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Fortunata y Jacinta

Sobre el racismo y trituración de BLACK  LIVES  MATTER

Forja 079 · 13 julio 2020 · 47.45

¡Qué m… de país!

Sobre el racismo y trituración de BLACK  LIVES  MATTER

Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y aquí da comienzo este capítulo titulado “Crítica al Black Lives Matter”, que será el primero de una serie de capítulos de análisis de los acontecimientos que están teniendo lugar en EEUU y otros lugares del mundo a raíz de la muerte de George Floyd a manos del policía Derek Chauvin. Empezaré la entrega de hoy haciendo un breve comentario sobre el racismo para luego adentrarnos en la crítica del Black Lives Matter tomando como material de trabajo algunas de las declaraciones de sus fundadoras, así como el bloque de demandas políticas que plantean. En el siguiente capítulo, haremos lo propio con el movimiento Antifa, abordaremos el fenómeno del derribo de estatuas y, finalmente, fijaremos un diagnóstico sobre los intereses geopolíticos de las élites globalistas frente a la hispanidad y la racionalidad.

Sobre el racismo

Lo primero que hay que recordar es que el mal llamado racismo científico –mejor sería llamarlo racismo pseudocientífico– tiene su origen en la Ilustración francesa y encuentra su principal área de difusión en los países noreuropeos y también en Estados Unidos. Se trata, por tanto, de un fenómeno reciente, moderno, porque esa ideología que justificaba por razones biológicas el supremacismo de unas razas frente a otras se presentaba a sí misma como fruto de la escrupulosa racionalidad y de un presunto conocimiento científico.

Tal y como explicábamos en el capítulo 22 titulado “Ilustración francesa, racismo científico y América” (lo recomendamos ahora por si no lo han visto todavía) las taxonomías de las razas humanas surgen en paralelo al desarrollo de las ciencias categoriales tales como la antropología o la biología. No antes, atención, y esto es muy importante subrayarlo para evitar posibles anacronismos. Esas clasificaciones del siglo XVIII colocaban, por ejemplo, a los negros justo por encima de los chimpancés y de los gorilas y terminarían justificando los métodos abrasivos del colonialismo del siglo XIX. En ese momento nacen también el darwinismo social y la frenología, pseudociencia que aseguraba poder determinar las cualidades morales e intelectuales de los sujetos humanos a partir del estudio de su morfología craneal. Por ejemplo, cuando en el siglo XVIII el sueco Carlos Linneo estableció las variedades del género Homo, asignó atributos morales, neumáticos, a ciertas características físicas de los individuos. Así, los Europaeus, no sólo serán descritos por Linneo como “blancos y de cabellos claros y abundantes”, sino que además portarían según él cualidades morales como la inconstancia, la inventiva o la predilección por ser gobernados por leyes. En cambio, la variedad Afer, referida a los negros, tendría los cabellos crespos y la nariz ancha, pero, además, sería descrita como astuta, perezosa y gobernada por voluntades arbitrarias. Esto es, en opinión de Linneo, el hombre blanco se gobernaría por las leyes, mientras que el hombre negro se dirigiría más bien por las pasiones.

Por tanto, hay que tener presente que el modelo antropológico del supremacismo racial nace en Francia con la hoy tan idealizada Ilustración y se expande por el área de difusión germánica, anglosajona y escandinava. En palabras del filósofo húngaro Georg Lukács, España queda al margen de esta trayectoria irracionalista (en general, los países latinos y católicos) y basta recordar que José de Acosta, jesuita y naturalista español del XVI, sostenía que el desarrollo de la inteligencia tenía más que ver con la crianza que con la natura, frente al filósofo escéptico escocés David Hume del siglo XVIII que encontraba en la biología elementos que justificaban la superioridad de unas razas frente a otras. Como les digo, en el capítulo número 22 ofrezco material abundante a este respecto. También me permito recomendarles el Forja 52 titulado “HISPANIDAD: génesis de la festividad del 12 de octubre”. Allí explico en qué sentido era usado el término “raza” en las naciones de tradición hispánica. Nos referimos, por ejemplo, a la idea o, más bien, al ideal de raza cósmica propugnada por el mexicano Vasconcelos en 1924, que tiene el sentido de “cultura” y no el sentido noreuropeo de supremacismo racial con presunta fundamentación biológica.

Elemento esencial para comprender la diferencia entre modelo de Imperio generador y modelo de Imperio depredador es el estatuto jurídico que se otorga a las poblaciones asimiladas: al igual que sucedió con Roma, el Imperio español no excluyó a las poblaciones autóctonas, sino que las asimiló, potenciando el mestizaje de sangres, el sincretismo cultural y otorgándoles el estatuto de súbditos de la Corona. A este respecto conviene recordar que los colonos ingleses (y después las autoridades estadounidenses) practicaron un colonialismo excluyente que no generó ni mestizaje ni integración, exterminando a los indios que encontraban a su paso. Basta señalar que los censos de la Nueva Francia fueron siempre muy bajos porque los franceses solo consideraban población a los nacidos de padres franceses o nacidos en Francia. No consideraba a las poblaciones indígenas, cosa que sí hicieron, desde el primer momento, los españoles y ahí están las Leyes de Burgos, firmadas en 1512, que establecen entre otras cosas la naturaleza jurídica del indio como hombre libre con todos sus derechos de propiedad. Frente a esto no hay que olvidar que no sería hasta 1924 cuando se aprobó la Ley de ciudadanía india por la que todos los indios quedaban bajo la jurisdicción de Estados Unidos, esto es, eran reconocidos como ciudadanos. Se hacía así efectiva la XIV Enmienda Constitucional de 1868 que se consideró no aplicable a los nativos norteamericanos. Advertir, además, que las leyes de Jim Crow o leyes de segregación racial por mandato de iure –promovidas, por cierto, por gobiernos demócratas–  se mantuvieron vigentes en EEUU hasta 1964. Otro buen ejemplo a tener en cuenta es el de Australia, que no reconoció a los aborígenes como ciudadanos hasta 1967, negando que fueran propietarios de las tierras de sus antepasados.

Tal y como exponía en el forja 068, desde el materialismo filosófico entendemos la doctrina del Destino Manifiesto como el ortograma imperial de Estados Unidos, esto es, como el conjunto de planes y programas de los EEUU en su movimiento de expansión desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico. Dicha doctrina llevó consigo el tópico de la superioridad racial anglosajona norteamericana y el desprecio e, incluso, el odio a los indios, los negros y los mejicanos, aunque hay que advertir que estas tres etnias no fueran tratadas del mismo modo. Por ejemplo, cuando en 1848 acabó la guerra contra Méjico, se concedió la ciudadanía estadounidense a los mejicanos que vivían en los territorios anexionados por Estados Unidos. Una década antes, sin embargo, entre 1837 y 1838, el presidente Andrew Jackson expulsó a los indios que vivían al este del Misisipi enviándoles hacia el Oeste. La humillación y aniquilación de los indios de norteamérica, a los que George Washington llamaba «bestias salvajes» y «raza no iluminada», no era una acción de guerra, sino una operación de limpieza, aunque podría interpretarse, más bien, como una cacería, como si los indios estuviesen más bien en el eje angular y no en el eje circular del espacio antropológico. Hay que entender, entonces, que la ideología racista funcionó en la construcción de la Nación estadounidense como una nematología adecuada a una sociedad política que participaba de forma asimétrica en la apropiación del territorio. Esto es, en la intrahistoria de los EEUU, la capa basal (el territorio y sus riquezas) se articuló de acuerdo a la institución de la esclavitud, por un lado, y a la exclusión de las poblaciones indígenas por otro. Dicho racismo buscaba un fundamento biológico para justificar determinados fines políticos y económicos.

Ahora bien, ya sabemos que los imperios al tiempo que destruyen, construyen; al tiempo que depredan, generan. También debemos tener en cuenta que una sociedad tan compleja como la estadounidense no puede entenderse como un bloque estático y monolítico pues, a lo largo de su historia, se han ido generando dialécticas internas muy fuertes, movimientos que hacían y siguen haciendo frente a movimientos antagónicos. Por ejemplo, tan estadounidense es el KKK como el movimiento por los derechos civiles. Por eso habrá que evitar las simplificaciones burdas del tipo “el problema de EEUU es el supremacismo blanco frente a los negros”, porque, por ejemplo, el primer esclavo negro legalmente reconocido en las Trece Colonias inglesas fue John Casor en 1654, que era propiedad del colono angoleño negro libre Anthony Johnson.

Antes de cerrar este apartado quiero señalar que el llamado racismo científico fue considerado políticamente correcto en buena parte de Occidente hasta después de la II Guerra Mundial, momento en que las ideologías racistas de los países noreuropeos quedaron plenamente al descubierto. A partir de entonces se intenta un borrado del concepto de raza, esto es, se niega la existencia misma de las razas humanas. Hasta hoy, momento en que movimientos como el Black Lives Matter denuncian un presunto racismo sistémico en EEUU.  A continuación, trataré de someter a crítica dicha premisa: ¿persiste en EEUU un racismo sistémico, institucional, estructural? Y también, ¿lucha realmente el Black Lives Matter por la igualdad racial o esconde intereses espurios? Empecemos.

BLACK  LIVES  MATTER

Black Lives Matter (las vidas negras también importan) es una organización internacional presuntamente antirracista que surgió en julio de 2013 a raíz de la muerte de Trayvon Martin en EEUU y la viralización en redes sociales del hastag #BlackLivesMatter. El movimiento reposa sobre la convicción de que la Policía estadounidense ejerce de forma sistemática una fuerza abusiva sobre la población negra por motivos racistas, lo que indicaría que en EEUU persiste la discriminación racial en las instituciones. Barack Obama apoyó el movimiento a pesar de que él mismo, un hombre negro, ocupaba la presidencia de EEUU desde 2009, y a pesar de que entre 2001 y 2009 los secretarios de Estado Colin Powell y Condoleezza Rice también eran negros.

El movimiento está liderado por tres mujeres negras activistas del movimiento LGBTI: Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi. Estas tres mujeres se conocieron a través de la Organización Afroamericana para el Liderazgo y la Dignidad, una entidad respaldada económicamente por la Open Society Foundations, creada por el magnate financiero George Soros en 1984 y uno de los principales donantes del Partido Demócrata estadounidense (y también aliado, o más bien amo, de Pedro Sánchez, como se vio desde su primer día en Moncloa). Sería muy ingenuo creer, por tanto, que el Black Lives Matter surge de forma espontánea a partir de multitudes indignadas, reunidas en torno a un hastag exitoso y sostenidas económicamente por una generosa sociedad civil que se solidariza con ellos y les patrocina a través de Patreon… No, dicho movimiento se articula en torno a ONGs muy poderosas y actúan gracias a donaciones de entidades vinculadas con la llamada “izquierda” estadounidense. Señalemos que, a través de la Fundación Ford, la Filantrópica Borealis o la Open Society, el Black Lives Matter ha recibido en los últimos cuatro años más de 100 millones de dólares en ayudas. La Filantrópica Borealis, por ejemplo, explica en su página web que “apoya a organizaciones que trabajan para avanzar en la visión de líderes jóvenes, negros, queer, feministas e inmigrantes” con el fin de impulsar el debate “sobre la raza, la criminalización y la violencia estatal y de género en los Estados Unidos”. Mucho ojo, entonces, porque estos supuestos movimientos negros están financiados por élites en su mayoría blancas y vinculadas a agendas ideológicas muy concretas. Veamos.

Las fundadoras del movimiento manifiestan abiertamente su apoyo al régimen de Nicolás Maduro. De hecho, Opal Tometi aceptó la invitación de Maduro para supervisar el recuento de votos en las elecciones parlamentarias venezolanas de 2015 en un momento en que instituciones como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea decidieron no enviar supervisores por considerar que el proceso electoral en Venezuela estaba corrompido. Ese mismo año, en septiembre de 2015, Nicolás Maduro fue condecorado en la Cumbre de Líderes Afrodescendiente celebrada en Harlem, EEUU, y allí estaba Tometi en representación de Black Lives Matter. Un par de meses más tarde, la conspicua revista Time nominó a Black Lives Matter como Persona del Año sin tener en cuenta, por cierto, que BLM no es una persona sino un grupo de personas… Aunque ya vamos teniendo claro que lo que persiguen este tipo de movimientos es el reconocimiento de los “derechos” de los colectivos en detrimento de los derechos del ciudadano, por lo que esos “derechos” del colectivo o del grupo ya no serían tales derechos, sino privilegios en función del género, la raza, la condición social, el lugar de nacimiento, las creencias religiosas o las ideologías políticas. Todo muy particularista y un poquito del Antiguo Régimen, aunque quienes les apoyen no se den ni cuenta. Pero sigamos.

Pese a que los del Black Lives Matter llevan en el activismo desde 2013, no ha sido hasta este pandémico 2020 cuando han cobrado fama mundial a raíz de las protestas contra el asesinato del ciudadano estadounidense George Floyd el 25 de mayo. Hasta tal punto se ha “empoderao” el movimiento, que las encuestan dicen que su aceptación social ha subido del 27% al 57% en cuatro años. Llama poderosamente la atención que estas protestas fueran dirigidas inicialmente contra el presidente Donald Trump, como si él mismo hubiera puesto la rodilla sobre el cuello de George Floyd. ¿Qué tiene que ver Trump con todo esto? ¿No se produjo el asesinato de George Floyd en Mineápolis, una ciudad gobernada por el Partido Demócrata, donde la administración del ayuntamiento es fervorosamente antiTrump? ¿Acaso el Estado de Minnesota no está también gobernado por los demócratas? ¿Será que nos encontramos en plena precampaña electoral en EEUU y que conviene aprovechar la fragilidad generada por la pandemia? ¿Por qué los medios afines al Partido Demócrata ofrecen una visión tan sesgada y torticera sobre la realidad de estos movimientos? ¿Será que BLM ha tenido relaciones con gente como Bernie Sanders o Hillary Clinton? El 26 de julio de 2016, Hillary fue públicamente elogiada por las madres de jóvenes BLM: «Hillary Clinton tiene una gran relación con la comunidad negra, ella nos entiende […] Hillary es la madre que puede asegurarse que nuestro movimiento tendrá éxito». De hecho, los Clinton son tan populares entre la comunidad negra que Bill Clinton se ganó el sobrenombre del "primer presidente negro". A su vez, la enemistad entre Trump y BLM nace en el momento mismo en que Trump inicia su escalada hacia la Casa Blanca y no es dato anecdótico que el 90% de la población negra en EEUU vota al Partido Demócrata, quizás sin saber que el partido republicano nació con clara agenda abolicionista de la mano, entre otros, del esclavo negro liberado Frederick Douglass y, por supuesto, de Abraham Lincoln. O desconociendo que el KKK nació en el siglo XIX, precisamente en el seno del partido demócrata impulsando una campaña clandestina de violencia contra líderes y votantes republicanos (blancos y negros) en un esfuerzo por restaurar la supremacía blanca en el Sur de EEUU.

Por otro lado, puede apreciarse un aroma LGTBI y también anarquista o anarcoide en la filosofía mundana que practica el movimiento BLM. Así, en sus discursos apelan de forma constante a la construcción de identidades colectivas, así como a la “violencia del Estado”, al que entienden como un poder omnímodo empeñado en machacar a las minorías. Así define Alicia Garza, una de sus fundadoras, la filosofía del grupo: «Cuando decimos Black Lives Matter, estamos hablando de las formas en que los negros se ven privados de sus derechos humanos básicos y de la dignidad. Es un reconocimiento de la pobreza negra y el genocidio, es un Estado de violencia”. Como vemos, hoy día se apela a los sacrosantos derechos humanos como si de los diez mandamientos o el sermón de la montaña se tratara. Lo primero que observamos es que la invocación perpetua de los DDHH forma parte del argumentario de los separatistas, de los movimientos LGBTI, feminismos, indigenismos, minorías y colectivos de todo tipo. Esto es, se habla de los DDHH como si emanaran puros del cielo, cuando su construcción es histórica y además ideológica: fueron enunciados en 1948 por el grupo de los vencedores en la IIGM en clara competencia con otros grupos y hay que recordar que en su momento y por motivos diferentes, no los firmaron ni la URSS ni China ni los países musulmanes. Más tarde, estos últimos terminaron redactando los DDHI, fuertemente condicionados por las leyes de la Sharía o Ley Islámica. Por otro lado, Alicia Garza habla de la pobreza negra, sin embargo, “¿De quién son las empresas que están siendo destruidas? Empresas de propiedad de minorías y negras”, dice Marie Fischer directora de Project 21. ¿Cómo se justifica desde la justicia social que muchos de los saqueos y violencias cometidas durante estas semanas hayan tenido como objetivo pequeños negocios de negros y minorías de inmigrantes, por cierto, ya duramente castigados por la pandemia? El discurso del antirracismo también pasa por alto que muchos de los policías que trabajan en primera línea en las comunidades negras son a menudo negros nacidos y criados allí.

Continua el manifiesto de Alicia Garza: “(BLM) es un reconocimiento de que 1 millón de personas negras están encerradas en jaulas en este país– la mitad de las personas en las prisiones o cárceles son negras– y esto es un acto de violencia estatal”.  De suma importancia es el silenciamiento que se cierne sobre la criminalidad diaria en el propio seno de las comunidades negras, sobre todo si se lo compara con el clamor nacional e internacional que ha suscitado la muerte la George Floyd. ¿Por qué no se cuenta que en el 94% de los casos de muerte violenta de personas negras, el asesino es otro negro? Según el Buró de Estadísticas de Justicia, entre 1976 y 2011 fueron asesinados 279.834 negros en EEUU. Según ese 94%, 262.621 negros fueron asesinados por negros. Convendría aportar otros datos para ir desmontando el mito victimista de que la violencia policial contra la población negra en EEUU se debe únicamente a que existe un odio racial institucionalizado en la Policía. Sin negar que se puedan producir abusos aberrantes como el cometido contra George Floyd, lo cierto es que es muy problemático diagnosticar dichos actos como crímenes raciales. Tomemos como referencia las estadísticas de 2018. Ese año los negros eran el 13% de la población en EEUU, pero cometieron el 53% de los homicidios y el 60% de los robos, lo que, obviamente, les expone a tener un mayor número de encuentros violentos con la policía. Hubo 593.598 delitos violentos interraciales (sin contar los homicidios) con implicación de individuos negros y blancos. El 90% de ellos (537.204) los cometieron delincuentes negros. Fueron asesinados 2.925 individuos negros; en el 89% de los casos (2.600) el asesino fue igualmente un individuo negro. La tasa de mortalidad por homicidio entre los negros es ocho veces superior a la que se registra entre blancos e hispanos. La tasa de policías abatidos por delincuentes es 45 veces superior a la de varones negros desarmados abatidos por policías. Los varones negros representan el 6% de la población, pero son responsables del 42% de los asesinatos de policías de los últimos diez años.

Continua Alicia Garza: “(BLM) es un reconocimiento de que las mujeres negras siguen soportando la posibilidad de un asalto implacable a sus hijos y sus familias, esos asaltos son un acto de violencia de Estado». A lo mejor no se ha fijado Alicia Garza en el detalle de que plataformas como la Open Democracy, también financiada por su amigo George Soros, no sólo buscan destruir la nación o implantar la autodeterminación en relación a criterios subjetivos, sino que abogan abiertamente por la disolución de la familia. El pasado 1 de abril, sin ir más lejos, Open Democracy publicaba un artículo en el que decía que la pandemia era un buen momento para desechar la ideología de los «valores familiares»: “(…) La familia privada, como modo de reproducción social, todavía sigue apestando. Nos convierte en estereotipos de género, de nacionalidad y de raza. Nos normaliza para el trabajo productivo. Nos hace creer que somos «individuos»”. Y añadía: “Nos merecemos algo mejor que la familia. Y el tiempo del Coronavirus es un excelente momento para practicar su abolición”. Les voy a dar un dato: el 66% de los niños negros estadounidenses crecen en familias monoparentales, esto es, se crían con un solo padre o con una sola madre, con las tremendas consecuencias que ello conlleva a nivel afectivo y lo relacionada que está estadísticamente esa situación con el fracaso escolar, la falta de estabilidad económica y la propensión a la delincuencia. ¿Asalto implacable a las mujeres, los hijos y sus familias? No ven o no quieren que se vea que, tras la revolución sexual de los años 60, las políticas practicadas por el Partido Demócrata al que la mayoría de la población negra confía su voto, están encaminadas a premiar a las familias monoparentales en detrimento de la familia tradicional nuclear.

Curioso también que Hillary Clinton declarara su admiración por la proabortista Margaret Sanger quien, en 1921, declaró que la “eugenesia es la vía más adecuada y exhaustiva para resolver la discriminación racial, política, y los problemas sociales". En 1921 Sanger fundó la Liga Estadounidense de Control de la natalidad, que cambió su nombre a Planned Parenthood en 1942, organización que actualmente provee más de un tercio del mercado del aborto en EEUU. Frente a una reunión de mujeres del Ku Klux Klan, Margaret Sanger pidió «cerrar las puertas de la inmigración» a aquellos «cuya condición se sabe que es perjudicial para la resistencia de la raza», y anhelaba acentuar «los mejores elementos raciales en nuestra sociedad» para borrar de la población a las más defectuosas «las hierbas humanas que amenazan la floración de las mejores flores de la civilización americana». Pues bien, Hillary Clinton llegó a declarar que Margaret Sanger había emprendido una de las mayores transformaciones "de toda la historia de la raza humana", a lo que el congresista republicano Chris Smith respondió: "Transformación, sí. Pero no para bien si uno es pobre, marginado, débil, de color, vulnerable, o uno de los muchos llamados indeseables que Sanger habría excluido y exterminado de la raza humana". Lo cierto es que, a día de hoy, casi la mitad de los embarazos de las mujeres negras estadounidenses acaban en aborto (472 de cada 1000), mientras que, entre las mujeres blancas, sólo el 16% de los embarazos acaban en aborto (161 de cada 1000). En la ciudad de Nueva York se abortan más bebés negros de los que nacen vivos (1180 abortos por cada 1000 nacimientos vivos).

Pero sigamos con Alicia Garza y el manifiesto de Black Lives Matter: “Negros homosexuales y personas transgénero llevan una carga única en una sociedad hetero-patriarcal que dispone de nosotros como basura y al mismo tiempo nos fetichiza, nos resta valor, esa es la violencia del Estado”. Hasta donde yo sé, actualmente las leyes en EEUU promueven los mismos derechos y obligaciones para todos sus ciudadanos, al margen del sexo, la raza, la lengua, las creencias religiosas o las ideologías políticas. Sin embargo, desde posiciones afines al izquierdismo indefinido impulsadas desde las élites financieras, en todo el mundo se busca hoy día suplantar estos derechos del ciudadano por derechos exclusivos en función del colectivo al que se pertenece. Es decir, se busca sustituir los derechos individuales, por privilegios de grupo, de clase, muy cercanos a los particularismos estamentarios del Antiguo Régimen. Por otro lado, ¿de verdad la sociedad hetero-patriarcal fetichiza a la población por cómo se sienten… si se sienten hombres o mujeres o no binarios u ornitorrincos o tal vez extraterrestres? ¿En serio esto lo dice un movimiento que justifica que una persona negra deja de ser negra o es un mal negro en caso de ser policía o en caso de no comulgar con la ideología Black Lives Matter? A este respecto conviene recordar lo que Joe Biden, candidato presidencial por el Partido Demócrata, respondió al presentador negro Charlamagne Tha God: “Si tienes un problema decidiendo si estás conmigo o con Trump, entonces no eres negro”. O sea que un negro debe votar demócrata o no es negro… ¡También a nosotras nos dicen que somos mujeres alienadas si criticamos lo que se dice y hace actualmente en nombre del feminismo! A esto se le llama sustantificación de la raza o sustantificación del sexo: como si los negros o las mujeres fueran uno solo y todo igual o como si el sexo o la raza definieran el pensamiento o la ideología política de uno. Este tipo de movimientos pretenden convencernos de que no existe individualidad ni diferencias entre los más de 37 millones de ciudadanos negros de EEUU. En clara oposición a este intento de colectivización de la comunidad negra, Candace Owens promovió lo que se conoce como «Blexit», la salida de los negros (black exit) del Partido Demócrata, emulando lo que fue el Brexit del Reino Unido respecto al poder central de la Unión Europea.

Continua Alicia Garza: “Los negros que viven con discapacidades y diferentes capacidades, soportan el ser víctimas de experimentos darwinianos patrocinadas por el Estado que tratan de acomodarnos en cajas de normalidad definida por la supremacía blanca, es la violencia del Estado”. Bueno, es realmente problemático afirmar hoy día que la discriminación racial está sistematizada en las instituciones estadounidenses. A poco que se descuiden, eso sí, si normalizará la violencia racial contra la población blanca y a la vista están los cientos de vídeos de palizas y vejaciones perpetrados contra ciudadanos blancos, videos por cierto que los medios llamados “progresistas” cuidan de no emitir en sus plataformas. Aquí sería conveniente, quizás, introducir la distinción escolástica entre finis operis y finis operantis pues, efectivamente, existen sujetos como el policía Derek Chauvin, pero ¿programan, autorizan y premian las leyes actuales de EEUU la segregación racial y las conductas discriminatorias o, por el contrario, las persigue y las castiga? ¿El asesino de George Floyd ha sido premiado o castigado? Si calificamos como racista al actual EEUU, ¿cómo habría que calificar al EEUU de 1940, cuando estaban vigentes las leyes de segregación racial?

Cuando en una entrevista en 2015 le preguntaron a Patrisse Cullors, otra de las cofundadoras de BLM, por la ideología de la organización ésta respondió: «En realidad tenemos un marco ideológico. Yo y Alicia [Garza, la otra cofundadora] en particular, somos organizadoras capacitadas. Somos marxistas entrenadas. Estamos muy versadas ​​en teorías ideológicas». Para ser marxistas “entrenados o entrenadas” parece que no comprenden el papel que la esclavitud ha tenido a lo largo de la historia. La historia -como decía el propio Marx- hay que entenderla más allá del bien y del mal. Y como decía Espinosa, para entender no hay que reír ni llorar. Eso lo sabía muy bien Marx, que ni justificaba ni condenaba la historia ni mucho menos el proceso de los modos de producción, pues entendía que cada modo de producción era imprescindible para que surgiese el siguiente. Por muy marxista entrenada que se declare Patrisse Cullors, lo cierto es que no ha llegado a comprender que el marxismo es, fundamentalmente, materialismo histórico. Marx comprendía, con templanza y frialdad, el papel del esclavismo en la historia y así decía en su libro contra Proudhon La miseria de la filosofía de 1847: «La esclavitud directa es el eje central de nuestra industrialización en la misma medida que la maquinaria, el crédito, etc. Sin la esclavitud no se obtiene algodón, sin algodón no hay industria moderna. La esclavitud es lo que ha dado valor a las colonias; las colonias son lo que han creado el comercio mundial; el comercio mundial es la condición necesaria para la maquinaria industrial a gran escala». Es decir, sin esclavitud no habría habido cantidades en masa de algodón, sin algodón no habría habido industria moderna, sin industria moderna no habría habido colonias, sin colonias no habría habido mercado mundial, sin mercado mundial no habría capitalismo y sin capitalismo, según Marx, no habría socialismo ni en consecuencia comunismo final. Dicho de otro modo: según el esquema del materialismo histórico, sin esclavismo no hay feudalismo, sin feudalismo no hay capitalismo y sin capitalismo no hay comunismo. Desde luego que este esquema es discutible, pero ya supone mayor potencialidad que los postulados del victimismo filisteo y otras miserias terciogenéricas de este pretendido antirracismo iconoclasta y nihilista.

A continuación, y ya para cerrar el capítulo de hoy, expondré algunas de las demandas políticas que recoge el movimiento Black Lives Matter, enunciadas desde la plataforma Movimiento por las Vidas Negras y que son generalmente desconocidas por el gran público, entre otras cosas, porque los grandes medios de comunicación no ofrecen información al respecto. Pongan atención los españoles que nos escuchan a ver si les suenan de algo este tipo de peticiones:

• Ingreso mínimo garantizado para todas las personas negras. Esto implicaría disociar el trabajo de la recompensa, redistribuir la riqueza en función de la raza, externalizar las responsabilidades del individuo (incluidas las de los padres) al Estado y promover el voto cautivo entre la población negra. Claro que ellos lo justifican alegando que ese ingreso mínimo vital a las personas negras se haría en concepto de “reparaciones por daños pasados ​​y continuos (…) por una letanía de enfermedades que incluyen apartheid alimentario y capitalismo racializado”. Es decir, tratan de reivindicar algo tan reaccionario como derechos históricos, por no hablar de que lo que promueven es un racismo antiblanco.

• “Atención médica universal” financiada con el dinero de los “residentes ricos y por el Estado”, lo que implicaría la subida de impuestos.

• “Acceso total y gratuito a educación de por vida para todas las personas negras, incluidas las personas indocumentadas y actualmente encarceladas”.

• Aborto gratuito para menores, sin especificar una edad mínima.

• Retirar la financiación a la Policía, reducir el presupuesto militar de los EEUU en un 50% y cerrar las más de 800 bases militares de EEUU que operan en el mundo.

• Ampliar los fondos de la subvención Pell para «permitir el acceso a cirugías de afirmación de género» en centros penitenciarios.

• Desmantelamiento de la familia: “Interrumpimos el requisito de la estructura familiar nuclear prescrita por Occidente apoyándonos mutuamente como familias extendidas y «pueblos» que se cuidan colectivamente, especialmente a nuestros hijos, en la medida en que las madres, los padres y los niños se sientan cómodos”.

• Iniciar un «movimiento de liberación global» para derrocar al capitalismo, y así dicen: «Los sistemas interconectados de supremacía blanca, imperialismo, capitalismo y patriarcado configuran la violencia que enfrentamos». Aquí vemos cómo opera este totum revolutum en el que todo queda mezclado: confunden, pero no distinguen.

• Asimismo, declaran que la «alianza de Estados Unidos con Israel» hace que Estados Unidos sea «cómplice del genocidio que tiene lugar contra el pueblo palestino” y que el movimiento se solidariza “con la resistencia de los pueblos de todo el mundo que luchan por su liberación”.

• Legalización de la prostitución y de la “posesión y venta de todas las drogas, sin importar la cantidad”, así como reparación “para todas las personas que se han visto afectadas negativamente por la guerra contra las drogas y la aplicación de las leyes de prostitución”.

• El grupo insiste en que Estados Unidos haga “reparaciones a países y comunidades devastados por la guerra estadounidense, como Somalia, Irak, Libia y Honduras”.

• Derecho al voto para menores de 16 años, encarcelados e inmigrantes ilegales.

Y hasta aquí este capítulo de Fortunata y Jacinta. Agradecemos su apoyo a todos nuestros mecenas y recuerda: “Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla”.



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