El Catoblepas · número 194 · enero-marzo 2021 · página 15
Crítica a la obra La vuelta del revés de Marx
José María Rodríguez Vega
La maraña política de Santiago Armesilla, enmarañando a Karl Marx y Gustavo Bueno
Bosquejo crítico del libro del señor Santiago Armesilla. Y es un bosquejo por la incapacidad mía de poder abarcar toda la gran mezcla, y a mi entender, maraña inmensa creada en esta obra. Únicamente he criticado más en profundidad la introducción y el capítulo primero y en relación concreta al gnosticismo según Armesilla. Lamento no profundizar en los argumentos supuestos del libro y dejar esta crítica en un mero bosquejo o parcialidad, ya que conforme iba leyendo mi estupefacción iba creciendo hasta acabar sabiendo que aquí no hay nada que criticar en cuanto a argumentos, tal es el lío y la maraña que yo he percibido en la obra de Armesilla. Todo son ínfulas y alteraciones grandilocuentes de palabras con un sentido grandioso y una vez alterada la sintaxis de Gustavo Bueno, esta obra no tiene para mí, argumentalmente, ninguna importancia, o por lo menos yo no he logrado encontrar en ella nada nuevo y que no supiera directamente desde la lectura de Gustavo Bueno.
Tratar de voltear y superar a Gustavo Bueno desde su MF y desde sus propias ideas y conceptos alterados al ser transcritos alterando su sintaxis, es una impostura, una ficción, un fraude, una estafa. Demostrar esto es el objeto de este artículo, que consta de tres partes: contra la concepción de lo gnóstico en Armesilla, una ligera exposición de su sintaxis alterada, y una muestra de sus cambios de término o categorías del Materialismo Filosófico.
Este libro de Armesilla lo compré a cambio de El secreto del universo de Kepler que ya poseía… No sabía yo qué elegir al devolver al Kepler repetido y elegí el que menos me había prometido consumir y comprar, no por el valor de su trabajo (que sin duda lo tiene, cuatro años nos dice Armesilla que le costó realizar esta su obra, pues aunque nada más sea el de transcribir conceptos de Bueno e ir alterando su sintaxis para darnos luego una distinta semántica, no hay duda de que semejante trabajo es, cuando menos, largo y costoso) sino por el valor que dicta por páginas ciegamente la demanda del consumo masivo, la demanda de todos los libros, buenos y malos y peores, y yo voy a tratar de hacer ver que este libro de nuestro autor no es de los mejores (aún valiendo lo mismo que los peores), que es de esos libros que yo no recomendaría nunca a nadie comprar a pesar de haberlo comprado yo al ver repetido al Kepler.
A. Contra la concepción de lo gnóstico en Armesilla
1. Lo gnóstico
El señor Francisco José Martínez, catedrático y autor de la introducción a esta obra, dice que aquí a la obra de Marx se la considera dependiente de la voluntad de los sujetos, pues dice que el autor, Armesilla, “no considera que las aportaciones de Marx sean pura ciencia descriptiva de los fenómenos independientes de la voluntad de los sujetos, sino más bien un esclarecimiento de la voluntad de dichos sujetos de transformar el mundo dado…” (pág. 14). Este va a ser el quid pro quo, lo de transformar el mundo dado pues ello nos mete de lleno en una acusación de Armesilla contra el MF y de algunos “buenitas” o de todos, a saber, que son unos gnósticos no implantados políticamente. Estos pésimos buenistas creen saber, parece, o eso se nos dice en muchos lugares, que el gnosticismo es precisamente la ilusión o ficción ideológica de y para la “transformación del mundo” (en tanto mundo malo), que gnóstico es todo aquél que cree –precisamente– que esa transformación depende de la voluntad de los sujetos y que esos sujetos son gnósticos, precisamente, cuando creen en ese “esclarecimiento de la voluntad… de transformar el mundo dado”, el mundo malo, desde el conocimiento (gnosis) y por el conocimiento por mucho que no se niegue el uso de las bayonetas o praxis, &c., pues todo lo que trata de esclarecer o coadyuvar la voluntad de los arreglamundos gnósticos es a su vez un gnosticismo. Esto es lo que rotundamente afirmamos.
Parece que ni el introductor ni el señor Armesilla saben que lo gnóstico es eso: pretender cambiar el mundo, un mundo en el que el gnóstico considera que la salvación de los humanos se encuentra en sus propias manos: «…“gnosticismo” designa, en efecto, en ambos casos, la “vida y doctrina” de algunos hombres (dados en el conjunto de una sociedad) que pretenden estar en posesión de un saber dotado de alguna virtud salvadora (para ellos mismos y, a veces, también para los demás) o, si se prefiere, soteriológica.»{1} Consideramos aquí a nuestro autor, paradójicamente, un gnóstico esotérico asertivo.
Se sabe que el núcleo de lo gnóstico es el redentorismo (cuyo padre terrenal fue el milenarista Joaquin de Fiore), esto es, el atrevimiento de la corrección de la Creación por parte de la creatura humana, o sea, la corrección de la obra de Dios, que eso es lo soteriológico, la salvación que no viene de arriba, que parte de la tierra, una salvación… inmanente. Y es que, por lo que parece, ambos, introductor y autor son unos verdaderos y archirrevolucionarios que creen que el Estado ha de ser o es el “sujeto revolucionario” (pág. 15), en lugar de atinar y ver que por su eutaxia es precisamente, otra vez, su opuesto, que el Estado es conservador siempre, ya que lo revolucionario es lo opuesto a su duración (durée), duración en que consiste su eutaxia política. ¿Acaso el Estado de la URSS de Stalin necesitó hacer y realizar la Revolución permanente de León Trotsky en contra de su eutaxia? ¿Acaso no fue el piolet sobre la cabeza de Trotsky la sangrante demostración de la conservación del poder del Estado por parte de Stalin? Tanto más pareciere implantado políticamente un marxismo o un MF en las imbricaciones estatales y en cualquier Estado, tanto más conservador sería ese Estado. La aceptación del dogma hace a cualquier Estado más conservador, más eutáxico, más duradero, no lo hace más revolucionario en modo alguno ya que no hay ni puede haber revolución sin desorden. La revolución es en sí misma la madre de toda distaxia política y en esencia y por su esencia consiste en durar poco. La revolución es por necesidad pasajera, o dicho de otra manera, todo revolucionario aspira a terminar cuanto antes la revolución para coger el poder cuanto antes.
El saber esotérico y asertivo de Santiago Armesilla es autoexcluyente… «…porque, además de mantener su fe en los dogmas, sacramentos, reglas morales particulares, éticas (de su “materialismo político” o de su marxismo, claro), niega que, al margen de todo ello, (al margen del pensamiento de Armesilla o de Armesilla mismo), pueda hablarse de un saber salvador: “fuera de la Iglesia no hay salvación”.»{2} Fuera de la concepción de Armesilla, fuera del dogma de nuestro autor no hay salvación y ello se demuestra tildando falsamente a los “buenitas” de esta virtud soteriológica que padece el propio Armesilla y que es el principal defecto de nuestro propio y enmarañado autor: «según hemos dicho: “gnosticismo” (en la definición de Scheler) es el nombre de toda doctrina que sostiene la necesidad del conocimiento (gnosis) para alcanzar la salvación.»{3} No hay ninguna duda de que el MF es un “escepticismo que es un antignosticismo filosófico-teológico”, que no busca ninguna redención o salvación: «El escepticismo es un antignosticismo filosófico-teológico en tanto que duda de que nadie, utilizando su “razón natural”, puede alcanzar un saber teológico-filosófico, un “Dios de los filósofos”, dotado de la mínima evidencia que cabe presumir como necesaria para edificar, sobre él, los principios de la vida política o moral.»{4}
Por todo ello Santiago Armesilla no está con el MF cuando este es… «Agnosticismo esotérico en su “forma positiva”…El agnosticismo esotérico, en su forma positiva, equivale a una duda sobre los propios contenidos revelados por las sectas, duda que implica un reconocimiento práctico de su posibilidad y, acaso, de su incompatibilidad con los resultados de la ciencia positiva; por tanto, un “reconocimiento de beligerancia”.»{5} En ningún momento duda nuestro Armesilla de la posibilidad “científica” de transformar el mundo por la subjetiva voluntad propia de todo gnosticismo (basado en el conocimiento sublime de las propias premisas). Mantengamos la alerta para concatenar esto de ahora con el “exceso de animalidad” propio de todo gnóstico esotérico en tanto “superación” del ser, superación de Mi, es decir, superación de lo trascendente, de lo que nos desborda, sea dialéctica esa supuesta superación o no. Esto lo trataremos más adelante.
Ahora, que no nos pida nadie, y menos que nadie nuestro autor, no enmarañarnos al tratar de desenredar esta maraña inmensa de conceptos alterados y conscientes o ingenuamente retorcidos y mezclados en una túrmix sintáctica. Armesilla nos propone una grande y supuesta originalidad, a saber, comprender su intento de convertir al MF en una doctrina gnóstica como lo es y lo fue el núcleo redentorista y mesiánico del marxismo canónico (???, pág. 32). Ese “proceso de fusión” turbulenta marxiano/buenista viene de un truco vulgar que es el de palabra dar la vuelta a Hegel desde Marx y a Marx desde Bueno y a Bueno desde Armesilla ¡como no!, detrás de un pensamiento genial como el de Bueno siempre viene otro vulgar como el de nuestro autor para acabar al cabo en un pastiche monumental que consiste en superar a Bueno por medio de la difamación y la manipulación más artera y chabacana de su dislocada “razón natural”, de la dislocada locura conceptual de nuestro enmarañado autor. Y dice en su locus Armesilla: «O lo que es lo mismo: lo que Bueno propone en su “vuelta del revés de Marx” está ya en Marx, y también en Engels, Lenin, Stalin, &c. Con lo cual, no hay realmente nada novedoso en lo que Bueno propone respecto de Marx…» (pág. 33). Esto mismo, según mi pensar, es lo que padece nuestro original autor. De igual modo siempre podremos decir nosotros que lo que Santiago Armesilla propone está sacado equívocamente de Bueno. Y es que se trata de lo gnóstico (pág. 33) y no de lo agnóstico, ¡ojo!, y Armesilla, lleva a cabo la confusión del “criticismo materialista al confundirlo con el agnosticismo…”: «No sólo porque el agnosticismo no es un término unívoco, salvo que gratuitamente queramos darle un significado convencional, sino porque sus modulaciones son tan heterogéneas que hablar del agnosticismo, en general, pretendiendo derivar consecuencias de esta generalidad, es tanto como confundirlo todo, es tanto como practicar el oscurantismo. En todo caso, el criticismo materialista se constituye no tanto como un agnosticismo, cuanto como un antignosticismo, como un antignosticismo esotérico y también como un antignosticismo teológico-filosófico. El criticismo materialista, característico del materialismo filosófico, puede suscribir plenamente el conocido diagnóstico de Engels: “El agnosticismo es un materialismo (un ateísmo) vergonzante”.»{6} Por tanto queda muy claro que el MF es antignostico y que Armesilla, una vez más, desfigura y enmaraña el mundo para erigirse desde su nada en algo grandioso y sublime que a la postre acabará en un gran fiasco.
El MF no es según Armesilla una superación filosófica del marxismo ni aún integrándolo (no hay en verdad superaciones sin integración). Algunos buenistas –dice– son tan revisionistas como el mismísimo Berstein (Joaquín Robles, Luis Carlos Martín, son aquí los impíos) y por ello confunden según Armesilla el “materialismo histórico con el marxismo vulgar”, los cuales al llevar a cabo una «“desconexión completa entre Marx y Bueno hasta el punto de convertir el materialismo filosófico en una filosofía gnóstica. El propio Bueno advirtió contra estas derivaciones gnósticas, e incluso nihilistas, en su obra de 1996, ¿Qué es la filosofía?» (pág. 33). Tenemos aquí que nuestro autor practica aquello de lo que acusa los demás, como si su práctica mundana fuera diferente a la de los demás que se dedican como él a escribir y pontificar y soltar peroratas y discursos de youtuber.
¡Pero si lo gnóstico es muy principalmente la superación del presente en pos de una hipotética felicidad ahora inexistente! Lo gnóstico es ese comunismo trasnochado que nos prometía una sociedad sin clases ni defectos, esto es alterar M desde Mi. Lo gnóstico es el Logos/Inteligencia para la salvación/revolución. «Gnóstico es todo sistema que supedita la salvación o la felicidad al conocimiento.»{7} Por tanto toda filosofía es en cierto modo gnóstica, pues no hay filosofía sin el uso de la razón, y esta es la crítica de Bueno (la absorción de Dios en el Mundo (de M en Mi, o la reducción de la materia ontológico general en la materia ontológico especial), que es la misma crítica de una teología limpiamente católica como la de Hans Urs Von Balthasar para el cual lo gnóstico es aquello donde “necesariamente la fe y la esperanza se disuelven en su totalidad en una transitoriedad en el más acá”{8}, y por contra esa “superación del estado de cosas presente”, tan kantiano, tan majorennes, tan del más acá, es lo progre-sivo –invertido– que aflora fuera creyendo en una realidad inexistente posible y hacerla avenir por medio de la santa Revolución –esa fe laica– hasta llegar al Pleroma o “sociedad comunista” perfecta de Carlos Marx. Por tanto no hay que tratar a Marx como a perro muerto dice Armesilla (pág. 34) y para ello es muy necesario resucitar al muerto y convertirlo en operativo, como en China (???), &c…, ya que…
“El marxismo es una escuela filosófica que sigue viva, activa, y que sigue produciendo derivaciones de manera constante incluso tras la caída de la URSS y puede producir un átomo nuevo, o si se quiere, una concepción filosófica nueva, radical, que sea tanto marxista como buenista. Las lineas fundamentales de esa concepción filosófica que, a nuestro juicio, resultaría de esa fusión nuclear, están presentadas en esta obra, fruto de un trabajo de años, y prefiguradas, como hemos dicho más arriba, en el Primer Ensayo de las categorías de la ciencia política de Bueno, de manera especial.” (pág. 34)
Evidentemente esa “concepción filosófica nueva, radical” es y será la de nuestro autor, Armesilla, por eso se convierte sin ni tan siquiera saberlo en un dualista ontológico originario, ya que no puede prescindir, en tanto marxista, de aquellas viejas y roñosas categorías de “empresario/obrero”, “capitalista/proletario”, “explotador/explotado”, “revolucionario/reaccionario” y para acabar “derechas/izquierdas”… ¿Y es esto todo lo que según él saca y ha aprendido de Gustavo Bueno? Permítanos el Sr. Armesilla reírnos de la posibilidad de producir ese marxismo, aquél marxismo que no atinó ni una, un “átomo nuevo o una concepción filosófica nueva” que –presumimos– nuestro autor va a insinuar que es la suya, su plagio o su rancio “materialismo político”.
«El materialismo político es toda concepción que defiende la naturaleza estrictamente sintáctica de las operaciones políticas y, por tanto, su interna implicación con la semántica circular, radial y angular, es decir, con el cuerpo de la sociedad política.» (Gustavo Bueno, Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas', parte II, capítulo 3, “El cuerpo de las sociedades políticas”, pág. 295.){8a}
Empero, ¿qué es lo que desea todo verdadero gnóstico, como en verdad lo es a mi entender Armesilla? Desea desde “el fundamento básico de nuestro materialismo político” (el suyo)… la “totalización trascendental del Universo” (la totalización del Todo o lo que es lo mismo, llegar desde Mi a comprehender y dominar ese infinito de M, –cosa que le está negada incluso al Ego trascendental–, vaya, acabar con las dicotomías y defectuosas monsergas capitalistas… ¡más dislocado y descolocado no se puede estar!) cuando nosotros “a través de la dicha vida política estemos a nivel trascendental, estemos en dialéctica con el Ser…” (pág. 35). Toda esta gran maraña será explicada después “adelantando que la utilización de estos términos conlleva un cambio de terminología con respecto a la ontología materialista de Gustavo Bueno, y …” ¡Y tanto, pobre Bueno!… Y por eso, dice nuestro autor: «Esta obra no presenta más que los primeros esbozos de nuestro materialismo político» (pág. 36). Que nuestro autor me perdone, pero su novísimo “materialismo político” es un matusalén que clama al cielo{9}, ya que…
Linneo, en su “Systema naturae” del año 1735, hizo la definición de nuestra especie como Homo sapiens, por lo que en su Género (Homo) entran bastantes más especies de hombres que el propio Homo sapiens. Todos ellos serán emancipados por Armesilla, que usa el concepto de “género” al modo bíblico.
“Ahora bien, si juzgamos en función de las ideas puestas en liza, el materialismo político depende del idealismo ético exactamente en la misma medida en que se aparta del realismo político, pues el materialismo político no es sino la conjunción de una táctica y una estrategia realistas puestas al servicio de unos ideales de emancipación del género humano” (la materia puesta al servicio de una idea, de unos “ideales” o M1 esclavo de M3 y acaso de M2), y claro, es muy dudable, por no decir por completo absurdo, que esas tácticas y estrategias realistas puestas al servicio de unos ideales de emancipación del género humano, sean eso, realistas, y encima que no sean gnósticas.
Esta emancipación del género humano no es otra cosa que un monumental gnosticismo, por eso debe leerse este gran acierto de Felipe Giménez: «El materialismo filosófico no sostiene verdades inauditas, más bien sostiene la verdadera sabiduría filosófica política presente en la tradición política de Occidente. La tradición realista o realismo político es la base del materialismo filosófico político y de su posición sobre la guerra y la paz entre las naciones.»{10}, y una verdad inaudita es, desde luego, esa “totalizacion trascendental del Universo” que nos promete nuestro autor al creer él en esa “contradicción máxima entre Historia/Revolución Comunista”, o sea, lo opuesto a Felipe Giménez para el cual, presumo, la contradicción, de haberla, no puede ser jamás resuelta{11}, y menos por cualquier conocimiento, sea marxista o no: γνῶσις (gnosis), que significa conocimiento, por mucho que el progre del presente haya olvidado por su camino pseudoateo lo espiritual. En definitiva, un gnóstico es un adepto iniciado en la Cábala y la Alquimia esotérica que supone que sólo la Gnosis Salva, que por el Logos profundo obtendremos la felicidad. Sin el señor Armesilla, el caos.
El dualismo de Armesilla no es otra cosa sino su creencia de que todo materialismo político ha de respetar y amar ese dualismo entre el pleroma o plenitud marxiano o marxista –el bien perfecto como comunismo– y el mundo real –el defectuoso e infecto–, ya que sin esta dicotomía el marxismo y todo progresismo se disuelve por completo, dejando el realismo político mondo y lirondo, sin marxismo alguno, que para nada le hace ni le hizo nunca falta, como demuestra la existencia del realismo, desde siempre y anterior a Marx. Ya lo dice Bueno, la principal tesis de todo gnóstico es lo malo del mundo, el mundo mal hecho (burgués), corregible por la creatura, y el marxista comunista es el corrector máximo por excelencia, el gnóstico que corrige y esculpe desde y en la infecta tierra la obra perfecta (perfectus, no hecha por el hombre) del Dios del Cielo, pues, como dice el Génesis y Dios vio que todo era bueno. En fin, que el gnóstico del presente laico es aquél ser pedante, cursi y soberbio que cree poder arreglar el mundo según sus raquíticas convicciones y con sus limitados medios, y esto le ocurre por ver ya a ese Dios torpe, secundario, que no supo hacer el mundo, y entonces el mundo que vivimos es un mundo del mal, es un mundo malo, neoplatónico: el mundo de la materia es el mundo del mal, la gnosis no será entonces sino un conocimiento mejor de lo ya revelado caminando hacia la felicidad. Veamos a Bueno, que es verdaderamente quien dice esto.{12}
Paráfrasis: El gnosticismo de Armesilla designa un conjunto de creencias filosóficas y religioso/políticas o impolíticas cuyo principio básico se basa en la idea de que en cada hombre existe una esencia inmortal estupenda perfecta y comunista que trasciende al esperpento actual del hombre en este presente infecto y lo perfecciona como comunismo, y como comunismo o comunista podemita o voluntarista, y esto es un desbordamiento del hombre por el hombre mismo, lo cual es absurdo. Por tanto, el hombre es visto como un ser divino que cayó a la Tierra de una manera desastrosa cuyo pecado original es, acaso, si no el capital originario o el afán esclavista de explotación, tal vez la fuerza etologica de un macho Alfa, que sólo puede deshacerse de esta condición alienante e “inhumana” a través de una verdadera Revelación/Revolución que lo transportará a una Sociedad nueva en la cual ya el hombre habrá logrado por fin superar su exceso de animalidad, su superación, acercándose por fin a una altura superior a su ser presente mismo. No en vano los gnósticos eran, lo mismo que en el presente, los “intelectuales” a la moda de su tiempo.
* * *
En conclusión provisional, Armesilla se nos muestra como un apoteósico y tremebundo pequeño Gran Ego que está en todas partes… En la página 38 y sobre la Iglesia católica, mejor nos lo saltamos, pues nos basta leer como este gnóstico de Armesilla cree en San Pablo como el Lenin del cristianismo primitivo, sin poder ver que es precisamente San Pablo en sus Cartas el que abandona el verdadero cristianismo primitivo (zelote) abriéndose al catolicismo universal de lo romano (cuyo Reino ya no es de este mundo, ya no es gnóstico por tanto) sin importar mucho la división clásica que se hace por medio del Concilio de Nicea. En esta página nuestro autor aboga por algo muy original y verdaderamente inaudito: “la implantación política del materialismo histórico desde el poder del Estado” para de ahí pasar –en el futuro– a “una implantación política de la filosofía materialista de Bueno” (pág. 45), que desde luego eso será cosa de los archirrevolucionarios y no del VOX de Joaquín Robles. Se trata aquí de monopolizar a Bueno para la causa, implantarlo políticamente ya que él, por lo que parece, no supo implantarse a sí mismo.
En la página 39 Santiago Armesilla se nos aparece soberbio, imponente, cual ladrón ratonil mordiendo allí donde atina y puede y sin decir de quién es el queso que para su provecho ególatra roe y se come. Con su fama se lo coma sin atragantarse.
El actualismo de Luis Carlos Martín y de Tomás García López es, pues, el de aquél sofista (dice Armesilla) “que reduce a acto toda realidad, negando toda realidad no actual o potencial (¡¡¡), sustancializando el acto sobre la potencia”, lo que nos dice, por tanto, que el presente, para Armesilla, contiene el pasado y el futuro, lo “no actual o potencial”, o sea, que hay una realidad futura, que aún no es real aún, y no siendo aún presente eso es el Paraíso a construir por el gnóstico. Es decir, que los conceptos presentes y abstractos (M3) del pasado y del futuro son tan reales –¿físicamente?– como el duro y parco presente en M1, puesto que no se sustancializa en Armesilla el acto sobre la potencia (potencia filosófico aristotélica, aclaramos, no de la ciencia actual física) inexistente en M1, como sí hacen esos sofistas buenistas que niegan, dice, la ontología misma de Bueno. Este es en realidad –¡otra vez!– el Universo implicado de David Bohn y su no presente es su explicación o desarrollo que realiza ese Ego trascendental. Sublime. Se nos vuelve a aparecer lo gnóstico en Armesilla en el momento en que los sofistas esos buenistas «suponen una posición conservadora que niega la posibilidad de la revolución, reduciendo todo a cambios progresivos actualistas. De ahí, además, la hostilidad antimarxista de Martín y otros revisionistas de Bueno» (pág. 39). Y es que nuestro autor no revisa a Bueno, sino que lo supera, parece, lo eleva a las alturas sublimes de la síntesis novísima de Armesilla, para el cual el presente lleva en sí preñado –implicado– el futuro, tanto como el pasado llevaba el presente y que ya se ha explayado. Gustavo Bueno, por lo visto, no fue grande hasta que llegó Santiago Armesilla y lo puso en su altura precisa.
«Pero lo que aquí nos interesa es esto: si las verdades intermedias, las que versan sobre lo meramente posible (y que Leibniz habría concretado en la figura de los mundos posibles, pero jamás realizados), no habría que ponerlas en correspondencia con la ciencia media de Molina.
Las tres ideas claves de la ontoteología pasarán a constituir, a través del hilo conductor de la lógica, las tres categorías que Kant asignó a los juicios, según la modalidad: existencia, necesidad y posibilidad. Pero no sólo la Ontoteología escolástica o la lógica transcendental kantiana, sino también la lógica formal, “libre de metafísica”, hubo de emprender, bastante más tarde (Frege y Russell, Lewis), la tarea de construir una “lógica sin ontología” de la existencia, de la necesidad y de la posibilidad, dando lugar a lo que se conoce hoy como “lógica modal”. Esta denominación tiene resonancias kantianas (por lo de “modal”), pero lo que es todavía más significativo, tiene también resonancias escolásticas (por la apelación a “los mundos posibles” leibnicianos que la lógica modal suele hacer al tratar de la posibilidad, de la existencia y de la necesidad).»{13}
Por tanto, todo ese revisionismo antimarxista de Luis Carlos Martín y de esos otros buenistas es sencillamente, para este verdadero gnóstico de Armesilla, una “filosofía domesticada ante la realidad política que sólo pretende hacer inviable la implantación política en el Estado del MF de Bueno” (pág. 40); y eso demuestra que la idea de Bueno es “bastante pobre” –¡sic!–{14}, y para lograr estas carambolas maravillosas y megapolíticas, Armesilla se ve obligado a decirnos que «si ese sistema filosófico sólo puede medirse con otros sistemas filosóficos, pero al mismo tiempo dice reducirlos a todos, y resulta ser independiente del desarrollo de los saberes de primer grado (esto es una simple mentira), al tiempo que necesita construir sus ideas a partir de ellos, y a su vez reduce toda realidad a acto, negando así la potencia ontológica que le es propia [¿de la ciencia media de Molina?] en su gestación inicial, nos queda un cajón de sastre lleno de contradicciones que, en el límite, no sirve para nada, No es casual que este gnosticismo inservible coincida con el momento que, como diría Tomás García, Marx dejo de ser compañero de viaje de Bueno.» (pág. 41).
Por tanto, una vez más, para este verdadero gnóstico invertido, lo gnóstico es su opuesto, la crítica antignóstica del materialismo del MF, y es que Armesilla no sabe ni que diablos significa eso de lo gnóstico, pues ni se percata que toda filosofía es en cierto modo gnóstica al usar toda ella del conocimiento, de la gnosis (γνωστικός gnōstikós, “tener conocimiento”, aunque lo esencial de lo gnóstico no es el conocimiento, sino la salvación por medio del conocimiento). Lo que queda claro, para cualquier observador mínimamente atento, es que nuestro autor es el que no construye a partir de los saberes de primer grado, pues no existe ni uno de ellos que construya nada sobre las hipótesis escolásticas del futuro o del pasado, ya que todos esos saberes de primer grado son ciencias rampantes en este presente tecnológico y que ninguno de ellos construye aquellos “mundos posibles leibnicianos que la lógica modal suele hacer al tratar de la posibilidad”, de la metafísica posibilidad cuando esta posibilidad lo es sin un entronque actual en lo concreto actual, científico y tecnológico.
(Es curioso, y de un muy alto nivel de construcción, que en la página 43 se nos diga que «…Se trata de resolver, desde las coordenadas marxistas, la contradicción entre la historia y la Revolución Comunista, [¡sic!] que llevará a la abolición del Estado burgués y a la “extinción” progresiva del Estado proletario. Pero no a la destrucción del Estado, de la sociedad política, como tal, que es imposible…» Es indescriptible el lío. Las “coordenadas marxistas” –del comunismo– verdaderamente era esa «“extinción” progresiva del Estado proletario», pero resulta que ahora no queda destruido el Estado, ¡como si el Estado fuese la esencia misma de lo político! O como si la “sociedad política” fuese imposible sin el Estado, sin el Estado moderno, se entiende. Uno se pregunta si con esa “extinción” progresiva del Estado proletario lo que viene detrás sigue siendo una sociedad política con Estado, proletario o no proletario, y es que Armesilla parece desconocer que la esencia de lo político no es el Estado, sino el dominio –y todo dominio es siempre dominio político–, sea por medio del Estado moderno, sea por medio de cualquiera otra forma de dominio político, pues decir política es decir dominio y viceversa, y por tanto jamás podría darse esa principal premisa como es tal extinción progresiva del Estado proletario: ya saldrá otro. El comunismo como dominio, como implantación política desde el poder, de ese Materialismo histórico, deviene y es necesariamente particularismo, estratificación, stajanovismo, explotación persistencia del proletariado o de cualquier otra clase –y toda esta teoría en un mundo ya sin proletarios apenas– y, por tanto, perennidad del Estado o de cualquiera otra Unidad política estratificada: unos mandan, otros obedecen. ¿Y todo esto, qué quiere decir? Pues quiere decir que Armesilla no logra dar la vuelta del revés ni de Bueno, ni de Marx, que sigue anclado y fijo en los clichés antiguos del marxismo dogmático y ramplón.)
A nuestro Armesilla le ocurre lo que a los católicos luteranizados cuando desean encontrar en las palabras de Jesucristo, «algo, por pequeño que fuera, no ya que confirmara expresamente el dominio de la cultura, de la filosofía natural, de la ética y la estética, sino que al menos lo rozara con una mirada que cupiera considerar como benévola. Ni una vez ocurre así.»{15}, pues al igual que al Cristo que no vino a arreglar este mundo, le ocurre al MF, que no ha venido al mundo a arreglarlo, según los parámetros luteranizados del gnosticismo de Armesilla en su afán de abarcarlo todo, estilo Gran Ego. Ni el marxismo vino a arreglar el mundo –pues lo que ha hecho siempre ha sido y será estropearlo–, y eso es suponiendo que lo “natural infecto” deba ser arreglado, limpiado, trasformado desde lo malo actual del mundo hacia lo bueno del metafísico futuro de nuestro metafísico autor. La historia no es defectuosa, la historia es perfecta pues que para todo materialismo pluralista la infección es tan natural como cualquier otra infección, se diga como se diga, y esto es escepticismo, pues no hay perfección/imperfección ya que ya todo fue y es un no hecho, un fáctico, un fatum. No en vano Marx era judío, ateo pero judío, o sea, un alemán luterano, de tradición luterana, y son los luteranos los que creen posible elevar esta naturaleza a una supernaturaleza (la diosa Razón suplantando a la Gracia), los que creen en el progreso de la Tierra al Cielo o en un bajar el Cielo a la Tierra, los que dicen luchar contra la verticalidad de la autoridad y restablecer la horizontalidad del Paraíso perdido, sin jerarquías, sin desigualdad, sin mando ni obediencia, y es por ello, que no ya Marx o Bueno, sino la síntesis tremenda de Santiago Armesilla, que aguarda ser reconocida por todo el Orbe y venir en el futuro a juzgar la Tierra, y todo lo problemático en ella quedará resuelto. Es la transposición de siempre: la historia sagrada en la historia profana, eso es el marxismo y eso es Armesilla, y a eso es a lo que Armesilla desea convertir el escéptico materialismo filosófico de don Gustavo Bueno.
Todo los progres aún de “izquierdas” o no ecualizados anhelan, en su momento actual (la ilusión podemita), dar el salto tan viejo y tan mágico del reino de la necesidad al reino de la libertad, anhelan que lo imaginado sea inmanente y que dejen sus objetos imaginados por su mayestática de ser trascendentes, etéreos, y devengan como cotidianidad del aquí te cojo y aquí te agarro. Armesilla, como todo marxista vulgar, es un seminarista secularizado y un angustiado vocero estilo publicista, que se desgañita por dar la nota. Él pretende, como tantos otros siempre, hacer de una transición ilegitima, hipotética y metafísica, un bien mayúsculo, el bien de la Revelación/Redención/Revolución.
Apreciado Armesilla, cálmate, sólo obtendrás fracaso y frustración y por lo que a muchos de nosotros respecta no deseamos tu revolución, sino que esperamos pacientes en medio de la ataraxia y la asebeia profana que el mundo acabe como dejó dicho Julien Freund y como probablemente acabará: en la masacre.
2. La megalomanía y majestuosa portentosidad de esta obra
«Ninguna ciencia puede cubrir la totalidad del “Océano”, porque no cubre las demás.» (Du-Bois Ryymond.)
Ya ha pontificado Armesilla que «el fundamento básico de su materialismo político consiste en afirmar que la vida política, el surgimiento de las sociedades políticas y su evolución hasta el aquí y ahora es el marco fundamental que permite… la totalización trascendental del Universo en sentido materialista» (pág. 35), y que todo eso es su grandísima «idea de la Realidad misma, del Cosmos» (pág. 36). ¿Qué idea puede tener Armesilla sobre la realidad infinita o lo infinito del Cosmos? ¡¡Pero hombre, que lo infinito de la realidad es indescriptible!!… Por de pronto tenemos que un marco particular como es el marco de ese fundamento mundano de su materialismo político (y ya van tres o cuatro materialismos, pero este que es político es fundado, parece, por nuestro autor), pero ¿qué quiere decir esto? Esto quiere decir que las sociedades políticas y su evolución son, en tanto parcialidad (Mi), lo que permite esa totalización, que en cuanto totalización no puede ser sino trascendental, esto es, que desborda los límites positivos de la tosca y parcial realidad conocida que representamos con Mi. ¿Es posible desde la irreparable parcialidad de Mi llegar a comprender al Universo (pluriverso) en sentido materialista y poder abarcar enteramente al… ¡Cosmos! (¡y encima el Cosmos de Carl Sagan!, como dice)? ¿Por qué el señor Armesilla nos ha cambiado el pluriverso de Bueno por el Cosmos si en realidad son lo mismo? Pues a mi entender porque decir Cosmos suena más pomposo, y mientras Armesilla considera que todo esto no es puro gnosticismo ni dualismo: hombre y Cosmos, el hombre frente al Cosmos (será un hombre infinito), y estamos diciendo tonterías ya, estamos hablando de un conjunto de tonterías, eso para empezar pero hay que empezar por aquí y difícilmente saldremos de ellas, pero en fin… esto es la tontería de la cosmética y su cara revuelta o la maraña de nuestro autor se vuelve orden, Cosmos, y el caos, el Apeirón se transforma en manos de nuestro mago/brujo en el orden de ese Cosmos{16}, esto es, el orden en el Cosmos y la casa por barrer. ¿Es posible entonces una “totalización trascendental del Universo en sentido materialista”?, ¿es posible desde Mi, que es toda la materialidad práctico/informada que tenemos y no más, poder llegar a la totalización representada por lo infinito de M? El mero hecho de suponerlo ya es lo trascendente, esto es, lo ideal, la idealidad, el idealismo, o sea, el cosmos, la cosmética del iluso, pues para el MF, creo, lo meramente informado Mi, por mucho y amplio que sea, no puede ni podrá jamás abarcar esa metafísica Totalidad de la materia ontológico general representada por lo infinito de M. Llamar “totalidad” a cualquier parte de M es un oxímoron enmarañable y un lenguaje enmarañado. La Idea ontológico-general de Materia (M) la entenderemos como la Idea de la pluralidad indeterminada, infinita…{17}, pero ni mucho menos un “Cosmos” limitado por… la nada, ya que si el Cosmos es todo, esta infinitud/totalidad no puede ser contrastada con nada, con la nada, pues el Holón es infinito y frente a lo infinito hay infinito y no esa nada que no significa nada.{17a} Es posible que Armesilla piense correctamente estas cosas, pero es él quien les cambia el nombre, la sintaxis de Bueno, liando un batiburrillo inmenso, casi infinito.
La “totalización trascendental del Universo en sentido materialista” es un pleroma gnóstico completo que supone de entrada lo opuesto a cualquier realidad: los hombres nunca dejaron de usar la materia de la que están compuestos sin ser materialistas filosóficos ni saber que diablos es esa materia que ahora se la considera a posteriori trascendental. M nos es evidentemente trascendental, pero no es una totalidad determinada, porque de M sólo conocemos Mi y principalmente por medio de las diversas ciencias (y sus instrumentos y telescopios) y no por medio del materialismo político o de cualquier otra filosofía. Donde antes se ponía la Historia ahora se pone en su lugar la implantación política cósmica, pero es el mismo éschaton, la misma historia mejorándose a sí misma, la misma impávida escatología y ensoñación. La Omnitudo rerum no es ni medible ni comprensible, es un irracional impropio del MF.
La obra de Armesilla está abarrotada de plagios y afeites, de cosmética, y toda esta locura o tontería cosmética, como la llama Bueno, no son sino los prolegómenos que nos conducen a una fabulosa “concepción materialista nueva que repercute tanto en el marxismo como en el materialismo buenista” (pág. 51). ¡Qué ínfulas! Repercute en el MF alterándolo hasta hacerlo irreconocible, y aquí el único culpable es Armesilla.
No es innecesario, pero no podemos por ello vararnos en la pretensión de la “implantación política” de esta novísima concepción materialista de Armesilla, porque en lo que tiene de verdad, no es suyo, ni podemos dedicarnos a explicar cómo en la URSS, China, &c., no estuvo jamás implantada ninguna concepción materialista ni marxista, ya que lo que en realidad sí estuvo políticamente implantado –como siempre y en todas partes– fue el materialismo positivo de todo realismo político, la realpolitik –que siempre, claro es, es materialista, puesto que la materia (M-Mi) y no el materialismo es lo que siempre nos trasciende–, rodeada, eso sí, de las ideologías inmovilizadoras como opio en la creencia del materialismo histórico o marxismo como implantación política emancipadora, incluso como absurda conciencia del otrora inmenso proletariado hoy en trance de desaparición. Por tanto aquí no vale el marxismo, o es el que menos vale para, desde su supuesta implantación política, lograr la vuelta del revés de Marx y luego, saltando Armesilla, la vuelta del revés del propio Bueno. El único que aquí queda derecho es él, el imperturbable autor, pues por lo que respecta al famoso proletariado uno se queda boquiabierto al contemplar en él la implantación política de, no ya del marxismo, o del MF, lo que me parece imposible, pues no todo el mundo sabe geometría, sino la implantación en él de las dislocaciones de nuestro confuso autor. En realidad, tanto en la URSS como en la China o en Cuba la implantación política del marxismo se realizaba en las escuelas, luego no servía sino como ideología para tapar la forma de “resolver” de la economía clandestina y burguesa, que era la única que funcionaba a nivel del buen proletariado como un marginal “resolver”, que dicen y practican los cubanos.
Armesilla, en su maravillosa magia cree en un causalismo invertido, cree que “…la implantación política de su materialismo político permitiría… llegar a la implantación del materialismo filosófico y no al revés” (esto, en plata, es que para comprender a Bueno antes hemos de comprender a Armesilla, aunque él ha llegado al materialismo político después de haber chupado como ha podido del materialismo filosófico), ya que para él, el MF no es sino una implantación gnóstica de la filosofía, la del materialismo de Bueno (págs. 58-59). Armesilla se nos aparece, así, como el Gran Corrector del mundo y de Bueno, y parece no darse ni cuenta de que el permanentemente gnóstico es él, pues es él quien, a solas, desea esa totalización trascendental del Universo en sentido materialista, como si eso significase algo, como si eso no fuese otro oxímoron, otra tontería más de las denunciadas por Bueno. Lo que Bueno piensa y descubre lo usa Armesilla para acusar al mismo Bueno y al MF. Basta ojear: «El concepto de “implantación de la conciencia filosófica”. Implantación gnóstica e implantación política» (1972).
3. La definición de gnosticismo filosófico y qué se entiende por ello y por concepción política de la filosofía
Tenemos que el MF, tal y como lo entiende Armesilla, es gnóstico, y por tanto cae su supuesto materialismo en un mero idealismo introspectivo, ya que… “Para un gnóstico, no cabrá pensar en estructuras sociales exteriores a la propia conciencia filosófica, siendo la realidad genuina la idea, mientras que la implantación política será una apariencia…” (pág. 61).
Aquí, en la página 62 de su libro, Armesilla nos da la definición de gnosticismo de Scheler, que utiliza y aclara Gustavo Bueno en la página 243 de los Ensayos materialistas para, seguidamente, copiar toda la pagina alterando su sintaxis: “Podría definirse gnosticismo como todo intento de reducir la conciencia religiosa a la conciencia filosófica (Bueno 1972b:243)”.
«El gnosticismo será la desconexión pretendidamente total o parcial (no pretendida) de la conciencia filosófica respecto de la vida política. Será también el proceso de reflexivización sustancialista de la conciencia, originariamente entendida como conciencia social y política. Pero no sólo conciencia en sentido subjetual (individual), sino también institucional, a modo de lugares de ejercicio del gnosticismos filosófico, como ocurre con la Fundación Gustavo Bueno sin perjuicio de su influencia social.» (pág. 62).
Estos párrafos llegan a ser hasta insultantes, pues incluso sin saber qué resabios andan en juego, lo primero que cabe decirle al señor Armesilla, a nuestro autor, que él mismo tiene en El Catoblepas –una parte de esos lugares de ejercicio del gnosticismos filosófico (muy ligado a la Fundación)– de su puño y letra, por lo pronto, una docena de artículos y varias o muchas intervenciones públicas invitado por esa institución, que se pueden seguir viendo en el canal fgbuenotv de Youtube.{18}
Con todo, si antes lo gnóstico era un “reducir la conciencia religiosa a la conciencia filosófica”, ahora es una “desconexión… de la conciencia filosófica respecto de la vida política”, lo cual eleva o rebaja la filosofía al puesto de la religión y en su anterior puesto ahora establece a la política, esto es, la “Religión > Filosofía” ha mutado en “Filosofía > Política”, como si con esta alteración hubiésemos logrado una mayor definición de lo gnóstico. Como vemos, todo son juegos sintácticos, juegos malabares y con esto Armesilla cae en su verdadera trampa gnóstica, a saber, que cree que una vez eliminada esa supuesta desconexión entre filosofía y vida política lo gnóstico ya habría desparecido, cuando en realidad es precisamente lo opuesto, esto es lo verdaderamente gnóstico, el creer con su optimismo que la filosofía realizada como implantación política ya es antignóstica, pero no, es gnóstica por ser optimista por su empeño de “cambiar el mundo” en lugar de ser escéptica, como lo es todo realismo político.
Nos figuramos a Armesilla, viendo el patio presente, que es él y su materialismo político, y su implantación de una influencia social bárbara, y que ni tampoco son una reflexivización sustancialista de su conciencia subjetual, individual (en un mago como Armesilla, cabe esperar de todo), aparte de que es el colmo de la simpleza creer que sólo ese supuesto “materialismo político” suyo no se nutre de lo gnóstico, cuando es él quien pretende ser por su materialismo político “la totalización trascendental del Universo en sentido materialista”, arriba en la pág. 35, o ese “nosotros hacemos el Universo”, de la misma manera como él nos hace, de la pág. 150. En realidad el mundo lo cambia o transforma el hombre concreto con un azadón contra el terruño y poco más. Armesilla totaliza, y por tanto es él quien cree desbordar al mundo: su ego diminuto establece la trascendencia del Ego trascendental, lo crea. Él totaliza a M, por medio de un pedacito de su Mi, de su información, aunque no nos explica cómo logra a solas este portento. Sin embargo Gustavo Bueno sí que ya nos lo explicó en El ego trascendental (Pentalfa, Oviedo 2016, pág. 35) cuando, parafraseando sus palabras, podemos decir que es el ego diminuto el que es un subproducto del Ego trascendental.
Armesilla viene a creer que lo suyo sí está conectado con la vida política, y que la vida política de los demás, incluyendo la inmensa tarea de nodulo.org, en la que él mismo ha participado siempre que ha podido, no está conectada con nada y que por tanto son todos unos repelentes gnósticos que no saben o no quieren implantarse… en el Universo, o en el Cosmos. Nuestro autor cree que la implantación política o desbordamiento de su novísimo materialismo político es estupenda, ya que él ha sido y es el fundador de un montón de organizaciones revolucionarias como lo fue aquella memorable Izquierda Hispánica, de grata memoria y de inmenso desbordamiento e implantación y actividad agitadora repleta de progromos y devastaciones y destrucciones revolucionarísimas. ¿Qué mayor gnosticismo cabe que ser un permanente fabricante de hermosas y ficticias revoluciones de alcance cósmico, que las cree trascendentales, esto es, que desbordan nuestro raquítico ámbito, con su empecinada difusión, y que se desparraman por todas partes elevando a los cielos el famosísimo nombre de Armesilla? Pues el ser gnóstico consiste precisamente en corregir, no sólo el mundo entorno, cosa que hace todo el mundo con ese azadón, sino, según él, el Cosmos nada menos, a base de revoluciones políticas, esto es, a base de las ideas y ensoñaciones que nuestro autor tiene sobre todo lo defectuoso de ese ficticio Cosmos. Corregir el Universo con él y por el conocimiento, ese es el meollo del gnosticismo, a menos, claro es, que no hubiéramos descubierto una revolución política sin conocimiento…
Armesilla el cosmonauta, con su cosmética, lo maquilla todo, lo enmaraña todo, por eso es que toda filosofía es para él una actividad tendente al gnosticismo, excepto la de Marx –y la suya– cuya ontología, la de Marx, sólo se puede realizar en la revolución (pág. 64), y decir que la ontología de Marx se ha realizado en la URSS o en la China de antes y en la de ahora, es lo idéntico a decir que esa ontología se ha realizado materialmente en Pol Pot, o el Gulag, y en el tendero de la esquina que para el caso es lo mismo, pero con todo de lo que sí estamos seguros es de que esa ontología de Marx no se implantó en los tiempos de Marx… Y que el gnosticismo sea una vía por la que la mitología –¿cósmica?– se convierte en filosofía y la filosofía se puede convertir en mitología (pág. 65) es precisamente la enfermedad crónica de la filosofía de Armesilla. Si la ontología de Marx o de Armesilla (???) sólo se puede realizar en y con la revolución, van ambos listos, pues no hubo jamás ninguna revolución que asumiese como vector ascendente ninguna ontología que fuese más allá de un plato de lentejas, o de otra manera, se puede tener una ontología sin ninguna revolución y si Armesilla tiene alguna es de este tipo, de academia y sin revolución, ya que la revolución no consiste en la revolución de los cabellos enmarañados ni en el enmarañamiento de las ideas. Marx, lejos del irracionalismo –diga lo que diga Armesilla en esa página 64–, fue en tanto sujeto sujetado a la razón, un gnóstico aunque jamás pudo ser un escéptico antignostico como lo es todo consecuente materialista del MF, ya que él sí que siempre tuvo el deseo de alterar el mundo –transformarlo, mejorarlo– desde la gnosis, desde el conocimiento y su voluntariosa “consciencia de clase”, conciencia revolucionaria, &c.
Santiago Armesilla ve reflejado en los demás su propia patraña enmarañada al creer, sin titubeo ninguno, que “el materialismo filosófico de Bueno sería una modalidad de gnosticismo filosófico trascendente según estas descripciones” (pág. 66; nota 19), esto es, que el MF no es un materialismo con cuyo idealismo se arregle y corrija el mundo elevándolo a una hipotética perfección y que por eso sería gnóstico. Y sin embargo el gnosticismo es todo lo contrario, ya que tanto Armesilla como su Marx mismo son los que creen poder conseguir, por medio de su conocimiento, de su gnosis, conocimiento intuitivo o no, el misterio y el secreto de las cosas divinas que les conduciría a ellos y a toda la humanidad a la salvación, allende lo imperfecto del sistema presente de cosas… (burguesas). Armesilla anda empeñado por trascendernos a todos y erigirse a sí mismo como salvador ineludible, no ya del mundo, sino del Cosmos… Este patrimonio de saber arreglar el Cosmos es cosa de todo gnóstico y redentor “marxista”, verdaderamente marxista, o sea, los carpinteros del mundo, los verdaderamente gnósticos.{19a}
4. ¡Sed como dioses!
Uno de los puntales de todo gnosticismo es la creencia en el “exceso de animalidad”{20}, esto es, que el hombre pueda excederse a sí mismo sobrepasando y sobrepujando su animalidad, convirtiéndose así en un Superser, en un super hombre, desbordándose en un animal mejorado respecto a su anterior naturaleza biológica, con más cerebro o más inteligencia, con más gnosis, por no hablar ya de su pretendida elevación supra lunar y sobre humanidad{21}, un ser gracioso, más gracioso{22}, un ser elevado por su “propia gracia”, casi divino, un ser especial, “hominal”{23}, un ser revolucionario, el cual sería en este caso un verdadero exceso respecto al ser inferior o “reaccionario”, fachón, de derechas, casi de Atapuerca, por ser o estar antiguo, al estilo de un ser monárquico o antiguo por creer en el Cristo católico no islámico ni laico o sincrético, y para qué hablar si no es tolerante o está contra la Ley de género, ni tampoco es ecologista ni pacifista ni feminista, entonces su “deceso” de animalidad (por lo opuesto a exceso) lo convierte en un estigma, en un bruto, en lo innombrable, en una cucaracha digna de ser barrida por la sagrada escoba de la revolución. A la inversa, también se da este mito como exceso de ser lo que uno cree ser, esto es, el hombre de “izquierdas” sería en este opuesto caso el venido a menos, el deceso, el subnormal al que se podría aplastar como a un “judío”, y tanto más subnormal o anormal fuera tanto más elevado se pondría y estaría o se sentiría y creería lo inmejorable del hombre que se tiene por ser de “derechas”, por ser de los buenos, &c.
¿Cual es la diferencia de elevar al hombre hasta el camino que consiste en el Calvario de Cristo (Hijo del Hombre) para su divinización{24}, respecto a la elevación a la que lo levanta y eleva por ser de “izquierdas”, por ser marxista o pertenecer a Izquierda Hispánica? (???). Ninguna diferencia, excepto que a la religión le es consustancial un más allá, mientras que eso le está prohibido a cualquier materialismo que sabe que M es incorregible e inabordable por inabarcable, y lo gnóstico es traer ese más allá a este acá, ese M a este Mi, aunque sea con la tesis de Feuerbach, la cual, sea dicho de paso, no sale nunca de Mi, del mundo, del azadón. La elevación o el pretender desbordar y rebasar su simple humanidad animal en esta imitación de Cristo es precisamente el gnosticismo esotérico{25}, y no nos cabe duda de que esta pretensión de lograr un “hombre nuevo”, grandioso, es cosa de la locura revolucionaria que siempre después de todas las revoluciones habidas y por haber ha dejado al hombre exactamente igual de animal humano de como era antes de esa gloriosa revolución. Igual o peor, porque a peor es seguro que siempre podemos ir.
Nuestro autor, que cree que la filosofía ha de servir para algo, aparte de formar hombres que sepan algo más que geometría, nos muestra su crítica al MF con el arma de la más famosa tesis gnóstica jamás escrita, esa tesis XI de Marx sobre Feuerbach:
«Para los defensores de la concepción política de la filosofía, el Universo no será solamente algo que daba conocerse, sino sobre todo, algo que, además de ser conocido, deba ser transformado. O lo que es lo mismo, la famosa Tesis XI sobre Feuerbach de Marx: –Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.»
Y donde Marx dice mundo, Armesilla, saltando, dice Universo…
«Esta tesis podría reinterpretarse desde nuestro progresus crítico, desde nuestro materialismo político, como sigue: El gnosticismo filosófico se ha limitado a interpretar la filosofía [¡una filosofía interpreta otra filosofía!], y por tanto el Universo, desde distintos modos según diversas escuelas, trascendentes e inmanentes; de lo que se trata es de transformarlo, estando al tanto de lo que ocurre en el Universo partiendo de, y defendiendo, una conciencia filosófica políticamente implantada en sentido fuerte, desde el poder del Estado, que permita la crítica de ese mismo Universo, tanto a un nivel filosófico como influyendo en ámbitos de la conciencia que envuelven al saber filosófico (saberes políticos, religiosos, científicos, tecnológicos, &c.). Solo desde una conciencia filosófica crítica materialista políticamente implantada, una concepción materialista de la vida política, puede partirse hacia la transformación del Universo, transformación imposible desde el gnosticismo pero que, si no se acomete conllevará que una crítica materialista pueda volverse gnóstica.» (pág. 69).
Aparte de esa grandiosa transformación del “Universo”, en lo que todo esto tiene de cierto, muy viejo todo: «Corresponde a Marx el mérito de haber formulado –aunque sea de un modo muy general y poco analítico– las tesis esenciales de esta teoría de la conciencia, que está en la base del materialismo histórico. En la Ideología Alemana aparece ya con toda precisión expresada esta teoría de la conciencia, que contrasta precisamente con la teoría gnóstica de la conciencia de Hegel: “desde este instante” (división del trabajo social en manual e intelectual) “puede ya la conciencia imaginarse que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente”»{26}. Y, evidentemente, la “práctica existente” es, hasta ahora, la práctica presente de las ciencias y las tecnologías, inmersa en la sociedad capitalista, el azadón.
La transformación marxiana, basada en el conocimiento, gnósis… No puede dejar de ser nunca una gnósis optimista, que lo es…, y no es escéptica ni antignóstica: su optimismo y esperanza mesiánica en la Revolución/Salvación es proverbial. Dice Bueno: «Desde el punto de vista de la implantación política de la conciencia filosófica, el mundo no se nos aparecerá ya como algo que debe ser conocido, sino, ante todo, como algo que debe ser transformado: no se trata de librarnos de una cárcel para alcanzar el Ser, lo inexpresable (lo «místico»), sino de construir nuestro propio mundo.»{26} Y ya hemos constatado por nuestro autor que él, Armesilla, pretende “transformar el Universo”, no el mundo con un azadón, sino todo el Universo, así, con mayúsculas. Y esto es el núcleo principal de toda demiurgia y en la cual evidentemente todo “transformador” del mundo es ante todo un reformador, un luterano reformador de lo mal hecho a su divino juicio. Cabe aquí aquel dicho de los veteranos comunistas a sus líderes: «¡Por favor, no nos arregléis el mundo, que es peor, dejadlo como está!», pues una cosa es la transformación por la técnica y las ciencias y el trabajo y otra muy diferente la supuesta transformación política de la sociedad al pretender lograr aquél “hombre nuevo”. Y todo eso lo dice Armesilla, después de reprocharle al MF y a Bueno mismo que el MF es una “implantación gnóstica” (pág. 58), en lugar de reconocer que todo lo que le achaca a Bueno son, si acaso, ideas sintácticamente alteradas del propio Bueno, el cual pensaba que «La estructura política es más que la condición de la conciencia filosófica, es más que un primum vivere (político), para que después pueda brotar la filosofía. La estructura política es más que todo eso: es una configuración práctica de la conciencia, en la cual se dan precisamente las conexiones entre las mismas regiones que el desarrollo cultural ha ido produciendo, y, por tanto, las Ideas mismas que constituirán los temas de la especulación filosófica» (Ibid.). Por tanto, también hay una práctica y transformación hecha por nosotros, también esa “práctica existente” es transformadora en tanto práctica inmersa en la sociedad capitalista, presente. Lo malo es que, en algunos sujetos, la transformación es una pura idealidad fuera de symploké, un escháton.
¡Como si la reacción estatal a las utópicas concepciones de Armesilla no fuese, a su vez, una verdadera implantación política! (aún y dentro del “capitalismo”, y ha sido el capitalismo, hasta ahora, el que más ha transformado el mundo, hasta destrozarlo según algunos). La crítica materialista del MF se vuelva gnóstica cuando el enmarañador del gnóstico de Armesilla, en su gran maraña, lo dice. Armesilla, desde su verdadero gnosticismo, critica y acusa de gnosticismo a lo que verdaderamente no lo es, y no lo es porque ese materialismo pone acaso lo activo, no en su materialismo en sí, en tanto sistema que muy pocos dominan y conocen, sino en el materialismo práctico y cotidiano de los saberes de primer grado y la tecnología e incluso en factores por cuyas múltiples causas no podemos controlar, no otra cosa es la configuración práctica de la conciencia. Los hombres son primero materialistas, aunque ni lo sepan (no lo saben pero lo hacen, de Marx), y luego podrán decirse del MH o del MF con total desparpajo, pues eso es indiferente.
«Es muy importante advertir que el gnosticismo trascendente no puede identificarse con un intelectualismo, con el subsistir en el interior de la conciencia subjetiva, sino, por el contrario, comporta una crítica –una trascendencia– de esa conciencia: por tanto, una suerte de liberación del propio entendimiento finito, que recuerda la superación lograda por la implantación política. En efecto, el gnosticismo trascendente hace desembocar la conciencia subjetiva intelectual en una conciencia intelectual que, por aparecer como exterior e infinita, llega a perder la semejanza con el intelecto, y se presenta como el Supra-Ser (υπερον), el abismo misterioso, al cual solo tenemos acceso mediante el éxtasis.»{27}
Por tanto, la implantación de la filosofía (y decir que es una implantación política es una pura tautología, pues el filosofo es también un zoon politikon, en griego, ζῷον: animal, y πoλίτικoν: social o político) es, ante todo, una “forma de la conciencia técnica”, universal, a escala cosmopolita (el mundo de Mi o mundo entorno) y no tan grandilocuente y aureoladamente “Cósmica” o “Universal”…
¡Qué manía en querer “conocer el Universo”, como si eso constase y fuese posible con leer todos los libros de Marx, de Bueno y de Armesilla juntos! Marx, incluso, no nos habla del “Universo”, sino de “el mundo” que no es, ni mucho menos, lo mismo.
Y podemos admitir que las operaciones humanas transforman el mundo, nuestro mundo, nuestro limitado mundo –Mi–, nuestro globo o esfera llamado Tierra, lo agostan, lo manipulan, lo machacan, explotan y usan, &c., pero en este mundo –que seguirá siendo un mundo aunque esté destrozado y mientras persista lo antrópico– también se encuentra el hombre, el animal meramente animal humano, incorregible, intransformable, siempre el mismo, por lo menos desde el fin de los hombres anteriores al Homo Sapiens sapiens actual, ya que negando el lamarckismo afirmamos la perennidad del Homo Sapiens en su estasis biológica, y diga lo que diga a este respecto Engels{27}. El hombre (Homo Sapiens) ni se ha transformado nunca ni se transformará jamás por sus caracteres adquiridos (y menos por su conocimiento, por su gnosis)…, permanece y permanecerá siempre el mismo: mero animal humano y que para serlo no necesita ser “más humano” ni más animal de lo que es, y no lo necesita porque no puede, se lo prohibe su ADN que no muta en tanto individuos sino en tanto clado o especie (del griego κλάδος [clados], “rama”).
Armesilla cree aquí muchas cosas, por ejemplo que su idea de una “implantación política” de su conciencia, la suya, pueda ser implantada en el Estado (y sin escuela burguesa, como ahora veremos), y que por ella el Estado pase del realismo político común y vulgar a la ficción utópica y artera de este Sziliga. Armesilla ni parece darse cuenta que, ni suponiendo verdad todo lo suyo, el Estado opta siempre por la mentira, por la ideología que enmascara siempre su realismo político y sus intereses muchas veces burocráticos. Armesilla el gnóstico llama a todos los demás gnósticos, al suponer su postura salvífica no gnóstica, cuando es en realidad ese “transformar el Universo” (superando las dicotomías y atrayendo un mundo mejor) el meollo verdadero del verdadero gnosticismo.
Y dijo y dice Gustavo Bueno: «Por este motivo, los problemas sobre la disociación entre la conciencia especulativa y la conciencia práctica, entre la vida teorética y la vida política, y, en particular, el tema de la imposibilidad de que la filosofía (teorética) pueda, por sí misma, impulsar la acción política –con la consecuencia sobre la inutilidad de la filosofía para la política, la “muerte política” de la filosofía, &c., se plantean a partir de la hipóstasis de la conciencia gnóstica.»{28} Esto lo dice Bueno, el cual cree ahí, magistralmente, que «Por ello, los paralelismos entre filosofía y revolución, que aquí no podemos desarrollar, son tan estrechos, sin que sea posible atribuir a la conciencia filosófica el papel de motor de la conciencia revolucionaria.» Y esto, que no es posible, sí es lo que hace Armesilla, pues es Armesilla el verdadero gnóstico al postular su supuesta implantación política desde su gnósis, desde su conocimiento.
* * *
Ahora tocaría seguir con la crítica a la página 71, y exponer su clarividencia sobre Bueno y sobre Joaquín Robles y Vox, y hablar sobre la raída y aún renqueante “dictadura del proletariado”, la cual convertiría a Gustavo Bueno de “reaccionario” que es, según Armesilla, en revolucionario, al admitir esa oxidada dictadura del proletariado y la abolición del Estado burgués. Armesilla/gnóstico hace como el Espíritu Santo: está en todas partes, cual un absurdo podemita que, encima, considera que ser profesor y funcionario es gnóstico, y que de esos profesores y funcionarios salen magníficos alumnos como él, que no lo son, que son lo opuesto, que ellos son los revolucionarios.
En la página 71 nuestro autor nos dice, en uno de sus mejores y plúmbeos párrafos, que Gustavo Bueno, junto con Hegel, defienden ambos…:
«…que los filósofos se reconciliarían con la humanidad si se convierten en funcionarios del Estado como profesores de filosofía, algo que, desde su concepción materialista también defiende Gustavo Bueno.»
puro plagio, ¡observen lo que dice Bueno al principio del punto 4, y esto de un poco más abajo!: «Adviértase que esta formulación hegeliana del estatuto del filósofo en el Estado moderno, que aparece como enteramente reaccionaria cuando, por necesidad objetiva, se entiende el Estado prusiano, se transforma en revolucionaria –en el sentido del “Partiinost”– cuando la necesidad objetiva está representada por los intereses del proletariado o del Estado soviético»{29}
«Algo que equivale a decir que el gnosticismo filosófico se reconciliaría con lo mundano ejerciendo su gnosticismo [???] desde instituciones que influyen sobre la sociedad política, tanto públicas como privadas, incluso desde el Parlamento, con el escaño de Robles por VOX [otro gallo nos cantaría si en el Parlamente todos fuesen filósofos similares a Joaquin Robles]… Pero esto no es implantar políticamente la filosofía ni aún formando supuestas élites empresariales o políticas. El materialismo histórico de Marx transformaría esta cuestión hegeliana (y bueniana) calificada como reaccionaria en revolucionaria, cuando la conciencia filosófica políticamente implantada tratara de implantar la dictadura del proletariado mediante la abolición del Estado burgués. No en vano, como ya dijimos, el materialismo histórico y el materialismo dialéctico se convertirían, siguiendo esa línea, en las filosofías y doctrinas oficiales de los regímenes de inspiración comunista bolchevique, marxista-leninista, y también maoísta.»
Armesilla pone a Gustavo Bueno en el lugar de Hegel y se pone a sí mismo en el lugar de Gustavo Bueno y el resultado es la superación del Estado burgués cuando se transforma en “revolucionario” y cuya supuesta necesidad objetiva está representada por los…¿podemitas? ¡Que cosa más obsoleta eso de la la dictadura del proletariado!
La cita de Bueno en esa página 71 se corresponde al apartado que en Bueno corresponde al conjunto del saber constituido por el saber político (pág. 115 de ¿Qué es la filosofía?). En ella Bueno nos dice simplemente que el saber de la filosofía académica en el conjunto del saber político… «tiene un sentido, sin duda, aún más directo cuando al saber filosófico se le considera en su universalidad virtual distributiva, “de derecho”. Es un saber que debe ser distribuido, desde luego, como deber civil, universalmente, entre todos los ciudadanos principalmente a través de la acción escolar… (la misma acción a través de la cual se distribuye el saber aritmético)». Tal es la mezcla y la maraña de conceptos tomados de Gustavo Bueno y puestos de tal manera que en muchas ocasiones aparecen como propios de Armesilla.
Santiago Armesilla considera que la conciencia filosófica políticamente implantada lo es y lo puede ser sin esa acción escolar por la que aboga Bueno (aún y teñida, como todas, de ideología), pues, como él, los revolucionarios aparecen en el “Estado burgués” como los hongos, espontáneamente, sin escuela, y que distribuir ese saber antes de la famosa revolución es ese supuesto gnosticismo filosófico que se reconciliaría con lo mundano (¿con la escuela burguesa?), pues lo mundano es, parece, lo opuesto a la celestial revolución en la cual, y por la cual, la conciencia filosófica políticamente implantada (¿sin escuelas y sin universidades?) tratará de implantar la dictadura del proletariado mediante la abolición del Estado burgués, para, seguidamente, y ya con una implantación política post-revolucionaria “el materialismo histórico y el materialismo dialéctico se convertirían, siguiendo esa línea, en las filosofías y doctrinas oficiales de los regímenes de inspiración comunista bolchevique, marxista-leninista, y también maoísta.” Es muy evidente que Armesilla, o no fue nunca alumno de Bueno, o en sus clases o en las de cualquier otro materialista filosófico, o leyéndolo, estaba durmiendo y no se enteraba de nada.
Ya hemos dicho que el verdadero gnosticismo filosófico es todo aquél que cree posible bajar el cielo a la tierra por medio de la revolución y la consiguiente realización de un mejor, un “mundo nuevo”: «“gnosticismo” designa, en efecto, en ambos casos, la “vida y doctrina” de algunos hombres (dados en el conjunto de una sociedad) que pretenden estar en posesión de un saber dotado de alguna virtud salvadora (para ellos mismos y, a veces, también para los demás) o, si se prefiere, soteriológica.»{30}
Por tanto el verdadero gnóstico sigue siendo Armesilla, con su materialismo político y su implantación política aplaudida por miles de simpatizantes, pero aparte de eso podemos preguntar a este gran enmarañador: ¿Cómo y desde dónde van a aprender los futuros podemitas archirevolucionarios el poder tener esa conciencia filosófica políticamente implantada si no es mediante las escuelas burguesas? ¿O se hará eso antes o después de la revolución y una vez destrozada la escuela burguesa estilo Somosaguas?… Es innecesario a estas alturas demostrar que “esas líneas, en las filosofías y doctrinas oficiales de los regímenes de inspiración comunista bolchevique, marxista-leninista, y también maoísta” son o fueron fruto precisamente de la anterior escuela burguesa, y que ni Mao, ni Lenin, ni Marx se dedicaban cuando estudiaban a implantar semejantes tonterías en las sociedades burguesas en las que ellos, en tanto pequeños burgueses, estudiaban. Una conciencia filosófica políticamente implantada lo es y lo puede ser, siempre y cuando esa acción escolar, por la que aboga Bueno, exista en la realidad del presente concreto, y no cuando en lugar de conciencia se tiene una maraña confusa y por filosofía supuestamente implantada un enmarañamiento y ofuscación total, incívico, propio del progre podemita que odia lo propio admirando lo extraño. Y en cuanto a la implantación política en esos regímenes comunistas ya es conocida por todos: un desastre descomunal y que sólo puede resistir o pervivir como dictadura ruinosa y de una alienación (falsa consciencia) absoluta –en cuanto a la educación política– en esas sociedades donde el saber sí está ya por completo implantado, como saber contra los resignados por una camarilla de burgueses improductivos, que viven sólo a costa de la desnudez pública. Y qué decir que en las sociedades comunistas la implantación política de la filosofía (¿comunista, del “materialismo político”?) es una completa ideología soteriológica y esotérica contra los intentos emancipadores de sus hombres (ciudadanos), como en Tiananmén, por ejemplo, que nuestro Armesilla, a pesar de la nula salvación social de su comunismo chino (que no estatal y de realismo político), seguramente calificaría de contrarrevolucionarios y burgueses: «4. La tesis de la implantación política de la conciencia filosófica… no significa que una determinada situación social deba ser la condición sin la cual la conciencia filosófica no habría podido surgir. Así entendida, la tesis de la implantación política puede ser suscrita por representantes del gnosticismo filosófico.»{31}. Es muy evidente que la “configuración práctica de la conciencia”, su implantación política puede surgir y surge en esta sociedad burguesa y capitalista, ya que en las otras apenas ha surgido nada excepto las ganas políticas de huir de ellas. Tanto Marx como Lenin ya tenían implantada su filosofía en la sociedad burguesa y capitalista, pues por ahora y por ahora no hay otra.
Santiago Armesilla es nuestro salvador, y por él, y gracias a su materialismo político, podremos encontrar la forma máxima de cambiar nuestra sociedad de reaccionaria en revolucionaria (cambiar a base y por el conocimiento, es lo propio de la gnósis), –ya que, abandonando a Bueno, pues a los ojos abiertos de Armesilla, Gustavo Bueno aparece junto con Hegel como un idealista– solo desde una conciencia filosófica crítica materialista políticamente implantada, una concepción materialista de la vida política, puede partirse hacia la transformación del Universo, esto es, con este supuesto materialismo sin Bueno, hacia el Jardín del Epicuro cósmico. Mayor hetería soteriológica no vamos a encontrar{32}.
Y para acabar con esta página 71, decir que la China actual es comunista (¡¡¡) es un desesperado intento por mostrarnos un comunismo como próxima potencia mundial y cuyo mayor proletariado, ante nuestros ojos, es el muy mantero vendedor de abanicos baratos por las calles de Europa a base de la inundación muy burguesa de valores de cambio. ¡El comunismo chino lucha contra el capitalismo con sus propias armas, con las armas capitalistas, de acumulación de capital, que son las únicas armas que en este sentido hay y habrá!
5. La filosofía de Armesilla, en tanto enmarañamiento de segundo grado afectando a los saberes de primer grado de los que, como todos, bebe, es un “delirio racionalizado” de tan gnóstica que es
O de como el MF bebe, en tanto saber de segundo grado, de los saberes de primer grado, y de como nuestro autor hace todo lo contrario, liando la maraña un poquito más para así, al distanciarse de Bueno, poder voltearlo y acabar con él y elevar su vanidosa fama a los cielos.
«La “forma lógica” está dada muchas veces en el propio material construido. Y, muchas veces también, la formalización del discurso filosófico viene a ser tan solo la máscara que encubre precisamente la ausencia del discurso, la ridícula y mentirosa voluntad de presentar, como entretejidas en sí mismas, las cosas que solo se han logrado trabar por sus sombras…. Pero contemplar “desde fuera” la Filosofía, aunque puede ser una garantía de objetividad, puede también incluir la superficialidad.» (Gustavo Bueno, “El concepto de implantación de la conciencia filosófica”, 1972.)
En mi limitación del conocimiento del MF no he logrado encontrar una categoría como esa de la “conciencia de primer grado” (pág. 74), a menos que ésta no sea sino mera forma de conciencia subjetiva de Armesilla como “hipóstasis de su conciencia pensante”, aunque sí podemos saber que según «la conciencia en la cual la Filosofía se postule implantada sea entendida, en sí misma, como una conciencia filosófica, o puramente intelectual (y por tanto de manera insoslayable, gnóstica). Lo que equivale, en el límite, a la implantación de la conciencia filosófica en sí misma), o bien sea entendida como una conciencia que, por sí misma, no es filosófica (sino, por ejemplo, religiosa). La primera forma de implantación es la que llamaremos “implantación gnóstica”; la segunda será aquí llamada “implantación política”.»{33}
«Por tanto, el gnosticismo filosófico, aunque sea un error, es el error filosófico mismo; por tanto, referencia inexcusable para el propio concepto de implantación.»{34} Esto es, toda verdadera implantación será gnóstica.
«Scheler (De lo eterno en el hombre) acuñó un concepto de gnosticismo ampliamente difundido, a saber: gnosticismo es todo intento de reducción de la conciencia religiosa a la conciencia filosófica, es decir, la vivencia de la religión como si fuese una filosofía.» Esto es, la “realización de la Historia” o el fin de la Historia… A eso tiende la tesis XI sobre Feuerbach de Marx, como “germen inicial de la nueva concepción del mundo”…{34a}
«Este esquema tendría el sentido siguiente: la conciencia, como saber especial (γνῶσις) es el principio de la salvación. El gnosticismo consiste esencialmente en la defensa de una tesis dualista: una conciencia pura, y una materia capaz de aprisionar, manchar y eclipsar a la conciencia. La redención, en términos religiosos, la salvación, se produce por virtud del conocimiento. Por lo demás, esta es, en esencia, la definición que E. Lohmeyer da del gnosticismo, y que es ampliamente aceptada entre los historiadores de la teología: «toda religión de redención, cuya doctrina haga depender la redención del conocimiento.» (Gustavo Bueno, “El concepto de implantación de la conciencia filosófica”, 1972.)
El conocimiento de Armesilla, su maraña, es el conocimiento de la perfección; el conocimiento de la Revolución/Redención es la consumación. Una vez implantada la política lograremos por fin, simplemente la profecía mítica de la que ya hablaba Philipp Maïnlander (aparte de Fichte): El Estado (¿ideal/comunista?) es la forma en la que se cumple el mencionado movimiento en el que se despliega el destino de la humanidad…, desarrollo de la humanidad que aparece en lugar de la sagrada voluntad de Dios (Filosofía de la redención, Madrid 2014, pág. 247 y 317).
Este es el autorretrato vivo de Armesilla y que él, enmarañando, achaca a Gustavo Bueno: «3. Desde una axiomática materialista, el gnosticismo es esencialmente un proceso social, que conduce a la sustantificación de las funciones mentales, y a su disociación del resto de las funciones sociales (de la materia), de suerte que, generalmente, esta disociación es vivida como una salvación religiosa o biológica, como una soteriología o una terapéutica, que, paradójicamente, suele prolongarse en el proceso de anulación de la propia conciencia.»{34b} Tal cosa –alienante– ocurre por ejemplo con Armesilla al hablarnos de “conciencia de segundo grado” (¡sic!) y entrar así de lleno en la falsa conciencia suya, él, en tanto Armesilla se limita a cambiar el nombre de los ortogramas del MF –saberes de primer grado y saberes de segundo grado– por esa “conciencia de segundo grado”, y con este salto, propio de piratas, Armesilla se coloca directamente en el ámbito de la falsa conciencia, ya que esta falsa conciencia estriba, ante todo, en “cualquier sistema de ortogramas en ejercicio tal que pueda decirse de él que ha perdido la capacidad correctora de sus errores… Finalmente, la falsa conciencia podría compararse con un aparato transformador preparado para dar sistemáticamente la vuelta a cualquier argumento procedente del exterior, convirtiéndose en argumento de apoyo, aun a costa de prescindir de sus contenidos más específicos (es decir, tomándolo por alguno de sus rasgos secundarios, y ofreciendo una apariencia de asimilación de la respuesta).» (DF 303: Falsa conciencia / Conciencia)
Gustavo Bueno: «Las probabilidades de que una ciencia filosófica se oriente hacia el cierre gnóstico son muy grandes, dado que la naturaleza trascendental de la conciencia filosófica no puede sustraerse al trámite de la autoconcepción.»
Gustavo Bueno: «En resolución, la evidencia de que la conciencia filosófica (gnóstica) no es una esfera aislada, sino que está envuelta por esferas más amplias de la conciencia, no es, por tanto, una evidencia exógena a la filosofía, sino el ejercicio de la propia filosofía en cuanto crítica de la razón pura. Desde el punto de vista de la implantación política de la conciencia filosófica, el mundo no se nos aparecerá ya como algo que debe ser conocido, sino, ante todo, como algo que debe ser transformado: no se trata de librarnos de una cárcel para alcanzar el Ser, lo inexpresable (lo “místico”), sino de construir nuestro propio mundo.»{35} Bueno, por tanto, no ha abjurado nunca de este Marx, ahora bien, el capitalismo es lo que más ha cambiado el mundo y no los ideales y futuribles de Armesilla, que parece ahora caído del guindo.
Con todo, Armesilla cree, con sus conciencia de primer grado y segundo grado (¡sic!, pues si hay un grado debe haber otro), que la implantación política de la filosofía estará sujeta a los partidos o al Partido (lo pone con mayúsculas) “que enarbole e implante esta concepción materialista de la vida política en una sociedad política determinada… Es una implantación política de la conciencia filosófica materialista en sentido ascendente y descendente del poder político. Es, por tanto, una concepción totalizadora de la vida política y, por tanto, del Universo…” (pág. 74). El Partido es elevado así a ser él, una institución, el que posea la “conciencia de segundo grado” y en el cual se pondrá esa “implantación política de la conciencia filosófica materialista”. Uno se pierde entre tantas conciencias…, conciencia de segundo grado, conciencia materialista, conciencia filosófica… Armesilla gusta de cambiar el nombre creyendo, por lo visto, que así cambia el ser de la cosa. En la página 151 nos dice que: “Materialismo, por un lado, dice negación de la posibilidad de entes inmateriales y de conciencias incorpóreas”… bien, es cierto, ¿y cual es la afirmación de entes materiales en esta “conciencia de segundo grado”? El saber de segundo grado se identifica, inmediatamente, con la conciencia, ya que sin conciencia no se puede saber nada. Tal vez crea que en el hombre hay dos conciencias, una para los saberes de primer grado y otra para los saberes de segundo grado.
Aquí la conciencia ya no es del filósofo particular y concreto, ni tan siquiera es de un sistema surgido &38211;M3– de esa conciencia concreta del sólo sujeto humano. Es la conciencia de segundo grado (?) de un… Partido, de una parte formal, de una organización despersonalizada que se presume mejor, más materialista, y más estupenda que la organización de la Fundación Gustavo Bueno, otra institución, por ejemplo, o de Joaquín Robles y VOX, por ejemplo. Por lo que a mí respecta la implantación política de la conciencia filosófica materialista sólo lo puede ser en sentido descendente, en tanto tendríamos que considerar a la filosofía cosa de expertos ligados a las escuelas, universidades y subvenciones, estratificación de clase, &c., dadas en el Estado, incluso la cultura mala también viene de arriba. Lo que Bueno no dice jamás es que esa implantación no haya de estar implantada políticamente en un Estado: «Por este motivo, los problemas sobre la disociación entre la conciencia especulativa y la conciencia práctica, entre la vida teorética y la vida política, y, en particular, el tema de la imposibilidad de que la filosofía (teorética) pueda, por sí misma, impulsar la acción política –con la consecuencia sobre la inutilidad de la filosofía para la política, la “muerte política” de la filosofía, &c., se plantean a partir de la hipóstasis de la conciencia gnóstica.»{36} Es Gustavo Bueno quién descubre o nos aclara esto, mientras que es el Armesilla enmarañando el que nos dice que la filosofía de Bueno no es “práctica”, ya que ahí mismo se dice de esta filosofía, del materialismo filosófico de Bueno que, junto con la izquierda hegeliana “es más apostólica que política” (pág. 76), y esto lo dice uno que muda el nombre de Materialismo filosófico por el de “materialismo político”, como si con ese disfraz de la suplantación/implantación pudiera ocultar que él no tiene aquí nada propio y que es mil veces menos político que Don Gustavo Bueno. En verdad, un pegacarteles en cualquier partido político es más práctico que el enmarañador Armesilla con su filosofía cómico/cósmica.
Nada hay mejor para ocultar la maraña y la madeja inmensa de mitos de nuestro autor que acusar de acrítico al MF…: “El materialista político [en realidad se refiere al materialista filosófico necesariamente político] no podrá ser filosofía crítica si no hay mitos oscuros y confusos existentes, que es lo que ocurre con el materialismo filosófico [¡sic!] al depender su ejercicio crítico del mantenimiento de la sociedad política capitalista en que ha surgido…” (pág. 87) ¡Y pensar que esta magna obra de Armesilla me ha costado 32 euros en una librería burguesa y capitalista!
Aquí vemos que nuestro autor no depende hoy ni ha dependido nunca de haber nacido él y haber aprendido algo de Bueno, también en esta sociedad política capitalista. Él se libera de esta sociedad capitalista con su maraña y sus saltos cómico/cósmicos. Seguramente ni el mismo Armesilla podrá negarnos que hasta el mismísimo Marx encontró mitos oscuros y confusos existentes y que él, Marx, también supo poner en tela de juicio crítico desde y en su propia victoriana sociedad capitalista, acaso junto con la generosa colaboradora de su amigo Federico Engels. Tal vez es que Armesilla crea que Lenin (acaso con su Inessa Armand) ya estaba en otra sociedad diferente a la sociedad capitalista, sin oscuridad ni confusión, o que una vez “superada” esta sociedad repleta de mitos oscuros y confusos, esos mitos desaparecerían, adviniendo la época superada, la necesidad y la venida del imperio de la libertad. ¿Desde qué plataforma angélica se otea a este pobre MF que depende, el muy desgraciado, de esta sociedad llena de mitos oscuros y confusos? ¿Cómo le es posible a nuestro autor poder criticar al MF desde fuera de esta sociedad llena de mitos oscuros y confusos para así no mancharse?, porque si lo hace desde dentro, su reproche se vuelve contra él mismo, desvelándonos la altura inmensa de su enmarañamiento cómico/cósmico e impolítico.
Antes, en la página 46, el señor Armesilla ya nos dejó bien claro, con su modesta forma de exponerse él a sí mismo, que su marxismo (el suyo, no el del MF o de otros) es “…un marxismo netamente español, y en español, que hoy por hoy solo puede seguir, a nuestro juicio, los lineamientos de nuestro materialismo político…” (en esto es más buenista que Bueno), y seguidamente nos da, como prueba, todas sus obras escritas en marxismo español (¡sic!) y en español, y un pelo más abajo nos dice que “la explicación de dicho progresus crítico necesita, fundamentalmente, de una exposición de lo que ya ha realizado Gustavo Bueno”. Bien, nada que objetar para proseguir por quién pueda esos lineamientos de nuestro materialismo filosófico…, filosófico, que es como verdaderamente se llama, y no político, pues político lo es todo, y es que nuestro muy estimado Armesilla debe pensar que una filosofía falsa o hasta nauseabunda, no es política, aunque nunca pudiera llegar a ser trascendental. Por un lado Armesilla dice que “la fusión nuclear entre materialismo histórico y materialismo filosófico (que) da lugar al átomo que llamamos materialismo político” (pág. 45): ¿MH + MF = MP? como si los otros dos materialismo no fueran a su vez “políticos”… Y como, según Armesilla, la filosofía del MF de Bueno no está implantada políticamente (la debe él haber descubierto en la Luna), habrá que hacerlo por medio de lo que, por lo visto, nunca hizo o está dejando de hacer el MF, ya que, según Armesilla, el MF parece que esté renunciando a sus conexiones fuertes con el MH, y si esto es así, debido a la anulación lisológica (?)… en la cual la morfología real del MH queda confusa, y por tanto “el MF acaba desconectado de toda posibilidad de implantación política en sentido fuerte… El lisado de los elementos marxistas del materialismo filosófico conlleva, por tanto, un conformado filosófico sistemático que es gnóstico” (pág. 45). Como se ve, este marxismo de Armesilla es el único que es dogmático, según sus posteriores palabras de la página 88: “el dogmatismo que nosotros criticamos, será, además, aquel que postula que sólo él es el que, en verdad, entiende tal doctrina. Una vez más encontramos aquí el gnosticismo filosófico, el filosofismo. Es decir, el fundamentalismo filosófico…” Y esto es, en verdad, lo que le ocurre a él mismo… ¿Y no es acaso dogmático ese “hoy por hoy solo puede seguir, a nuestro juicio, los lineamientos de nuestro materialismo político”…? Y es que Armesilla cree que el MF de Gustavo Bueno no vale para esto, ya que necesita hasta mutar con una carambola su materialismo filosófico por el materialismo político de Armesilla, como si el de Bueno no fuera “político”, ya que está “reconciliado con la sociedad… al depender de la sociedad política capitalista en que ha surgido” (pág. 87). ¡Desde luego nuestro Armesilla, que todo lo ha aprendido del MF, parece surgido de los mismísimos cielos o aprendido en la Luna! Y es que, además, aún no se ha enterado de que con el hundimiento del socialismo real se ha ido al garete toda la supuesta implantación política del marxismo. Eso se ha desvelado como pura ideología, y simplemente fue el realismo político el que usó de esa filosofía para verdaderamente implantarse él políticamente, el realismo político, en el Estado y en tanto Estado, incluso como Guerra Fría. Esa era la verdadera política.
Eso de hacer propuestas grandiosas como la de “incorporar la concepción materialista de la historia de Marx, junto a la concepción materialista de la filosofía de Bueno, en una concepción materialista de la vida política” (pág. 89) ya ha sido hecho de sobra en el MF por Bueno, y en eso consiste su actualización y aprovechamiento de los rescoldos del marxismo que ahora pretende abrogarse y apropiarse gratuitamente nuestro autor, y aunque de Marx hay para todos, este Armesilla, que no está reconciliado con la sociedad capitalista (¡sic!), la usa con soberana y majestuosa maraña enmarañándolo todo…, y con quién menos está reconciliado es con la FGB a la que usó sin pudor y con profusión cada vez que pudo. Falta saber o indagar si la filosofía políticamente implantada no sólo lo es en el Gobierno, y acaso sea en los gobiernos donde sólo se implanta y se usa como mera ideología política para luego acabar materialmente y casoplonamente plantada la cosa en Galapagar, o algo similar.
¿En que puede consistir esa concepción materialista de la vida política? ¿Tal vez en lograr que este saber de primer grado se nutra de los saberes de tercer grado (?) de la “filosofía popular”, de la doxa callejera?, pues… “La concepción materialista de la vida política ha de presuponer la existencia del Universo y de los hombres que en él viven y lo conforman, en sentido filosófico popular [¡sic!] y en ocasiones académica” y por todo ello “…La filosofía sistemática, académica, debe conservar, refinar y nutrirse de la filosofía popular, permitiendo que esta pueda alcanzar un juicio maduro acerca de las cosas, saber argumentar, tener ideas adecuadas, para no ser meros ciudadanos pasivos…” (pág. 92; se debe referir al azadón…), y en fin, y prosigue con la retahíla de escuelas y lugares donde se debería enseñar a la plebe –esa misma que conforma el Universo en sentido filosófico popular–, ese grandilocuente papel de la concepción materialista de la vida política. En Marx la filosofía, el pensamiento, se nutría de la práctica material de los hombres, de la producción de su vida, en el MF de Bueno la filosofía, en tanto saber de segundo grado, se nutre más o menos de lo mismo, de los saberes de primer grado…, pero en nuestro portentoso Armesilla su materialismo político se nutre del saber ignaro de tercer grado, de esa “filosofía popular”, para así permitirle alcanzar a esa plebe misma un juicio maduro, o lo que es lo mismo, en su maraña la filosofía sistemática académica de Armesilla debe nutrirse de la filosofía popular y así es como lo popular adquiere un juicio maduro… Es tal la maraña y el lío que ya me perdonará el amable y paciente lector que yo a mi vez quede enmarañado por completo.
Con todo este lío, el capítulo primero lo acaba nuestro autor con lo opuesto a ese “nutrirse de la filosofía popular”, pues ahora, en la página siguiente (pág. 93), el materialismo político tiene una misión catártica política revolucionaria y trascendental{37}, que ahora sí se apoya en “procedimientos técnicos, tecnológicos y científicos” nada populares como el azadón. En Armesilla, como en todos los idealistas, por muy disfrazados que estén, lo “trascendental” siempre es una empresa a acometer, un programa excelso que hay que realizar, un a priori político basado en la idea de progreso o mejoración del mundo presente, por contra, para el MF es un posteriori, un desbordamiento.{37}
B. Armesilla copia al revés para dar la vuelta a Marx y a Bueno
Armesilla sacrifica el hecho al efecto, la verdad a la retórica, y lo que es más triste, sacrifica la semántica por la alteración de la sintáctica.
Un arte mediocre consiste en copiar a un maestro de la copia que a su vez hizo otro maestro. Una copia de la copia de aquella otra copia… Yo a veces, en tanto aprendiz de filosofastro lo he hecho muchas veces, y si uno lo hace medianamente bien nadie se entera ya que muy pocos hay dispuestos a revisar todas las tonterías que copiamos y escribimos.
Pero el tiempo para mí no es todo el oro del mundo, que lo es mucho más la polémica, la controversia, la alteración philosófica, ya que como todos sabemos a raíz de lo entrañablemente polémico de Gustavo Bueno, el ser se dice de muchas maneras, y aquí, para no aburrirnos demasiado, hemos optado por decirlo a la manera contra otro, pues pensar es pensar contra otros.
Y en estas estaba yo tratando de leer esta obra de Armesilla, cuando me he tropezado con un par de páginas donde dice lo mismo que Gustavo Bueno pero alterando el orden y las palabras y yo no sé para qué. En esencia a veces dice lo mismo durante largos párrafos, y ahora no nos vamos a dedicar a analizar lo que dice, pues hemos de suponer que si esta maraña dice enmarañadamente lo mismo que Bueno, pues está bien, que es verdadero lo que dice, se diga como se diga, pues como el mismísimo Bueno predicó, el ser de lo que se dice, o lo que se dice del ser se puede decir de muchas maneras, el ser pues, se puede decir enmarañadamente, liando una maraña, acaso con la secreta intención de que nunca este lío sea desmadejado, y la maraña desenmarañada. Yo al menos me siento y soy impotente de desenmarañar todo esto.
Si yo hiciera una copia de esta copia establecería el bonito juego de las famosas Matrioskas, que suena muy “comunista real” (¡sic!), y así al moverlas como en un cubilete de dados saldría siempre un regalito, algo así como un Tío de Nadal catalanista, que cuantos más palos recibe más regalitos caga…
Y si Bueno nos dijo que «La inversión marxista de Hegel se nos manifestará, ante todo, como una “revolución literaria”, “estilística”, y esta revolución será el hilo conductor que nos guíe en el camino hacia la determinación de la naturaleza de la inversión “real”»{38}, nuestro autor nos parece lo mismo pero a su vez perversamente invertido: La inversión armesillesca de Bueno se nos manifestará, ante todo, como una “revolución literaria”, “estilística”, “enmarañada y caótica” y esta revolución será el hilo conductor que nos guíe en el camino hacia la indeterminación de la naturaleza de la inversión “irreal”… de Marx y de Bueno por parte de Armesilla, en tanto verdadero enmarañador cuya maraña es muy grande.
Pondremos sólo tres ejemplos, tres párrafos de la alteración sintáctica, y pedimos perdón por tener que dar tan largas citas:
Ejemplo 1. Gustavo Bueno, “IV. Lectura ontológica de los Grundrisse 1”, párrafo A
Texto de Bueno
«A) Suponemos dado el contexto en el cual “Trabajo” juega como una mercancía. En el plano de las categorías de la Economía capitalista clásica el contrato de trabajo es una figura perfectamente clara: el trabajador entrega su fuerza de trabajo y recibe a cambio una contrapartida (el salario), con la cual repone precisamente esa fuerza de trabajo que ha vendido libremente (el trabajador es, en efecto, un “ciudadano”). Desde el punto de vista del mercado de trabajo, la fuerza de trabajo se comporta como una mercancía más en cuanto que se cambia por dinero dentro de las leyes generales de la oferta y de la demanda que presiden el tráfico de las mercancías. Estas leyes se ajustan al canon de la equivalencia (una forma de la identidad), del equilibrio entre lo que se entrega y lo que se recibe, en virtud del cual cabe apelar al concepto de justicia conmutativa, en cuyo reino nadie engaña (subjetivamente) a nadie, de la [30] misma manera a como, en mecánica clásica, las velocidades relativas de la luz y del objeto iluminado se ajustan también a ciertas ecuaciones que relacionan los tiempos ganados o perdidos según el sentido del movimiento.
Ahora bien: Ricardo había advertido el “hecho” de que el producto del trabajo vale más que la reproducción del obrero (Marx había ya examinado este hecho en Trabajo asalariado y Capital). Este “hecho” podría ser comparado con el “hecho” constatado por el experimento de Michelson-Morley. Son “hechos” que rompen las leyes de identidad del sistema, “hechos” que representan, de algún modo, la aparición de una “contradicción” en el sistema. Los Grundrisse precisan mucho más la formulación del “hecho económico”: el trabajo es una mercancía que (a diferencia de las restantes, cuyo tráfico se mantiene dentro del canon de la equivalencia, a través del dinero y de los precios) es comprada por el capitalista para obtener más dinero (D-M-ΔD). Así, pues, el descubrimiento de la plusvalía equivale, en Economía Política, al descubrimiento de la constancia de la velocidad de la luz en Física. Son “hechos” sorprendentes. ¿Cómo es posible que en un intercambio que quiere mantenerse dentro del canon de la equivalencia aparezca un ΔD? ¿Cómo es posible que en una composición de velocidades, cambiando el sentido de los móviles, la velocidad de la luz permanezca constante? La sorpresa se produce porque las esperadas identidades se rompen: “no debía producirse ΔD” en un caso y “debía producirse ΔT” en otro.»{39}
Texto de Armesilla (pág. 105)
Ejemplo 2. Gustavo Bueno, “El materialismo dialéctico”, final del párrafo III
Texto de Bueno
«En efecto, lo que se llama materialismo dialéctico cobra su verdadera figura al oponerse tanto al llamado materialismo mecánico, por un lado, como al llamado idealismo dialéctico por otro. Es cierto que el concepto de materialismo mecánico es muy incorrecto, pero con él se quiere designar, ante todo, al fijismo, el que cristalizó (según Jaeger) en la concepción aristotélica del mundo como conjunto de formas eternas o, al menos, invariantes, y llegó, a través de los siglos, hasta nosotros. (Engels cita, como pilares del materialismo mecánico, al sistema astronómico de Newton y al sistema de la naturaleza de Linneo, que suponía las especies vivientes invariantes desde el momento en el cual fueron creadas por Dios). Por contraposición, el materialismo dialéctico apuntará a la idea del movimiento. Pero el movimiento es una categoría central para el materialismo histórico, en cuanto ligado a una práctica revolucionaria que ve a las cosas no como se ve el objeto lejano (Objekt), independiente, como el astro, de la acción de los hombres, sino como se ve aquello que se nos ofrece como algo que resiste a nuestra actividad, que se nos enfrenta (Gegenstand). En este sentido, el materialismo dialéctico recogería plenamente la herencia del idealismo, su lado activo.»{40}
Texto de Armesilla (págs. 134-135)
«Del mismo modo que el materialismo histórico se opuso al idealismo histórico, el materialismo dialéctico se opondría al idealismo dialéctico, por un lado, y al materialismo mecánico por otro (materialismo mecánico también llamado fijista, definido como toda concepción del Universo como conjunto de esencias materiales eternas, cuyas fuentes de primer grado serían tanto la mecánica clásica de Newton como el sistema taxonómico de Linneo. El materialismo dialéctico apuntaría a la idea de movimiento como categoría central, igualmente central en el materialismo histórico, pero ligado a una práctica revolucionaria determinada, que ve las cosas no como algo lejano e independiente a las acciones de los sujetos, sino como algo cercano a los propios sujetos y que se opone a sus actividades. Así el materialismo dialéctico recogerá el “lado activo del idealismo”, su lado dialéctico, para darle la “vuelta del revés.”» (págs. 134-135).
Ejemplo 3. Gustavo Bueno, “El materialismo dialéctico”, párrafo IV
Texto de Bueno
«Pero el materialismo dialéctico se opone también al idealismo dialéctico, y esta oposición no puede reducirse a una mera sustitución de palabras (materia en lugar de espíritu). Se trata de una vuelta del revés (Umstülpung) del idealismo hegeliano, una inversión sistemática, ejercida en muchos puntos del sistema y, ante todo, en el punto de intersección entre la naturaleza y el espíritu. Materialismo no significa aquí meramente realismo, según pretende una interpretación muy corriente. Significa inversión de las relaciones que Hegel estableció entre la naturaleza y el espíritu. Mientras la naturaleza es para Hegel la materia, pura negatividad (y la filosofía natural un simple prólogo de la filosofía del espíritu), para Marx la naturaleza es una realidad positiva y actuante, sólo por cuyo intermedio es posible el desarrollo de la historia (digamos, del espíritu). El materialismo dialéctico aparece entonces como un componente interno del mismo materialismo histórico («un día, las ciencias naturales englobarán a las ciencias del hombre»), en tanto éste va ligado a una práctica verdaderamente revolucionaria, es decir, a una práctica que no habrá de ser entendida como un proceso meramente subjetivo-voluntarista, ni siquiera como una revolución cultural, sino que exigirá el desarrollo de las fuerzas naturales de la producción, la revolución industrial (imposible al margen del desarrollo de las ciencias naturales) y, en su caso, la crítica de las armas. El regressus desde el campo del materialismo histórico hacia las regiones del materialismo dialéctico, no es necesariamente una huida especulativa de la Tierra hacia la región de las abstracciones celestiales: es un modo de explicitar los componentes del tratamiento revolucionario que reciben las cosas más inmediatas de la Tierra.»{41}
Texto de Armesilla (pág. 135)
«La oposición del materialismo dialéctico al idealismo dialéctico no supone simplemente la sustitución del espíritu por la materia en la dialéctica. Más bien se trata entre otras cosas, de una “vuelta del revés” del idealismo hegeliano en sentido sistemático en puntos muy diversos, particularmente en el punto en que intersectan, en esta inversión, naturaleza y espíritu. En el materialismo dialéctico, materialismo no significa mero realismo, sino inversión de las relaciones entre naturaleza y espíritu que ya Hegel estableció. Para él, la naturaleza era pura negatividad, siendo la filosofía natural un “prólogo” de la filosofía del espíritu. Por contra, para Marx la naturaleza es una realidad actuante, positiva, por cuyo intermedio es posible el desarrollo del espíritu objetivo, esto es, de la Historia. Así, el materialismo dialéctico aparecería como un componente interno del propio materialismo histórico, estando el materialismo histórico ligado a la práctica política revolucionaria no meramente subjetivo-voluntarista, ni tampoco meramente “cultural”, sino un proceso revolucionario que exigiría el desarrollo de las fuerzas productivas asociado a la Primera y a la Segunda Revolución Industrial, y también a la Tercera en la mitad del siglo XX y que continúa hasta hoy, la “científico-técnica”, todas ellas imposibles al margen del desarrollo de las ciencias naturales y de las tecnologías. El “regresus”, por tanto, del materialismo histórico al materialismo dialéctico no es una huida de campos históricos, terrenales, a otros “celestiales” sino un “modo de explicitar los componentes del tratamiento revolucionario que reciben las cosas más inmediatas que la Tierra” (Bueno, 1983:10).»
De este último párrafo sólo lo subrayado es idéntico y fiel a lo que dice Bueno. El resto está toda la sintaxis cambiada, dando lugar a repetir lo que ya dijo Bueno, suponiendo, creo, que se está diciendo algo nuevo y verdadero, y eso en el mejor de los casos, pues cabe pensar o suponer que esta copia enmarañada oculta la intención de nuestro amado Líder de aparecer como su autor verdadero, además de que a veces, no solamente llena y rellena espacio, sino que además cercena frases muy relevantes, como es la que hace Gustavo Bueno al ligar “las ciencias naturales con la crítica de las armas…”
No podemos indagar más ni por ello no podremos saber hasta qué limites en estas 427 páginas de la obra de Armesilla, hay muchas otras que podríamos llamar de semibueno, como un enmascaramiento enmarañado de una maraña inmensa que nadie se va a tomar el trabajo de enumerar.
¡Oh, Armesilla, famoso serás por siempre si logras invertir a Bueno y así poner otra vez patas arriba a Marx! ¿Cómo yo, un simple aficionado a la filosofía osa reprocharte tu maravillosa sintaxis, a un hombre que se dice “…Escritor, Doctor en Economía, Politólogo, Investigador…”. Perdóname por mi atrevimiento y permíteme ponerte yo a tí, y si los dioses me ayudan, patas arriba, esto es, si logro desenmarañarte, cosa muy improbable.
Estamos aún en el capítulo III de la Primera parte.
Dice nuestro autor que… ¡Dios, otro pastiche!: primer párrafo de la página 140 del libro de Armesilla y copia del último párrafo de Gustavo Bueno en su artículo “El materialismo dialéctico”, aparecido en el diario El País en 1983. Santiago Armesilla Conde ha copiado este artículo entero, mudando la sintaxis sin saber a cuento de qué… ¿Por qué no se ha limitado Armesilla a citar a Bueno, para venir a decirnos más o menos lo mismo alterando la sintaxis? Siempre será esto un misterio propio de los grandes materialistas enmarañados por cualquier materia que tocan. Tal vez sea la dialéctica de los opuestos… Y no busquen ustedes aquí una crítica a sus amplísimos argumentos, pues en esta maraña yo soy incapaz de adivinar qué cosa es de Armesilla y qué cosa es de Gustavo Bueno. En este pastiche en concreto nuestro autor se deja lo mejor del párrafo de Bueno, a saber, cuando Bueno responde a su pregunta inicial: «Porque, aun prescindiendo de su verdad, ¿se conservaría el sentido del materialismo histórico cuando eliminamos la dialéctica disuelta en las construcciones de los Grundrisse o El capital?»…
Y lo que Armesilla no transcribe, ni alterándolo, es esta parte última de la respuesta de Bueno: «Es demasiado sencillo llegar a creer que las especulaciones alejandrinas sobre la Trinidad eran fruto del ocio de un clero ligado al poder del Estado, y que no tenían nada que ver con la fe viva del pueblo llano, aquel que buscaba la salvación en Cristo.» Y me supongo que esto está dicho contra los epsilones podemitas hiperrevolucionarios de todos los tiempos que buscan –gnósticamente– el arreglo del mundo.
Conforme uno va uno leyendo esta portentosa puesta al día del MF transmutado sintácticamente, va descubriendo por casualidad (no hay ni ganas ni tiempo para la sistematicidad) parrafos sublimes como este de la página 145: «Bueno concibe su materialismo como una doctrina sistemática…, postula la unicidad del Universo [en Bueno es M, materia ontológica general y ninguna necesidad hay de cambiar esto, a pesar de “la jerga de Bueno”, en Pluriverso y no Universo] como desarrollo de una materia llamada por él “ontológico general”, no reducible al mundo empírico. Nosotros llamaremos, a partir de ahora, Ser Material Trascendental a esta ontológico-general…» ¿Y por qué hemos de cambiar el nombre y alterar la sintaxis y mudar M por S?
Nuestro autor convierte aquí a Gustavo Bueno en un monista, como lo es el propio Armesilla, ya que es el monismo el único que puede postular esa “unicidad del Universo”, cuando en verdad la ontología materialista es pluralista:
«Materialismo, en Ontología general, es el resultado de una metodología crítica: LA CRÍTICA A LA TESIS DE LA UNICIDAD DEL SER. La Idea ontológico-general de Materia (M) la entenderemos como la Idea de la PLURALIDAD INDETERMINADA INFINITA, en la que “no todo está vinculado con todo” (= negación de un orden o armonía universal)… […] El monismo se edifica siempre sobre el prototipo de la unidad ontológica real del mundo, y, en consecuencia, debe siempre –incluso en las versiones materialistas (que lo serán en el plano ontológico-especial)– considerarse impulsado por un espiritualismo implícito, en la medida en que la unidad del Mundo es solidaria de la conciencia, núcleo siempre de la noción de “espíritu”.»{42}
«El materialismo filosófico es un pluralismo de signo racionalista, que postula, sin embargo, la unicidad del mundo en cuanto desarrollo de una materia ontológico general que no se reduce al mundo empírico…»{43}
«Niega el monismo, por cuanto defiende el pluralismo ontológico, pluralismo que no se reduce al reconocimiento de las diferencias entre los seres, sino a la afirmación de que entre estos hay discontinuidades irreductibles (acogiéndose al principio de discontinuidad implicado en la symploké platónica, según la cual “no todo está relacionado con todo”); y en esto se diferencia del monismo materialista tradicional que, como el monismo teológico monoteísta, defiende que “todo está relacionado con todo”.»{44}
Ese “espiritualismo implícito” debe ser, en Armesilla, su ego diminuto trascendental (que a mi ciertamente me rebasa, y perdónenme pues ya me he vuelto a perder y ya no sé ni lo que leo ni donde estoy). El MF habla del mundo, del baúl mundo en el cual el hombre lo tiene encerrado todo (todo como totalidad discreta, esto es, lo suyo –suum–, todo lo que conoce y conoce sólo una muy pequeña parte de M) a través y por su conocimiento, de lo que conoce (Mi), por tanto el mundo es M>Mi, pero eso no es ningún “Uni” ni tampoco otro Uni, la UNIcidad del UNIverso, sino que es unicidad del mundo nuestro en tanto la pluralidad de M1, M2, y M3, por tanto…
«El mundo no es, en resumen, la “totalidad de las cosas” –omnitudo rerum–; sólo es la totalidad de las cosas que nos son accesibles en función del radio de acción de nuestro poder de con-formación de las mismas.»{45}
«Además, y esto es fundamental, los tres géneros con los que se pretende cubrir la totalidad de los contenidos del mundo no pueden considerarse como los tres géneros en los cuales se distribuye la realidad, porque la materia ontológico general M también es real, siendo así que desborda cada uno de los géneros y su conjunto.»{46}
Inmediatamente Armesilla dice que ese su “Ser Material Trascendental será aquella materia o materialidad –que es extenso–, que “existe”, y que se opone a la nada… (pág. 145) ¡A la nada! (S se opone a la Nada), pero entonces no puede “con-formarse” ya que todo existir ha de ser extenso, pues existencia significa “lo que está ahí” y me parece que M, o ese “Ser Material Trascendental” no está “ahí”, ni puede ponerse y menos por ello oponerse… Esta forma de filosofar es siempre un puro lío y un enmarañamiento indescriptible, pues lo opuesto a la nada es cuando menos algo inconcreto, pero algo, o es la cosa concreta y entonces es algo y nonada, ya que… “el mundo existe (aunque no coexista con otros mundos)”. Armesilla no se da cuenta, creo, de que (el mundo -?-) o M no puede contraponerse a la nada ni necesita oponerse a nada: «La existencia absoluta puede introducirse como un límite de la idea de coexistencia»{47}, y esta idea límite, por serlo, no se opone a nada, ya que M rebasa toda oposición.
¿Acaso no es definir este materialismo que consiste en ese “Ser Material Trascendental” extenso, que “existe”, y que se opone a la nada de modo exento? Pues si “Ser Material Trascendental… existe”, y se opone a la nada, no es contrastable y por tanto está exento. Armesilla lo dice mejor: «Es imposible definir cualquier materialismo de modo exento, al igual que no se podría definir el republicanismo sin definir antes, de manera negativa, la monarquía” (pág. 147). ¡Muy bien! Por lo visto, la nada es la monarquía y el famoso “Ser Material Trascendental” es la república, pero la nada no es algo y enfrentar una idea límite a otra idea límite es enfrentar a A contra A, lo cual es absurdo. Las constantes contradicciones de nuestro autor son casi continuas y su “jerga no buenista” (pág. 147) es insuperable entre todas las jergas habidas y por haber.
C. La alteración de terminos y categorías por Armesilla
Armesilla, pienso, ejerce una alteración del eje sintáctico del espacio gnoseológico.
Nuestro autor gusta de la maraña constante, y así, en la página 165, una página de las más delirantes, Armesilla entra en trance y se pone a cambiar el mundo entero, quiero decir a cambiar el MF y sus categorías a su novísimo antojo:
Donde Bueno dice “Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad”, Armesilla dice Doctrina de las dimensiones óntico materiales, por ello el primer “género” de materialidad sería “Dimensión Universal 1”; el segundo “Dimensión Universal 2” y el tercero “Dimensión Universal 3”.
Donde Bueno dice “mundo”, Armesilla dice Universo… (el Mundo para el MF es M1-M2-M3, o sea Mi → DF 702: Mundo (apotético y paratético) / Mundos entorno / Sujetos operatorios).
Donde Bueno dice “materia ontológico especial = M”, Armesilla dice Ser Material Trascendental = S.
Donde Bueno dice “género”, Armesilla dice dimensión.
Donde Bueno dice “materialidad” en Mi, Armesilla dice Universo.
Donde el MF habla de “individuo flotante”, Armesilla habla de individuo hundido (pág. 218){47a}
Y a los tres Géneros los llama “elementos”…
Por tanto tenemos que la novísima construcción de nuestro autor es la siguiente: «Las tres dimensiones óntico-materiales del Universo serían DU1 (M1 en Bueno), DU2 (M2 en Bueno), y DU3 (M3 en Bueno). DU1 sería la dimensión donde se dan los fenómenos del mundo físico…» &c. (pág. 165). La cosa continúa como DU4, DU5, DUn !!, por esta causa de n Universos (¡multiversos!) cree Armesilla que la existencia de estos hipotéticos Universos, n5, n6, &c., dependen de la hipótesis misma y por ello en la página 306 nos dice en la nota 108: «En nuestro caso, la idea de producción tiene una posibilidades de desarrollo enormes a través de la figura del Ego Trascendental y de la hipótesis de DU4 y de posibles DUn.» ¡Posibles DUn! ¿Qué significa esto? Esto significa la “vuelta del revés de Marx y de Bueno”, y es que Marx no había contado con la posibilidad de una cuantificación Trascendental de una producción multiversal con obreros infinitos repartidos por esos infinitos mundos de Dios, plusvalía infinita, revoluciones infinitas, &c. Delirio en bruto. Estos son los “Elementos fundamentales para la vuelta del revés de la crítica de la economía política” de la página 305, y cuyos antecedentes hiperracionalistas son Anaximandro y la alquimia de Del Infinito: El Universo y los mundos de Giordano Bruno (“De L’Infinito Universo E Mondi”, de 1584), el pluralismo infinito leibniziano, &c. Aquí la Gran Enjundia ¿supone acaso que el número infinito de Universos habría variado la infinitud y la unicidad plural de M, de S, en su argot? Esto es desplazar el problema… ¿Tendríamos acaso un M, un M’, un M’’, un M’’’, un Mn Mn2 Mn3 Mn4 &c.> Mnn1, Mnn2 y así hasta el infinito? En fin, la crematística de la economía política elevada a la infinidad de mundos de la mecánica cuántica: la plusvalía estará dentro de la caja o no del gato de Schrödinger. Con la jerga de Armesilla la cosa se complica mucho más, como M es para Armesilla el Ser Material Trascendental = S (pág. 165), entonces la ecuación resulta mucho más caótica: Sn Sn2 Sn3 Sn4 &c. > Snn1, Snn2…
Pero en la página 320, Armesilla nos dice que «“…los cuerpos manejados por los sujetos son… […] (esa) estructura propia de los cuerpos… (no es) …derivada ni deducida de algún tipo de realidad incorpórea n-dimensional, que suele ser una construcción lógico-matemática, no física, derivada de espacios corpóreos… Si el mundo de los cuerpos no tuviese cuatro dimensiones no sería tal, y el hombre tampoco sería tal, pues en tanto es hombre, en un mundo no cuatridimensional no sería corpóreo…»
Esta contradicción para Armesilla no es o no debería ser “ningún drama”… Y todo esto, según él, «conlleva determinar los bienes y servicios, las mercancías, no como inmateriales o productos de la mente, sino como corpóreos, cuatridimensionales, concretos, dados en el espacio-tiempo en general, y en el espacio antropológico-histórico en particular…&c.» (pág. 320).
Para las cuestiones del Mundo, Universo, &c. Cf. Gustavo Bueno, «Mundialización y Globalización”: »El mundo simplemente es único por esta razón principal, no ya por nuestra tradición filosófica, porque ahí está Lucrecio y sobre todo Demócrito, que dijeron que los mundos son infinitos, son innumerables. Los mundos son innumerables, pero la tesis de la unicidad del mundo está establecida por argumentos de este tipo, que no hago más que enunciar, argumentos de este tipo. Si hubiese muchos mundos simultáneamente, y es un tema que está hoy en día otra vez en el tapete con el Big Bang, y la teoría del mundo finito e ilimitado de Einstein, &c., está otra vez en plena actualidad entre los físicos y los cosmólogos. Si hubiese varios mundos y estuvieran totalmente incomunicados del nuestro, entonces, es como si no hubiera más que uno.»{47b}
En la página 177 Armesilla se disloca con su imaginación:
«La misma lógica de clases que acabamos de aplicar a este asunto: (¿Puede haber más dimensiones?, (pág.173), un país, un planeta determinado, todavía sólo el nuestro, &c., (pág.175)…sumada a la realidad de un Cosmos discontinuo, infecto y múltiple causalmente determinado entre sus componentes aún y cuando las coordenadas de cada entidad del Cosmos no podamos determinarlas porque no podemos operar, ni siquiera por apercepción (¡sic!), con cada una de esas identidades (y de ahí la indeterminación y la materia en el Ser Material Trascendental), podría como mínimo permitirnos vislumbrar (¡sic!) la posibilidad de aprehender, percibir y conformar en el Universo una nueva dimensión espacial e intemporal (¡sic!). Si bien hoy por hoy, resulta inviable conocerla porque no podríamos operar con identidades de esta nueva dimensión (DU4, que en jerga buenista podría denominarse M4 en tanto no pueda entretejerse con referenciales fisicalistas como las otras, por lógica cabe la posibilidad de su existencia de la misma manera que en el espacio-tiempo de Minkowski se admiten cuatro dimensiones, tres espaciales (anchura, longitud y profundidad, plasmadas también geométricamente en un plano bidimensional con las que se puede operar y una adicional temporal que permite esas operaciones (¡sic!). Por tanto la formula lógica de la ontología del Universo podría redefinirse así U={DU1, DU2, DU3, ->DU4}…>…<Y ello conlleva afirmar también, que, en el límite, la multiplicidad infecta discontinua del Cosmos podría implicar más dimensiones (¿M podría implicar más Mn o al revés?, ¿El Cosmos podría implicar, tener encerrados en si -implicados- más “Cosmos”= C1, C2, C3, C4, Cn,?) …aparte de las cuatro ya referidas. Es decir, U={DU1, DU2->DU3->DU4->, DUn. Podríamos operar con hipotéticas dimensiones infinitas en el Universo, las cuales sólo podríamos conocer sin agotar jamás el Cosmos por ser imposible su totalización, y por tanto sin agotar jamás el Ser Material Trascendental (¡¡S!!, pág.165), pero siendo este la fuente que permitiría ampliar nuestra totalización del Universo…»
¡Sólo podríamos conocer, dice nuestro omnipresente Armesilla, tan amigo de Minkowski…!
«1…Hay que suponer ya dados estos materiales, en una suerte de petición de principio (“dialelo antropológico”). Solo podemos disponernos a reconstruir el origen del hombre cuando tenemos en cuenta que está dado su final (relativo). Y si olvidásemos esto, fingiéndonos situados en una “quinta dimensión”, desde la que presenciásemos lo que ocurrió in illo tempore, incurriríamos en ingenuidad culpable y acrítica. Una ingenuidad que nos llevaría a un puro reduccionismo, a creer que podemos construir “geométricamente” al hombre a partir de rasgos aislados analíticamente… 3. Desde un punto de vista ontológico, aunque regresemos a una perspectiva global desde la cual los cuerpos se nos den como una mera subclase de realidades (y ello, tanto si esta perspectiva global es la de la Ontoteología neoplatónica, como si es la perspectiva del “vacío cuántico”, o de la Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad), no cabe fingir que podamos situarnos en algún tipo de realidad incorpórea, aunque se postulase como material, para deducir o derivar de ella a los cuerpos, como pretenden algunos físicos contemporáneos (pongamos por caso Gunzig o Nordon cuando postulan un “vacío cuántico” y unas “fluctuaciones cuánticas” dadas en ese vacío y capaces de “desgarrar” el espacio-tiempo de Minkowski para dar lugar al mundo de los cuerpos sin necesidad de pasar por una singularidad correspondiente a un Big-Bang). Es imposible, por tanto, evitar el “dialelo corporeísta”: para “deducir” a los cuerpos hay que partir ya de los cuerpos: es preciso partir de los cuerpos y regresar desde ellos, a lo sumo, a la materia incorpórea, pero sabiendo que el progressus desde esta materia a los cuerpos, no es originario, sino, en virtud del “dialelo corpóreo”, dialéctico [68].»{53}
Y sigue el desquicio en la página 179 que es acaso la página más emblemática de todo el libro:
El Ministerio del Tiempo y Armesilla
Un demiurgo NO es un creador, es un transformador, un ordenador. El creador no opera pues aún no posee materiales, no es un albañil que para poder operar ha de encontrar sus materiales previos… y, en esta página 179, Armesilla nos dice que el Ego Trascendental, esto es, todos los hombres, podríamos transformarnos a nosotros mismos y así podríamos también cambiar nuestra capacidad operatoria pero… operando sobre “diversas dimensiones óntico materiales” que no están dadas previamente como sí lo están M1, M2, M3, sino como son esas hipotéticas y novísimas DU4, DU5, DUn que hasta ahora nadie ha visto y así, acaso, hasta el infinito… ¡Estamos volando por las nubes! Armesilla cree posible desbordar M inventando Dimensiones (¡sic!) imaginadas… Nos dice que… él contempla la “posibilidad” de poder operar sobre entidades dimensionales hipotéticas dadas en el espacio-tiempo (¡dadas, pues, en M3!), en esas DU4, y hasta DU36 o DU13.439 extraterrestres y así hasta que nos cansemos, y esto es su “nuevo mapamundi de la concepción de la vida política” (¡extraterrestre!, un mapa extraterrestre) y con ello nuestro autor logra el portento de hacer de este novísimo mapa de infinitos mundos un mapa “más amplio y, por destructor y reconstructor, más revolucionario que el del materialismo filosófico” (más sapo: Bueno{45}), ya que si quitamos un género o añadimos otro el mundo solidario se destruye, como dice ahí Javier Pérez Jara, pero para Armesilla su destrucción “sí sería generadora no sólo de un nuevo mapa, sino hasta del Universo como itinerario en sí”. A esto en mi jerga le llamamos volar por las nubes. ¡Con lo complejo que es este mundo y a Armesilla no le basta y por eso él, tan revolucionario, lo destruye, y nos pone y saca de la manga otros mundos o Dimensiones “n”…, a pesar del sapo.
Y aún hay más del propio Gustavo Bueno: «El Universo (Mi) se presupone único, es decir, se presupone la unicidad de este universo. Desde el punto de vista aritmético: Mi = 1 = 10° (tesis de Mauthner), es decir, no existen múltiples universos, acaso 10500 (tesis o hipótesis de Hawking-Molodinov, El gran diseño 2010), ni tampoco todos o infinitos. 10°° (tesis mantenida en la antigüedad por Demócrito, y en la actualidad por Vilenkin).» (El Ego…, pág. 36).
Pero el demiurgo no es omnipotente (Bueno, El Ego… pág. 343) y Armesilla cree que el mundo se construye a base de palabras y palabras (o de aritmética), y encima puestas a su modo… No cabe duda de que el gran ego diminuto de Armesilla no ha logrado percibir críticamente sus límites al no haber podido superar sus propias construcciones metafísicas (ver El Ego…, pág. 308).
«Es imposible, por tanto, evitar el “dialelo corporeísta”: para “deducir” a los cuerpos hay que partir ya de los cuerpos: es preciso partir de los cuerpos y regresar desde ellos, a lo sumo, a la materia incorpórea, pero sabiendo que el progressus desde esta materia a los cuerpos, no es originario, sino, en virtud del “dialelo corpóreo”, dialéctico»{53}.
El cambio de la forma, a veces, por transmutación, es el cambio de la esencia
¿Qué logra Armesilla con estos cambios sintácticos?, pues logra, queriéndolo o no, la gran maraña, logra enmarañarnos dentro del espacio antropológico, como si esto suyo fuese algo propio y genial, como si la infinita complejidad del mundo (Mi) necesitase lo opuesto a la necesidad de simplicidad en el método científico. A Armesilla le gusta complicarnos la existencia y debe creer que la filosofía, a diferencia de las ciencias, ha de ser compleja, liosa, misteriosa, y esto de misteriosa es otro rasgo muy claro de su gnosticismo rampante… ¡Y en esa página 165 de su libro nos dice que «…los tres elementos –de su mapamundi– son igualmente de importantes para entender, comprender y transformar (muy parcialmente siempre, a escala del Universo) el Cosmos, la Realidad!». Nunca imaginé yo que tendría que llegar a comprender filosóficamente todo este galimatías para poder transformar el mundo acarreando carretillas de ladrillos: «…arcilla, barro o material de construcción. Materialista, en España y América Latina, significa “el que transporta materiales de construcción”»{48}, pues en verdad más transforma un albañil con su materialismo mundano construyendo rascacielos que diez mil filósofos o Armesillas soltando genialidades y mapas n como las presentes.
El genio de Armesilla debe creer o quiere hacernos creer que cambiando “género material” por “Dimensión Universal” logra algo así como fundar una nueva ontología Cósmica…
Página 167, o copia y pega sin más explicaciones de aquí: http://www.filosofia.org/filomat/df072.htm
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Nuestro autor nos da en la pagina 168, un cita de Bueno así: (Bueno, 1972b: 27), que se debería corresponder con los Ensayos materialistas y suponemos con su página 27, pero ese texto no existe en esa página por lo que no podemos encontrar el texto de la cita…
En la página siguiente, la 169, la cita al final de una nota de Bueno nos la da así: (Bueno, 1972b: 105), pero uno busca en la página 105 de los Ensayos materialistas y nos encontramos conque en esa página tampoco está el texto de Bueno que transcribe Armesilla. En definitiva, ya no he buscado más al ver con qué ligereza se usan los textos de los Ensayos Materialistas de Bueno.
Armesilla nos habla siempre como si todo esto fuese suyo, originalmente suyo, así por ejemplo muchas veces parece como si lo que él dice también lo dijera junto con Gustavo Bueno, o a solas sin Bueno, como si fuera cosa suya cuando el meollo o esencia de la cosa, en la medida en que este es algo verdadero es siempre de Gustavo Bueno. Por ejemplo: “Nuestra ontología materialista del Cosmos…” (pág. 157); “La doctrina materialista del Universo que exponemos aquí…” (pág. 169). Se muta M por Cosmos o Mi por Universo y todo arreglado.
Otras veces la superchería clama al cielo: «Al lado de la ontología óntico-universal se encuentra en nuestro materialismo la ontología materia-trascendental, correspondiente a la ontología general del materialismo filosófico de Bueno…» (pág. 171).
“La Ontología general y la Ontología especial se refieren a lo mismo: al Ser, a lo que hay en general, a lo que existe o puede existir. La Ontología general de Wolff se refiere al Ser; la Ontología general materialista se referirá a la Materia, en el sentido ontológico-general (M).”{42}
¿Para qué necesita Armesilla y todos nosotros otra ontología general –M– del materialismo filosófico de Bueno? Pues muy simple, Armesilla no se quiere quedar atrás, desea una catapulta, algo con lo que voltear, desea ocupar un primer puesto aunque sea, en tanto pequeño alumno, agarrando un palenque ficticio y superfluo con el cual, muy probablemente y si no me equivoco, se quemará su fama y todo quedará reducido a un ego diminuto muy enmarañado, aunque en el país de las marañas el más enmarañado es el rey.
* * *
Me niego a entrar en los misterios y oscuridades del solipsismo del Ego trascendental que bordea, según como, un exceso de animalidad por esa “sobrehumanidad”… Armesilla se mete en ese Ego (E) y poder llegar así con el esfuerzo enmarañado de la mecanografía al colmo de lo gnóstico, pues su “…mapamundi del Universo y el Universo mismo, sin agotar el Cosmos, llegando a niveles sobrehumanos, trashumamos o posthumanos en un sentido materialista y revolucionario, [¡sic!] como lo hizo en su día, desde presupuestos no materialistas el cristianismo, y desde presupuestos materialistas el comunismo” (¡sic!, pág. 180). ¡Por eso lo gnóstico, lo herético, digo yo, es el comunismo, porque no es cristianismo!, ya que en el cristianismo, por la fe, todo creyente puede creer eso de llegar a ser sobrehumano, transhumano o posthumano, pero fuera del religamiento en Cristo todo eso es una soberana falsedad, esto es, una mera secularización del redentorismo religioso; y ya entramos en lo mejor de todo:
«Un Ego trascendental, que, en el límite, parece que su última frontera dimensional sería luchar contra la entropía del Universo como transformación revolucionaria última a realizar, lo que conllevaría su transformación definitiva como demiurgo operatorio trascendental. Es un caso límite (casi) de ciencia-ficción gnoseológicamente imposible, que fue plasmado, con gran maestría literaria, por Isaac Asimov en su relato breve La última pregunta (Asimov, [1956] 1990: 184-196), en tanto que el Ego trascendental final, AC, acaba por totalizar el Universo hasta el agotamiento de la materia y de la energía para, tras su destrucción, generarlo de nuevo, no sabemos si con las mismas o distintas características (por lo que sería en verdad otro Universo).» (pág. 181). Ver {49}
¿Verdad que es precioso? En este párrafo tenemos la esencia de lo gnóstico en Armesilla, pues pone patas arriba, a Marx, a Bueno y al Universo entero con su pomposo conocimiento para “luchar contra la entropía del Universo como transformación revolucionaria última a realizar”… ¿Luchar contra la entropía no es acaso aquella locura constante de todo arrglamundos para el cual la materia es el mal?, y toda esta monserga “conllevaría su transformación definitiva como demiurgo operatorio trascendental” , ¡definitiva! Este eón, pidió al invisible Espíritu virginal que le fuera concedida una presciencia (prógnosis), y el Espíritu accedió y le concedió el poder para llevar de una vez por todas la “transformación revolucionaria última a realizar”. La última y después Fukuyama otra vez. Con nuestro Armesilla domando entropías adviene lo “definitivo”, el fin de todos los conflictos. Sublime. Armesilla es tan grande, tan inmenso conceptualmente que después de ese su ego diminuto el mundo por fin descansará, logrará el final de la entropía, el reposo (la anápausis).
Nada hay más gnóstico que el par Ego trascendental/Demiurgo operatorio. En ese Ego mismo, dice Armesilla, se encuentran los cielos y la tierra y, para mostrarnos semejante portento, qué cosa hay mejor que el gnóstico mito, el mito de Flammarión: «La gnosis utiliza abundantemente la mitología ante la, a menudo, imposibilidad para el ser humano de expresar en un lenguaje racional ideas o conceptos que lo trascienden. El mito es la representación poética de unos conocimientos que se abren a la salvación y tiene múltiples variaciones.»{41}. Nada mejor que venga entonces Armesilla y nos muestre este grabado o mapa de Flammarión que no concatena ni contrasta con otros mapas.
Por ningún lado vemos aquí una referencia a la fuente de donde le pudo venir a nuestro autor la idea para poner en su libro este grabado de Flammarion. Armesilla nos da una cita que con toda seguridad ha buscado a posteriori a la lectura de “El mapa como institución de lo imposible” de Gustavo Bueno, de 2012, ocho años antes del libro presente, o los textos y las imágenes de la Filosofía de la Cosmología, de Carlos M. Madrid Casado. Armesilla nos proporciona este link: http://gallica.bnf.fr/ark/12148/bp6k408619m que a mí no me ha servido para nada…
Por tanto, este mito es para Armesilla “una representación estética bella de nuestro mapamundi ontológico” (pág. 182), y como donde Bueno dice “materia ontológico especial (Mi)”, Armesilla dice Ser Material Trascendental -S-, tenemos según Armesilla que el cielo en Flammarion es el Ser Material Trascendental, la Tierra, el Universo y el ego corpóreo operatorio con sistema nervioso que, a partir de su escala zootrópica-antrópica desarrolla las técnicas que ayudan a conformar la vida política de la que parten los saberes tecnológicos y científicos y sus egos categoriales que, en el límite, dan lugar al Ego trascendental. Lo que no sabía el monje medieval es que “el lugar en que el Cielo y la Tierra se encuentran” es, en parte, en tanto que Hombre, y en el límite, en tanto que Ego Trascendental, él mismo. (pág. 182). ¡Deus sive natura!{42}
Imposible para mí hacer una crítica total de esta magna obra de Santiago Armesilla. Hay tanta confusión en ella y tanto plagio que uno acaba agotado con nada más que comprobar las citas… El sentido argumental, si lo tuviera, a mi no me interesa, porque parto con un prejuicio de base: Gustavo Bueno no va a ser corregido y sometido a crítica por Armesilla, ni este hombre va a lograr, después de lo visto, nada nuevo bajo el Sol, por tanto nos vamos a dedicar a resaltar asuntos grotescos, como por ejemplo este: página 217, en nota 80, de la que sólo transcribo el final:
«También podría ser considerada hetería soteriológica a todo grupo gnóstico filosófico cuya finalidad fuese la catarsis del entendimiento del individuo flotante a través de la crítica radical de dicho entendimiento. La escuela filosófica del materialismo gustavobuenista podría ser calificada, también de hetería soteriológica.» (pág. 217)
Y en el diccionario de Pelayo García Sierra:
«Hetería soteriológica (concepto de). Figura antropológica mediante la cual se pretende definir aquella especie particular de corporaciones, cofradías, colegios o comunidades cuya materia sea tal que, de algún modo, pudiera decirse de ellos que tienen como función principal la salvación del individuo en cuanto persona –una salvación que puede tomar eventualmente la forma de curación de un individuo que se considera dolorosamente “enfermo”, no ya en alguna porción de su cuerpo, sino en el núcleo mismo de su personalidad, pero que también puede tomar la forma de un método para recuperar el camino personal perdido. No se nos oculta, en todo caso, que el significado nuclear del término “hetería” (Έταιρεία, ας, ή) sin adjetivos, no es este. El significado fuerte –el de la época clásica griega, de los siglos V y IV, y aún posteriores– es el de una asociación política, un “club” político, como suele decirse, con frecuencia secreto o semisecreto (sus estatutos, por tanto, no fueron hechos públicos jamás)…»{51}
¡Qué manía le tiene nuestro autor a la escuela del materialismo gustavobuenista!{52}
Pero Armesilla es el más grande y prolífico fundador de Izquierdas Hispánicas, partidos y círculos revoltosos y santas cofradías, colegios o comunidades cuya materia es y tiene por función principal la revolución/salvación del individuo, y del Cosmos!! ¿Qué mayor hetería cabe que plagiar todo lo dicho aquí y allá por Bueno y García Sierra alterando subrepticiamente toda su sintaxis y con ella su sentido? La cosa colará para cualquiera que no conozca nada del MF ni de Gustavo Bueno, pero para aquellos que lo conozcan un poco, sólo un poco, tendrán, por tolerancia, que reprimirse las ganas de cerrar el libro y acabar de leer en él.
Armesilla se parece mucho a un apóstol subvencionado flotante zozobrando en medio del torbellino de Marx, Bueno y García Sierra… Otra de las barrabasadas que hace, por ejemplo, es cambiar los conceptos del diccionario de Pelayo García Sierra. En la página 321 Armesilla nos habla del Universo en una cita en la cual García Sierra nos habla únicamente de “mundo”, en tanto «“Mundo” designa el conjunto de entidades físico-empíricas, corpóreas, que constituyen el Primer Género (M1)», para nada habla aquí García Sierra de “Universo”(García Sierra, 2000, págs. 115-116). O sea que aquí se cambia “mundo” por Universo y la cosa entonces quedaría en el diccionario así: “Universo [en lugar de mundo] Alma y Dios deben ponerse en estrecha correspondencia, respectivamente, con el Primer (M1), el Segundo (M2) y el Tercer Género (M3) de materialidad; pero correspondencia no incluye identidad.»{54}
* * *
A veces, Armesilla, como en la página 323, da una cita de García Sierra y seguidamente sigue con lo que dice Sierra pero alterándolo sintácticamente.
A veces, nuestro autor, como en la página 358, da una cita de Bueno y seguidamente sigue con lo que dice Bueno pero alterándolo sintácticamente.
Algunos ejemplos
La paginas 240 y 241 son un calco alterado de los Conceptos conjugados de Bueno en el número de El Basilisco (http://www.filosofia.org/rev/bas/bas10109.htm) que Armesilla cita:
Texto de Bueno
Texto de Armesilla
Descifrar qué es de Bueno y cual es el cambio sintáctico y semántico llevado acabo por Armesilla sin saber para qué y por qué, es un trabajo de Sísifo que no merece la pena de ser llevado a cabo de modo completo.
* * *
A veces, nuestro nuestro autor, como en la página 358, copia una larga cita de Bueno y seguidamente sigue con lo que dice Bueno pero alterándolo sintácticamente:
Texto de Bueno
«3. Sin embargo, y aun concedida ampliamente la variedad, movilidad y riqueza implicadas en el desarrollo de la inmanencia de una disciplina dada, la inmanencia permanece y, además, como única perspectiva desde la cual fuera posible “decir algo pertinente” sobre el campo de inmanencia.» (Bueno, “El tributo en la dialéctica sociedad política / sociedad civil”, El Basilisco, 2003, n° 33).
Texto de Armesilla
«Aún concediendo la variedad amplia, la movilidad y la riqueza que se implica en el desarrollo de la inminencia de una determinada disciplina del conocimiento, dicha inmanencia continúa y se mantiene casi como única perspectiva desde la que se puede decir algo sobre el campo de la inminencia.» (Armesilla, pág. 358.)
Otro ejemplo de este proceder, inspirado Armesilla en el mismo artículo de Bueno, donde, tras una cita textual, incurre en plagio y alteración sintáctica:
Texto de Bueno (2003, pág. 14)
Texto de Armesilla (pág. 376)
* * *
En la página 384 tenemos otra cita de Bueno, de “Operaciones autoformates y heteroformantes” (El Basilisco, 1979, n° 7), pero ahora el plagio o alteración sintáctica está delante y no detrás… (lo azul es la cita misma de la página 385). Y el texto alterado de Armesilla es este, en la página 384 abajo:
«Las leyes formales, edificadas sobre términos adaptados a las operaciones humanas, independientes sólo de “variables” subordinadas a la propia operatividad operatoria corpórea, acompañarán trascendentalmente siempre a las operaciones racionales, en tanto ellas se mantengan como normativas dentro de cursos operatorios pasados y futuros.»
¿Qué cantidad de textos de Gustavo Bueno han sido alterados y transfigurados por el divino arte mágico de nuestro autor? No lo sabemos y no vamos a indagar la totalidad de las alteraciones sintácticas ni su repercusión o efecto semántico en las 427 páginas de esta divina filosofía o pseudo lo que el paciente lector quiera. No tenemos paciencia para ello, pues vista una página uno puede esperar un error, pero vistas cinco o seis ya sabe de sobras que habrá muchas otras. ¿Cuántas? No lo sé, pero es seguro que el método de nuestro Armesilla es único y que consiste en ir leyendo una oración como aquella de… “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, y trabajando un poco mudarla así: “Al final, el cántaro se rompió de tanto ir a la fuente…”.
Así que no creemos que la “vuelta del revés de Marx propuesta por el autor” (¡sic!), dice el despistado del prologuista (pág. 19), se haya llevado a cabo con esta sintaxis y semántica propias de Armesilla, ni creemos junto con el prologuista Francisco José Martínez que todo esto logre ese fin tan gnóstico que consiste siempre en hacer “que el hombre sea verdaderamente hombre”, como si aún fuésemos monos… El hombre nuevo no lo lograrán ni Armesilla ni Don Gustavo Bueno y mucho menos con un Ego Trascendental diferente, proletario, al Ego que nuestro prologuista califica de “Ego trascendental dominante en las sociedades actuales”… (pág. 22), con lo que tenemos dos o tres Egos, &c… ¿Sin Aristóteles o con Aristóteles?
No creemos que el “materialismo político” de Armesilla sea un “materialismo cósmico”, ni creemos “hacer al Universo” de la página 150, somos más modestos y estamos locos y no sabemos lo que hacemos (Marx, El Capital, cap. I.)
* * *
Y ya para acabar esta cosa mía, puedo decir, con un ¡por fin!, que en eso he caído en la cuenta de que ya he terminado con el libro de Santiago Armesilla, y cerrando este Opus de la Teoría sintética de la gran implantación política (que acaso le espera), he comprendido que mejor me hubiera quedado con el buenísimo libro repetido de El secreto del Universo de Kepler para así no tener que sufrir viendo como la complejidad del Materialismo Filosófico de Don Gustavo Bueno era trastocada, dislocada, mancillada y enmarañada hasta límites grotescos propios de la búsqueda del Trascendental Ego proletario, emancipado, desenmarañado, y por fin desembarazado del cruel azadón.
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{1} DF 387: Gnosticismo: conceptos sistemáticos.
{2} DF 389: Gnosticismo esotérico “asertivo” / Gnosticismo esotérico “exclusivo”.
{3} DF 390: Gnosticismo filosófico o filosófico-teológico.
{4} DF 393: Antignosticismo filosófico-teológico: escepticismo y ateísmo.
{5} DF 396: Agnosticismo esotérico en su “forma positiva”.
{6} DF 400: Agnosticismo / Materialismo filosófico.
{7} Gustavo Bueno, “La versión gnóstica de la felicidad o la felicidad de los gnósticos”, tesela 94, minuto 2:12.
{8} Cf. Hans Urs Von Balthasar, Teología de la historia, Los libros del monograma, 1964, pág. 55. Para Von Balthasar, en nuestra traducción a las categorías del MF, esa “totalidad” es la Materia ontológico general y ese “más acá” es la Materia ontológico especial.
{8a} PFE rótulo “Materialismo político”
{9} PFE rótulo “Materialismo político”
{10} Felipe Giménez Pérez, “El materialismo y la Paz”, El Catoblepas, junio 2004, 28:16.
{11} PFE rótulo “Materialismo político”
{12} Gustavo Bueno, “La versión gnóstica de la felicidad o la felicidad de los gnósticos”, tesela 94.
{13} DF 145: Existencia / Posibilidad / Necesidad.
{14} https://www.youtube.com/watch?v=4ZLJbk9wTMQ minuto 33:45
{15} Hans Urs Von Balthasar, Teología de la historia, Los libros del monograma, 1964, pág. 125.
{16} Gustavo Bueno, Hombre y Cosmos (1)
https://www.youtube.com/watch?v=GVjWAjxkCbI minuto 1:25 y 48:00
{17} «Si introducimos el concepto de M es para evitar la recaída en la metafísica. Ésta puede redefinirse como transposición de las propiedades y categorías del mundo, entendido como unidad, a la materia; como la invasión de la ontología general, por la ontología especial.» DF 82: Materia en sentido ontológico-general (M).
{17a} Gustavo Bueno, Hombre y Cosmos (1)
https://www.youtube.com/watch?v=GVjWAjxkCbI&t=3508s
{18} https://www.youtube.com/watch?v=bHmL-PPVDNA
https://www.youtube.com/watch?v=yNpK2wIPjFc
{19} Por lo visto Santiago Armesilla no recuerda ni la bajada de Bueno a las minas, ni este artículo de Rubén Álvarez Arias a la muerte de Gustavo Bueno: «De haberse desvinculado –Gustavo Bueno– de las corrientes sociales y procesos presentes, evitando mancharse las manos en los problemas que nos acucian, de haber buscado en la sabiduría o en el conocimiento puro una salvación a todas luces delirante, habría incurrido en una forma de gnosis.» (“El deseo filosófico de Gustavo Bueno”). Es muy evidente que es Armesilla el que ha caído en una forma de gnosis.
{19a} Cf. Karl Löwith, Historia del mundo y salvación. Los presupuestos teológicos de la filosofía de la historia, Katz, 2007.
{20} Sobre este exceso: Gustavo Bueno, El animal divino, Pentalfa 1996, pág. 312, 314.
{21} Bueno, El animal divino, Pentalfa 1996, pág. 43
{22} Bueno, El animal divino, Pentalfa 1996, pág. 42
{23} Bueno, El animal divino, Pentalfa 1996, pág. 196
{24} Bueno, El animal divino, Pentalfa 1996, pág. 46
{25} También Armesilla hace una “cortadura” pragmática-dialógica entre él mismo y los demás hombres que no participan de este saber soteriológico y cósmico suyo. DF 388: Gnosticismo esotérico o estricto. La cortadura del MF es “gnóstico/esceptico antignóstico”; la de Armesilla es “gnóstico/materialista político”, esto es, entre el gnosticismo y él mismo, en tanto archiactivo no contemplativo, como dice que lo es la Fundación Gustavo Bueno y otros “buenistas”.
{26} Gustavo Bueno: «El concepto de “implantación de la conciencia filosófica”. Implantación gnóstica e implantación política» (1972).
{27} Bueno: «El concepto de “implantación de la conciencia filosófica”. Implantación gnóstica e implantación política» (1972).
{28} ¿Habrá leído Armesilla este paso tan… conservador? http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{29} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{30} DF 387: Gnosticismo: conceptos sistemáticos.
{31} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{32} DF 309: Hetería soteriológica (concepto de).
{33} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{34} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{34a} Carlos Marx, Tesis sobre Feuerbach (versión soviética D).
{34b} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{35} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm
{36} http://nodulo.org/ec/2013/n142p02.htm (III,4)
{37} «Trascendental, en la acepción positiva que presentamos, es la característica de aquellas determinaciones que, aun habiendo comenzado en un tiempo y lugar positivo del mundo de nuestra experiencia, lejos de permanecer en la inmanencia de su lugar y tiempo de origen, desbordan los límites de ese lugar y origen y, por recurrencia (por tanto, a posteriori, no a priori), van determinando constitutivamente a sucesivos círculos de la realidad y, en el límite, al mundo en general.» Al mundo, no al Cosmos…: DF 460: Transcendental (acepción positiva).
{38} Gustavo Bueno, “Sobre el significado de los Grundrisse en la interpretación del marxismo” (1973), párrafo III, 1.
{39} Gustavo Bueno, “El materialismo dialéctico” (1983).
{40} Gustavo Bueno, “El materialismo dialéctico” (1983).
{41} Gustavo Bueno, “El materialismo dialéctico” (1983).
{42} DF 82: Materia en sentido ontológico-general (M).
{43} DF 1: Materialismo filosófico.
{44} DF 1: Materialismo filosófico.
{45} Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia? (1995)
{46} DF 65: Materia determinada (ontológico-especial) y sus atributos: Multiplicidad y Codeterminación).
{47} DF 151: Existencia absoluta como concepto límite.
{47a} DF 308: Individuo flotante y DF 311: Hetería soteriológica / Individuo flotante.
{47b} Gustavo Bueno, “Mundialización y Globalización” (2004)
{48} DF 64: Materia en sentido mundano.
{49} Xavier Alegre, “Evangelios apócrifos y gnosticismo”.
{50} Alberto Fragio, “Apocalipsis cosmológico: mitos y metáforas del fin en la astronomía contemporánea”.
{51} DF 309: Hetería soteriológica (concepto de).
{52} http://fgbueno.es/bas/pdf/bas11302.pdf párrafo 3.
{53} DF 826: Dialelo según el materialismo filosófico.
{54} DF 72: Ontología especial y Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad.