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El Catoblepas, número 37, marzo 2005
  El Catoblepasnúmero 37 • marzo 2005 • página 4
Los días terrenales

John D. Negroponte y la geopolítica
de la sucesión presidencial en México

Fausto Fernández Ponte

Se aborda la sucesión presidencial mexicana en ciernes desde una óptica que tiene como fondo la geopolítica continental de Estados Unidos y a John D. Negroponte como factor clave de esa plataforma y del proceso mismo

John D. Negroponte

I

Juan Demetrio Negroponte nació en Londres el 21 de julio de 1939 En 1968, John Dimitri Negroponte –a la sazón alto, delgado, de hablar suave, sin calvicie– estaba en Vietnam. Era un civil estadounidense sin aparente tareas en la guerra.

La impresión que por ese entonces el señor Negroponte le causó a este tlacuilo –enviado especial de Excélsior (periódico de circulación nacional mexicano) a la guerra de Vietnam– fue la de un hombre de dobleces.

Para empezar, don John Dimitri describía su trabajo en términos ambiguos e indefinidos, aunque sí se identificaba a sí mismo como empleado del gobierno de Estados Unidos.

Y no obstante su suavidad y a veces excesiva cortesía, el señor Negroponte se nos ofrecía –ante los corresponsales de guerra– como alguien falso, diríase que siniestro.

Era, pues, nuestro personaje un hombre misterioso. Nadie entre los corresponsales de guerra en Vietnam y periodistas locales sabía a ciencia cierta qué hacía don John Dimitri.

El grueso de corresponsales de guerra era estadounidense de origen. Pero también había europeos, australianos, japoneses, filipinos y latinoamericanos. Y por lo menos un mexicano.

II

El señor Negroponte no solía reunirse abiertamente –en público– con los jefes militares de EU y Sudvietnam. Pero sí lo hacía con los corresponsales de guerra.

Estos, por su parte, buscaban información más allá de los ámbitos de las instancias militares oficiales. Habían hallado en los civiles estadounidenses una veta abundante.

Pero era una veta sospechosa, por interesada. Con frecuencia, los civiles de EU desinformaban a los periodistas, en función de imperativos de la guerra.

Por otro lado, muchos de esos civiles, entrenados en técnicas para extraer información, obtenían de los corresponsales de guerra datos de inteligencia.

Subráyese que durante esa guerra imperialista típica de EU en Vietnam, Washington envió no sólo soldados a ese país de Asia, sino también civiles. Y muchos civiles, por cierto.

III

Si bien el total de soldados estadounidenses y «aliados» –como Honduras, Filipinas, Australia, entre otros– en Vietnam fue de más de medio millón, el total de civiles no era magro.

En efecto, a la guerra de Vietnam el gobierno estadounidense envió unos 150 mil civiles, entre burócratas, administradores, espías y contra-espías, etcétera.

A esos civiles en la nómina del gobierno de EU se sumarían miles más entre contratistas, subcontratistas, proveedores de servicios a las bases militares, etcétera.

Saigón, la capital de ese artificio espurio que era la República de Vietnam del sur y que hoy se llama Ciudad Ho Chi Minh, bullía de civiles estadounidenses.

El apetito consumista de esos civiles era insoslayable. Muchos comercios –hoteles y restaurantes, así como cabarés y prostíbulos– surgieron para satisfacer esa demanda.

En ese inframundo de duplicidades se inició el señor Negroponte. Hoy –37 años después– es el espía maestro de EU, coordinador de 15 agencias de inteligencia.

IV

En efecto, Negroponte tiene tras si una larga carrera en el ámbito de los disimulos, los tapujos y las desfiguraciones. Ese ámbito es el del espionaje –o inteligencia– y contraespionaje (o contrainteligencia), que resulta ser un en factor interno central de la política exterior del gobierno de EU.

Es la práctica de un antiguo oficio, el del embozo, la argucia, la zorrería, el mimetismo y la retrechería, el fingimiento y el engaño para vencer y prevalecer.

Desde los inicios de su carrera en la guerra de Vietnam, este personaje ha coordinado golpes de Estado, cuartelazos, esquemas de desestabilización, desinformación, etcétera. Su campo de acción ha sido, principalmente, América Central. Como embajador en Honduras, desde allí coordinaba apoyo logístico a la contrarrevolución en Nicaragua.

En México –en donde también fue embajador–, el señor Negroponte coordinó tras bambalinas operaciones cuyo fin era el de ejercer presión sobre el gobierno mexicano.

V

Hasta hace pocos meses, don John Dimitri se desempeñaba como embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Coordinó, desde allí, acciones propias de su oficio.

Así, hizo espiar a los embajadores de Chile, España, México, entre otros, triangulando, para fines de soterramiento, con la agencia de espionaje exterior del gobierno de Inglaterra.

Inclusive, este personaje hizo circular rumores corrosivos acerca del embajador de México en la ONU, Adolfo Aguilar Zínser*, a quien, como añadido, descalificó y ofendió públicamente.

Esa acción del señor Negroponte nos describe la soberbia y su obsesión por castigar a quienes se resisten a sus propósitos. El señor Aguilar Zínser votó contra la guerra en Irak.

Don John Dimitri, concluida su gestión en la ONU, fue designado embajador en Irak, operando detrás de tramoyas, oculto por los telones de fondo de la investidura diplomática. Fue el titiritero.

Operó, así, el proceso electoral iraquí, el cual, como bien es sabido, arrojó un abstencionismo tan alto que los elegidos carecen de representatividad.

VI

Por añadidura, la resistencia iraquí a la ocupación militar de EU y a la debilidad del gobierno monigote instalado por Washington, se ha extendido. La resistencia parece fuerte.

Cierto. Todos los días mueren civiles y militares iraquíes y soldados estadounidenses. Todos los días hay violencia armada. Pudiérese decir que en Irak se libran dos guerras. Una de esas guerras es contra el ejército de ocupación de Irak. Y otra, la que se libra contra el gobierno pelele de Irak y sus recién creadas fuerzas armadas, militares y policíacas.

Mas para el jefe del señor Negroponte, el Presidente George W. Bush, el desempeño de aquél fue meritorio y, por ello, lo designó coordinador de las 15 agencias de inteligencia del gobierno de EU.

Esa designación convierte al señor Negroponte en un hombre muy poderoso, aplicando estrictamente el sentir del Presidente Bush de intervenir en los asuntos de todos los países del mundo.

Ese poder se traducirá pronto en acciones que, a nuestro ver, afectarán negativamente los verdaderos intereses estratégicos de México, en el contexto de la lucha política por alcanzar la presidencia de la República.

La sucesión presidencial

VII

En efecto, sostenemos la tesis de que la accesión de John Dimitri Negroponte como el espía maestro de Estados Unidos tendrían implicaciones decisivas en México.

Y esas implicaciones –que calificaríamos de consecuencias– incidirían en el proceso de la sucesión presidencial, ya en sus prolegómenos de puja contenciosa.

¿Por qué? Por lo siguiente:

1) Don John D. es promotor de un flujo torrencial de opinión que preconiza prevenir aquello potencialmente desfavorable a los intereses estratégicos de EU.

2) Esa corriente –que en los hechos es una doctrina de la política exterior del gobierno de George W. Bush– se traduce en ciertas acciones ilegales en las relaciones bilaterales.

3) Esas acciones ilegales –o que trasponen los tenues límites entre lo legal y lo moral– consisten en modificar la realidad político-electoral de ciertos países.

4) Los abanderados de esa doctrina –como don John D.– arguyen en los conciliábulos en Washington que ya es hora de prevenir que lleguen al poder hombres como Hugo Chávez.

VIII

Y no sólo el señor Chávez –presidente de Venezuela–, sino también de Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Néstor Kirchner (Argentina), Tabaré Vázquez (Uruguay).

Preconiza también esa corriente de opinión que se debe prevenir el acceso incluso de líderes de izquierda atenuada en el espectro ideológico como Ricardo Lagos (Chile).

La riada de opinión que emblematiza el señor Negroponte tiene por premisas mayores que los mandatarios de nuestra América llegaron al poder por omisión estadounidense.

Así, arguyen que el gobierno de EU pudo bien haber prevenido el arribo de los señores Chávez, Lula, Kirchner, Lagos y Vázquez a la presidencia de sus respectivos países.

La tesis central de esta vertiente de opinión de EU es la de que no deben llegar al poder luchadores sociales, sino políticos afines a EU, como Vicente Fox, por ejemplo.

Esa corriente de opinión sostiene que esos mandatarios aplican políticas de inspiración socialdemócrata, «contrarias» –y «amenazantes»– a los intereses de EU.

IX

Así, desde la perspectiva de esa corriente, los antedichos líderes americanos parecen empeñados en reducir la influencia de los mecanismos de dominio de EU sobre nuestra América.

Reconoce, sin embargo, que la accesión de esos líderes al poder es indicador del desgaste de la fórmula neoliberal impuesta al través del Fondo Monetario Internacional.

Pero también reconoce esa corriente una vieja y muy arraigada convicción estadounidense: la de modificar la realidad para adecuarla a los fines estratégicos de EU.

Y uno de esos fines estratégicos es el de la seguridad nacional de EU y su lucha contra el terrorismo, lo cual define a México como su hinterland o zona de influencia.

Además, el señor Negroponte ha dicho –en la ONU, nada menos– que México es el patio trasero de EU. Esa percepción es un imperativo para el silogismo del intervencionismo.

Ello nos llevaría a concluir que EU actuaría embozadamente en nuestro país para prevenir que un luchador social –Andrés Manuel López Obrador– llegue a Los Pinos.

El factor geopolítico de Estados Unidos

X

La sucesión presidencial en México –ya en desarrollo– es objeto de interesado escrutinio en vestíbulos políticos y cenáculos financieros del poder cenital en Estados Unidos.

Dicho de otro estilo: en esos círculos adviértese una inquietud por un desenlace electoral de 2006 desfavorable a los intereses estratégicos de EU.

Al decir de John Womack, investigador en Harvard del acontecer político mexicano, y autor de Zapata, libro prohibido en México durante el sexenio de Gustado Díaz Ordaz, esos intereses son:

1) Los de la seguridad física de EU vis-a-vis la guerra que libra contra Al Qaeda y la ocupación militar de Irak, así como los prospectos de una guerra contra Irán.

2) Los del dominio casi total –actual– de la economía de México por los grandes consorcios trasnacionales de EU de industria y comercio, bancarias y financieras, etcétera.

3) Los que conforman el papel político que México representa en la doctrina de política estadounidense hacia nuestra América –la indo, afro e ibérica–.

XI

A ello sumaríase otro hecho: México es fuente políticamente segura –y barata, añadiríase– de abasto de una materia prima esencial, el petróleo crudo.

Y no sólo eso: México es una fuente riquísima –casi inagotable– de mano de obra semiesclava cuyo aprovechamiento por parte de EU es de dilapidación monstruosa de ese recurso.

Más: México es un mercado cautivo de los bienes y servicios producidos por EU, cuya economía absorbe exportaciones de capital mexicano por varios conceptos.

Algunos de esos conceptos son: pagos por uso de tecnología –patentes, franquicias, etcétera–, por amortización de deuda, por consumo de bienes y servicios, etcétera.

Ese largo etcétera comprende, asimismo, la transformación –maquila– de nuestro petróleo crudo en gasolinas y aceites en las refinerías de EU y la importación de gas natural.

Esa dependencia es histórica, desde luego, pues sus inicios se remontan al sexenio de Manuel Avila Camacho, ampliándose en el periodo presidencial de Miguel Alemán.

XII

Pero fue en los sexenios del neoliberalismo –desde el de Miguel de la Madrid hasta el de Vicente Fox– donde esa dependencia se acentuó acusadamente. Se agudizó.

Esa dependencia es, pues, resultado bruto –por omisión o por comisión de los gobiernos neoliberales– de una estrategia de entrega de México a EU.

Desde una perspectiva historicista, la dependencia actual es más que una definición semántica. Es una subordinación que exhibe peculiaridades de un neocolonialismo atroz.

Cierto. La realidad nos ofrece cada día indicios muy elocuentes –veros y fácticos– de que EU es nuestra metrópoli, la potencia imperial a la que nos subordinamos.

Esa subordinación tiene mecanismos de vigencia: el Tratado de Libre Comercio, la propiedad extranjera –de EU y España– del sistema bancario y financiero y la especulación bursátil.

Así, para el poder en EU, quien sea el próximo presidente de México deberá ser alguien comprometido con los intereses del dominio estadounidense de nuestro país.

¿Y quién cree usted que tiene ese perfil? ¿Roberto Madrazo**? ¿Santiago Creel*** o Felipe Calderón****? ¿Andrés Manuel López Obrador*****?

Glosario:

Tlacuilo: Voz náhuatl, equivalente a la de escritor, pintor, registrador en códices de amate hechos y sucedidos.

* Adolfo Aguilar Zinser: Ex Consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Vicente Fox y ex Embajador de México ante la ONU.

** Roberto Madrazo: Presidente Nacional del Partido Revolucionario Institucional.

*** Santiago Creel: Actual Secretario de Gobernación - Ministro del Interior- del gobierno de Fox y miembro activo del Partido Acción Nacional

**** Felipe Calderón: Ex Secretario de Energía del gobierno de Fox y miembro activo del Partido Acción Nacional.

***** Andrés Manuel López Obrador: Actual Jefe de Gobierno del Distrito Federal y miembro activo del Partido de la Revolución Democrática.

 

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