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← Quito 1985 · capítulo 6 · páginas 255-262 →

David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

El Vaupés

Después de las atrocidades en Planas, traductores y curas tuvieron algunas largas conversaciones. De lo expuesto por los curas concluí que sus contrapartes fueron incapaces de comprender las implicaciones del poder estadounidense en Colombia, del gobierno para el cual trabajaban y de sus propias aspiraciones para los indígenas. De lo expresado por los traductores concluí que sus rivales estaban embarcados en un curso peligroso, incitando a los indígenas para fines políticos que sólo redundarían en su contra. [256]

La nueva era en la rivalidad misionera amaneció más temprano en el territorio del Vaupés entre los Tucanoano Oriental, quienes han sido disputados por los católicos y protestantes desde la década de los cuarenta. La orden colombiana encargada de este rincón de la selva amazónica, los Javieranos de Yarumal, había sido fundada por el nacionalista de derecha Monseñor Miguel Ángel Builes. Durante la Violencia, éste calificó al protestantismo como “una quinta columna del imperialismo” para esclavizar a América Latina a los Estados Unidos{35}. Dado que un decidido ILV distinguió quince idiomas en el Vaupés, le asignó más equipos que a ninguna otra jurisdicción católica. Los católicos respondieron con la Teología de la Liberación. La lucha por el poder estimuló a los Tucanoano a pasar de su milenarismo chamanístico a la religión evangélica y a sus primeros experimentos con la política de tradición, unidad y tierra. El conflicto se convirtió también en una cuna de la oposición nacional al ILV.

El multilingüismo y los intercambios matrimoniales de los 11.500 Tucanoano del Vaupés colombiano justifican considerarlos como un sólo pueblo. Cuando el gobierno trajo a miles de colonos al Vaupés occidental (ahora Guaviare) a fines de los sesenta, la nueva carretera se detenía en ese punto. A excepción de algunos caucheros y colonos relativamente aislados, más un misionero para tal vez cada ciento cincuenta indígenas, el Vaupés oriental permanecía Tucanoano. Ellos conservaban una economía de caza y horticultura, complementada por trabajo para patrones y misioneros para obtener mercancías. Su relativo aislamiento estaba sujeto a las presiones comunes, sin embargo: si el Brasil extiende su carretera a la frontera, Colombia podía considerar que debía construir la suya propia. El gobierno ha hecho contratos para exploración de uranio. Y a fines de los setenta, las mafias de la cocaína llegaron con la ley. En algunos casos las mafias parecían estar utilizando las pistas de aterrizaje del ILV y, como mano de obra, reclutando a algunos de los mismos indígenas cuyo apetito consumista este último había estimulado.

La primera misión católica duradera fue lanzada por Monfortianos holandeses a principios de siglo. Destruyeron malocas o casas comunales, concentraron a Tucanoano en misiones e hicieron campaña contra sus ceremonias religiosas. Para cuando los javerianos se hacían cargo de la expansión de este régimen en 1949, Sophie Muller alcanzó a uno de los grupos Tucanoano más golpeados, los Cubeo. A pesar de un rígido bloqueo católico, la desesperación después de una epidemia de sarampión lanzó a muchos Cubeo a los brazos de la Misión Nuevas Tribus, cuyas numerosas prohibiciones –de tabaco, chicha, coca, alucinógenos, bailes y canciones [257] tradicionales–, eran parte de un estricto y protectivo paternalismo. Los numerosos Tucanoano al sur siguieron bajo el clientelismo javeriano; los Cubeo se dividieron en caseríos evangélicos y 'católicos' más tradicionalistas; y una generación más tarde los dos continuaban como pueblos separados{36}. “Dejaron de ser indígenas”, lamentó un tradicionalista{37}{38}.

Los javerianos recibieron cordialmente a las primeras mujeres del ILV. Pero aunque ambas partes han pretendido tener relaciones amistosas durante los años sesenta, miembros de la filial cuentan cómo los curas más conservadores trataban de bloquear a nuevos equipos. Los traductores persistieron, saliendo de las estaciones católicas y cambiando de caserío cuando eran forzados a irse. En 1970 actuaban diez equipos. Los javerianos se encontraron en desventaja: docenas de infiltrados religiosos estaban dominando idiomas en los cuales pocos misioneros católicos se habían siquiera aventurado. El llamado instituto lingüístico tenía un sistema logístico mejor y suficiente respaldo oficial para vencer la protesta católica. El asidero javeriano sobre la lealtad Tucanoano era tenue: movimientos como los de Sophie Muller podrían surgir de los puestos del ILV. Al cumplir con su [258] compromiso no admitido con el gobierno, la filial estaba amenazando la autoridad de una poderosa misión del Concordato.

No por coincidencia, después de 1967 un nuevo obispo y jóvenes sacerdotes empezaron a reformar su institución a la luz de la Teología de la Liberación. En Colombia, el mayor exponente de esta tendencia era el pronto sofocado Movimiento Golconda cuyo miembro de más alto rango, Mons. Gerardo Valencia Cano, había sido el primer obispo javeriano en el Vaupés. El cargo de Valencia como obispo de Buenaventura terminó en 1972, cuando él y el otro progresista de la jerarquía colombiana murieron en accidentes de aviación{40}. En el Vaupés Mons. Belarmino Correa llevó adelante la nueva misión de concientización. Los javerianos empezaron a declarar la neutralidad ante el dualismo religioso defensivo de sus rebaños, católicos para los foráneos y Tucanoano entre los Tucanoano. En 1969 y 1970 organizaron la 'semana indígena' donde, para disgusto de los misioneros evangélicos, los Tucanoano bailaban sus propios bailes y tomaban yaje, el alucinógeno en el corazón de sus tradiciones. Para competir con los protestantes en cultivar el liderazgo indígena, los católicos contrataron a sus graduados de internado para enseñar primaria en comunidades remotas. Aunque no eran bilingües para los estándares del ILV, los maestros usaban su propios idiomas para hacer más inteligible el currículum en español. Finalmente, los javerianos organizaron a los Tucano para objetivos políticos. La primera y más exitosa campaña fue en contra de los patrones, quienes ya estaban en crisis debido a la caída del precio del caucho. En 1970 los javerianos convocaron a los Tucanoano para suprimir el enganche y establecieron cooperativas para aquellos que querían extraer y vender su propio caucho.

El mismo año, los javerianos dirigieron su atención al ILV. Después de que tres nuevos equipos llegaron a lo largo del río Papuri en el corazón del dominio católico, pilotos de SSAR encontraron barriles de petróleo bloqueando las pistas de aterrizaje católicas. Uno de los vuelos estaba llevando a Brian Moser de Granada Televisión, quien tituló a su película sobre las dos misiones “La Guerra de los Dioses”. En octubre de 1970, al tiempo que los heridos patrones caucheros macartizaron a la misión católica, Mons. Correa fustigó el fracaso del gobierno de defender a los indígenas y a sus culturas. Maldijo también el contrato con el ILV, calificándolo de fuerza colonial al servicio de los Estados Unidos{41}.

La escalada de conflictos inspirados por las misiones entre los Tucanoano los llevaron a la atención nacional. El no-religioso ILV pretendía ser inocente de 'todo sectarismo. El personal javeriano, sus maestros y estudiantes Tucanoano señalaron la pugna religiosa entre los Cubeo y trataron de sacar a los equipos del ILV de sus caseríos. Desde 1969 hasta 1075 seis equipos –Guanano, Piratapuyo, Jupda-Macu, Tucano, Tuyuca y Desano– fueron desalojados. Hasta donde pude determinar, en tres casos los pobladores tomaron la iniciativa; en los otros los misioneros católicos o sus maestros Tucanoano fueron los responsables, antagonizando así a la clientela del ILV; y sólo en uno fue cancelada la obra del ILV{42}.

Cualquiera fuera el éxito de las reformas javerianas, su misión seguiría siendo la sede local de la autoridad hasta cuando el gobierno se impusiera. Si las quejas de los Tucanoano, la concientización y el ejemplo del CRIC fueran a hacer surgir una organización política, ésta indudablemente entraría en conflicto con los javerianos. En 1973 los maestros Tucanoano de la misión y los estudiantes de internado organizaron de hecho el Consejo Regional Indígena del Vaupés (CRIVA), que se basó en la tradición y la continuidad cultural en vez del catolicismo. Al año siguiente, el CRIVA demandó que el ILV se retirara del territorio, tras una disputa en un caserío [260] Carapana: los partidarios de un traductor ausente habían echado a dos de los maestros Carapana de la misión católica por hablar en su contra{45}. El CRIVA estaba también preocupado por misteriosos equipos oficiales de prospección y por el funcionamiento de los internados, lo cual condujo a confrontaciones con la misión católica. Pero los javerianos apoyaban al CRIVA. En opinión de algunos, llegaron a dominarlo a través de sus maestros y estudiantes Tucanoano, quienes continuaban dependientes de la misión.

“Nosotros sabemos que si no estamos unidos no nos podemos defender”, explicó un Cubeo en 1975. “Pero los pastores dicen a nuestros hermanos evangélicos que los católicos somos demonios porque fumamos, mambeamos coca, bailamos carrizo y usamos plumas en nuestras fiestas”. Acusó a la misión católica de explotación –con su compra de artesanía, contratación de indígenas para cuidar ganado, y tiendas. Los Cubeo y sus asociados estaban por hacer otro intento de organizar una Unión de Indígenas Cubeo (UDIC), en la que los católicos esperaban llegar a un acuerdo con los evangélicos. En la declaración de auto-determinación surgida de ese congreso, la UDIC condenó la práctica misionera de satanizar la tradición y terminó con la siguiente afirmación: “En cuanto al problema de las distintas religiones…, nosotros estamos decididos [a] no permitir que entre a obstaculizar los programas de la comunidad. La cuestión religiosa debe ser un asunto privado de cada persona”. En su segundo congreso en 1976, la UDIC decidió que el ILV debía marcharse{46}.

Por ahora, las organizaciones independientes parecían tener pocas posibilidades de competir con las misiones. El clientelismo era mucho más importante para los Tucanoano que la cristiandad: cuando investigadores para el Consejo Nacional de Política Indígena visitaron diversas comunidades ocupadas por el ILV en 1972, encontraron a los líderes de siete, cuatro en el Vaupés fuera de los puestos católicos, muy en favor de los traductores, por razones que suenan como un catálogo de sus buenas obras. Los traductores aprendieron los idiomas; enseñaron a la gente cómo leerlos y escribirlos; dieron medicinas a la gente enferma, a veces la llevaron al hospital en avioneta, y enseñaron como extraer dientes; proporcionaron nuevos animales domésticos y semillas; vendían mercancías; y sacaban los productos al mercado en avionetas. En contraste, Tucanoano de alrededor de puestos [261] católicos dijeron que se oponían al ILV por razones como “somos católicos” o “vienen a imponer la política del dólar”{47}. Tales argumentos deben haber parecido más bien abstractos a los Tucanoano que gozaban de las mercedes norteamericanas. Para atraer las recompensas de la traducción Bíblica, se sabe que algunas comunidades han ofrecido hasta abrir pistas de aterrizaje{48}. Pero pocos de los clientes del ILV se habían decidido por Cristo para 1974: a excepción de los Cubeo, en cada uno de los idiomas del Vaupés la filial reportó a lo más un puñado de creyentes{49}.

Si la oposición al régimen católico contribuyó al apoyo al ILV, el acuerdo que apuntalaba la alianza CRIVA-javeriano consistía en que los Tucanoano no tendrían que sufrir las divisiones de más religión sectaria. Este encuentro de mentes estuvo presente en el caserío Desano que, en agosto de 1975, dijo a la pareja del ILV que se marchara. Según el traductor, un líder comunal explicó que “ellos” –la misión católica– les habían hecho saber que el caserío no tendría una escuela a menos que él se fuera. Los javerianos, añadió el traductor, habían frustrado sus propios intentos de establecer una escuela. Cuando visité el caserío en diciembre, la pista del ILV parecía achicar la pequeña colección de casas. Los niños jugaban con aviones de juguete hechos en casa, cuyas hélices giraban con el viento. “Siempre es una molestia tener a alguien así por aquí”, explicó una maestra católica de vacaciones. “La gente siempre se divide porque el lingüista hace favores, trae regalos y paga jornales, de modo que las gentes de un lado del caserío son amigos del lingüista, mientras los del otro lado son amigos del maestro”. Hacia 1971, explicó el traductor a una asamblea en Lomalinda, él se sorprendió cuando el poblado tuvo un baile yajé, que él suponía ya habían dejado. “Aunque la aldea es tranquila y ellos dicen ser católicos”, continuó el traductor, “esto es lo que está arraigado en sus almas, y nosotros podemos verlo en su reacción a la medicina, a las cartillas, a cualquier cosa nueva que vaya a mejorar sus vidas”. El líder del poblado, quien pidió al traductor que se marchara, tenía una perspectiva diferente: “Los católicos, la misión estuvo aquí primero y ahora estamos con ellos, no queremos cambiar otra vez nuestra religión… No queremos la Biblia en Desano porque es la misma que tienen los católicos, no la necesitamos”{50}. [262] Este hombre comprendió el propósito del Nuevo Testamento Desano –para minar la pretensión del grupo de ser católicos y la tradición que este reclamo protegía– y se opuso. Aunque el misionero del ILV pudo continuar visitando y traduciendo con su converso de Lomalinda, los otros Desano continuaron rechazando la religión evangélica.

Notas

{35} Goff 1968:10/2.

{36} Goldman 1981.

{37} pp. 16-17 Alternativa 22 de septiembre 1975.

{38} “Sólo quieren volverse como la gente blanca” dicen otros Baniwa acerca de los conversos de Nuevas Tribus al otro lado de la frontera en el Brasil. La protesta milenarista Baniwa contra la explotación blanca salió a la luz bien entrado el siglo XX, informa Robin Wright, a menudo conducida por chamanes apellidados Cristo y discípulos asociados con los santos católicos. Aunque los conversos se mantienen intranquilos frente a los blancos –en 1977 los ancianos advirtieron que una nueva pista de aterrizaje militar los sacaría de sus hogares–, los jóvenes hacen mucho por imitar a los comerciantes y misioneros. El alfabetismo y la medicina occidental figuran de manera prominente en la nueva religión; los caseríos llevan nombres como América, Canadá y Nazaré. Los creyentes parecen mantener intercambio tradicional entre ellos, particularmente durante los ciclos de conferencias para el revivalismo, pero insisten en ventas al contado a sus familiares de caseríos católicos, a quienes a veces se refieren como “demonios”. Sin embargo, existe una posición de “medio-creyente”: sus adherentes disfrutan de sustancias prohibidas y algunos son conocidos por sus habilidades de curación{39}.

{39} Wright 1981a.

{40} Latorre Cabal 1978:54, 173.

{41} Universidad de Antioquía 1976: 103-5.

{42} En 1969-70 los Guanano de la Misión católica de Vía Fátima se volvieron contra el equipo del ILV, el cual se reubicó. En 1971 los Piratapuyo de la Misión católica de Toresita desterraron a otro equipo, debido a transacciones comerciales injustas que un miembro del ILV atribuyó a la inexperiencia de sus colegas; la tarea fue abandonada En 1972 un miembro joven del personal javeriano quemó la casa del equipo de Jupda-Macu en su ausencia. Según investigadores, los Jupda “dijeron no haber tenido participación alguna en el incidente de la quema de la casa e inclusive haberse opuesto a los que lo realizaron [y] solicitaron a la Comisión que pidiera a las… señoritas [del ILV] su regreso”{43}. Dado que los Jupda viven en ambos lados de la frontera, fueron reasignados a la filial brasileña. En el puesto católico de Acaricuara en junio de 1973, maestros y estudiantes Tucanoano apoyados por un cura hicieron regresar al equipo Tucano en la pista misina de aterrizaje. Según la traductora al Tuyuca del ILV, el cura fue al poblado cercano de Los Ángeles y , en su presencia, dijo a los Tuyuca que ellos tendrían que expulsarla o romper relaciones con la misión católica. Al año siguiente, los pobladores de Los Ángeles y Acaricuara dieron de nuevo la bienvenida a las misioneras del ILV. Pronto dos equipos más se ubicaron en la misina área. Cuando yo visité Acaricuara en enero de 1976, el corregidor Tucano sostuvo una reunión para responder a mis preguntas. El consenso de ésta fue que el bloqueo de 1973 había sido asunto del internado católico, no de los residentes permanentes de Acaricuara{44}.

{43} Correal et al 1972:17.

{44} Para cartas respecto a los casos Piratapuyo y Tucano, ver p. 950 Anales del Congreso (Bogotá) 15 de octubre, 1975.

{45} ibid p. 951.

{46} pp. 16-17 Alternativa 22 de septiembre 1975; Unidad Indígena (Bogotá), octubre 1975 (pp. 6-7) y septiembre 1976 (p. 4).

{47} Correal et al 1972:15-18.

{48} Jackson (en prensa), quien describe las relaciones entre misioneros y los Tucanoano alrededor de 1970.

{49} Communique (Lomalinda) agosto 1974.

{50} Lomalinda, 18 de enero 1976, y entrevista del autor, Puerto Asis, 22 de diciembre 1975.

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