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El Catoblepas, número 56, octubre 2006
  El Catoblepasnúmero 56 • octubre 2006 • página 18
Libros

Zapatero en el País de las Maravillas

Antonio Sánchez Martínez

Una breve reseña del último libro de Gustavo Bueno,
Zapatero y el Pensamiento Alicia, Temas de Hoy, Madrid 2006, 357 páginas

Gustavo Bueno, Zapatero y el Pensamiento Alicia, Temas de Hoy, Madrid 2006, 357 páginas ¿Qué hay detrás de la «filosofía» del Gobierno cuando nos habla del diálogo con talante, del derecho de los simios a ser personas o de la Alianza de Civilizaciones para resolver todo tipo de conflictos?

Creemos que don Gustavo Bueno ha dado con las claves para entender dicho tipo de propuestas y pensamientos (ver El Catoblepas, 45:2 y 51:2,, o su reciente libro Zapatero y el Pensamiento Alicia. Un presidente en el País de las Maravillas).

El Pensamiento de ZP se parece al utopismo en ciertos aspectos generales, pero es más engañoso en la práctica. En los libros de utopías se nos suele presentar un mundo ideal, próspero y feliz, sin apenas conflictos sociales. Pero el autor de tales obras suele tener la precaución de presentar dicho mundo como algo inalcanzable o muy difícil de materializar, porque reconoce que la realidad es mucho más compleja. El Pensamiento Zapatero, por el contrario, se parece mucho más al de «Alicia en el País de las Maravillas» que nos describe Lewis Carroll. Zapatero nos propone una sociedad en la que puede lograrse casi todo lo que deseemos porque, a diferencia de lo que dicen las utopías, dicho mundo está ahí mismo, al alcance de la mano. Basta con algo de buena voluntad, con ponerse a dialogar con nuestros contrincantes o enemigos, para que todas las divergencias, conflictos y problemas «discurran» y puedan disolverse (basta con atravesar el espejo para que el mundo se muestre maravilloso). Y si el diálogo no prospera entonces la responsabilidad se le endosa al enemigo, «que no quiere dialogar», que se niega a ver el mundo maravilloso que hay detrás del espejo…

ZP nos pide que, para alcanzar dichos fines, tenemos que confiar en él, en su diálogo mágico y de buen talante. Ahora bien, el problema es que no están claros los procedimientos para alcanzar las metas que nos propone (los contenidos objetivos de los diálogos), pues no se nos dice claramente «cómo» alcanzar el mundo feliz prometido, de un modo similar al mago que no divulga abiertamente sus confusos secretos temeroso de que se descubra que todo es pura farfolla. Cualquier persona mínimamente racional enseguida recelará de un Pensamiento tan poco «democrático», aunque haya millones de individuos que prefieran las promesas con sonrisa permanente y las palabras tranquilizantes y adormecedoras a la cruda realidad.

Cuando se pretende llevar a la práctica dicho Pensamiento en asuntos concretos, como la búsqueda de una solución al independentismo, al terrorismo etarra o a la presión del islamismo, entonces se aprecia su verdadera faz, y vemos que el diálogo se convierte en rendición y traición a la nación española. Y es que tanto ilusionismo acaba convirtiéndose en engaño puro y duro, en mala fe que pretende hacernos creer que ante problemas complejos caben soluciones simples, cuando la verdadera simpleza está en quienes se tragan tales propuestas. Las consecuencias de tanta ilusión (y pereza) se presentan más pronto que tarde, aunque los sicofantes de turno siempre nos dirán que la solución consiste en «más ilusión», «más democracia»... «más Pensamiento Alicia».

Paradójicamente dicho discurso pretende ser de «izquierdas», aunque sea completamente irracional y no se parezca en nada a las izquierdas revolucionarias que han defendido que para cambiar el mundo hay que utilizar mucho más que palabras. Si Napoleón, Marx o Lenin levantaran la cabeza se tronchaban de risa, o se morían del susto. Y es que Zapatero entronca, en el plano teórico, con la tradición más indefinida y pánfila de la izquierda española que nace con el krausismo hispano de Sanz del Río, que tan buenas migas hizo con la Masonería y la Institución Libre de Enseñanza, y que tanto ha influido en algunas corrientes del socialismo español (ver el Apéndice II de nuestro artículo de El Catoblepas 55, pág. 13). Se trata de la Izquierda del imposible Federalismo de Pi i Margall, del Humanismo más pueril o de la absurda Alianza de Civilizaciones. Y aunque dicho Pensamiento parece propio de Bambi y ha cautivado a buena parte de la «ciudadanía satisfecha», en la práctica no tiene nada de inofensivo.

El libro analiza once ejemplos concretos de Pensamiento Alicia, pero podría ampliarse a otros tantos temas sobre los que don Gustavo ha dado las líneas generales para su crítica, como pueda ser el caso de la regularización indiscriminada de inmigrantes llevada a cabo por el Gobierno actual, o la «pedagogía no dirigista» que encierra la LOGSE o la LOE y que Alicia Delibes entiende, en un libro reciente, como «La Gran Estafa. El secuestro del sentido común en la Educación» (puede verse al respecto la reseña de Carlos Semprún Maura en Libertad Digital, en la sección de Revista de Libros del 28 de agosto de 2006).

Quisiéramos añadir que, en contra de lo que algunos pudieran pensar partiendo de una confusa clasificación de las corrientes políticas actuales, entre los españoles que participan del Pensamiento Alicia hay que incluir a políticos y votantes del PP. Buena prueba de ello es el actual anuncio televisivo, emitido en Telemadrid por iniciativa de la Consejería de Inmigración de la Comunidad de Madrid, en el que Antonio Carmona, de los Ketama, nos canta por boca de un inmigrante que «yo soy de carne, no soy de hierro, como cualquiera…». Es decir, que entre los españoles y los inmigrantes no habría diferencias significativas, pues todos somos iguales (sin que se mencionen los parámetros desde los que se mide dicha igualdad, a pesar de que las diferencias religiosas, morales, políticas, &c., pueden ser importantísimas). Quienes han diseñado tal anuncio propagandístico caen en la misma confusión de quienes, desde el PSOE, reclaman la igualdad de derechos entre los simios y las personas, o entre parejas de homosexuales y heterosexuales a la hora de constituir un matrimonio, &c. Y todo ello a pesar de que el PP, en principio, dice oponerse a la regularización masiva llevada a cabo por el Gobierno del PSOE que supone que «todos los hombres son legales», mezclando aspectos éticos y políticos de la forma más irresponsable y contraproducente para España.

El último libro de Bueno es, como toda su obra, un claro ejemplo de filosofía implantada políticamente. Pero ya nos advirtió Platón, partiendo de la vida de Sócrates, que quien regresa a la caverna con la intención de espabilar y liberar a sus conciudadanos de las trampas de «lo políticamente correcto» corre el riesgo de que los sicofantes y felones de turno proyecten en él sus propios vicios. Y es que la mala fe no es un invento nuevo.

 

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