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Coronavirus: tumba del europeísmo y de otros -ismos

Forja 067 · 23 marzo 2020 · 20.36

¡Qué m… de país!

Coronavirus: tumba del europeísmo y de otros -ismos

Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y aquí da comienzo este programa exprés titulado “Coronavirus como tumba del europeísmo y de otros -ismos”, capítulo en el que enunciaremos, casi a modo telegráfico, los principales problemas que esta crisis del COVID-19 está dejando al descubierto. Antes de nada, quiero informarles de que distintos investigadores de la Escuela de Filosofía de Oviedo se han puesto manos a la obra para emprender la reflexión de segundo grado, es decir, un análisis desde las coordenadas del materialismo filosófico, de los distintos fenómenos políticos, sociales y económicos de nuestro presente en marcha. Estos artículos se irán publicando en la revista El Catoblepas y yo iré anunciándolos a través de mis redes sociales. Ahora mismo dejaré en la caja de descripción de YouTube dos enlaces: el primero de ellos da acceso al artículo de Jesús G. Maestro titulado “Democracia, religión y nacionalismo ante la pandemia del Coronavirus” en el que, en palabras del propio autor, “se expone una crítica acerca de las limitaciones de la democracia posmoderna como sistema político capaz de hacer frente a la pandemia del COVID-19, una dialéctica entre catolicismo y protestantismo ante la enfermedad humana, y una demostración de cómo el nacionalismo es un modo de sociedad políticamente inepta para sobrevivir ante cualquier problema global”.

Otro de los investigadores de la Fundación Gustavo Bueno, Luis Carlos Martín Jiménez, acaba de publicar un contundente artículo titulado “Humanismo químico. La firmeza del Estado y la familia ante la amenaza objetiva del COVID-19”, texto del que extractamos la siguiente idea: “(…) El individuo no ve libremente lo que juzga y decide, sino que ve lo que la ideología le muestra. Pues no ve el ojo, sino la idea a través del ojo (el Logos que decían los estoicos)”. Otros investigadores del materialismo filosófico como Iván Vélez, Daniel López o Chema Fernández González advierten que la llegada del Coronavirus ha hecho aflorar realidades que permanecían ocultas, sepultadas bajo la corrupción conceptual e ideológica de los discursos de nuestros partidos políticos. La llegada del coronavirus ha puesto en evidencia, por ejemplo, la falta de realismo político que se esconde tras el discurso europeísta y tras otros de índole globalista, pues lo que se ha puesto en marcha de forma automática son los Estados-nación: una buena lección también de cara a los secesionismos y a nuestros autonomismos. La crisis del COVID-19 también está descubriendo el oportunismo de ciertos discursos de sesgo ideológico tipo el “feminismo”, con todos sus matices, variedades y especies. Revela, asimismo, el idealismo y el infantilismo del discurso ecologista de escala global, el relacionado con la Agenda 2030, por ejemplo, con esa pretendida manera higienizada de relacionarnos con el planeta. Pero, claro, aquí entra de lleno el problema del conservacionismo ambiental… ¿hasta dónde llegar con él? Pues no hay que olvidar que el coronavirus también forma parte de ese mundus aspectabilis. En el sentido político, la llegada del coronavirus ha hecho aflorar la realidad de algo que se pretende obviar constantemente: la realidad de las fronteras, de las capas corticales de los Estados que tienen despliegues o interpretaciones militares, comerciales, diplomáticas o de control y flujo de personas. La crítica más fuerte que esta crisis supone de cara al europeísmo es que, evidentemente, las fronteras se han tenido que cerrar. ¿Y por qué? Pues, primero, porque Europa no es un Estado y, segundo, porque la Unión Europea es una unión de papel.

Luis Carlos Martín Jiménez insiste en que la realidad que ahora mismo está apareciendo de forma “tozuda” y rotunda es la realidad familiar y estatal, una realidad que lleva décadas siendo obsesivamente atacada desde distintas ideologías, una realidad “sepultada tras los secesionismos, humanismos, feminismos, globalismos, pacifismos, &c.” Nuestras sociedades repletas de ideología-basura que rinden culto al metafísico individualismo subjetivista no pueden negar que “la realidad de las instituciones que resisten el ataque del coronavirus son aquellas en las que se generan y se forman tales individuos, y sin las cuales no existirían: primero, el seno de una familia que lo alimenta, lo cuida y lo cría durante muchos años (sea la familia del tipo que sea: nuclear, mono-parental, adoptiva &c.), y segundo, porque forman parte de un Estado, por encima del cual no hay garantía de derechos ni capacidad de acción”.

Esta crisis está demostrando que el Estado-nación funciona con muchísima más potencia que cualquier pretencioso club de naciones europeas: los países miembros de la UE están tomando medidas por su cuenta; Italia, por ejemplo, ha recibido más ayuda de China que de la UE. Anoche pregunté a un amigo napolitano si arraigaba en Italia la idea de que la UE estaba abandonando a los italianos. Esta fue su respuesta: “Lo de la UE no lo vivimos tan mal porque nunca los italianos hemos pensado que la UE nos podía ayudar. Más bien pensamos que la UE nos iba a hacer más daño, pero al final han suspendido los vínculos económicos y esto me parece un gesto importante: no ayudarán a Italia, pero tampoco nos harán más daño. Algunos Estados como Alemania, Austria y Chequia han molestado mucho cerrando sus fronteras a los camiones que nos traían mascarillas”. Italia sabe que, detrás de los Alpes está Europa, pero que a lo mejor la solución la pueden encontrar en China antes que en los países vecinos europeos. Y hay que estar atentos porque puede que este euroescepticismo crezca.

La UE está dejando claro, una vez más, que no quiere derivar sus fondos estructurales hacia el sur de Europa… ¡Qué novedad! Justo por el sur de Europa están los famosos PIGS… Los italianos han demostrado que, pese a su diversidad y pluralidad, son capaces de reconocer un símbolo, la bandera tricolor, y un himno. Milán y Nápoles son mundos muy diferentes y, sin embargo, todos han quedado cubiertos bajo la misma bandera y bajo el mismo himno en este momento crítico. Eso no convierte a Italia en un país facha ni nada parecido… Volvemos a recordar aquí que la vida política en Italia puede ser tan convulsa como la española, pero en relación a la patria no alimentan interpretaciones suspicaces ni torticeras como aquí hacen algunos. Todas las naciones tienen diversidad y pluralidad, por supuesto que sí, Italia y España también, pero esa diversidad y pluralidad no justifica la destrucción de la Nación política, como pretenden las izquierdas divagantes españolas (por no hablar, claro está, de nuestros secesionistas).

Ahora mismo, mostrarse euroescéptico en España tiene un coste social y político elevadísimo: los españoles somos los menos patriotas del mundo mundial al tiempo que somos los más europeístas del mundo mundial, lo que nos sitúa en un escenario verdaderamente “encantador” de cara a socavar, a minar, a boicotear nuestra propia existencia como sociedad política. En el próximo Forja analizaré con calma qué es Europa y cuáles son los problemas que trae aparejado el incontenible europeísmo de los españoles.

Resumiendo, por un lado la crisis del COVID-19 pone en evidencia que esto de la UE es un “sálvese quien pueda”, cosa lógica dentro de una estructura basada en soberanías no compartidas porque, como decíamos antes, Europa no es un Estado. La UE lleva en su seno una serie de Estados que son los que toman las decisiones porque son los que tienen la soberanía. Por otro lado, a nivel interno español, ya hemos visto el enorme esfuerzo que ha habido por parte de nuestros separatistas, de las bandas facciosas que dominan vascongadas y Cataluña, para que las instituciones representativas de la Nación española, del Estado español (concretamente sus instituciones militares), dejen de tener visibilidad en sus territorios.  Y es que cuando Joaquín Torra dice que no necesita hospitales de campaña del Ejército no lo está diciendo por motivos sanitarios; cuando Torra pide el confinamiento de Cataluña tampoco lo está haciendo por motivos sanitarios y hay que estar ciegos para no ver su cinismo y su perfidia. Al mismo tiempo, el señor Torra está aprovechando para lanzar porquería sobre España en la BBC. Por cierto, televisión de una nación, el Reino Unido, que se ha separado, que ha salido de Europa y que, como es lógico y normal, siempre se ha mantenido fiel a sus propios intereses. En ese sentido, nada tenemos que reprocharle a Reino Unido: ojalá nuestros partidos políticos, en particular los que conforman el actual Gobierno y sus socios, velaran por los intereses de la Nación y no por los de sus respectivos partidos.

Vamos a enunciar a continuación una primera reflexión de análisis de estrategias y tácticas políticas en España. Tal parece que el Gobierno y sus dos partidos tienen la sensación (real, por otra parte) de estar desbordados, por lo que están adoptando actitudes defensivas dirigidas a evitar o paliar una probable reacción política adversa, pues se dan cuenta de que también la ciudadanía está empezando a tomar nota. La prioridad absoluta del Gobierno, antes de que estallara la crisis era la aprobación de los presupuestos generales del Estado. Chifladuras del tipo regularización del piropo, alerta climática, 8M y el vergonzoso lema difundido por el Ministerio de Igualdad “sola y borracha quiero llegar a casa”, forman parte de estas ideologías-basura que han sido barridas de un plumazo por la crisis sanitaria: no más estupideces del tipo “infectados e infectadas” o “enfermos y enfermas”… Incluso el eslogan lanzado por el  Vicepresidente Turrión y el Ministro de Sanidad dice “Este virus lo pararemos unidos” y no “Este virus lo pararemos unidos y unidas”. La situación actual, sin embargo, es radicalmente distinta a la que el Gobierno tenía prevista hace un mes, con lo que la justísima mayoría que en su momento aprobó la investidura de Pedro Sánchez como presidente puede no ser válida a partir de ahora.

Es decir, el gobierno de coalición es débil y lo sabe, con lo que la tentación autoritaria puede estar funcionando… Ojo a las medidas que adopta este gobierno en relación a las actividades del Congreso y amparándose en el Estado de Alarma… Tácticamente se aprecian dos movimientos claros: difundir que la culpa  de la situación sanitaria es la corrupción del PP y acallar u ocultar cualquier crítica política al Gobierno, cosa en la que colaboran la casi totalidad de los medios de comunicación de todas las tendencias, todos, por cierto, en quiebra técnica y pidiendo ayuda al gobierno. Querido Pedro Sánchez y demás ministros y ministras: este canal hace un servicio público en pos del bien común, esto es, en defensa de la Nación española y no a favor de un determinado partido político, sindicato, familia, empresa, cacique local, pirado supremacista o lo que sea. Este canal lo sostienen los pequeños mecenas con sus aportaciones privadas y yo me pregunto por qué razón tiene usted que financiar a la Ser y no a una divina youtuber como yo. Si el precio a pagar es la adulación, olvídelo, pues mi trabajo no es adular al poder, sino someterlo a crítica.

El resumen estratégico de lo que llevamos dicho hasta ahora es que, ante la epidemia y la tremendísima crisis económica que se está cocinando, la prioridad de los partidos del Gobierno no es España ni los españoles, sino el propio Gobierno. Parafraseando a Benito Espinosa, la “permanencia en el ser” que se defiende no es la de España y los españoles, sino la del Gobierno. Dicho de otra manera: los planes y programas del Gobierno no tienen como fin la permanencia de la Nación y la eutaxia o buen gobierno del Estado, sino la permanencia del propio Gobierno. Explicado de otro modo: menos UE y más Estado-nación, que para algo está; menos secesionismo y más Estado-nación, que para algo está. Otra cosa es que el gobierno del doctor Sánchez utilice los recursos del Estado para defender los intereses del PSOE y no los de España y todos los españoles.

No hace falta ser profeta para saber que, tras la tremenda crisis económica que la pandemia va a dejar, Europa quedará a merced de las tres grandes potencias que lucharán por la hegemonía mundial: Estados Unidos, China y Rusia. Mal que nos pese reconocerlo, Europa ya estaba en decadencia antes de esta crisis, pero a partir de ahora lo estará de manera incontestable: esta crisis va a precipitar lo que parecía inevitable. Lo que está por ver es el modo en que estas potencias se repartirán el botín de los países europeos. También está por ver el ortograma imperial que aplicarán, es decir, si se comportarán como Imperios generadores o como Imperios depredadores. Es demasiado pronto para aventurar un diagnóstico, pero más o menos podríamos resumirlo de esta manera: ciao, ciao al estado de Bienestar que habíamos disfrutado hasta ahora.

El coronavirus será la tumba del europeísmo y, asimismo, del globalismo. Recordemos que el 18 de febrero de 2010 Javier Solana dijo que Europa es «una especie de laboratorio de lo que pudiera ser un sistema de gobierno mundial». Pues bien, el laboratorio ha sido contaminado, así que todo parece indicar que el experimentar se va a acabar. Y no nos referimos a una contaminación por coronavirus, sino al virus económico que dañará de forma decisiva a la soñada y frustrada unión europea. Lo peor de todo es que a los españoles nos pilla con las defensas muy bajas por no habernos sublevado a tiempo contra la subordinación de la casta política a Europa (esto es, al eje franco-alemán) y por no haber entablado otro tipo de alianzas con países hermanos como los hispanoamericanos. Esto nos pasa por tener a la clase política más europeísta de toda Europa y a un electorado conformista, sumiso y subyugado por el Establishment político.

Y hasta aquí este capítulo de Fortunata y Jacinta. Agradecemos su apoyo a todos nuestros mecenas y recuerden: “Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla”.



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