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El Catoblepas, número 21, noviembre 2003
  El Catoblepasnúmero 21 • noviembre 2003 • página 18
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El asesinato de Andrés Nin

Luis David Bernaldo de Quirós Arias

Sobre la eliminación de Andrés Nin y Wenceslao Roces

Andrés Nin (1892-1937) Lo que sigue pretende servir de complemento a los documentos que se ofrecen en la página 20 del número 19 de El Catoblepas, sobre la posible implicación directa de Wenceslao Roces (1897-1992) en la eliminación de Andrés Nin (1892-1937).

Andrés Nin y el POUM resultaban incómodos para Stalin y para todos aquellos que obedecían ciegamente al comunismo internacional. Las dos principales razones de tal incomodidad eran: las declaraciones de La Batalla (periódico poumista) contra las purgas estalinistas y la denuncia de los intereses que se ocultaban detrás de la «ayuda» soviética al gobierno de la República.

La aniquilación, eliminación y persecución tanto del POUM como de sus líderes, fue obra de una maquinación soviética dirigida por Stalin. El pretexto era que tanto la organización como sus dirigentes (Andrés Nin, Julián Gorkin, &c.) o sus simpatizantes y activistas como Kurt Landau y su mujer Julia, eran supuestamente hitlero-trotskistas-fascistas que estaban en connivencia con Franco para entregarle la República. También los comunistas acusaron al POUM de ser los culpables de la revuelta de mayo de 1937 en Barcelona, cosa que fue falsa. Estas mentiras, y muchas más, se podían leer en la prensa tanto del PC como del PSUC, que habían lanzado una ignominiosa campaña de «caza de brujas» contra el POUM. El propio Orwell, en una carta al escritor comunista británico Frank Jellinet, decía que el POUM «no ha tenido ninguna audiencia en la prensa capitalista y nada más que difamaciones en la prensa de izquierda».

El día 16 de Junio de 1937, el líder del POUM Andrés Nin, fue arrestado en su despacho y por la noche fueron detenidos varios milicianos de la organización que se encontraban en el hotel Falcon. Al día siguiente, el POUM fue declarado ilegal y cerrados y clausurados todos sus centros y organizaciones, incluido el Socorro Rojo del POUM. Nin fue llevado a Valencia y posteriormente a Madrid acusado de dar información militar al enemigo, es decir, a Franco. Federica Montseny preguntó al gobierno Negrín: «–¿Qué habéis hecho de Nin? –Nin fue arrestado, está detenido», respondieron.

El gobierno Negrín, constituido en mayo de 1937, ocultó a los poumistas que luchaban en el frente de Aragón, que su organización había sido suprimida. La razón de tal ocultamiento era obvia: el gobierno temía que si los milicianos del POUM se enteraban de lo sucedido, con toda seguridad abandonarían el frente. La perfidia del gobierno de la victoria no podía más odiosa: mientras se enviaban hombres a combatir, a sus espaldas se estaban encarcelando a sus jefes, parientes, &c. acusados de «traidores».

Después de los sucesos de mayo citados, los comunistas reclamaron que fuese un miembro del partido el que ocupase la jefatura de policía de Barcelona. Lo consiguieron en la persona de Burillo. Éste, una vez en el puesto, instaló la Checa de la Komintern, y con ella el terror, comenzando los arrestos, desapariciones, secuestros y asesinatos de todos los que se oponían a la política de la Internacional Comunista: el POUM, la CNT, los anarquistas, socialistas, el ala izquierda de la UGT, &c. Andrés Nin, acusado de ser fascista, fue detenido y llevado a Alcalá de Henares, donde fue vilmente asesinado.

Cualquier persona que criticase la política de Moscú, o que defendiese al POUM de las calumnias comunistas, ponía en peligro su vida, estuviese donde estuviese. Los tentáculos de la Checa llegaban muy lejos. Un ejemplo de esto es lo que le ocurrió a la mujer de Joaquín Maurín, otro de los dirigentes del POUM. Esta señora vivía en París (Joaquín estaba prisionero de Franco desde agosto de 1936) y su casa fue asaltada por comunistas franceses destrozando todo lo que encontraron, cortando el teléfono, &c.

El Buró Internacional de Partidos Socialistas Revolucionarios, envió delegaciones a España para reclamar la liberación de los encarcelados y comprobar si las ferocidades y asesinatos de la Checa eran ciertas. Al frente de tales delegaciones estaban F. Brockway y J. Maxton, miembros del ILP, Independent Labour Party. No solamente comprobaron lo que ya se sabía, sino que vieron que continuaban los encarcelamientos, desapariciones y exilios como ocurrió con el abogado defensor de los dirigentes del POUM, Benito Pabón, que en una carta dirigida a la Comisión Ejecutiva Clandestina del POUM, cuenta que amenazado de muerte por la Checa tuvo que huir a Filipinas.

Brockway y Maxton se entrevistaron con el Ministro de Justicia Irujo, pidiéndole la amnistía para los poumistas y demás revolucionarios encarcelados. Irujo les comunicó que todos los ministros, excepto los dos comunistas, estaban de acuerdo en liberar a todos los presos. Durante esta entrevista, el ministro se mostró indignado ante la mentira comunista de que Nin y los líderes del POUM hubiesen tenido relación alguna con Franco.

Jesús Hernández cuenta cómo fue el drama de Nin: «Entregado Nin a Orlov, jefe de la N.K.V.D. en España, por los policías comunistas que lo habían detenido, fue encarcelado en un preventorio, en una villa de Alcalá de Henares. Se trataba de obtener de él las confesiones que permitieran un proceso público análogo a los de Moscú y consagraría la tesis de Stalin al comprobar, una vez más, la alianza con los fascistas de sus adversarios, los individuos de la oposición y los trotskistas. Pero Nin, que se encontraba muy enfermo, resistió a la tortura y se negó a confesar.»

Evidentemente, Nin no podía salir vivo de allí porque se transformaría en un implacable delator. Pero tampoco podían decir que había muerto en el preventorio. Según Hernández, el italiano Vittorio Vidali propuso el siguiente plan: «simular el rapto de Nin por pretendidos agentes de la GESTAPO, para afirmar luego que los nazis lo habían salvado, con lo que se demostraría sus relaciones con los fascistas.» Mundo Obrero publicó esta farsa añadiendo que «el traidor Nin se lo habían llevado a Burgos». El POUM preguntaba con pintadas en las paredes: «Gobierno Negrín, ¿dónde está Nin?» A lo que los del PCE-PSUC respondían: «En Salamanca o en Berlín.»

Esa era la explicación que había que dar a los investigadores oficiales. Nin fue asesinado, siendo enviado a Moscú un mensaje en el que se decía que «el asunto N había sido resuelto definitivamente». Claudín llegó a confesar: «Agregamos, por nuestra parte, que la represión contra el POUM y en particular el odioso asesinato de Andreu Nin, es la página más negra en la historia del Partido Comunista de España, que se hizo cómplice del crimen cometido por los servicios secretos de Stalin. Los comunistas españoles estábamos, sin duda, alienados –como todos los comunistas del mundo en esa época y durante muchos años después– por las mentiras monstruosas fabricadas en Moscú. Pero eso no salva nuestra responsabilidad histórica.»

Además de Andrés Nin, otros miembros y personas solidarias con el POUM, habían sido asesinadas o desaparecidas sin dejar huella. Tales fueron los casos de Bob Smilie, Kurt Landau, Marc Rhein, Moulin, E. Wolf, &c.

Prestigiosos historiadores como Stanley G. Payne, Pierre Broué, Salvador de Madariaga, Gabriel Jackson, &c. comentaron la participación de los soviéticos a las órdenes de Orlov, jefe en España de la GPU, entonces NKVD, «los cuales actuaron a su antojo, como en territorio conquistado, mientras la prensa comunista cantaba a voz en cuello la independencia nacional».

Hay quien implica al comunista asturiano Wenceslao Roces en el montaje de la campaña contra el POUM. Parece que tal cosa no está muy probada, ya que tal conclusión se saca de que Max Rieger, autor de la obra Espionaje en España (prologada por José Bergamín), es supuestamente W. Roces. A tal afecto el historiador B. Bolloten en su obra La guerra civil española, dice: «El contenido del libro no deja lugar a dudas de que era obra de la NKVD con la participación del PCE, y de que Bergamín sabía exactamente el papel que estaba jugando.»

El informe de Stepanov sobre el proceso contra el POUM revela que «Max Rieger no era una persona física concreta, sino un seudónimo colectivo de los agentes soviéticos en España.» Stepanov (Moreno en España) no fue el redactor directo de Espionaje en España, pero fue el que lo concibió como pieza clave de la campaña contra el POUM.

 

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