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El Catoblepas, número 38, abril 2005
  El Catoblepasnúmero 38 • abril 2005 • página 16
Artículos

Acerca de Marshall McLuhan

Eliseo Rabadán Fernández

Crítica en torno a las ideas del autor de Understanding Media.
Algunas cuestiones sobre El Hombre de la Galaxia Electrónica

«Formulado por pseudo-pensadores, y popularizado en todas las formas posibles, se ha generalizado el convencimiento de que la civilización es privilegio de una élite, y que el hombre de la masa es sólo un medio para realizarla. Al mismo tiempo la ayuda espiritual a que tienen derecho les es negada a esos hombres que deben librar una dura lucha para conservar su naturaleza humana (...). El hombre ahora tiene que afirmarse solamente contra las circunstancias que encuentra, y ya no más contra sus semejantes también.» Albert Sshweitzer, Kultur und Ethic, Munich 1923 (traducido al español como Civilización y Etica, Sur, Buenos Aires 1963.)

«El alma tiene aversión a imaginar lo que disminuye o reprime su potencia o la del cuerpo.» (Benito Espinosa, Etica, demostrada según el orden geométrico, Parte III, Proposición XIII, Corolario.)

El propósito que persigue este trabajo consiste en analizar los problemas de los llamados medios de comunicación, que presentan situaciones que han llevado a algunos especialistas (profesores e investigadores de Facultades de Ciencias de la Información, o en ocasiones llamadas Facultades de Ciencias de la Comunicación Social, o de Ciencias y Técnicas de la Información) a plantear la necesidad de organizar racionalmente, desde los criterios de la Ciencia, en tanto ésta sería garante de la objetividad y verdad de nuestros juicios al respecto una Ciencia encargada de estudiar los fenómenos de la Información y de la Comunicación.

Este trabajo sería, posiblemente, poco creíble para aquellos que, como especialistas o técnicos o simplemente profesionales de los llamados medios de comunicación, en tanto que pudiese ser considerado por ellos como un intruso el autor de este trabajo, teniendo en cuenta que su profesión es la de profesor de filosofía y ética en un instituto de bachillerato. Simplemente quiero comentar dos cosas al respecto de esta posible crítica:

1º) Mi interés por los medios de comunicación (considerando como tales la TV, la radio, la prensa y revistas escritas, el cine y el vídeo, pero también el ordenador, vídeo interactivo, internet, &c., y claro que aunque algún lector de McLuhan pudiese haberse cegado por la novedad del llamado hombre electrónico, sigue habiendo un medio de comunicación que es el libro) viene de tiempo atrás, ya que hace aproximadamente veinticinco años comencé a estudiar una carrera universitaria que me hubiese llevado a poder trabajar en el cine o la televisión, pero que por causas que no viene en este momento al caso, cambié por los estudios de filosofía oficiales. Quiero decir que aunque no he sido nunca periodista (sí he escrito artículos en prensa, sin percibir dinero a cambio) pude haberlo al menos intentado o más aun lo que especialmente me interesaba en esa época de juventud (a los veinte años): dirigir películas de cine. Por otra parte, la propia legislación no exige un título universitario para ejercer profesionalmente, por ejemplo, como director de cine, &c.

2º) Considero que dado que cualquier ciudadano de la Aldea Global (en el sentido de McLuhan), aunque no sea emisor de mensajes, sí es receptor, y como tal, cualquier ciudadano de esa inmensa aldea electrónica, en cuanto ésta es, digamos, un sistema de comunicación, puede participar o al menos debiera tener posibilidad de hacerlo. Si realmente la comunicación, para ser eficaz, en tanto mecanismo de adaptación al medio ambiente, implica la retroalimentación (o en inglés feed-back), en cuanto ella implicaría el intento de equilibrar (en el sentido de la termodinámica) el mensaje a través de la información, en cuanto que el sistema busca (como causa final) mantener el orden, en tanto éste supone la garantía de mantenimiento de entropía negativa,{1} es decir, que sirve para mantener el orden, frente al caos.

La participación en el análisis de esta problemática, por lo tanto, no puede ser considerada como exclusiva de algunos expertos en medios, sino que afectaría a los diversos especialistas que tengan algo que ver con lo que genéricamente se llama El Hombre, o el Ciudadano, ahora bien, ello supone que habrá diversas maneras de considerar la cuestión que nos ocupa, y lo que parece primeramente pertinente es establecer unas coordenadas desde las que quede claro al menos dónde situamos nuestro estudio. Vamos a considerar dos cosas muy sencillas, pero fundamentales en este trabajo, a saber:

a) Consideraremos el estudio de la información y comunicación en la Galaxia electrónica (por contraposición a la Galaxia Gutenberg, en el sentido expuesto por McLuhan) desde la perspectiva de la filosofía crítica, una alternativa que supone que consideramos necesario partir de los saberes de nuestro tiempo que tienen relación con el problema que abordamos, y además será una filosofía materialista y no idealista.{2}

b) Partiendo de la base mencionada en a), planteamos la necesidad crítica de utilizar, para una mayor fertilidad de nuestro análisis, el concepto de espacio antropológico, ya que nos permite ver con mayor claridad el problema de los medios, en tanto que éstos y su actual desarrollo (vinculado, como es bien sabido, a la industria y las finanzas, dentro del llamado neocapitalismo, y por supuesto, a los intereses políticos y militares) no pueden ser considerados, nunca (so pena de incurrir en análisis que, por decir medias verdades, o verdades a medias, al dejar fuera cualquiera de los elementos del sistema en tanto que forman una red interactiva de carácter permanente) como aislados, en el sentido de funcionar autónomamente.

Me refiero en este momento al caso de un artículo publicado en la revista El Basilisco, titulado «Filosofía y comunicación: de la polis a la telépolis».{3} El artículo, firmado por Eugenio Moya Cantero (que no debemos olvidar que fue presentado como ponencia en un Congreso de Filosofía celebrado en Granada, España, en septiembre de 1995 bajo el tema general: ¿Para qué Filosofía?) plantea tres hipótesis o, como él las denomina, conclusiones. La primera consiste en afirmar que la filosofía surge a partir de los textos escritos como una reflexión sobre ellos y a partir de dicha interpretación, se habría dado el surgir de la filosofía como interpretación de las cosas a que dichos textos harían referencia.

La segunda conclusión de Moya Cantero sería que al surgir la imprenta, el individuo podía ya ilustrarse al leer por sí mismo el libro escrito por el sabio elegido por el lector, sin necesidad de esperar que alguien se lo leyera en voz alta. El progreso engendrado por la época de la Galaxia Gutenberg sería debido, además de al progreso de la técnica y las ciencias, al esfuerzo por ilustrar, es decir, por alfabetizar a los ciudadanos.

La tercera conclusión es que «(...) es la pérdida del libro impreso como soporte de la cultura y su sustitución por medios electrónicos lo que amenaza hoy tanto con la deriva tecnológica de la conciencia moderna como con convertir a la filosofía en una actividad anacrónica y disfuncional (...)».

No quiero entrar en discusiones acerca de cuestiones defendidas por el autor del citado artículo, muy discutibles, como son: la afirmación de que la escritura alfabética trae consigo una progreso en cuanto que las culturas anteriores (pensamiento pre-lógico) fueran más atrasadas respecto a su capacidad de pensamiento lógico. Por cierto, el propio McLuhan plantea la cuestión en el libro póstumo La aldea global, a mi juicio de manera más convincente que Claudio Lévi-Strauss o Luciano Levy-Bruhl.{4}

Afirmaciones como la de que el homo typographicus sería un pensador solitario, tal como plantea Moya citando a Apel, nos parece absurdo, ya que dicha afirmación olvida que el libro era ya desde los primeros años, un modo de comunicar las ideas de su autor. Por ejemplo, la lectura de Rousseau en el México del siglo XVIII influyó en los hombres que harían del movimiento revolucionario de independencia que el nuevo modelo político, educativo, afectase al modelo alternativo, en el cual la Iglesia era considerada la monopolizadora, por ejemplo, de la educación de los ciudadanos. Los filósofos, como Locke, no eran solitarios sabios que parían modelos políticos en sus paseos matutinos o vespertinos, sino que eran partes de un todo en el que había implicados intereses de diversos grupos o clases sociales, de los que en un momento dado podían llegar a ser una especie de portavoces, en cuanto serían, podemos decir, forjadores de opinión pública, al estilo de los periodistas en la actualidad.

McLuhan no afirmó (y ello queda bien claro en el libro La aldea global, el cual por cierto Moya ni siquiera menciona, lo mismo que sucede con el importante libro posterior a The Gutenberg Galaxy, titulado Understanding Media) que los medios trabajaban para acercar a los ciudadanos de todos los pueblos, en el sentido que lo plantea Moya. En todo caso, McLuhan, tal como se plantea en Understanding media, temía, en los años sesenta, cuando publicó ese libro, (quizá fuera influido por el ambiente cultural y político de esa época), que el mensaje fuese utilizado como masaje, en su célebre afirmación de que el medio es el mensaje, pero llegó a plantear este juego de palabras: message is massage, el mensaje es el masaje. El planteamiento de McLuhan en Understanding Media, no se limitaba a la afirmación de que los artefactos son prolongaciones de nuestro cuerpo, cuestión que tendría que ver con la relación entre las Ideas de Naturaleza y Cultura{5}. El planteamiento de ese libro crucial, insiste en una cuestión que no resulta, para el estudio crítico de la comunicación, secundario, como parece al leer algunos libros sobre el tema. Me refiero a la teoría de McLuhan de que hay medios cálidos y medios fríos. Los medios cálidos serían aquellos en los que el receptor del mensaje participa activamente en la interpretación y descodificación del mensaje, como sucede en la gente que lee un periódico de los considerados no de masas sino de élites. Un medio de comunicación frío sería el que supone por parte del receptor del mensaje una participación decodificadora baja o prácticamente nula.

Como plantea Jesús Timoteo Alvarez, en el libro Historia y modelos de la comunicación en el siglo XX, habría medios masivos de comunicación y medios de élite de comunicación. Según él, un diario como El País, o el Washington Post, serían diarios de élite y otros diarios de tipo amarillista (que venden los escándalos, las imágenes llamativas) serían de masas. Lo mismo sucedería con los programas de radio o de TV. Sería el caso, pongamos, de Tele 5, que vende imágenes, más que dar informaciones serias o dirigidas a élites de espectadores no masivos. Considero que esta afirmación es muy discutible, porque los medios de comunicación son parte de intereses políticos, financieros, religiosos, muy determinados, y no en vano se les ha denominado como el cuarto poder. Quiero decir que, aun aceptando que hay ciertos medios elitistas (o quizá mejor habría que pensar en medios mixtos, que en ocasiones parecieran dirigir su mensaje a élites y en ocasiones a la masa) considero que un diario como el Washington Post o el New York Times, dirigen sus mensajes a lectores de élite, pero el lector no siempre está preparado para manejar o descodificar adecuadamente esa información, que ha sido cribada porque el diario está al servicio de determinados intereses políticos y financieros. Cuando se ve esto con claridad, es en el caso de la información sobre política exterior del gobierno de los Estados Unidos, tal y como trata de demostrar Noam Chomsky en varios de sus libros sobre la cuestión.

Volviendo a los planteamientos de Moya, creo que las teorías de McLuhan han de ser analizadas desde la perspectiva de la Idea de espacio antropológico, tal y como lo intentó (sin ser consciente de que utilizaba ese modelo de análisis materialista propuesto por Bueno) el propio McLuhan.

Para McLuhan, resulta muy claro el poder económico y político de los nuevos medios de emisión y control de información. Pone como ejemplo, en el libro La aldea global, el poder gigantesco que les da a las compañías que manejan el flujo de crédito en los diversos países de la aldea global, al extremo de que podrían llegar a provocar la caída de gobiernos. No hay más que recordar el caso de la ITT en Chile, que buscó por todos los medios desestabilizar el gobierno socialista de Allende. Pero eran otros tiempos. Lo que sí está claro es que los medios electrónicos de comunicación han de ser considerados como inmersos ellos mismos en un determinado modelo político y económico y de ninguna manera como exentos, es decir, que suponen una red de intereses económicos y políticos de los que forman una parte mucho más dependiente de lo que se nos quiere hacer ver. Cuando se plantea la utilización de las autovías de la información como una posibilidad de lanzar mensajes, por ejemplo, desde la filosofía, puede resultar ingenuo pensar que ello es una esperanza más para aumentar el nivel de libertad de expresión en una sociedad determinada. Lo que sí puede ser es imprescindible entrar a esa vía de comunicación, y hacerlo sabiendo que se trata de un modo diferente al tradicional. Pero pensar que el libro impreso quede obsoleto es una necedad. La diferencia entre medios cálidos y fríos no es una mera metáfora, se trata de una afirmación con base en experiencias científicas.{6} Esta cuestión resulta muy importante para analizar el papel de la filosofía en la enseñanza, en cuanto que cada vez hay más niños y adolescentes, así como ciudadanos en general, que son educados por la televisión, lo que acaso sea uno de los motivos del aparente crecimiento en las aulas de los centros de enseñanza tanto primaria como secundaria, de lo que algunos sociólogos han llamado analfabetos funcionales. Yo propondré aquí el concepto de ilustrados electrónicos, que supone que cualquier ciudadano de lo que Marcuse (por ejemplo, en su libro El hombre unidimensional) llamaba sociedades tecnológicamente avanzadas, está ilustrado en cualquier cuestión científica, política o religiosa o sobre ética y moral, si dedica algunas horas al día a ver la televisión, que jugaría el papel de transmitir la Gracia, no ya a través del púlpito y el confesionario y la oración en común o solitariamente, sino a través del púlpito electrónico que sería la pantalla de su televisión. Cuando un alumno que ya ha sido debidamente ilustrado por la televisión tiene que someterse a un modo de ilustración anticuado y trabajoso como es el estudio de libros, revistas especializadas, y además argumentar racionalmente sobre, pongamos por caso, la eutanasia o el aborto, o la ingeniería genética o las teorías políticas defendidas por el Nobel de Economía Hayek, &c., la labor del profesor será considerada superflua, ya que el alumno ya ha conocido el tema a tratar en el aula a través de un debate de televisión entre expertos en el tema, o a través de un vídeo o de una serie televisiva, e incluso a través del telediario o de un vídeo de campaña electoral realizado por un partido político, como sucedió en la campaña electoral de marzo de 1996 en España, en la que ni siquiera se consideró necesario hacer debates en TV, bastó con la emisión de imágenes para influir en la decisión ciudadana de votar.

No estoy de acuerdo con la idea defendida por Moya, siguiendo en ello al parecer el planteamiento de Derrick Kerckhove, director del McLuhan Programm, en la Universidad de Toronto, que mantiene que la idea de McLuhan de aldea global electrónica, ya es hoy obsoleta, porque el sujeto individual es nadie, porque los individuos han sido desbordados por la sociedad informática. Esa afirmación de que todos somos nadie me parece que es orwelliana, en el sentido de que está escrita en novolenguaje, y hay que traducirla a un lenguaje que exprese algo entendible tal y como son las cosas: ¿qué significa esta expresión?, a mi juicio, puede significar que pertenecemos a ese ochenta por ciento de ciudadanos que son dirigidos por el restante veinte por ciento (la gente importante que da las órdenes, dice Chomsky al respecto en su libro Lo que realmente quiere el Tío Sam) de controladores del rebaño de los perplejos, o del rebaño de los ilustrados electrónicos.{7}

Acerca de esta última cuestión, en la aldea global, McLuhan explica cómo sería esa sociedad que podemos, en el sentido de Marcuse, denominar como unidimensional, pero no en su totalidad, sino atributivamente, se trataría de la unidimensionalidad del ochenta por ciento de los ciudadanos.

Para McLuhan, el hombre de la Galaxia electrónica, que volverá a un modo de vida mítico, habitará un mundo en el cual:

«... Se quebrarán las viejas reglas del fondo de una lógica punto-por-punto (la cultivada por Occidente a través del modo impuesto por el libro impreso, &) Surgirá el holismo como una forma de pensamiento dominante, gobernada por un grupo considerablemente más pequeño de una élite directiva. Del mismo modo que ningún ingeniero puede concebir una red de costa a costa de los Estados Unidos en otra cosa que no sea una dimensión de 360 grados, el software(en el ordenador), se convertirá en sí en una forma de arte, con firmas humanas individuales altamente reconocibles. Sin embargo, se pueden falsificar con facilidad las formas humanas. Por lo tanto, uno de los elementos del pensamiento holístico en el futuro, será la necesidad de encerrar redes de datos enteras y sistemas de satélites para proteger áreas clave de información, sin las cuales las corporaciones y los gobiernos no podrían funcionar. Una pequeña élite se convertirá en guardián de las puertas del templo(...).»{8}

La manipulación de las masas, a través de teorías de la ciencia como el operacionismo de Bridgman en colaboración con lo que el influyente psicólogo conductista Skinner (ver su libro Más allá de la libertad y la dignidad), es cada vez más eficiente en lo que se refiere al éxito en conseguir equilibrar libertad y planificación. En este asunto han jugado un papel crucial los medios de comunicación, sean de élite o de masas, en el sentido que maneja esta distinción Timoteo Alvarez. La importancia de los medios radica en el uso de lo que se ha conocido como propaganda, ahora llamado eufemísticamente publicidad, en tanto que ella misma forma parte de ciencias como la psicología social o la economía, viendo el asunto desde las conexiones materialmente dadas entre las llamadas técnicas de marketing y las técnicas psicológicas manejadas por los publicistas.{9}

El título que hemos puesto a este escrito no implica tanto la importancia de saber a qué tipo de filósofo pertenecería McLuhan, cuanto a qué tipo de filosofía pertenecerían aquellos que se colocaran en su misma línea explicativa cuando tratan de explicar cuestiones relacionadas con los medios de comunicación de la Galaxia electrónica (en tanto que esta supone una etapa superior respecto de la anterior etapa cultural, la llamada Galaxia Gutenberg). Bien, según propone Gustavo Bueno (¿Qué es la filosofía?, 1995), las teorías filosóficas de McLuhan (en el sentido de que son críticas, es decir, inmersas y no exentas en los saberes y las tecnologías digitales del presente, &c.) ¿son una filosofía inmersa, pero adjetiva o genitiva?, ¿o se trataría más bien de una filosofía que pudiera considerarse como efectivamente crítica?

A mi juicio, se trataría de filosofía adjetiva, en el sentido de que la técnica sería el sustrato, que al ampliar metafóricamente los supuestos contenidos implícitos en el saber técnico o científico, daría lugar a la filosofía de... (en este caso de los medios electrónicos de comunicación) Bueno plantea la cuestión en los siguientes términos:

«... Acaso pudiera servirnos como criterio el concepto de intuición social y cultural del presente, es decir, un estado del mundo que, a partir un cierto nivel de desarrollo tecnológico y científico, experimenta un proceso de confluencia con otras corrientes sociales o culturales que hacen posible la aparición de una actitud crítica(dentro de este estado del mundo, ocupará un puesto importante el desarrollo del lenguaje jurídico, científico, técnico, &c.). Las filosofías adjetivas se oponen, por tanto, principalmente, a toda forma de filosofía exenta, tanto a las de índole histórica, por arcaicas, como a las de índole escolástica, por ideológicas; pero también a cualquier forma de filosofía crítica (en el sentido en que la entendemos aquí, como filosofía crítica que defiende una sustancialidad, al menos actualística, para la filosofía)...»{10}

Estas cuestiones son claves porque acaso el planteamiento de Moya en el citado artículo de El Basilisco sigue el hilo argumental propuesto por McLuhan en su libro The Gutenberg Galaxy, respecto de la inutilidad de la Filosofía, como un producto de la cultura impresa, que sería obsoleto, en el sentido que sistemas del estilo del propuesto por Descartes, por ejemplo, son obsoletos, podemos decir, porque su modo de pensar, lineal, queda inutilizado, según McLuhan, por el modo holístico, de entender el mundo, que es el que definirá las culturas post Gutengerg. Pongamos a la consideración de los lectores estas palabras de McLuhan respecto de la filosofía anticuada de la era de Gutenberg, para que se comprenda mejor el alcance de la crítica propuesta por McLuhan:

«... Esta especie de ballet del pensamiento coreografiado por Gutenberg mediante el sentido visual aislado está levantado tan filosóficamente como lo está la asunción del espacio euclideano como a priori por Kant...»{11}

No creo que el concepto de cibernautas que utiliza Moya sea de utilidad para una filosofía crítica, ya que es excesivamente vago. Ni considero que la llamada era electrónica, o era de la aldea global, sea tan novedosa en el terreno político o incluso económico. Quiero decir que, a mi juicio, el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación no supone la desaparición de aspectos ya planteados por Carlos Marx, que hace ciento cincuenta años, se veían venir por el autor de El Capital. Me refiero a lo que se denomina ahora mundialización o globalización de la economía, que no es otra cosas que lo que Marx dice cuando habla de la tendencia a la mundialización del capital y a la monopolización del mismo. Otra cuestión que Marx apenas insinuara, pero a mi juicio hoy es uno de los factores que incluso estarían a la base de las crisis políticas es lo que él llamaba fetichización de la mercancía. Por cierto, el ordenador, o el sistema internet, por poner un caso, podemos verlos desde esa perspectiva dibujada ya por Marx, como fetiches, en este sentido: se trata de mercancías que hay que vender, y que no serían en tanto mercancías para el consumo, sino meros fetiches. Me explico: en la red internet, (al igual que en el mundo todavía gutenberguiano de las revistas y libros impresos) el usuario puede acceder a visualizar de modo en parte distinto, pero esencialmente semejante, cuerpos de las mujeres de la revista Play Boy, o acceder a la información de informes aprobados como publicables en internet, de la Casa Blanca o del Pentágono e incluso de la CIA, o de cualquier otro tema, aunque a una mayor velocidad, y en teoría, con una mayor posibilidad de retroalimentación o feed-back ; interactivamente, dice Moya. El problema, desde la crítica filosófica, estará en el hecho de que, si se entiende el feed-back como participación del sujeto que recibe el mensaje de modo que él también puede influir en la mejora de manejo de los mensajes, para conseguir una mayor entropía positiva, en el sentido de mayor posibilidad de mantener el equilibrio «dinámico» del sistema, resulta claro que los hechos confirman que el sistema no es como se supone es el «modelo» del que se nos habla desde las coordenadas políticas actuales, en las democracias capitalistas. Y esto es así, porque, tal como ha mostrado contundentemente Noam Chomsky y otros críticos de este modo, no ya positivista, cuanto utilitarista, o como dijera Marcuse, operacionalista, de plantear la situación respecto del papel que juegan los medios de comunicación.

El peligro, evidente, de la era electrónica, radica precisamente, en el control (por parte de un sector social cada vez más restringido; llamémoslo oligarquía plutocrática) de los medios a través de los que el mensaje (los mensajes, sería más adecuado) se emite. Se busca que la capa basal (productores) de la sociedad, se comporte como el sistema precisa para su buen funcionamiento. Y no resulta gratuito insistir en casos como el denunciado por Bueno, cuando el diario El País ocultó (controló, en el sentido de Chomsky, el pensamiento de sus lectores, a través precisamente de la manipulación; dicho control fue tan sencillo como no publicar nada sobre la intervención de Bueno, cuando sí lo hizo El País con los ponentes que compartieron mesa con Bueno el mismo día) la intervención en un encuentro en el que Gustavo Bueno participó los días 24 y 25 de noviembre de 1995, en Madrid, en las Primeras Jornadas de la Sociedad de Historia y Filosofía de la Psiquiatría, la presentación ante los asistentes de una conferencia que denunciaba, precisamente, no la eliminación, vía reducción de horas de clase en el bachillerato en cuanto a la enseñanza y estudio de la filosofía, ya que ésta se mantiene, sino el intento de silenciar, no ya a la filosofía en general (conviene incluso mantener esa enseñanza de la filosofía exenta, adjetiva o del tipo de un sucedáneo de tipo científico –o más bien pseudocientífico, por acrítico, en la mayoría de los casos–, o en el caso de la Historia de la Filosofía como optativa de los estudiantes de letras o humanidades, que quedaría reducida a una arqueología acríticamente objetiva, asépticamente neutral en lo político, &c.). La consigna no es, pues, eliminar la filosofía, al contrario, hay incluso que hacerle la debida publicidad, pero cuidando mucho de no permitir que se desarrolle ninguna semilla del mal crítico, tal como sucediera hace siglos con el modelo socrático-platónico. O en modelo propuesto por la metáfora de El Basilisco.{12}

Los medios de comunicación, que necesitan de tecnologías tan costosas, han de mantener su funcionamiento sustentados por un sistema económico, que sin duda alguna es cualquier cosa menos democrático. Los usuarios de los equipos internet, por ejemplo, son por decirlo brevemente, «privilegiados»: empleados y ejecutivos de multinacionales, industriales y banqueros; profesores universitarios o investigadores científicos; médicos, incluso filósofos, como propone Gustavo Bueno hijo en El Basilisco, nº 19, pero sin duda lo que puede llegar a ser un camino de liberación al estilo de la utopía soñada por Marcuse y algunos miles de jóvenes en 1968, puede llegar a convertirse, si no se lucha de algún modo contra ello, en una pesadilla al estilo de la descrita por la novela 1984 de George Orwell. Claro que los medios están allí como artefactos y no podemos oponernos a su presencia cada vez más extendida, pero no podemos pensar inocentemente que hemos llegado, a través la técnica de esta era electrónica, a «un mundo feliz» en el que Skinner sería la voz y el pensamiento del Gran Hermano, porque aunque así fuese, suponiendo que Fukuyama tuviese razón (no pura, pero sí práctica, por utilizar metafóricamente a Kant), si la filosofía crítica tiene alguna razón de ser, será precisamente esta: hacer frente a esta sociedad de control del pensamiento por ser un modelo social plenamente manipulador, que nos llevaría a un permanente tiempo de silencio, tal como denunciara Luis Martín Santos y lo reiterara Bueno en la citada conferencia sobre el libro del psiquiatra socialista. (Recordemos que Luis Martín Santos no conoció la renuncia al marxismo del PSOE ni las posteriores transformaciones políticas.)

Lo que estaría sucediendo en las sociedades tecnológicamente avanzadas (en el sentido de Marcuse) iría en el sentido de lo que Bueno propone en el escrito Principios de una teoría filosófico política materialista{13}, cuando se refiere al concepto de individuo flotante:

«... El materialismo filosófico ofrece una idea que puede desempeñar en muchos casos las funciones que juega la idea del hombre alienado [concepto, el de alienación, que por cierto tiene, según plantea Bueno en el mismo lugar, un formato claramente metafísico de estirpe teológica]: es la idea del individuo flotante... Porque el individuo flotante no es una figura pensada a partir de una situación metafísica de alienación, sino a partir de las circunstancias positivas que moldean la configuración de todo individuo personal, y que son circunstancias históricas y sociales. El individuo flotante, por esta razón, aparece en las sociedades políticas que han alcanzado un determinado nivel crítico cuanto a su volumen y heterogeneidad. El individuo flotante, sin embargo, no es el resultado formal de la aglomeración ni del descenso del nivel de vida(las dificultades del individuo que busca trabajo no producen normalmente la despersonalización sino que, por el contrario, pueden constituir, dentro de ciertos límites, un campo favorable parta imprimir un sentido personal a la vida de ese individuo). Las individualidades flotantes, en el seno de la gran cosmópolis, resultarían no precisamente de situaciones de penuria económica, ni tampoco de anarquía política o social(anomia)propia de las épocas revolucionarias, sino de situaciones en las cuales desfallece, en una proporción significativa, la conexión entre los fines de muchos individuos y los planes o programas colectivos, acaso precisamente por ser estos programas excesivamente ambiciosos o lejanos para muchos individuos a quienes no les afecta que el romano rija a los pueblos para imponer la justicia...»

Quizá el propio McLuhan, cuando analizaba las desventajas o como el las llamaba, insatisfacciones de lo que describía como robotismo global (concepto de claros ecos fukuyamescos), presintiera esa idea propuesta por Bueno de los individuos flotantes{14} cuando escribía (La aldea global, 1980) que:

«... Su cuerpo permanecerá en un solo lugar, pero su mente volará hacia el vacío electrónico, estando al mismo tiempo en todos los lugares del banco de datos...»

[podríamos añadir nosotros: como potencial consumidor, como individuo electrónicamente controlado, por los vigilantes nocturnos de la era electrónica del fin de la Historia, por ejemplo, un servidor, Eliseo Rabadán, que vive en un pueblo del norte de España, está registrado por en una base de datos en Dayton, EEUU, porque la aseguradora de su automóvil tiene allí su sede central, &c.]

«... El hombre descarnado –continúa McLuhan en su libro póstumo, de 1980– tiene tan poco peso como un astronauta [¿puede ser el cibernauta de que nos habla Moya?] pero puede moverse con mayor velocidad. Pierde su sentido de identidad privada porque las percepciones electrónicas no están relacionadas con ningún lugar. Atrapado en la energía híbrida que despiden las tecnologías de vídeo, estará ante una realidad quimérica que abarca todos sus sentidos a un grado de distensión, una adicción tan adictiva como cualquier droga. La mente, como figura, retrocede hacia el fondo [ el uso por parte de McLuhan de las tesis de la psicología de la Forma –Gestalt– es constante en su interpretación filosófica de la cultura de las sociedades electrónicas, lo que confirmaría nuestra teoría de que su filosofía es de carácter no crítico sino adjetivo, o peor aún, sucedánea de la verdadera filosofía crítica] y flota entre el sueño y la fantasía. Los sueños tienen una conexión con el mundo real porque poseen un marco de tiempo y lugar verdaderos(por lo general en tiempo real); la fantasía no posee dicho compromiso. En este punto la tecnología se halla fuera de control...»

Nos preguntamos, ¿del control por parte de los individuos flotantes, pero no de quienes forman esas heterías soteriológicas que controlan el pensamiento, como propone Chomsky o el propio Bueno en el artículo citado en la nota 12 de este escrito? Precisamente la tesis de Fukuyama en el famoso artículo divulgado mundialmente puede ser interpretada desde esta perspectiva. Esas heterías, organizadas como apóstoles y sacerdotes de la Idea del fin de la Historia en una Aldea Global (que sería dirigida por el gobierno de Washington, en colaboración trilateral con Japón y Europa Occidental) ayudarían a trivializar el artículo del «asesor» de la Casa Blanca, pues el propio libro de Fukuyama acaso fuera insuficiente al respecto, ya que no es labor sencilla esa trivialización, o acaso pudiéramos hablar de difusión masiva del mensaje, ¡o del masaje!, por utilizar la célebre expresión de McLuhan

Podemos plantear la siguiente hipótesis: que el libro El fin de la Historia y el último hombre, trivializa (seguimos en ello el planteamiento de Bueno en Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas', además de su escrito de El Basilisco, nº 11, 2ª época: «Estado e Historia, en torno al artículo de Fukuyama», 1992) el artículo, debido a que Fukuyama es incapaz de argumentar dialécticamente, críticamente, ofreciendo criterios de verdad aceptables gnoseológicamente, &c., para demostrar que la tesis del fin de la Historia, tesis que nos trataría de convencer de que el llamado Nuevo Orden Mundial, que supone una organización mundializada de los asuntos económicos, políticos, según criterios neoliberales o neocapitalistas. Dicha tesis tiene un adecuado planteamiento ideológicamente correcto, y ello sin perjuicio de que al mismo tiempo se mantenga que ya no se precisa ninguna ideología, porque la tecnocracia (a mi juicio pseudocientífica, en tanto es sucedánea de la crítica argumental dialéctica) ya ha superado la etapa atrasada y anticuada e inoperante de las ideologías modernas. Pero la importancia de la tesis de Fukuyama para los miembros de las heterías soteriológicas controladoras del individuo flotante (¿podríamos relacionar esta idea con la de hombre unidimensional de Marcuse?) tiene la importancia, como señala acertadamente, me parece, Gustavo Bueno, de ser capaz de haber puesto a disposición de un gran público una teoría a escala filosófica, destinada a interpretar los acontecimientos macropolíticos, macroeconómicos y macroculturales de nuestra época. Estos acontecimientos no reflejarían, según Fukuyama y aquellos de quienes es servidor en Washington, otra cosa que el máximo desarrollo del Espíritu, en cuanto que éste –al igual que afirmara Hegel hace ya casi doscientos años– supondrá el nivel superior a que aspira la Humanidad en el siglo XX y el XXI ya en puertas, un nivel tal de libertad, garantizada por Estados Unidos y su modelo político neoliberal y neocapitalista, extendido, tras la Segunda Guerra Mundial y tras la caída del Muro de Berlín, a lo largo de toda la faz de la Tierra, con la ayuda de los medios de comunicación, con el dinero que circula con la rapidez de la luz (las tarjetas VISA y American Express) y claro está, con la ayuda, si se precisa, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El internet, en esta época del máximo desarrollo del Espíritu (en versión yanqui del concepto de Espíritu de Hegel), será la manifestación de la Conciencia de Dios, no ya a través de Hegel, sino de toda la caterva de filósofos (de la Etica, del Derecho y de la Ciencia y la Técnica, &c.) posmodernos.

Cuando una filosofía que, al igual que la marxista en su tiempo, se opone a este supuesto idealismo del Espíritu (sea éste moderno –hegeliano– o posmoderno –fukuyamiano–), que es en realidad un gran engaño en contra de la racionalidad liberadora de la razón ilustrada, que a mi juicio no puede estar agotada, ya que no ha hecho sino comenzar su singladura en medio de hipóstasis de toda laya, que inclusive parecen renacer con mayor fuerza en esta época: se intenta por parte de quienes ven peligrar sus privilegios (como intelectuales al servicio de un sistema neoliberal, por ejemplo. Me refiero a periodistas, profesores universitarios, &c.), mantener indefinidamente ese tiempo de silencio, aunque acaso no les sea sencillo lograrlo, porque las condiciones materiales de cada vez más gente parece estar minando, tanto en el Primer como en el Tercer mundo, el orden neoliberal.

Me refiero no a meras especulaciones. Podemos recordar el trabajo realizado por James Petras en Barcelona el año 1995, en el que se muestra una situación social que difícilmente puede hacernos pensar en una eutaxia (en el sentido de Bueno) que no sea la del capitalismo más salvaje con todas sus lacras de sobra conocidas. Claro que aun en medio de una situación de vocerío posmoderno reinante en universidades de Europa y Estados Unidos, permanece una tea encendida en el materialismo crítico, a pesar de quienes hacen de sacerdotes y predicadores del sofisma de esa Aldea Global, donde incluso se definen las guerras y guerrillas como Realidades virtuales (Me refiero a Baudrillard cuando afirmaba en 1991 que la Guerra del Golfo no ha tenido lugar, porque según él se trató de una guerra virtual, o cuando el escritor mexicano Gabriel Zaid afirmaba en la revista Claves de Razón Práctica (dirigida, por cierto, por un periodista del silencio y un filósofo posmoderno del ruido intelectual entendido como interferencia en el mensaje; me refiero a Javier Pradera y a Fernando Savater, como es notorio) que la guerrilla del EZLN en Chiapas era una guerrilla posmoderna, dando a entender que era una guerrilla de carácter virtual, lo que, pienso, puede significar, según Zaid, que es una guerrilla sin sentido en un momento de la Historia en el cual la Historia se ha detenido absorbida (genocidio indígena incluido) por el Gran Hermano, Señor del Espíritu Absoluto materializado en el altar del FMI (Fondo Monetario Internacional), bajo el ceremonial secreto de la Comisión Trilateral.

Para terminar, quisiera resumir con la mayor claridad las tesis que he pretendido poner a consideración de los lectores de este trabajo.

En primer lugar, que estoy de acuerdo en que los artefactos (TV, ordenador, &c.) fabricados por los hombres son en alguna manera prolongaciones de nuestro cuerpo, que ayudan a adaptarse al medio para sobrevivir.

Pero, a diferencia de los animales, hemos desarrollado unas actividades, que hemos llamado siguiendo a Gustavo Bueno, circulares, que, aun teniendo componentes etológicos, añaden normas (el Derecho es característico de los seres humanos, por ejemplo), &c.

La tecnología forma parte de un complejo militar, industrial y económico, que supone que la propia producción y manejo de esos artefactos transformadores de la cultura a nivel mundial, están fuertemente relacionados con los componentes de lo que podemos llamar el poder (político, económico, militar) y siempre que se planteen cuestiones al respecto de esos instrumentos (que nunca pueden ser considerados como neutros o exentos respecto de los individuos que nunca están aislados sino que están formando parte de un cuerpo político que está sometido a un curso determinado tanto histórica como culturalmente, de ahí la dificultad de aceptar sin criticarlo, el planteamiento de que hemos llegado a una etapa de la Historia en la cual todo el mundo sería como una gran fraternidad, semejante a la Santísima Trinidad, en que habría, no Una sola persona en Tres Naturalezas distintas, sino una sola persona y casi infinitas personas distintas, es decir, que la idea de una aldea global electrónica implicaría que todos somos consumidores satisfechos, o estamos en vías de serlo, aunque seamos culturalmente diversos. Eso de que la Coca Cola se podrá pedir y vender según lo pida el individuo budista, musulmán o lo que sea a cambio de sentir la sensación de vivir libre y feliz, parece que no está tan claro para muchos aldeanos.

Por último, creo que estos argumentos que hacen referencia a lo que Chomsky ha llamado necesidad del control del pensamiento en las sociedades democráticas, resultan, en sí mismos, críticos, y lo que pide, me parece, la crítica dialéctica, es tratar de poner manos a la obra, y desde luego, podría valer la pena intentarlo a través de las redes del internet, y ahí está la propuesta lanzada en El Basilisco, nº 19 de la segunda época, en el artículo «Presentación del Proyecto Filosofía en Español (información, documentación y textos de la filosofía en español)». Podría ser un paso interesante para generar una frente anti silencio desde la filosofía escrita en español, desde la crítica materialista y dialéctica: un interesante reto para la verdadera filosofía, que no es otra, creo, que la crítica{15} y además inmersa en los saberes del presente, sin duda alguna, aunque desde luego, sin desdeñar (sería absurdo, evidentemente) los saberes valiosos del pasado.

Notas

{1} Este asunto fue ampliamente estudiado y debatido a raíz de los libros de Norbert Wiener sobre a entropía y la cibernética. El Materialismo Filosófico lo estudió también en el libro de Gustavo Bueno Ensayos Materialistas (Taurus, Madrid 1972). Mi artículo «Locura objetiva y Filosofía: el caso de Telépolis y los señores del aire» que publicó la revista El Catoblepas hace algunas referencias a esta cuestión desde las tesis de Bueno en el citado libro.

{2} Para una más amplia explicación de esta cuestión: Gustavo Bueno, ¿Qué es la filosofía?, Pentalfa, Oviedo 1995. En el ámbito específico de la televisión hay dos libros de Gustavo Bueno a mi juicio imprescindibles para llevar a cabo una crítica de las tesis de McLuhan al respecto. Se trata de Televisión: apariencia y verdad, Gedisa, Barcelona 2000, y Telebasura y democracia, Ediciones B, Barcelona 2002.

{3} Revista El Basilisco, Oviedo, nº 19 (segunda época), julio-diciembre de 1995.

{4} Cfr. para las críticas a este planteamiento Symploke, de Hidalgo, Iglesias y Bueno, Júcar, Madrid. Sobre el planteamiento de McLuhan, mencionaré sólo que su punto de partida plantea la relación entre el sujeto y el objeto (emisor-receptor, en relación con la información procesada y codificada), como elaborada por el hemisferio izquierdo del cerebro, en el caso del estudio de información a través de textos impresos en la era de la Galaxia Gutenberg (según McLuhan, aspecto característico de la «cultura Occidental» y que define de modo relevante el modelo de razonamiento lógico de tal cultura), y manejada por parte del hemisferio derecho en el caso de las culturas tribales(anteriores a las culturas alfabéticas). Según McLuhan y su colaborador Powers, en el libro La aldea global, en la era electrónica, lo que sucede es que el hemisferio izquierdo y el derecho se ven obligados a trabajar en común, y Occidente, según McLuhan y Powers, estaría en cierta desventaja porque el manejo de información a la velocidad de la luz(era electrónica)coincide con el mayor uso del hemisferio derecho que es el desarrollado por las que él llama culturas Orientales, en las que incluye los pueblos indígenas de América Latina, en tanto que la cultura maya, por ejemplo, es acústica.

{5} El análisis que se hace de esta relación entre la Idea de Naturaleza y la de Cultura, ha sido estudiado ampliamente por el sistema del Materialismo Filosófico. Puede consultarse el Diccionario Filosófico de Pelayo García al respecto en filosofia.org/filomat/df414.htm

{6} Citando una investigación llevada a cabo por Herbert Krugman, McLuhan insiste en que la televisión es un medio frío: «... Herbert Krugman llevó a cabo estudio de las ondas cerebrales, comparando las respuestas de sujetos a lo impreso y a la televisión. Un sujeto estaba leyendo un libro cuando se encendió la televisión. En cuanto levantó la mirada, sus ondas cerebrales disminuyeron de manera significativa. A los treinta segundos, estaba en un estado predominantemente alfa: relajado, pacífico, desconcentrado», en Marshall McLuhan, y B. R. Powers, La aldea global (Ed. original en inglés 1989), Planeta-Agostini, Barcelona 1994, pág. 73.

{7} Para entender mejor mi propuesta de utilización de la Idea de Espacio Antropológico, explicada por Gustavo Bueno en «Sobre el concepto de espacio antropológico», revista El Basilisco, n º5, 1978, y editado en el libro de Muga y Cabada (Eds.), Antropología filosófica: planteamientos, Luna Eds., Madrid 1984. Muy brevemente: no se puede considerar aspectos culturales aislados tales como los técnicos o los psicológicos, cuando el problema implica además componentes políticos y sociales (eje radial y eje circular del espacio antropológico), y sin duda componentes religiosos (eje angular del espacio antropológico). En el caso de los medios de comunicación y los artefactos electrónicos(internet, por ejemplo)es notoria la necesidad de tener presentes estas constantes intersecciones de componentes de los tres ejes, ya que por la propia naturaleza de instrumentos inculturadores, los medios electrónicos suponen una constante influencia e interdependencia de componentes antropológicos en el sentido planteado por ese concepto que proponemos como fundamental para la crítica de los problemas planteados en el análisis de los medios electrónicos de emisión y manejo de mensajes.

{8} Cfr. McLuhan-Powers, La aldea global, págs. 112-113

{9} Sería interesante al respecto volver a leer algunos de los planteamientos de Herbert Marcuse al respecto. En El hombre unidimensional, Marcuse planteaba el problema en estos términos: «... Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción [subrayo] son rechazados o reducidos a los términos de ese universo. La racionalidad del sistema dado y de su extensión cuantitativa da una nueva definición a estas ideas, aspiraciones y objetivos...» En pág. 42 de la ed. de Planeta-Agostini, Barcelona 1993.

McLuhan planteaba en Understanding Media que los medios tienen ojos y no ven, oídos pero no escuchan..., en el sentido de que eran instrumentos no de conocimiento controlados por los usuarios (de la TV pongamos por caso), sino que el medio los controlaba a ellos a pesar de ser una extensión de su propio sistema nervioso. De ahí aquella idea de que el medio es el masaje.

Skinner necesitaba para su modelo de sociedad «abierta» (no olvidemos que vivimos según el modelo neocapitalista de sociedad que tanto agradaba a Karl Popper o que tan enconadamente defiende Mario Vargas Llosa en su polémica sobre la liberación mercantil de la llamada industria cultural con Regis Debray, en especial en el tema de la producción de películas para el cine y la TV) ingenieros de la conducta (esto es: psicólogos conductistas a ultranza) que hiciesen a los ciudadanos sentirse libres, aunque no lo fueran, y sentirse dignos, aunque no lo fueran, porque al igual que en la postura nominalista de Ockam, los Universales son meros nombres o palabras vacías, que pueden ser, sin embargo, muy útiles en un momento dado. Por ejemplo, cuando se invade Panamá en diciembre del año 1989 para instaurar el sistema libre y democrático perdido.

{10} Cfr. Gustavo Bueno, ¿Qué es la Filosofía?, Pentalfa, Oviedo 1995, pág. 54.

{11} Cfr. Marshall McLuhan, The Gutenberg Galaxy, Univ. of Toronto Press, Toronto 1962, pág. 295. (Hay edición en español.) Desde las clasificaciones de la filosofía que propone Bueno podemos manejar esta cuestión críticamente en el sentido de achacar al análisis de McLuhan el entender la filosofía como una actividad cultural exenta, ya que plantear que Kant, o Descartes resultan obsoletos por ser ignorantes (naturalmente han de serlo) de la geometría no euclidiana, por ejemplo, resulta un argumento cuando menos excesivamente grosero. Si consideramos la filosofía como doxografía, o como arqueología del saber, es decir, como exenta por ser Historia de la Filosofía, quizá el argumento de McLuhan o el que parece deducirse del artículo de Moya, fuesen verdaderos, pero no lo serían si se plantea la filosofía como lo hace el materialismo filosófico: un saber de segundo grado. Por otra parte (y esto es lo que supone el núcleo de nuestra tesis, frente a la propuesta por Moya) cuando se plantea la filosofía desde sucedáneos (como sociología del poder, por ejemplo) se hace el juego a los sectores más reaccionarios de la sociedad electrónica, o como dice Moya, aquellos grupos pertenecientes a un sector social que estaría situado (en el sentido de Bueno propuesto en su Primer Ensayo sobre las categorías de las Ciencias Políticas) en la intersección de las capas basal y conjuntiva del cuerpo político):

«Evidentemente [dice Moya, citando a Javier Echeverría y su libro Telépolis], como se trata de hacer compatibles (integrar dice Javier Echevarría) sistemas diferentes (individuos, culturas, modelos valorativos, naciones, &c.) el Poder, en su acepción más amplia, lo que tendría que hacer es multiplicar en todos los ámbitos los mecanismos socio-técnicos de control flexible. Debería seguir, por decirlo claramente, el modelo managerial de las empresas: ejercer un control a corto plazo, flexible, de rotación rápida, pero continua, capaz de prever y desactivar posibles zonas de conflicto. También resulta evidente que esta especie de positivismo impuesto por el papel de mediador que ejerce el poder tan sólo propicia la búsqueda de herramientas epistemológicas capaces de circunscribir las zonas de conflicto y capaces de delimitar soluciones técnicas. De lo que se trataría, en definitiva, es de primar los saberes que permitan tecnologizar el comportamiento colectivo y la toma de decisiones. Está claro que el papel que, desde esta perspectiva, habría de jugar la filosofía es, por decirlo suavemente, limitado. La filosofía en cuanto que saber crítico-reflexivo, sería no sólo anacrónica y dispensable, sino a todas luces disfuncional. Las ideas de Niklas Luhman son un claro ejemplo de este punto de vista, pues tras su rechazo a la tradición filosófica occidental y sobre todo ilustrada, se esconde un auténtico desprecio por la filosofía misma(...)» Cfr. artículo citado de Moya en El Basilisco, pág. 55-56.

{12} Ver la conferencia íntegra en filosofia.org/rev/bas/bas22003.htm

{13} Publicado en internet en el Anuario hispano-cubano de Filosofía, por el Proyecto Filosofía en español filosofia.org/mon/cub/dt001.htm

{14} Este concepto está desarrollado en el artículo «Psicoanalistas y epicúreos. Ensayo de introducción del concepto antropológico de heterías soteriológicas», en la revista El Basilisco, nº 13, 1981.

{15} El concepto de crítica, tal como es utilizado por el Materialismo Filosófico es fundamental para lo que planteamos en este artículo. Ver por ejemplo en el Diccionario Filosófico de Pelayo García: Ortograma / falsa conciencia.

 

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