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Fortunata y Jacinta

PSOE: federalismo asimétrico o forma cortés de secesionismo

Forja 034 · 24 mayo 2019 · 27.14

¡Qué m… de país!

Idea de federalismo en el PSOE: fin de la Nación política

Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y en este capítulo enfrentaremos una realidad ineludible: al actual gobierno de la Nación política española no le place la Nación política española.

Porque defender a la Patria es cosa de fachas, pero inventarnos patrias nuevas cada día y coquetear con ellas en nombre de la izquierda es cosa muy molona y súper cool, porque como lo dicen las izquierdas tiene que ser cañero y revolucionario a la fuerza. Pues no señor, cañero y revolucionario es tener los ojitos abiertos, ver lo que se está haciendo en nombre de las izquierdas y tener el coraje de cuestionarlo.

Sé que los más susceptibles enseguida protestarán diciendo que por qué dedico un programa a descubrir las miserias del PSOE y me olvido de las del PP. Verán, tiempo habrá para todo, porque ningún partido político es un dechado de virtudes y ni mucho menos lo es el PP. Pero ustedes sabrán que el materialismo filosófico sostiene que pensar siempre es pensar contra alguien, tesis y antítesis, y que si la ideología total que nos envuelve, usando la definición de Karl Mannheim, es la de la socialdemocracia encarnada en el PSOE, a nosotros sin ninguna duda nos toca ejercitar la antítesis. Más que nada porque están ahora en el poder. Es decir, que si el progresismo fundamentalista, el buenismo papanatas y la izquierda ideológica son la tesis, a nosotros nos toca pensar a la contra, porque para pensar a favor de la corriente ya están la mayoría de los académicos universitarios, las élites periodísticas, las élites intelectuales y artísticas, &c.

A un partido político habría que juzgarlo por sus incongruencias internas: observarlo, comparar lo que dicen con lo que hacen, distinguir la simple mecánica electoralista y el oportunismo táctico de los componentes ideológicos y a estos de las acciones que tienen un sentido político estricto. En definitiva, tendríamos que estar capacitados para juzgar a un partido político por lo que realmente es, y no por lo que pone en sus pancartas. Porque si algo está claro es que el componente de izquierdas en el PSOE disminuye cada vez más, sobre todo desde 2004, puesto que después del 11 M todo el espectro político derivó hacia la indefinición: desde el PSOE hasta el PP.

Al PSOE de izquierdas apenas si le queda el nombre y el que no quiera ver la tostada pues peor para todos, no para él solo, sino peor para todos.

Voy a ponerles ahora unos extractos televisivos que evidencian en qué dirección se orienta la actual política del PSOE, pero recordemos antes de empezar que Nación política significa igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, que la Nación política es un hallazgo de la izquierda y no de la derecha y que lo que aquí se defiende sí o sí es que el sujeto de Soberanía siga siendo la Nación política.

Veamos en primer lugar unas declaraciones de Manuel Cruz, expresidente de Federalistes d'Esquerres, exdiputado del Partido socialista de Cataluña y nuevo presidente del Senado de España, la cámara alta de las Cortes Generales: (entra vídeo). Recordemos también que Meritxell Batet, miembro del Partido socialista de Cataluña, ha sido elegida como nueva presidenta del Congreso de los Diputados y que esta señora votó a favor del llamado derecho a decidir junto con su grupo de socialistas catalanes.

Es decir, tanto la cámara baja como la cámara alta de las Cortes españolas están actualmente presididas por dos políticos catalanes (hasta ahí ningún problema), afines al nacionalismo catalán (ahí sí hay problemas), los dos vienen del Partido socialista Catalán (curioso) y ambos comparten la idea de que Cataluña puede dejar de formar parte de España si quiere. ¿Y por qué esta situación resulta peligrosa? Pues porque el modelo territorial que defiende el PSOE desde hace décadas es el de un federalismo asimétrico que viene a ser como una forma encubierta de secesionismo. Antes de entrar en materia, escuchemos de nuevo a Manuel Cruz: (entra vídeo).

Ahora escuchemos a Ángel Gabilondo, portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid: (entra vídeo). Y, ahora sí, empezamos.

PSOE: la historia de un fraude

En muchos libros de historia y, por supuesto, en la historia oficial del PSOE, leemos que este partido se fundó en la clandestinidad en la Casa de Labra de Madrid el 2 de mayo de 1879 por el tipógrafo ferrolano Pablo Iglesias Possé, siendo así el segundo partido socialista más antiguo de Europa (el primero es el Partido Socialdemócrata de Alemania que se fundó en 1875). Pero la cuestión es que este partido, como tal, desapareció entre 1974 y 1979, en el tiempo que va del Congreso de Suresnes (celebrado en el exilio entre el 11 y el 13 de octubre de 1974) hasta el Congreso Extraordinario del 28 de septiembre de 1979.

Tras este proceso el partido, aun conservando el mismo nombre, se transformaría en otra entidad política (podríamos decir que se conservó la unidad de la institución, pero se transformó la identidad de su ideología política y de su consecuente quehacer político). Lo que se llevó a cabo fue, por decirlo de algún modo, un golpe de partido, es decir, el partido y sus instituciones fue tomado por otro personal con otros ideales y otros propósitos políticos. Los dirigentes que tomaron la dirección del partido eran jóvenes ajenos a los pesares del exilio y no digamos a las políticas revolucionarias. El dirigente histórico Rodolfo Llopis sería defenestrado por el joven sevillano Felipe González Márquez, que se haría con la secretaría general del partido. En el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979 el PSOE renunció definitivamente al marxismo: el objetivo del golpe de partido consistía en desmarxistizar al PSOE. Misión cumplida.

Luis Gómez Llorente, Pablo Castellano y Paco Bustelo serían los dos últimos líderes destacados del partido que defendieron el marxismo en el PSOE en su XXVIII Congreso celebrado en mayo de 1979. No obstante, la propuesta de Felipe González de abandonar el marxismo no fue aprobada por el Congreso y Felipe dimitió de la secretaría general. El partido pasaría a ser dirigido por una gestora que convocó el antes citado Congreso Extraordinario de septiembre de 1979 en el que Felipe sería reelegido con una amplia mayoría. Entonces el PSOE abandonó definitivamente la filosofía política del marxismo.

El PSOE daría así un giro de 180º. Estaba todo listo para que ese nuevo partido fuese uno de los grandes partidos de la partitocracia coronada del Régimen del 78. Y se puede decir que era un nuevo partido, más que un PSOE renovado, pues no cambió sólo su personal sino también su ideología y su orientación política. La ruptura con el PSOE histórico fue total, al menos en lo ideológico, que no es poco. Lo único que perseveró fue el nombre.

Ya pronto, en las elecciones generales de 1982, consiguió 10.127.392 votos (un 48,11%), que se transformarían en 202 diputados (el récord de diputados en el Régimen del 78). Empezaría la aventura de la España «socialista» (entre comillas), la España en la que se empezó a desmantelar el tejido industrial construido fundamentalmente durante el franquismo. Al mismo tiempo España empezaría a perder soberanía en pos de ese club de tiburones capitalistas al servicio de las multinacionales llamado Comunidad Económica Europea y, finalmente, Unión Europea. Como dijo Alfonso Guerra en 1982 tras la contundente victoria electoral del partido del puño y la rosa (símbolo que adoptaría el partido en 1977): «A España no la va a reconocer ni la madre que la parió». Y posiblemente esto sea lo más cierto o sincero que ha salido por la boca de un político «socialista».

Con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986 y la ratificación de la entrada en la OTAN mediante un referéndum ese mismo año («OTAN de entrada no», decían los dirigentes socialistas cuando estaban en la oposición) se produjo la entrada masiva de capitales extranjeros por el atractivo que tenía un mercado así para sus ganancias en los altos tipos de interés. Esto desembocaría en el descontento de los sindicatos y en la huelga general del 14 de diciembre de 1988. Lo que provocó una ruptura entre el PSOE y su sindicato: la Unión General de Trabajadores (llegando la reconciliación con la llegada de Zapatero).

El oportunismo del PSOE, o directamente su hipocresía, la representa muy bien Javier Solana, que hizo campaña contra la OTAN pero que finalmente acabaría siendo su secretario general en 1996.

El PSOE era un partido republicano, pero con Suresnes y la llegada de la partitocracia coronada empezaría a ser un partido «constitucionalista». Muchos socialistas se consideraban republicanos «pero juancarlistas». Y casi cabría decir que Juan Carlos era monárquico pero socialista (socialista del SOE, naturalmente). Cuando Juan Carlos abdicó el 19 de junio de 2014 el PSOE se negó a que se celebrase un referéndum para que la ciudadanía eligiese entre monarquía y república. El PSOE, definitivamente, es un partido constitucionalista; pero constitucionalista del Régimen del 78. Básicamente, viene a ser el partido del régimen. Aunque también cabe decir -como ha sabido ver muy bien el escritor, arquitecto y filósofo Iván Vélez- que la quintaesencia del Régimen del 78 vendría a ser el partido Podemos, que reúne en su ideario todos los vicios de dicho régimen y prácticamente ninguna de sus virtudes. Podemos no ha venido a abolir la Constitución del Régimen del 78, sino a darle cumplimiento.

Tras ganar los comicios del 28 de octubre de 1982, el PSOE de Felipe ganaría otras tres elecciones generales, y gobernó España durante 14 años consecutivos (en los tres primeros gobiernos con mayoría absoluta). Esto fomentó el clientelismo, el amiguismo y la corrupción al por mayor. Los gobiernos del PSOE llevarían a cabo una masiva privatización de empresas públicas, lo que es tanto como hablar de expolio: como Telefónica, Endesa, Repsol, Argentaria, Tacabalera, ENCE, AENA, INDRA, Agencia EFE, FECASA, IPASA, ENASA, CETME, FRIGSA, SIMEX, GEASA, INIMA, GESA, ELCANO, SEAT, IBERIA. Para esto véase https://aliciaatravespantalla.blogspot.com/p/transicion.html

También son escandalosos los casos de corrupción que involucran a este partido en el gobierno central y en los gobiernos de las comunidades autónomas y en diputaciones y ayuntamientos. Caso Filesa, Caso Flick, Caso Urbanor, Caso Rumasa, Caso Seat, Caso AVE, Caso Arcos, Caso Guerra, Caso Roldán, Caso Banesto, Caso Gal, EREs de Andalucía, Cursos de Formación, Caso Campeón, Caso Matsa, Operación Medeja. En noviembre de 2009 el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, anunció que se estaban tramitando unas 264 causas contra cargos públicos del PSOE por corrupción.

Los gobiernos de Felipe González (como los de Zapatero) más que socialdemócratas fueron neoliberales, aunque un neoliberalismo camuflado de izquierdismo. De hecho, ministros de economía de gobiernos del SOE como el popperiano Miguel Boyer (el marido de la Presley), Carlos Solchaga y Pedros Solbes se han presentado abiertamente como liberales. Es más, Miguel Boyer se asociaría a la Fundación FAES. En la actualidad la política económica del PSOE ha sido diagnosticada como neoliberal por Vicenç Navarro. En 2013 Patxi López afirmó que «la izquierda ha abandonado su responsabilidad ante el neoliberalismo». José Antonio Pérez Tapias, que compitió con Pedro Sánchez y Eduardo Medina por la secretaría general del partido en 2014, llegó a afirmar que el PSOE debía emanciparse de décadas de «contaminación neoliberal».

Si el PSOE es el partido más votado, como hemos visto en las pasadas elecciones del 28 de abril, es porque las masas desconocen su historia, aunque también la ignoran los propios militantes del partido e incluso muchos de sus actuales dirigentes. A la gente le basta con lemas como «Somos la izquierda», que para sus entendederas maniqueas simplemente significa «Somos los buenos» (y el infierno son los otros). Como decía Gustavo Bueno en la última entrevista que concedió, «En España tenemos el cerebro hecho polvo».

Qué es el federalismo

Hay muchas definiciones de «federalismo», tantas que el asunto se ha convertido en un embrollo muy gordo. Aquí simplemente vamos a esbozar una definición y en breve sacaremos un capítulo corto para explicarlo con más precisión.

Un Estado federal o federación es el resultado de la unión de diversos Estados que previamente estaban separados. Es decir, estos Estados delegan sus soberanías a otro organismo superior, que pasa a ser el titular de la soberanía en tanto Estado central, sin perjuicio de que tales Estados previos conserven cierta autonomía en determinadas competencias. El federalismo supone la integración de una pluralidad en una unidad a fin de beneficiar a las partes, ya que «la unión hace la fuerza».

«Federar» viene de «faedus», que puede traducirse como «pacto» o «alianza» y este modelo lleva implícita la buena fe: sin voluntad de unión y sin confianza no hay federación. Y hay que dejar bien claro que esta unión no pretende borrar las diferencias culturales y las costumbres de cada región. Con el lema pluribus unum, la unidad en la diversidad, se forjó esa gran nación (ese Imperio, por decirlo sin eufemismos) que es Estados Unidos.

El Estado federal es, pues, un solo Estado que se compone de varias unidades descentralizadas, frente a la confederación que está compuesta por un conjunto de Estados soberanos e independientes. Esto es: la confederación es una liga de naciones políticas y la federación es la fusión de diferentes Estados en una sola nación política, aunque se mantenga la autonomía de las provincias e incluso éstas sean reconocidas nominalmente como Estados aunque en rigor no lo sean.

Dicho esto, está claro que el federalismo viene a unir y no a separar. Es decir, une lo que precisamente estaba separado. En consecuencia, es absurdo hablar de federalismo dentro de un Estado que ya está formado (como es el caso de España). Así que los que en España hablan de federalismo para aplicarlo a nuestra nación sencillamente no saben lo que dicen: ni saben lo que es el federalismo ni saben lo que es España porque la realidad histórica de España poco tiene que ver con la de Alemania o con la los EEUU.

El actual Estado de las autonomías del Régimen del 78 no es un Estado federado sino descentralizado, como, mutatis mutandis, lo son Italia y el Reino Unido.

El federalismo asimétrico del PSOE

En su forma de entender el modelo de Estado, el PSOE (el PSOE histórico, el auténtico) era centralista; pero con la llegada de la democracia el nuevo PSOE (y hemos de insistir en que se trataba de otro partido, aunque con el mismo nombre) degeneró hacia posiciones federalistas. Es más, en el congreso de Suresnes los jóvenes sevillanos Felipe González y Alfonso Guerra iban todavía más allá y defendían sin ningún pudor el «derecho de autodeterminación de los pueblos» del «Estado español».

No obstante, con los gobiernos de Felipe González el PSOE se caracterizó no ya tanto por ese metafísico «derecho de autodeterminación de los pueblos» sino por su posición europeísta, desde la cual se empezaría a desmantelar la soberanía de la nación española en pos de capitales extranjeros (europeos de la Comunidad Económica Europea, después Unión Europea, y también estadounidenses). Esta europeización de España se vendería como la modernización económica del país, pese a que precisamente supuso su desmantelamiento industrial. España quedaría, como ha quedado, en un país de servicios, y sobre todo de turismo. Pero ya sabemos que el potencial turístico de España ya empezó a consolidarse con el franquismo y que no es mérito del Régimen del 78.

Se ha llegado a distinguir entre un federalismo simétrico y un federalismo asimétrico. El federalismo simétrico trata de igualar las competencias de cada región. Cada región tendrá más o menos el mismo poder y capacidad de decisión sobre asuntos generales que competen a la federación. En este caso federar es unir en la igualdad. El federalismo asimétrico, en cambio, trata a una o varias regiones con más competencias y derechos que el resto, por tratarse de una región étnica y culturalmente diferente (lo que serían los casos de Cataluña y el País Vasco, aunque esto ni mucho menos es cierto). En el federalismo asimétrico unas regiones tienen privilegios frente a las demás: se trata, por tanto, de desunir en la desigualdad.

El federalismo que defiende el PSOE es el «federalismo asimétrico» (como lo llamó Pasqual Maragall). Este federalismo insolidario pretende que Cataluña y el País Vasco tengan más privilegios y competencias que el resto de regiones (que para más inri ya no serían comunidades autónomas sino «Estados asociados»).

La relación entre los Estados que componen un Estado federal es de colaboración y no de subordinación. Pero en el federalismo asimétrico que propone el PSOE unas partes se subordinan a otras que, sin que se sepa por qué, tienen más privilegios. ¿Es que acaso el PSOE pretende que unas partes de la nación española sean vasallas de otras partes? Dice el actual secretario general del PSOE y, por desgracia, presidente del gobierno: «El federalismo es una voluntad de acuerdo, de convivencia y de calidad institucional». Y con «federalismo» quiere decir «federalismo asimétrico».

Para federar a España hay que transformar las actuales comunidades autónomas en Estados, ¡en 17 Estados! Es decir, España tendría que fragmentarse en sus partes (en 3, 5, 10 o 17 Estados soberanos e independientes) y después federarse o confederarse. Este modo de pensar es en extremo imprudente, dada la amenaza formal que sufre España con los nacionalismos fraccionarios. Esta situación ha sido configurada por el distáxico Estado de las autonomías y algunos han creído que tales autonomías son naciones milenarias oprimidas por el malvadísimo Imperio Español (con antropólogos culturales subvencionados mediante, claro).

Ya en tiempos de la disparatada I República intentó ponerse en práctica el federalismo, sobre todo bajo la presidencia de Francisco Pi y Margall. Tal federalismo desembocó en la guerra de los cantones. El «cantón de Cartagena» tomaba como «potencias extrajeras» a Almería y Alicante. Ya ven ustedes el delirio. Como dijo el primer presidente de aquella alocada república, el barcelonés Estanislao Figueras, «¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!».

El federalismo, al fin y al cabo, es un separatismo cortés, una forma encubierta de secesionismo. Si se parte de un Estado unitario y se decide trocearlo en una serie de mini-Estados entonces federar no es unir sino separar. Y eso lo saben muy bien los separatistas, saben perfectamente que el federalismo sería el trampolín perfecto para la realización del secesionismo. El federalismo no es la alternativa al separatismo, sino un colaborador del mismo (independientemente de los finis operantis y de la «buena voluntad» que pretendan los federalistas).

Se trata de la vía que conduce de la España de las autonomías, pasando por la España federal, acabando en la balcanización de España. Ahora bien, cuanta menos simetría más cerca se está de la sedición, de ahí que sea más del gusto de los secesionistas esa cosa del «federalismo asimétrico».

Y todo esto viene a raíz de que el proyecto del PSOE comprende a España como una «nación de naciones»: un absurdo, como sustentaba Gustavo Bueno pues, o bien ese sintagma es contradictorio (cuando quiere significar nación política de naciones políticas) o bien es redundante (cuando se quiere dar a entender nación política de naciones étnicas, pues no es posible una nación política homogénea sin diferentes etnias.

Según el PSOE, España es una nación de naciones que debe tender hacia el federalismo y, si es posible, hacia el federalismo asimétrico en el que unas supuestas naciones tangan más privilegios que otras. Y esta postura no es una ocurrencia de algún militante o un dirigente, sino que es la postura oficial del partido, tal y como se expuso en el XXXIX Congreso del PSOE en junio de 2017, donde expresamente se dijo que España es un «Estado plurinacional». Hacer de España una liga de naciones es la mayor de las aberraciones.

Y hasta aquí este capítulo de “¡Qué m… de país!”. Damos las gracias a nuestros mecenas y colaboradores y recuerda “Si no conoces a tu enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla”.



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