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El Catoblepas, número 32, octubre 2004
  El Catoblepasnúmero 32 • octubre 2004 • página 12
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El veraz Moradiellos
y el muy mentiroso don Pío Moa

Francisco Alamán Castro

Ante las declaraciones de Enrique Moradiellos al presentar
su libro sobre los mitos de la guerra civil española

En La Nueva España de Oviedo (12 septiembre 2004) nos cuenta el señor Moradiellos, en una larga interviú, la historia de nuestra triste República y de nuestra trágica guerra, de la que, naturalmente, la responsabilidad fue de los militares y las derechas. ¡Faltaría más! Que, como siempre, dejando de cumplir con su obligación democrática, se tenían que haber dejado matar. Ninguna para los políticos, en cabeza Azaña, que la hicieron inevitable.

Empieza descalificando a Pío Moa como un Arrarás redivivo, «por ser el último eslabón de una tradición historiográfica franquista». Eso es tan poco serio como si yo descalificase al señor Moradiellos por ser el último eslabón de una tradición historiográfica azañista. Los historiadores, todos parciales, ¿hay mejor ejemplo y más próximo que el señor Moradiellos? se deben juzgar por lo cierto y demostrado de sus afirmaciones sobre los hechos sucedidos y no por sus fobias o sus filias. Siguiendo la curiosa teoría del profesor a Estrabón no habría que hacerle caso, ya que, aunque griego, era más que un pelín pro romano.

Era Arrarás, con sus dos obras fundamentales: Historia de la Cruzada española (la mía tiene siete y no nueve, como nos dice él, volúmenes) e Historia de la Segunda República española (cuatro volúmenes), el historiador de su época qué más sabía del asunto. Historiador más que parcial, pero infinitamente menos que el señor Moradiellos.

Dicho lo anterior, si Arrarás afirma, por ejemplo, que Azaña metía en la cárcel a los jueces, o a quien fuese, durante todo el tiempo que quisiese, cuando sus decisiones no le agradaban, el asunto no está en que fuese poco o mucho franquista, lo serio del asunto es que era verdad. Cuenta Arrarás:

«El 13-4-32, la policía detiene en Madrid a un individuo llamado Manuel Lahoz, con mil pesetas y una pistola, después de interrogado es entregado al juez Luis Amado, lo ingresa en la cárcel y al cumplir las setenta y dos horas reglamentarias, lo procesa y lo deja en libertad provisional al no tener antecedentes penales. El Ministro de la Gobernación le aplica al juez y a Lahoz la Ley de Defensa de la República, arresta al juez dos meses (le podía haber arrestado un año o lo que quisiese, o deportarlo al Sahara por el mismo tiempo, pasó que le cogió de buen humor al señor Ministro). Recurre el juez al Consejo de Ministros, no podía recurrir a nadie más, qué le deniega el recurso el 26-4-32. La prensa gubernamental acusaba a Lahoz de querer asesinar a Azaña, no había ninguna prueba. Protesta la Unión Nacional de Abogados, el Colegio de Abogados de Madrid, la oposición pide en Congreso que no se pueda castigar a un juez sin formación de causa. En los centros académicos, antes reductos republicanos, la protesta es notoria. El colegio de Abogados es hostil al Gobierno, la Academia de Jurisprudencia, el Colegio Oficial de Médicos, eligen directivas opuestas al Gobierno. En los Ateneos de Madrid, Sevilla, Alicante, Málaga y Cuenca lo mismo.»

El mismo Azaña, para disgusto de alguno, nos lo cuenta el 4-4-32. Manuel Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, vol. IV, pág. 373. ¿Es cierto o no señor Moradiellos?

«General Goded.... le detuvieron... el juez le dejó libre a los tres días, pero el ministro de la Gobernación le ha tenido preso cuatro meses, sin decirle por qué.» (Diario, 10-12-32.)

Ya había avisado Azaña, cuando en las Cortes (23-11-32) le dicen que no respeta la independencia de Poder Judicial:

«–Se pone en peligro la independencia del poder judicial. –No ¿Por qué? En primer lugar, yo no sé que es el poder judicial. Aquí está la Constitución. (Mostrando el texto constitucional)... que se me busque en este libro el poder judicial, que lo busquen aquí a ver si lo encuentran... pues yo no creo en la independencia del poder judicial... (El señor Alba: Eso lo dijo ya Primo de Rivera). Muy bien pues alguna vez tenía que acertar Primo de Rivera.» Manuel Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, vol II, pág. 489.

Cuando Arrarás nos cuenta la aplicación de la ley de Fugas por Azaña y de las deportaciones en masa al Sahara sin formación de causa judicial alguna, lo verdaderamente malo es que era cierto y el mismo Azaña, poco discreto él y un poco faltón, se jacta del asunto. Revuelta anarquista, escribe (23-1-32) Azaña en sus diarios:

«Como Fernando (ministro socialista) me oyó decir que fusilaría cogiese con las armas en la mano, quiso disentir; pero no le dejé, y con mucha brusquedad le repliqué que no estaba dispuesto a que me comiesen la República. Todos los demás ministros aprobaron mi resolución.» Manuel Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, vol. IV, pág. 311.

¿Es cierto o no señor Moradiellos? Cosa parecida sucedió en Casas Viejas, dice Arrarás sin el consentimiento de Azaña, pero los antecedentes hacían temer lo peor. Y después, muy mejorado, en julio del 36, sin que Azaña moviese un dedo por evitarlo. ¿O movió algún dedo señor Moradiellos?

«La estancia en palacio, desde donde podía (Azaña) escuchar las descargas de los 'paseos' ejecutados en las cercanas tapias del campo del Moro... el 23 de agosto tuvo noticia de la masacre perpetrada en la cárcel Modelo, con el asesinato, entre otros, de su antiguo jefe político... Melquiades Álvarez», Manuel Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. VIII.

Cuando nos dice que Azaña cerraba los periódicos a su antojo, durante meses y meses, lo terrible es que era cierto y no los ídolos, buenos o malos, que tuviese el historiador. Así Azaña (29-11-32) nos dice:

«Hemos acordado autorizar la reaparición del ABC... Domingo torció el gesto... no debía reaparecer aún; lo mismo Fernando –tengo muy en crisis el concepto político de libertad de imprenta–, explico un día; Albornoz, que sentaría mal a los republicanos; Largo también se mostró inclinado a negar la autorización... propuse que se retrasara la autorización... hablaron de la interpelación que tenía anunciada el Partido Radical sobre ello... tendríamos que limitarnos a decir que el ABC no sale porque no queremos que salga. Que esta actitud no es para tomada en la Cortes todos los días, y que ya es bastante con haberlo hecho la semana pasada. Insistir desgasta al Gobierno y puede desgastarme a mí... mañana saldrá ABC.» Manuel Azaña, Diarios 1932-1933, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 73.

El ABC llevaba casi cuatro meses cerrado, cerró periódicos a cientos. ¿Es cierto o no señor Moradiellos? Contaba Arrarás de sus métodos mafiosos... escribía Azaña a su cuñado (21 marzo 1936):

«He tenido algunas cosas divertidas... vino a visitarme el Consorcio de la Banca privada... les dije... que debían dar cuarenta mil duros para los inundados de Sevilla, para impedir que quemaran algún banco... han soltado los 40.000». Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, pág. 668.

No es una carta de Al Capone, es de Azaña. Azaña va de viaje y llega a Antequera (14 de abril de 1933):

«El alcalde es radical (centro-derecha)... cuando iba a caer el Gobierno, el alcalde mandó preparar cohetes... Enterados los republicanos y socialistas... hicieron correr el rumor de que cuando se oyesen los cohetes sería señal de que don Manuel Azaña había dado permiso para que durante veinticuatro horas cada cual hiciese en el pueblo lo que le diese la gana. El rumor no tardó en llegar al alcalde, y aterrado, mandó echar los cohetes en un charco.»

Así entendía nuestro don Manuel el reformismo, que nos cuenta nuestro profesor Moradiellos, y de ello presumía en su Diario. Lo que nos contaba Azaña sucedía con alguna frecuencia, con gran regocijo del personaje. Azaña cuenta (Diario 10 mayo 1931) como apaleaban a algunos derechistas, uno «ya caído en el suelo se le acercó un sujeto y le descerrajó un tiro. El agresor se retiró tranquilamente». Él estaba en Gobernación, a menos de cien metros, con toda la fuerza necesaria para impedirlo. Tanto reformismo ya molestaba y parecía poco sano, sobre todo para la gente de derecha.

Acusa al buen Arrarás de decir que el 18 de julio fue contra un Gobierno anarquizante y revolucionario. ¿Es que no lo era? Señor Moradiellos usted parece una persona inteligente, no debe decir eso. Podrá decir que no lo suficiente anarquizante, que tenía arreglo lo de revolucionario, ¡que se yo! Usted es listo y seguro que se le ocurren más disculpas que a mi, pero negar lo de anarquizante y revolucionario es mucho.

Nos cuenta Azaña (19 marzo 1936) y copia Arrarás:

«Hoy nos han quemado Yecla: 7 iglesias, 6 casas, todos los centros políticos de derechas y el Registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete, en Almansa. Ayer, motín y asesinato en Jumilla. El sábado, Logroño, el viernes Madrid: tres iglesias. El jueves y el miércoles Vallecas... Han apaleado, en la calle de Caballero de Gracia, a un comandante (para más INRI era de la UNRA) vestido de uniforme, que no hacía nada, en Ferrol, a dos oficiales de artillería; en Logroño, acorralaron y encerraron a un general y cuatro oficiales... Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno, y he perdido la cuenta de las poblaciones en que han quemado iglesias y conventos: ¡hasta en Alcalá!... el gobierno está formado con los más adictos... Hace todo lo que le digo y nada más... Amós (Ministro de Gobernación) acoquinado... yo soy el ministro universal. Tengo que atender a todo y ocuparme de todo... A los más listos, me basta hacerles indicaciones generales, pero a algunos tengo que... decirles todo lo que tienen que hacer, y como...He repartido cargos entre los más fieles... Habían comenzado los motines y los incendios. En las cárceles andaban a tiros. Aquella noche se escaparon tranquilamente de las de Gijón mil cien presos... En Oviedo los imitaron... los republicanos empezaron a enfadarse... Hasta los desórdenes me los perdonaban, y el que más y el que menos los encontraba... naturales. Ahora vamos cuesta abajo por la anarquía persistente de algunas provincias, por la taimada deslealtad de la política socialista... por las brutalidades de unos y otros, por la incapacidad de las autoridades, por los disparates que el 'Frente Popular' está haciendo en casi todos los pueblos, por los despropósitos que empiezan a decir algunos diputados republicanos de la mayoría. No sé, en esta fecha como vamos a dominar esto.» Carta de Azaña a Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1980, págs. 665-668.

El señor Moradiellos dice que hicieron muy mal en echar a Alcalá Zamora, otra de las muchas, muchísimas, trampas guarras de Azaña, éste mismo lo reconoce. Carta de Azaña a Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, pág. 674. Nos contaba don Niceto:

«La suspensión de garantías (por Azaña decretada)... dejada en manos de los perturbadores; ordenaba a la autoridad que la emplease al servicio y según el criterio de éstos. Así resultaba el caso insólito de que la suspensión entusiasmaba a los agitadores y la temían las gentes pacíficas, ya que sin detención de ninguno de aquellos, eran los mismos quienes prendían personas, o invadían domicilios, faltos de toda protección legal.» Niceto Alcalá-Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, pág. 399.

Y la anarquía parecía seguir, por mucho que lo niegue el señor Moradiellos. El 17 de junio de 1936, Diario de sesiones del Parlamento, Gil Robles se opone a la prolongación del estado de alarma ya llevaba 4 meses en vigor y a pesar de eso:

«un estado de excepción que no empleáis para que todos los ciudadanos estén dentro de la ley, sino para aplastar a aquellos que no tienen el mismo ideario que vosotros (paree coincidir con don Niceto, eso que no se podían ver)... Que así ha ocurrido lo demuestra plenamente las mismas rectificaciones hechas por el Gobierno, a muchos no a todos, los atropellos que se cometen en las provincias españolas. Constantemente, por parte del Ministerio de la Gobernación, ha habido necesidad de ordenar libertades donde había habido detenciones, aperturas de Centros para corregir clausuras... Y si esto, por una parte, es para el Gobierno el cumplimiento de deber, por otra es el reconocimiento implícito de un estado de subversión en virtud del cual las autoridades inferiores no obedecen los dictados del Gobierno...
Habéis ejercido el poder con arbitrariedad, pero, además, con absoluta ineficacia... No tengo más remedio que leer unos datos estadísticos... No he recogido la totalidad del panorama de la subversión de España...
Desde el 1 de febrero hasta el 15 de junio, inclusive, un resumen numérico arroja los siguientes datos:
Iglesias totalmente destruidas, 160.
Asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos, intentos de asalto, 251.
Muertos, 269.
Heridos de diferente gravedad, 1.287.
Agresiones personales frustradas o cuyas consecuencia no constan, 215.
Atracos consumados,138.
Tentativas de atraco, 23.
Centros particulares y políticos destruidos, 69, (todos de derechas).
Ídem asaltados, 312. (todos de derechas).
Huelgas generales, 113.
Huelgas parciales, 228.
Periódicos totalmente destruidos, 10 (todos de derechas).
Asaltos a periódicos, intentos de asalto y destrozos, 83, (todos de derechas).
Bombas y petardos explotados, 146.
Recogidas sin explotar, 38...
Un día señor presidente... son los ingenieros de una mina... que durante diecinueve días secuestrados en el fondo de la mina, sin que el Gobierno tenga fuerza... todos los días , son los asaltos, las detenciones de los coches... para exigirles el pago... del Socorro Rojo Internacional... Ahí está la circular dictada por el Automóvil Club de Inglaterra, diciendo que no se garantiza a ningún coche que entre en el territorio español. Ahí tenéis la vergüenza de lo ocurrido en el Puerto de la Luz, donde la Escuadra española no puede repostarse y, en cambio un crucero extranjero, por la fuerza, si es preciso, de sus patrullas, obtiene un combustible... El caso de un guardia civil, al que las turbas, con el alcalde a la cabeza, le hacen entrar violentamente en la Casa del Pueblo y le degüellan con una navaja barbera... Otro día... la vergüenza que barcos mercantes españoles, con tripulación y policía extranjeros, tengan que ser echados de puertos no nacionales para que no contaminen de espíritu revolucionario todas las organizaciones y la vida comercial de un pueblo... eso ha ocurrido en Génova y Workington (Inglaterra)... el señor ministro de Estado: ... Ciertos los hechos de las huelgas. Totalmente inexactas... No fueron tripulados nuestros barcos por marinos de otras naciones... Mantengo esta información que, por desgracia he oído de labios harto autorizados... y puesto que SS está dispuesto a recoger informes amplios, yo espero que informe a la Cámara de los sucesos vergonzosos ocurridos en Tánger y de la protesta que han tenido que formular representantes de potencias extranjeras...
El Gobierno ya ha hecho una declaración solemne... Esa declaración dice de un modo categórico que ha habido autoridades que no han obedecido al Gobierno, que ha habido individuos y colectividades que han usado de funciones que corresponden al Poder público... en las palabras del Gobierno se desliza el concepto de anarquía... reconoce al cabo de cuatro meses de poderes excepcionales... que España está desgobernada, que las autoridades no obedecen, que hay abuso de autoridad... El viernes pasado ha hecho el Gobierno esa declaración categórica... Pus bien en las últimas cuarenta y ocho horas ha habido... unos heridos en Los Corrales Santander; un afiliado a Acción Popular herido gravemente en Suances; un tiroteo al polvorín de Badajoz; una bomba en un colegio de Santoña; cinco heridos en San Fernando; un guardia civil asesinado en Moreda; Un dependiente muerto por las milicias socialistas en Villamayor de Santiago; dos elementos de derechas muertos en Uncastillo; un tiroteo en Castalla (Alicante); un obrero muerto en Suances; unos fascistas tiroteados en Corrales de Buelna (Santander);varios cortijos incendiados en Estepa; un directivo de acción Popular asesinado en Arriondas; un muerto y cuatro heridos, también de derechas, en Carchel (Jaén); insultos, amenazas y vejámenes a las religiosas del Hospicio de León; cuatro bombas en Madrid. He aquí, en las últimas cuarenta y ocho horas, el producto de la energía... del señor Casares Quiroga... ¡Ah! Señores diputados... de todo este estado de subversión de toda esta anarquía los que tienen la culpa son las derechas con sus provocaciones (rumores)... me refiero a lo ocurrido en los tiroteos de Málaga entre socialistas, comunistas y sindicalistas. Allí todo ha obedecido, pura y simplemente, a la intervención de elementos de derecha. El señor Lorenzo: hay agentes provocadores. Le recomiendo a SS que lea el articulo de Solidaridad Obrera, en donde decía «¡Alto el fuego!», dirigiéndose, a sus camaradas, y diciéndoles que no es lícito asesinar obreros.»

Once días más tarde, aparentemente, la anarquía seguía, aunque al señor Moradiellos lo niegue con cierta frescura. El 12 de julio de 1936, la policía de su Gobierno y pistoleros del PSOE intentan asesinar a los tres líderes de la oposición: Gil Robles, Goicoechea y Calvo Sotelo. Solo lo consiguen con el último.

Al mando del capitán de la Guardia Civil Fernando Condes, amigo muy cercano de Prieto e instructor de las Juventudes Socialistas, salió una camioneta con guardias de asalto y pistoleros socialistas. Fueron a las casas de Gil Robles y Goicoechea pero estaban veraneando.

Fueron entonces a por Calvo Sotelo. Le montaron en la camioneta, al poco le asesinó el pistolero socialista Cuenca, jefe de la Motorizada escolta personal de Prieto [Este lo cita como tal el 1-6-36], con dos tiros en la nuca. Iba también el socialista confidente de Prieto, Santiago Garcés, que luego sería Jefe, cuando Prieto fue Ministro de la Guerra, del SIM (policía comunista, que torturó y asesinó al líder del POUM Andrés Nin en 1937). Condés contó a Prieto lo sucedido. M. Tagüeña (general republicano, por aquella fecha del PSOE), Testimonio de dos guerras, México 1973, pág. 99, 100. Julián Zugazagoitia (PSOE, Ministro en la guerra), Historia de la guerra de España, Buenos Aires 1940, pág. 30. Indalecio Prieto, Convulsiones de España, México, 1976-79, vol. III, pág. 133.

El comandante Uribarri, primer jefe del SIM con Prieto, dice que Condés era amigo suyo y que «ejecutó» a Calvo Sotelo para librar a la República de un enemigo peligroso (M. Uribarri, La quinta columna española, La Habana 1943, pág. 171 y ss.). Nos cuenta el ideólogo anarquista Peirats: «Santiago Garcés miembro de las JJSS, confidente de Prieto, que había participado en el asesinato de Calvo Sotelo, montado en la camioneta» (J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse 1952-53, vol. III, pág. 280 y 288). «Tras estos hechos pudo haber estado Prieto (asesinato de Calvo Sotelo)... El asesino pertenecía a la guardia personal de Prieto, Condés era prietista. La pintura de Prieto sobre la actitud de Condés, arrepentido y queriéndose suicidar no casa con la época, lejos de denunciarlo le escondió.» En enero del 37 hubo una amnistía de los delitos anteriores al 15 de julio del 36. Ian Gibson, La noche que mataron a Calvo Sotelo, Plaza y Janés, Barcelona 1986, pág. 228 y ss.

Podíamos seguir con más bobadas sin importancia, de esas que pasaban en la República, ni anarquizante ni revolucionaria, que tanto añora nuestro profesor, pero pienso que sería algo latoso.

Nos cuenta convencido, o queriendo convencer, que en el 18 de julio había tres grupos: el franquista, el clasista y el reformista de Azaña y Prieto.

Nada menos exacto, bien lo sabe él. El tercer grupo no existía, era un grupo parásito del Socialista, tanto es así que el partido de Azaña en las elecciones del 33 saco 5 diputados en toda España, y el mismo Azaña salió diputado porque Prieto lo metió en la lista del PSOE por Bilbao.

En las elecciones, donde la izquierda y derecha sacaron más o menos los mismos votos, Azaña nos explica muy bien y muy satisfecho la diferencia de escaños:

«En la Coruña íbamos a sacar cinco o seis (diputados). Pero antes del escrutinio surgió la crisis, y entonces los poseedores de 90.000 votos en blanco se asustaron ante las iras populares, y hemos ganado los trece puestos... ¡Veleidades del sufragio!... Han sacado al otro... para que no saliera Emiliano, a quien metimos preso la misma noche de formarse el gobierno, para salvarle la vida, decían los de allí... hemos sacado... otro en Guipúzcoa... y no tenemos dos, porque los comunistas se llevaron las actas pistola en mano.» Carta de Azaña a Rivas Cherif (19-3-36), Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 663-665.

Y sigue:

«se anulan (actas de diputado, todas de derechas) Granada, Cuenca... La Ceda se ha retirado del Congreso antes de discutirse la elección de Salamanca... Socialistas y comunistas.» Carta de Azaña a Rivas Cherif (29-3-36), Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 670-672.

El peso de los seguidores de Azaña (Izquierda Republicana) en el Frente Popular era ridículo y nadie les hizo el menor caso. Izquierda Republicana era una coalición de partidos republicanos qué consiguió 63 escaños, número que no le correspondía, pero que le cedió el PSOE en la seguridad, como así fue, de que tragarían lo que les echasen, como consecuencia de la política de pactos que produjo el Frente Popular. De hecho no pintaron nada ni antes de la guerra y menos en la guerra.

A Azaña se lo quitaron de encima inmediatamente, lo pusieron de espantapájaros en la Presidencia de la República, y desde entonces sus ocupaciones principales fueron: ponerse una escolta a caballo más numerosa que la del Rey, era muy importante, con los morriones 8 centímetros más altos, más importante aun, y preparar su elegante y costosa residencia en el palacio del Pardo, cosa que luego le agradecería Franco, que se lo encontró de dulce, hay que reconocer que buen y caro gusto tenía don Manuel, con el dinero y patrimonio de la República, naturalmente, en abril del 39. A Prieto no le dejaron formar Gobierno, y se quedó más o menos como Azaña, pero sin caballos ni morriones.

Azaña era un cero a la izquierda antes y durante la guerra, no tuvo la decencia de dimitir, eso por lo menos le contaba él a Negrín: «Desde noviembre de 1936, (soy) un presidente desposeído. Cuando usted formó gobierno, creí respirar, y que mis opiniones serían oídas, por lo menos. No es así. Tengo que aguantarme...» Esta conversación tuvo lugar porque Negrín deseaba que Azaña firmara 45 sentencias de muerte. Azaña se mostró reacio, le parecían muy injustas, pero las firmó y, claro, siguió en el puesto. Manuel Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, IV, pág. 877.

El mérito más grande e indiscutible de Azaña, cuando mandaba, antes del 36, fue crear las condiciones para que la guerra fuera inevitable, con su sectaria Constitución, sus sectarias leyes, su modo despótico de gobernar y su poco respeto a la misma Constitución que el había creado.

Nos sigue contando el señor Moradiellos que, durante la guerra civil, en el bando republicano hubo un enfrentamiento entre reformistas y republicanos. ¡Por favor! Le quedaría muy agradecido, ¿me puede decir cuando? Nadie dimitió, ni nadie se fue. Nada más que los que escaparon por pies, que cierto que fueron muchos, entre los más distinguidos: José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Pío Baroja, Américo Castro, Claudio Sánchez de Albornoz, &c., &c. y cientos de &c. ¿O no, señor Moradiellos?

El 7 de febrero de 1937, Claridad, periódico del PSOE, lo explicaba muy bien: «Proporciona esta seguridad el conocimiento de la condición moral de tipos como Unamuno, Baroja, Madariaga, &c. Cada uno lleva un traidor dentro. O una complacencia de meretriz, a elegir.»

Azaña también lo explicaba bastante bien: «han desaparecido republicanos (muchos, por desgracia) señalados y hasta eminentes. ¿Por qué? Lo ignoro. Todos se han ido sin mi anuencia, sin mi consejo, y algunos (se los nombré), engañándome... Todos tenían con la República la obligación de servirla hasta última hora, y conmigo la de acompañarme mientras estuviese en pie.» (Manuel Azaña, Memorias políticas y de guerra, Crítica, Barcelona 1978, tomo II, págs. 81-82.)

Marañón aun puntualizaba más, ante una asamblea de intelectuales en Francia que le pedían precisiones sobre la España roja, él así la llamaba:

«No hay que esforzarse mucho, amigos míos; escuchen ustedes este argumento: el 88% del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por que? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda. ¿Comprenden ustedes ahora, queridos amigos?... Están en el extranjero, fugitivos de la España roja: D. Ramón Menéndez Pidal...; D. José Ortega y Gasset...; D. Gregorio Marañón; D. Manuel García Morente, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; Pérez de Ayala...; Hernando catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid... honra de la medicina europea; los doctores José e Isidoro Covisa, igualmente catedráticos de Madrid, afiliados a la política de Azaña; Sánchez Román, gran abogado, profesor de la Universidad de Madrid; Flores de Lemus, catedrático de economía política de la misma universidad; Pittaluga, catedrático de parasitología; Blas Cabrera, ex decano de la Universidad Central...; Xirau, decano de la Universidad de Barcelona; Pi y Suñer, médico catalán de renombre internacional; Puig y Cadafalch, ex presidente de la mancomunidad de Cataluña y uno de los primeros arquitectos; Posada (D. Adolfo), catedrático de derecho político de la Central; Baroja...; Azorín...; Alberto Insúa; Agustín Calvet, director de La Vanguardia de Barcelona...; Carlos Soldevila, el intelectual de Cataluña; Eugenio d'Ors...; José María de Sagarra, el poeta de Barcelona; Pedro Salinas, profesor y poeta; Salvador de Madariaga...; Juan Ramón Jiménez...; Jiménez Díaz, catedrático de la Facultad de medicina de Madrid; Del Río Ortega, compañero de claustro del anterior; Américo Castro, que con Ramón Gómez de la Serna y otros intelectuales, comparte en Buenos Aires las nostalgias de la expatriación; el catedrático de ciencias químicas señor García Banús; el especialista doctor Blanco Soler; otro especialista, el doctor Madinaveitia, catedrático; Antonio Marichalar el joven y fino escritor; D. Rafael Altamira, profesor de historia; D. José Castillejo, catedrático de derecho romano en Madrid; Estelrich, el intelectual joven de la minoría parlamentaria catalana; el doctor Manuel Tapia, especial en la investigación de enfermedades infecciosas; Sebastián Miranda, escultor; Zuazo, el arquitecto; Zaragüeta, el profesor de filosofía experimental; el catedrático arabista D. Miguel Asín Palacios; el doctor Lafora, que no sé si después de su primer intento frustrado habrá conseguido ponerse a salvo... ¿Qué sé yo? Podría seguir llenando cuartillas... entre los incompatibles con la España roja figura un presidente de la república, D. Niceto Alcalá Zamora; un presidente de las Cortes republicanas, D. Santiago Alba; tres presidentes del Consejo de Ministros de la república; D. Joaquín Chapaprieta, D. Ricardo Samper y D. Manuel Portela Valladares; catorce ministros de la república, Viñuales (de Hacienda), Zulueta (de Estado), Maura (de Gobernación), Alvarez Mendizabal (de agricultura), Prieto Bances (de Instrucción Pública), Gabriel Franco (de Hacienda), Feced (de Agricultura), Amós Salvador (de Gobernación), Sánchez Albornoz (de Estado), Ventura Gassol (de Cultura en la Generalidad), Enrique Ramos (de Hacienda), Antonio Lara (de Hacienda y Obras Públicas), ...Lluhí Vallescá (de Trabajo), ... la flor y nata de los ex ministros y personajes de la Lliga Regionalista (Cambó, Ventosa, Rodés, Bertrán y Musitú) se encuentran fuera de la patria... podría doblar la cifra de fugitivos...», Manuel Aznar, «La España de hoy. El gran argumento del doctor Marañón», Diario de la Marina, La Habana, febrero 1937, en Vicente Llorens, El exilio español de 1939, Taurus, Madrid 1976.

Dice Sánchez de Albornoz, distinguido republicano, uno de los supervivientes, que con muy buen criterio había escapado de la quema en un principio: «Azaña era, en verdad, cuando yo lo visité dos años después (mediados del 37) en Valencia, un prisionero». Me dijo: «Mire Albornoz: la guerra está perdida; pero si la ganamos, por milagro, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban.» (M. Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, Ediciones Acervo, 1975, pág. 44-45.)

En la guerra primero no mandó nadie o mandaron todos menos Azaña, no se sabe muy bien, luego mandó, cada vez menos, Largo Caballero, hasta que dió el oro a Salín, luego mandaron los comunistas, y hay de aquel qué se enfrentase a ellos, que se lo cuenten al POUM, a los anarquistas, a los pocos que quedaron, a Largo detenido, y a Prieto en la calle. Los republicanos, ¡mandar! ni lo intentaron, con muy buen y seguro criterio por su parte.

Nos relata la eterna disculpa del apoyo alemán para la derrota de la República, infinitamente superior al soviético. Sin embargo en La guerra civil española (Grijalbo, Barcelona 1976) su admirado H. Tomas, el primero, según el señor Moradiellos, que escribió en serio sobre nuestra guerra, nos dice:

Desde el principio de la guerra unos 1.500 extranjeros luchaban con la República (pág. 399). Septiembre del 36. En España había 550 alemanes y 400 italianos (pág. 453). 14-10-36: los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales (BBII) llegaron a Albacete (págs. 488-492). 19-12-36: llegan a Cádiz los primeros 3.000 «camisas negras» (pág. 620) –dos meses después, evidentemente–. Invierno del 36. Los rebeldes a pesar de que eran menos numerosos y peor armados siempre triunfaban sobre los otros (pág. 445). 1 abril 1939. Ayudas a los nacionales. Los alemanes voluntarios en España fueron 14.000, muchos civiles e instructores. Los italianos fueron 75.000. Total: 89.000 hombres. Ayudas a los republicanos. Los rusos mandaron 42.500 hombres (BBII), 10.000 (médicos, enfermeras, guerrilleros), 2.500 asesores rusos. Total: 55.000 hombres. (pág. 1044).

Las ayudas a la Republica llegaron antes, con mucha más oportunidad, Madrid no cayó, en noviembre del 36, por ello, con lo que hubiese finalizado la guerra. Y la diferencia en número de hombres no fue decisiva. Veamos el material:

18 julio 1936: el Gobierno tenía todas las fabricas de armas. La superioridad del Gobierno en armamento era notoria. Los rebeldes tenían menos de 100 aviones, solo 10 cazas, y el Gobierno 200. El Gobierno tenía 1 acorazado, 3 cruceros, 20 destructores y 12 submarinos, los nacionales tenían 1 acorazado (no era acorazado era el crucero Baleares) en el dique seco, 2 cruceros, 1 destructor, 2 submarinos. De la flota mercante la República tenía los 2/3. El Gobierno tenía la mayor parte de la industria, en Cataluña y el País vasco, controlaba el carbón de Asturias, tenía las fábricas de productos químicos y explosivos. Todas las reservas de oro del banco de España eran del Gobierno. Los 2/3 de los coches eran suyos, tenía la mayoría de camiones, autobuses, locomotoras y vagones. Las áreas de cultivo de cereales eran similares. El Gobierno tenía las mejores tierras de aceite, vino, fruta, arroz y huertas del Mediterráneo. Dominaba el hierro, el estaño, cobre y manganeso lo tenían los nacionales. (págs. 359-360).

20 julio 1936: empieza la ayuda de Francia a la República. 21 julio 1936: Moscú decide apoyar a la República. En ese mes salen aviones de Rusia para España. Este informe procede de las memorias de los pilotos Achmed Amba, I was Stalin's bodyguard, Londres 1952, pág. 27, también lo menciona Clara Campoamor, La revolución española vista por una republicana, París 1937, pág 174. (pág. 368.)

Mussolini se negó en dos ocasiones a enviar ayuda a Franco y solo accedió cuando se enteró que Francia ayudaba a la República. El 30 de julio de 1936 llegan 10 bombarderos Savoia a Marruecos. Diez días después de los aviones a la República y en menor número. (pág. 383)

1 agosto 1936: llegan a Marruecos, por mar, 20 bombarderos y 6 cazas alemanes (pág. 389).

8 agosto 1936: para ese día habían llegado a la República 70 aviones muy modernos mandados por Francia. El primero había llegado el 31 de julio. Los pilotos franceses cobrarían 50.000 pesetas al mes y tenían un seguro de 500.000 pesetas. Además por cada avión derribado cobraban 1.000 pesetas. Pronto hubo pilotos de otras nacionalidades. Un piloto español cobraba 333 pesetas al mes (pág. 396).

Agosto 36: en el Guadarrama la superioridad aérea de los republicanos era abrumadora. Lo mismo que en los demás medios (pág. 350).

En octubre de 1936 empezaron a llegar los tanques rusos, muy superiores a los italianos y alemanes (los italianos y alemanes no eran tanques, ellos mismos les llamaban tanquetas, pues no iban armados con cañón, solo con ametralladora) y los envíos masivos de armamento (pág. 475).

Otoño del 36, 1 septiembre 1936: la superioridad en aviones, debida a las nuevas compras, de la Republica era grande, a pesar de eso, por su mal empleo, nunca llegó a dominar el aire. Todos los partidos republicanos escondían armas, que se restaban al frente, la CNT tenía 5.000 fusiles escondidos. Faltaba comida pero había un descomunal desperdicio en el frente y se mataba todo el ganado que se podía (pág. 433). La ayuda italiana se limitaba al envío de aviones y unos cuantos tanques y otro material de menor cuantía (pág. 452).

A principios de octubre de 1936 llegan a España 100 Aviones y 100 carros rusos y diverso material de guerra, casi todo nuevo, los aviones: chatos y I-16 (Moscas) eran los más rápidos de Europa y todos iban pilotados por rusos. También llegaron los Katiuska bombarderos muy rápidos que no precisaban escolta, más veloces que los cazas nacionales. Todos ellos eran muy superiores a los italianos y alemanes. Los carros rusos de 10 Tm. iban provistos de un cañón de 45mm. y un blindaje muy superior a los enemigos, desprovistos de cañón y con un peso muy inferior (págs. 481-482).

28 noviembre 1936: para entonces Italia había enviado: 50 tanques ligeros, 50 piezas de artillería, 24 cazas Fiat, 19 bombarderos Saboia-81 y algunos de ligeros de reconocimiento. Los aviones rusos eran superiores a los italianos (pág. 616).

Otoño de 1936: el suministro de petróleo (para los nacionales) quedó asegurado por la Texas Oil Company (pág. 451).

6 noviembre 1936: sale de Alemania la Legión Cóndor. Eran unos 100 aviones, con defensa antiaérea y contracarro. También salen 16 carros (sin cañón), en total eran 3.800 hombres y más tarde llegaron a 5.000. Los aviones y los carros eran anticuados, muy inferiores a los rusos (págs. 515-516).

Noviembre de 1936: para entonces Italia había enviado: 50 tanques ligeros (tanquetas), 50 piezas de artillería, 24 cazas Fiat, 19 bombarderos Saboia-81 y algunos de ligeros de reconocimiento (pág. 616).

7 enero 1937: el Mar Cantábrico sale de Nueva York cargado de material de guerra USA, es capturado en el golfo de Vizcaya por el crucero Canarias. Que el Ejército de Franco se armase con material comprado por la República fue muy corriente. Había brigadas enteras dotadas con ametralladoras rusas Maxim» mod. 1910 y fusiles ametralladores «Maxim-Tokarev» capturadas al enemigo. Es más, otras unidades, cuando se los quitaban al enemigo las escondían, para no entregarlas al Servicio de Recuperación, al ser este material muy superior al de dotación en el Ejército de procedencia francesa y al alemán. Todos los carros con cañón de 45 mm. de los nacionales, los únicos que verdaderamente se podían considerar carros, que hubo en la guerra, eran de fabricación rusa capturados a los republicanos (pág. 625).

Febrero de 1937: la República continuaba con superioridad aérea (los chatos eran muy superiores a los cazas italianos y alemanes) y de tanques (pág. 639). Los republicanos tenían unos 100 cañones antitanques rusos de 37mm. que no utilizaban correctamente y para entonces gran parte de su artillería se había agotado por el mal uso, o por haber abandonado las piezas en sus retiradas. Que eran recuperadas inmediatamente por los nacionales (pág. 595).

Mayo de 1937: llegaron a la República enormes cargamentos de material militar procedentes de Rusia (pág. 681).

Junio de 1937: la Republica tenía un ejército poderoso. Gracias a Rusia su equipo era bueno. Tenía 1.680 cañones, tenía un temible cuerpo de tanques, mandados por un general ruso, 125 T-26 y más de 100 blindados. Los nacionales tenían los mismos cañones, los tanques, aunque peores, eran mejor empleados. En el aire la República tenía superioridad técnica y numérica, 450 aviones (200 cazas, 100 bombarderos), la mayoría pilotados por rusos, había perdido 150 aviones desde el principio de la guerra (pág. 731). (18 julio 1936: los nacionales tenían menos de 400 aviones, 150 pilotados por españoles, 100 por alemanes y 120 por italianos. En el verano del 37 les empezaron a llegar aviones más modernos.)

Septiembre de 1937: en Barcelona se descubrieron en el sindicato de la alimentación 8.000 bombas, centenares de fusiles, ametralladoras y millones de cartuchos (Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, tomo IV, págs. 802 y ss.) (pág. 844).

Invierno de 1937: Hitler dijo: «no es deseable una victoria total de Franco. Estamos más interesados en que la guerra se prolongue» (pág. 804).

Primavera de 1938: la República se aprovecha de la apertura de la frontera francesa, durante la primavera del 38. Rusia mandó 300 aviones a través de ella, toda vez que no se atrevía a mandarlos por mar, dada la eficacia del bloqueo nacional. Entre abril y mayo cruzaron la frontera 25.000 Tm. de material de guerra (págs. 883 y 886).

Junio de 1938: los republicanos habían recibido de Rusia numerosos cazas algunos muy modernos como los supermoscas, también 40 cazas canadienses (pág. 892).

1 julio 1938: Alemania e Italia, ante las protestas inglesas, cesaron en la ayuda (pág. 891).

La República se gastó todo el dinero que tenía. Los nacionales no tenían nada y todos sus gastos fueron a crédito, que fue pagado. Lo fiado siempre es más caro que lo pagado al contado. Y refleja la confianza de los proveedores extranjeros en los dos regímenes (pág. 1040 y ss.).

La República gastó 950 millones de dolares en armas. Los nacionales 635 millones de dolares. Las reservas en oro de la República eran unas de las mayores del mundo. La República se gastó casi el doble que Franco, debería de tener, si hubiesen sido honrados, que no lo fueron, el doble de armamento.

Ayudas a los nacionales. Alemanes: Tanques 200. Aviones 600. Italianos: Aviones 660. Tanques (tanquetas sin cañón) 150. Cañones 800. Ametralladoras 10.000. Vehículos a motor 7.660. Otros países, 50 aviones Total: 1260 aviones, 200 tanques, 860 cañones, ametralladoras 10.000, vehículos 7.660.

Ayudas a los republicanos. Rusos 1.000 aviones, 900 tanques, 1.550 cañones, 300 tanquetas, 15.000 ametralladoras, 8.000 vehículos a motor. Otros países, 320 aviones. Total: 1.320 aviones (60 más), 900 tanques (900 más pues los alemanes e italianos eran tanquetas), 1.550 cañones (690 más), 15.000 ametralladoras (5.000 más), 8.000 vehículos (340 más). (pág. 1044).

Queda por anotar el armamento de toda clase, incluidos aviones y tanques, que las diversas Comisiones de Compra de armamento, principalmente socialistas, consiguieron de otros países: USA, México, Polonia, Checoslovaquia, &c., a precios que muchas veces excedían en diez veces su valor real, con gran beneficio para los componentes de esas Comisiones, cada una apadrinada por un prócer socialista (Prieto, Negrín, Zugazagoitia y así hasta el infinito). Sobre el particular ver el libro del historiador Francisco Olaya (anarquista, exiliado, antifranquista donde los haya), erudito en Historia del Movimiento Obrero, El Oro de Negrín, Madre Tierra, 1990. Hay que decir también que los datos de Thomas no son de fiar.

La República también empezó la guerra con ventaja en el aire, se la dio los envíos masivos de aviones rusos en invierno de 1936, en el 37 se desequilibró la balanza con los nuevos modelos alemanes e italianos y el mejor empleo que les daban los nacionales. Los nacionales tuvieron 1.300, los rojos 1.500 a lo largo de la guerra.

El ejército de Franco estaba mejor organizado, tenía unidad de mando, el republicano no, las tropas eran más disciplinadas, la disposición logística era excelente, las reservas se manejaban con facilidad, los oficiales provisionales eran mejores que los de los republicanos por su superior formación. La ayuda de los aviones alemanes para el paso del estrecho fue importante aunque no fundamental, ya antes lo habían pasado tropas y tarde o temprano como consecuencia de la ineficacia de la Flota republicana se hubiese pasado. La llegada en noviembre de las BBII fueron esenciales para salvar Madrid. Las ametralladoras rusas eran muy superiores a la Hotchkiss francesas de dotación en el Ejército español.

La política alemana hasta el pacto de Munich había sido no mandar suficiente material para que Franco ganase la guerra, pues tenían miedo que nuestra guerra se convirtiese en europea, la de Stalin fue similar. Por eso la guerra duró tanto. Mussolini no pensaba así, pero sus 50.000 soldados no eran suficientes para ganar la guerra.

La guerra la perdió la Republica por lo que anteriormente nos expone H. Thomas y además por lo que sus protagonistas nos cuentan:

Largo Caballero, Jefe del Gobierno de la República hasta el 18 de mayo de 1937: «La aviación la dirigía un jefe ruso, aunque oficialmente había un español. La República pagaba... y los rusos se creían en el deber... de cumplir o no las ordenes del envío de aviación a cualquiera de los frentes. El Estado Mayor ordenaba el envío de aviación porque iban a realizarse unas ofensivas o era necesaria para contener al enemigo en su avance; Prieto se lo comunicaba al Jefe oficial de la aviación, este al jefe ruso, y se daban infinidad de casos en que tal fuerza no acudía...» Mis recuerdos, pág. 206.

«La producción de carbón en Aragón había bajado un 90% de la normal.» Manuel Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, tomo III, pág. 426, tomo IV, pág. 614.

Diego Abad de Santillán, líder anarquista: «Mientras en el frente de Aragón sólo teníamos 30.000 fusiles, en retaguardia... había alrededor de 60.000, con más munición que en el frente», Por qué perdimos la guerra, Plaza y Janés, Barcelona 1977, pág. 68.

Una nota rusa, posterior a la caída de Málaga, decía: «La superioridad de la fuerzas republicanas, tanto en cantidad como calidad, es evidente. También es evidente la posibilidad de realizar operaciones con fines decisivos. A pesar de todo, la iniciativa en la acción se halla todo el tiempo en manos del enemigo, él es el que impone la voluntad al mando republicano y no viceversa», FPI, AFLC XXIII, pág. 681, 28.

En la zona roja aumentó la cosecha de trigo, la mala distribución del mismo dio lugar a la escasez de comida en todas las ciudades menos en Valencia (H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 607).

Tanto en aportaciones materiales (armas pesadas y ligeras, carros de combate, aviones, artillería, ametralladoras) como en colaboración de especialistas y de voluntarios la contribución exterior fue equivalente para uno y otro bando. Los especialistas alemanes contrapesaban casi exactamente a los soviéticos. Las brigadas internacionales, llegaron en número semejante a las divisiones italianas de choque, pero además llegaron antes y lucharon con mayor eficacia militar.

Los aviones y los carros soviéticos y franceses que compró la República eran modernísimos aunque el Ejercito Popular los cuidó mucho peor que las tropas de Franco. Jamás faltaron medios al Ejercito Popular; No hubo, del principio a final de la guerra, penuria por parte de la República. Lo que si hubo fue mala administración, deficiente logística.

Y terminamos con Thomas. Sobre material de unos y otros es imprescindible leer a Artemio Mortera, colaborador habitual de Asturias Liberal. Se lo recomiendo encarecidamente al señor Moradiellos, aunque sin ninguna esperanza de que lo convenza. Lo colocará al lado de Arrarás y solucionado. A seguir.

Y sigue Enrique Moradiellos con Pío Moa. Nos cuenta que, a partir de él, ya hay buenos y malos. Gran alegría me da. Antes solo había malos, naturalmente, los nacionales.

Ejemplo claro: estamos muy enterados de los fusilados en Valdedios, concejo de Villaviciosa, Asturias, por los fascistas, naturalmente. Excavaron y encontraron, si no me falla la memoria, alrededor de diez cadáveres. Los más entusiastas semi-memoristas históricos, digo semi porque solo se acuerdan de la mitad de las barbaridades, aseguran que eran 31 los muertos, creámosles. Se olvidan de decir que el verano de 1936, en el mismo concejo, donde no había habido un solo tiro, ni el menor atisbo de levantamiento, los marxistas fusilaron, mucho antes que a los de Valdedios, a 42, que si no me fallan las cuentas son 11 más. Ver esquela publicada en La Nueva España (12 diciembre 1937).

Otrosi: el nueve de de septiembre de 2004 han puesto una placa en Cangas del Narcea, a los salvajemente fusilados por los fascistas, naturalmente, en 1936. Es fácil que se les haya olvidado, sin darse cuenta, poner los nombres de las enfermeras salvajemente torturadas, violadas por los marxistas y posteriormente fusiladas por mujeres voluntarias en la misma zona y mismo año.

«El día 2 de octubre de 1936, en un ataque realizado por la fuerzas marxistas contra una posición nacional en el puerto de Somiedo... fueron hechas prisioneras las enfermeras del Ejército Nacional doña Olga Pérez Núñez, doña Octavia Iglesias Blanco y doña Pilar Gullón Iturriaga, vecinas las dos primeras de Astorga y la tercera de Madrid; el comandante Genaro Arias Herrero, alias 'el Patas', jefe del sector, las condenó a muerte, sin formación de procedimiento alguno... diciendo a los milicianos que aquella noche podían quedarse con las enfermeras y hacer con ellas lo que mejor les pareciera; en la misma noche fueron violadas, por los milicianos en una casa del pueblo; para evitar que sus gritos se oyeran desde el exterior, estuvieron toda la noche paseando por los alrededores de la casa una carreta del país con cuyo chirrido de ruedas ahogaron sus gritos; al día siguiente, de madrugada, fueron asesinadas a tiros por unas mujeres voluntarias...» Informe del Aux. Letrado de la Causa General de Oviedo, Archivo Histórico Nacional, leg.1.338(2).

Hay en Astorga una pequeña calle dedicada a su memoria: «Las mártires de Somiedo.»

Nos dice también que: «No, no puede considerarse la insurrección de octubre como prólogo de la guerra civil. Fue sin más una huelga general revolucionaria en Asturias y secesionista en Cataluña.»

Sabe el señor Moradiellos mejor que nadie, que lo que dice no es cierto, ¿que le voy a enseñar yo a él? Sabe que hubo levantamiento en toda España, con muertos en más de la mitad de nuestras provincias. Fracasó en el resto porque los anarquistas solo apoyaron al PSOE en Asturias.

El 2 de octubre de 1934, a las nueve de la mañana, se reunían Vidiarte, De Francisco y Largo, quien quería saber si todo estaba en regla para el alzamiento. «Hacía unos quince días que habíamos terminado de comunicar sus instrucciones a todas las comisiones de provincias y capitales importantes» (Vidiarte, El bienio negro, págs. 223-234.) No parece que el asunto se limitase solo a Asturias y Cataluña, ¿verdad, señor Moradiellos?

6 octubre 1934: refiriéndose a la emisora instalada en Turón: «Las informaciones ofrecidas adolecían de un optimismo inmoderado, como estas Noticias oficiales de la revolución: «MADRID: Las fuerzas revolucionarias sostienen acordonada la población. Solo en el centro de ella las fuerzas gubernamentales se sostienen con gran decaimiento de ánimo. CATALUÑA: El Presidente de la Generalidad pronuncia un discurso en el que, después de dar cuenta que son dueños de Cataluña, dice que fue apresado el general Batet. VALENCIA: Los revolucionarios se adueñaron de la ciudad... donde ya patrullan servicios de la Guardia Roja. ZARAGOZA: El triunfo revolucionario en la capital... Las fuerzas del Ejercito Rojo patrullan por las calles... BADAJOZ: Las fuerzas revolucionarias... BILBAO: Los revolucionarios son dueños...» Alcalá Zamora, Memorias, pág. 527.

5 octubre 1934: el golpe fue generalizado en todo el país, aunque con diversos grados de intensidad. La Nueva España, Diccionario histórico de Asturias, págs. 837-838. Lo dice hasta don David Ruiz, lo claro que estará.

En cuanto a que la guerra civil fue una continuación del 34, es pena que sus protagonistas, los socialistas, opinen bien distinto que el señor Moradiellos, sobre si era guerra civil o no. Y ya desde muy antes del 34, prácticamente con la Republica en rodaje. Veamos:

23 noviembre 1931: Largo, Ministro de Trabajo, ante la posibilidad de que las Cortes se disolviesen por no tener mayoría: «Ese intento sólo sería la señal para que el PSOE y la UGT lo considerasen como una provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar la posibilidad... nos obligaría a ir a una guerra civil» (Acta de sesiones del Parlamento, El Debate, 24-11-31, Madrid).

Febrero de 1933: «si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución... tendremos que conquistarlo de otra manera», Largo Caballero, Escritos de la República, Pablo Iglesias, Madrid 1985, págs. 34-35. Me temo que no quería jugárselo a los chinos, no era hombre de taberna.

Declaraba Largo, en la célebre escuela de Torrelodones, estaba gobernando: «Antes de la República creí que no era posible realizar una obra socialista en la democracia burguesa. Después de veintitantos meses en el gobierno... si tenía alguna duda sobre ello, ha desaparecido. Es imposible», Fundación Pablo Iglesias, XIII Congreso del PSOE, pág. 452, El Socialista, 16-8-33.

8 noviembre 1933. Largo decía en la campaña electoral: «La lucha ha quedado planteada entre marxistas y antimarxistas... Estamos en plena guerra civil... Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar», Largo, Discursos a los trabajadores, pág. 109.

23 noviembre 1933. El Socialista reafirmaba: «No somos un partido exclusivamente parlamentario... cada votante socialista es un soldado de la revolución, un combatiente... ¿Son asimismo fuerzas combatientes las que están detrás de las derechas?» Pues lo eran, mire por donde...

25 noviembre 1933. Largo dice: «soy de los que creen que la revolución social no se hace con una huelga pacífica, sino que se hace con un movimiento de violencia, sencillamente superior a la resistencia (esto parece una guerra civil, ¿o no señor Moradiellos?) que puedan poner los poderes constituidos». Dice Prieto: «estima que cuanto más tiempo pase será mucho más difícil realizar la acción y confiar en el triunfo». F. Largo Caballero, Escritos de la República, Editorial Pablo Iglesias, Madrid 1985, págs. 60-61 y 79.

6 abril 1934. «Si había que tomar el poder de forma insurreccional era preciso acopiar armas y encuadrar a militantes dispuestos a usarlas. Largo expresó ante el congreso de las Juventudes la necesidad de crear 'un ejército revolucionario (parece que los ejércitos son pera la guerra) con hombres que hagan promesa de obediencia y les atribuyó la principal responsabilidad en la creación de milicias armadas». S. Juliá, Los socialistas en la política española, 1879-1982, Santillana, Madrid, pág. 206.

28 septiember 1934. El Socialista: «Abandonen sus esperanzas los hombres que aún fían la solución del gran problema político español a las normas de convivencia, tal como las entienden los demócratas burgueses... Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica... En periodo revolucionario no hay país que no esté en guerra. Bendita la guerra contra los causantes de la ruina de España.»

18 octubre 1934. Vencida la revolución decía en Mieres Belarmino Tomás: «La lucha... no ha terminado ni podrá terminar en tanto que los obreros y campesinos no sean dueños absolutos del poder». Varios autores, Octubre 1934, Urria Ipes, Bilbao 1985, pág. 103.

Libro Guerra y Revolución en España, 1936-1939, editado en Moscú por una comisión presidida por La Pasionaria: «Sin haber pasado por la prueba de fuego de los combates de Octubre de 1934, las masas obreras y populares no hubiesen estado en condiciones de realizar la epopeya de la guerra nacional-revolucionaria de 1936-1939.» Parece que los comunistas, y no solo los socialistas, también creían que era una prolongación.

30 abril 1935. Hernández Zancajo, jefe de las juventudes Socialista, en Octubre, segunda etapa, dice: «Hoy ya es una necesidad reconocida... las Juventudes Socialistas... invocan el apoyo de la Unión Soviética para la conquista del Poder por medio de la insurrección armada.»

1 octubre 1935, Largo: «Nuestro partido es ideológicamente, tácticamente, un partido revolucionario... ¿Vamos a decir... que los rusos no hicieron lo que tenían que hacer?» Discursos a los trabajadores, pág. 94 y ss. Los rusos habían hecho una guerra civil.

12 enero 1936, Largo en el cine Europa decía: «un recuerdo para todas las víctimas ocasionadas por la represión brutal de octubre... Nuestra aspiración es la conquista del poder... ¿Procedimiento? ¡El que podamos emplear!», El Socialista, 13 enero 1936. ¿Otra vez a los chinos? ¡No!

14, 23 y 28 de enero de 1936, El Sol. Largo, campaña electoral: «Si triunfan las derechas... tendremos que ir forzosamente a la guerra civil declarada. No se hagan ilusiones las derechas ni digan que son amenazas; son advertencias. Ya saben que nosotros no decimos las cosas por decirlas... Lo decimos porque llevamos dentro del corazón y del cerebro el propósito de hacerlo.»

16 febrero 1936. Cuenta Portela que el azañista Amós Salvador, de natural afable y moderado, le había visitado, «para anunciarme con frialdad espantable que las izquierdas estaban dispuestas a ir al Frente Popular para empeñar lucha a muerte con las derechas: si estos vencen, que nos exterminen –me dijo para concluir–; y si nosotros vencemos, los exterminaremos a ellos», M. Portela, Memorias, pág. 164. Como se ve los azañistas no eran más moderados que el resto del Frente Popular.

2 abril 1936. Claridad, órgano del PSOE, daba la consigna de formar milicias en todos los pueblos par «hacer el desarme a fondo de los enemigos del proletariado y de la República», y para ejercer «firme presión... sobre el Gobierno. ¿Por qué no? En el asunto de las milicias, como en el de la amnistía, como en el de la Reforma Agraria, acabará por inclinarse ante el certero instinto de las masas proletarias... La República no tiene más defensa real que el pueblo... Y a ese pueblo hay que organizarlo militarmente.»

5 mayo 1936. Plaza de toros de Madrid, Largo nos decía: «La clase obrera marcha a la dictadura del proletariado a pasos de gigante... no ha nacido ningún régimen sin que haya habido derramamiento de sangre y violencia», Salvador de Madariaga, Españoles de mi tiempo, Planeta, Barcelona 1974, pág. 100.

16 julio 1936. Largo Caballero decía en su periódico Claridad: «La lógica histórica aconseja... soluciones más drásticas... Pues sea la guerra civil a fondo... Todo menos el retorno de las derechas...», S. Payne, La primera democracia española, pág. 399. Para su alegría la guerra empezó al día siguiente.

6 febrero 1933: «Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución... tendremos que conquistarlo de otra manera», Largo Caballero, Escritos de la República, Pablo Iglesias, Madrid 1985, págs. 34-35.

Largo Caballero había dicho en campaña (1936), que si ganaban las derechas él «procedería a declarar la guerra civil», H. Thomas, La guerra civil española, pág. 179.

Pienso que el señor Moradiellos o no lo tiene muy claro o está engañado o, no lo quiero ni creer, nos quiere engañar. Me temo que cada vez lo tiene más crudo, como muy bien dice mi hijo pequeño.

 

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