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El Catoblepas · número 191 · primavera 2020 · página 18
Artículos

A propósito del Coronavirus y el IV Reich

Alejandro Perdomo Fermín

Un recuento crítico de los últimos acontecimientos políticos en el continente europeo relacionados con la crisis del COVID-19 conlleva la necesidad de triturar la idea de comunidad europea

Europa

Hoy más que nunca es clara la necesidad de darle término a la Unión Europea, un «comunitarismo»{1} que, más bien, ha de traducirse al eje franco-alemán, o simple y llanamente a la hegemonía alemana. Al fin y al cabo, la obra de Hoffmann von Fallersleben demostró no relegarse a la música, a la cultura. Demostró ser la verdadera política alemana, el «Deutschland über alles»{2}. A propósito de la pandemia, del COVID-19, una vez más entendemos los motivos por el cual las naciones europeas, en tanto base geográfica y no por la necesidad de pertenecer a un club de librecomercio{3}, han de desprenderse de tamaño harén germánico. Toda una tautología hablar de una Europa unida, o de una comunidad europea en la que se hace respetar la soberanía o una comunidad entendida como igualdad política entre sus miembros.

Democracia pletórica de mercado, fundamentalismo democrático y la subversión de toda idea nacional propia, genuina. Pudiendo conceder el que ni la idea germánica de la Unión Europea es, del todo, germánica; puesto que, evidentemente, ha absorbido los ideales norteamericanos pero la idea de Europa es tan vieja como los propios Estados alemanes. En su momento hablamos de un Sacro Imperio, de la pequeña Alemania de Bismarck{4} o de la gran Alemania que preveía el káiser mientras no puede dejarse atrás el Reich nacionalsocialista, o la comunidad de Estados europeos de los hermanos Strasser. Obviando cualquier origen, ¿qué importan los griegos, españoles, italianos y serbios? ¿Qué importa la soberanía si Europa, o la Unión Europea, está por encima de cualquier ideal y de cualquier delimitación física de fronteras?

Históricamente la Unión Europea ha demostrado ser un proyecto reaccionario cuyo revestimiento ideológico ha pasado por progresista, tanto en la reivindicación de la metafísica Declaración Universal de los Derechos como en el sentimiento de unidad y solidaridad europea, con el fin de no repetir las experiencias de las dos guerras. Pero, ¿ha sido realmente la CECA y los tratados franco-alemanes lo que han evitado los enfrentamientos entre estas naciones? ¿o lo ha sido, quizás, el desmantelamiento de sus Imperios? ¿Por qué no la disuasión nuclear y el statu quo de los americanos y soviéticos? La CECA, lejos de buscar engendrar una federación de Estados hermanos, sustenta la hegemonía de la plutocracia norteamericana; ni más ni menos, es el origen de un club depredador. El segundo, de 1957, fue el de unir las aduanas y entre sus célebres firmantes está Adenauer, uno de los padres de tan pérfido proyecto. En este orden de ideas, Bueno (2000) entendía a la Unión Europea como una simple sociedad de mercado, más no una constitución efectiva ni como una unión política consistente (p. 404). Esta Unión debe entenderse, a su vez, como una constitución estéril en la que todos los socios tienen un derecho a veto, derecho que presupone la sumisión a un grupo hegemónico y, en todo caso, será esta la subordinación voluntaria de varios Estados socios a los Estados hegemónicos, rompiendo con el supuesto principio de igualdad e independencia (Bueno, 2000, pp. 404-405).

Para Bueno la unidad europea es entendida como una comunidad pero en el sentido de la Ecología biológica, en el sentido de biocenosis y no como Gemeinschaft. Europa, según su historia efectiva, es una biocenosis antropológica y no una sociedad de personas regida por la justicia, la caridad o la fraternidad (2000, pp. 404-407). La Europa realmente existente tiene como regla la competitividad en términos de mercado, en detrimento del propio sentimiento de unidad y como una evidente señal de los intereses contrapuestos de los Estados socio. De aquí hay que concluir que se trata, más bien, de competencia confrontada y que esta competencia confrontada viene a ser la misma ley de la lucha por la vida en una biocenosis; una ley de la naturaleza, casi en estado de la naturaleza, reproducida en las sociedades capitalistas (Bueno, 2000, p.410). En pocas palabras, y en razón de la pandemia del coronavirus, la Europa realmente existente es la lucha por la supervivencia entre sus Estados miembros.

Esta competitividad, que no parece diferenciarse de la natural, implica desigualdad entre los Estados que integran la Unión. Esta desigualdad será tomada como igualdad, sea teórica o jurídica en «la atribución a los individuos, o a los pueblos, de las condiciones de salida» pero, indudablemente, no hay igualdad en las condiciones de salida puesto que los más competitivos son los que alzarán, o deberían alzar, el éxito. Por tanto, los Estados socios tienen como característica la desigualdad; el ser desiguales económicamente, demográficamente, industrialmente y, según Bueno, esto los llevará a mantener políticas fraccionalistas (2000, p. 411).

De este modo no podríamos olvidarnos del ambicioso plan de privatización griego, uno al que podría considerarse exageradamente radical. Incluía empresas del Estado, acciones, instalaciones y licencias. Pero esta privatización no iba, necesariamente, destinada a beneficiar el mercado griego sino el mercado europeo, y el mercado europeo es el de los más capaces y grandes, de tal manera que fueron las compañías alemanas las primeras interesadas. El gobierno presidido por Syriza en 2015, sin vergüenza de ningún tipo, entregó por lo menos catorce aeropuertos regionales a la empresa alemana Fraport dentro del marco de la primera fase de privatización{5}.

Hoy día lo que la prensa española vende como un logro, independientemente del impacto que tenga ecológicamente (y convengamos en que hay mejores fuentes), es la desindustrialización de España. Aún cuando en 2010 inició el proceso de cierre de plantas térmicas en Europa, con fechas pautadas, Alemania seguía construyendo{6}. Más allá de su retraso, hoy día también sigue propiciando la construcción de plantas térmicas{7} denotando que no hay simetría en los procesos e interacciones dentro de la Unión Europea. Esto para marcar una referencia, es tácita la desigualdad entre los Estados socios y la hegemonía de unos sobre otros, en este caso la que exponemos: la hegemonía alemana, el IV Reich.

La idea de Europa, dentro del Gran Garrote norteamericano y no en perjuicio de las otras ideas europeas, data a la ocupación angloamericana de Europa central y a la hegemonía de los Estados Unidos vía el ambicioso Plan Marshall, estrategia que sería aplicada de una forma idéntica en Japón y Corea del Sur. Charles De Gaulle, sin embargo, comienza a adquirir cierta equidistancia con el tiempo y esto se deja ver en el Tratado del Elíseo de 1963 en la búsqueda de otra vía respecto a los Estados Unidos y, en segundo plano, a la Unión Soviética; de aquí se desprenderían las acciones futuras de ambos países. En su momento, la salida de Francia de la OTAN o las posteriores negativas de Francia a la guerra de Irak (un guiño sería la canción «franco un-american» que serviría de expresión) y la constante necesidad de gestar un ejército europeo fuera de la OTAN. Sin embargo, la idea del eje franco-alemán ha ido pasando, sobre todo tras la unificación alemana, al gobierno de facto de Alemania. Gustavo Bueno, cuando todavía estaban las consecuencias del conflicto yugoslavo y se había firmado Maastricht, hacía referencia al futuro papel de competidor que tendría Europa respecto a los Estados Unidos.

La crisis sanitaria emanada del COVID-19, al que propagandísticamente llaman virus chino, no ha demostrado, por primera vez, el carácter de la Unión Europea –pues años de historia lo avalan– pero, evidentemente, ha dejado ver las grietas que ahora mismo han surgido en la Unión Europea y parte del porvenir político del continente. China, a juicio de las democracias pletóricas de mercado, representa el «otro», el enemigo ideológico, económico y político. En su época, China fue el más leve de los enemigos, como podía contemplarse con el acercamiento sino-americano, frente a lo que suponía la Unión Soviética. Estados Unidos, e incluso Europa, preferían retaliarse nuclearmente hablando con los soviéticos por el simple hecho de mantener a China como una quintacolumna en el ya fragmentado movimiento comunista internacional (divide et impera).

Pero siendo ahora el «otro», en una pandemia que se le atribuye aún cuando un virus no puede tener nacionalidad, la República Popular ha ganado territorio en los países más golpeados por la pandemia que, en este caso, son países europeos; España, Italia y Serbia serían los ejemplos más significativos. El mandatario serbio ha dicho, entre lágrimas y habiendo ya decretado el estado de excepción, que «la solidaridad europea no existía» y que «China era el único país que podía ayudar»{8} en referencia a las trabas puestas por Alemania{9} y Francia para la exportación de equipo médico{10}. Días después, decidieron levantar las prohibiciones ante las críticas italianas{11} –habiéndose, además, negociado en la Comisión Europea– y previendo la grieta generada dentro de la comunidad europea. Los medios, pese a que aparentemente se llegó a un acuerdo y se alzaron las prohibiciones, denuncian que hay incertidumbre en las fronteras, de modo que otros países de la Unión han emulado el comportamiento de Alemania y Francia aparte de que han propiciado situaciones de gran complejidad en las que, por ejemplo, los camioneros tienen esperas de dos días para ingresar productos sanitarios por las fronteras de varios países{12}. Rusia también, a diferencia de China y su política diplomática sanitaria, se ha cerrado a exportar mascarillas en auxilio de otros países y, sin embargo, no está obligado con los países europeos porque no hay sentimiento de unidad, cual metafísica fraternal, que una a estos países pero justamente agentes políticos como Rusia o China, pese a sus limitaciones, han buscado acercamientos para una mejor postura geopolítica.

A nuestro juicio, un acontecimiento de esta magnitud tendrá su significación en el marco de las relaciones europeas comunes y en la balanza de poderes, en tanto es la progresiva inserción de China como agente político y como Imperio. En toda esta dialéctica de Imperios, China penetra profundamente incluso creando dudas en el supuesto sentimiento de unidad europea; y no por interferencia china, sino por las propias carencias de la Unión Europea y porque China sí ha demostrado apegarse a un realismo político auténtico, fuera de toda ideología, fuera de debates estériles y cuya política comercial no busca aduanas de ningún tipo. China, que no ha dudado en globalizarse bajo la idea del comercio según su cosmovisión, no ha establecido ninguna «alteridad» como un modo de identificarse a sí mismos frente a los países occidentales, no son los bárbaros del capitalismo plutocrático norteamericano ni se dirige, bajo ningún concepto, a ellos como un terreno para una cruzada comunista ni la premisa es la revolución desde el proletariado «internacional».

Una situación pandémica, tanto como años de austeridad y de hegemonía franco-alemana, ponen en relieve las evidencias necesarias para que las naciones europeas tomen conciencia en cuanto a su adhesión y permanencia a esta suerte de Imperio carolingio de inspiración norteamericana. Un proyecto de esa magnitud, lejos de la unidad temporal que pueda haber ante terceros agentes como Imperios foráneos, no está destinado a mantenerse salvo que el precio sea el expolio de las naciones europeas más pequeñas y desindustrializadas. Cuando los enfermos italianos o españoles están abarrotando los hospitales públicos, y los sistemas sanitarios colapsan, los del núcleo duro deciden desentenderse y, en el mejor de los casos, dar caridad. La Unión Europea, en el caso de las naciones expoliadas, será la constante pérdida de eutaxia, en tanto distaxia, de estos y su disgregación, desintegración o balcanización. España no podría mantenerse unida, ni soberana, mientras siga adhiriéndose a un proyecto que tanto gusta llamar comunitario pero que, más bien, es el despotismo que desciende de millones en capitales norteamericanos.

Puede que el lugar de España, y de los rezagados europeos, sea con los euroasiáticos (Rusia) y el coloso de Oriente, la República Popular de China sin omitir, bajo ningún concepto, a los países hispánicos que, en detrimento de lo que alguna vez fue el Corolario Roosevelt, se acercan a la República Popular China y, en consecuencia, pudieran acercarse a la nación española en un hipotético futuro. No se sabría pero si algo ha quedado claro es que el lugar de España, y de otras naciones como Grecia, Serbia o Italia, se aleja de los intereses franco-alemanes, de los intereses genuinamente alemanes. Otro Reich, por más que esté encadenado, no es deseable; y la idea de Europa, en tanto comunidad, es oscura y metafísica. Debe ser borrada, la Unión Europea debe caer y sus grietas han de seguir exponiéndose. La pandemia no será quien sepulte a la UE pero, por supuesto, que dará un rumbo a los nuevos acontecimientos y quedará en la memoria colectiva de las naciones.

Miércoles, 25 de marzo de 2020.

Bibliografía

Bueno, G. (1991), Primer ensayo sobre las categorías de las ‘ciencias políticas’, Logroño: Ed. Biblioteca Riojana, nº 1. Cultural Rioja.

Bueno, G. (2000), España frente a Europa, Barcelona: Alba Editorial.

——

{1} «Otra cosa es que el término “comunidad” suela ser utilizado en función ideológica en contextos políticos o académicos, aplicándolo a sociedades complejas, para sugerir que en ellas reina una “armonía y fraternidad” equiparables a las que, en principio, debieran reinar entre las comunidades familiares, parroquiales, conventuales, o incluso entre las comunidades de vecinos» (Bueno, 2000, p. 405)

{2} Así comienza la primera estrofa del himno de los alemanes, himno que se titula Das Deutschlandlied.

{3} Un club de tiburones como, en múltiples ocasiones, los denominó Gustavo Bueno. Un mercado común, una unión aduanera entre las naciones que profesan la democracia pletórica de mercado.

{4} Uno de los elementos políticos de Bismarck, y de su realpolitik, fue mantener una Alemania delimitada que no tendiera al expansionismo y que, más bien, debilitara a sus enemigos más que buscar expandirse hacia sus territorios. En ese sentido y por poner un ejemplo, la idea bismarckiana distaba de la anexión de Austria o del lebensraum.

{5} Castiella, B. (18 de agosto de 2015). El Gobierno griego concede 14 aeropuertos regionales a la empresa alemana Fraport. ABC. Recuperado de https://www.abc.es/internacional/20150818/abci-grecia-aeropuerto-alemania-201508181256.html

{6} Müller, E. (16 de mayo de 2014). Iberdrola se hace un hueco en Berlín. El País. Recuperado de https://elpais.com/economia/2014/05/16/actualidad/1400259771_104557.html

{7} Alemania abre una central térmica en plena ola de cierres y descarbonización (14 de enero de 2020). La Voz de Asturias. Recuperado de https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2020/01/13/alemania-abre-central-termica-plena-ola-cierres-descarbonizacion/00031578933163950846408.htm

{8} Alonso, A. (16 de marzo de 2020). Serbia acusa a la UE: “La solidaridad europea no existe. China es la única solidaria”. El Independiente. Recuperado de https://www.elindependiente.com/politica/2020/03/16/serbia-acusa-a-la-ue-la-solidaridad-europa-no-existe-china-es-la-unica-solidaria/

{9} Alemania prohíbe exportar mascarillas y otro material de protección sanitaria (05 de marzo de 2020). Europa Press. Recuperado de https://www.europapress.es/internacional/noticia-alemania-prohibe-exportar-mascarillas-otro-material-proteccion-sanitaria-20200304164457.html

{10} Francia requisa todas las mascarillas para su uso exclusivo sanitario (03 de marzo de 2020). La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vida/20200303/473956204311/francia-requisa-mascarillas-uso-sanitario.html

{11} Alemania y Francia aceptan levantar las restricciones a la exportación de sus mascarillas al resto de la UE (13 de marzo de 2020). Europa Press. Recuperado de https://www.europapress.es/internacional/noticia-alemania-francia-aceptan-levantar-restricciones-exportacion-mascarillas-resto-ue-20200313161800.html

{12} Pellicer, L. (19 de marzo de 2020). Bruselas urge a los países a poner fin al bloqueo de material sanitario esencial. El País. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2020-03-19/bruselas-urge-a-los-paises-a-poner-fin-al-bloqueo-de-material-sanitario-esencial.html

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