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El Catoblepas, número 22, diciembre 2003
  El Catoblepasnúmero 22 • diciembre 2003 • página 18
Priones

Sesquicentenario de Álvaro Flórez Estrada

Javier Neira

Al cumplirse los 150 años del fallecimiento del ilustre economista español

El 16 de diciembre de 2003 se cumple el sesquicentenario del fallecimiento en Noreña de Álvaro Flórez Estrada, un liberal exaltado que fue el más destacado economista español de la primera mitad de siglo XIX y un gran jurista –esbozó el primer Código Penal español– líder del levantamiento asturiano contra Napoleón, presidente del Gobierno en el Trienio liberal hasta que los reaccionarios europeos invadieron España y luchador infatigable por las libertades.

Liberal exaltado

Como ciudadano honrado, estuvo condenado a muerte; como liberal exaltado, apostó vida y hacienda por sus ideales; como hombre de principios, se levantó en armas contra Napoleón; como experto en leyes y letras, fracasó como empresario; como asturiano hasta la médula se preocupó, por encima de todo, por España; como intelectual de verdad, se dedicó a la política y al periodismo; como hombre apasionado por lo público, arruinó su vida familiar y privada; como sucedía con todos los grandes –Argüelles, Toreno...– tuvo que exiliarse en Londres; como persona de bien, murió pobre.

Álvaro Flórez Estrada pertenecía a la pequeña nobleza local –dicho en términos franceses– con influencia en Somiedo pero no más allá, con posibles pero muy lejos de lo que se podría considerar una persona rica aunque a la inmensa mayoría pobre pudiera parecer un potentado. Realmente, el gran tesoro familiar inmediato de Álvaro fue su padre Martín de los Santos, ilustrado liberal, con excelente biblioteca y enlazado con las corrientes de vanguardia europeas de la época. Álvaro Flórez Estrada Pola y Navia fue el mayor de once hijos, nació el 27 de febrero de 1766 en Pola de Somiedo.

Ingresó en la Universidad de Oviedo en 1780, como los mejores de la época –incluido el general Belgrano, héroe de la independencia de Argentina– institución que, sin embargo, tanto criticara Jovellanos. En 1786, jurista y con solo veinte años se casa por primera vez y parte hacia Madrid. Años después volvería a casarse. De ese segundo enlace tendrá cuatro hijos. El mayor, con las facultades mentales gravemente perturbadas, vivió siempre retirado en Somiedo. Flórez Estrada, probablemente por esa penosa circunstancia, apenas hizo vida familiar, volcándose –quizá sublimando frustraciones personales según las versiones psicoanalíticas o mezquinas– en la esfera de lo público.

Conspirador

Funda en Madrid una tertulia política –por entonces eran instituciones en las que fundamentalmente se conspirada contra el Gobierno– así que Godoy lo destierra a Asturias. Es ya un personaje, la Universidad de Oviedo lo inviste como doctor honoris causa.

En 1796 logra el primer empleo importante: tesorero principal de rentas de la Corte. La leyenda dice que ayudado por Jovellanos y Campomanes. Es más cierto que Jovellanos no lo conocía y que, en aquel momento Campomanes ya había caído en desgracia. La influencia más bien le vino de su segunda esposa María Amalia Cornejo con quien contrae nupcias el 22 de abril de ese año. Era hija de Andrés Bruno Cornejo, consejero de Castilla y de María Josefa Jaureguiundo, dama de honor de la reina María Luisa quien realmente lo podía todo en España. Regresa años después a Asturias, se establece en Grado, es nombrado procurador general del Principado de Asturias y funda una ferrería en Somiedo que no tiene éxito. Un fracaso ilustrativo, ya que constata empíricamente que sin comunicaciones y con un Estado tan alejado de las coordenadas liberales –todo son trabas e impedimentos a la libre empresa, al libre comercio– es imposible hacer nada. Claro que también es cierto que el fracaso de la ferrería lo precipita su hijo, loco, que prende fuego a las instalaciones. En su tierra le sorprende la invasión napoleónica de 1808.

En palabras de Sánchez Albornoz, para Flórez Estrada «la lucha contra el invasor no tiene sentido si no es al mismo tiempo una revolución política». Tal era el nervio de los liberales de la época, partidarios de lo que ahora denominaríamos patriotismo constitucional o, mejor dicho, partidarios de fundar España como nación política según un texto constitucional.

Flórez Estrada es clave en el levantamiento del 25 de mayo de 1808 en Oviedo contra el invasor francés, encabezando la Junta General del Principado. Y asimismo promueve desde Oviedo la Junta Central. Redacta un borrador de Constitución y parte al exilio londinense en 1809. Vuelve enseguida a Cádiz. Se dedica intensamente al periodismo, funda publicaciones, no para. Vuelve al exilio ya que Fernando VII lo condena a muerte y le confisca todos sus bienes.

Radical

En Londres escribe «La Representación», un texto dirigido al rey que se convierte en el banderín de enganche para el levantamiento de Riego –otro asturiano– que acaba en 1820 con el absolutismo y restablece el régimen liberal de Cádiz. Es de nuevo diputado, milita en el ala más radical del liberalismo, choca con Toreno –otro asturiano– ya por entonces mucho más moderado y con Martínez Marina –otro asturiano– redacta el primer proyecto de Código Penal español. Al final del Trienio es durante dos meses presidente del Gobierno. Polemiza con Evaristo San Miguel –otro asturiano– que le supera en radicalidad, sobre la estrategia a seguir frente a la amenazante Santa Alianza europea pero ni unos ni otros pueden evitar una nueva invasión francesa, la de los Cien Mil Hijos de San Luis, que acaba con el régimen de libertades y repone el absolutismo de los serviles. Flórez Estrada vuelve a ser condenado a muerte y, claro, vuelve al exilio londinense. Allí publica en 1828 Curso de economía política, su gran obra, con siete ediciones en vida del autor –una en francés– influida por David Ricardo. Es el principal tratado de economía escrito por un español en la primera mitad del XIX.

Vive cuatro años en Francia donde conoce de primera mano el socialismo utópico, regresa a España y, crítico sin remedio, se opone a la Desamortización de Mendizábal ya que considera que los bienes confiscados a la Iglesia deben permanecer en manos del Estado quien cediendo en alquiler las explotaciones a los campesinos se aseguraría una amplia base social afecta al liberalismo. Publica un artículo titulado «Cuestión social», así que es el primero en utilizar tal término en España. Se retira al palacio de Miraflores, en Noreña, donde fallece el 16 de diciembre de 1853.

 

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