Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas, número 25, marzo 2004
  El Catoblepasnúmero 25 • marzo 2004 • página 17
De los foros de Nódulo

Pío Moa
y la Guerra Civil española (y 3)

Debate mantenido en los foros de Nódulo Materialista
del 16 de Octubre de 2003 al 11 de Febrero de 2004

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 29 de Diciembre de 2003
Asunto: Moa y los datos exactos de la guerra civil

Estimados amigos:

Creo que Felipe Giménez pasa con excesiva facilidad de la adhesión inquebrantable a la crítica, al menos en el caso de Pío Moa y del franquismo. Por lo que respecta a la crueldad de Franco con sus rivales, esta es incuestionable, pero también, en términos cuantitativos y cualitativos, se muestra inferior. De hecho, las cifras de represión del Frente Popular son superiores a las del bando rebelde, e incluso sumando las 25.000 ejecuciones con juicios más o menos dudosos, y con ejecutados injustamente, en proporción no resulta mayor la crueldad franquista que la frentepopulista. Además, hay que sumar los 6500 muertos provocados por el maquis, la guerrilla comunista, si incluimos las ejecuciones franquistas de posguerra.

Además, Felipe Giménez afirma erróneamente que Moa copia a Arrarás, cuando el propio Moa, en Los mitos de la guerra civil, afirma que su obra es de las más completas, junto a las de Payne, pero también le califica como autor sectario. Pienso que estas afirmaciones, por su inconcreción y falta de datos, no van a beneficiar ni al propio Felipe Giménez, ni por supuesto a Pío Moa, si van a ser difundidas con la misma profusión que utilizan los progresistas contra él. Respecto a la matanza de Badajoz, recomiendo a Felipe Giménez la lectura de Los mitos de la guerra civil, donde la considera, a tenor de los datos escrutados, como una invención del Frente Popular para ocultar o contrarrestar de modo propagandista los fusilamientos de la cárcel modelo de Madrid y los de Paracuellos del Jarama.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

De: Antonio Iglesias Díez
Fecha: 30 de Diciembre de 2003
Asunto: Versiones de todo tipo. Matanza de Badajoz

Sólo para ilustrar cómo ha trascendido lo que sabemos del asunto, acompaño unas citas sobre textos de varios autores. Sobre Arrarás y los hermanos Salas Larrazábal NADIE ha podido desmentir los datos y cifras que durante años investigaron. Son decenas de miles de nombres y apellidos, registros, archivos históricos, municipales, parroquiales, fúnebres. Que eran partidarios del régimen franquista no lo ocultan. A ver si resulta que el ser franquista les invalida para todo lo relacionado con sus investigaciones históricas. De imaginativos o embusteros lo pueden ser como los del bando contrario. Que yo sepa no mataron a nadie. Y si lo hicieron en la guerra como soldados tenían el mismo derecho que los del bando izquierdista. Ya está bien de que sólo las izquierdas tengan la exclusiva de la honradez y el buen hacer. Si seguimos esa lógica, todavía hay unos cuantos millones de españoles a los que se deberían «enterrarlos en el mar».

Porque hubo una amnistía, yo me resigno sin amargura a ver al Sr. Carrillo de tertulia en tertulia. El angelito, lo que hizo con sólo 23 añitos. Y no sólo porque lo relata Moa. El mismo G. Jackson relató la historia de manera bastante documentada. Y no vamos a cuestionar a Jackson como defensor de Franco. Todo lo que pudieran decir Arrarás y los hermanos Salas sobre los motivos y sobre justificaciones de la guerra es discutible. Pero sobre sus datos, nadie ha podido rebatirlos. Eso sí. Los Tuñón de Lara, Santos Juliá, Tusell y otros muchos aparte de lo consabido, y a falta de argumento peor, les reprochan que hicieron un trabajo imposible de contrastar. La infinidad de los datos era tan abrumadora que hacía irrealizable cualquier verificación. !Ojalá que ellos verificaran un poco más los hechos que relatan! Los hermanos Salas les dedicaron doce o quince años. Ellos ya han perdido 25.

«Según el corresponsal inglés H. Cardozo algunos corresponsales franceses y portugueses y el periodista americano Jay Allen fueron testigos de la toma de la ciudad y de la represión que le siguió (...) Jay Allen quedó horrorizado al ver esos modos de hacer la guerra (...) y su reportaje de los fusilamientos en masa en la plaza de toros electrizaron a la opinión mundial. Sin lugar a duda exageró al emplear la cifra de 4.000 (sic) (....) El general Yagüe dijo a un corresponsal portugués que quizás la cifra de 2.000 era una cifra ligeramente elevada. (...) Lejos de considerar una calumnia las ejecuciones de la plaza de toros, evocaban otros incidentes parecidos de los que no informó la prensa mundial. En general, las descripciones hechas por los rebeldes, coincidían bastante con las de los conquistados, excepto en los puntos de vista y en los adjetivos empleados.» (Gabriel Jackson, La República Española y la Guerra Civil, Orbis 1985, págs. 243 y 463.)

Es todo lo que dice de la entrada de las tropas. Dice que Allen dijo que fue testigo.

«Después de penetrar en las murallas, perpetraron una represión salvaje en la que perecieron unos 2.000 defensores.(...) Posteriormente la represión fue mas sistemática. Los prisioneros fueron agrupados en la plaza de toros y ametrallados en grupos. La sangre corría a raudales según los testigos entrevistados por Jay Allen, cuyo famoso reportaje situó la guerra en las primeras páginas de la prensa europea y americana. 'Tras la primera noche la sangre llegó a alcanzar un palmo de altura en las veredas. No lo dudo. 1800 personas fueron llevadas allí en unas 12 horas. Hay mas sangre de lo que puede uno imaginarse en 1800 cuerpos.'» (Paul Preston, La República asediada, Península 1999, pág. 288.)

Tampoco se extiende más ni habla sobre las fuentes. Este dice que Allen fue informado por testigos. O sea que no estaba allí.

«(...) se concentraron contra Badajoz Yagüe, Castejón y Asensio, con unos 3.000 hombres, aunque es posible que este ataque fuera un error estratégico: tal vez habría sido mejor avanzar hacia Madrid. Badajoz estaba defendida por el coronel Puigdengolas (...) con unos 8.000 milicianos inexpertos. Inmediatamente antes del ataque, Puigdengolas tuvo que derrochar material, energías y confianza para aplastar una rebelión de la Guardia Civil. La calurosa ciudad de Badajoz está rodeada de murallas y, además, por el lado por donde avanzaba Yagüe, está resguardada por el ancho río Guadiana. Después de una mañana de bombardeo de la artillería, se ordenó el ataque a media tarde de 14 de agosto. La 16ª Compañía de la 4ª Bandera de la Legión se lanzó contra la Puerta de la Trinidad, cantando, en el momento del avance. (...) En el primer asalto fueron rechazados por las ametralladoras de los milicianos. Pero al segundo los milicianos consiguieron abrirse paso matando a sus enemigos a ballonetazos. Habían conseguido entrar, aunque de la fuerza del asalto, solo sobrevivieron un capital, un cabo y 14 legionarios. Al mismo tiempo otra columna de legionarios asaltaban las murallas próximas a la Puerta del Pilar. Allí encontraron menos dificultad. Entonces la batalla continuó en las calles. Las dos fuerzas se encontraron en la plaza de la Catedral, y desde aquel momento, la ciudad fue suya. La lucha cuerpo a cuerpo continuó hasta la noche. Badajoz quedó sembrado de cadáveres. No se podía distinguir entre combate y represión, porque desde el momento en que penetraron en la ciudad, no hubo nadie que diera órdenes para continuar o cesar el fuego. Puigdeongolas había huido a Portugal. Los legionarios mataron a todo el que llevaba armas, incluso a unos milicianos que estaban en las gradas del altar mayor de la catedral. La plaza de toros se convirtió en campo de concentración. Muchos milicianos, y todavía mas carabineros, fueron fusilados por orden de Yagüe.
La noticia de la "matanza" de Badajoz fue dada al mundo por primera vez por los periodistas franceses Marcel Dany y J. Berthet, y por un periodista portugués, Mario Neves. Su relato fue desmentido mas tarde por el comandante McNeil Moss en The Legend of Badajoz. (...) y el de éste por Soutworth. Puede que no llegaran a los 1.800 muertos de que habla Jay Allen, del Chicago Tribune. El libro de Soutworth, El mito, pág. 123, contiene nuevo material sobre estos acontecimientos. Indudablemente se luchó dentro de la catedral, como varios testigos oculares le han asegurado, por separado, al autor, y como se sugiere en los relatos nacionalistas.(...) Véase el reportaje de Jay Allen publicado el 30 de Agosto en el Chicago Tribune, reproducido por Robert Payne en The Spanish Civil War, Nueva York 1962, págs. 89-91. El 27 de octubre de 1936, en La Voz, de Madrid, se publicó una versión completamente falsa de esta "matanza", en la que se acusaba a Yagüe de haber organizado una fiesta en la que había fusilado a los prisioneros ante la flor y nata de la sociedad de Badajoz, y que tuvo efectos desastrosos, pues provocó represalias en Madrid.» (Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, Libro II, pág. 246. Edic. Urbión 1979.)

Incluso Thomas puede ser cuestionado en sus valoraciones, pero el volumen y contenido de su obra es gigantesco comparado con los de los Preston, &c. Aún así parece como si Neves hubiera relatado la fiesta de la plaza, lo que no fue así.

«Toma sangrienta de Badajoz. Badajoz está defendida por el Coronel Puigdengolas (...) al mando de unos quinientos soldados y 3000 milicianos que se parapetan en las murallas y ofrecen una resistencia desesperada que desconcierta por lo inusitada a los asaltantes. Luego de ocupar los barrios extremos, el ataque decisivo contra la ciudad amurallada se produce el día 14. La artillería de Yague abre un boquete en la muralla por la que se cuelan los moros, y los legionarios fuerzan la Puerta de la Trinidad a costa de numerosas bajas. Los combates se generalizan y se encarnizan hasta el horror, con asaltos casa por casa, a bayoneta calada, y la lucha llega hasta el interior de la catedral, donde se han refugiado unos milicianos. Por la noche la ciudad queda en manos de los nacionalistas, luego que el coronel Puigdengolas consiga huir a Portugal.
La represión de Badajoz fue tan sangrienta como implacable. La primera denuncia fue hecha por el periodista portugués Mario Neves, que describió dos crónicas después de ver cómo más de trescientos cadáveres de los defensores eran quemados con gasolina en las tapias del cementerio. Los periodistas portugueses, controlados por la censura de su propia dictadura, se refirieron al "implacable rigor de la justicia militar". (...) Causó sensación el reportaje de Jay Allen, en el Chicago Tribune, coloreado y sensacionalista, que imaginó una matanza ritual y con público como espectador complacido dentro de la plaza de toros. Todo parece indicar que Yagüe insinuó, al menos, que no deseaba prisioneros. Escribe la Cierva: "Yagüe, años después tenía que justificarse: tenía que seguir hacia Madrid y carecía de tropas para custodiar prisioneros en territorios que no consideraba seguros.» (Mateo Madridejos, La guerra de todos, cap. 7, pág. 126. Edic. Primera Plana para El Periódico de Cataluña, Barcelona 1978.)

Tampoco El Periódico de Cataluña es sospechoso y tacha de imaginativo a Allen. Por referencias de los artículos de los otros periodistas franceses y portugueses a los que varios autores hacen alusión, ninguno habló de la bárbara fiesta en la plaza. Sí quedaron horrorizados de la lucha en las calles y entradas de la ciudad.

« Ya hemos indicado que la represión en Badajoz fue terrible. Primero porque vino después de una represión enemiga no menos terrible: 32 sacerdotes y prácticamente todos los dirigentes de derecha de los principales núcleos de población de la provincia fueron asesinados antes de la entrada de las columnas africanas.(...)los milicianos que pudieron haber fueron inmediatamente fusilados frente a las tapias de la plaza de toros después de comprobar la huella de la culata del fusil en su hombro. Ya se ha indicado también la cifra de unas dos mil víctimas –en todo el periodo de la guerra- para todo el conjunto de la provincia de Badajoz bajo la justicia del bando nacional, pero la mayoría de estas ejecuciones fueron decididas después del paso de las columnas africanas por los tribunales de retaguardia. Yague había tenido casi trescientas bajas, un enorme porcentaje dado lo exiguo de las columnas– y no sería mayor la cifra de enemigos fusilados bajo su responsabilidad.
Conviene, sin embargo, aducir la suprema expresión de la leyenda. En un periódico de Madrid, La Voz –luego indicaremos la fecha, porque es el dato esencial–, se describe de esta forma la represión de los vencedores en la capital extremeña:
"Cuando Yague se apoderó de Badajoz el 14 de Agosto de 1936 (...), hizo concentrar en la plaza de toros a todos los prisioneros milicianos y a quienes sin haber empuñado las armas pasaban por gente de izquierdas. Y organizó la fiesta. Y convidó a esa fiesta a los cavernícolas de la ciudad, cuyas vidas habían sido respetadas por el pueblo y las autoridades locales.
Ocuparon los tendidos caballeros respetables, piadosas damas, lindas señoritas, jovencitos de San Luis y San Estanislao de Kostka, afiliados a Falange y Renovación, venerables eclesiásticos, virtuosos frailes y monjas de altas tocas y mirada humilde. Y entre tan brillante concurrencia fueron montadas algunas ametralladoras.
Dada la señal suponemos que mediante clarines- se abrieron los chiqueros y salieron a la arena, que abrasaba por el sol de agosto, los humanos rebaños de liberales, republicanos, socialistas, comunistas y sindicalistas de Badajoz. Confundíase allí los viejos y los niños. También figuraban mujeres, jóvenes algunas, ancianas otras. Gritaban, gemían, maldecían, increpaban, miraban con terror hacia las gradas repletas de espectadores. ¿qué iban a hacer con ellos? ¿exhibirlos? ¿contarlos?. Pero pronto al ver las máquinas con los servidores al lado, comprendieron. Iban a matarlos.
Quisieron retroceder, penetrar nuevamente en los chiqueros. Pero fueron rechazados a golpe de bayonetas. (....) Y se apelotonaron lívidos, espantados, esperando la muerte.
Yague estaba en un palco acompañando a su segundo, Castejón. Le rodeaban, obsequiosos y rendidos, terratenientes, presidentes de cofradía, religiosos, canónigos, señoras y damiselas vestidas con provinciana elegancia. Levantó un brazo y flameó un pañuelo. Y las ametralladoras comenzaron a disparar."
Toda esta sarta de disparates, que se deshace por sí misma, se publicaba el 27 de Octubre en el periódico de Madrid –la fecha es lo esencial– justo cuando Madrid estaba amenazado por el mismo Ejército de Africa al que se atribuían semejantes atrocidades. Justo cuando se preparaban las matanzas reales, sin leyenda alguna- de Paracuellos del Jarama para eliminar a los presos políticos y militares que podían ser nervio de la quinta columna.» (Ricardo de la Cierva, La Historia se confiesa, Edit. Planeta, 1976, Tomo 3 pág. 86.)

De de la Cierva cada uno que opine lo que quiera, pero su obra, parecida en extensión a la de Thomas tiene mas enjundia que las editadas por los que le denostan. De éstas, bastantes, bien pueden hacerse en edición de bolsillo o poco más. Lo que sí es notorio en todos es que ninguno de los citados habla del total de muertos de la columna de Yagüe, de legionarios y de moros. Con una resistencia heroica de 8 o 9 mil milicianos sin contar el cuerpo del ejército y de la Guardia Civil que no se sumó a los rebeldes, debieron ser unos cuantos.

Lo que aporta Moa supongo que es de conocimiento de todos en este foro. El periodista Mario Neves y los franceses no dijeron lo que dijo Allen y éste sí dice que llegó a Badajoz el 23 de Agosto (según Moa) O sea, que habló de oídas. Y fiándose de lo que le decían oficiales, soldados y milicianos rebeldes. Además de bárbaros, idiotas, al «sincerarse» con un periodista extranjero. Cada cual que se crea lo que quiera. No hay un solo autor que dé la misma versión. Parece como si cada uno se basara en lo que oía a otros, adornándola con su genio o imaginación particular. Yo no tengo noticias de que se hayan dado nombre y apellidos de alguien y menos su testimonio de la «experiencia festiva» a la que acudió como público al circo en la arena. Ya se sabe que las señoras de derecha y las monjas son de suyo sádicas; les encantan, como a las ilustres romanas, disfrutar con la sangre y la barbarie que procuraban los espectáculos circenses. Además, !qué habilidad la de los rebeldes: en menos de 24 horas montar semejante tinglado, tan organizado. Y luego, los franceses dando cifras de miles de muertos a las pocas horas. Porque ¿cómo se pueden contar tantos miles de muertos tirados por ahí y cómo sabían cómo habían muerto? Lo de la plaza de toros no lo confirma ningún historiador serio. Hubo muertos en la plaza porque allí había acuartelado parte de hombres y pertrechos republicanos. Los que lo hacen no aportan mas que los relatos de otros los cuales a su vez estaban también hablando de oídas. Solo Neves parece que sí estuvo en Badajoz el 15. Y lo que dice de lo que vio en la plaza de toros no es lo que dijo ni Allen y menos el periódico La Voz. Y luego, no me digan Vds. que lo de la plaza de toros no está bien traído: los toros, las lozanas españolas en las gradas disfrutando como si vieran a Manolete, los españoles, ya se sabe. Pero sí hay historiadores que dicen qué fuentes manejan. Poseo otras historias de la guerra, y de la lucha en Badajoz. Hay para todos los gustos, pero cuando hablan concretamente de las matanzas a tiros y estocazos en la plaza de toros todos se remiten al tal Allen y a La Voz. Muchos mezclan nombres de periodistas con hechos acaecidos en las calles de la ciudad, numero de muertos y demás junto con la lucha dentro de la plaza, los fusilamientos en los muros de la misma, los cadáveres tirados en las calles muertos no se sabe si por los bombardeos o a tiros de los rebeldes o de partidarios civiles suyos. Había mucho civil armado y algunos podrían haber disimulado ser milicianos. Casi ninguno transcribe los artículos en la prensa de esos periodistas: los mencionan a su gusto y punto.

De: Antonio Iglesias Díez
Fecha: 30 de Diciembre de 2003
Asunto:

Felipe Giménez Pérez escribió: «Estimados contertulios: Se me ocurre que querían restaurar la legalidad republicana, pero esa legalidad sólo era posible restaurarla con un golpe de mano que supondría la eliminación física del adversario político. La legalidad republicana sin oposición era una dictadura. El Frente Popular quería la revolución y la aniquilación física de las derechas. Por ello era imposible restablecer la república como democracia. Aún así, no se comprende el empecinamiento en mantener su régimen hasta 1975, hasta el final y no haber intentado a partir de 1956 una transición ordenada por él mismo como luego hizo el mismo Pinochet. Atentamente.»

Sería interesante recopilar los datos de las víctimas de ambos bandos y reseña de sus informadores. De la mayor crueldad –por el mayor número– del bando franquista, se pueden dar infinidad de opiniones. Moa defiende que los rebeldes «barrieron» todo el territorio nacional; los republicanos, aproximadamente la mitad. Y que la crueldad entre las distintas facciones izquierdistas hace suponer que la que habrían tenido contra el enemigo no tenía por qué ser menor, de haber tenido el mismo tiempo y el mismo número de enemigos a mano. También es un dato a considerar que desde que estalló la revolución en febrero del 36, los asesinatos de gente de derechas son incomparablemente mayores en número que los que acometieron los falangista y afines. Por no hablar de la hazaña que supuso asesinar al líder de la oposición antes de estallar la rebelión, por fuerzas de seguridad a cargo del Gobierno de una República democrática y todo porque habían asesinado a un oficial de la Guardia de Asalto. Claro que siempre queda a consideración que los asesinatos de derechistas fueron debidos a la reacción espontánea de las masas. Lo de Franco fue planeado fríamente. Los legionarios y las tropas de Yagüe eran máquinas de matar. No tenían mas motivaciones. Y las masas proletarias y progresistas actuaban por cuenta propia y con justa indignación. Las armas con las que mataban no les fueron entregadas por el Gobierno; las debieron robar a escondidas.

De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 30 de Diciembre de 2003
Asunto: Dudas

Estimados contertulios: Puedo expresar mis dudas razonables. La coherencia de las hipótesis históricas ha de ser impecable. La represión franquista fue feroz desde el primer día del Alzamiento en Ceuta, Melilla, Canarias. Los franquistas no tenían prisioneros que canjear. No hacían prisioneros. Entonces ese mensaje de Franco queda deslucido por los hechos. Por lo demás, los alzados en armas no quisieron tener ninguna transacción con el Gobierno de la República. Además, ¿No es cierto que la derecha conspiró contra la República desde el mismo 14 de abril? Por lo demás, la explicación que da J. Manuel Rodríguez Pardo sobre la gran duración del régimen franquista no me parece convincente. Atentamente,

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 30 de Diciembre de 2003
Asunto: Dudas y razones

Estimados amigos:

Felipe Giménez plantea dudas razonables acerca de la versión de Pío Moa. Yo por mi parte creo que habría que matizarlas un poco. Para empezar, no es cierto que la derecha en bloque conspirara para derribar la república. Sólo un grupo muy marginal, los monárquicos, conspiró contra la república, y de forma más imaginaria que efectiva. De hecho, cuando inauguraron su local el 10 de mayo de 1931, fueron acosados por miembros del Ateneo Republicano, sin que ellos atacasen a la república.

Cuando Sanjurjo se rebeló en 1932, nadie le apoyó, aunque Gil Robles y el Marqués Luca de Tena conocían sus intenciones. Pero el gobierno también, de hecho todo el mundo, y así acabó como acabó. Es más, el bloque fundamental de la derecha se volvió accidentalista y aceptó en los hechos el régimen. La mayor prueba, la resistencia de la CEDA a derribarlo tras octubre del 1934. Y el que sólo se produjera el alzamiento en 1936, cuando el ejército estaba más dividido que nunca y los riesgos de derrota eran muy altos.

Respecto a las transacciones con la república, le pregunto a Felipe Giménez que cómo un régimen que ya no existía iba a traficar con nadie. Y los partidos obreros no estaban allí precisamente para transaccionar nada. Respecto al franquismo, pienso que la hipótesis sobre el desengaño de un sistema pluripartidista también fue importante. Franco quiso prolongar incluso su régimen hasta después de su muerte, convencido de que los españoles no sabíamos desenvolvernos en los términos de la democracia liberal, sin duda por culpa de la experiencia anterior.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 31 de Diciembre de 2003
Asunto: La represión y duración del franquismo

Leí la intervención de Felipe del lunes 29 y, de entrada, me sorprendió la facilidad con que cambia de parecer y de talante. Pasa de ser un drástico justiciero (como puede comprobarse leyéndole en otras intervenciones que, si es preciso, traigo a colación) a un humanitarista que envidiarían las mismísimas Hermanas de la Caridad. Parece que no tiene en cuenta que lo que ocurrió en España a partir del 18 del julio fue una «guerra» (civil) abierta. Pero, para más inri, se trataba de una guerra con antecedentes que llevaban a la mutua aniquilación de los bandos enfrentados (como advirtieron varios personajes), y en el que las «izquierdas» normalmente tomaron la iniciativa (porque, entre otras cuestiones –como su anticlericalismo, visceral en ocasiones– tenían menos poder antes de 1931, y deseaban tener el máximo poder posible, y conservarlo...). La asonada de Sanjurjo, dentro de la II República, fue el primer intento (algo precipitado y desproporcionado, según la mayoría) de poner a dichas izquierdas «revolucionarias» en su lugar (según la idea de «justicia» de sus enemigos).

Pretender que el bando franquista fue más represor que el frentepopulista es sumamente cuestionable, y a estas alturas parece que no habrá datos muy novedosos al respecto. Lo mismo se puede decir respecto a la crueldad (de la que sí hay datos fiables sobre torturas y vejaciones a sacerdotes y laicos por parte de los «rojos»). Y respecto a la represión posterior a la guerra civil hay que tener en cuenta que los «vencidos» ya no podían reprimir a nadie. Pero basta con ver las checas que sistemáticamente se desarrollaron en la zona roja, o las purgas contra el POUM, para apreciar lo que podría haber pasado en una España del estilo a las «democracias populares» comunistas.

Y no debemos olvidar, tampoco, que en una guerra hay venganzas «personales», más o menos justificadas (por venganza, por envidia, &c.), que no siempre se pueden controlar. Y también hubo, en ambos bandos, represalias que pudieron impedirse pero no se cortaron por diversos motivos (unas veces por impotencia de los gobernantes y otras por no bajar «la moral de guerra» de la población del propio bando).

Respecto a lo que duró la dictadura está claro que buena parte de los vencidos no querían (ni quieren) rectificar, tanto los que pueden considerarse de izquierdas (basta con conocer a algunos dirigentes de IU, del PSOE, o de otros grupúsculos, para saber a lo que me refiero) como los nacionalistas fraccionarios (cuyo resentimiento es aún mayor). Y resulta buena parte de ambos grupos (caprichos del destino) se están poniendo de acuerdo hoy día en un nuevo «Frente Popular antiPP» para cargarse la unidad de España, con todo lo que eso implica en términos socioeconómicos, culturales, &c.

Está claro que «el problema de España» es más complejo de lo que algunos creen. Y Franco, me parece, sabía que, al menos, debía mantenerlo en cuarentena (pero de años), aunque esa no fuese la solución (que nunca será definitiva).

Esperemos que el 2004 no sea peor que el 2003.

Un saludo. Antonio Sánchez.

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 31 de Diciembre de 2003
Asunto: Sobre el basurero historiográfico

Siguiendo la metáfora iniciada por Pedro Insua sobre el concepto de basura historiográfica, podríamos decir (como en tantas otras cosas, y en general) que tenemos (y tendremos) la historiografía que nos merecemos (merezcamos). Si somos capaces de barrer y reciclar la basura fabricada por los historiadores progres, entonces estaremos contribuyendo a conformar y mantener ortogramas que repercutan en la eutaxia de España. Pero si los grupos de poder que luchan (luchamos) por mantener una historiografía verdadera (en la medida en que sea más poderosa que la progre) no logran «barrer» tanta basura, las consecuencias implicarán una mayor debilidad de España. El franquismo parece que no ha sabido contribuir suficientemente a ese barrido. Esperemos que nosotros (hijos del franquismo, aunque a algunos les pese) tengamos las fuerzas suficientes para contribuir a dicha labor (que nunca tendrá el éxito total asegurado).

Un saludo y próspero año nuevo para todos. Antonio Sánchez.

De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 2 de Enero de 2004
Asunto: 1934 y 2004

Estimados contertulios: Antonio Sánchez afirma que la actitud de los partidos de oposición en España hoy recuerda demasiado la actitud de estos mismos partidos en 1934. Hay algo que me parece que conviene analizar o explicar. El PSOE en 1934 era marxista revolucionario, quería la revolución socialista, la dictadura del proletariado y por eso intentó dar un golpe de Estado revolucionario. El PCE era estalinista. Hoy en 2004 el PSOE no tiene una ideología revolucionaria. Es socialdemócrata o liberal o nada, sin ideología. El PCE está oculto tras IU y creo que no cree ya en la revolución. Sólo quieren quitarse de en medio al PP por puro odio o resentimiento político. Airean lo de la represión franquista y están llenos de resentimiento y odio y lo quieren utilizar para ganar votos. Sin embargo, creo que no tienen ningún proyecto político ahora en 2004. Los nacionalistas fraccionarios son iguales que en 1934. Su proyecto político no ha cambiado. ¿Qué sentido tiene desestabilizar el régimen, el Estado, el Gobierno, la nación Española sólo para ocupar el poder por el poder y sin ningún proyecto político.? Atentamente,

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 2 de Enero de 2004
Asunto: Sobre el Frente Popular AntiPP

La tesis sobre la formación de un nuevo «Frente Popular antiPP» no es novedosa, y se viene fraguando desde hace tiempo (por ejemplo desde que el PSOE tuvo que elegir entre apoyar a Nicolás Redondo Terreros o defenestrarle). Está claro que la situación actual es distinta a la de 1936 (como yo mismo apoyé en El Catoblepas, nº 15), pero eso no significa que no se estén fraguando, fundamentalmente, dos bandos enfrentados con proyectos distintos (y a veces incompatibles) sobre España. Y tal situación puede desarrollarse de múltiples formas, y varias de ellas pasan por la guerra civil.

Un Saludo. Antonio Sánchez

De: Antonio Romero Ysern
Fecha: 3 de Enero de 2004
Asunto: Pío Moa: dos bases interpretativas de la guerra civil

Estimados amigos:

Pío Moa ha publicado este artículo en La Revista de Libertad Digital, titulado «Dos bases interpretativas de la guerra civil»:

«Hay dos aproximaciones básicas a la guerra civil. Una de ellas insiste en la cuestión de la democracia: las izquierdas impusieron una legalidad sectaria, y luego se sublevaron contra ella en octubre de 1934, después de que el pueblo diera la victoria a la derecha en las elecciones del año anterior.
Ello hizo imposible la convivencia, sobre todo porque en 1936 ganaron en diputados –aunque no en votos– los mismos que se habían sublevado contra un gobierno democrático en 1934 o habían apoyado políticamente la sublevación. Todos los cuales volvieron a vulnerar la ley masivamente haciendo planear de nuevo una creciente amenaza revolucionaria sobre el país. En estas circunstancias, la derecha se vio obligada a rebelarse a su vez, casi a la desesperada. La convivencia se había hundido debido a las actitudes antidemocráticas de la izquierda, y la causa de la guerra civil no se encontraría en un peligro fascista, sino en el revolucionario.
La otra aproximación deja la democracia en un plano derivado o secundario, e incide ante todo en la cuestión «social» y económica: la crisis económica o la «injusticia social» como causa de la inestabilidad y la violencia laboral, el problema agrario, el «odio del pueblo» al ejército y al clero, el hambre &c. Este modo de pensar está muy extendido en la izquierda, y participa de él muy ampliamente la derecha. Entonces, los principales responsables de las lacras económicas y sociales del país eran las derechas, cuya resistencia feroz a las reformas propuestas por la izquierda para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores habría terminado cuajando en el levantamiento de julio de 1936. Habría, pues, en la guerra civil, un conflicto fundamental «de intereses de clase», y la democracia, en definitiva, sería una cuestión «formal», no muy relevante, cuyo contenido práctico estaba en dichos intereses. Unos partidos representarían los intereses de los obreros, o del pueblo, o de Cataluña o Euzkadi, &c.; y otros, los de la oligarquía reaccionaria, la pequeña o la media «burguesía». Enfoque básicamente marxista, y mantenido, curiosamente, no sólo por las izquierdas, como he indicado. Ya casi nadie dice, claro está, que la democracia es un simple encubrimiento jurídico de la explotación capitalista, pero en cambio se sostienen las premisas que llevan a esa conclusión. De ahí parte toda la interpretación de los Tuñón de Lara, Preston, Jackson, Juliá y tantos otros, muy aceptada en amplios círculos académicos derechistas, horrorizados de pasar por «reaccionarios».
La interpretación «socioeconómica» es, desde luego, radicalmente antidemocrática. Pero eso no sería un defecto si no fuese, además, radicalmente falsa. No existen partidos «de la oligarquía», como tampoco «de la clase obrera» o «del pueblo». Baste observar que había no menos de cuatro grupos que reclamaban la exclusiva de la representación del proletariado (el PSOE, la CNT, el PCE y el POUM, quizá alguno más), y que entre ellos, como es sabido, se persiguieron y asesinaron con la mayor brutalidad. O que al partido de la «oligarquía reaccionaria», la CEDA, le votó una parte del pueblo mayor que a ningún otro partido, tanto en 1933 como en 1936. No es ahora cuestión de desarrollar estos temas, baste señalar que la historiografía cultivada mayoritariamente en los últimos treinta y tantos años en España y otros países está contaminada por ese enfoque, y no saldrá del atasco mientras no lo supere críticamente.
Un planteamiento más racional sería el siguiente: ante los problemas económicos y sociales característicos de una situación histórica, los partidos y los políticos ofrecen tales o cuales soluciones, cuya validez se revela por sus resultados, y no por metafísicas representatividades «de clase». Conviene insistir en ello, porque el prejuicio de raíz marxista se sigue manteniendo con extraordinaria fuerza, incluso entre personas que se proclaman antimarxistas, y por supuesto no sólo en relación con la guerra civil. Es un prejuicio que lleva directamente a la destrucción de la democracia, porque la legitimidad de los partidos no estaría en las urnas o en la opinión pública, o en el mantenimiento de las libertades, sino en esas supuestas representatividades «de clase».
Otro defecto grave de esa interpretación, en el plano académico, es que destruye el sentido crítico y el respeto a los hechos, los cuales se hacen entrar con calzador en el esquema. Por ejemplo, cualquier observador mínimamente objetivo percibe que las propuestas y soluciones aportadas por las izquierdas durante la república invocaban constantemente el interés de los trabajadores, pero no trajeron casi ningún beneficio a éstos. El paro y el hambre aumentaron con rapidez, y se paralizó la iniciativa privada, empeorando, en vez de mitigarse, los efectos de la depresión económica mundial. También es fácil observar el continuo ataque de las izquierdas a las libertades, pese a llenarse la boca de «democracia». Azaña llegó a la política con la convicción de que sólo los republicanos de izquierda tenían «títulos» para gobernar, por lo cual intentó dos golpes de estado al perder las elecciones en 1933, y cuando volvió al gobierno, en 1936, anunció triunfalmente que el poder no saldría ya más de manos de los suyos. Pues bien, Azaña era uno de los políticos más moderados de las izquierdas, lo cual permite imaginar a los otros, y entender por qué la derecha hubo de sublevarse para no sucumbir (Hoy, conocido el resultado de la contienda, parecía predestinado el triunfo de los sublevados, pero no fue así: estuvieron muy cerca de ser completamente aplastados en las primeras semanas, y sin duda lo habrían sido si Franco no hubiera establecido el puente aéreo sobre el estrecho de Gibraltar). Hechos como éstos desmienten tanto la «representatividad popular» de aquellos partidos como el esquema «de clase».
Las derechas se habían dejado arrebatar, desde 1930, la bandera de la democracia liberal, y en 1936 habían llegado a la conclusión de que la misma no podía funcionar en España. De ahí la prolongada dictadura posterior. Pero quien había saboteado violentamente la democracia y las libertades desde el comienzo mismo de la república habían sido las izquierdas, y las derechas habían defendido la legalidad republicana en octubre de 1934 frente a una intentona revolucionaria y separatista. El fracaso de las libertades no provino del «carácter del pueblo español», como muchos concluyeron precipitadamente, sino del carácter mesiánico y totalitario de unas ideologías izquierdistas encubiertas con mucha fraseología de libertad.
Fue, pues, la actitud de los partidos ante los problemas de la época, y no los problemas «sociales» mismos, lo que causó el derrumbe hacia la guerra civil. Cuando esto no se tiene lo bastante en cuenta, la historiografía se convierte en un venero de errores, conscientes o inconscientes.»

Por otro lado, las tesis de Antonio Sánchez en su último mensaje parecen de suma gravedad. Uno podría pensar que la situación socioeconómica de la España actual hace difícil un enfrentamiento como el del 36. Pero también es cierto que precisamente este artículo de Moa que acabo de reproducir sostiene que no fueron los conflictos sociales («conflictos de clases») los que propiciaron la guerra, sino más bien el enfrentamiento de diversos programas políticos.

De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 3 de Enero de 2004
Asunto: Todos contra el PP

Estimados contertulios: Todos los partidos del Régimen de 1978 menos el PP quieren dinamitarlo y su proyecto político pasa por el enfrentamiento con el PP. ¿Puede estallar una guerra civil si gana el PP las elecciones de 14 de marzo de 2004? ¿Qué razón hay para iniciar una guerra civil en un país próspero? ¿Se reduce todo a una pugna para el poder? Un PSOE desideologizado y un PCE en estado comatoso y sin ideología sólo quieren desalojar al PP del poder a cualquier precio. Pero esto no tiene sentido. Oponerse al PP sencillamente porque el PP es conservador es una estupidez. No creo que nadie desee seriamente una guerra civil para tomar el poder y declarar fuera de la ley al PP. El único problema serio que tiene España es el separatismo. De todos modos, hay que dar por segura la victoria electoral del PP. Atentamente,

De: Antonio Iglesias Díez
Fecha: 8 de Enero de 2004
Asunto: Re: Todos contra el PP

Saludos a los contertulios.

Sobre el riesgo de una contienda civil, la veo razonablemente imposible. Creo que el PP tiene posibilidades de ganar, pero si lo hace no será por su defensa de la Constitución y de la soberanía nacional. A la inmensa mayoría de españoles sólo les preocupa el posible deterioro de su estado de bienestar, las pensiones y demás. Casi nadie ha leído la Constitución y la indigencia política y cívica es casi total. Los menores de 30 años no tienen ni idea de lo que pueda ser eso de historia de España. Yo no veo tan segura la victoria del PP. Debe ser que por mi actividad vivo alejado del trato de personas instruidas, pero les aseguro que el grado de indiferencia sobre el tema nacional es mayúsculo y desde luego ya se pueden ir olvidando de los jóvenes los que piensen que van a mover un dedo por defender la unidad de algo que no saben ni lo que es. La mayoría son progres porque éstos les halagan su real deseo de hacer lo que les salgo del magín, entre otras muchas cosas. Y lo mas inquietos están por todo aquello que sea inusitado y marginal. Ojalá que el que esté fuera de onda sea yo.

Retomo el tema del franquismo y la Guerra Civil para decir algo más. Veo chocante que se repudie tan firmemente la figura histórica de Franco, el cual por otra parte no veo que tuviera mas sombras siniestras que la mayoría de sus adversarios políticos, por ejemplo Azaña, quien tuvo una responsabilidad enorme en aquella tragedia. De patriotismo, cero y de héroe, menos. Escribir bonitos discursos, lo hacía bien. Pero sus actos de irresponsabilidad fueron nefastos. Y goza sin embargo del prestigio de casi toda la historiografía. Felipe González-Gal siente una profunda admiración por el personaje.

Franco fue cruel y poco o nada compasivo con sus compatriotas como lo fueron y somos millones de españoles. Esto es una pena. Pero fue español y fue, como si dijéramos, nuestro asesino de casa. Pero a Franco no se le repudia por su crueldad; se le repudia por la idea que tenía de España y de lo que ésta era y había sido. (Nadie le puede negar su afección y querencia a España y pocos dudan de que sus móviles estuvieran alejados de esa devoción, desviada si se quiere, pero mas ilustre y digna y no mas desviada en todo caso que la que impulsa al Ibarreche y los Arzallus. Lo de Maragall y Zapatero, &c. es mas que nada afán de dinero y poder. La poltrona a toda costa. Los dirigentes sociatas son casi todos unos pícaros).

Y es que los mismos adversarios de Franco no dudan en lisonjear a asesinos mayores si son extranjeros y desde luego, lejos de sus mentes el imitar a franceses, ingleses, alemanes, &c. en lo de ocultar las faltas y desgracias propias. El propio Gustavo Bueno dijo recientemente que ya les gustaría a los políticos españoles ser como Napoleón. También se procuró dejar claro que él no defiende la figura de Franco. Esto lo veo bien. Los franceses, sin embargo, a Petain le pegaron cuatro tiros y después se corrió un tupido velo con el ánimo de olvidar sus propias vergüenzas y de no afrentar mas la historia de su país. Aquí interesa no pasar página y, a estas alturas, resucitando la figura negativa de Franco, evocando su idea unitaria de España y asociando la misma idea con la del PP, asocian de paso sus crímenes, o como mínimo su totalitarismo y fascismo. En consecuencia, si el PP defiende la Constitución, toda ella, incluido el sujeto soberano ha de ser eliminada por constituir un peligro para los intereses del pueblo, o sea de ellos.

Sobre Napoleón mi humilde opinión es que fue nefasto para España. Provocó su liquidación como gran potencia; desangró toda la nación y masacró a Europa entera sacrificando la vida de millones de soldados franceses. Y como siempre, gran parte de la clase política española se puso a su lado, haciéndose cómplice, de paso, de la vileza de Fernando VII. Si la clase política de entonces hubiera tenido los medios de influir en las masas que tienen hoy, dudo que se hubiera producido la Guerra de Independencia.

El héroe que los franceses siguen alabando como solo ellos saben hacerlo fue el inventor del estado totalitario y el creador del estado policíaco y de las redes de espionajes y policía secreta dentro de su propio país. ¿Cuántos millones de muertos en su fulgurante paso por la historia?. En cuanto a los logros de la Revolución, es una idiotez suponer que se hubieran perdido si no hubieran sido consolidados por él. La nueva sociedad ya era imparable. El mismo Luis XVIII supo conservar su legitimidad ofreciendo todas las garantías a los derechos surgidos de la Revolución, al mismo tiempo que logró (sin aquellas guerras bestiales del corso) que su nación arruinada y vencida por Europa no fuera humillada y menos eliminada del orden de las grandes potencias.

Pero aquí seguimos los españoles, haciendo el panoli desde el siglo XVI. Hay muchos ejemplos de esa hiperautocrítica nuestra y de la exaltación y boba admiración de quienes son o han sido nuestros adversarios. En realidad, no es casualidad que la lucha política de ahora se centre en la cuestión nacional. Vamos siempre a dar donde mas daño nos podamos hacer a nosotros mismos. En cuanto a Franco, que descanse en paz de una maldita vez... ¡en el Infierno en el que parece que creía!

Un Saludo. Antonio

De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 8 de Enero de 2004
Asunto:

Estimados contertulios: Hay un episodio de la guerra civil española que yo no entiendo mucho: ¿Por qué los republicanos rompen la coalición del Frente Popular a principios de 1939 y entregan Madrid a Franco a sabiendas de que serían fusilados por él? Se responde que porque preferían Franco a Stalin, pero entonces ¿Tanto rodeo para al final llegar a tal conclusión? ¿No podría haberse arreglado todo antes si las cosas eran percibidas así? Atentamente,

De: José Manuel Gallego García
Fecha: 9 de Enero de 2004
Asunto:

Saludos,

Pío Moa reconoce sus errores y menciona nuevamente la revista El Catoblepas (realmente es de los pocos liberales que reconoce quien está en la vanguardia de la defensa de la nación, pues es común que los tertulianos constitucionalistas eviten citar tesis del materialismo filosófico bien por desconocimiento bien por miedo a que se les relaciones con «ateos que defienden la pena de muerte», ¡y dicen que han perdido los complejos a la hora de defender la unidad de España, cuando se pasan todo el día de palique sin vislumbrar siquiera cual es «la verdadera madre del cordero» –o cuando evitan a toda costa la crítica al Rey– cosa que se esta extendiendo entre quienes han perdido verdaderamente los dichosos complejos¡).

http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1276211520

De: Antonio Iglesias Díez
Fecha: 9 de Enero de 2004
Asunto:

Felipe Giménez Pérez escribió: « Estimados contertulios: Hay un episodio de la guerra civil española que yo no entiendo mucho: ¿Por qué los republicanos rompen la coalición del Frente Popular a principios de 1939 y entregan Madrid a Franco a sabiendas de que serían fusilados por él? Se responde que porque preferían Franco a Stalin, pero entonces ¿Tanto rodeo para al final llegar a tal conclusión? ¿No podría haberse arreglado todo antes si las cosas eran percibidas así? Atentamente.»

Saludos a los contertulios.

Bueno, yo creo que fueron todos bastantes miserables. Los comunistas estaban a las órdenes del Komintern y a éste le interesaba la prolongación de la guerra; a los dirigentes socialistas sólo les interesaba salvar el propio pellejo y además, como siempre, cada uno iba por su lado, y los cenetistas, cuando fueron conscientes de la realidad de la marcha de la guerra y de caletre de los dirigentes socialistas, no podían hacer nada solos. En cuanto a Franco, su cruel cerrazón, solo sirvió para represaliar a los que fueron paganos de sus propios líderes. Excepto Companys (que también salió corriendo), todos salvaron la piel.

El coronel Casado y Miaja lograron huir. El primero volvió a España en 1961, le hicieron un consejo de guerra y quedó absuelto. El segundo se murió en Méjico y Besteiro en la cárcel.

Y como nunca viene mal transcribo las versiones de Bolloten y Stanley Payne sobre el asunto.

«Si, para sus propios fines, Prieto había apoyado a los comunistas contra Largo Caballero, pronto dejó bien sentado que no estaba dispuesto a ser su marioneta.(...) Cada vez mas pesimista, con el Presidente Azaña y Julián Besteiro, el socialista del ala derecha, aspiraban a poner fin al conflicto mediante un arreglo. Muchas fueron las tentativas en este sentido efectuadas durante 1937 y 1938, pero el General Franco, respaldados firmemente por Alemania e Italia y confiado en la victoria final, sólo estaba dispuesto a aceptar la rendición incondicional. (...) Desde que Negrín formara su nuevo gabinete en abril de 1938, afirma "El Campesino", la moral en el frente y la retaguardia no había cesado de bajar. "El odio a los comunistas llegó a ser tal en la masa del pueblo que, uno de los líderes del Buró Político hubo de decir en una reunión: No podemos retroceder ya; tenemos que mantenernos en el poder a toca costa, pues de lo contrario nos cazaran como alimañas por las calles".
Para fortalecer su posición, los comunistas debían confiar cada vez mas en su fuerza militar y de policía. En los frentes donde durante la época en que Prieto desempeñó la cartera de Defensa, los comunistas, según Zugazagoita, habían asesinado a socialistas que se negaban a afiliarse al Partido, los halagos, la coerción y la violencia iban en aumento de día en día. (...) "millares y millares de nuestros camaradas" decía un informe publicado por la FAI en octubre de 1938 (...) confiesan que sienten mas temor a ser asesinados por los adversarios de al lado que a ser muertos en lucha con los enemigos de enfrente". Y en la retaguardia el terror que inspiraba el SIM (Servicio de Investigación Militar) y la policía secreta silenciaba la mas ligera crítica.
(...) a pesar de la inmolación de Checoslovaquia por Gran Bretaña y Francia en septiembre de 1938, a pesar del desastre de la batalla del Ebro y del rápido hundimiento de Cataluña sin resistencia en febrero de 1939, Moscú, antes de negociar su pacto de no agresión con Hitler en un último intento de volver el poderío militar alemán contra occidente- dio orden a los comunistas de proseguir la política de resistencia(...)La política de Inglaterra y Francia durante la guerra civil española estuvo determinada, no solo por su hostilidad a la revolución social y la subsiguiente dominación comunista, hechos que conocían perfectamente bien pese a todos los esfuerzos por disimularlos- sino por razones mas amplia de política exterior. (...) El 27 de febrero de 1939 Gran Bretaña y Francia reconocieron oficialmente al régimen de Franco como gobierno legal de España.
(...) exhaustos por una guerra prolongada sin esperanzas de victoria, los socialistas de izquierda y los anarcosindicalistas execraban el gobierno de Negrín –que el socialista Luis Araquistaín describió como "el mas cínico y despótico" de la historia de España, tanto como detestaban su política de resistencia. (...) "Solamente unos hombres cegados por la vanidad y la soberbia –escribía Trifón Gómez, socialista moderado– podían ignorar que todo les era hostil en España; todos menos los comunistas que seguían manejando a Negrín (...) no hay que negar que la conquista de Cataluña fue un paseo militar (...) En puridad de verdad el gobierno de Negrín era un fantasma. No funcionaba ningún ministerio, no tenían los titulares de las respectivas carteras el menor deseo de instalarse; constituían para ellos una obsesión asegurarse el medio de salir de España". (...) Temiendo el golpe comunista, el coronel Casado, comandante del Ejército del Centro, que había estado conspirando con los dirigentes socialistas, republicanos y anarcosindicalistas para derribar a Negrín, formó un Consejo Nacional de Defensa, constituido por el General Miaja, Julián Besteiro y Wenceslao Carrillo (padre del líder Santiago Carrillo) (...) con la esperanza de negociar una rendición sin represalias. A las pocas horas, Negrín y su camarilla comunista, incluido Togliatti, Stefanov y La Pasionaria, todos los cuales habían evitado prudentemente instalarse en Madrid y se habían quedado en las proximidades del aeropuerto, cerca de la pequeña ciudad de Elda, en Alicante, huyeron en avión. Tan rápida fue su marcha, que no impartieron directrices a la organización madrileña del partido, la cual, con la ayuda de las unidades milicianas comunistas, trató en vano de derribar al Consejo de Defensa.
(...) Con la huida de Negrín y su camarilla comunista de España, la política de resistencia había terminado. En el Consejo Nacional de Defensa recayó entonces la responsabilidad histórica de negociar un arreglo sin represalias. Pero frente a la resistencia del general Franco a una rendición incondicional, los esfuerzos del Consejo fracasaron y a fines de marzo las fuerzas de izquierda estaban en plena retirada.» (Burnett Bolloten, La Revolución Española, Edit. Grijalbo 1980, págs. 639 a 653.)

«La primera muestra formal de la aversión soviética a proseguir la lucha en España surgió durante los comentarios diplomáticos en Moscú en junio de 1938 (...) la ofensiva diplomática de Hitler en Europa central acrecentó las reservas rusas; a ella se sumó el fracaso de la operación del Ebro, cuyas últimas etapas coincidieron con la capitulación anglo-francesa ante Hitler en Munich. Pero siempre que la resistencia izquierdista pudiera ser sustentada a bajo coste, constituía un contrapeso útil al creciente aislamiento de la URSS. (...) De ahí que, a pesar de la impotencia de la situación militar, las instrucciones del Komintern fueran luchar hasta el último momento. Los comunistas españoles se convirtieron, mas que nunca, en la espina dorsal de la resistencia. Se les dijo que la resistencia española debía resistir hasta que se iniciara una guerra general, en todo el continente, después de la cual serían directamente apoyados por la URSS y, se suponía, por Francia. (...) Negrín estaba perplejo y acosado por sentimientos contradictorios. Deseaba poner fin a la guerra y sabía que casi no existía esperanza lógica de triunfo. (...) De todos modos, a pesar de sus dudas internas, Negrín se convirtió en al personificación política de la voluntad de resistir y adoptó la política comunista de proseguir la guerra desesperadamente con la única esperanza de ser salvado por la ayuda exterior en cuanto estallara un conflicto europeo generalizado. (...) De los tres partidos revolucionarios la CNT era la que estaba mas a disgusto. (...) Cada vez tenían menos esperanzas en un resultado productivo de la lucha fratricida y la influencia rusa y comunista los fue agraviando a medida que las condiciones militares empeoraban y las penalidades de la población civil se volvían extremas. Desde la primavera de 1938, algunos sectores de la FAI y de la CNT habían analizado la posibilidad de una paz negociada, como atestiguan Peirats y Abad de Santillán. (...) A la larga, un compromiso con el nacionalsindicalismo de Franco quizá no fuera peor sino probablemente mejor. (...) Los catalanistas que habían vuelto a discutir la posibilidad de una paz separada, después de abandonar el gabinete en la crisis de agosto de 1938, volvieron a ingresar en el gobierno de Negrín, pero fue un gesto vacío, sin consecuencias. (...) El frente de batalla se acercó silenciosamente a Barcelona. El puerto de Barcelona "estaba defendido por unos pocos soldados que depusieron sus armas en cuanto se acercaron las primeras armas rebeldes enemigas. No fueron hechos prisioneros sino que, después de confiscarles sus armas del ejercito republicano, les entregaron nuevos fusiles del ejercito nacional y fueron colocados en la vanguardia del ataque nacionalista".
(...) Solo el Partido Comunista sustentó tenazmente la resistencia (...) Muchos socialistas, dispuestos a colaborar con Negrín y los comunistas siempre que existiera la posibilidad de triunfo, se volvieron contra el gobierno en cuanto la situación se tornó desesperada. (...) La iniciativa fue tomada finalmente en Madrid, ex-baluarte militar de los comunistas. Su comandante, Miaja, era un general circunspecto y anciano que tenía por norma la ley del mínimo esfuerzo.(..) Resulta difícil no extraer la conclusión de que, en 1939, su interés mas importante radicaba, sencillamente, en salvarse a sí mismo (...) el coronel Segismundo Casado, sumamente hostil a los comunistas y deseoso de poner fin a la guerra estaba en contacto con los dirigentes de los grupos políticos no comunistas, la mayoría de los cuales opinaban que la lucha se prolongaba en interés de la URSS y no de la España izquierdista. (...)
Una de las grandes ironías de la guerra civil española es que terminó del mismo modo que empezó: con una insurrección de una minoría del ejercito republicano contra el actual gobierno republicano, basándose en que éste estaba dominado por los comunistas y a punto de ceder ante una dictadura comunista. La rebelión de Casado, que creó un Consejo de Defensa Nacional (aproximadamente la misma expresión utilizada por Mola en 1936) se inició en Madrid el 5 de Marzo de 1939, un día después que Negrín, mediante una serie de maniobras para tratar de asegurar la lealtad de lo que quedaba del Ejercito Popular, asignara a varios comandantes comunistas de alto rango puestos claves. (...)
Mientras se enviaban instrucciones a los comandantes comunistas próximos a Madrid para que reprimieran la rebelión de Casado, los consejeros del Komintern, el personal soviético restante y los principales dirigentes del partido quemaron rápidamente sus documentos, preparaban las maletas y huyeron en los pocos aviones que quedaba. (...) No obstante, la disciplina militar comunista conservó su firmeza, y se libró una violenta batalla que duró seis días (...) Tal como ocurrieron las cosas, lo ocuparon todo excepto el centro de la ciudad, y poco después habrían capturado el resto si, finalmente, el Consejo de Defensa no hubiera recibido refuerzos de los cuerpos del ejército no comunista, mandados por el anarquista Cipriano Mera (...) Estos refuerzos hundieron la moral de las unidades comunistas, aunque no antes de que 2.000 soldados murieses y ambos bandos, comunistas y socialistas con anarquistas se dedicaran a una breve ronda de ejecuciones políticas.» (Stanley Payne, La Revolución Española, Argos Vergara 1977, cap. La Derrota.)

Un saludo, Antonio.

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 10 de Enero de 2004
Asunto: Sobre la vergüenza de nuestra historia

Estimados amigos:

Me ha resultado interesante la exposición de Antonio Iglesias, gran conocedor de nuestra Guerra Civil, viendo lo que nos cita en cada mensaje. Gracias a su información, podemos ver cómo las izquierdas decidieron entregarse a Franco antes que ser absorbidas y refundidas en el comunismo, debido a su radical incompatibilidad de proyectos. Noticia esta que ya señala Bueno en El mito de la izquierda, el libro tan denostado por Felipe Giménez.

Sin embargo, creo que Antonio Iglesias se equivoca al decir que debemos olvidar nuestro pasado. Yo no concuerdo con Franco, pero él es parte de nuestra historia y sería estúpido renegar de algo que nos constituye y que no podemos evitar. Tampoco deben los franceses renegar de Napoleón, que permitió la rápida difusión de los ideales revolucionarios. Ni los hispanos de Bolívar, aunque su reivindicación sea en muchos casos delirante e inapropiada, por acrítica y unilateral precisamente. Por eso mismo, Franco debe salir a la luz, ser estudiado sin anteojeras de ningún tipo, y sin temor alguno, para evitar la proliferación de memorias históricas manipuladoras y fantasmales.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 10 de Enero de 2004
Asunto:

Estimados contertulios: En primer lugar no he denostado el libro de Gustavo Bueno. Sencillamente creo que soy más radical que él. No creo que hoy tenga sentido hablar de izquierda y derecha. Claro, en 1939 sí tenía aún sentido. Pero J. M. Rodríguez Pardo afirma que los proyectos de las izquierdas eran incompatibles entre sí, pero pienso yo que serían aún más incompatibles todavía con Franco, puesto que Franco los fusiló y encarceló de manera inmisericorde. Vamos que se rindieron a sabiendas de lo que les iba a pasar. Desde luego, eso es incomprensible. Si yo sé que me van a fusilar o encarcelar, peleo hasta el final. Sin embargo, su lógica fue la rendición. Atentamente,

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 10 de Enero de 2004
Asunto: Guerras intestinas en el Frente Popular

Estimados amigos:

Tiene razón Felipe Giménez cuando dice que los frentepopulistas se rindieron a sabiendas de lo que les iba a suceder. Pero es que ya tenían la experiencia de la represión comunista, y tales compunciones no les resultaron agradables ni mucho menos. Que se rindieran incondicionalmente a Franco antes de quedar subsumidos en el PCE y la URSS, ya dice mucho de la incompatibilidad de los distintos proyectos de izquierda, incompatibilidad que quedó de manifiesto cuando en las checas eran torturados anarquistas y socialistas (y también el POUM) a manos del PCE.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

De: Antonio Iglesias Díez
Fecha: 11 de Enero de 2004
Asunto: Re: Sobre la vergüenza de nuestra historia

Saludos a todos.

La verdad es que para nada pienso que debemos relegar al olvido la figura de Franco; al contrario. Pero hay que estudiarlo y cuestionarlo en el contexto de su época y junto con el resto de líderes republicanos, cosa que ya hacemos aquí, supongo. Precisamente me irrita sobremanera la cantidad de libracos que abundan desde hace 28 años en las librerías y que inundan a los pocos que se publican con otras valoraciones, datos y rigor histórico y que son, ya digo, los menos. Mi frase es una expresión de condena y nada mas. Los libros de Moa, con todas las reservas que se puedan hacer, son invalorables. Reconforta saber que vende muchos libros. Aunque la mayor parte de lo que dice no es nuevo, es muy bueno que haya tenido la habilidad de que mucha gente retome el asunto con renovado interés.

Sobre la convicción que tenían los que organizaron la Junta de Defensa de que estaban destinados a morir (comentado por Felipe), eso sólo ellos lo pensarían cuando iniciaron los planes de rendición. Yo nunca he leído que Franco les dijera que si se rendían los iba a fusilar.. Lo que sabían era que Franco no aceptaba condiciones. Por otra parte, si ellos tenían el convencimiento de que iban a morir igualmente lo lógico es que intentaran evitar que siguieran muriendo gente y poner fin a aquello. Y aunque los nacionales hicieran llegar tamaño mensaje sería lanzado en general a todos los «rojos», cosa improbable porque durante toda la guerra fueron miles de soldados y milicianos los que se pasaron a su bando y lo harían rindiéndose del alguna manera. Desde luego no solo no los fusilaba sino que lanzaba mensajes muy claros animándoles a que lo hicieran. No es difícil imaginar que psicológicamente los organizadores se predispusieran a creer que con ellos no iba a llegar a eso. Al fin y al cabo alguna diferencia tenían con los que resistían. La realidad fue que la inmensa mayoría de oficiales y altos mandos que organizaron aquello logró escapar. Y de la mayoría de oficiales mayores y altos mandos del Ejército republicano y todo el gobierno de Negrín ya sabemos como se largaron llegado el momento.

La confusión debía ser tremenda, ya que no sé hasta qué punto Franco podía ver viable una rendición que significara el final de la guerra cuando había posibilidades de que a Casado y Miaja se los cargaran los comunistas y la gente de Negrín. O sea, que Franco no debía tener nada claro qué diablos podían hacer aquellos de la Junta para acabar la guerra cuando el gobierno de Negrín seguía dando batalla:

«Mientras se enviaban instrucciones a los comandantes comunistas próximos a Madrid para que reprimieran la rebelión de Casado, los consejeros del Komintern, el personal soviético restante y los principales dirigentes del partido quemaron rápidamente sus documentos, preparaban las maletas y huyeron en los pocos aviones que quedaba.(...)No obstante , la disciplina militar comunista conservó su firmeza, y se libró una violenta batalla que duró seis días (...) Tal como ocurrieron las cosas, lo ocuparon todo excepto el centro de la ciudad, y poco después habrían capturado el resto si, finalmente, el Consejo de Defensa no hubiera recibido refuerzos de los cuerpos del ejército no comunista, mandados por el anarquista Cipriano Mera (...) Estos refuerzos hundieron la moral de las unidades comunistas, aunque no antes de que 2.000 soldados murieses y ambos bandos, comunistas y socialistas con anarquistas se dedicaran a una breve ronda de ejecuciones políticas.» (Stanley Payne, La Revolución Española, Argos Vergara 1977, cap. La Derrota.)

En verdad que el tema es inagotable.

Un saludo. Antonio

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 13 de Enero de 2004
Asunto: La guerra civil según Cristina Losada

Acabo de descubrir un texto de Cristina Losada, publicado en La Ilustración liberal (http://www.lailustracionliberal.com) que resume muy bien lo que aquí venimos llamando «cerrazón ideológica» de los progres (se titula «Por qué mis amigos no quieren revisar sus ideas sobre la guerra civil»). Me lo ha comentado un amigo que me ha permitido descubrir dicho «suplemento» de Libertad Digital que yo no conocía, y que contiene otros textos interesantes, por ejemplo uno de Moa sobre la reciente obra de Payne.

Un saludo. Antonio Sánchez

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 13 de Enero de 2004
Asunto: García de Cortázar y los mitos de la Historia de España

He comprado y empezado a leer el libro de Fernando García de Cortázar (al que había confundido con J. Ángel García de Cortazar) Los mitos de la Historia de España, del que hablamos en un mensaje anterior por una referencia de El Mundo. Y lo he comenzado por el final, para ver su enfoque de la guerra civil y el franquismo, y tengo que decir que me ha decepcionado profundamente. De las otras partes del libro no puedo opinar aún.

Aparte de que el libro está escrito con un estilo que, para ser de Historia, resulta excesivamente lírico y sentimental, rozando la poesía, y apenas contiene referencias bibliográficas, ni un simple índice orientativo (sólo hay títulos simbólicos). Ideológicamente se decanta por una visión de la guerra civil muy cercana a la de tantos progres aquí criticados. Repite básicamente los mismos tópicos adornándolos de un lenguaje sentimentalista según la conveniencia del autor. He aquí un botón de muestra:

En la pág. 330, hablando del trasiego de Miguel Hernández por los trenes que le conducían a otra prisión nos dice: «Por los papeles del poeta pasan los trenes siniestros, vagones de mercancías o ganado con las ventanillas clausuradas, en que se transportaban los prisioneros de una cárcel a otra...»

Y, algo más tarde (en la pág. 349), al referirse al viaje emprendido por la División Azul para enfrentarse a la «¡Rusia culpable!» (calificativo que descalifica nuestro autor como completamente falso) nos transcribe el relato de Dionisio Ridruejo, en el que dice: «El vagón que nos transporta, España arriba, hacia el Pirineo, es un simple vagón sin asientos, de los que se destinan al transporte del ganado. No parece a primera vista muy halagador. Pero si han de pasarse en él dos días enteros, pronto se comprueba que es más cómodo –por ejemplo– que un vagón común de los de tercera clase...»

Lo primero es apuntar que parece no enterarse nuestro amigo de que la guerra civil estaba aún caliente (los maquis resistían, e intentaron, con la dirección del PCE, reconquistar el poder en 1945). Y lo segundo es que España estaba arruinada (D. Fernando le echa toda la culpa a Franco –pág. 338–) y a los presos no se les llevaba de vacaciones en trenes de primera, cosa que no se hacía ni con los posibles héroes falangistas.

Sus interpretaciones del papel de Franco, de la entrevista de Hendaya, de los exiliados, de la Intelectualidad, del apoyo posterior de USA, &c., son manifiestamente parciales y arbitrarios.

En esta parte del libro, al menos, no distingue entre tipos de «nacionalismos», entre tipos de mito (y la razón de su oscuridad o claridad), &c., y su concepción gnoseológica es simplona y pretende (como la de tantos historiadores) mirar desde las alturas (aunque reconozcan que no cabe la objetividad absoluta, como le ocurre también a Ángel Luis Abós, cuya obra sobre La Historia que nos enseñaron también estamos leyendo).

Está claro que el franquismo, sobre todo en su primera época, no fue un jardín de flores (ni siquiera para los vencedores, y que abusaron de una Mitología muchas veces grotesca), pero negarse a hacer análisis comparativos con los logros de otros países es pura cerrazón ideológica.

Un saludo. Antonio Sánchez

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 17 de Enero de 2004
Asunto: Cortázar y sus criterios historiográficos

Estimados amigos:

Yo también he detectado esos graves defectos en la forma de historiar que practica Fernando García de Cortázar. Al menos, en su libro conjunto con José Manuel González Vesga, titulado Breve historia de España, en dos volúmenes, muestra todos esos defectos. Para empezar, el más importante, el defecto de mostrar el origen de España, pues parece mucho más importante la etapa de romanización de la península que España misma. Así que lo comienzan ya en la época prerrománica, con los fenicios, tartesos, &c. Esta falta de criterio en lo historiográfico se aprecia en su carácter de compendio: a la etapa imperial de España, que suponen más de trescientos años, no se le dedica ni la mitad del primer volumen. A la historia contemporánea de España, el segundo volumen completo (aunque incluya el siglo XVIII). Debe de ser porque hasta entonces, como diría el gran prestidigitador Enrique Kameno, España no existía como nación, y por lo tanto, no había propiamente España. Circunstancia que parece estar constantemente coleando en Cortázar y su compañero de fatigas, pues se preguntan ingenuamente si están realizando historia de España o historia de los españoles [sic].

El caso es que el libro está imbuido de todos los tópicos progres que ha señalado Antonio Sánchez, desde el famoso oscurantismo y cerrazón cara al exterior, hasta la demonización absurda de Franco y, por supuesto, el ensalzamiento de la etapa democrática de España (y de la felipista, cómo no), etapa que no es propiamente Historia, sino presente. Podría salvarse esta obra por algunos datos que aporta, pero ciertamente no creo que la misión de una obra historiográfica sea aportar datos. Para eso, mejor nos quedamos con la famosa Historia de España realizada por Menéndez Pidal, cuyos datos aún son insuperables. Claro que siempre se podrá decir, como hicieron con Salas Larrazabal, que investigó tanto Pidal que sus hallazgos son incontrastables y, como nos cansamos mucho, mejor no intentar corroborarlos.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 29 de Enero de 2004
Asunto: La historiografía progre y Panfleto contra la democracia

Estimados amigos,

Por fin he podido empezar la lectura de Panfleto contra la democracia... de Gustavo Bueno, y en las págs. 37 y 38 me encuentro con que la caracterización del Fundamentalismo democrático (de los que, por ejemplo, se declaran «demócratas a secas», como Enrique Moradiellos) se corresponde punto por punto con su visión de la Historiografía (de la «historiografía pura», descontaminada de falsas ideologías y filosofías). Del mismo modo que, implícitamente, niega la condición de historiadores a los enemigos (serían «no-historiadores», «falsos historiadores») también niega la condición de políticos (de «verdaderos políticos») a los del bando ideológico contrario. De esta manera una sociedad gobernada por los contrincantes («la derecha») será una sociedad «atrasada» («no moderna», «no democrática»), es decir, no será una «verdadera sociedad política».

Y, nos dice Gustavo Bueno:

«El fundamentalista democrático considerará el título de demócrata como la expresión de orgullo y pureza política más elevado; decir «soy demócrata» significa para él casi como para el creyente afirmar en voz alta «soy cristiano» o «soy musulmán» (...) La condición de demócrata parece asegurar al que hace profesión de ella la garantía de persona en principio irreprochable en la vida pública, en todos los problemas políticos o morales de que se trate.»

Es decir, los fundamentalistas se toman su «pro-fesión» como una misión salvífica (contra el Mal), por encima de patrioterismos baratos. De esta manera tolerarán cualquier proyecto «patriótico», por absurdo que sea (secesionista), porque lo importante será que sea «democrático». Es como si una vez «descubierta» la Verdad (des-velada) se pudiera mirar al mundo desde lo alto, por encima de las menudencias patrioteras (a pesar de que tales querubines se pueden autorrepresentar como «prosaicos» o «pedestres»). Lo único que les importará es que el nuevo estado sea «democrático» (en el fondo, gobernado por los de su bando). Toda esta ideología le viene que ni pintada, en principio, a Alemania y Francia, como hemos comentado en otras ocasiones.

Me parece que, como todo lo que escribe Bueno, esta obra dará mucho de sí.

Por cierto ¿Acaso esta historiografía de la «desvelación» (que niega de entrada toda posibilidad de alcanzar la Verdad, de salvarse, a los que no son de su bando) no conlleva desarrollos políticos desde el «calvinismo predeterminista», como sugerimos en El Catoblepas, nº 17? El catolicismo «político» (ateo), por el contrario, apela a las obras y a las «consecuencias» de nuestros actos (e interpretaciones) para ganarse la Gracia de la Verdad, y de la Eutaxia. Y para ello es necesaria una gran dosis de «voluntad de Verdad». Quizá los fundamentalistas democráticos sean más «protestantes» de lo que se imaginan, y se creen dotados de un privilegio que les habría llovido del cielo (aunque no se lo representen así)

Un saludo cordial. Antonio Sánchez

De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 6 de Febrero de 2004
Asunto: Semejanzas entre ciclos históricos

Os recomiendo a todos la lectura del artículo de Pío Moa (en realidad el cuarto de una serie), titulado «Companys predica la guerra civil» y publicado en Libertad Digital, en

http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1276214209

Creo que recoge bastante bien las semejanzas del «ciclo» político de los años previos a la guerra civil y la formación de un «Frente AntiPP» en la actualidad, del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero, como todos sabemos, las circunstancias no son las mismas en muchos aspectos, sobre todo en lo que se refiere a la «capa basal» de España. Y tampoco es idéntica la situación internacional. Hoy las Izquierdas no son, ni mucho menos, como las de antes, aunque los «fundamentalistas» sigan teniendo mucho poder, que se expresa en lo «políticamente correcto». De lo que pase en las próximas elecciones dependerá, en gran medida (como no podía ser de otra forma), el futuro de España.

Un cordial saludo. Antonio Sánchez

De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 11 de Febrero de 2004
Asunto: Artículo de Pío Moa en La Razón

Estimados amigos:

Os adjunto un artículo de Pío Moa publicado en el diario La Razón, donde defiende sus puntos de vista sobre la matanza de Badajoz y el bombardeo de Guernica.

Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.

«Badajoz, Guernica y unos historiadores profesionales. El inesperado éxito de Los mitos de la guerra civil ha hecho que se le califique de libro polémico. Y así debiera haber sido, pero en realidad no lo es. En lugar de polémica ha suscitado simple cabreo, imprecaciones y ataques insidiosos. Ha sido tan sorprendente como indicativo que algunos prebostes de la historiografía, digamos oficialista, hayan reaccionado con pueriles desahogos. Hasta han pedido la censura. Así Tusell, Juliá y demás, llevándola incluso a la práctica al impedir, o al menos no hacer nada por evitar, que mis respuestas fueran efectivamente censuradas en los periódicos donde ellos publicaban sus panfletos. Todo un recital de profesionalidad, honestidad intelectual y espíritu democrático.
Entre la hojarasca de las descalificaciones, llama la atención su coincidencia en dos puntos, a su entender flacos, de mi argumentación, contra los cuales dirigen sus cargas emocionales: la matanza de Badajoz y el bombardeo de Guernica. En esto han destacado últimamente autores como Jorge Martínez Reverte o Helen Graham, una estudiosa británica en la línea de Preston, que en el Times Literary Supplement me acusaba de negar tales sucesos o de minimizarlos en la línea de la propaganda franquista.
La «matanza de Badajoz», ocurrida supuestamente el 15 de agosto de 1936, siguiente a la toma de la ciudad por Yagüe, debe su fama a esos rasgos de crueldad que hicieron escribir a Zugazagoitia, hombre en general ecuánime: «Las palabras no alcanzan a transmitir los matices increíbles de un clima de horror como el que, en plenitud de mediodía, desarrollaron todas las potencias oscuras del hombre en la Plaza de Toros de Badajoz». No era para menos. Según las versiones difundidas a diestro y siniestro, se trató de una fiesta concurrida, dice un conocido relato, por «caballeros respetables, piadosas damas, lindas señoritas, jovencitos de San Luis y San Estanislao de Kostka, afiliados a Falange y Renovación, venerables eclesiásticos, virtuosos frailes y monjas de albas tocas y mirada humilde», &c., los cuales habrían presenciado alborozados, entre música y vítores, al ametrallamiento en masa de miles de izquierdistas, hombres, mujeres, viejos y niños, muchos de los cuales habrían sido toreados o torturados previamente.
En cuanto a Guernica, la Legión Cóndor, por orden de Franco, dicen algunos, habría bombardeado una villa sin interés militar, con el fin de experimentar el bombardeo en masa sobre la población civil y destruir unos símbolos muy queridos del pueblo vasco. La villa quedó enteramente destruida, y el número de víctimas habría ascendido a entre 1.600 y 3.000, según versiones.
No es de extrañar la emocionalidad de esos historiadores, pues se trata de los sucesos más mitificados por la propaganda de la izquierda, donde mejor retratada quedaba la ferocidad fascista y, en el reverso, los sentimientos humanitarios izquierdistas, tan identificados con «el pueblo», tan ultrajados y conmovidos ante la sangre y las víctimas.
Sin embargo un historiador serio no debe inclinarse ante la fuerza emocional de unas u otras versiones, y debe buscar, aun a riesgo de ciertas incomprensiones, la realidad bajo la propaganda. ¿Fue así, o no, como ocurrieron las cosas? Aunque en un artículo sólo puedo resumir los capítulos del libro, espero dejar claro lo esencial.
De Badajoz, el principal creador de la leyenda fue Jay Allen, un agente de propaganda del Frente Popular más que periodista propiamente dicho, y muy ligado a los soviéticos. No puedo desarrollar aquí las observaciones que vuelven inverosímil su relato, pero baste señalar que el testimonio decisivo es sin duda el de Mario Neves, periodista portugués de ideas izquierdistas y, al revés que Allen, presente en la ciudad en esos días. Ante los rumores de fusilamientos en la plaza de toros, visitó el día 15 el lugar «donde se concentran los camiones de las milicias populares. Muchos de ellos están destruidos. Al lado se ve un carro blindado con la inscripción Frente Popular. Este lugar ha sido bombardeado varias veces. Sobre la arena se ven aún algunos cadáveres. Todavía hay, aquí y allá, bombas que no han explotado, lo que hace difícil y peligrosa una visita más pormenorizada». Al día siguiente volvió y halló el mismo panorama. Podemos estar, pues, razonablemente seguros de que la matanza de la leyenda no tuvo lugar, aunque el mismo Neves pretendiera, muchos años después, dar una débil cobertura al pretendido suceso: ¡tal es el poder sugestivo de la propaganda!
Con técnicas también de propaganda y no de periodismo ni de historiografía, se me acusa de que, al negar la matanza famosa, niego en general matanzas en Badajoz. Eso no es cierto. Hubo allí gran número de fusilamientos, pero básicamente como los realizadas por uno y otro bando en numerosas localidades.
Con respecto a Guernica, existen estudios muy precisos, y entre ellos he elegido, por parecerme el más minucioso, el de Jesús Salas Larrazábal. De él, y mientras no se demuestre otra cosa –algo muy difícil a estas alturas–, se deduce con claridad que:
a) El ataque no tuvo relación con los símbolos vascos, los cuales no sufrieron ataques, pese a haber instalado los nacionalistas muy cerca de ellos, y con notoria imprudencia, varios cuarteles. Ni los alemanes ni los italianos -que también participaron en pequeña medida en el bombardeo-conocían, probablemente, aquellos edificios simbólicos.
b) Guernica no sólo tenía interés militar por sí (fábricas de armas y cuarteles), sino porque su toma inmediata habría permitido copar a grandes unidades del ejército izquierdista y nacionalista, precipitando quizá el fin de la campaña de Vizcaya. Este era un valor estratégico de primer orden en aquellos días.
c) El bombardeo lo efectuó la Legión Cóndor bajo el mando inmediato de Von Richthofen, con vistas, en apariencia, a cortar la retirada al enemigo. Pero Mola había mandado avanzar sobre Durango y no sobre Guernica, y eso privaba de utilidad a la operación aérea. No obstante Richthofen, conociendo la decisión de Mola, persistió en ella. En sus diarios dice vagamente haber acordado con el general Vigón un avance sobre Guernica, pero no era Vigón quien podía dar la orden, sino Mola, con quien el alemán nunca hizo buenas migas.
d) Teóricamente el ataque se dirigía contra un puente, que no fue alcanzado, mientras sí lo fue buena parte del pueblo, quedando en llamas un 18% de él. Debido al viento, a las características de los edificios y, muy posiblemente, a una deficiente actuación de los bomberos, el incendio terminó consumiendo el 71% del caserío. Sin embargo el número de muertos no pasó de 126, probablemente algunos menos. Esto se debió a que antes del bombardeo principal había habido otros tres ligeros, ante los cuales la mayoría de la población se había puesto a salvo.
e) No hubo orden de Franco al respecto, que se conozca. Sí, en cambio, una orden suya anterior y otra posterior prohibiendo bombardear objetivos civiles.
El libro de Salas tiene un interés añadido porque permite entender cómo se gestó el mito a través de escritos como los de Steer, Southworth, &c.
Así pues, yo no niego, como afirman falsamente mis críticos, el bombardeo ni la matanza. Me limito a sacarlos del fangoso terreno de la propaganda y situarlos en el más firme de la historia. Ello no hace forzosamente correctos todos mis datos e interpretaciones, pero atrae las cuestiones al campo del debate racional, al que se resisten con uñas y dientes los Tusell, Juliá, Graham, Martínez Reverte y tantos más.
Termino con tres observaciones. Mis críticos emplean el truco de fingir indignación por mi supuesta indiferencia hacia las víctimas, comparándola implícitamente con su extrema sensibilidad hacia ellas. Podremos creerles cuando les veamos rasgarse igualmente las vestiduras ante las matanzas realizadas por el Frente Popular, o cuando recuerden que los bombardeos sobre la población civil fueron empezados por las izquierdas, y realizados a menudo con jactancia, como en Huesca y Oviedo.
En segundo lugar, esos autores debieran reflexionar un poco sobre la curiosa coincidencia básica entre sus tesis y las elaboradas por la propaganda stalinista.
Finalmente, tienen la costumbre algo obtusa de respaldar sus asertos con el argumento de autoridad de ser «historiadores profesionales». Lo son, claro, si se dedican profesionalmente a estudiar la historia. Pero eso ¿les convierte automáticamente en buenos profesionales? PIO MOA.

parte 1parte 2y parte 3

 

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