David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Organización evangélica

La idea de que los evangélicos estaban organizados parecería ser una contradicción en sí. Si el protestantismo ecuménico era una burocracia sin seguidores, el movimiento evangélico era una multitud de seguidores sin una burocracia.{8} Muchos evangélicos norteamericanos pertenecían a denominaciones conservadoras que no formaban parte de NCC. Entre éstas se encontraban los Bautistas del Sur, quienes afirmaban tener unos 14,4 millones de miembros, y las Asambleas de Dios, que tenían 2,1 millones. Pero eran más conocidos por sus miles de iglesias y de agencias independientes, un sistema de «libre empresa religiosa» que se originó en el vacío de autoridad tradicional en la frontera norteamericana.{9}

La principal figura religiosa en la frontera era el predicador de circuito, un hombre que, en las raras ocasiones en las que podía visitar, se especializaba en avivar las lealtades religiosas, de ahí el «avivamiento». Lo que contaba era su habilidad para atraer a una multitud, mas no su entrenamiento formal o sus credenciales. Su principal fuente de autoridad era la Biblia. La base del éxito –la capacidad de apelar a los sectores populares más que a una jerarquía– condujo hacia una dispersión radical de la autoridad y a interminables resquebrajamientos en las estructuras eclesiásticas. Las combinaciones Iglesia-Estado decayeron, separando a las esferas religiosa y política, y ayudando a secularizar al estado.{10}

Al ofrecer una amplia autoridad religiosa a cualquiera que tuviera el potencial para el liderazgo, el avivamiento condujo a la organización de innumerables nuevas empresas para propósitos religiosos. [65] En el siglo diecinueve, algunos hombres iniciaron las «misiones de fe», para evangelizar las partes del mundo que ellos consideraban eran ignoradas por las misiones denominacionales. Sin un financiamiento denominacional, «vivían de la fe y confiando en el Señor» –esto es, de cualquiera que estuviera deseoso de ayudar.

A principios del siglo veinte, las misiones de fe y sus partidarios se unieron a la rebelión fundamentalista en contra de las interpretaciones liberales de la Biblia. Debido a que los seminarios establecidos estaban controlados por sus adversarios, los fundamentalistas iniciaron sus propios institutos bíblicos, cuyos egresados organizaron iglesias independientes y ministerios especializados, las llamados «agencias paraeclesiales». Los grupos paraeclesiales –misiones, estaciones de radio, asociaciones evangélicas– rompieron las barreras denominacionales al apelar al mayor público evangélico posible, sin importar su afiliación. Pero esto significó enfrentar a los correligionarios con todo un mercado de causas dignas; la competencia por las contribuciones se agudizó entre las iglesias y las agencias paraeclesiales.

Notas

{8} Richard Ostling, «Evangelical Publishing and Broadcasting», en Marsden 1984: 55.

{9} Marsden 1980: 194.

{10} Nathan Hatch, «Evangelicalism as a Democratic Movement», en Marsden 1984: 71-82.

 

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