general Moscardó, el héroe del Alcázar de Toledo.
4. Un documento hasta ahora ignorado
En el archivo de José Giral, ahora custodiado en el AHN, hay una copia mecanografiada de una carta sorprendente, que va dentro de un sobre dirigido a la «Srta. Pilar Primo de Rivera. Salamanca (Cuartel general). Espagne». El documento, que no indica lugar ni tampoco lleva fecha ni rubrica, dice así:
«Queridísima Pilar:
Siendo mi deber estar a vuestro lado te pido tres pasaportes, uno para mí, otro para mi hermano Agustín y otro para Rosario.
Soy tu profesor de enfermera, me es imposible, por causas fáciles de comprender, darte explicaciones, pero mi labor realizada y la que tú sabes puedo realizar me hacen acreedor a lo que pido.
Si al recibir esta carta puedes hacerme ese favor te agradecería que por radio dieses la siguiente contraseña:
- ¡MARAVILLAS! vuestra gestión bien.
Esperando abrazarte en breve plazo envío mi ilusión y cariño.
Alfonso
Rubricado»
Esta carta está, evidentemente, escrita en clave. Según mi hipótesis:
a) Agustín sería Miguel, hermano de José Antonio. Miguel compartía celda con su hermano y sería condenado a cadena perpetua.{58}
b) Rosario sería Margarita Larios y Fernández de Villavicencio, la mujer de Miguel y, por tanto, cuñada de José Antonio.{59} Margarita (Margot), que estaba encarcelada en el Reformatorio de Adultos de Alicante, fue condenada a seis años de prisión. Con ella, compartían prisión Carmen y María, hermana y tía, respectivamente, del jefe de Falange. Estas dos mujeres no fueron encausadas por no encontrarse motivo alguno para ello, según el juez instructor.
c) La petición de tres pasaportes haría referencia a tres salvoconductos, o canje, de las tres personas indicadas.
d) La referencia a que es su profesor de enfermería, sería una demostración o prueba de que no se trataba de una trampa; puesto que, en aquellos momentos, muy poca gente sabía que Pilar había realizado cursos de enfermería.
e) Considera que es acreedor a lo que solicita, sería una referencia elíptica a los servicios prestados como jefe de Falange al alzamiento rebelde.
f) La contraseña comunicada por radio, sería la confirmación de la aceptación del canje por parte del Generalísimo Franco. De ahí lo que espera poder abrazarla dentro de poco.
g) Alfonso sería el propio José Antonio.{60}
h) La carta, aunque va dirigida Pilar, se remite al Cuartel General de Salamanca; es decir, al Cuartel General del Generalísimo, que era quien podía autorizar el canje.
i) El mensaje se habría enviado desde Francia, como se deduce de la mención «Espagne» en el sobre.
Si nuestra hipótesis fuera certera, Largo Caballero habría aceptado iniciar conversaciones con el objeto del canjear a José Antonio y sus dos familiares con otros presos en poder de los rebeldes (es de suponer que su hijo entre ellos). Es decir, la propuesta habría sido hecha por los gubernamentales, como parece desprenderse de lo que escribió el propio líder socialista. Esto estaría de acuerdo con lo que escribió Balbotín:
«Fui un buen amigo de José Antonio Primo de Rivera […] Durante nuestra deplorable guerra civil intervine personalmente en la gestión hecha para cambiar a José Antonio por el hijo de Largo Caballero; pero alguien –no sé quién– de la alta jerarquía franquista se opuso a este intercambio.»{61}
En el mismo sentido se manifiesta Pere Bosch-Gimpera, consejero de Justicia de la Generalidad de Cataluña: «Es feren diferents gestions, àdhuc a l’estranger, i el generalísimo Franco no sembla haver manifestat gran interés que el canvi es realitzés.»{62}
Naturalmente, no sabemos si la carta de «Alfonso» llegó al Cuartel General de Salamanca; pero, si fue así, está claro que Franco no contestó. Es posible que ahí radique la actitud de Largo Caballero al negar tajantemente dicha propuesta. No quería que se le pudiese acusar de haberse querido aprovechar del cargo para canjear a su hijo, máxime cuando la otra parte ni si quiera respondió a su ofrecimiento. Ello podría explicar el hecho de que la carta no solo esté escrita en clave, sino que no lleve ni lugar ni fecha. En efecto, si Franco pretendía utilizarla para descalificar a Largo, este siempre podría negar que fuera suya.
Se trata de un mensaje pidiendo su liberación, escrito en un tono de urgencia, puesto de manifiesto sobre todo en el hecho de que la respuesta se dé por radio. Si fue así, lo lógico sería que hubiese sido escrita días antes de la reunión del Consejo de Ministros (19.11.1936). Lo cual coincidiría con las gestiones in extremis que estaba llevando a cabo, en Francia, Eugenio Montes. Según Ramón Feced:
«El día veinte de noviembre del mismo año, le visitó en Niza D. Eugenio Montes, el cual requería su concurso, así también como el del Sr. Rodríguez Pérez [lugarteniente de Sánchez Román] y otros amigos expatriados, para que interviniesen a favor de José Antonio Primo de Rivera, condenado a muerte en Alicante. Todos dispuestos a prestar ese concurso, y después de un cambio de impresiones, convinieron en que siendo contraproducente, por su posición condenatoria de su política, el dirigirse al Gobierno de Valencia; se dirigió el declarante, con su calidad de ex Ministro de la República, al Presidente del Gobierno francés y al Ministro de Negocios Extranjeros para que interesasen el indulto de José Antonio, al Gobierno marxista español. El telegrama firmado por todos, y que fue redactado personalmente por el escritor Sr. Montes, fue contestado también telegráficamente por el Ministro de Negocios Extranjeros francés, diciéndole que su gestión no había podido tener eficacia porque José Antonio había sido ejecutado en Alicante.»{63}
Una cosa está clara y es que Pilar Primo de Rivera no recibió el mensaje de auxilio. Ella, en sus memorias, escribe que «no es verdad todo lo que se dice de que el Caudillo no tuvo interés en liberar a José Antonio».{64} Como prueba de esta aseveración, nos recuerda que Franco había dado un millón de pesetas a Aznar para liberar a su hermano. Qué se puede esperar de una persona que estuvo cuarenta años al lado del dictador. Se trata de la misma Pilar que le dijo a Hedilla, días antes de su detención, que no entregase la Falange a Franco y, al cabo de muy poco tiempo, se convirtió en una fiel colaboradora del general.{65}
Es curioso que Franco nunca explicase las gestiones que hizo para salvar al fundador de la Falange. Entre los miles de documentos de su archivo particular, hoy custodiados por la fundación que lleva su nombre, no hay ninguno que se refiera a esas gestiones. Más curioso es que su primo, el general Francisco Franco Salgado-Araujo, autor de Mis conversaciones privadas con Franco (1976), no recoja ningún comentario al respecto. Máxime teniendo en cuenta que el autor se declara admirador de José Antonio y manifiesta que si no ingresó en Falange fue porque consideraba que un militar no debía tener afiliación política. ¿En ningún momento sintió la curiosidad de preguntarle por qué no había sido posible salvar a Primo de Rivera? Pero lo que resulta más llamativo es lo que escribe en sus memorias:
«La triste noticia del fusilamiento del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, a las 6.20 de la mañana del 20 de noviembre de 1936 en la cárcel de Alicante, afectó muchísimo a Franco y a todos los que componíamos su Cuartel General.»{66}
Le afectó muchísimo al Generalísimo; pero ninguna referencia a las gestiones para intentar canjearlo.
En cualquier caso, a partir del bombardeo del puerto de Alicante, en la madrugada del 5 de noviembre, que además coincidió con el cambio de Gobierno en la zona gubernamental (dando entrada a cuatro ácratas), se frustró cualquier posibilidad de canje. Este bombardeo, el primero que padeció Alicante y aunque solo fallecieron dos civiles, causó una explosión de miedo y de indignación que provocó que un grupo de exaltados quisieran asaltar la cárcel para asesinar a los dos hermanos Primo de Rivera.
Como dejo escrito Azaña: «Lo ha fusilado Alicante, después del bombardeo.»{67} En el mismo sentido se manifestó el alicantino, exdiputado socialista, Antonio Cañizares: «que el dominio de la FAI en Alicante era grande y que habían amenazado con asaltar la cárcel y liquidar a Primo de Rivera y a todos los presos políticos.»{68} Pero el testimonio definitivo lo tenemos en Prieto:
«Como ministro, di mi voto para que se cumpliera la sentencia de muerte que contra Primo de Rivera dictó un tribunal popular […] Y poco antes de verse su proceso fui a Alicante para explorar si era posible una condena moderada. ¡Imposible! El vecindario estaba soliviantadísimo por los bombardeos de la aviación italiana, y falangistas del montón, menos responsables que su jefe, habían sido fusilados como represalia.»{69}
A pesar de estas evidencias, Torres García, con descaro, escribe con relación a lo manifestado por Prieto, que este trataba de limpiar su conciencia y que
«El problema es que solo se había producido un pequeño bombardeo el 5 de noviembre y nadie había sido fusilado en represalia del mismo. Prieto constituyó la excusa con acontecimientos posteriores y algunos autores han dado por buena la tesis.»{70}
Sin embargo, tenemos el testimonio del falangista Alfonso Canicio Sánchez, que se encontraba en Alicante en aquellas fechas,
«y por ello es conocedor del ambiente que en aquella población existía con respecto a la muerte del Jefe de la Falange, imperando el criterio de asaltar la cárcel y asesinarlo junto con sus familiaressin esperar al simulacro de juicio que luego tuvo lugar›› (Declaración efectuada en la Causa General, en Barcelona, el 4 de febrero de 1941).
Naturalmente, Torres, a pesar de conocer esta declaración, la silencia. Como silencia también el apunte de Azaña, antes citado. Pero hay muchos más testimonios que ponen en evidencia la manipulación de Torres. Así tenemos la declaración de Guillermo Toscano, el anarquista que mandaba el piquete de ejecución y que dio los tiros de gracia. Este, pocos días antes de ser ejecutado, realizó una declaración, ante el fiscal y el secretario judicial, en la pieza especial de la Causa General, en la que dijo que creía que:
«de no haberse excitado la población de Alicante por los bombardeos de la aviación, no se hubiera precipitado, como se precipitó, el juicio y la sentencia ante las manifestaciones públicas que acudían al Gobierno y a la cárcel pidiéndolo desde la primera vez que fue a Alicante la aviación nacional, y acaso hubieran sucedido las cosas de otra manera.»{71}
Lo más curioso es que alguien (¿el juez?) tachó con un lápiz de trazo grueso y de color rojo el párrafo que hemos transcrito. Evidentemente, los vencedores no podían aceptar que ellos habían tenido, aunque fuese involuntariamente, su parte de culpa en el fusilamiento del líder falangista.
El argumento definitivo es que los «nacionales» siempre supieron el papel determinante que jugó el bombardeo del 5 de noviembre: «El eficacísimo bombardeo que la aviación nacional llevó a cabo en Alicante, destruyendo casi todos los objetivos militares –sin causar ni una sola víctima− decidió la tramitación de la causa.»{72} [La cursiva es del original y, como ya hemos dicho, hubo dos víctimas mortales].
Seguramente ese es el motivo por el cual Largo Caballero no quiso asumir su responsabilidad. Para él, el Comité Popular Provincial de Defensa{73} de Alicante era el responsable de la ejecución del preso, puesto que no estaba dispuesto a aceptar el indulto. El mismo Carlos Esplá, alicantino y azañista, creía que indultar a Primo de Rivera equivalía a una desautorización del dicho Comité. Escribe Azaña: «Idea errónea de Esplá de lo que es la función del Gob[ier]no en materia de indulto: cree que es una revisión». Como es sabido, el indulto es una medida de gracia para el delincuente, pero que, a diferencia de la amnistía, no borra el delito; por lo tanto, no había ninguna desautorización. Una vez más, Torres García, interesado en manipular los hechos al igual que hicieron los franquistas con el proceso y fusilamiento de José Antonio, escribe que Azaña «podía ejercer el derecho de gracia, la Constitución le facultaba para conceder el indulto, pero no se atrevió.»{74}El párrafo segundo del artículo 102 de la Constitución disponía que: «En los delitos de extrema gravedad podrá indultar el Presidente de la República, previo informe del Tribunal Supremo y a propuesta del Gobierno responsable.» Ese fue el procedimiento que se siguió, en 1932, cuando a Sanjurjo se le conmutó la pena de muerte por la cadena perpetua.
En la denegación del indulto, fueron determinantes los votos de los cuatro ministros libertarios. Ello es curioso porque, según el secretario general de la FAI, Abad de Santillán, el fusilamiento fue «un crimen y, más que un crimen, una estupidez», y que «incluso desde la Argentina me telegrafiaron los compañeros para pedir que intercediéramos por la vida de José Antonio Primo de Rivera.»{75} En ese mismo sentido, podemos mencionar lo que le contóJacinto Toryho –que dirigió Solidaridad Obrera, órgano de la CNT–, a Ramón Garriga: «Yo era partidario, y otros compartían mi opinión, de llevarlo a la frontera pirenaica y dejarlo en libertad para que entrara en Francia sin condiciones ni pactos.»{76}
También llama la atención que elmismo García Oliver, en su extenso libro de memorias, El eco de los pasos, en ningún momento ataca o critica a Primo de Rivera. Incluso Federica Montseny, con cierto cinismo, llegó a escribir:
«Tuve la impresión, y esto se ha ido confirmando a lo largo del tiempo, que, por parte del Gobierno franquista y de los elementos que hubiesen podido ejercer ciertas presiones sobre el Gobierno republicano, no hubo ningún interés por salvar la vida de José Antonio.»{77}
Los dirigentes anarquistas siempre han echado la culpa del fusilamiento de Primo de Rivera a que Alicante estaba dominada por los comunistas; pero sabemos que esto no es cierto, ya que el Comité de Defensa Popular estaba controlado por la CNT-FAI. Por ello, sus explicaciones nos parecen una excusa para no asumir su responsabilidad (al igual que Largo Caballero). Aunque no podemos descartar que el voto de los ministros libertarios estuviera condicionado por el hecho de evitar un enfrentamiento con sus compañeros de la zona levantina. Es significativo que el editorial de Fragua Social –órgano de la CNT de Levante–, del 14 de noviembre –la vista oral del proceso empezó el 16–, señalara lo siguiente:
«Ya no es la primera vez que este vocero ha llamado la atención a los camaradas de Alicante sobre una verdadera negligencia que en cuanto a determinaciones revolucionarias, como las que exige el liquidar cuentas con reaccionarios tan caracterizados como José Antonio Primo de Rivera.»
En relación a la medida de gracia, debemos mencionar que sus familiares presos (Carmen, Margarita y María Jesús) pidieron el indulto, alegando que José Antonio «realizó gestiones con Martínez Barrios,{78} por medio de Echevarría, en favor de la pacificación de España, siendo por tanto, inocente de lo que se le acusa.» Esa frase fue borrada, por la censura franquista, del libro que sobre el proceso publicó el abogado falangista José María Mancisidor. Torres calumnia cuando dice que fue este quien decidió mutilarlo; y añade, con cinismo, que lo hizo «probablemente porque él o quienes publicaron el libro consideraban que dañaba la memoria de José Antonio.»{79} O sea que, para este autor, hacer gestiones para acabar con la guerra civil, perjudicaba la memoria de José Antonio…
Ahora bien, el libro de Mancisidor, Frente a Frente (José Antonio Primo de Rivera frente al Tribunal Popular),
«fue terminado el 19 de marzo de 1956 y presentado en el Ministerio de Información y Turismo, en la Dirección General de Información, el día 6 de julio de 1956, en el expediente número 3444, siendo autorizada su publicación según comunicación de fecha 20 de julio de 1956. Pero, esta autorización quedo en suspenso hasta nueva orden según comunicación de la “Inspección de Libros” –S. 2336/56– de fecha 27 de julio de 1956.»{80}
Una copia mecanografiada del libro fue depositada en el Depósito Legal, y registrada con el número 69069 en el Registro de la Propiedad Intelectual. Naturalmente, en la copia figura la frase que fue censurada, junto con otras, en la edición del libro que, finalmente y venciendo los obstáculos del ministro Solís, se publicó en 1963 en una editorial de segundo orden. Es cierto que la frase no fue censurada en el libro de Francisco Bravo, José Antonio ante la justicia roja (1941). Sin duda, se le escapó a la Censura y por eso, seguramente, el libro no fue nunca reeditado.{81}
5. Conclusiones
Debido a la extensión de este trabajo, considero conveniente, a modo de recordatorio, extraer una serie de conclusiones:
Primera. Antes del 20 de septiembre de 1936, no hay ninguna referencia al canje del hijo de Largo Caballero por José Antonio.
Segunda. En la zona nacional, no hay ningún documento, a parte de la carta del hijo de Largo, que se refiera al canje.
Tercera. Tampoco existe ningún testimonio que mencione el envío de la carta. Es más que significativo que Carlavilla y Eugenio Montes nunca se hayan referido a dicho canje.
Cuarta. En la zona republicana, la primera vez que hay constancia de que se hable del posible canje es en la reunión del ministro de la Gobernación con los directores de los diarios de Madrid, que tuvo que ser a finales de octubre.
Quinta. La carta cifrada dirigida a Pilar Primo de Rivera fue, con mucha probabilidad, escrita por José Antonio, días antes de la reunión del Consejo de Ministros que dio el «enterado» a la comunicación de la sentencia.
Sexta. En la denegación del indulto, influyeron decisivamente tres circunstancias: i) el bombardeo del 5 de noviembre; ii) que en Alicante el poder efectivo lo tenía el Comité Popular de Defensa, que no estaba dispuesto a aceptar ningún indulto; iii) el hecho de que el Comité estuviera controlado por los anarquistas.
Como resumen final podemos concluir que no hay constancia de que se hubiera tramitado una propuesta oficial, o por lo menos formal, por parte de los «nacionales» relativa al canje de Francisco Largo Calvo por José Antonio Primo de Rivera.
——
{1} MADARIAGA, Salvador de: «Hombres en la Historia», Ibérica por la libertad, Nueva York, Vol. 2, n.º 6, 15 de junio de 1954. Reproducido en MADARIAGA, Salvador: General, márchese usted (1959 Y 1992).
{2} Julián Mauricio Carlavilla del Barrio (1896-1982), policía, escritor y editor. En los meses anteriores a la proclamación de la Segunda República, siendo director general de Seguridad Emilio Mola, se infiltró en el Partido Comunista de España. Sería expulsado de la policía, en 1935, por la publicación, con el seudónimo de Mauricio Karl, de libros antimasónicos y anticomunistas. Ese mismo año, planeó un atentado, siguiendo instrucciones de la Unión Militar Española, contra el expresidente del Gobierno de la República, Manuel Azaña. En 1936, al llegar al poder el Frente Popular, se exilió en Portugal, con lo cual evitó su detención. Iniciada la Guerra Civil, apareció en la zona nacional haciendo manifestaciones de falangismo y consiguió incrustarse en la dirección del partido. En Valladolid, después del nombramiento de Franco como jefe del Gobierno, resultó herido a consecuencia de un atentado de los falangistas, que lo consideraban, con razón, un espía de la Secretaría General del Cuartel General de Franco (que dirigía su hermano Nicolás). Para salvar su vida, escapó nuevamente a Portugal. En 1939 regresó a España, siendo readmitido en la Policía, pero tres años después quedó en excedencia voluntaria. En 1947 regreso al Cuerpo, jubilándose en 1958, con la categoría de comisario; cf. ROMERO GARCÍA, Eladio: Julián Mauricio Carlavilla del Barrio, Círculo Rojo, 2018.
{3} TORRES GARCÍA, Francisco: José Antonio «Condenado ayer a muerte…», SND Editores, Madrid 2023, p. 498. Este libro es una ampliación del libro El último José Antonio, que publicó en 2013
{4} VIÑAS, Ángel: «Berlín, salvad a José Antonio», Historia 16, Nº 1, p. 47. Este artículo se halla reproducido en VIÑAS, Ángel: Guerra, dinero, dictadura, Crítica, Barcelona 1984, p. 60-97. Manfred Merkes es el autor de Die deustche Politik im spanichen Bürgerkrieg.
{5} VIÑAS, Ángel: «Berlín…», ob. cit., p. 48, n. 7. Völckers, encargado de negocios, ejercía de embajador en funciones. La Embajada alemana se había traslado, a finales de agosto, a Alicante para huir de los bombardeos de Madrid. Al menos, esa fue la explicación oficial.
{6} CLEMENTE, Josep Carles: «Última entrevista con Fal Conde», Tiempo de Historia, nº. 39, 1978, p. 21.
{7} VIÑAS, Ángel: Berlín…, ob. cit., p. 47.
{8} Ibidem, p. 48.
{9} Ibidem.
{10} Ibidem. Von Knobloch, que solía vestir la camisa azul falangista y después de la guerra se quedó a vivir en España, tenía especial interés en salvar a Primo de Rivera.
{11} Ibidem.
{12} Ibidem, p. 49.
{13} Ibidem. El teniente coronel Walter Warlimont era el enlace alemán entre el mariscal Werner von Blomberg y el general Franco.
{14} CONNOLLY, Eduardo: «Mauricio Carlavilla: el encanto de la conspiración», Hibris: Revista de bibliofilia, núm. 23, 2004.
{15} VIÑAS, Ángel: Berlín…, ob. cit., p. 50.
{16} GARCÍA VENERO, Maximiano: Falange en la guerra de España: la Unificación y Hedilla, Ruedo Ibérico, París 1967, p. 201. Este libro fue escrito por encargo de Manuel Hedilla y, en 1972, editado en España, después de un proceso en los tribunales franceses sobre los derechos de propiedad intelectual, como Testimonio de Manuel Hedilla, sin que apareciera la referencia a García Venero.
{17} No queremos poner en duda lo que manifiestan García Venero/Hedilla, pero no hay constancia documental de lo manifestado por Montes.
{18} Nicolás Franco, que tanto trabajó para que se hermano fuese nombrado jefe del Gobierno/jefe del Estado, quiso crear un partido franquista y fue quien, junto con el jurista Antonio García, preparó el «golpe contra Hedilla», en el mes de abril de 1937; cf. mi artículo «La intervención de Antonio Luna en el “golpe” contra Hedilla», en El Catoblepas, 2022, 201:9.
{19} ASSÍA, Augusto: «José Antonio sólo quería ser ministro de Comunicaciones», La Vanguardia, 9 de febrero de 1978. La referencia a Valencia debe ser un error, porque en el mes de octubre el Gobierno seguía en Madrid. Prieto no solo era ministro de Marina y Aviación, sino que además el Ayuntamiento de Alicante, a principios de julio, le había concedido la Medalla de Oro de la ciudad.
{20} Archivo Histórico Nacional (AHN). Mariano Arroyo Tirado, oficial de prisiones, sitúa ese suceso a finales de septiembre y dice que se trataba de miembros de la Columna de Hierro, integrada por anarquistas; pero, sin duda, se equivoca, pues Toscano, que en Huelva había sido dirigente de la FAI, dice lo contrario. Además, ¿por qué desconfiar si los que mandaban en Alicante eran los anarquistas? Por otra parte, Arroyo también se equivoca al datar, en el mes de septiembre, el intento de asesinato de los hermanos Primo de Rivera, cuando ocurrió en el mes anterior. El informe mecanografiado de Arroyo «Exposición de los hechos» se halla en el Archivo Municipal de Alicante; cf.: ROSSER LIMIÑANA, Pablo (coord.): Alicante en guerra, Ayuntamiento de Alicante, 2018, vol. I, p. 56-57.
{21} Rolf Carls era el jefe de las Fuerzas Navales Alemanas en España.
{22} VIÑAS, Ángel: «Intentos torpedeados», Historia 16, n.º 2, junio 1976, p. 53-54. Este artículo se halla reproducido en VIÑAS, Ángel: Guerra, …, ob. cit., p. 80-97.
{23} Ibidem, p. 51.
{24} ANSON, Luis María: Don Juan, Plaza y Janés, cito por la edición de 1996, p. 164. Según Torres García, se trata de una invención de Anson. Ahora bien, ¿qué interés podía tener el académico, en 1994, en inventarse una cosa así?
{25} RÍO CISNEROS, Agustín y En rique PAVÓN PEREYRA: Los procesos de José Antonio, Ediciones del Movimiento, Madrid 1963, p. 225-226. Mauricio Karl era, como ya se ha indicado, el seudónimo que utilizaba en sus publicaciones Carlavilla.
{26} Puede que la fuente de Río Cisneros sea lo que Agustí Aznar le declaró a Ximénez de Sandoval: «Parece ser que [Franco] antes de darnos este dinero [el consabido millón de pesetas] y la autorización para la gestión ha ofrecido a los rojos la liberación de todos sus prisioneros a cambio de nuestro Jefe.» [La cursiva es mía]; cf. XIMÉNEZ DE SANDOVAL, Felipe: José Antonio, ob. cit., p. 517.Sin comentarios.
{27} LAGUNERO, Paloma: «Francisco Largo Calvo, hijo de Largo Caballero», Triunfo, n.º 707 (14-08-1976).
{28} XIMÉNEZ DE SANDOVAL, Felipe: José Antonio (Biografía apasionada), cito por la edición de Fuerza Nueva, Madrid 1980, p. 517, n. 2.
{29} JATO, David: La rebelión de los estudiantes, edición del autor, Madrid 1975, p. 384. En la primera edición, de 1953, no figura el comentario de Jato.
{30} Ni en la Fundación Pablo Iglesias ni en la Fundación Francisco Largo Caballero hay rastro alguno del escrito.
{31} CARLAVILLA, Mauricio: Anti-España 1959, Nos, Madrid, 1959, p. 45. La publicación de este libro motivo una querella criminal de Ramón Serrano Suñer contra Carlavilla, y el autor tuvo que desdecirse públicamente a través de la prensa; cf. ROMERO GARCÍA, Eladio: Julián…, ob. cit., p. 178-179.
{32} Es ilustrativo mencionar que Carlavilla publicó en el periódico FE de Sevilla, el 1 de octubre de 1936, un artículo que tituló: «El Jefe del Estado. La unidad», que provocó la ira de los falangistas.
{33} VIÑAS, Ángel: «Intentos…», ob. cit., p. 50.
{34} GIBELLO, Antonio: José Antonio, ese desconocido, Ediciones Dyrsa, Madrid 1985, p. 294.
{35} GIL MUGARZA, Bernardo: España en llamas 1936, Acervo, Barcelona 1969, n. 352.
{36} CONNOLLY, Eduardo: «Mauricio Carlavilla…», ob. cit.
{37} Cf. THOMÀS, Joan Maria: El gran golpe. El caso Hedilla o cómo Franco se quedó con Falange (Barcelona 2014), pág. 34.
{38} Curiosamente, en el decenio de los sesenta, Montes frecuentó la tertulia que dirigía el policía (en el Café Fuyma, Gran Vía de Madrid), ahora ya jubilado. Montes también declaró en favor de Carlavilla cuando este, de regreso de Portugal, quiso reingresar en la Policía. Esa proximidad sería una prueba de que si el canje no pasó de una propuesta de Mauricio Karl no fue por culpa de este; sino que el culpable sería su jefe, Nicolás Franco. Llama poderosamente la atención que, en las primeras líneas de su libro Anti-España 1959, escriba que, en sus obras posteriores a la guerra, no hace apología ni defensa del Régimen franquista: «En prueba decisiva, búsquese y rebúsquese; ni siquiera el apellido Franco está escrito por mi pluma.» Carlavilla nos cuenta, en el libro, que el Régimen no ha sido generoso con él.
{39} Cf. ROMERO GARCÍA, Eladio: Julián…, ob. cit., p. 104-105.
{40} GARCÍA VENERO, Maximiano: Falange en la guerra…, ob. cit., p. 200.
{41} PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier: Ciencia y política. José Giral Pereira, Boletín Oficial del Estado, Madrid 2015, p. 355.
{42} AHNDJC, Caja 8, carpeta 1, núm. 21.
{43} ZUGAZAGOITIA, Julián: Guerra y Vicisitudes de los Españoles. El libro es de 1940, pero la citación la hago de Ediciones Éxito, Barcelona 1978, p. 176.
{44} TORRES GARCÍA, Francisco: José Antonio…, ob. cit., p. 492-493. En su anterior libro, El último José Antonio, tampoco cita la fuente.
{45} El diputado de la CEDA Ramón Serrano Suñer, amigo de José Antonio, no fue canjeado, sino que se evadió del hospital vestido de mujer y se asiló en un embajada. Dos hermanos suyos fueron ejecutados. Es más que probable que Largo se confunda con Raimundo Fernández-Cuesta, secretario general de Falange, que fue canjeado gracias a Prieto.
{46} LARGO CABALLERO, Francisco: Mis recuerdos, Ediciones Unidas, cito por la segunda edición de 1976, México, p. 196.
{47} LARGO CABALLERO, Francisco: Correspondencia secreta, Nos, Madrid 1961, p. 265, n. 5. Es una edición parcial (faltan las páginas 248 a 357, de la 2ª edición) del libro citado en la nota anterior, que lleva una larga introducción, así como multitud de extensas notas de Mauricio Carlavilla, que también era el propietario de la editorial. Se trata de una edición pirata, por cuanto no se hizo con la autorización de los herederos del dirigente socialista. Carlavilla, como ya hemos dicho, se equivoca al decir que los hijos de Largo fueron canjeados.
{48} LARGO CABALLERO, Francisco: Mis recuerdos, ob. cit., p. 196-197.
{49} Eduardo Iglesias Portal, miembro del Tribunal Supremo y presidente del Tribunal Especial Popular de Alicante, y Enrique Griñán Guillén fueron, según todos los indicios, los dos magistrados que votaron a favor de la revisión de la causa. Al terminar el juicio, José Antonio abrazó a Iglesias a quien conocía por su actividad de abogado en Madrid. El otro magistrado, Rafael Antón Carratalà, era un abogado sindicalista al que acaban de nombrar magistrado interino, debido a que la mayoría de los jueces titulares eran desafectos al Régimen. Este, después de la guerra, fue encausado, ya que se decía que era masón (aunque no se pudo probar), además de suscriptor de un periódico sindicalista, Liberación. Se exilió en las islas Filipinas, donde hizo fortuna, y a diferencia de los otros dos, no regresó a España. Según el periodista Javier PÉREZ PELLÓN, que lo entrevistó en 1976: «Aunque no dudó en firmar la sentencia a muerte del fundador de la Falange, no pudo por menos de reconocer y admirar el extraordinario magnetismo y el entusiasta y generoso patriotismo que Primo de Rivera desprendía de su trato personal.» (Estrella digital, 05.04.2008).
{50} BELLO LANDROVE, Federico: «El Derecho y la Guerra de España (VIII): Tribunales “a la Carta”», quienfueraborges.blogspot.com/2017/09/. El artículo fue publicado el 23 de septiembre de 2017.
{51} Declaración de la sobrina de Valldecabres, Annik Onofra. Su madre, cuñada del asesor jurídico, Juana Alberich testimonió que: «Llegaron a su casa unos hombres que despertaron a Valldecabres y le obligaron a firmar». Ambas declaraciones en el diario Levante-El Mercantil Valenciano (3-2-2008). Emilio Valldecabres Malras, abogado, afiliado al PSOE y a la UGT, había nacido en 1906 o 1907.
{52} FERNÁNDEZ-CUESTA, Raimundo: Testimonio, recuerdos y reflexiones, Madrid, Ediciones Dyrsa, Madrid 1985, p. 109.
{53} ANSÓ, Mariano: Yo fui ministro de Negrín, Planeta, Barcelona 1976, p. 167-168.
{54} Según la ministra de Sanidad, Federica Montseny, fue el socialista Julio Álvarez del Vayo, ministro de Estado, quien se refirió al canje; cf.: MONTSENY, Federica: Mis primeros cuarenta años, Barcelona 1987, p. 111. En mi opinión, se trata de una confusión de la ministra anarquista. Esplá, siguiendo instrucciones de Manuel Azaña, presidente del República, quería evitar el fusilamiento de José Antonio; véase mi artículo: «Manuel Azaña y el proceso de José Antonio en Alicante», El Catoblepas, 2005, 41:18.
{55} GARCÍA OLIVER, Juan: El eco de los pasos, El Ruedo Ibérico, París 1978, p. 342-343.
{56} NÚÑEZ MATURANA, Simón: La tragedia española (Memorias incongruentes de un perseguido asilado), Ediciones Lux, Buenos Aires, 1938; reproducido en Dolor y memoria de España en el segundo aniversario de la muerte de José Antonio, Ediciones Jerarquía, 1939, p. 318-319.
{57} JÁUREGUI, Julio: «Irujo y José Antonio», Diario 16 (27-08-1980), reproducido en AGUINAGA, Enrique y Emilio GONZÁLEZ NAVARRO: Sobre José Antonio, Ediciones Barbarroja, Madrid 1997, p. 130-131.
{58} Hemos visto que el jefe nacional de las Milicias se llamaba Agustín Aznar, y este era el prometido (se casó durante la guerra) de la prima carnal y ahijada de José Antonio, Dolores Primo de Rivera y Cobo de Guzmán. José Antonio tenía en gran estima a Dolores y a ella iba dirigida una de las doce cartas que el escribió, a modo de despedida, el día antes de la ejecución. En ella le dice: «dile [se refiere a Agustín] que para que yo lo tenga en la memoria como si fuera de mi familia le sobra con lo que ha hecho hasta ahora.»
{59} La otra cuñada de José Antonio, esposa de su hermano Fernando (asesinado el 22 de agosto en la Cárcel Modelo de Madrid, aunque José Antonio nunca lo supo), se llamaba, precisamente, Rosario.
{60} Es curioso señalar que el protagonista de la novela inconclusa que escribiera el falangista, en 1924, se llamase Alarico Alfós. En catalán Anfós (o Alfons) significa Alfonso. José Antonio, que residió unos doce meses en Barcelona (entre junio de 1922 y febrero de 1924), sabía leer el catalán (le habían regalado Blanquerna, de Ramón Llull). Dos de los otros, poquísimos, personajes de la obra se llaman Agustín y Rosario.
{61} SÁNCHEZ GARCÍA ASCASO, Ernesto: «José Antonio, Azaña y Balbotín», Historia 16, n.º 129 (enero 1986). José Antonio Balbotín (1893-1977), magistrado del Tribunal Supremo, escritor y poeta, comunista, se exilió al terminar la guerra civil y regresó en 1970. Torres García, haciendo gala, una vez más, de su sectarismo, quiere negar veracidad a lo manifestado por Balbotín diciendo que «buscó como extender sospechas»; cf.: José Antonio…, ob. cit., p. 491, n. 776. Qué interés podía tener, al final de su vida, el amigo del falangista en extender sospechas sobre el canje; pero es que, además, se lo dijo por carta privada a Ernesto Sánchez…
{62} BOSCH-GIMPERA, Pere: Memòries, Edicions 62, Barcelona 1980, p. 209. Bosch visitaba a menudo a Azaña, que en aquella época residía en Barcelona, y es muy probable que este fuera su fuente de información, ya que añade que al presidente el fusilamiento de Primo de Rivera le produjo una gran indignación
{63} Declaración prestado por Ramón Feced Gresa en la Causa General. Este, que era militante del Partido Nacional Republicano, que lideraba Sánchez Román, se exilió en Francia en los inicios de la guerra. Ayudó a Ramón Serrano Suñer a escapar de la zona gubernamental.
{64} PRIMO DE RIVERA, Pilar: Recuerdos de una vida, Dyrsa, 1983, p. 100
{65} Véase GARCÍA VENERO, Maximiano: Falange en la guerra…, ob. cit., p.402.
{66} FRANCO SALGADO-ARAUJO, Francisco: Mi vida junto a Franco, Planeta, Barcelona 1977, p. 215.
{67} AZAÑA, Manuel: Apuntes de memorias y Cartas, editados, comentados y anotados por Enrique de Rivas Ibáñez, Pre-Textos, 1990.
{68} VIDARTE, Juan-Simeón: Todos fuimos…, ob. cit., p. 579.
{69} PRIETO, I.: «Si Primo de Rivera viviese», El Socialista (15 de agosto de 1957). Las represalias como consecuencia de los bombardeos fueron desgraciadamente un hecho frecuente. La esposa de Gerald Brenan, nos ha dejado un testimonio de estas represalias: «El odio aumenta durante los bombardeos, especialmente los nocturnos […]. Caen las bombas, matan a víctimas inocentes y gente encolerizada pide sangre por sangre. Los habitantes de los barrios se levantan, van a la cárcel y se produce el asesinato de cuarenta, cincuenta o cien personas, la mayoría tan inocente como los niños asesinados por los bombardeos.»; cf. WOOLSEY, Gamel: El otro reino de la muerte (Málaga, Julio, 1936), Editorial Librería Ágora, Málasga 1994, p. 118. No obstante, para TORRES GARCÍA, F.: El último …, ob. cit., p 473, los bombardeos «eran la excusaque, en aquellos meses, comunistas y anarquistas utilizaban para el exterminio de significados “fascistas”». Este autor parece, o mejor, quiere ignorar que las represalias por los bombardeos se dieron en las dos zonas. Torres García, que es catedrático de Enseñanza Secundaria, suele proyectar sus propios defectos (parcialidad, análisis sesgados…) en los autores que discrepan de sus interpretaciones. Además de historiador, ha sido portavoz del partido Alternativa Española, que se autodefine como socialcristiano, y cuyo secretario general es Rafael López-Diéguez, yerno del fundador de la desaparecida formación ultratradicionalista Fuerza Nueva, Blas Piñar.
{70} TORRES GARCÍA, Francisco: José Antonio…, ob. cit., p. 754.
{71} La declaración fue prestada en Granada el 5 de junio de 1941. Días después, sería fusilado. Según el testimonio de Mariano Arroyo Tirado, el día del fusilamiento Toscano pronunció, mientras manipulaba su pistola, estas palabras: «con esta pistola le he metido siete tiros a ese canalla.» De ser cierto, es posible que dijese: «a esos canallas»; pues parece ser que José Antonio recibió tres tiros de gracia, los otros cuatro debieron ser para los cuatro compañeros, de Novelda, que fueron ejecutados con el líder falangista.
{72} VALENCIA, Juan de: La “Justicia” roja trama y consuma la condena de José Antonio a la última pena; Cf.: Amanecer y La Gaceta Regional del 20 de noviembre de 1938; reproducido en Dolor y memoria…, ob. cit., p. 298.
{73} El Comité estaba integrado por 16 miembros: 8 CNT-FAI, 2 Izquierda Republicana, 2 Partido Sindicalista, 2 UGT, 1 Juventudes Socialistas Unificadas y 1 Unión Republicana. Como le manifestó Valdés Casas, gobernador civil de Alicante, a Vidarte, cuando este intentaba salvar al hermano del ministro de Hacienda –Negrín– de la orden de los claretianos: «Usted no conoce la situación en Alicante. Aquí el Gobierno no pinta nada. Estamos desplazados. Desde que en mala hora trasladaron a la prisión de Alicante a Primo de Rivera y otros significados falangistas, estoy que no vivo.» VIDARTE, Juan-Simeón: Todos fuimos…, ob. cit., p. 494.
{74} TORRES GARCÍA, Francisco: José Antonio…, ob. cit., p. 747.
{75} TALÓN, Vicente: 1936-1939, luchamos por la República, Grafite Ediciones, Bilbao 2006, p. 39. Abad de Santillán admiraba al líder falangista y llegó a afirmar que «José Antonio Primo de Rivera, Juan Peiró y Julián Besteiro –cada uno en su posición– eran España y a España no se la fusila». Ibidem.
{76} GARRIGA, Ramon: La España de Franco, G. del Toro, Madrid 1976, p. 41.
{77} MONTSENY, Federica: Mis primeros cuarenta años, Plaza y Janés, Barcelona 1987, p. 111. La biógrafa de Montseny llega, incluso, a afirmar que los ministros anarquistas se habían opuesto a la muerte de José Antonio; cf. RODRIGO, Antonia y Pío MOA: Federica Montseny, Ediciones B, Barcelona 2003, p. 118.
{78} Diego Martínez Barrios, expresidente de las Cortes, dirigía la Junta Delegada del Gobierno para la Región del Levante, de la que formaban parte Ruiz Funes, Carlos Esplá y Martínez Echevarría.
{79} TORRES GARCÍA, Francisco: José Antonio…, ob. cit., p. 756, n. 1181.
{80} De la copia mecanografiada nº 9, con el sello de Mancisidor, que lleva una dedicatoria a Miguel Rodrigo, teniente general, y que ahora se halla en mi biblioteca.
{81} Lo más triste de todo es que Torres repite lo que ya escribió en su libro El último José Antonio, sin hacer caso de la refutación, bastante más suave, que le hice en el capítulo «Verdad y mentira acerca de la muerte de José Antonio Primo de Rivera» de mi libro La manipulación del proceso de José Antonio Primo de Rivera (2014).