Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 62, abril 2007
  El Catoblepasnúmero 62 • abril 2007 • página 6
Desde mi atalaya

Gueorgui Valentinovich Plejánov
1856-1918

José María Laso Prieto

Para un Diccionario del Materialismo Histórico

Gueorgui Valentinovich Plejánov (1856-1918)

Revolucionario y pensador ruso, fundador del movimiento socialdemócrata de Rusia, eminente teórico del marxismo y publicista. Su concepción del mundo y su actuación política experimentaron una compleja evolución. Inicialmente Plejánov fue un dirigente de la organización populista «Tierra y Libertad» (posteriormente denominada «Reparto negro»); después, en el exilio –desde 1880– estudió los trabajos de Marx y Engels, estableció contacto con el movimiento socialdemócrata de Europa occidental y se convirtió en un consciente partidario del marxismo, en un entusiasta propagandista de las ideas marxistas en Rusia. Plejánov fundó en Suiza el grupo «Emancipación del trabajo» y desempeñó un gran papel en la difusión y victoria del marxismo en el movimiento ruso de liberación. Plejánov mismo contribuyó mucho al desarrollo de la teoría marxista luchando contra la ideología del populismo, del denominado «marxismo legal», del revisionismo y de la filosofía burguesa. Sin embargo, después de 1903 no supo comprender la peculiaridad de la nueva época, se apartó del marxismo revolucionario, adoptó una posición conciliadora respecto a los oportunistas y después se hizo menchevique. Durante la Primera Guerra Mundial estuvo en el campo de los socialpatriotas, o socialchovinistas, y, como consecuencia de ello, adoptó una posición negativa respecto a la Revolución de Octubre. Ya en 1905, durante la primera Revolución rusa, sostuvo que «no había que haber tomado las armas». No obstante, aun participando en la lucha fraccional contra los bolcheviques, Plejánov se mantuvo fiel al marxismo hasta el final de su vida y siempre estuvo al servicio de la clase obrera. Por este motivo, al señalar que la táctica menchevique de Plejánov constituía «el colmo de la vulgaridad y de la bajeza», Lenin subrayaba al mismo tiempo que «en filosofía defiende la causa justa». Engels y Lenin estimaron reiteradamente muy valiosos los trabajos filosóficos y sociológicos de Plejánov.

En las obras de Plejánov, Ensayo sobre la concepción monista de la historia (1895), Ensayos sobre la historia del materialismo (1896), El papel del individuo en la historia (1898), y en muchas otras, se hace una brillantísima exposición de la teoría marxista. Plejánov valoraba al marxismo como una nueva etapa de la filosofía, mostraba la diferencia cualitativa del marxismo respecto a todas las teorías filosóficas y sociológicas precedentes. Desarrolló la concepción materialista de la historia, poniendo de relieve la complejidad de las relaciones entre el ser social y la conciencia social; subrayó la función de la conciencia social en la lucha de las ideas, que es expresión de la lucha entre clases sociales opuestas de una sociedad dada; fue uno de los fundadores de la estética y de la crítica artística marxista y desarrolló la teoría marxista acerca del origen del arte, sobre el arte como reflejo social de la vida colectiva, respecto al realismo como esencia del arte. Plejánov inició la historia marxista del pensamiento social ruso, aunque en sus juicios acerca de la filosofía rusa existen tesis discutibles. Por otra parte, puso de relieve la importancia histórica de los demócratas revolucionarios rusos –Herzen, Chernichevsky, Dobrioliubov, &c.– como antecesores del marxismo en Rusia. Son de Plejánov varias aportaciones valiosas acerca del origen y desarrollo de la religión, sobre el papel de la religión en la vida de la sociedad, respecto al lugar de aquella entre las demás formas de la conciencia social, sobre la actitud de los partidos marxistas frente a la religión. Los críticos de Plejánov sostienen que, en las cuestiones filosóficas incurrió Plejánov en varios errores; subestimó la importancia del factor subjetivo en el desarrollo histórico, hizo concesiones a la teoría de los jeroglíficos, estableció formulaciones imprecisas en el sentido del «materialismo geográfico», en el sentido de reducir el marxismo al spinozismo. Pero en el sistema global de las concepciones de Plejánov, que luchó toda su vida por el materialismo dialéctico e histórico, sus eventuales errores aparecen como excepcionales. La riqueza y la fuerza convincente de los trabajos filosóficos de Plejánov, el carácter popular y atractivo de su exposición, los hacen todavía muy valiosos para el estudio de la filosofía marxista.

Plejánov, junto a Vera Zasulich y Axelrod, constituyó el guía teórico, y político, en un primer tiempo, de la generación de revolucionarios rusos que dirigirían después la Revolución de Octubre. Su obra, condensada en los XV tomos editados después de la Revolución de Octubre por el Instituto Karl Marx de Moscú, abarcó desde el debate ideológico, propio de aquellos años, al análisis de la situación social rusa y a una de las primeras reflexiones sistemáticas sobre el arte, desde el punto de vista marxista (El arte y la vida social, Moscú 1912). A su vez, la obra de Plejánov titulada Cuestiones fundamentales del marxismo se publicó cuando la socialdemocracia rusa sufría aún la reacción provocada por el fracaso de la Revolución de 1905 y sufría en su seno pesimismos de izquierda y derecha (otsovistas y liquidacionistas) que vaciaban de contenido los precarios acuerdos conseguidos por mencheviques y bolcheviques en el Congreso de unificación de 1906. Tal situación se reflejaba, además de en la lucha fraccional, en la actividad teórica, resentida por las influencias idealistas propagadas por el neokantismo de Mach y Avenarius, impulsores del empiriocriticismo fustigado por Lenin en sus obras filosóficas. Entre los bolcheviques, Bogdanov, Bazarov y Lunatcharski abrazaban algunos postulados machistas y provocaban la polémica que empujaría a Lenin y a Plejánov a asumir la defensa del materialismo frente a las desviaciones subjetivistas que arrastraban los empiristas al valorar los contenidos sensoriales tanto o más que la realidad material.

Cuestiones fundamentales del marxismo, de Plejánov, y Materialismo y empiriocriticismo, de Lenin, fueron los principales resultados de tal debate. En la primera, Plejánov, no obstante su distanciamiento de los bolcheviques, mantenido salvo raras excepciones hasta su muerte, coincide con Lenin en la defensa coherente de la concepción materialista de la historia, combatiendo al mismo tiempo las influencias idealistas y las revisiones teóricas de Berstein. La polémica dio lugar a exponer, a la luz de las investigaciones de la filosofía y de las últimas investigaciones científicas de la época, los elementos básicos de la concepción materialista de Marx y Engels y fundamentar, con un impresionante acopio de datos, su desarrollo como concepción del mundo y de la historia en particular. «La evolución del socialismo científico no está terminada», señalaba Plejánov y, en ese sentido, su exposición clásica permanece aún hoy como un punto de partida para una actividad que está lejos de agotarse.

El prefacio que, después del triunfo de la Revolución de Octubre, D. Riazanov –presidente del Instituto de Profesores Rojos– elaboró para la edición rusa de Cuestiones fundamentales del marxismo, sitúa muy bien el contexto en que se produjo la primera edición de tal obra. Según Riazanov, tal obra, publicada en 1883, significó la ruptura completa con los prejuicios de los populistas (narodnikis). Frente a la derrota sufrida por el movimiento revolucionario, su aparición señaló una nueva vía al cabo de la cual habría de llegar la victoria lenta pero seguramente. Plejánov profundizó en la más honda realidad rusa para mostrar el proceso social y económico que minaba al antiguo régimen. Predijo que la clase obrera rusa, desarrollándose paralelamente al capitalismo, asestaría el golpe mortal al capitalismo y ocuparía el lugar que le correspondía en las filas del ejército internacional del proletariado.

Para Riazanov, «Una actividad incansable en la labor del partido revolucionario del proletariado, la necesidad de aplicar un método nuevo al estudio de la actualidad rusa, a la exploración de los destinos del capitalismo en Rusia, no impidieron a Plejánov trabajar en el estudio detallado de las cuestiones fundamentales del marxismo, dedicando su atención, a la historia de la filosofía, de la civilización y del arte (...). Según la opinión de Plejánov, expresada con ocasión de una polémica con Berstein, el materialismo de Marx y Engels deriva del spinozismo, al que Feuerbach desembarazó de los elementos teológicos que pesaban sobre él. Como Feuerbach, los fundadores del socialismo científico reconocían que existe unidad pero no identidad, entre el pensar y el ser. Las rectificaciones que Marx hiciera a la filosofía de Feuerbach consisten, principalmente, en que las relaciones de acción y reacción reciprocas entre el objeto y el sujeto son apreciadas por Marx, en cuanto al sujeto se refieren, en un sentido activo: este aparece como un ser actuante y no sólo como contemplativo. Actuando sobre la naturaleza exterior y modificándola, el hombre modifica al mismo tiempo su naturaleza.»

Abordando otro tema, Riazanov precisa que, ya en sus primeras obras, Plejánov había puesto de relieve la diferencia entre el método dialéctico de Marx y Engels y la teoría vulgar de la evolución, según la cual, ni la naturaleza ni la historia se hacen por saltos, sino que en el mundo todo se transforma lenta y gradualmente. En su polémica con Tijomirov, Plejánov explicó al «nuevo defensor del absolutismo», la ineluctabilidad de los saltos en la evolución.

Uno de los trabajos de Plejánov más difundidos, es el titulado «El papel del individuo en la historia». En un prólogo al mismo, redactado en la etapa stalinista, se decía: «jefes como Plejánov, ha dicho Stalin, gozan de popularidad únicamente entre la capa superior del proletariado; pero cuando llega una etapa revolucionaria y se exige de los jefes consignas revolucionarias prácticas, los teóricos abandonan el escenario, dejando el puesto a hombres nuevos». Para tal prologuista, «Plejánov no comprendió las nuevas tareas que se le planteaban al partido obrero en una nueva época, la época del imperialismo y las revoluciones proletarias. Por esta razón, la segunda etapa de su actividad (1903-1918), Plejánov no se mantuvo fiel al marxismo revolucionario. Pero los anteriores trabajos de Plejánov, escritos por él en el mejor periodo de su actividad, conservan aún hoy su importancia. Entre los otros trabajos de Plejánov, destinados a fundamentar y defender el marxismo, el folleto «El papel del individuo en la historia» es uno de los mejores. Además de contener una brillante exposición de la concepción marxista del individuo en la Historia, este trabajo asestó un golpe aplastante a la teoría populista sobre los «héroes» y la «multitud», según la cual la historia de la humanidad no se desarrolla como un proceso regular, conforme a leyes determinadas, sino que discurre por «caminos casuales», según las recetas y las fantasías de los «espíritus críticos» y es propulsada únicamente por los «héroes»,a los que sigue ciegamente la masa del pueblo, la «multitud».

En el famoso texto de Plejánov, se sostiene, entre otros muchos argumentos, que «Resulta, pues, que, gracias a las peculiaridades de su carácter, los individuos pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, la influencia es bastante considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia, como sus proporciones, son determinadas por la organización de la sociedad, por la correlación de las fuerzas que en ella actúan. El carácter del individuo constituye el «factor» del desarrollo social sólo allí, sólo entonces, y sólo en el grado en que lo permiten las relaciones sociales.»

Como uno de los ejemplos más ilustrativos, Plejánov cita el caso de Napoleón. Dice: «Tampoco hubieran podido ser contrarios los resultados si una bala hubiera matado a Bonaparte, por ejemplo en la batalla de Arcole. Lo que éste hizo en la campaña de Italia y en las demás expediciones lo hubieran podido hacer otros generales. Estos quizá no habrían mostrado tanto talento como aquél, ni obtenido victorias tan brillantes. Pero, a pesar de eso, la República francesa hubiera salido victoriosa en sus guerras, porque sus soldados eran en aquel entonces incomparablemente mejores que todos los soldados europeos. Por lo que se refiere al 18 Brumario y a su influencia en la vida interior de Francia, también aquí la marcha general y el desarrollo de los acontecimientos habrían sido en el fondo los mismos, probablemente, que bajo Napoleón. La República, herida de muerte el 9 de Termidor, agonizaba lentamente. El Directorio no podía restablecer el orden que era lo que por encima de todo aspiraba la burguesía, una vez libre de la dominación de los estados superiores. Para restablecer el orden hacía falta una «buena espada», según la expresión de Siéyes. En un principio se pensó que este papel bienhechor lo desempeñaría el general Jourdan, pero cuando éste encontró la muerte cerca de Novi, comenzaron a sonar los nombres de Moreau, Mac Donald y Bernadotte. De Bonaparte empezó a hablarse más tarde, y si se hubiera muerto como Jourdán, ni siquiera se habría hablado de él, y habríase recurrido a cualquier otra «espada». De suyo se comprende que el hombre llamado por los acontecimientos a jugar el papel de dictador, por su parte, tuvo que abrirse camino infatigablemente hacia el Poder, echando a un lado y aplastando implacablemente, a cuantos eran para él un estorbo. Bonaparte poseía una energía de hierro y no se detenía ante nada con tal de lograr el fin propuesto. Pero él no era el único egoísta lleno de energía, de talento y de ambición. El puesto que llegó a ocupar no habría quedado vacío.»

Bibliografía

1. G. Plejánov, Cuestiones fundamentales del marxismo Editorial Fontamara, Barcelona 1976.
2. Plejánov, Obras Escogidas, Tomo I, Editorial Quetzal, Buenos Aires 1964.

 

El Catoblepas
© 2007 nodulo.org