Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 53 • julio 2006 • página 10
Comentario final (ver EC 47:10 y EC 49:10) a partir del libro
de Silverio Sánchez Corredera, Jovellanos y el jovellanismo
Debo confesar, antes de proseguir, que me produce un cierto cansancio tener que responder a las tergiversaciones y enderezar los bucles con los que Silverio pretende contestar a mis artículos. No sólo no menciona los asuntos centrales de la polémica, sino que, además, trata otros sobre los que no hemos dicho ni una palabra (ni vamos a decir, por ejemplo: sobre esa rapsodia «eutáxica», ni sobre cuestiones sobre «trama y urdimbre de la e-p-m» que no vienen a cuento). Por un mínimo de higiene, y por no terminar mareando a quien se asome a esta polémica –tal parece la estrategia de Silverio: marear– debo pedir a Silverio que no se invente acusaciones que jamás hice.
Me acusa de ser sardónico por preguntarle si sus alumnos habían leído su fárrago y luego dice que bastaría «con haber preguntado»: ¿Y no fue eso lo que hice? ¿Y dónde le he acusado de «acoso intelectual» (por cierto ¿qué es esto?) a sus alumnos?
Pero el colmo es cómo tergiversa lo que digo. Yo dije:
«ha interpretado (Silverio) la teoría holótica como un retrato al natural» (EC 47:10)
y él me atribuye:
«Joaquín, me dices: que hago un «retrato al natural de la teoría holótica del MF» (¿EC 47:10?)
La diferencia es obvia. Les recuerdo: Silverio escribió que la cola del cine es un fenómeno distributivo. Yo dije que las totalidades distributivas no son sustancias separadas de las atributivas, ni mucho menos, fenómenos, y por eso le indiqué lo de la pintura «al natural». En ningún caso le acusé de hacer un «retrato al natural» de la TH porque esto es, precisamente, lo que no hace.
Gustavo Bueno, en la TCC pone el ejemplo de «cuadrado» como totalidad distributiva o atributiva según se considere por relación a otras figuras cuadradas o por relación a los dos triángulos rectángulos en los que puede dividirse ¿puede Silverio contestar? ¿Puede decirme si «cuadrado» es un fenómeno distributivo o atributivo? Porque, como dije, una cosa es que Silverio hubiese escrito que la cola del cine es un ejemplo de totalidad distributiva cuando se considera como un mero agregado ocasional de individuos, y otra, bien distinta, que nos diga, como realmente hizo, que es un fenómeno distributivo. Porque el mismo fenómeno distributivo de la «cola del cine» puede ser atributivo cuando atendemos al modo de conexión de sus partes, los individuos de la cola y sus cambios de posición en ella. Pero también (y parece mentira que se le escape esto a tan fino analista de la moral) porque estos individuos que forman la «cola del cine» están sometidos a normas morales: no deben colarse. Y esto no puede disimularse ni con ochocientos mil «conceptos» de eutaxia que despliegue Sánchez.
La argucia erística de contestar a una acusación que no hice le permite a Silverio «apuntarse un tanto» con malas artes:
«Respondo: ¿retrato, qué retrato?, ¿qué se entiende por retrato?, ¿es bueno o malo el arte del retrato?, y ¡natural!, ¿natural?, ¿debería haber sido tal vez algo más artificioso?, creo saber por dónde va lo de «retrato al natural», pero no sé en qué otra opción se está pensando cuando se descalifica una metodología o un estilo determinado. En todo caso, no admito –sea o no retrato, sea o no al natural– que la teoría holótica del MF quede en mis manos maltrecha, porque eso es lo que realmente creo que afirmas.»
Lo repito para que quede claro: yo no te he dicho, querido Silverio, que «pintes al natural» la TH del MF, sino que la tomas a esta como un retrato al natural, como si el carácter distributivo o atributivo fuesen propiedades de los fenómenos. Y no es que «quede maltrecha la TH», para esto tendría, primero, que aparecer por alguna parte, sino que está mal explicada con tus ejemplos. El autobombo de Silverio expresado con abundantes signos de exclamación e interrogación está, pues, de más. Y la torsión de mis objeciones es evidente.
No estoy por que Silverio me tome el pelo: conteste, si es que puede, a esta objeción sobre sus ejemplos y todas las demás que se salta a la torera: lo que no estoy dispuesto es a creer que con sus nuevos artículos pretende Silverio contestarme. De hecho, después de dos artículos farragosos, de los que confieso no entender «de la misa la media», Silverio me despacha con un «escolio» en donde tergiversa, retuerce torticeramente mi argumentación y, encima, pretende quedar como un señor después de tan lamentable falta de sindéresis. En fin.
Entramos en materia:
Proseguimos con nuestro análisis de los enclasamientos realizados por Silverio Sánchez en su cuadro de la página 102. En esta ocasión atendemos a la los referidos a la Ética y la Moral, completando el análisis realizado en la anterior entrega dedicada a los enclasamientos políticos. La tesis fundamental de este escrito se refiere a los fundamentos ontológicos de la clasificación, de distintas «materias», en las nueve figuras gnoseológicas. Según nuestro criterio, Silverio ejercita una ontología especial dualista, en donde los tres géneros de materialidad caen aprisionados en la tipología «Teoría-Praxis», de forma tal que las seis figuras (sintácticas y semánticas) quedan reagrupadas en dos «géneros» –de la ontología especial– y no en tres, como corresponde a la doctrina de los Ensayos materialistas y la Teoría del Cierre Categorial.
Reproducimos el delirante cuadro de Silverio:
Axioantropología en el espacio gnoseológico | Ética | Moral | Política | |
Eje sintáctico | Términos | Enunciados y juicios de valor de la persona. Praxis éticas. Actos libres o autárquicos. Hechos humanitarios y humanistas. | Enunciados y juicios de valor del ciudadano. «Costumbres» sociales. Actos de justicia social. Hechos de ciudadanía. | Leyes, órdenes, bombardeos... Actos de: policía, funcionarios, soldados, políticos profesionales, «hombre máquina»… |
Operaciones | Operaciones orientadas a la eudaimonía y a la «igualdad» entre las personas. Operaciones que construyen virtudes y vicios en las personas | Operaciones orientadas al «nomos», a la formación ideológica y a los «ideales» de igualdad y justicia social. | Operaciones orientadas a la eutaxia. Estrategias, dispositivos, campañas... | |
Relaciones | Relaciones a favor de la vida y la igualdad de las personas. Relaciones de autarquía y de sujetos transcendentales. Relaciones dentro de un todo distributivo. | Relaciones a favor de la igualdad y la justicia social. Relaciones de isonomía. Relaciones dentro de un todo a la vez combinatorio y porfiriano (con más caracteres atributivos). | Nexos a favor de la eutaxia. Ejercicio del poder de arriba abajo y respuesta de abajo a arriba. Relaciones entre los distintos poderes políticos. Relaciones dentro de un todo atributivo. | |
Eje Semántico | Fisicalista | Los sujetos corpóreos prolépticos (scp) | Los componentes de grupos alternativos, grupos hegemónicos, grupos ideológicos, «opinión pública», tanto grupos compactos, como difusos –ya diseminados o difuminados– &c. | Los componentes del ejecutivo, legislativo y judicial; y del resto de los poderes. Los miembros de la sociedad civil de quienes depende algún tipo de poder. |
Fenomenológico | Las virtudes como la fortaleza, firmeza, generosidad, amistad... que contribuyen a favor de un sujeto autárquico y libre. Además, cuando contribuye a un mundo de personas iguales. | «Poderes fácticos» que aumentan o disminuyen su potencia. Además cuando cooperan o empeoran la extensión del radio de justicia social. | Los desarrollos del poder que se van institucionalizando y afianzando. El cumplimiento, acatamiento o contestación de las leyes. La gravitación del orden social sobre las armaduras reticular y basal. | |
Ontológico | La persona humana, que se constituye desde los scp pero que no coincide necesariamente con el individuo humano. | La sociedad civil como conjunto de grupos y de dinámicas sociales capaces de mediar entre la persona y el Estado. | El Estado y la sociedad política. | |
Eje pragmático | Autologismos | «Lo primero es la persona, la familia, la humanidad». «Lo primero es la vida e igualdad de todos». «He de ser fuerte» (...) | «Aceptamos el orden necesario pero sólo validamos el buen orden, según nuestro punto de vista». (...) | «Sólo las bestias y los dioses pueden vivir fuera de la polis, nosotros somos animales políticos». (...) |
Dialogismos | Las leyes del Estado y las normas culturales no son justas ni buenas si no hacen a los hombres felices y más iguales» «Seamos generosos» (...) | «Debéis acatar lo justo»;. «Nos oponemos a vosotros que sois injustos» «Nosotros queremos, por justicia, ser iguales a vosotros». Nosotros debemos, por la superioridad de nuestras ideas, ser superiores a vosotros», (...) | «Prohibido entrar, estamos gobernando (para todos)» «Podéis votar, necesitamos legitimarnos» (...) | |
Normas | «Hazte fuerte a ti mismo». «Haz el bien a tus prójimos». Todas las normas éticas que representan virtudes. | «Cumple las leyes buenas. Busca normas mejores; nosotros las hemos encontrado» Todas las normas morales que representan valores. | «Dura lex, sed lex» Todas las leyes de un Estado o de carácter internacional entre los estados. |
Planteamiento general
Al margen de la gratuidad de algunos enclasamientos, cabe decir que no nos parece posible «dibujar al natural» (ahora sí que va para Silverio el apunte) presuponiendo unos términos, operaciones, fenómenos, esencias, autologismos, &c., como si estuvieran dados al margen de alguna teoría.
Y no me refiero a la Teoría de la que proceden esos conceptos, la TCC, sino a aquellas doctrinas éticas, morales y políticas a las que, supuestamente, los aplica Silverio. Porque
«la Gramática de la Filosofía no puede considerarse como una serie de reglas para construir sistemas. Entre otras cosas, las variables deben de ser dadas. Retrata más bien de un conjunto de normas para el análisis de sistemas ya construidos.»{1}
¿Acaso es el materialismo formalista o trascendental quien está siendo cribado con las mallas de la TCC, en la representación de Silverio?{2} ¿Acaso la «utilización» de conceptos propios de la TCC –de un modo, teoreticista, según indiqué en mi anterior trabajo– significa, de modo necesario, que se está «ampliando, interpretando, &c.» el sistema construido por Bueno?
Silverio «utiliza» la TCC sólo en la apariencia de los conceptos propios de ésta, no en su aplicación. Clasifica mal y de modo gratuito la mayor parte de las veces, según nuestro criterio. Pero, con todo, el principal escollo, no lo constituyen estos «errores», que podían entenderse como lapsus ocasionales, sino los fundamentos gnoseológicos y ontológicos, no representados, ejercitados en ellos. Muy principalmente, nos referimos al proceso de desconexión de las figuras gnoseológicas con los géneros de materialidad. Desconexión que, no obstante, se rige por un compromiso previo con el dualismo de la «teoría-praxis». La ontología de la clasificación de Silverio, a pesar de «utilizar» la arquitectura trimembre del materialismo cósmico o especial, como «herramienta», sin embargo, tiene que ajustar, conectar, las figuras gnoseológicas –reduciendo a dos los géneros– a esta tipología. Así, este error es trascendental porque atraviesa la práctica totalidad de las figuras sintácticas y semánticas, y no particular, o adscrito a unas y no a otras. Veamos:
Los tres géneros especiales de materialidad se conectan con los ejes sintáctico y semántico del EG del siguiente modo:
M1: términos y referenciales
M2: operaciones y fenómenos
M3: relaciones y esencias
Conviene recordar que la doctrina de los tres géneros, de la materia «cósmica» o materialidad especial, no puede concebirse de modo exento, como si fueran meros clasificadores obtenidos, por ejemplo, de los tres tipos de silogismos «operando sin materia empírica» (en terminología de Kant, al referirse a las tres ideas trascendentales de la razón pura). Muy al contrario:
«El método al que quieren acogerse estos Ensayos es el método geométrico, el método de construcción de Ideas, –pero de unas Ideas que no brotan solamente de otras Ideas sino que se obtienen del análisis regresivo de la conciencia científica, política, mundana, del presente, tal como nos es accesible: a) Análisis regresivo. Es decir, análisis a partir de la práctica misma de los políticos, de los físicos, de los médicos, &c., en cuanto realidad dada como un factum histórico (...) no afrontamos el análisis de la materia en abstracto, sino de la efectividad de la idea de Materia (...) que se realiza en las diferentes formas (...) del presente.»{3}
También es imprescindible recordar la inconmensurabilidad de los géneros y la irreductibilidad de unos a otros. De suerte que, en virtud de las diferentes reducciones, y en tanto estas reducciones se tienen que interpretar, a la luz de esta ontología especial, como desviaciones formalistas (en esta dialéctica cada uno de los dos sistemas debe ser capaz de «traducir» a sus propias coordenadas al opuesto, como condición inexcusable de su propio sistematismo{4}), podemos identificar doce tipos de formalismos reduccionistas.
Por formalismo ontológico entendemos aquella doctrina que niega el materialismo cósmico, aunque sólo sea en la misma medida en la que el propio materialismo cósmico o doctrina de los tres géneros es la negación de estos formalismos. Tenemos, entonces, y en función de las diferentes reducciones, a estos doce tipos de formalismos ontológicos, agrupados en dos clases lógicas, de formalismos unigenéricos (que reducen Mi a alguno de los tres géneros) y bigenéricos (en los que alternativa y binariamente se reducen los géneros entre sí){5}:
Unigenéricos:
—Mi se reduce a M1. Formalismo primario. (I)
—Mi se reduce a M2. Formalismo secundario. (II)
—Mi se reduce a M3. Formalismo terciario. (III)
Bigenéricos:
Reducción a M1, M2:
—De M3 a M1 (IV)
—De M3 a M2 (V)
—De M3, en parte a M2, en parte a M1 (VI)
Reducción a M1, M3:
—de M2 a M1 (VII)
—de M2 a M3 (VIII)
—de M2, en parte a M1, en parte a M3 (IX)
Reducción a M2, M3:
—de M1 a M2 (X)
—de M1 a M3 (XI)
—de M1, parcialmente en M2 y M3. (XII)
Muy rápidamente: Gustavo Bueno desarrolla, en los Ensayos materialistas, únicamente el análisis de los formalismos unigenéricos que podemos poner en relación con sistemas filosóficos (ontológicos, pero, claro está, también morales, éticos y políticos si, como señalaba Bueno –cita 1–, la ontología no es una disciplina exenta; que viene a ser lo mismo que decir que sólo podemos tropezarnos con esos fundamentos ontológicos regresando a ellos a través de la factura misma de los saberes políticos, éticos o morales, entre otros).
A (I) le corresponde el Positivismo como formalismo primario
A (II) le corresponde el Idealismo subjetivo, como formalismo secundario, en sus diferentes modulaciones.
A (III) el Idealismo objetivo o esencialista, formalismo terciario, también modulado.
Recordado todo esto conviene averiguar, a partir de lo escrito por Silverio Sánchez Corredera, qué fundamentos ontológicos le amparan. Esto es: si se mantiene en la tesis de la inconmensurabilidad e irreductibilidad de los géneros del MF o si, por el contrario, ejercita alguno de los reduccionismos arriba indicados.
Pues bien: hemos acusado a la teoría e-p-m de desconectar las figuras gnoseológicas de los géneros de materialidad. Es hora de indicar la estructura ontológica latente tras esta operación realizada por Silverio:
La razón es que los enclasamientos de su teoría e-p-m (cuadro) podrían denominarse «eclécticos», como exponemos inmediatamente. De modo que no estamos, al enfrentarnos al cuadro de Silverio, frente a un formalismo primario, secundario o terciario, sino ante una situación ya confusa de partida: las mallas clasificatorias (el EG) ejercitan el pluralismo ontológico, pero los materiales clasificados en ellas por Silverio se mezclan, no arbitrariamente{6}, sino en función de reducciones bigenéricas –de dos a dos– solidarias del dualismo «Teoría-Praxis». En otras palabras: esa mezcla inherente a la clasificación ejercita –con independencia de la voluntad de Silverio, seguramente– una sincronía forzada entre «praxis y teoría»; esto es, una tipología dualista, meridianamente clara en las «partes» enclasadas como figuras gnoseológicas.
Como es natural, el dualismo teoría-praxis se va articulando en la urdimbre de Silverio en reducciones bigenéricas, de modo que el verdadero modelo ontológico ejercitado por Silverio es, en rigor, dualista, no pluralista, pues la trama real de su clasificación no es otra distinta del dualismo de la teoría-praxis aunque el número de columnas y filas esté determinado por el EG. Lo mostramos pormenorizadamente con algunos ejemplos{7}:
Análisis de algunos enclasamientos
reductivos específicos en cada eje y en cada figura
a) Fenómenos enclasados como términos (reducción de «referenciales a praxis» de M1 a M2): «Praxis éticas», «hechos de la vida de las personas con sentido existencial», «Actos libres», «hechos humanitarios y humanistas».
Como decíamos más arriba: las «operaciones» (M2) han quedado clasificadas como un campo de términos. Que es lo mismo que decir que M1 ha quedado absorbido en M2 o que el campo de la ética se constituye con las operaciones (praxis) de los sujetos. Pero los términos no pueden construirse, como indicaba en el anterior artículo (EC 49:10), sin la mediación de referenciales, entendidos como entidades corpóreas operables. Decir, como dice Silverio, que la «praxis ética» o los «hechos humanitarios» constituyen términos de la ética, al margen de la tautología, implica una confusión de las propias figuras gnoseológicas, porque las praxis éticas no son términos operables sino, en todo caso, las operaciones mismas. Pensamos que estas clasificaciones obedecen a que Silverio no ha terminado de librarse de aquellas definiciones injustificables de la Ética como «conocimiento teórico-filosófico de la praxis humana» en donde se suponen un conjunto de acciones humanas, como el campo que estudia el teórico (científico o filósofo) al modo en el que el químico estudia su campo específico{8}.
A los «actos libres» ya me referí en el primero de los artículos de la serie (EC 47:10). Recordamos que semejante disparate es incompatible de cabo a rabo con la idea de «libertad» analizada por Bueno en El sentido de la vida. Dar por supuesto que existen «actos libres» y que semejantes actos se constituyen como términos de la ética es demasiado suponer. No repetiremos aquí los argumentos del primer artículo. Todavía está por leer la respuesta de Silverio a estas objeciones. En su primera respuesta (EC 47:20) «se salió por la tangente» (punto 3 del segundo epígrafe) indicando (retractándose, en cierto sentido, pero camuflando su retractación con unas inferencias curiosas) que los «actos libres» lo son en tanto van incardinados a un proceso. La cuestión es que, si admite esto, debe retirarlos de la tabla como términos del campo de la ética. Porque mi crítica no iba dirigida tanto a la existencia o no de actos libres (esto es otra discusión y podemos admitir, aunque sea para argumentar ad hominem, los argumentos de Silverio), cuanto al error de clasificarlos como términos del campo de la ética del Materialismo formalista. Si un acto libre sólo puede ser entendido como tal en el marco de un proceso que desborda la individualidad corpórea –y que, antes bien, nos sitúa frente a la idea de «Persona» como idea trascendental (o estructura metafinita en el espléndido ensayo de Atilana Guerrero)– ¿cómo va a ser un término operable de la ética? ¿Cómo, sin reduccionismo, va a ser un contenido de M1 (sin perjuicio de que M1 esté siendo absorbido por M2)?
Otros reduccionismos (no analizados, solamente señalados):
b) Esencias enclasadas como términos (de referenciales a esencias, de M1 a M3): «Enunciados y juicios de valor», «Discursos para resolver problemas personales».
c) Relaciones esenciales enclasadas como fenómenos (¿la «práctica teórica»?, de M2 a M3): «virtudes éticas y morales»
d) Fenómenos enclasados como relaciones ¿la «teoría práctica»?,de M3 a M2): «Relaciones a favor de la vida y la igualdad de las personas»{9}
El modo en que Silverio «desconecta» metaméricamente las figuras ontológicas de sus correlatos gnoseológicos deriva en dos modos de desconexión «especiales»: de una parte, al ignorar la simploké entre los tres géneros, tiende a privilegiar las diferencias entre figuras semánticas y sintácticas como trascendentales e inconexas. De otra, repite, multiplica los entes (los géneros) sin necesidad en las tres figuras de cada eje{10}. Su última argucia consistente en declarar que no hay problema en que lo que es término pueda ser operación, y sus ejemplos para aclarar esto, caen por su propio peso.
Final
Las continuas insidias, el falseamiento de mis argumentos, las rapsodias «eutáxicas», la continua «ampliación» de la teoría e-p-m con nuevos argumentos discutibles y, por encima de todo, el desprecio completo que Silverio muestra por mis argumentaciones, me impide seguir con esta polémica que inicié con el único afán de clarificar ante terceros lo que, a mi juicio, tiene de erróneo esta teoría. Todas las molestias que me tomé para indicar la naturaleza de esos errores (puede leerse: anduve con pies de plomo) tuvieron como respuesta la callada y la insidia («procuraré no meter cosas personales», «Joaquín tergiversa mis ejemplos», «Contestaré sine ira et estudio», «me quiere expulsar del taller» &c.) aderezadas con un tono de superioridad moral que considero intolerable. Que juzgue el lector. Para mí ya constituye una victoria y un gran alivio no tener que volver sobre esta teoría e-p-m tan particular y tan extraña. Una teoría con algunos aciertos y con algunas inferencias completamente delirantes. Una teoría que, desde luego, no recomendaría a nadie que se iniciara en el estudio del Materialismo filosófico{11}: como tampoco recomendaría esta estéril polémica.
Notas
{1} Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, pág. 457.
{2} En su penúltima intervención (EC 50:17) escribe Silverio al respecto: «Hubieran bastado unas pocas páginas donde se recogiera lo más fundamental de los análisis delineados por Gustavo Bueno sobre los conceptos de ética y moral y sobre su teoría política, para desde ahí proceder a aplicar esa concepción así definida al conjunto de materiales jovellanistas sujetos al análisis. Pero no fue exactamente así como los hechos se desarrollaron. La concepción ético-político-moral que yo había aprendido de Bueno me estaba influyendo no como lo hace un instrumento que se utilizare técnicamente sino como un conjunto de instrumentos que cobraban dinamismo filosófico a la hora de aplicarlos a los contenidos para los que habían sido diseñados. El maestro había dispuesto unos instrumentos, pero yo no podía sino tener que obligarme a desarrollar un determinado arte en su utilización. Y, metido en la empresa, aquellos instrumentos maestros me exigían otros instrumentos subsidiarios. Así, resultó que esta empresa no sólo fue de aplicación de un sistema a unos contenidos determinados, sino de involucración en el desarrollo del mismo sistema».
No tengo nada que objetar a los finis operantis de Silverio. Otra cosa son los finis operis, porque una «involucración en el desarrollo del mismo sistema» no puede ser discordante con los principios ontológicos del sistema mismo.
{3} Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, págs. 11-12.
{4} Puede verse, al respecto, el prólogo de Gustavo Bueno a Los dioses olvidados de Alfonso F. Tresguerres.
{5} Ensayos materialistas, pág. 150 y siguientes.
{6} Cuando no son meras tautologías vacías, por ejemplo: las «praxis éticas» son «términos» (lo mismo podía haberlas clasificado como «operaciones») de la ética.
{7} No realizamos el análisis completo por no enredar más esta cuestión, que lleva camino de convertirse en una logomaquia (esta es la estrategia de Silverio) carente de interés.
{8} Para evitar malentendidos: no quiero decir con esto que el EG únicamente pueda ser aplicado a las ciencias con metodologías alfa, sino que el modo de proceder ha de ser distinto en las disciplinas beta. Pero, sobre todo, que la ética, la moral y la política, como desarrollos del materialismo filosófico, no se pueden entender como doctrinas elaboradas sobre un factum o «realidad objetiva» enteramente independiente de los saberes organizados históricamente de ese mismo factum. Si la misma TCC sólo puede entenderse como un saber de segundo grado que ha de partir contando con la existencia de las ciencias (saberes de primer grado), entonces, un mínimo de rigor exige aclarar desde qué concepción de la Ética se puede decir que los actos libres son términos del campo de la ética. Lo que no puede Silverio es colarnos que ese «saber» ético es el mismo Materialismo Filosófico. Ni mucho menos que el EG pueda operar, por relación a los «hechos éticos», como una Teoría por relación a una Praxis (si hemos entendido bien «El sentido de la vida», toda praxis ética o moral, por menor que sea, implica una mínima intervención «teórica»).
{9} Interpretamos que esas «relaciones» son, en realidad, fenómenos percibidos oscuramente. Otra cosa es que Silverio esté ejerciendo de Fray Gerundio: «Relaciones a favor de la vida y la igualdad son aquellas en las que se lucha por la vida y la igualdad» o algo así. Lo mismo ocurre con señalar como términos de la ética a «las acciones éticas». El problema es que tales acciones nunca son términos de la ética ni aun siendo «éticas», sino, en todo caso, operaciones. Pero también es dudoso que estas operaciones puedan segregarse de otras morales o políticas.
{10} De esto y otras cosas trata la siguiente entrega que no será tal porque no pienso terminarla, como ya he dicho.
{11} Razón por la cual tampoco utilizo el libro de Eikasía: prefiero las fotocopias de El Sentido de la vida y Symploké.