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El Catoblepas, número 32, octubre 2004
  El Catoblepasnúmero 32 • octubre 2004 • página 24
Libros

José María Aznar,
el héroe de nuestro tiempo

Felipe Giménez Pérez

A propósito del libro de José María Aznar, Ocho años de Gobierno,
una versión personal de España,
Planeta, Barcelona 2004, 277 págs.

1. Introducción

Todo el mundo conoce a don José María Aznar. Los que somos españoles lo conocemos. Ha sido presidente del Gobierno del Reino de España desde 1996 a 2004. Las opiniones sobre su gestión, ideología y persona son muy variadas y encontradas. Conviene siempre buscar la verdad y encontrarla y mucho más en cuestiones políticas que afectan al ser o al no ser de nuestra patria. A nuestro entender, nuestro país, España, vive ahora una gravísima crisis constitucional o política. No podemos adoptar una posición desinteresada en torno a las cuestiones políticas nunca y ahora menos que nunca por la gravedad de los acontecimientos que han tenido lugar en los últimos años en España. Es hora de luchar por la verdad y contra la propaganda que determinados medios de comunicación de masas difunden machaconamente día y noche intentando echar cal viva sobre todos los discrepantes. Por eso entiendo que es importante comentar el libro de Aznar titulado Ocho años de Gobierno, una visión personal de España, Editorial Planeta, Barcelona 2004, 277 páginas.

Es un libro simple este de Aznar, de filosofía política popular o de ideología política popular. Es muy sencillo en su exposición. No vamos a encontrar en tal libro grandes lecciones de filosofía política o de derecho constitucional. No vamos a encontrar algo inaudito. Es un breviario político-ideológico. Se trata de una oportuna intervención personal y política de Aznar frente a las calumnias de los resentidos progresistas. En un país en el que la mayor parte de los medios de comunicación denigran a España y son o progresistas o secesionistas, antiamericanos y judeófobos, la verdad es que resulta harto difícil que se abra paso la verdad. La enemistad hacia el PP y hacia Aznar ha sido algo descomunal. El libro es pues la doxografía que Aznar realiza sobre Aznar. «De forma que me ha parecido oportuno recopilar algunas notas de urgencia que plasmen mis opiniones sobre algunos asuntos que me han ocupado y que ocuparán la vida de los españoles durante los próximos años.» (pág. 9)

En primer lugar, Aznar se autodefine como liberal: «Siempre he sido un liberal, y sigo siéndolo. Un liberal conservador, pero sustancialmente un liberal. En la tarea política, eso se refleja en una actitud personal, en una actitud ante los demás y ante la vida general y también en un conjunto de principios generales, políticos, sociales y económicos en los que creo» (11). Da por supuesto que el lector conoce perfectamente qué cosa sea el liberalismo. Veremos sin embargo, que Aznar es un liberal, conservador y de orden. No es un liberal como Von Mises o Von Hayek o más recientemente Hans Hermann Hoppe, un anarcoliberal capitalista de una de cuyas obras recientes tuvimos hace algún tiempo que ocuparnos haciendo una recensión crítica. Podemos decir que la doctrina o ideología política de Aznar se podría resumir en los siguientes principios: 1. Defensa de la unidad de España según la Constitución de 1978, 2. Defensa de los derechos y libertades individuales, 3. Defensa de la economía de libre mercado capitalista y 4. Defensa de los valores tradicionales.

Aznar sostiene que «la democracia es la forma más perfecta de la organización de la libertad» (11). Ahí une libertad con democracia. La democracia necesita la libertad y la libertad necesita a la democracia. La unión se realiza por medio del ideológico concepto de «Estado de derecho», ideológico por confusionario, puesto que nada significa, pues todo Estado es ya precisamente Estado de Derecho.

Otro valor fundamental es la tolerancia. «Hay que respetar siempre las opiniones ajenas» (12). No estamos de acuerdo con esta afirmación. Las opiniones son algo que debe ser trascendido. La doxa no vale nada. No hay respeto que valga hacia las opiniones y mucho menos hacia las que son absurdas. Aznar sin embargo, corrige a continuación y afirma que lo peor es confundir la tolerancia con el nihilismo y el relativismo moral y político en el que todo vale. «El mayor riesgo para las sociedades libres y tolerantes es justamente que no existan valores, ni principios, ni convicciones» (12). Porque, «si no existen esas ideas y esas convicciones, pronto acabamos en el nihilismo, que es ese estado en el que no se puede afirmar ni conocer nada porque la realidad no existe, como tampoco existe la posibilidad del conocimiento, ni la posibilidad de convencer a quien no está de acuerdo contigo de que tienes elementos suficientes para afirmar lo que estás diciendo» (13).

Todo esto descansa en el falsacionismo de Sir Carlos Raimundo Popper (1902-1994). «En una sociedad libre nadie puede impedir a los demás que hagan una hipótesis sobre la realidad y comprueben su eficacia.» Las teorías científicas formuladas como enunciados universales son inverificables, todo lo más son confirmables. Un millón de casos a favor no dan por verdadera la hipótesis, en cambio un solo caso en contra falsa la hipótesis. Aznar no se da cuenta de que entonces, él mismo ha gobernado con hipótesis falsas y falsadas por la experiencia. Más bien, se diría que dentro del teoreticismo que profesa, más bien ha obrado en política con una suerte de falsacionismo complejo a lo Lakatos o con un paradigma inverificable e infalsable por decisión metodológica de su comunidad política. Si Aznar hubiera seguido el criterio de falsación de Popper, no hubiera podido gobernar en absoluto. El liberalismo es infalsable. No prohibe en absoluto nada. Es compatible con cualquier mundo posible. Ahora bien, si es cierto que el teoreticismo maneja una concepción de la verdad como coherencia, entonces, Aznar ha tenido una cierta conducta coherente y una cierta política coherente, lo que desde el teoricismo liberal podría ser una seña de verdad de su política.

2. La capa conjuntiva

En este libro Aznar va exponiendo su política y su doctrina en una serie de temas populares, de política elemental, básica. Por ejemplo, para empezar, ya en la capa conjuntiva del cuerpo político, Aznar afirma que hay que proteger la familia. La familia en España es la que evita que los parados busquen trabajo o hace de colchón para amortiguar las indeseables consecuencias del paro y las pésimas condiciones laborales existentes en España. «No se sabe qué habría pasado sin la familia cuando, como ocurría a mediados de los años noventa, casi el 25 por ciento de la población activa estaba en paro.» La estructura familiar debe seguir adelante. Atrás quedó la majadería marxista o progresista de que había que suprimir la familia. Ya Aristóteles le criticó a Platón estas tonterías de pretender liquidar la familia. La familia ni es conservadora ni liberal ni progresista. Sencillamente es.

Respecto a la educación, al sistema educativo, heredado del PSOE, repara Aznar en la situación desastrosa de la enseñanza en España. El progresismo había devastado la enseñanza en España. Habían creado millones de analfabetos funcionales. Había llegado el momento de desfacer los entuertos progresistas cometidos en el ámbito de la enseñanza. «Habíamos detectado un déficit de conocimientos en algunas materias básicas que era importante subsanar porque el Estado, en cuanto a la enseñanza, tiene que garantizar que todos los alumnos salen de la escuela o del instituto con un mínimo de conocimientos comunes. En realidad, para eso se había universalizado la enseñanza.» Sin embargo, el PP, Aznar, dejaron la enseñanza como estaba. No se atrevían contra las mafias de la sociedad de las familias, progresistas de instituto, inspectores con el carnet del PSOE en la boca y las corruptas burocracias sindicales. El PP, tragó, hizo una tibia reforma con la LOCE y ahora el PSOE tiene que retocarla un poco solamente para retornar al lodazal logsiano. Por lo menos la filosofía ha recuperado algo de importancia en comparación con los enemigos de la filosofía en España: los progresistas. A propósito de esto último, de la filosofía, me gustaría señalar que no hay conexión alguna de la filosofía con el socialismo, sino más bien con el capitalismo y esto lo demuestra a las claras el PP y Aznar. Además, ¿Por qué habría de ser indeseable la desigualdad? Si a esto añadimos el caos reinante merced a los 17 sistemas educativos autónomos españoles, comprobaremos que Aznar ha permitido el desgobierno. Si el PP volviera al poder, debiera aprender de los errores cometidos derogando toda la legislación del PSOE en materia de enseñanza. Aznar se da cuenta sin embargo del desgobierno, de la indisciplina y del analfabetismo funcional de los alumnos, de la desgana del profesorado, del socialismo del aprobado general. En fin, la educación es una asignatura pendiente para el retorno del PP al poder.

En la capa conjuntiva, Aznar ha pretendido reforzar las instituciones democrático-parlamentarias. El PP es el partido del sistema, del régimen de 1978. El PSOE es el partido de la irresponsabilidad y de la demagogia. Cuando hablamos del régimen actual y realmente existente hoy hablamos de su partido, el único partido que lo sostiene: el PP. Este es el problema de la crisis constitucional por la que atravesamos ahora en España. Aznar es un estadista serio. Se da cuenta de la necesidad de que el régimen dure mucho. Esa es la eutaxia. Si el núcleo de la acción política como afirma Bueno es la eutaxia, Aznar intencionalmente ha buscado la eutaxia política de España con su defensa de la Constitución de 1978. No se ha dado cuenta de que tal Constitución desnacionaliza España y la conduce al caos político. El sistema constitucional fomenta el secesionismo y debilita al Estado. Aznar todavía cree que es viable y que con tan malas herramientas puede servir a la tranquilidad pública.

Lo que más me gusta de Aznar es su reivindicación de España sin complejos por lo menos en su caso. Otra cosa son las infames conductas de algunos seguidores suyos del PP, algunos ministros de sus gobiernos. «Yo nunca he visto a España como un problema. He visto a españoles problemáticos, que es algo distinto. Pero España como problema, nunca. Lo peor de la leyenda negra que se inventaron sobre nosotros no es su popularidad fuera de España. Esas leyendas siempre tienen éxito cuando un país se convierte en una potencia hegemónica. Pero los demás países no suelen creérsela. Nosotros nos la creímos» (35). Parece que no concibe a España como un problema ni a Europa como la solución como afirmaba Ortega y Gasset. Eso es un elemento positivo en un régimen político en el que la mayoría de los políticos españoles odian a España.

Los progres son los enemigos del Estado, de España, del pueblo, de la tranquilidad pública. Sólo pueden ofrecerle al pueblo palabras. Eso es la demagogia. Aznar sabe todo esto: «Estoy convencido de que se ha producido un retroceso. Una parte de la izquierda española carece de un comportamiento homologable al que tiene la izquierda en otros países. Y es que en el fondo la izquierda española sigue pensando que los demás, todos los que no comparten su misma posición, están desautorizados para gobernar» (157). Con estos malandrines progresistas no hay nada que hacer. Como dice Antonio Sánchez en el número 32 de El Catoblepas, están confabulados con los separatistas contra España. Yo voy más lejos aún: Son la Anti España. Lo malo del PSOE es que no tiene principios, ni ideología, sólo intereses grupales. El PSOE se ha convertido en un partido antisistema y antiEspaña y pretende crear otro régimen político. «Por eso es especialmente triste y dañino que justo en este momento, la oposición, por falta de convicciones o por oportunismo político, quiera poner en tela de juicio los elementos básicos que han permitido este progreso. Dentro del Partido Socialista se hacen declaraciones contradictorias, no se hacen propuestas positivas y cuando se hace explícito algo, no hacen falta muchos esfuerzos para comprender que ése justamente es el camino que no hay que seguir. Porque lo que están proponiendo es, ni más ni menos, que un cambio de régimen. Eso significa que el principal problema que tienen ahora mismo se llama Partido Socialista Obrero Español» (236).

3. La capa basal

Respecto a la capa basal del cuerpo político de España, yo creo que el gran éxito del PP es el desarrollo de las fuerzas productivas. Se trata de liberar a esas fuerzas económicas de las trabas del proteccionismo y del intervencionismo. El capitalismo en España ha mostrado muchas de sus virtualidades. Los liberales pueden estar muy contentos. España es un país capitalista aunque le duela a los social-comunistas. «Hasta hace muy poco tiempo, en España la economía de mercado tenía mala prensa» (22). Son los rescoldos del comunismo, de la revolución que conviene apagar, porque desde luego no hay ninguna racionalidad en esas ideologías absurdas y falsas. Apartaos de las necias ideologías habría que atreverse a decir.

La receta liberal aplicada por Aznar ha sido la liberalización económica, suprimir intervenciones, privatizar empresas públicas, contener el gasto público, reducción de la inflación, de los tipos de interés, reducción del déficit público, bajada de impuestos. «Las medidas de austeridad, de liberalizaciones y de privatizaciones nos permitieron emprender una política fiscal nueva en España. Se resume en una expresión muy sencilla: bajar los impuestos» (111). El liberalismo resultó beneficioso para España y aumentó el bienestar del pueblo. Hay que mantener y aumentar la eutaxia política: «El Estado moderno tiene que asegurar un determinado grado de bienestar y de oportunidades para todos: entre otros deberes, tiene que garantizar el acceso a la Sanidad, el pago de las pensiones, una educación de calidad» (124). La política económica del PP ha rebajado las cifras del paro en España. Es mejor combatir el desempleo rebajando las cifras de parados que entregando generosas subvenciones al paro, la sopa boba del Estado del Bienestar.

El liberalismo de Aznar es pues compatible con el Estado del Bienestar. Está por ello comprometido con la idea de la igualdad de oportunidades. Se trata de comenzar todos en iguales posiciones para acabar en desiguales posiciones. «Un gobierno debe garantizar la igualdad de oportunidades y la solidaridad, e impulsar la modernización del país. A lo largo de estos años, hemos defendido que todas las personas deben tener iguales oportunidades en todo el país» (138-139). De todos modos, ¿por qué habría de ser mala necesariamente la desigualdad? ¿Acaso no es cierto el principio que afirma que los hombres responden a incentivos? A los pobres les conviene una cierta desigualdad preferiblemente a una igualdad en la que vivirían peor, además de que todos los demás vivirían peor. Se vive mejor en la desigualdad que en la igualdad. Esto sólo lo discuten los fanáticos criptocomunistas o progresistas, los residuos de las izquierdas comunista y socialista pasados por la posmodernidad.

4. La capa cortical

Como no se podía derribar al Gobierno del señor Aznar por las elecciones, hubo que montar el golpe de Estado islamista-progresista del 11-14 de marzo de 2004. Hubo que liquidar a 192 personas para conseguir que el PP perdiera las elecciones del 14 de marzo de 2004.

Lo más polémico de la actuación política de Aznar como Presidente del Gobierno de nuestra Patria, España, fue su política exterior, su gestión realizada en el seno de la capa cortical del cuerpo político estatal. Aznar se dio cuenta de que la alianza con los EE. UU. era sumamente útil para los intereses de España. En un país con 48 millones de ciudadanos hablando español no puede haber sentimientos antiespañoles en principio. En cambio, Francia, de la que sólo nos han venido desgracias, no ha sido nunca un aliado fiable, máxime cuando es el patrón de Marruecos, secular enemigo de España. España tiene mucho más que ver con EE. UU. y con Iberoamérica que con Francia-Alemania y la UE. En las postrimerías del siglo XX el proyecto nazi formulado en Mein Kampf por Hitler estaba a punto de cumplirse: Una Europa unida bajo la égida Alemana y protegida por la force de frappe francesa. El enano político y gigante económico a la vez en palabras de Willy Brandt estaba a punto de convertirse en gigante político y gigante económico simultáneamente merced a la alianza con Francia. España es un país atlántico, una potencia marítima más que terrestre y sus intereses divergen notablemente de estas potencias de la UE, que consideran Europa como de su exclusiva propiedad.

El 11 de septiembre de 2001 comenzó una nueva época en la Historia Mundial. La agresión islámica frente a Occidente tomaba cuerpo en el asesinato de 3.500 personas en EE. UU. «En aquellos primeros momentos, el 11 de septiembre, hubo una gran confusión. Pero una vez se supo que era un ataque terrorista y se comprendió su magnitud, fue evidente que había empezado una historia nueva» (144). EE. UU. emprendió dos campañas militares victoriosas: la primera en Afganistán y la segunda en Irak, ambas apoyadas por el gobierno de Aznar. Valiente por enfrentarse con el antinorteamericanismo enfermizo de los progres: «Se escuchan muchos argumentos antinorteamericanos. El primero se basa en una percepción evidente. Quien tiene la responsabilidad de gobernar no es popular» (147). Aznar inteligentemente apostó por los EE. UU., el único imperio realmente existente, frente a Francia, Alemania, Rusia y China en alianza con el Islam. El interés de España como Estado está dirigido a Hispanoamérica y frente al Islam y frente al hegemonismo franco-alemán. «Siempre he creído en el vínculo atlántico y en el atlantismo. En esto coincidía plenamente con la política de Gran Bretaña, cuyo interés atlántico es aún mayor que el nuestro» (153).

Los demagogos progresistas intentaron derrocar al legítimo gobierno de España mediante la agitación callejera. Fueron atacadas más de 300 sedes del PP por iniciativa del PSOE e IU, su satélite o acólito. Estos ataques fueron premeditados. «A ello se añade que hubo numerosos fenómenos de violencia. Todos los días se producían ataques a las sedes del Partido Popular, agresiones personales a la gente del partido y a los miembros del Gobierno. Era una mezcla de presión callejera y de agresión, y salió a relucir un rostro de una parte del país muy agresivo, muy turbio y capaz de poner en cuestión las cosas más fundamentales, las de principio. Tampoco en esto la condena por parte de la oposición fue tan rotunda como habría sido de desear» (158). Se trataba de aterrorizar al PP, igual que los asesinatos cometidos por socialistas en 1934 y 1936 tenían una clara finalidad política. Ahora no se llegó tan lejos, pero el PSOE demostró a las claras que no tolera que el PP gobierne. Se le hace insoportable que los conservadores y liberales gobiernen. Democracia es que gobierne el PSOE. La actitud del PSOE durante la guerra de Irak fue de traición a España, no sólo al gobierno del PP. «Estoy convencido que se ha producido un retroceso. Una parte de la izquierda española carece de un comportamiento homologable al que tiene la izquierda en otros país. Y es que, en el fondo, la izquierda española sigue pensando que los demás, todos los que no comparten su misma posición, están desautorizados para gobernar» (157). Por eso vale todo. Todo es lícito para conseguir el poder a toda costa. «Aquí, en contra de lo que ocurrió en los demás países europeos, lo que se cuestionó fue la legitimidad del Gobierno, la legitimidad de un gobierno democrático para dirigir el país» (157). El PSOE tiene una larga tradición antidemocrática: 1917, 1934, 1981 y 2004. No hay que hacerse muchas ilusiones con ellos. Después de leer a Pío Moa no hay por dónde cogerlos. El PSOE sigue identificándose con el PSOE de 1934 y de 1936. Quieren ganar la guerra civil ahora, creyendo que la situación actual es más favorable para ellos que en 1934 y 1936. Son muy malos perdedores. Tienen muy mal perder.

La gran apuesta estratégica de Aznar por la cual puede ser considerado un gran estadista es los EE. UU. «Nuestra relación con Estados Unidos nos ayuda en varios aspectos. Estados Unidos es hoy día la garantía de la seguridad en el mundo. No existe alternativa a esa garantía. Jugar a elaborar posiciones distintas es una frivolidad para España y para Europa. Si se garantiza la seguridad, se garantizan también los principios básicos en los que se sustenta esa seguridad, que son las libertades que proporcionan los sistemas democráticos. Una cosa va con la otra. La seguridad se basa en el establecimiento y la estabilidad de sociedades abiertas y regímenes democráticos. El mundo sería un lugar mucho más peligroso si no mantuviéramos una buena relación con Estados Unidos» (164). Por primera vez en muchos años, España no dependía de Francia y Alemania. Eso no se lo perdonó la progresía afrancesada española a Aznar. ZP ha vuelto a la sumisión incondicional a Francia a cambio de nada. He ahí el nihilismo político del PSOE. Si a esto se une su islamofilia, la cosa no puede ser más desoladora.

Además, se estableció una alianza con otro país católico y enfrentado a las grandes potencias continentales europeas que son Alemania y Rusia, se trataba de la católica Polonia. Dos países que tenían que soportar al Eje Franco-alemán. Dos países con intereses comunes.

En la crisis de la Isla de Perejil se vió claramente que Francia apoyaba a Marruecos y que los EE. UU. a España. Estas cosas conviene recordárselas a los pacifistas, muñecos del PSOE, así como a sus titiriteros intelectuales a su servicio y en su nómina. «Pero la decisión de intervenir en Perejil si era necesario estaba tomada desde el primer momento» (167). El mundo islámico considera la contemporización como síntoma de debilidad, de impotencia. Así debieron considerar la visita de ZP en clara deslealtad frente a España cuando España y Marruecos pasaban por unas malas relaciones diplomáticas. Es sintomático respecto a nuestra debilidad lo siguiente: «Eso es lo que aún nos diferenciaba de otros países. Después de la ocupación de Perejil por el Ejército marroquí, tardamos una semana en intervenir, cuando cualquier otro país importante lo habría hecho el mismo día, en veinticuatro horas» (167). Esta es una asignatura pendiente para España, el convertirse en una gran potencia militar para evitar problema con Francia y con Marruecos.

El gobierno del PP ha suprimido el servicio militar obligatorio. Ahora sólo tenemos un ejército profesional. Eso significa que hay que conseguir que su tamaño y eficiencia sean los adecuados. La defensa, la capa cortical es fundamental en el Estado, puesto que «el compromiso activo en Defensa es lo que garantiza la libertad de un país. No hay política exterior sin unas Fuerzas Armadas competentes. En eso hay que invertir muchas energías y mucho esfuerzo. Luego viene el sentimiento de satisfacción cuando ocurren cosas como las que han sucedido últimamente y hay buenos profesionales preparados para afrontar los hechos, y con medios para cumplir con su misión» (171).

Los EE. UU. pretenden que Irak sea un Estado democrático fiable y no un Estado peligroso para los intereses de EE. UU. que son también los nuestros, al igual que la causa israelí es la nuestra, lo que ocurre es que Europa, la UE tiene una política de apoyar a los palestinos en contra de Israel por eso de la tradicional amistad con el mundo árabe. No sé de dónde procede tal amistad, que en el fondo no existe. Tal vez se deba esa islamofilia de la necesidad de un suministro regular de petróleo. Ya Francisco I de Francia pactó con el Turco y algunos príncipes protestantes apoyaban al Turco para debilitar a los Habsburgo. En Francia estaban prohibidos los libros que contaran cosas sobre Turquía para que los franceses no se enteraran de los turbios manejos de su gobierno contra la cristiandad. La islamofilia francesa sigue funcionando hoy en contra de Israel y de los EE. UU. En Irak nos jugamos mucho todos, por eso la retirada de las tropas de Irak por parte de ZP es una ignominia llena de cobardía: «Si las cosas saliesen mal en Irak, si en Irak fracasáramos en la construcción de un régimen estable y que nos permita una vida digna a sus habitantes, fracasaríamos todos, en particular, los europeos. Estados Unidos también perdería, pero perderíamos más nosotros, los europeos, porque nosotros somos la parte más débil, y la que está más próxima al conflicto. Si Turquía acaba siendo miembro de la Unión Europea, vamos a tener frontera con Irak. Y si el intento de estabilizar Irak fracasa, y Estados Unidos da un paso atrás en la estabilización de la zona, nos vamos a encontrar con un polvorín a las puertas de casa. Será nuestro problema, y no podremos pedirle otra vez a Estados Unidos que venga a echarnos una mano cuando nosotros no hemos contribuido seriamente a ayudarle. Esto me parece vital. Cuanto más se tarde en tomar las decisiones que garanticen nuestro apoyo a este proyecto, más costará ponerlo en marcha y más difícil será garantizar la seguridad y la libertad allí, y, al fin y al cabo, también en nuestro país» (174-175). En materia de defensa, lo que importa es gastar el dinero que haga falta para fortalecer a España. «Lo importante es saber por qué se quiere gastar en Defensa. Los españoles tienen que comprender que su libertad depende de la capacidad de influencia de España en el mundo, y que esta capacidad de influencia no existirá sin un Ejército razonablemente adecuado a las responsabilidades que nos corresponden en defensa de los principios de legalidad y de respeto a los derechos humanos que sostienen los regímenes democráticos. Eso es lo que cuenta. La voluntad y la capacidad de defender esos valores occidentales que son los valores en los que yo creo» (179).

Respecto a la UE, Aznar es partidario de mantener la independencia de los Estados miembros. Su posición se parece mucho a la británica o a la que tenía de Europa Charles de Gaulle. «Ahora bien, hay varios conceptos acerca de lo que debe ser la unión política europea, y yo debo decir que no he tenido nunca una concepción federalista de Europa. Para mí, la Unión Europea es una unión de Estados con políticas integradas y comunes, pero también con cooperaciones intergubernamentales y, por supuesto, con políticas nacionales propias. No concibo una Europa sin naciones y sin Estados» (187). En el Tratado de Niza de 2000 se consiguió una buena ventaja para España y para Polonia que el afrancesado ZP arrojó por la borda para complacer a Francia y a Alemania. Estupideces políticas de los progresistas. En el referéndum próximo sobre ese engendro llamado «Constitución europea», convendría que los españoles votáramos que NO.

En cuanto a la lucha contra el terrorismo nacionalista vasco, la lucha de Aznar con esta lacra política ha sido más intensa si cabe que la llevada a cabo por gobiernos anteriores. Aznar declara que su lucha contra ETA se ha basado en los siguientes cuatro elementos: 1º Es posible acabar con el terrorismo, 2º Batalla abiertamente frontal contra el terrorismo, 3º Actuar dentro de la ley, y 4º Ofensiva internacional contra ETA. Esta estrategia tiene sus limitaciones: la Constitución de 1978 y la no existencia de pena de muerte. Con las autonomías se ha introducido el cáncer en el Estado y se da de comer carnaza política a la bestia independentista, por tanto, a ETA. En fin, Aznar también tiene limitaciones.

El PP fue atacado por ETA. Un buen número de militantes y cargos públicos del PP fueron asesinados. El asesinato de Miguel Ángel Blanco pudo haber servido para aplastar a los independentistas, pero los secesionistas entonces pactaron con ETA con la complicidad de IU-PCE, partido antiespañol donde los haya. Unos malandrines traidores a fin de cuentas.

Aznar tiene la ingenuidad de sostener que todo es posible en la democracia. Ahí falla su pensamiento político. Justamente como todo es posible, se hace imposible extirpar a los enemigos de España. «Se pueden expresar todas las ideas, todas las opiniones y todos los proyectos» (214). Grave error de terribles consecuencias para España. Hay que saber cuáles son los límites de la tolerancia y qué hacer con los enemigos de la libertad. Saint-Just decía que no debe haber libertad para los enemigos de la libertad. Me parece muy justo Saint-Just. No se puede tolerar todo. He ahí una contradicción de la democracia. Si se tolera todo, la democracia desaparece y si no se tolera nada tampoco sobrevive mucho tiempo. No tiene precisamente mucho mérito tolerar sólo a los que se parecen a nosotros. En fin, de todos modos podríamos decir que todos los partidos políticos secesionistas deberían estar prohibidos. La destrucción de España es un crimen de lesa patria y no se debe tolerar bajo ningún concepto.

De todos modos, Aznar tuvo el acierto de conseguir que el PSOE firmara el Pacto Antiterrorista, el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo de diciembre de 2000. Parecía que el PSOE era un partido nacional y español, pero eso duró poco. Era más importante derribar al gobierno del PP como fuera que defender a España de sus enemigos.

Lo que está clara es la unidad de acción entre el PNV y ETA. «El PNV no ha querido la derrota de ETA. Siempre que ETA ha estado contra las cuerdas, el Partido Nacionalista Vasco le ha lanzado un salvavidas. Es lo que ocurrió con la campaña organizada en contra de la autopista de Leizarán y volvió a ocurrir cuando la detención de la cúpula de ETA en Bidart, en 1992» (219). Es que tal vez algún día se demuestre que el presidente de ETA es algún miembro prominente del PNV.

Uno de los grandes éxitos en la lucha contra ETA fue el encarcelamiento de la Mesa Nacional de Herri Batasuna en 1997, pero el aparato judicial de Polanco presente en el Tribunal Constitucional los puso en libertad. Esto hizo que se impulsara una Ley de Partidos Políticos nueva en 2002 merced a la que se ilegalizó HB. Esto fue otro gran acierto de Aznar.

Aznar omite sus dos fracasos estrepitosos en la gestión política de la capa cortical del Estado, a saber, la inmigración y la delincuencia. El descontrol de la inmigración ha sido mayúsculo, permitiéndose la gran riada de inmigrantes legales e ilegales durante el período de gobierno del PP, así como por otro lado además, la dejadez y negligencia en el tema del orden público, del aumento del número y gravedad de los delitos. El tema de la seguridad ciudadana se ha dejado desgobernado. Para no parecer xenófobo o racista y para no parecer autoritario, ha renunciado a la seriedad en estos temas el PP y por tanto Aznar. Parece que siempre los progresistas son los evaluadores de la legitimidad de todos los gobiernos de España. Parece que el PP quiere hacerse perdonar no se sabe muy bien qué pecado cometido en el pasado. Ya sabemos que quienes tienen que hacerse perdonar sus graves pecados del pasado son precisamente los progresistas, los comunistas y los secesionistas. Los conocemos bien a todos ellos.

5. Epílogo

«El 11 de marzo de 2004 recibí la noticia de los atentados de Madrid a las siete y media de la mañana, nada más producirse la explosión de las bombas en la Estación de Atocha, en El Pozo y en Santa Eugenia. Inmediatamente comprendí la gravedad de lo sucedido» (259). Aznar se equivocó en cuanto a la autoría directa del crimen masivo: «Al mismo tiempo que el Gobierno dispuso la atención a las víctimas y la restauración, en lo posible, de la normalidad, se abrió la investigación sobre lo sucedido. Yo mismo y el Gobierno creímos que ETA era la autora material de los atentados. No fuimos los únicos ni en España ni fuera de España. No hubo ni un solo representante del Estado, ni un solo medio de comunicación que adelantara otra hipótesis en aquellos momentos» (260). Ahora sabemos que el atentado lo realizaron confidentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil y que hay conexión con ETA. El objetivo del atentado terrorista fue electoral, modificar el resultado de las elecciones para que ganara el PSOE y así cambiara la política interior y exterior de España.

El Gobierno del PP no mintió, sino más bien el Grupo PRISA y su marca el PSOE. «Hubo personas, en particular el jefe de campaña del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno español, llamado a ocupar un puesto tan alto como el de jefe del grupo parlamentario del PSOE en las Cortes españolas, que dijo en los medios de comunicación, la noche del 13 al 14 de marzo, que el Gobierno estaba mintiendo. Una vez demostrada la falsedad de estas gravísimas acusaciones, estas personas, que violaron a sabiendas la ley electoral que les obligaba a abstenerse de cualquier manifestación política el día de reflexión, tienen el deber de demostrar que esas acusaciones no entrañaban una interpretación conscientemente sesgada de una realidad que conocían a la perfección. Y si no lo logran demostrar y no actúan en consecuencia, la opinión pública sabrá lo que tiene que esperar de ellos. Los españoles, que han demostrado estos días una acusada sensibilidad ante cualquier sospecha de manipulación y de ocultación de los hechos, no se merecen otra cosa» (266). Pero es que no se puede esperar otra cosa del portavoz del Gobierno del GAL y de Filesa y de la corrupción. Rubalcaba, el ministro de deseducación, es lógico que se comporte así.

Gracias a este libro y a los hechos por todos conocidos y que se imponen al final tercamente, echaremos de menos al gobierno de Aznar y lamentaremos que quisiera abandonar la dirección del Estado que con tanta brillantez llevó durante ocho años. Sólo con analizar a ZP y a su gobierno y a su conducta desde hace años y compararlos con la conducta y la gestión del gobierno de Aznar podemos valorar los méritos de Aznar, el héroe de la libertad, el héroe de nuestro tiempo.

 

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