El Catoblepas · número 185 · otoño 2018 · página 2
Sobre el cine y la filosofía del cine desde el materialismo filosófico
José Luis Pozo Fajarnés
Puntualizaciones al artículo de Rafael Vázquez: “Presencia de la verdad y de la apariencia en el cine”
Presencia de la verdad y de la apariencia en el cine es el título del artículo con el que Rafael Vázquez replica las críticas que, tanto Tomás García López como el que ahora suscribe, habían hecho de sus anteriores trabajos sobre cine. Y va a ser precisamente ese título elegido por él, el que nos va a servir como excusa para armar un discurso con el que daremos por zanjadas las cuestiones que Vázquez ha suscitado a lo largo de estos dos años y que para nosotros son un cúmulo de sinsentidos, ampliados si cabe con esta última propuesta crítica. Con la expresión “cúmulo de sinsentidos” nos referimos a las diferentes propuestas que nos ha hecho llegar (por vía oral, con su conferencia del 16 de enero de 2017,{1} y por escrito, en el artículo publicado por esta misma revista:{2} El cine de superhéroes desde el materialismo filosófico), pero que al recibirlas reconocemos un batiburrillo de terminología materialista no entendida y de argumentos que se caen por su propio peso dada la falta de rigor en esa utilización terminológica. La filosofía del cine que está desarrollando es la filosofía del cine “de Rafael Vázquez” y no la que el materialismo filosófico puede articular, pese a lo que él mismo pueda decir.
Y con el rótulo de su última propuesta este autor todavía nos sitúa más profundamente en la niebla del desconcierto. Pudiera pensarse que en el texto se disuelve esa niebla al clarificar lo que pretende plasmar con ese título. Pero no. Las explicaciones que leemos, lejos de aclarar, emborronan todavía más. En el número 51 de la revista El Basilisco hemos desarrollado una contestación –que lleva por título Preámbulo para una filosofía del cine– a muchas de las afirmaciones vertidas en ese último texto de Vázquez (como no queremos repetir argumentos, cada vez que pudiera darse el caso remitiremos a ese artículo) por lo que las puntualizaciones que conforman esta respuesta complementaria, van a ceñirse a los cuatro términos que articulan los dos sintagmas que expresan su rótulo: cine, presencia, verdad y apariencia.{3}
1. Cine
En función de lo anterior se podrá decir que “la televisión, en su conjunto, se comporta como una máquina que fabrica apariencias positivas o de presencia en un medio de apariencias eleáticas o de ausencia”. Y a partir de aquí se podrá plantear la importancia que tiene el problema de la verdad en televisión a partir de la siguiente pregunta: ¿Qué alcance puede tener la verdad en un Mundo de fenómenos en el que todo son apariencias y apariencias de apariencias? […] El momento destructivo de la televisión se encuentra precisamente en aquello que la define esencialmente: la clarividencia. La televisión destruye los cuerpos opacos que se interponen entre los ojos y los objetos de visión. Pero esto jamás lo ha podido hacer el ojo humano, y este hecho, por sí mismo, constituye ya una crítica a las concepciones de la tecnología como ortopedia o prolongación de ciertas partes del organismo humano.{4}
¿Por qué comenzamos citando el artículo que Rufino Salguero escribe en 2002? por la sencilla razón de que el mismo Gustavo Bueno –a dos años de la publicación de Televisión: Apariencia y Verdad– reconoce en el texto de Salguero una cuestión de gran importancia para lo que nosotros queremos hacer ver a Rafael Vázquez. De manera que con las palabras de Bueno damos por zanjada esta primera puntualización, pues afirma que en las palabras de Salguero ha encontrado “la mejor exposición del alcance y las consecuencias implicadas en la consideración de la estructura del cine como contrapuesta a la estructura misma de la televisión”.{5} Esta cuestión es insoslayable, y la resituamos aquí como eje de las críticas vertidas ante los dislates que ha ido profiriendo en los distintos discursos que nos ha dedicado.
2. Presencia
La cuestión de la presencia es recurrente en todas las propuestas que nos ha transmitido en su ininteligible discurso. Pese a que hemos tratado de esta cuestión repetidas veces, al atender al asunto de las “re-presentaciones”, sin embargo vamos a comentar algunas de las frases en las que tiene en cuenta el término “presencia”. Pues en algunas ocasiones lo ha usado de un modo menos emborronado que en otras. Comenzaremos por “presencia” en el título de su último artículo:
- La presencia de la verdad y de la apariencia en el cine
Por lo que leemos, se entiende que la “verdad” se hace presente en “lo que aparece” ante nosotros en la pantalla. La ambigüedad que reconocemos en el título marca, de modo rotundo, la nula claridad en todo su discurso. Como sobre este asunto hemos hecho ya suficientes aclaraciones (que pueden leerse en el texto del número 181 de la revista El Catoblepas y en el número 51 de El Basilisco), solo queremos hacer esta puntualización: que Vázquez no ha tenido en consideración, como premisa de sus trabajos, qué sea el cine, y que solo cuando clarifique esa cuestión podrá percatarse de ciertos límites a la hora de plantear el problema de la verdad en ese contexto.
- Presente ensayo
Él mismo deja claro que su ensayo se hace “presente” solo cuando “aparece” ante nosotros en la pantalla del ordenador. El medio tecnológico que permite que aparezca, que se haga presente, tiene mucho en común con la televisión material (una metodología tecnológica que, aunque mucho más compleja que la del cinematógrafo, pone ante el espectador apariencias muy similares). El documento se ordena mediante una normativa programada en un archivo, lo mismo que sucede con las películas que podemos tener en un disco duro, o en otro soporte. Esos archivos pueden ser “leídos” gracias a programas elaborados y que están instalados en los ordenadores, o en los aparatos lectores de los distintos formatos digitales en los que las películas hoy se comercializan. Tanto el documento que leemos como la película que vemos son archivos codificados. Y aunque esa codificación sea muy abstracta, no deja de ser un modo de estar grabada, que guarda grandes similitudes con los fotogramas de una cinta revelada, que pasan a una velocidad de veinticuatro fotogramas por segundo. De manea que tanto esta lectura analógica, como la derivada de descodificar los datos digitales, procuran que veamos las imágenes estáticas fotografiadas, en movimiento.
- El cine re-presenta la realidad, el cine re-presenta puras ficciones
Pero cuando su discurso se hace impenetrable, dada la obscuridad en la que se mueve, es cuando se refiere a lo que el cine re-presenta. No se da cuenta de la replicación que implica la “re” a la “presencia” (una presencia que es lo que aparece, tal y como hemos señalado). Y así, pone ante nosotros enunciados que son puros borrones, que nada dicen de interés, como por ejemplo, que “el cine representa la realidad”, o lo que podemos leer a continuación, que “el cine representa puras ficciones”. Con estas afirmaciones Vázquez pretende expresar cuál es la esencia del cine. Pero esas frases lo que expresan son auténticos sinsentidos, que se mueven en el círculo vicioso de su reiterada idea de representación. Las diferentes “puntualizaciones” que se han hecho respecto de esta cuestión ya han sido tratadas profusamente en nuestro artículo del número 51 de El Basilisco, al que remitimos desde aquí.
3. Verdad
El tratamiento que hace de la “verdad”, pese a señalar distintas cuestiones que pudieran tener relevancia en el tratamiento del cine, como son su carácter, sus implicaciones, las diferentes vinculaciones que apunta, y pese al esfuerzo que hace al tratar de decirnos en qué consiste el cine, lo que determina... haciendo el esfuerzo por expresar sus diferentes graduaciones y franjas, además de sus distintas potencias y modulaciones. Lo que observamos es que todas estas afirmaciones no están sistemáticamente planteadas, pues no clasifica las modulaciones señaladas, ni expresa cuáles son esas graduaciones ni de que dependen. Vázquez escribe y escribe, sin dar cuenta de nada de lo que afirma, solo lo aplica a lo que vemos en la pantalla. A salto de mata va gastando papel y pontificando gratuitamente sobre lo qué es la verdad. Quizá tenga claro lo que esta pueda ser, por el hecho de que pudiera tenerla bien definida en algún recóndito lugar de su “conciencia pura”, del que asoma, según leemos en sus escritos, como fruto de espasmos ininteligibles.
Es pertinente que señalemos que ese modo en el que trata la idea de verdad deriva de algo que ya hemos señalado de modo implícito al referirnos, socarronamente, a que tiene una idea de verdad grabada en su conciencia pura. Ese es el problema fundamental, concretamente que la idea que tiene de verdad es una idea unívoca, y ello pese a que el colofón de sus argumentos sobre la verdad sea la doctrina materialista de la verdad, que extrae del texto de Bueno, Televisión: Apariencia y Verdad. Lo que cita de este texto es reluctante –dada la contradicción que se hace manifiesta– a todo lo que ha ido diciendo con anterioridad: el texto de Bueno destruye la univocidad de la verdad –como el mismo Vázquez expone al citarlo– mientras que él la ejerce de modo manifiesto.
Su particular “broche de oro” lo pone justo después de citar las modulaciones de la verdad propuestas por Bueno: “Aunque hemos atribuido al cine la idea de verdad que hemos llamado mímesis formal, con todo cabe esperar que en una misma película puedan aparecer más de una modulación de la idea de verdad, si bien valoramos que la idea de verdad principal del cine es la que hemos descrito”.{6}
4. Apariencia
Este último término le sirve a Vázquez para presentar una nueva clasificación de películas. Por ello mismo incluso le hemos brindado algún elogio en el artículo de El Basilisco. Pero aparte de lo que vimos de positivo en su propuesta, dimos allí los argumentos suficientes para demoler lo que entiende por apariencias, de manera que allí volvemos a remitirles.
Así pues, con esto que acabamos de expresar, damos por concluido este pequeño texto mediante el que hemos pretendido señalar que, la contestación definitiva a las afirmaciones con las que Vázquez lleva bombardeándonos durante muchos meses, está expresada en nuestro texto publicado en el número 51 de la revista El Basilisco, de un modo que pretende ser incontestable. Teniendo en cuenta además una cuestión añadida: que muchos de los argumentos que en ese trabajo dedicamos a contraponer tesis de Pablo Huerga, defendidas en su libro La ventana indiscreta, son pertinentes para contrarrestar también las de Rafael Vázquez.
Con la esperanza de que Vázquez se tome más en serio lo que quiere contar, damos por finiquitada nuestra participación en esta polémica, y esperamos poder leer, en el futuro y de su puño y letra, algo que realmente sea crítica filosófica del cine.
Bibliografía
Gustavo Bueno (2006), “El milagro de Santa Clara y la Idea de Televisión Formal”, El Catoblepas, 55.
Rufino Salguero (2002), “Desactivar el vacío”, El Catoblepas, 7.
Rafael Vázquez (2018), “En torno a la presencia de la verdad y de la apariencia en el cine”, El Catoblepas, 182.
Notas
{1} http://www.fgbueno.es/act/efo132.htm
{2} http://www.nodulo.org/ec/2017/n180p09.htm
{3} En este texto no solo replicamos las propuestas de Vázquez, sino que también se dirige a derribar las tesis de Pablo Huerga Melcón expresadas en su libro La ventana indiscreta.
{4} Rufino Salguero (2002), “Desactivar el vacío”, núm. 7 de la revista El Catoblepas.
{5} Gustavo Bueno (2006), “El milagro de Santa Clara y la Idea de Televisión Formal”, núm. 55 del la revista El Catoblepas.
{6} Rafael Vázquez Suárez, “En torno a la presencia de la verdad y de la apariencia en el cine”, núm. 182 de la revista El Catoblepas. La crítica a lo que Vázquez considera como verdad también está desarrollada en nuestro artículo de El Basilisco.