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El Catoblepas, número 130, diciembre 2012
  El Catoblepasnúmero 130 • diciembre 2012 • página 9
Artículos

Alvaro Cunqueiro, vida y obra

José María García de Tuñón Aza

Alvaro Cunqueiro (1911-1981)

Alvaro Cunqueiro (1911-1981)

Nació este escritor bilingüe, aunque él no cree en el bilingüismo porque «siempre –señalaba– hay una lengua de fondo y la mía es la lengua gallega»{1}. Nació, decíamos, en Mondoñedo (Lugo) en 1911 –Yo nací / –entre zuecos y relámpagos / a media noche– / cuarenta y siete días después del primero aeroplano, escribía el poeta–, siendo el segundo de los hijos de Joaquín Cunqueiro Montenegro y Josefa Mora Moirón. Su infancia la pasa en aquella ciudad lucense al cuidado de su madre que tenía una enorme fantasía, que inventaba cuentos para que sus hijos permanecieran callados; y de las criadas de las que recibe un cúmulo de leyendas que aún circulaban por aquella Galicia rural y que tenían más de tradicionales y maravillosas que de históricas o verdaderas. De su padre, boticario, recibe la afición a la botánica y zoología y accede al mundo de la rebotica donde comienza a convivir con los contertulios y que serviría para que después escribiera el libro Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderos que dedica a su padre: «A la memoria de mi señor padre, boticario en la antigua y episcopal ciudad de Mondoñedo». Cunqueiro asiste también a la escuela de la Sociedad de Obreros Católicos donde tiene ocasión de relacionarse con compañeros de toda condición y su integración en la ciudad es plena. Con nueve años, es ofrecido a los santos Cosme y Damián para que le ayuden a crecer; de mayor fue alto y por eso, muy posiblemente, incluye en casi todas sus novelas una mención a estos santos: «…De encima del mostrador cogió una libra de chocolate, envuelto en papel amarillo, con las efigies de los santos Cosme y Damián».{2}

En 1921 es enviado a Lugo para cursar el bachiller, primero en el Colegio de los Hermanos Maristas y luego en el Instituto General y Técnico, donde lo termina. Después se iría a estudiar Historia en la Universidad de Santiago de Compostela, ciudad que le deja asombrado y absorto: al parecer no llega a terminar la carrera. Siguió leyendo con enorme dedicación a sus poetas preferidos: Antonio Machado, Rafael Alberti, Federico García Lorca y también a los poetas franceses Pierre de Ronsard, conocido como el príncipe de los poetas, François Villón, Paul Valéry, etc. También se encuentran entre sus autores preferidos los gallegos Rosalía de Castro y Ramón del Valle-Inclán. En 1928, en una publicación periódica de Mondoñedo llamada Vallibria, publica su primer artículo titulado Xosé Ramón Santeiro, donde contaba sus primeras experiencias como lector: «Llegaba a veranear a Mondoñedo, desde Madrid, el fino poeta José Ramón Santeiro. Traía las novedades para mí, literalmente, una nueva luz: los libros de Alberti, Cernuda, Lorca Guillén, Salinas…¿Qué inmensa borrachera de poesía en el bosque de Silva, a la sombra de los plátanos, como en los diálogos platónicos!»{3}. Promueve y dirige, desde 1930 hasta 1933, la revista Galiza, de claro signo galleguista y prácticamente monolingüe, que presenta en Mondoñedo acompañado precisamente de Santeiro. Durante la II República Cunqueiro, enemigo declarado del marxismo, se afilia al Partido Galleguista, una fuerza nacionalista de sesgo conservador, aunque en su seno había y convivía un sector de claro nacionalismo de izquierdas. En ese mismo tiempo colabora en publicaciones como Nós, referencia clave de un grupo de intelectuales, Yunque, El Pueblo Gallego, dirigido entonces por quien llegaría a presidir el Consejo de Ministros Manuel Portela Valladares, etc., donde muestra que además de haber sido siempre un poeta penetra en el campo de la novela, mezclando ambos géneros hasta fundirlos en un estilo inconfundible.

En 1932 aparece el primero de los poemarios de amor que tituló Mar ao norde (Mar al norte). Con él participa en el ambiente literario gallego de entonces. «Alvaro Cunqueiro mezcló la visión juvenil y pura, la experiencia ingenua del paisaje marino y terrestre. Las formas, las composiciones pueden haber sido importadas, pero el material para reaborarlas es absolutamente autóctono…»{4}.

También el mar, hoy,
tiene el alma plena de madurez.
–Percíbase la adolescencia
en el cristal del aire
lleno de trozos de vísperas
y de intactas navegaciones oscuras–
Así: Más allá. En esta hora de sombra:
¿No te duele el canto
–redondez tibia de beso preciso–
del sol en la sombra.{5}

Con Poemas do si e non (Poemas de sí y no) puede decirse que se filtró en él de manera muy personal el surrealismo y fue acaso su introductor en la literatura gallega. Una de las claves de Poemas do si e non se esconde –nos dice el ya citado Molina–, es el poema titulado Parque:

Siegas llamadas por tributo: rosas
Flor trigal espacio travesía.
Como nudos cortados: Ala infancias.
De claro nombre en risas reflejadas
Nueva estampas pastoral en llanto de niño
Igual vidrio agobiado en la luz fundida.
Pastora:
Sí pastora: íntima rueda
Que corazón de calle –¡ay! en cursiva–
Distancias al volver río en espejos
¡Cada mano cada sol cada tristeza!
Nocturno amante en rocas sin alambres:
Doble parque vacío doble parque
Igual vidrio agobiado en luz fundida.{6}

En 1933 sale Cantiga nova que se chama ribeira, que se inscribe en la tendencia llamada neotrovadorismo, un popularismo por el estilo del cultivado entonces por Rafael Alberti en, por ejemplo, La amante; es poesía principalmente de tema amoroso:

Amor de agua ligera,
muñeira.
Amor de agua tardía,
ribera.
Amor de agua florida,
cantiga.
Amor de agua perdida,
mi amiga.{7}

Su primera obra dramática titulada Xan o bó conspirador (1933), ofrece la confrontación, en el fondo de un espejo, entre el hombre tradicionalista, cálido y fino, y el espíritu revolucionario de un hombre, calculador y materialista, que no tiene historias que contar. En esta época es posible que ya influyera en él Vicente Risco, una de las figuras más importantes y complejas de la historia de la literatura gallega, líder del ala conservadora del Partido Galleguista y autor en 1920 de la Teoría do nacionalismo galego, considerado el texto fundacional del nacionalismo gallego.

El 18 de julio de 1936 sorprende a Cunqueiro en Mondoñedo y al poco tiempo se entera de la muerte de alguno de sus amigos que pertenecían al sector de izquierdas del Partido Galleguista lo que en medio de una región dominada por las fuerzas nacionales y ante el temor de que a él también pudiera pasarle algo, unido a presiones familiares y a su antimarxismo «visceral»{8}, le lleva a afiliarse a Falange Española poniéndose a continuación a dirigir una revista titulada Era Azul; después pasa toda la guerra como periodista en la retaguardia, primero en El Pueblo Gallego de Vigo, dirigido por el falangista Jesús Suevos, y posteriormente en La Voz de España de San Sebastián donde en compañía de Ignacio Agustí, pasaba «muchas noches de vigilia», según dice el autor de Mariona Rebull,{9} y en donde además entra en contacto con Agustín de Foxá y Eugenio Montes. Por otro lado, en esa época aparece una colaboración suya en el primer diario estrictamente falangista Arriba España de Pamplona que dirigía el conocido sacerdote Fermín Yzurdiaga; se titulaba Necesidad de un César, donde recuerda que ya lo dijo una vez sin ser oído: «Nada se hará si no hay un conducto recto, justicia y lector máximo de la Ley… »{10}.

De la mano de Manuel Halcón, director de Vértice y jefe local que fue de Falange en Sevilla, accedió a la subdirección de esta revista. Sus colaboraciones en Vértice, por ejemplo, igual versaban sobre la guerra, «la gran crónica militar del mundo tiene para la guerra los más bellos adjetivos…»{11}; que citaba a un clásico, Calderón: «Don Pedro Calderón de la Barca viaja por los teatros alemanes, que lo muestran –novedad y adquisición– a todos los teatros del mundo…»{12}.

Más tarde llega a la redacción de ABC procedente de San Sebastián y acompañado de Manuel Halcón que se haría cargo de la subdirección del diario monárquico y, por tanto, dejaba la dirección de Vértice dando paso en esta dirección a Samuel Ros. El primer artículo que publica en el ABC fue el día primero de abril de 1939 con el título En la hora final que trata sobre el fin de la guerra y la instauración de la pax hispanica bajo el mando del Caudillo. Ese mismo día la portada del periódico decía: Madrid se libera del terror. El 8 del mismo mes escribe un artículo de contenido no político que titula La Resurrección del Señor: «Con la pureza de un dibujo eterno, quedaban, temblorosas de aire, las líneas celestes del vuelo del Señor…». Le seguirían el día 11 Sobre el espíritu de unificación, el 18 La exposición de Arte Sacro, el 22 El martirio de Madrid que decía, entre otras cosas: «La España de Franco no ha dejado ni un solo día de pensar en los españoles que sufrían bajo el marxismo. Nuestra Victoria es, pura y simplemente, el cumplimiento de una verdadera hermandad, de una liberación de todos los españoles…». A continuación seguirían otros más hasta su última colaboración el 17 de julio del mismo año. Por otro lado, cuentan las crónicas que si por culpa de la censura había que quitar algún artículo «entonces, a las dos de la mañana, Cunqueiro tenía que llenar el hueco con algún tema literario producto de su pluma fácil»{13}. La pertenencia de éste a la redacción del periódico monárquico, una vez que paso a sus antiguos propietarios «podría verse como fruto del interés del nuevo gobierno en poseer una especie de inquisidores oficiales en el órgano monárquico de más influencia en España»{14}. En otro momento de su corta estancia en Madrid, con la guerra recién acabada, «el jefe de la Gestapo, Himmler, llega a la capital de España. Por su dominio del alemán –según presume–, Serrano Súñer piensa en Cunqueiro como intérprete para acompañarle. Por esa tarea, Serrano Súñer le adelanta la cantidad de cincuenta mil pesetas. Pero Himmler llega y Cunqueiro no aparece. Entonces Serrano ordena a la policía lo busque por todo el territorio nacional; y lo encuentra en un prostíbulo de su ciudad natal, Mondoñedo; aún le quedan unos duros. Esta actitud le hace tal gracia a Serrano que no tomo represalias contra el periodista»{15}.

En 1939 Jorge Villén publica Antología poética del alzamiento 1936-1939 donde figuran, entre otros, poemas de Eugenio d’Ors, Manuel Machado, Luis Rosales, Eduardo Marquina, Agustín de Foxá y Alvaro Cunqueiro con dos poemas: He venido a hablaros, texto que reaparece con alguna variante mínima en Elegías y canciones (Barcelona, 1940) con prologo de Eugenio Montes{16}; y César escucha como cantas, poema que se cierra con los siguientes versos:

Es preciso que cantemos hasta el fin.
Que José Antonio sepa que no hay miedo
ni culebras ni fango ni hambre cruda.
Que cantaremos hasta que no falte
ni un corazón de hombre escrito a su palabra.
Porque es él, sabéis, es aquel hombre
que había de venir porque se manda soñar cuando se es mozo
y las manos no pueden secarse eternamente
con muros de lodo en el desierto.
Es preciso que cantéis como canta el mar las más roncas mareas
porque él escucha cómo resucitamos.

Este mismo año Cunqueiro aparece también, junto con Manuel Machado, Luis Rosales, Gerardo Diego, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Eugenio Montes, etc., en el libro Corona de sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera. Se abre el libro con una composición latina de Antonio Tovar: Hanc lavro viridi consertam svme coronam: / Marmor habebit, ehev, qvam tibi texit amor{17} y Cunqueiro le dedicaría este soneto:

Si por murallas, pasión nunca sabida,
voces proclaman tu carne como escena,
¿qué tu boca sin sed, de tierra lana,
responde a nuestro amor y enorme vida?
¿Escucharás siquiera florida
rama de encina, por siglos tan serena,
o el vidrio que derrama en dura pena
peña sufriendo ríos sin medida?
Muerte cegó tus ojos y usó el frío
hierro en tus pies, cadenas destinadas
a privarte del aire y del rocío.
José Antonio, señor, yacen desesperadas,
olvido del invierno y del estío,
las naves mozas por tu canto armadas.

En esta época ve la luz una narración corta titulada Historia del caballero Rafael, novela bizantina incompleta totalmente al margen de la política y de la guerra publicada por primera vez en el suplemento literario de Vértice (noviembre de 1939). Un poco más tarde aparecen la Balada de las damas del tiempo pasado y San Gonzalo. En Madrid Cunqueiro se encuentra muy a gusto, pero un desgraciado incidente con el embajador francés, que le había encargado una serie de artículos, que cobró por adelantado y nunca llegó a escribir, hizo que el director general de Prensa, Juan Aparicio, le retirase el carné de periodista en el año 1944. Sin embargo no fue tan grave la sanción porque Cunqueiro no solamente siguió escribiendo en la prensa del Movimiento, donde habitualmente venía colaborando, sino que también lo hizo en el semanario El Español que había sido fundado por Juan Aparicio, que además era su director. Una de esas colaboraciones en la citada prensa es el artículo titulado Franco, gallego, que terminaba así: «Quizás para mí, gallego natural y por todas las sangres, no haya en este momento del mundo, y de España, más claras razones optimistas que la presencia de Francisco Franco al frente de los destinos de España. Recuerdo aquellas palabras que vienen en Gracián y que han sido las más nobles para el elogio de la dignidad humana que se hayan dicho jamás: «Una frente despejada, unos ojos que miren, una boca que hable, un hombre natural, una persona, un duque de Osuna o un príncipe de Conde…». Quizás la salvación de España en los años futuros penda de haber hallado un hombre natural, una persona. Lo halló para dicha suya el 18 de julio de 1936 y lo mantiene sobre el pavés, al aire de todas las batallas, el 18 de julio de 1946. Baltasar Gracián no vacilaría, en elogio del héroe, en repetir las palabras de su manual, escrito para los hombres del más alto siglo de España»{18}. Estas palabras y en esa fecha echan por tierra las mentiras de uno de sus biógrafos para quien desde la retirada de su carné cualquier vinculación con el franquismo «representa descoñecemento ou supón acción malévola»{19}.

Sus desavenencias conyugales con Elvira González-Seco Seoane le hacen retornar de nuevo a Mondoñedo donde entra en una profunda depresión. Es durante la misma cuando escribe Dona do corpo delgado (Dama de cuerpo delgado), un poemario donde confluyen el fracaso y el amor imposible:

De todos los amores, elijo el vuestro:
Mis damas Giocondas, en vosotras veo
a todas las damas que hubo en el país,
unas blancas camelias, otras flores de lis.
Le temps s’en va! O me dais ese beso
que huele a las rosas de Mil y Pico
o moriré llorando en mi soledad,
mientras envejezco: Le temps s’en va!

Casi todos los principales estudiosos de Alvaro Cunqueiro coinciden en que su obra literaria ha trascendido por su excepcional labor como novelista, tanto en gallego como en castellano; sin embargo siempre representó para él la poesía algo prioritario. Cunqueiro también es autor de obras teatrales escritas en gallego: O incerto señor don Hamlet, príncipe de Dinamarca, escrita en 1958 y estrenada en La Coruña dos años más tarde; A noite vai coma un río, escrita en 1960 y que permaneció inédita a lo largo de cinco años hasta que se publicó en la revista Grial, y la tercera que tituló Palabras de víspera. Abandonó pronto este género literario porque él mismo consideraba que era una estupidez escribir teatro si no iba a ser representado. En unas declaraciones publicadas en el Suplemento Literario del diario Pueblo, firmadas por César Antonio Molina, dijo: «Escribí A noite vai coma un río, porque me aseguraron que sería representada. El teatro no es para leerlo, sino para oírlo y verlo sobre un escenario. En Galicia la actividad teatral siempre estuvo postergada, y además, también el tipo de teatro que yo hacía no estaba muy de acuerdo con las corrientes de tipo social del momento…».{20}

En 1955 aparece Merlín e familia, dando comienzo su obra narrativa luego de escribir varios libros de poemas: que trata de la historia de Merlín que llega al lector a través del relato directo de Felipe de Amancia que trabajó como criado del mago y es la primera de las siete novelas que escribiría en gallego y/o castellano entre ese año y 1974; Las crónicas del sochantre (Premio Nacional de la Crítica), inspirada en una tradición bretona: la de la carroza funeraria en que viajan las ánimas en pena; Las mocedades de Ulises: un relato de iniciación a la capacidad de soñar y fabular; Cuando el viejo Simbad vuelve a las islas: un piloto que decía haber sido piloto como sustituto del califa de Bagdad; Un hombre que se parecía a Orestes, con la que gana el Premio Nadal 1968 y que vino a confirmar que su autor se había sumergido en el mundo de la reinterpretación o reivindicación de la leyenda y de la historia mitológica; Vida e fugas de Fanto Fantini della Gherardesca, personajes soñadores, dotados de una gran imaginación, que convierten su fabulosa existencia en un sinfín de interludios musicales, y, por último, El año del cometa con la batalla de los cuatro reyes, obra que constituye una honda reflexión sobre los sueños y las realidades y considerada su testamento literario.

Sigue Cunqueiro colaborando en distintos medios, sobre todo en Faro de Vigo que entre 1965 y 1970 llegaría a dirigir. La aportación de este gallego a la prensa fue la manera en que supo hacer de la necesidad una plataforma para la libertad creadora. Se las ingenia para relacionar la realidad con lo que a él más le gusta que no es otra cosa que las imaginaciones propias y ajenas; incluso se atrevió a decir que si las palabras de Cristo hubiesen sido recogidas por periodistas, la religión católica sería totalmente distinta. De vez en cuando concedía entrevistas a alguno de sus colegas y en una ocasión llegó a manifestar a uno de ellos: «La literatura actual de Cela no tiene interés ninguno. Camilo José es un buen amigo mío; yo le admiro y lo considero como uno de los grandes maestros del idioma español, al que sabe exprimir con firmeza y violencia a la vez. Ahora bien, todo este mundo del tremendismo en que se halla metido es como una pescadilla que se muerde la cola. Algunas de sus obras, concretamente Viaje a la Alcarria y un par de ellas más, son muy buenas. Pero el resto, aun con tener el éxito editorial que tiene ahora, en el futuro no creo que las lea nadie»{21}. Era también hombre de tertulia, incluso de charlas radiofónicas{22} y nunca dejó de colaborar en periódicos incluso después de dejar la dirección del Faro de Vigo. Sus colaboraciones seguían estando presentes en la prensa del Movimiento y así, por ejemplo, podemos leer en marzo del año 1971 un artículo que tituló Año de grandes perdonanzas: «En el año de la grande perdonanza se enseña al hombre a orar. Es decir, a ser plenamente libre. Acaso por esto, sin contar las gracias concedidas a los que cruzan la puerta santa, está justificada la peregrinación a Compostela. La selva de las altas torres hiere la lorquiana camelia del cielo, mientras en el altar mayor el señor Santiago se deja abrazar…»{23}. Y en 1979, cuando Cunqueiro estaba llegando al punto más alto de su obra poética, recibe el premio Frol de Auga{24} por su obra Herba aquí ou acolá (Hierba aquí o allá) donde está presente el enfrentamiento con la muerte como si ya la presintiera cercana: Todo depende de que uno esté muerto / preguntando por la hierba que nace encima / como por un nuevo cuerpo más ligero, / acunado por el viento…

Por su inmensa labor, no sólo por su polifacética obra sino también por su dedicación a la tierra que le vio nacer, la Universidad de Santiago le otorga el grado de Doctor Honoris Causa y su investidura tendría lugar el 28 de enero de 1980. Cunqueiro es presentado por el catedrático de Lingüista y Literatura Ricardo Carballo Calero que lo hace en gallego: «É para min unha alta distinción representar á Universidade en que me formei e en cuxo claustro de profesores cheguei a integrar-me, no acto solene de recepción de don Alvaro Cunqueiro Mora, figura ilustre das letras galegas…»{25}. En gallego también contesta Cunqueiro: «Desque tiven noticia de que a Facultade de Filoloxía da Universidades de Santiago de Compostela me honraba cun doctorado honoris causa, non deixar pasar hora sin pensar qué merecimientos tiñan atopado en min para tan alto galardón. Tiña que ser, sin dúbida, pola miña obra literaria, pro eu estimaba e estimo que esta non merecía o doctorado honoris causa por si soia. Uns libros de poemas, unhas pezas de teatro, unos volumes con historias varias, non sería suficinte. Algunha razón ben de máis peso tiña que ter tido a Facultade de Filoloxía para pensar en min para este doctorado de honor. Tiña que ser, caía eu na conta, porque a meirande parte da miña obra, comenzada vai a facer cincuenta años, tiña sido escrita na nosa fala galega…»{26}. En 1982, un año después de su fallecimiento, la misma Universidad de Santiago publicaría un libro homenaje escrito con la colaboración de varios profesores y catedráticos.

Falleció el 28 de febrero de 1981 cuando era trasladado en estado preagónico desde la residencia sanitaria Almirante Vierna, de Vigo, adonde había acudido aquejado de una neumonía, a Mondoñedo donde mantenía la casa de sus padres y en la que seguía viviendo su hermana Carmen con la que se sentía muy unido. Fue enterrado en un día de lluvia y brumas en la misma ciudad que lo vio nacer y que representó para él la melancolía y el silencio. Agora, meu amigo / voltaches para sempre a Mondoñedo…, son palabras de despedida de otro poeta: José Díaz Jácome.

Notas

{1} Diario El País, Madrid, 20.4.1980.

{2} Alvaro Cunqueiro, Las mocedades de Ulises. Bibliotex, Barcelona 2001, pág. 21.

{3} Citado por César Antonio Molina en el prólogo al libro: Antología poética, de Alvaro Cunqueiro. Plaza & Janés, Barcelona 1983, pág. 10.

{4} Alvaro Cunqueiro, Antología poética. Selección, Prólogo y Traducción de César Antonio Molina. Plaza & Janés, Barcelona, 1983, pág. 24.

{5} Ibid., pág. 99.

{6} Ibid., pág. 145.

{7} Ibid., pág. 107.

{8} «Soy un antimarxista visceral», declaraba en el diario La Región. Orense,l 8.7.1979, pág. 12.

{9} Ignacio Agustí, Ganas de hablar.Testimonios de nuestro tiempo. Planeta. Barcelona, 1976, pág. 356.

{10} Diario Arriba España, ,Pamplona, 4.3.1938.

{11} Alvaro Cunqueiro, Relatos de guerra. Revista Vértice, febrero, 1939.

{12} Alvaro Cunqueiro, Viaje de Calderón por Alemania. Revista Vértice, marzo, 1939.

{13} Publicado en el fascículo 21 del coleccionable 70 años de ABC, 19.10.1975.

{14} José Mª Brea, Mercedes Folgar, Alvaro Cunqueiro en ABC, en 1939. Homenaxe a Alvaro Cunqueiro. Universidad de Santiago de Compostela, 1982, pág. 351

{15} Juan Antonio Pérez Mateos, Historia íntima del diario ABC. Libro-Hobby-Club. Madrid, 2002, pág. 256.

{16} «Alvaro Cunqueiro es un mozo gallego en quien las letras y la sangre han llegado a cabal intimidad. De Mondoñedo, románico, mitrado y labrador…». Recogido por César Antonio Molina, en op. cit., pág. 17.

{17} Recibe, / tejida con verde laurel, / esta corona. / ¡Ay! Tu tumba tendrá / la que para ti trenzó el amor.

{18} Diario La Nueva España , Oviedo, 18.7.1946, pág. 1.

{19} X. F. Armesto Faginas, Cunqueiro unha biografía. Edicions Xerais de Galicia. Vigo 1991, pág. 167.

{20} Diario Pueblo, Madrid, suplemento Literario, 7.3.1981.

{21} Diario La Nueva España, Oviedo, 13.3.1965, pág. 8.

{22} Una antología de sus colaboraciones en Radio Nacional de España se recoge en A máxia da palabra. Cunqueiro na rádio.

{23} Diario La Nueva España, Oviedo, 14.3.1971, pág. 7.

{24} Diario Región, Oviedo, 1.3.1981, última pág.

{25} Discursos, Universidad de Santiago de Compostela. Vigo, 1981.

{26} Ibid.

 

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