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El Catoblepas, número 60, febrero 2007
  El Catoblepasnúmero 60 • febrero 2007 • página 20
Ante la República Popular China

Mil trescientos millones de chinos discriminados por la patología porcinofóbica mahometana

Autoridades chinas decretan el iconoclasmo porcino a punto de comenzar el año del cerdo dorado, el año del sabroso cochinillo asado

China: año del cerdo dorado, año del sabroso cochinillo asado

La Constitución de la República Popular China (4 de diciembre de 1982) tolera que los ciudadanos mantengan creencias religiosas: «Artículo 36. Los ciudadanos de la República Popular China son libres de profesar creencias religiosas. Ningún organismo del Estado, organización social o individuo puede obligar a un ciudadano a profesar tal o cual religión o a dejar de practicarla, ni tampoco discriminar a los ciudadanos creyentes ni a los no creyentes. El Estado protege las actividades religiosas normales. Ninguna persona puede realizar, al amparo de la religión, actividades que atenten contra el orden público, causen daño a la salud de los ciudadanos o perturben el sistema educacional del Estado. Las organizaciones y asuntos religiosos deben mantenerse libres de todo control extranjero.»

Se calcula que sólo unos 100 millones de chinos, de entre los 1.320 millones de chinos existentes en la actualidad, son víctimas de creencias religiosas, que son aceptadas legal y socialmente por el resto de la población, libre de tales patologías ideológicas que son fomentadas y mantenidas por unos 300.000 clérigos profesionales. (Como los lectores de El Catoblepas bien conocen, el Pueblo ha decidido que los estúpidos de Falung Gong no forman una religión, por mucho que así lo defiendan algunos humanistas y espiritualistas cristianos, por lo que son implacablemente perseguidos, aunque no con tanta eficacia como fue neutralizada la epidemia de neumonía SARS en 2003, que causó cerca de mil muertos.)

Un número no muy abundante de chinos se mantienen fieles al taoísmo (que se inició en estas tierras a partir del año 142), y siguen empeñados en «unificarse con el dao», evaluándose que 25.000 monjes y monjas ocupan unos 1.500 conventos daoístas. Mucha más influencia mantiene el budismo, que pervive en unos 13.000 templos atendidos por 200.000 monjes y monjas, el sistema de creencias religiosas más extendido por China desde el siglo IV (el lamaísmo o budismo tibetano entre las etnias tibetana, mongola, lhoba, monba, tu y yugur; el budismo hinayana entre las etnias dai, blang y deang). A mediados del siglo VII comenzó a introducirse en China el islamismo, evaluándose que existen hoy 18 millones de mahometanos chinos, que se reúnen en unas 30.000 mezquitas atendidas por más de 40.000 imanes y akhunds (que actúan sobre todo entre las etnias hui, uigur, kazaka, kirguiz, tártara, uzbeka, tajik, dongxiang, salar y bonan). El cristianismo, presente en China también desde el siglo VII, fue propagado sobre todo por las potencias occidentales después de la Guerra del Opio de 1840. Se calcula que unos diez millones de chinos son cristianos, de los que unos cuatro millones son católicos (poco más de un millón dependientes de la iglesia de Roma, la mayor parte dependientes de la iglesia patriótica autorizada por el presidente Mao en 1956, que en los últimos tiempos intenta el Vaticano acercar a su obediencia).

La tolerancia de las creencias religiosas siempre ha sido entendida como una medida eutáxica prudencial, en tanto se logra que todo el Pueblo se vea liberado de las creencias propias de estadios menos avanzados en el desarrollo del hombre, liberación que la experiencia enseña que no se puede lograr por la fuerza, dada la debilidad mental de muchos humanos, dependientes de forma irrecuperable de las creencias en las que han sido adoctrinados, creencias que socialmente son muy persistentes y nada sencillas de erradicar.

Por eso se percibe con gran preocupación el gravísimo error en el que algunos dirigentes confusos acaban de incurrir, y que esperamos que el Pueblo sepa rectificar lo antes posible, castigando como se merece a estos funcionarios irresponsables. Pues aunque «ningún organismo del Estado, organización social o individuo puede discriminar a los ciudadanos no creyentes», más de mil trescientos millones de chinos acaban de ser discriminados por la presión supersticiosa de quienes representan a los 18 millones de chinos mahometanos, víctimas de porcinofobia, una curiosa patología que afecta a estos animales humanos infectados por tan irracional e incomprensible repulsión por los cerdos.

Se mantienen vestigios de religiosidad primaria en la mitología china que dedica, desde hace milenios, los años lunares a distintos animales con los que los chinos mantienen ciertas relaciones numinosas tradicionales (que envuelven también no pocas creencias absurdas y gratuitas). Doce animales conforman este zoodiaco chino: la rata, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y el cerdo (los mismos animales de los que el propio Buda se habría ido despidiendo antes de alcanzar el Nirvana...).

Año del cerdo en China

Se está terminando el «Año del perro», y el 18 de febrero se inicia el «Año del cerdo», que este 2007, además, revestirá la modalidad de «Año del cerdo dorado», variante a la que atribuyen los supersticiosos especial prosperidad, fecundidad en las familias y abundantes riquezas.

Nestlé ChinaLa multinacional europea Nestlé decidió adular a sus consumidores chinos supersticiosos felicitándoles ante la llegada del nuevo año lunar, asociando sus productos con imágenes de regordetes cerditos dorados, para beneficiarse de la contigüidad de tan sabrosos símbolos de riqueza y fecundidad. Pero la Televisión Central de China (CCTV), la cadena oficial nacional de televisión, ha decidido prohibir tales anuncios en los que se muestra la imagen del cerdo. Pero no por la apropiación que esa marca comercial pudiera hacer de unos símbolos que gozan de gran popularidad (millones de chinos compran estos días representaciones de todo tipo de cerdos dorados), ni tampoco para evitar la propagación de tales creencias supersticiosas (que se mantienen con vigor, a pesar de que los chinos ignoran en general el sabroso e insuperable alimento que son los cerditos dorados en su modalidad hispana de cochinillos asados), sino ¡para no ofender a los chinos que son mahometanos!, ¡para que ese 1,5% de la población china enferma de porcinofobia pueda perseverar en su gratuita e incomprensible patología!

El señor Thierry Vapperaeau, portavoz de Nestlé China, se ha apresurado a confesar que para su empresa no supone gran contratiempo sustituir en sus anuncios los dibujitos de cerditos dorados por otros motivos, y Coca-Cola, que también tenía previsto utilizar la imagen del cerdo en su publicidad, se ha apresurado a informar que acata el criterio oficial chino, cómplice de las imposiciones iconoclastas de los sarracenos porcinófobos. La agencia de publicidad shanghainesa Mindshare también recibió la orden de no producir estos días anuncios en los que aparezcan animales porcinos, según informó a la prensa extranjera.

La cadena oficial de televisión china asegura que «trata de mostrar respeto por el Islam» y que la orden de prohibir la retransmisión de imágenes de cerdos les llegó «desde las más altas esferas del gobierno». «Nos han pedido que los cerdos no aparezcan demasiado en la televisión, que los evitemos en la medida de lo posible», señaló un periodista del canal en español de CCTV.

Año del cerdo en ChinaEl tamaño de la estupidez porcinofóbica de estos dirigentes de la agitprop china sólo es comparable al triunfo que han logrado los sarracenos chinos, al lograr imponer sus odios patológicos por los cerdos a mil trescientos millones de conciudadanos no contagiados de tales escrúpulos. Serán convenientemente juzgados y condenados por el Pueblo, por este retroceso en el proceso de holización racional de los ciudadanos chinos que debiera ser objetivo prioritario de la sexta generación de la izquierda. Cuando la bandera del maoísmo y de los principios positivos y racionales del marxismo leninismo se olvidan, resurgen victoriosos los virus medievales que lastran el progreso y muestran el poderoso influjo con que la estupidez se mantiene todavía en tantos millones de hombres.

¡Viva el Partido Comunista de China! ¡Viva la República Popular China! ¡Viva la sexta generación de la Izquierda!

 

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