Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 140, octubre 2013
  El Catoblepasnúmero 140 • octubre 2013 • página 5
Voz judía también hay

El reencuentro con el pasado

Gustavo D. Perednik

Los recientes descubrimientos arqueológicos
corroboran la historia del antiguo Israel

Estela de Tel Dan, descubierta en 1993
Estela de Tel Dan, descubierta en 1993

Desde hace casi medio siglo tiene lugar una pugna entre dos escuelas de arqueología. La primera fue iniciada en 1968 por académicos daneses (Niels Lemche y Heike Friis) y por ello se la bautizó Escuela de Copenhague. Durante las dos últimas décadas, la segunda escuela viene siendo coronada por el éxito y, concretamente, en estas semanas se le agregaron varios laureles.

El tema de controversia es la medida en que la Biblia Hebrea o Tanáj es confiable como documento histórico. En general se conoce a las dos tesis contrapuestas como minimalismo versus maximalismo. Los minimalistas desestiman la historicidad de la Biblia, y los maximalistas la reivindican.

El minimalismo se sustenta en que después de varios milenios es ya casi imposible obtener vestigios arqueológicos que prueben la crónica de los jueces y reyes bíblicos. Verbigracia, mucho ha invertido la arqueología en procurar verificaciones del Éxodo de Egipto, y los resultados de su investigación aún son magros.

Lejos de rendirse, el maximalismo insiste en que la ausencia de evidencia -no implica evidencia de ausencia.

Hace apenas un mes, se difundió un tesoro hallado a los pies del Monte del Templo hierosolimitano, que incluye 36 monedas, un medallón de oro con un candelabro, joyas, y ornamentos para el rollo de la Torá. Fue datado en las épocas de diversos emperadores bizantinos entre los siglos IV y VII.

La académica a cargo, Eilat Mazar, pertenece al Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y no es la primera vez que puede mostrar los frutos de sus afanes. En 1995 encontró los restos del palacio del Rey David, y en 2010 los de una torre y una sección de un edificio real, y la muralla del Rey Salomón de 70 metros de largo y 6 metros de altura. Todo ello pudo datarse con certeza como de mediados del siglo X aec.

Hoy en día, Mazar dirige las excavaciones de la cima de la Ciudad de David, y de la muralla meridional del Monte del Templo. Los recientes descubrimientos fueron desenterrados entre abril y julio pasados.

El candelabro recién descubierto es probablemente el ornamento de Torá más antiguo hallado hasta hoy. Considerando las fechas de los artefactos encontrados, Mazar estima que fueron abandonados durante la conquista persa del año 614 ec.

A principios de agosto de este año, fue desenterrado el primer texto alfabético jamás descubierto en Jerusalén, en la zona del Monte del Templo. Se trata de una inscripción grabada en idioma cananeo que data del siglo X aec, doscientos cincuenta años más antigua que la primera conocida en la ciudad. La inscripción aporta pruebas de la veracidad de los relatos de la época del asedio romano del Segundo Templo.

Otro monumental descubrimiento flamante se produjo en las cercanías de la ciudad israelí de Bet Shemesh, a unos 30 km al Este de Jerusalén. Se trata del sitio arqueológico de Mivtzar Ha’Elah («la fortaleza del valle de Elah», también llamada Jirvat Kayafa).

Es de la época temprana del reino de Israel, en plena Edad del Bronce, y adicionalmente exhibe estratos posteriores de la época helenística.

Ya a mediados del siglo XIX el sitio había sido detectado por una exploración arqueológica, y el francés Victor Guérin (1821-1891) incluyó en sus escritos su visita a la zona. Una «terraza agrícola de la época otomana» es mencionada en una revisión posterior por parte de la Autoridad de Antigüedades, en nombre de la cual, en el año 2003, el arqueólogo Saar Ganor recorrió el lugar e intuyó su importancia.

No se trataba de meros guijarros ubicados en un estrato superior, sino de firmes rocas de varias toneladas. Asimismo, las piedras que rodeaban la ciudad podrían llegar a identificarse como fronteras de una ciudad amurallada.

El arqueólogo Yosi Garfinkel
El arqueólogo Yosi Garfinkel

Ganor convocó al lugar a su profesor, Yosi Garfinkel, de la Facultad de Arqueología en la Universidad Hebrea. El laboratorio de Carbono 14 verificó que los restos hallados tienen 3000 años de antigüedad, y Garfinkel demostró que se trataba de vestigios de una ciudad bíblica en la que, de acuerdo con el libro de Samuel (17), tuvo lugar la lucha entre David y los filisteos. .

Hubo tres ciudades principales en el antiguo Reino de Judá: Jerusalén, Hebrón y Shaaráim. La superficie de esta última era de más de un tercio de la de Jerusalén, y tenía unos 700 habitantes.

Garfinkel ve en el descubrimiento de Shaaráim un serio revés para la escuela minimalista. Uno de los libros clásicos de ésta (Historia e ideología en el antiguo Israel de Giovanni Garbini, 1986) aducía, en efecto, que la Biblia Hebrea o Tanáj fue el fruto de la imaginación de una pequeña comunidad de israelitas en la Jerusalén del siglo VI aec, y que por lo tanto toda la historia «anterior» a esa fecha fue una construcción posterior.

Si ello fuera cierto, no habrían existido las doce tribus, ni el reino de Israel en general y los reyes Saúl y David en particular. Todos ellos habrían sido modelados en base de ejemplos persas y helenistas ulteriores.

Entre otros maximalistas que se dedicaron a refutarlo, Gaalyiah Cornfeld recorre los libros bíblicos como fuentes históricamente confiables.

Un minimalista moderado es Israel Finkelstein, de la Universidad de Tel Aviv, que aunque pone en duda la localización precisa de Shaaráim, admite que el texto bíblico es sublime aun si cubriera un período más breve del habitualmente aceptado. La ciudad descubierta, según Finkelstein, sería de la época del Saúl bíblico.

Su libro La Biblia desenterrada (2001, en coautoría con Neil Silberman) fue a su turno cuestionado por un egiptólogo inglés, el maximalista Kenneth Kitchen, en Sobre la confiabilidad del Antiguo Testamento (2003).

El descubridor de Shaaráim, el mentado Garfinkel, insiste en atribuirla al reino de Judá, y ello en base de por lo menos cinco motivos. Primeramente, porque contiene una muralla doble, que era típica de las planificaciones urbanas de Judá (todas las otras similares, cuatro en total, son del reino de Judá).

La segunda razón es de orden alimentario: de las decenas de huesos de animales que se encontraron en el lar, no hay ni uno solo proveniente de cerdo (en contraste, en los sitios casi una tercera parte de los huesos son de cerdo, y un porcentaje menor se halla en sitios canaanitas).

Otro motivo es que en las alrededor de sesenta habitaciones revisadas, en tres de ellas se descubrieron santuarios, y en ninguno de éstos contienen imágenes de culto, las que son habituales en santuarios fenicios y canaanitas.

Un cuarto aspecto es lingüístico: hay en el lugar inscripciones que son de raíz exclusivamente hebraica.

Finalmente, la localización de las murallas es reveladora. Se hallan custodiando la entrada al valle de Elah. Las ciudades bíblicas tienen en general un gran portón de custodio, y aquí se revelan dos. El nombre hebreo «Shaaráim» significa, precisamente, «dos portales». El palacio descubierto en el sitio amurallado sería del regente de la ciudad, y allí se habría hospedado el rey de David en una de sus andanzas por la zona.

Shaaraim
Shaaraim

La historia recuperada

En suma, los descubrimientos arqueológicos de los últimos años básicamente validan la historicidad del Tanáj.

La escuela minimalista venía sufriendo traspiés a partir de 1993, cuando Abraham Birán (m. 2008) halló, en la zona septentrional de Tel Dan, tres pedazos de piedra de basalto. La denominada «Estela de Tel Dan» lleva una inscripción en hebreo-aramaico, en la que el rey Hazael de Damasco relata que hizo matar a 77 reyes. Entre los mismos, se incluyen uno de Israel y uno de la dinastía de David.

Un historiador que ha contribuido a la escuela maximalista es Guershon Galil, de la Universidad de Haifa, quien en 2009, logró descifrar enteramente la estela en hebreo más antigua existente, que muestra una cultura avanzada hace tres mil años. La estela, grabada en el lenguaje de los profetas bíblicos, incluye ocho palabras que sólo existen en idioma hebreo.

Por su parte, Adam Zertal, de la Universidad de Haifa, descubrió el santuario que construyó Josué. Las actuales excavaciones de este arqueólogo en el Monte Eibal prometen añadir un éxito más a la escuela maximalista.

El pueblo hebreo fue artífice de una gran creación en la antigüedad. Pequeño y rodeado de imperios, el antiguo Israel no destacó en logros arquitectónicos ni militares, sino por su palabra escrita, de reconocidas profundidad y belleza. El texto que porta esa palabra está siendo revivificado por las recientes iniciativas arqueológicas.

En el debate que persiste, puede rastrearse el linaje de la corriente minimalista a la Crítica Bíblica del siglo XIX, construida por alemanes que menospreciaron los orígenes de la cultura hebraica.

Desde los escritos de Martin de Wette (1806) hasta los de Karl Graf (1866) y Julius Wellhausen (Prolegómeno a la Historia de Israel, 1878), la línea crítica comenzó por arremeter contra la validez del Tanáj, y terminó por reinterpretar la historia de la religión israelita.

Ésta habría evolucionado desde un culto popular, primitivo y ritual, no muy diferente del paganismo de otros pueblos, y alcanzó la doctrina moral de los profetas, en cuya época se habrían diseñado retrospectivamente las raíces.

La Crítica Bíblica fue cuestionada por los descubrimientos arqueológicos del siglo XX, especialmente los de la década del treinta a cargo de William Albright y Nelson Glueck, que mostraron que los hebreos primitivos no habían sido nómadas analfabetos, sino que la escritura estaba difundida entre los antiguos israelitas aun en los períodos más remotos. Así, el ímpetu de la Crítica Bíblica comenzó a revertirse.

La continua reinterpretación de la Biblia con ojo crítico, llevó en el caso del Éxodo, a ciertos excesos que incluso convocaron a la geología y aun a la astronomía.

Algunos estudiosos intentaron leer, en las entrelíneas de los relatos bíblicos, cataclismos naturales de la antigüedad, como la erupción de la isla griega de Santorini (c.1550 aec) y el tsunami que resultó de dicha erupción, que podrían haber generado una ola gigantesca que golpeó al delta del Nilo, a la que se atribuyó ser origen de las Diez Plagas.

Una versión parecida sostuvo Colin Humphreys en Los Milagros del Éxodo (2003), en el que la erupción habría sido del volcán Hala-el-Badr en Arabia. Las similitudes volcánicas del Sinaí en llamas habían sido destacadas, más de un siglo antes, por el geógrafo inglés Charles Beke, en El Monte Sinaí, un volcán (1873).

El más extremo de los teóricos acerca de catástrofes naturales antiguas fue probablemente Immanuel Velikovsky (1895-1979), psiquiatra judeorruso que participó de la fundación de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su fama se estableció a partir de polémicos libros en los que reinterpretó los eventos de la historia antigua, a la luz de los cataclismos espaciales de marras.

En el principal de sus ensayos, Mundos en colisión (1950), Velicovsky comparó mitologías antiguas con el texto bíblico, y adujo que la Tierra había tenido contactos cercanos con otros planetas. En base de las consecuencias electromagnéticas de dichos contactos, Velikovsky revisó las cronologías antiguas de Egipto, Grecia e Israel, y explicó una «era oscura del Mediterráneo oriental» que se habría extendido entre 1100 y 750 aec. Su libro propone que, en el siglo XV aec, un cometa (hoy el planeta Venus) se acercó a la Tierra y modificó su órbita, causando catástrofes que se mencionan en diversas mitologías.

Más allá de teorías más o menos exóticas, la revolución del Éxodo resulta no tanto de los eventos geográficos que lo acompañaron, sino de las ideas que irradió como patrimonio cultural de la humanidad entera.

El libro que plasmó dichas ideas viene siendo validado, y la corroboración arqueológica de la historia judía antigua es parte del reencuentro del pueblo hebreo con su pasado.

 

El Catoblepas
© 2013 nodulo.org