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Fortunata y Jacinta

España y Rusia (geopolítica): territorio, Estado, defensa, Putin y Crimea

Forja 003 · 28 septiembre 2018 · 8:04

¡Qué m… de país!

¡Buenos días sus Señorías! Mi nombre es Fortunata y Jacinta y aquí comienza un nuevo programa de “¡Qué m… de país!”. En el capítulo anterior vimos cómo algunos ilustrados franceses se deleitaban llamando ‘Quijotes’ a los zares rusos y cómo, en el análisis de la novela de Cervantes, tendemos a olvidarnos precisamente de su autor, Cervantes, y de su imponente racionalismo desmitificador.

Españoles, el autor de la obra de arte NO ha muerto… por mucho que les hubiera gustado a Foucault y a Roland Barthes. Aunque es verdad que sigue siendo muy tentador lo de usurpar el lugar del autor, ¿verdad que sí, críticos de arte y comisarios de exposiciones, pillastres?

Pero a lo que íbamos, estábamos con las singularidades que tienen en común España y Rusia y una de las principales es que ambos fueron y siguen siendo pueblos periféricos, fronterizos y esa no es cuestión baladí porque marca bastante el carácter y también el devenir histórico. Todos tenemos en mente el perfil de nuestro amado terruño, ¿verdad? la Península Ibérica, y entonces nos damos cuenta de que a lo largo de la historia ha ocupado una encrucijada geográfica que separa oriente de occidente, el Mediterráneo y el Atlántico, el Mundo Antiguo del Nuevo Mundo. Pero además marca los límites entre la masa continental norte o Europa y la masa continental sur o África. Dicho en términos culturales y religiosos, la Península Ibérica separaba la cristiandad del islam y, claro, menuda bomba de relojería.

Dado el higienismo moral de nuestras sociedades contemporáneas, muchos mantienen una actitud laxa frente a aquella idea de Napoleón que decía: ‘La política de los Estados reside en su geografía’, y dicen: “Bueno, es que eso de la geopolítica ya es una cosa obsoleta, superada, sobrepasada y ahora lo que debe primar es la solidaridad y el buen rollo”. Pero luego viene Putin y en su deseo de solidificación y protección de su frontera con Europa la lía parda en Ucrania y estos que van diciendo que la geopolítica ha muerto se quedan tontilocos y espantados.

Oh, Crimea, dulce Crimea, luciente diamante injerto en el mar Negro, argentino tesoro que tantos conflictos bélicos y diplomáticos has generado a lo largo de la historia; paso de agua, comunicador de civilizaciones, salida al Mediterráneo desde el mar de Azov. Reservorio de 2,3 billones de metros cúbicos de gas en tus yacimientos marinos sin explotar, depositas 44 millones de toneladas de petróleo en tu seno abierto. Oh, Crimea, dulce Crimea, cómo no valorarte en tu justo precio.

La Península Ibérica, como espacio geoestratégico de primera magnitud, mantiene hoy día su expresión en el Peñón de Gibraltar, pero no hay que olvidarse de la base de Rota. Y ustedes dirán: bueno, pero eso era antes, durante la guerra Fría, cuando España ocupaba la retaguardia de la defensa nuclear europea y a EEUU le interesaba controlar la zona contra el bloque soviético y además, era muy importante dominar las profundidades marinas del estrecho de Gibraltar porque era la época de los submarinos y todas esas mandangas .

Algunos insistirán en que eso de la Guerra Fría y los submarinos ya ha pasado a la historia: “Ahora lo importante es controlar el espacio aéreo y en ese sentido ya sobran las fronteras terrestres”. Pero claro, quizás no nos demos cuenta de que Rota forma parte hoy día del escudo antimisiles contra Rusia y que es uno de los candidatos a llevarse los fondos estructurales de la UE para Seguridad, Defensa y Terrorismo.

España sigue operando geopolíticamente como frontera con el este y frontera con el sur, parecido a lo que ocurría durante el siglo XV y XVI, ¿saben ustedes? Cuando los territorios de la Monarquía Hispánica, junto a otros Estados como Venecia, Génova y el Papado, funcionaban como diques de contención de todo Occidente frente a las incursiones berberiscas y turcas del Mediterráneo.

Esta particular geopolítica de España y Rusia ha marcado profundamente nuestro devenir histórico porque verán, resulta que en estas regiones fronterizas suele darse un caso extraordinario que es la fusión, la mezcla, la combinación de culturas, lenguas, sangres, costumbres, etc. Esta característica nos ha hecho, tanto al pueblo ruso como al español, muy ricos en nuestra diversidad.

Pero hay otra cuestión que vincula al pueblo español con el pueblo ruso y es que ambos llegaron a ser extraordinariamente poderosos al constituirse en un momento dado de su historia como imperios: el Imperio español y el Imperio ruso, y por eso podemos hablar de las Españas, en plural, así como de las Rusias (recordemos, por ejemplo, que Catalina la Grande era zarina de todas las Rusias), pero no podemos decir los Japones, las Finlandias o las Francias. Porque, la verdad, Francia habrá ganado el mundial de fútbol, pero lo de constituirse como imperio se les torció un pelín y por eso le tenían tanta inquina a los rusos, porque no entendían cómo una gente tan fusca y molondra pudo mantener un imperio tan poderoso durante tanto tiempo.

A esta cosa de los imperios, tan denostados hoy día por la colectividad docta e indocta (dado que los prejuicios no entienden de ingenio), le dedicaremos el próximo capítulo. Se despide Fortunata y Jacinta y recuerda: ‘Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla’.

 



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