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El Catoblepas · número 207 · abril-junio 2024 · página 16
Artículos

Anomia y comunicación

Domingo Fernández Agis

Implicaciones éticas y biopolíticas de las estrategias y recursos comunicativos

Introducción

Foucault

Un elocuente punto de partida, si pretendemos exponer los aspectos clave de las interacciones entre subjetividad y comunicación, así como las implicaciones éticas y biopolíticas de las estrategias y recursos comunicativos, es la referencia a las raíces de la filosofía del cuidado, que tanta relevancia tiene al abordar las implicaciones éticas de la praxis comunicativa y atencional. Dichas raíces se hunden profundamente en la Historia.

Michel Foucault tuvo el acierto de poner de relieve algunas de las más importantes. Por ejemplo, en el curso que impartió en el Collège de France en el año académico 1977-1978, supo exponer la ductilidad e interés de la noción de pastorado, al tiempo que destacó su vinculación histórica con la filosofía del cuidado. Siguiendo tales orientaciones, señaló que “por una parte, el pastor debe vigilar a todos y a cada uno, omnes et singulatim, lo que va a constituir precisamente el gran problema” de la pastoral cristiana y también lo será por lo que se refiere a las técnicas de poder modernas (Foucault, 2004, 132). Abundando en ello, señaló asimismo que “el pastorado, en sus formas modernas, se ha desplegado en gran medida a través del saber, las instituciones y las prácticas médicas. Podría decirse que la medicina ha sido una de las grandes potencias heredadas del pastorado” (Foucault, 2004, 203).

Es necesario reflexionar acerca de la conexión entre la dimensión teórica del cuidado y la praxis del cuidado. No hay nada definitivamente resuelto en este campo de actuación.

Georges Canguilhem es uno de los pensadores más influyentes en la epistemología y en los más diversos ámbitos de su aplicación. Su principal foco de atención investigadora ha sido el estudio de todas las dimensiones de la atención médica. Sin olvidar la importancia de las disciplinas humanistas, también ha considerado que es necesaria una profunda reflexión sobre la introducción de la matemática y de otras ciencias de las llamadas duras, en la investigación y la gestión médica. En general, piensa en la interacción mutuamente enriquecedora entre ciencias y humanidades.

En otro orden de cosas, sería positivo tomar en consideración el poder esclarecedor de la experiencia ontológica. La construcción del cuidado es más compleja de lo que comúnmente se piensa, pues no solamente implica un conjunto de problemas técnicos. Es sobre todo una cuestión esencialmente humana.

Una gran ayuda, en ese sentido, podría venir de la lectura de la obra de Hans Georg Gadamer. Un escepticismo esclarecedor inspira su pensamiento.

Por otra parte, es esencial analizar las implicaciones que tiene el hecho de que, como señaló Michel Serres en una conferencia impartida en la ENS de París, en nuestra época “lo conectivo ha sustituido a lo colectivo”.

Lógica del cuidado e intencionalidad

Es importante analizar con atención los aspectos sociales y políticos del cuidado.

Una dimensión clave de éste proviene de la escucha activa. Ésta es muy importante pues supone y consolida una apertura al otro. En esta cuestión, la referencia a Emmanuel Lévinas es ineludible.

Ciertamente siempre existen dificultades derivadas de la vida en común, pero son más importantes, a partir de cierta edad, las dificultades, a veces dramáticas, que conlleva el hecho de vivir solo.

Para el ser humano es muy relevante adueñarse de su capacidad de ser independiente y experimentar cotidianamente la sensación de autonomía. En la vida cotidiana, las actividades más sencillas, como el aseo personal, proporcionan un esclarecimiento, a veces cruel y doloroso, en ese sentido.

Por otra parte, no hay que olvidar que cada individuo ha de construir un proyecto de vida. También ha de prestarse una creciente atención al mantenimiento y desarrollo de actividades relacionales. Todo ello nos lleva a concluir que es necesario gestionar una pluralidad de registros en torno al arte del cuidado. Un problema adyacente es que en la medicina actual el progreso científico se ha realizado a partir de una fragmentación del cuerpo humano.

Paul Ricoeur ha comprendido en profundidad que la estima de sí es difícil de encontrar, en particular cuando una persona enferma. Para él, a veces la liberación significa regresar al estado fetal, distante y próximo a la vez, para cada ser humano adulto. En efecto, con mucha frecuencia se produce el hundimiento emocional de la persona que enferma. Así pues, es necesario reflexionar sobre los aspectos negativos y positivos que conlleva la dependencia.

Como nos dice Paul Ricoeur, «si cogemos a tres personas y las abandonamos en una isla desierta, al final es inevitable que en ese lugar hagan su aparición tres religiones y tres concepciones de la vida natural y humana». Por su parte, John Rawls, en su libro, hoy un gran clásico, Teoría de la justicia, habla de los resultados socialmente positivos de las diferencias individuales. Siguiendo su planteamiento tendríamos que extraer todas las potencialidades que se derivan de la diferencia, en lugar de ceder a la obsesión de las diversas formas de poder por imponer una determinada identidad a aquellas personas sobre las que pretenden ejercer su dominación.

Necesidad de la ética

Si analizamos en profundidad la relación entre ciencia y ética, llegaremos sin dificultad a concluir que la ética no es menos necesaria que la ciencia. No se pueden aplicar los resultados de la ciencia, sin tener en cuenta la ética.

Es cada vez más problemático el respeto a la justicia social.

Céline Lafontaine, en su obra titulada Le Corps-marché. La marchandisation de la vie humaine à l’ère de la bioéconomie (Lafontaine, 2014), nos ofrece una brillante ilustración de cada uno de los aspectos antes señalados.

Amartya Sen nos aporta una utilización muy bien pensada de la noción de utilidad. Realiza así una pertinente conexión entre ésta y la noción de bienestar. La capacidad de acción de los individuos puede ser considerada como libertad positiva. Su objetivo es el cumplimiento de objetivos y aspiraciones individualmente concebidos.

Por su parte, André Comte-Sponville piensa que el capitalismo no es ni moral ni inmoral. Plantea tal idea a través de esa expresión porque, en su opinión, el capitalismo es amoral.

Otras perspectivas

Por paradójico que parezca, la moral en el orden económico puede entenderse como un activo inmaterial que proporciona auténtico valor a las empresas. En definitiva, debería considerarse como la base del capital de confianza en la empresa. Las capacidades humanas y el tiempo disponible son los factores esenciales en el orden económico. El capital humano debería ser considerado, en última instancia, como la auténtica base del capital monetario.

Una dolorosa circunstancia que puede ser útil mencionar es que en Japón se han producido desde hace años numerosos suicidios en los centros de trabajo. Por esa razón, hay empresas cuyos edificios están rodeados de redes, para evitar la muerte de quien intente suicidarse lanzándose desde alguna de las ventanas.

A propósito de esos terribles acontecimientos, hemos de pensar en la relación entre el sufrimiento ético y el sufrimiento moral que pueden darse en el trabajo. A veces se viola en él la moral común y en otras ocasiones se dejan de respetar los principios éticos más sublimes.

El trabajo es un elemento básico en la construcción de la identidad individual. Su importancia es crucial para el desarrollo de los individuos. Por ello, ha de ponerse de relieve la importancia de las reglas en las que se ha de basar su eficiente desarrollo y plantear que éstas han de apoyarse en la confianza mutua y también fomentarla.

Desde tales presupuestos puede hablarse de la disciplina. En efecto, habría que señalar que, por extraño que parezca, se puede materializar la libertad a través de la disciplina. No se trata, en este caso, de tomar en consideración la operatividad de un régimen disciplinario. Sin llegar a ello, hay que admitir que es necesaria una disciplina éticamente aceptable y que no fomente la represión sino el libre compromiso personal de los trabajadores.

El poder digital

En la medida en que se tiene más poder, se ha de asumir un más alto nivel de responsabilidad. Por ello, el mundo digital tiene necesidad de una nueva ética, con características singulares y adaptadas a los problemas que el desarrollo digital presenta.

En primer lugar, ha de tratarse de una ética de respeto a los derechos individuales y una ética orientada hacia la justicia en la distribución de los bienes, susceptibles de consumo colectivo. En todo caso, pese a las creencias habituales, hemos de considerar que incluso en el mismo consumo, el individualismo es una ilusión.

En esta nueva circunstancia histórica en la que nos adentramos, a veces se piensa que debemos pedir cuentas a los que podríamos llamar, dado su creciente poder, nuestros señores los algoritmos. Sin embargo, no hay que olvidar que los algoritmos son procedimientos de acción construidos en principio por seres humanos. Por ello podemos encontrar en el algoritmo una opinión disimulada en el interior de un código lógico matemático. También habría que tener en cuenta que hay algoritmos diseñados para hacer posible el aprendizaje automático. Por lo demás, no olvidemos que la transparencia no implica necesariamente la comprensión. Es necesario mostrar y poner en valor la intención que hay detrás de la elaboración de los algoritmos.

Habría que preguntarse por qué en nuestros días estamos llegando a esta revolución digital en medio de un ambiente de creciente angustia.

Por otra parte, el transhumanismo es asimismo una fuente de preocupación en el mundo actual. La materialización de proyectos en esa dirección lleva a muchas personas a preguntarse hasta qué punto nos convertiremos en los próximos años en juguetes de las máquinas.

Pensando en todos estos elementos, empezamos a vislumbrar las consecuencias de un desmesurado deseo de poder. Para hacer frente a los peligros que empezamos a advertir, debemos plantearnos las posibilidades de desarrollar un humanismo digital.

Si pensamos en un materialismo de base digital, nos damos cuenta de que nuestra sociedad es fuerte y frágil a la vez. Advertimos también que tenemos necesidad de desarrollar una cultura digital, como poder y también como contrapoder.

Hemos de preguntarnos si aún tenemos poder de elegir en todo aquello que afecta de forma relevante a nuestro futuro. En ese sentido, deberíamos plantearnos la necesidad de llevar la democracia al ámbito de la aplicación de las tecnologías digitales. También hemos de desterrar el mito de la gratuidad, que ha acompañado el desarrollo del sistema digital. En efecto, nada es gratis en ese ámbito.

Por lo demás, hay que remarcar que la incertidumbre es un ingrediente importante en el mundo humano, porque es precisamente la incertidumbre la que hace humano nuestro mundo. Ella nos presta una inestimable ayuda para hacer posible la comprensión de nuestros límites. En buena medida, dichos límites provienen del hecho de que la experiencia humana es a la vez una experiencia del tiempo y una experiencia del otro, así como de lo otro. Esa experiencia es siempre una incitación y una apelación a la ayuda y el apoyo.

No es sólo la ciencia, sino que también son la filosofía y de forma muy singular la ética, los ámbitos de conocimiento que pueden ayudarnos a afrontar de forma coherente y fructífera la incertidumbre.

Peter Sloterdijk, en su obra, Las normas del parque humano, señala que el humanismo es un producto del mundo cultural greco-latino. En su opinión, esta ideología no funciona hoy en día. Por ello cree que es necesaria otra ideología que la remplace. A su juicio, ésta sería el posthumanismo. En efecto, para él, no existe ninguna ideología diferente que pueda cumplir esta misión.

El sueño de un ser humano mejorado se basa en la economía de las promesas. Pero la economía de las promesas es bastante productiva. Mucho más de lo que se piensa. En efecto, el transhumanismo es hoy la base del más prometedor comercio de la esperanza. Nos dejamos conducir, sin saberlo, por la divisa olímpica: «Más rápido, más alto, más fuerte».

Hay que recapacitar sobre la situación de indeterminación del ser humano, que no ha conseguido encontrar su lugar entre el mundo animal y el ámbito de lo divino. Pero es absurdo pensar que el ser humano va a entrar en un terreno en el que todos los problemas van a ser resueltos. Hay que admitir que un mundo sin problemas, sin dificultades, no es un mundo real. Desde esta perspectiva hemos de considerar que los cyborg no constituyen ya una esperanza, sino que son una realidad. No debemos lamentarlo, ya que la utopía de un ser humano transformado o corregido no es necesariamente algo negativo.

El posthumanismo habla de la posibilidad de programar de nuevo los códigos y los fundamentos biológicos, para vencer así a la enfermedad y a la muerte. Nos conduce a replantear los mitos de la eterna juventud y de la inmortalidad. Pero, como afirmó Sartre, «la muerte transforma nuestra vida en destino», ella es una incitación permanente a vivir y a pensar la vida en profundidad. La enfermedad no es una anomalía, ni la muerte tampoco.

Sobre la ilusión de la inmortalidad hay que recordar que Kurtzweil ha realizado la predicción de que el logro de la inmortalidad se alcanzará en torno a 2045. En lograr tan increíble objetivo está empeñada, entre otras la empresa CALICO, creada por GOOGLE. La finalidad que pretende lograr es, según han dicho sus directivos, «matar a la muerte».  

La mecánica del transhumanismo

Al hablar de las transformaciones tecnológicas de la existencia humana y la vida cotidiana, hemos de mencionar que durante muchos años se ha pensado en la técnica como una prolongación del cuerpo humano. Hoy la vemos como un instrumento de mejora y también como un instrumento de transformación. Pero esto no es tan novedoso. Ya los representantes del movimiento futurista, surgido en la Italia de los años 20, como Marinetti, tenían una interpretación muy próxima a la del transhumanismo actual.

El tecno-progresismo y también el tecno-transgresismo son posiciones científicas y políticas de plena actualidad. La transgresión es algo constante cuando se hace del progreso un objetivo acrítico de la existencia humana.

Existe hoy en día, y está muy extendida, una ideología del solucionismo tecnológico. Pese a lo que esa ideología sostiene, no es posible encontrar una solución tecnológica a todo problema que se presente.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que se están produciendo también transformaciones tecnológicas de las relaciones del ser humano consigo mismo. En ese sentido, podemos hablar del progreso en la utilización de técnicas para imitar las redes neuronales.

También ha de abordarse la relevancia e influencias de las tecnologías de la comunicación. En efecto, han de estudiarse con mayor profundidad las modificaciones que estas tecnologías producen en el cerebro, así como en las capacidades reales de comunicación y relación entre los seres humanos.

En líneas generales, hemos de considerar que la tecnología no es neutra. Ella siempre cambia el mundo de una cierta manera. Su creación es la respuesta a una planificación, su uso presta atención a ciertos deseos. En el fondo, el neutralismo tecnológico es una utopía de ocultamiento. Por lo demás, podemos observar una influencia cada vez mayor de la fusión entre la ciencia y el capital en el mundo moderno.

Además de ello, es necesario correlacionar las tecnologías convergentes y la convergencia entre los poderes establecidos. Por ejemplo, la utilización de la nanotecnología para crear aparatos susceptibles de modificar el comportamiento humano. El precio a pagar es considerable. En cierta forma, es el riesgo del hundimiento colectivo. El ser humano se adentra en el interior de la caja cerebral para ver cómo funciona. Pero es muy difícil percibir el funcionamiento particular de cada operación mental.

Vuelve a aparecer, bajo otra forma, el dualismo ancestral entre el alma y el cuerpo. El posthumanismo puede ayudarnos a pensar de otra manera la dicotomía alma/cuerpo. El cuerpo humano no es pasivo, como se ha pensado con frecuencia. Todo lo contrario. Podemos mejorar nuestra toma de control sobre nuestro propio cuerpo, pues no hay que olvidar nunca que la plasticidad cognitiva humana es muy grande.

Otro aspecto esencial es el desarrollo de sistemas expertos. En tal sentido, hay que subrayar que es difícil comprender que una inteligencia artificial que no tiene conciencia de sí, pueda hacer tantas cosas complejas y, en un buen número de casos, mucho mejor que nosotros. Por ejemplo, resulta impactante su eficiencia en algunos tipos de diagnóstico médico. Sea como fuere, las bases de datos son esenciales para la inteligencia artificial. La IA se configura a partir del manejo eficiente de datos. Los algoritmos son también esenciales para su funcionamiento.

Recordemos, para terminar, las palabras que el cerebro electrónico denominado HAL 9000 dice en el film «2001: A Space odyssey»:

«Sé que Frank y tú tenéis la intención de desconectarme. Eso es algo que no os puedo dejar hacer».

Por lo demás, el cyborg puede convertirse en un enemigo, pero también puede ser un o una acompañante habitual. Es indudablemente real la capacidad del ser humano para adaptarse permanentemente. Pero, en el futuro soñado por los posthumanistas, los seres humanos estarán al lado de los posthumanos como los chimpancés de hoy en día están al lado de nosotros.

El ser humano ha coevolucionado siempre. Hoy es necesario que evolucione con la tecnología. El cerebro debe estar siempre activo. Si la Inteligencia Artificial genera pasividad, el cerebro sufrirá daños considerables. Un ejemplo de ello lo encontramos en la disminución de la talla del hipocampo en los conductores de taxis de Londres, por el uso continuo del GPS.

Se está produciendo asimismo una bipolarización de la sociedad. Por lo que podríamos denominar discriminación tecnológica, nos dirigimos hacia un mundo cada vez menos igualitario.

Por otra parte, será muy difícil poner en pie un ecosistema de las inteligencias artificial y biológica. Su coexistencia conlleva la necesidad de crear mecanismos y especialistas en la gestión de la complejidad. La preparación para desempeñar ese trabajo ha de ser considerablemente complicada. En todo caso, la perspectiva pluridisciplinar es más necesaria que nunca en ese campo de actuación.

Es imprescindible estudiar la forma en que se aproximan la cultura y el progreso científico-tecnológico. Tenemos necesidad de comprender cómo se produce o no la aceptación de las novedades tecnológicas en nuestra sociedad. Un ejemplo de ello lo encontramos en Japón, donde las ideologías animista y sintoísta hacen más fácil la aceptación de los robots por parte de los ciudadanos.

El problema central es de índole ética y puede enunciarse así: ¿cómo vivir con criaturas que son semejantes a nosotros, pero no son humanas?

Según Kurtzweil el desarrollo de la IA, en sentido fuerte, será el acontecimiento crucial. Ella será la singularidad a partir de la cual todo cambiará de forma definitiva y llegará así el mundo posthumano.

Se diría que hay un cierto determinismo futurista en el posthumanismo. Pero, partiendo de las ideas de Deleuze, podemos pensar en la posible multiplicidad del mundo posthumano, en lugar de vivir en el convencimiento de su ineludible unidad. Todo eso es, sin duda, objeto de una fe individual y colectiva.

Bibliografía

Laurent Alexandre, La guerre des intelligences. Paris: JC Lattès, 2017.

Michel Foucault, Securité, territoire, population. Cours au Collège de France (1977-78), Paris: Gallimard-Seuil, 2004.

Véronique Fournier, Puisqu’il faut bien-mourir. Histoires de vie, histoire de mort: itinérarie d’une reflexión. Paris: Éditions La Découverte 2015.

Céline Lafontaine, C., Le Corps-marché. La marchandisation de la vie humaine à l’ère de la bioéconomie. Paris: Seuil, 2014.

Pascal Picq, Qui va prendre le pouvoir? Paris: Odile Jacob, 2017.


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